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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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Notas del capitulo:

Hola, antes que nada, gracias a las personas que comentaron en el capi anterior.

 

Alondra

EdMari

 

De verdad, sus comentarios me ayudaron a definir mucho más la personalidad de mis personajes.

 

MUCHAS GRACIAS!!!

CUARTA PARTE

ELLOS

 

CAPÍTULO 56

Kheira experimentó por un momento la tentación de dejar al príncipe heredero de la corona tal y como yacía, cuando sus sirvientes lo descubrieran horas más tarde verían al arrogante y engreído Willian desnudo, atado a la cama y con los ojos vendados a merced de cualquier visitante inesperado. En cambio, desató las cuerdas, le quitó la venda de los ojos y lo llevó al cuarto de baño donde le preparó el agua con sales aromáticas.

Sentía nauseas de sí misma. De Dominatrix se veía a reducida a sirvienta en cuestión de minutos. No era mejor que aquellas patéticas y feúchas Brujas con las que el Príncipe se acostaba cada semana, rendida a sus pies, dispuesta a cumplir sus órdenes ante un simple chasquido de dedos.

—Simplemente eres la mejor, Kheira— le susurró Willian tallándose la piel irritada con un paño húmero—. No sé cómo podría lidiar con el estrés sino fuera por ti.

—Es un honor servirle, su Majestad.

Su voz ronca y grave resonó en el amplio baño, estaba bien si querías realizar una sesión sadomasoquista o imponer tu voluntad en las discusiones del Gremio, pero para una mujer que algún día aspiraba a convertirse en Compañera de Vida del regente de Stigma le parecía que sonaba igual que el chillido de una cerda.

—No seas modesta, querida, la habilidad para infringir heridas con el látigo, cuchillo y agujas y curarlas casi al instante con magia es un talento del que muy pocas mujeres pueden presumir.

—Mi madre fue mi maestra, antes de que enfermara fue una de las Curanderas más impresionantes de su generación. Si alguien es digno de alabanzas, es ella.

Él asintió a modo de respuesta y continuó disfrutando de su baño, ignorándola.

Kheira se sintió igual a las putas Bestias de los burdeles, sentada a los pies de la bañera de su Amo en espera del permiso para que se marcharán.

Sabía que no es una mujer hermosa, la belleza de su familia se concentró en los hombres, Ciro y Deux parecían tallados por los mismos dioses y Eyad compensaba su poco atractivo con su dulce carácter y encantadora personalidad, ella solo tenía su inteligencia para darse a valer en un mundo donde su apellido familiar valía poco más que el de un herrero.

Sintió las manos del Príncipe Willian acariciando su cuello con suavidad.

—Puedes marcharte. A la misma hora, la próxima semana.

Willian no la miró mientras se puso de pie y se vistió a toda prisa, su cuerpo todavía estaba húmedo por el sudor de la sesión y el vapor del baño.

Le dio un último vistazo a Willian antes de marcharse, el cabello rubio le caía hasta por debajo del hombro, la mandíbula fuerte, los parpados soñadores, una terrible e inmensa ola de envidia la recorrió por dentro.

Era perfecto.

Atractivo, poderoso, inteligente y siempre en control de la situación. Incluso en sus sesiones sadomasoquistas que se desarrollaban sin palabra de seguridad, ella sabía que existía un límite que no debía transgredir, él tenía el control. Usaba a las personas como piezas en un tablero, las movía, desechaba o agregaba a su gusto y no se regía por sus sentimientos, sino por la más fría lógica.

Si ella tuviera ese poder jamás habría permitido que su Padre le hiciera eso a su hermano.

Cerró la puerta silenciosamente tras de sí y recorrió los muchos pasillos de la casa solariega del Príncipe antes de encontrarse con su hermano Ciro que la esperaba dentro de un carruaje tirado por Centauros.

— ¿Cómo estuvo, hermanita? — le preguntó besándola en la mejilla.

—Tan asqueroso como siempre.

—No tienes que hacerlo si no quieres, encontraremos otra manera.

Su hermano dio la instrucción al cochero de que avanzaran, estaba atardeciendo, pronto anochecería.

—No fue nuestra culpa, éramos demasiado jóvenes— insistió su hermano.

Kheira estudió el rostro de Ciro, su hermano mayor con la misma frialdad que le dedicó al Príncipe Willian minutos atrás. Su hermano era tan atractivo como el Príncipe, tenía un corte militar que realzaba sus masculinos rasgos y no lo dejaba relucir su hermoso cabello castaño oscuro, hermosos ojos almendrados y labios sensuales, carecía de la suave delicadeza de Deux o el halo de tranquilidad de Eyad, siempre parecía ansioso, pero él era la única persona en quién realmente confiaba en este mundo.

—Si hubiéramos tenido contactos podríamos haber llevado a Zwein a alguna provincia lejana he ido visitarlo de tanto en tanto. Habría crecido lejos de nosotros, pero no creyendo que lo odiábamos— replicó ella sin mucha convicción.

—Nuestro Padre jamás lo habría aceptado. No se trataba de riqueza, prestigio o poder, para nuestro Padre y a veces sospecho que Madre también Zwein era una aberración de la naturaleza.

Kheira no respondió. Apenas recordaba a su hermano menor, pero cada vez que veía a Deux recordaba a ese otro niño que había sido condenado a un destino mucho peor que la misma muerte.

Hacía muchos años, su hermano mayor Ciro y ella se prometieron cambiar las leyes del Gremio de tal manera que ningún otro niño nacido con la capacidad de producir magia fuera condenado a una vida de esclavitud y desesperación.

Kheira allanaba el camino a través de la política, Ciro por medio del del ejército.

No sabían cómo, pero de un modo u otro, triunfarían.

— ¿Acepto la invitación a cenar?

—Deux ha ido a entregarle la invitación esta misma tarde, me dirijo a preguntarle que ha respondido.

—No creo que seas una comida agradable— murmuró Kheira recostándose sobre la ventanilla del carruaje—. Supongo que merecemos cualquier cosa que nos diga—concluyó cerrando los ojos sintiéndose terriblemente cansada.


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