Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

LA BESTIA por Artemisa Fowl

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPÍTULO 39

El peine se deslizaba con facilidad a través de los cabellos violetas, disfrutaba con el olor a fresas, quizás debería preguntarle a Aysel cuál era su fragancia preferida, tenía que recordarse constantemente que el vampiro no era su esclavo, ni siquiera su mascota, era su compañero de vida.

—Mamá me cepillaba el cabello— comentó Aysel jugando con uno de los muchos anillos guardados en el alhajero—. Por las mañanas y después de que terminaba de entrenar, me ayudaba a lavarme y cepillaba mi cabello. Una de mis primas me regalaba una corona de flores todas las tardes, era muy bonita. Extraño las flores.

—En la capital hay muchas. Decoraré nuestra alcoba con tantas flores que ni siquiera podrás caminar sin atropellar un puñado de pétalos.

—No serían las flores de mi prima.

—No, serían las mías. Un mal sustituto, pero es mejor que nada.

Aysel rió, pero no dijo más.

Zwein podía sentir la magia de Aysel recorriendo su interior, vibraba con tanta impaciencia y desesperación que le sorprendía ser capaz de contenerla dentro de sí, tenía la impresión de que de un momento a otro explotaría y destruiría todo a su alrededor. Ni siquiera el mismo Aysel era consciente del poder que escondía dentro de sí, quizás era lo mejor; tal fuerza podría dañarlo incluso a sí mismo.

Continuó peinando el cabello de su Familiar.

—No recuerdo que nadie me haya peinado con afecto— confesó Zwein sin cambiar el tono de su voz—. Ni lavado u obsequiado coronas de flores en mi vida.

Aysel depositó el anillo sobre el alhajero y enderezó la espalda, permaneció muy quieto, atento a sus palabras.

—Mis padres descubrieron que eran una bestia mágica cuando cumplí los tres años, quizás antes de eso fueron amorosos y me tratarán de la misma manera que a sus otros hijos, pero a partir de ese momento me entregaron al señor Fergal, el perrero de mi familia para que se encargará de mí. Mandaron a construir una habitación secreta en la parte trasera de la mansión a donde sólo se podía acceder mediante una serie de pasadizos. Sin ventanas, con una única puerta pequeña. Al menos estaba bien amueblada. El señor Fergal no era duro ni amable, me enseñó a leer y escribir, a sumar, restar y poco más. Una vez a la semana podía salir al jardín a tomar aire fresco y tomaba un baño cada tres días. Veía y escuchaba a mis hermanos con regularidad. Yo era diferente y serlo era una desgracia, nunca me permitieron olvidarlo. No fui amado, ni me ensañaron a amar.

— ¿Por qué me dices todo esto?

Zwein acarició el collar dorado en el cuello de Aysel, el símbolo de su esclavitud.

—Porque deseo compartirlo todo contigo, pero, aunque nos gusta creer que el amor es la más poderosa de las emociones, la realidad es que existen decenas de emociones con la misma o mayor fuerza: miedo, ira, rencor, envidia, indiferencia, odio…

Aysel giró sobre la silla, cubrió con la palma de sus manos los ojos de Zwein y le susurró al oído.

—Le amo, Maestro Zwein, mi amor hacia usted sólo es superado por mi odio hacia los monstruos. ¿Comprende eso? ¿Es capaz de aceptar esa parte de mí?

Los dedos del vampiro se sentían helados contra sus párpados.

Zwein lo comprendió de golpe, la corriente de vergüenza y estupidez que sentía cada vez que cometía un error amenazó con arrastrarlo. Las dudas, temores e inseguridades por las que presuntamente reprendía a Aysel no eran más que un reflejo de las suyas, al negarse a aceptarlas intentaba inculcarlas en su Familiar, aunque esté no hubiera dudado ni un segundo. Aysel estaba dispuesto a todo para cumplir sus objetivos. No sólo aceptaba esa parte horrible de sí mismo donde habitaban todos esos pensamientos capaces de revolverte el estómago, sino que los mostraba con tal orgullo que no dudaba ni un segundo en admitir que por muy profundo que fuera el amor que sintiera hacia quién consideraba su salvador; su misión, vengar su oprobio y él de su pueblo estaba por encima de cualquier otra cosa. Decirle a una criatura como su Familiar que el amor era tan sólo una emoción más, era como contarle a un viejo que la muerte vendría por todos, incluyéndolo…; el viejo habría visto a muchas personas morir a lo largo de su vida y sabría que su momento se acercaba, Aysel había experimentado ambos extremos de las emociones, el amor incondicional y sin límites de aquellos que te aman porque compartes la misma sangre y el odio destructivo e irracional de los que te desprecian porque el mundo funciona de esa manera.

Aysel sobreviviría. No sabía el cómo ni por qué o siquiera si fuera una existencia digna de llamarse vida, pero el vampiro encontraría la manera de continuar sin él. La muerte de Zwein lo destrozaría, pero no lo destruiría. Y eso era…maravilloso, magnifico, fantástico. Por qué significaba una única cosa, Aysel no necesitaba de su Maestro con la misma intensidad con que él precisaba de su Familiar y entonces él podría entregarse sin dudas ni vacilaciones a su trabajo. Y lo haría. Porqué la segunda cosa en este mundo que más anhelaba, después del amor incondicional de su Familiar, era ser digno de las miradas de adoración y respeto que esté le dirigiría cuando alcanzarán el éxito.

Aysel retiró lmas manos de sus ojos y regresó a su antigua posición, sentado desnudo frente al enorme tocador de madera parecía un niño en espera del castigo de su profesora por haber dicho una mala palabra.

—No podría amarte si esa parte de ti no existiera— respondió Zwein volviendo a cepillar el cabello de Aysel con gran delicadeza. El vampiro esbozó una gran enorme sonrisa infantil y no agregó más—. ¿Cuál es tu aroma favorito? — preguntó Zwein momentos después—. ¿Rosas, flores silvestres, jazmín, vainilla, cítricos…?

Aysel no esperó a que terminará, giró la cabeza y con gran dulzura contestó:

—Él que tu elijas para mí será mi favorito.

Debió percibir el desconcierto en su rostro porque enseguida añadió:

—De niño una de las cosas que más odiaba ver era como las flores una vez arrancadas se marchitaban hasta morir, pero creo que el mejor momento de mi día eran los pocos segundos en que mi prima me obsequiaba su corona de flores, en esos instantes ni siquiera pensaba en que más tarde esas hermosas morirían, sino en los feliz que se veía Melina.

No hablaron más, las palabras habrían sobrado, era mucho más importante lo que se escondía entre líneas.

Zwein continuó preparando a Aysel para la cena donde lo presentaría ante sus compañeros del gremio y Familiares como su “compañero de vida, alma y espíritu”


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).