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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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Notas del capitulo:

Hola.

Antes que nada, gracias a CaelumHiss por leer y dejar tu comentario y tomarte la molestia de leer. No son muy efusiva con mis respuestas, así que casi nunca las respondó personalmente (no se me ocurre que decir realmente), pero me alegro que te haya gustado y te haya llevado una grata sorpresa. Y perdón por la reseña engañosa, he pensado en cambiarla, pero en realidad creo que “resume” de que va la historia y la verdad es que no se me ha ocurrido ninguna mejor (tampoco es que haya pensado mucho). Los personajes yo me los imagino a veces como “personas reales”, a veces como tipos “anime”; aunque no quiero que tengan ese look de “soy perfecto en toda mi perfección”, quiero que sean “feos” si las circunstancias lo ameritan, aunque no he trabajado mucho en ello, esto es como un “borrador” de quizás algo mas “formal” que escriba. Tiene muchos errores para llamarla “historia”, Y por último, me encantaría ver a mis personajes dibujados, pero claro sólo si tienes tiempo y ganas, por mi parte lo amaría, pero soy malilla con el dibujo, muy malilla. Bueno, gracias por comentar.

Y gracias si leíste y no comentas.

 

CAPÍTULO 38

 

El mar de arena se extendía hasta donde alcanzaba la vista, los finos granos brillaban bajo el implacable sol; las grandes e irregulares dunas tejían una gruesa manta alrededor del terreno que rodeaba a la embarcación que lenta y constante avanzaba imperturbable a través del desierto, ajena al mundo que existía fuera de aquel arenoso universo y cuantos lo habitaban.

Aysel leía con lentitud el texto, su dedo se desplazaba por las líneas en un esfuerzo de que las palabras cobrarán sentido, pero incluso si las entendía, le costaba enmarcarlas en un contexto que las nutriera de significado. Siguiendo el consejo de Zwein probó a leer en voz alta:

“Ciertamente todos los elementos son igualmente poderosos e importantes y coexisten en un delicado equilibrio donde se nutren de sus debilidades y fortalezas. Pero de entre los cuatro principales el fuego tiene propiedades sobresalientes, no se limita sólo a la fuerza con la que sus hechizos son envueltos, sino que abarca rangos de otros elementos que van desde la purificación hasta la sanación, por lo tanto…”

Interrumpió su lectura cuando escuchó un breve toque en la puerta.

—Adelante.

—Su Amo me ha pedido que lo ayude a prepararlo para la cena.

El aborimon, al igual que sus compañeros bestias le hablaba con gentileza, lo trataba con el mismo respeto y consideración con que se dirigía al resto de los viajeros. Aysel no se cansaba de verlos, Zwein le había explicado que eran criaturas extremadamente raras, algunas pocas vivían en la capital, la mayoría servían en las naves responsables del comercio. La magia apenas corría por sus venas, tenían poco más que una bestia humana y su aspecto era casi idéntico a un humano común y corriente, además requerían de muchos cuidados físicos y emocionales, aunado a su necesidad de vivir rodeados de su gente, en caso contrario corrían el riesgo de morir. Eran una especie en peligro de extinción que probablemente nadie extrañaría una vez desaparecieran.

Al principio Aysel se sintió intimidado ante el aspecto humano de la bestia, el joven ante sí, un poco mayor que él quizás, tenía la piel oscura, la cabeza sin un solo cabello, ojos y dientes implacablemente blancos. A primera vista nada en su fisionomía parecía indicar que se tratará de una bestia y no un humano, ni siquiera se podía percibir su magia; pero si te detenías por más de un segundo y bajabas la vista descubrirías la razón por la que era considerada una bestia: sus pies en lugar de extenderse hacia adelante, lo hacían hacia atrás; el aspecto cuanto menos curioso no causaban sorpresa más que los primeros momentos y no tardabas en acostumbrarte a su peculiar condición con la misma naturalidad con que aceptabas los colmillos de un hombre lobo, las alas de un hada o la belleza irreal de un vampiro.

Su particular fisionomía no le impedía moverse con agilidad y rapidez. Los aborimones corrían de un lado a otro día y noche cumpliendo las órdenes y exigencias de sus Amos dentro de nave, siempre y cuando respondieran en tiempo y forma con sus obligaciones no eran víctimas de ninguna ofensa. El capitán y el resto de la tripulación les trataban con respeto y consideración, trabajaban por turnos, tenían sus propias áreas designadas para comer y dormir y ningún pasajero podía castigarlos por su cuenta. La nave de comercio era una pequeñísima parte de un vasto negocio Familiar, desde el capitán hasta el sobrecargo eran hijos, sobrinos y nietos del patriarca de la familia. La mayoría eran magos especialistas en magia de viento y tierra, el barco navegaba con buen ritmo con una tripulación bien preparada y acostumbrada a recorrer esa ruta decenas de veces al año.

—Puedo hacerlo solo— replicó Aysel cerrando el libro con brusquedad. No le gustaba ser desnudado, bañado y vestido por un extraño.

—Su Amo insistió en que me encargará de sus necesidades. ¿Comprende?

—Si, pero…

La puerta se abrió en ese preciso instante, Zwein entró, tenía el rostro enrojecido, quemado por el sol, observó la escena ante sí y le pidió al aborimon que los dejará solos.

Aysel abrazó al libro contra su pecho y se arrinconó al fondo de la cama, no quería enfrentarse a la mirada decepcionada de Zwein. Su Maestro confiaba en que él fuera lo suficientemente valiente y audaz como para afrontar a cualquier reto.

—Lo siento— murmuró escondiendo el rostro entre su pecho.

Zwein no contestó, lo tomó de la mano y lo ayudó a levantarse de la cama. Lo condujo al cuarto del baño, desnudó con calma y precisión antes de introducirlo a la bañera donde el agua fría esperaba.

— Per la radioj de la tago, la klareco de la mateno, la varmo de Nusku.

Aysel sintió un agradable cosquilleo de magia recorriendo su cuerpo en el momento en que Zwein murmuró el hechizo y rozó con sus dedos el agua para templarla.

Su maestro tomó un frasco con olor a fresas, roció una abundante cantidad sobre su cabeza y comenzó a tallar su cabello con suavidad.

— ¿Mejor? — le preguntó masajeando su cabeza con delicadeza.

—No soy lo que espera de mí— dijo apartándose hasta un rincón de la bañera, Zwein le miró imperturbable antes de enjuagarse las manos espumosas en al agua.

—No— contestó con una sonrisa—. Eres mucho más de lo que merezco. Pero estamos aquí por ti, Aysel. Mírame. ¡Es una orden! — la última frase lo tomó por sorpresa, alzó la mirada esperando encontrarse con el rostro enfurecido de Zwein, pero no encontró más que tristeza—. Yo habría preferido irnos al fin del mundo, ¿sabes? En un lugar donde nadie nos conozca, pero tú elegiste esto. Y ahora no puedo permitirte volver. ¿Y sabes por qué?

—Porque no tenemos a donde huir.

—Correcto, Aysel.

—No importa hacia donde vayamos, tú, yo y toda nuestra gente seremos marginados, despreciados por el mundo. Jamás nos dejarán en paz. He estado pensando en esto, quizás no cambiemos el mundo, pero marcaremos la diferencia. No podemos permitirnos tener debilidades. Estoy consciente de que te estoy pidiendo demasiado, pero no tenemos opción. ¿Comprendes?

— ¿Nuestra gente?

Zwein acercó su rostro.

—Yo tengo más en común con las bestias que con los humanos. Cuando llegue el momento de destruirlos no dudaré. ¿Y sabes por qué?

—Porque somos bestias.

—Exacto. Pero hay algo más.

Aysel esbozó una traviesa y pequeña sonrisa.

—Porque me amas.

—Bien dicho. Y odio a todos esas escorias que te lastimaron.

Zwein depositó un breve y pequeño beso en los labios de Aysel.

— ¿Me besaste? — preguntó incrédulo? — ¿Tú a mí?

—Te quiero.

 


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