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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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Notas del capitulo:

Hola, paso de rapidito a actualizar...

 

Antes que nada, MUCHAS GRACIAS!!! a quienes comentaron en el capi anterior, siempre me emociona leerlos y me alegran en mi monotono y rutinario trabajo, y vaya que es monotono...

Gracias por tomarse un tiempo para comentar esta cosa.

Los quiero!!!

Edmary

Alondra

 

 

CAPÍTULO 54

Acarició entre sus dedos un puñado de cabellos oscuros, su suavidad le recordó a la seda más fina y su dureza al filo de un hermoso cuchillo. El muchacho le miró con sus ojos oscuros y permaneció inmutable bajo su escrutinio, su piel, la más blanca que recordaba haber visto alguna vez era tan suave como los pétalos de una rosa y sus labios de un rojo tan intenso como la sangre misma.

— ¿Quién eres, Voz? — preguntó Aysel terminando su escrutinio y dando un paso atrás.

—Mi nombre es Iyad y esta era la forma que tenía cuando morí a los dieciocho años.

Aysel negó suavemente con la cabeza, desconocía como lo sabía, pero “La voz” le mentía.

—Fuiste asesinado, pero lo consideraste necesario. ¿Por qué?

—El destino es un ente caprichoso ante el cual no podemos más que inclinarnos.

—Mi madre me decía una frase similar con frecuencia: “el mayor tirano no es la muerte ni el dolor, sino el destino que rige nuestra vida con su mano indiferente”

—Tu madre era una sabia vampiresa.

—No tenía edad suficiente para apreciarla— admitió Aysel mirando por primera vez a su alrededor.

Se encontraban en el valle donde había crecido con sus cascadas, montes verdes, cuevas y flores de alegres colores. Un lugar que no existía más que en su memoria.

—Cuando yacía encerrado en los calabozos o apenas podía mantenerme con vida huía en mi mente a este sitio— confesó Aysel con la garganta cerrándosele por la emoción—, los rostros de mis familiares se han ido perdiendo con el tiempo, pero este lugar permanece en mi memoria intacto.

El hermoso rostro de “La voz” asintió con simpatía.

—Las otras criaturas creen que los vampiros somos seres imperturbables, carentes de sentimientos y emociones, pero se equivocan, sentimos tan intensamente que si nos detuviéramos mucho tiempo en algún sentimiento seguramente esta misma emoción terminaría por destruirnos.

—Zwein me lo repite constantemente, pero no lo entiendo. El pasado me persigue, me atormenta, odio a los humanos, pero no me sumo en la depresión y tristeza como él. En un momento me siento triste y al siguiente feliz. Estoy confundido.

—Las emociones se deslizan a través de ti igual que la arena entre tus dedos. Los vampiros vivimos cientos de años más que casi cualquier otra criatura mágica, si nos quedáramos atrapados en nuestros sentimientos enloqueceríamos. Los humanos tienen vidas breves, emociones intensas y pensamientos contradictorios. Zwein y tú jamás podrán comprenderse completamente, pertenecen a mundos diferentes.

Aysel estudió con atención el hermoso rostro ante sí, sólo sus ojos dejaban traslucir alguna emoción, el resto de su expresión permanecía imperturbable. Comenzó a caminar por el valle, sus pasos se deslizaron sobre la mullida hierba hasta detenerse frente al río donde el agua pura y cristalina corría mansamente.

— ¿Si los humanos no me hubieran llevado sería igual a ti, Iyad?

La Voz contestó desde detrás.

—Probablemente. Se te habría educado para convertirte en un líder, servir a tu pueblo y guiar a tu gente.

—Zwein tenía razón, aquellos que se hacían llamar mi familia no lo eran. ¿Quiénes eran?

—Nuestros guardianes.

Aysel se sentó sobre la hierba con las piernas cruzadas y empezó a arrancar briznas de hierba.

— ¿Nuestros?

—De ti, Aysel y de mí, Iyad él ser que reside dentro de ti.

— ¿Quiénes somos? ¿Quién eres?

—Lo sabrás cuando llegue el momento.

Aysel se levantó deprisa y tomó el rostro de La Voz entre sus manos.

— ¡Todos creen que soy débil, pero se equivocan y jamás te permitiré tenerlo! ¡Es mío! ¡Me pertenece! — declaró con una sonrisa demente—. E Iyad, tengo una noticia para ti: he pasado tanto tiempo entre los humanos que me han contagiado gran parte de su locura y si intentas lastimar al humano que amo juró que ambos desearemos nunca haber existido.

Disfruto con el gesto de sorpresa y temor en los ojos de La Voz, le soltó y lo apartó de un empujón.

—Me han controlado toda mi vida, estoy cansado.

Se sentó nuevamente en el suelo y esperó.

—Llámame Príncipe— le pidió La Voz sentándose a su lado.

— ¿Por qué?

Iyad tomó con suma delicadeza su rostro entre sus manos, lo besó en los labios y le sonrió con malicia.

—Quizás te lo diga el día en que el dolor sea tan grande que me supliques porque tome tu cuerpo. Ahora, querido Recipiente, ha llegado el momento de despertar y no hables con tu querido amante de mi existencia.


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