Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Error que Cometí por AniBecker

[Reviews - 90]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Los rayos del sol que se colaban levemente por la persiana lo despertaron. Se sintió algo desubicado y apretado, fijándose que se encontraba en una habitación infantil, y en medio de los dos niños, que lo abrazaban.

Sonrió levemente mientras los observaba dormir tranquilamente y les acariciaba los cabellos. Aún seguía triste y dolido por la gran revelación, pero a la vez con un gran alivio al ver que Keiichi lo aceptaba y no pensaba que lo hubiera abandonado.

Sí que esa fue la primera impresión, pero agradeció a que Naruto hablara con él y el pequeño se diera cuenta de que, si no estuvo con él, no fue porque no quisiera.

Eran apenas unos niños y sabía que aún tendrían muchas dudas y cosas que seguían sin comprender bien, pero se sentía feliz de que no sintieran odio o rechazo hacia él y, sobre todo, tenerlos, a los dos, junto a él.

Trató salir de la cama con cuidado para no despertarlos, pero al encontrarse en medio de ambos, terminó por hacerlos despertar sin querer. Los dos pares de ojos azules se abrieron lentamente, y lo miraron con somnolencia.

—Papi, ¿ya es de día? —se restregó con sus manitas Mamoru. Keiichi lo imitó.

—Sí, pero podéis seguir durmiendo si tenéis aún sueño —les dijo con ternura, mientras se acomodaba mejor su ropa.

—Yo no tengo sueño, yo me levanto contigo.

—¡Yo también me levanto! —secundó el pelinegro, pero se podía ver cómo su carita aún se veía opacada por el sueño.

—Entonces vayamos a desayunar —sonrió.

Ambos niños se levantaron con rapidez y fueron hasta Sasuke, que los esperó para salir juntos de la casa. Al ir hasta la cocina, se encontraron a ambos hermanos allí. Naruto se peleaba con no quemar demasiado las tostadas mientras Menma se entretenía leyendo el periódico online en la tableta del rubio.

—Buenos días-dattebayo —saludó Naruto al verlos llegar—. ¿Habéis dormido bien? —los pequeños asintieron a la vez, como si lo hicieran de forma mecánica.

Menma levantó su mirada, viendo como ambos infantes se encontraban agarrando la camiseta de Sasuke. Le llamó la atención el comportamiento de su hijo, ya que él siempre estaba sonriendo de una forma muy tierna, pero su rostro ahora reflejaba algo de molestia.

—Venga, sentarse a desayunar, he conseguido que no se quemaran —dijo el rubio poniendo sobre la mesa el plato con las tostadas.

Sasuke fue a sentarse, y los adultos observaron cómo los niños se peleaban por hacerlo al lado del azabache.

—Ya, niños, no se estén peleando, podéis ambos estar al lado de Sasuke sin tener que pelearse —el mayor sonrió levemente por el comportamiento de los pequeños.

—¿Te encuentras bien? —cuestionó el pelinegro al ver cómo se apoyaba primero sobre el tablón de madera, para después tomar asiento lentamente.

—Sí, sólo fue un pequeño mareo, todavía me da vueltas la cabeza.

—Es normal, pero no tienes que preocuparte ya, todo está bien —a ambos hermanos le sonrió antes de empezar a desayunar.

—Venga niños, terminad de comer, que tenéis que ir al colegio.

—¿Qué? ¿En serio tenemos que ir al colegio? —protestó Keiichi—. Yo no quiero ir.

—Yo tampoco —secundó Mamoru—. ¿No nos podemos quedar aquí?

—Claro que debéis ir a clase. Venga, que yo os llevo, ¿vale? —los infantes asintieron eufóricos al saber que Sasuke los llevaría al colegio.

Una vez desayunado y los niños preparados, el Uchiha se los llevó. En cambio, los Namikaze se marcharon también a la empresa. Allí, sus padres le pidieron permiso a Menma de conocer al pequeño Mamoru, y que pudieran presentarse ante él como los abuelos que no lo fueron estos años atrás, al igual que pedirle perdón a Sasuke.

El pelinegro aceptó que conocieran a su hijo, pero él no era el indicado de decidir, ya que eso sólo le concernía al azabache, si él quería aceptar o no las disculpas de sus padres.

Esa misma tarde, después de recoger a los niños del colegio, que se pusieron nuevamente felices de que Sasuke los recogiera, fueron los cinco a casa de los Namikaze.

Una vez allí, sus padres los estaban esperando. Tenían rostros de culpabilidad, porque ellos tampoco ahondaron en todo ese error que ahora había salido a la luz, y debido a ello, Keiichi creció sin su verdadera madre y Mamoru con su verdadero padre.

—Mamoru, ellos son mis padres, por lo que también son tus abuelos —explicó Menma a su hijo, que miraba al matrimonio algo cohibido.

—Mamo-chan… teníamos muchas ganas de conocerte —habló Kushina, aguantándose las ganas de llorar.

—Perdónanos por todo, nos portamos mal y no buscamos la verdadera verdad —siguió Minato.

Por su parte, el pequeño pelinegro, se giró abrazándose a Sasuke, que hizo que los abuelos se sintieran tristes.

—Ellos son muy simpáticos, verás como te van a querer y consentir en todo —lo animó el Uchiha, sonriéndole—. Dales una oportunidad, ¿sí? —el niño asintió, despegando su rostro de la camiseta de Sasuke, y los volvió a mirar, acercándose a ellos y aceptando los abrazos y apretones que le daban.

Después de dicha presentación y aceptación, los niños se fueron al jardín a jugar, mientras los adultos hablaban.

—Sasuke-kun, a ti también queremos pedirte perdón, creímos unos papeles negativos en vez de tu palabra, nosotros también somos culpables de que no estuvieras con Keii-chan. Debe haber sido un gran golpe para ti.

—Y lo fue —respondió con una sonrisa amarga en su rostro, recordando todo—, pero no quiero pensar en algo tan doloroso como eso, sólo quiero estar junto a mis hijos, porque para mí, a partir de ahora lo son.

La conversación quedó ahí, sabían que todos tenían parte de culpa en todo lo que pasó en el pasado, y que no sólo los niños fueron víctimas de ello, sino también el propio Sasuke. Lo que más temieron Kushina y Minato, es que ambos sabían que sus hijos querían luchar por el amor del azabache, y sólo esperaban que, fuera quién fuera el elegido, no rompiera la relación de ambos hermanos.

—Escúchame, Sasuke… ¿qué te parece si vamos mañana al registro para que figure Keiichi como tu hijo? También, quiero que sepas que si el niño quiere irse contigo, yo no se lo pienso negar, bastante ha estado separado de ti —habló Naruto siguiendo al azabache al jardín.

—¿Quieres la custodia compartida?

—Si tú no la quieres, no. Si lo que prefieres es que tú tengas su custodia y yo sólo sea el que lo visite, ya te he dicho que estaría de acuerdo —dijo con sinceridad.

—Me pides pelear por la custodia de Mamoru, pero en cambio con la de Keiichi no. ¿A qué se supone que estás jugando, Naruto?

—Yo no te pedí la custodia de Mamoru, cuando creía que era mi hijo —susurró lo último—, esa demanda era falsa, porque yo no la impuse. Si en la fiesta de Mamoru te dije lo de la custodia, sólo fue por fastidiarte, pero no tenía intención de hacerlo de verdad. Sólo quiero que nos llevemos bien, por el bien de Keiichi.

—Llevarnos bien… —cerró los ojos, antes de responder—. Lo que de verdad te pasa, es que tienes una culpabilidad que no puedes con ella. Porque tú eres el segundo artificie de todo lo que pasó. Pero no te lo voy a echar en cara, porque aunque debería hacerlo, no hará que vuelvan estos años que no estuve con mi hijo.

—Sasuke, yo lo…

—Un lo siento no sirve ya de nada, ¿no crees, Naruto? Te queda mucho para ganarte mi perdón.

—Te juro que intentaré por todos los medios de conseguir tu perdón —respondió con seguridad en sus palabras. El azabache no siguió la conversación, lo miró por última vez, antes de volver dentro de la casa.

—Hermanito, te descalificas tú solito y me dejas el camino libre a mí —oyó la voz burlesca de Menma—. Tú tuviste la culpa de todo, por no confiar en él y echarlo de tu vida, conmigo no sufrirá.

—Eres un entrometido, poco te faltó para intentar algo con él después de que se marchara de América.

—Te equivocas, no intenté nada con él. Respeté que él quería olvidarte y no tenía su mente para abrirse a una nueva relación. Ya aguardé demasiado mi oportunidad, y ahora, después de que todo saliera a la luz, pienso aprovecharla.

—Aunque pasara todo esto con Sasuke, nunca lo olvidé, sigo queriéndolo, y me intentaré ganar su perdón aunque sea lo último que haga.

—No pienso permitir que sufra por tu culpa nuevamente, tú no estuviste aquí y viste lo mal que estaba. Si cuando esa prueba de paternidad dio negativa, hubieras buscado la verdad en vez de desconfiar de Sasuke, todo el plan que montó la tipa esa se hubiera desvelado en el momento, yo hubiera sabido que Mamoru era mi hijo, y Sasuke no hubiera estado alejado de Keiichi. Hay cosas que nunca se perdonan, y ahora vive con ello.

Por parte también de la familia Uchiha, Mikoto y Fugaku querían presentarse ante el pequeño Keiichi y decirle que ellos son sus abuelos. El rubio se sintió encantado de conocerlos, ahora tenía a cuatro abuelitos que lo querían mucho.

.

.

Los días pasaron, y tal y como dijo Naruto, fueron al registro civil para que Keiichi figurara como hijo de Sasuke, y Menma como el verdadero padre de Mamoru.

El Namikaze pelinegro, le dijo al azabache que si quería seguir figurando como su madre, él no tendría problemas de dejarlo, pero el propio Sasuke, con todo el dolor de su corazón, le dijo que agradecía el gesto, pero quería que todo estuviera de forma correcta.

Por otra parte, Naruto seguía con la idea de que la custodia fuera completa para Sasuke, y él únicamente tuviera derecho de visitas. No quería alejarse de Keiichi, pero si con eso conseguía reparar todo el dolor que había causado, pero en esto Sasuke también se negó, aunque por supuesto que quería venganza y preferiría tener la custodia de Keiichi y hacer que el rubio sufriera, no quería que con eso, consiguiera dañar más aún al pobre Keiichi, que sólo era una víctima más de todo el pasado.

Lo que sí acordaron, es que el pequeño rubio se quedaría con Sasuke, al menos por el tiempo que el niño quisiera, que encantado aceptó. Quién mostró su descontento con eso, era Mamoru, que él, aunque podía también quedarse con el Uchiha todo lo que quisiera, por ahora debía irse con su padre.

—¡No es justo, yo también quiero quedarme! —protestó el pequeño pelinegro—. ¿Por qué sí puede quedarse Keii-chan y no yo?

—Ya lo hemos hablado, cariño —le habló suavemente Menma—, yo también quiero estar contigo, ¿tú no quieres? Me pones triste porque no quieres quedarte conmigo.

—Es que Keii-chan sí se queda y yo no, me quiere robar a mi mamá —empezó a lloriquear. El azabache mayor sonrió, porque Mamoru nunca le había dicho mamá, siempre le decía papi, y ahora sí empezaba a llamarlo así.

—No es tu mamá, es mío —intervino el otro pequeño, aferrándose a la camiseta de Sasuke de forma posesiva—, tú me has robado a mi mamá todo este tiempo, ahora yo quiero que él esté conmigo.

—¡Sí es mi mamá! —también tironeó de la prenda del mayor. Los tres adultos se miraron suspirando a la vez—. ¡No quiero que ya no me quiera!

—Hey, no os peleéis por eso —se agachó el culpable de la pequeña disputa de los infantes—. Claro que no voy a dejar de quererte, y sabes que, aunque hayamos descubierto que no eres mi hijo, para mí siempre lo serás, ¿verdad? Ya discutimos eso, yo los quiero por igual y ambos son mis hijos.

Los niños se abrazaron a él llorando con más fuerza. Iba a ser difícil a partir de ahora, ya que, escenas como las hoy, iban a empezar a ser frecuentes por cualquier cosa. Podrían ser primos por parte de padres, pero también iban a ser hermanos por su parte, por lo que iban a pelear con cualquier cosa como cualquier hermano hacía.

—Mamo-chan, por mí te quedabas también conmigo siempre ya lo sabes —le acarició las mejillas y el cabello con amor—, pero tu papá también quiere estar contigo, y debes estar con él, que sino se pone triste si dices eso.

No muy convencido, levantó su azul mirada hacia su padre y, después de darle al azabache un abrazo, fue a tomarle la mano a su progenitor. No es que no quisiera irse con él, lo adoraba, siempre quería que él fuera su papá, era una persona genial y se notaba que lo quería mucho.

Pero ahora se sentía algo desplazado desde que se supo que Keiichi era el verdadero hijo de Sasuke, y temía que ahora no lo quisiera como antes.

—Está bien, pero ¿me puedo quedar el fin de semana contigo? 

—Sabes que por mí, yo encantado de tenerte, pero ahora debes preguntarle a tu papá también.

—Por supuesto que sí —le revolvió el cabello—. Venga, ¿vamos? Mañana te traigo después del cole con Sasuke.

—¡Sí! —Mamoru se colgó del cuello del mayor a modo de despedida, quién le besó varias veces y le susurró que lo quería. Después se despidió de Keiichi con alegría. Ahí supieron que iban a ser más hermanos que amigos. Se iban a pelear por cualquier cosa, y se iban a reconciliar en seguida. Agradecían que la relación de los pequeños no se viera afectada.

—Bueno campeón, cuanto tú quieras te vienes conmigo, ¿sí? Puedes quedarte todo el tiempo que quieras con tu mamá-ttebayo —le habló Naruto a su hijo.

—¿Tú no te quedas? —preguntó con inocencia. Él pensaba que teniendo ahora a sus dos padres, iban a estar junto a él.

—No, yo tengo que volver a mi casa —miró a Sasuke, que desvió su mirada. Se agachó hasta ponerse a su altura, para poder susurrarle—. Cuida bien de tu mamá, ¿sí? Mañana te veo, campeón. Hasta mañana, Sasuke.

—Adiós, Naruto —se despidió de forma distante del rubio, sujetando a Keiichi de los hombros. Una vez se marchó, ambos ingresaron dentro de la casa.

—¿Vamos a cenar ramen? —cuestionó sonriente yendo junto a él a la cocina.

—¿Ramen? De eso nada, ¿qué clase de comida es esa? No es para nada nutritiva.

—Pero mi papá dice que sí es muy sano. Casi todas las noches cenamos eso.

—¿Por qué será que no me sorprende? —suspiró—. Tu padre es un dobe que por tal de comer su comida favorita es capaz de decir que es sana. Ya hablaré yo con él para que se modere y cuando estés con él te alimente como se debe.

Consiguió que el niño, al menos con él, no comiera a todas horas esa comida que tanto le gustaba al rubio, y que por eso mismo, el pequeño Keiichi también amaba. A regañadientes, el infante se comió la cantidad de comida que su madre consideraba sana.

Lo que más le gustó, es pasar la noche con él. El apartamento tenía solamente dos habitaciones, y una de ellas era la de Mamoru, que pronto sería de ambos niños, pero primero debía acomodarla para que hubiera dos camas.

Pero el pequeño quería, mientras Mamoru no se quedara en casa, a dormir con su mamá, que gustoso Sasuke aceptaba.

—Keii-chan, no saltes en la cama —le dijo suavemente entrando en la habitación, encontrándose al rubio dando saltos.

—Es que es muy grande la cama, más grande que la de papá —respondió sonriente sin dejar de saltar.

—Pero te puedes caer y hacer daño, además te recuerdo tu brazo, así no se curará pronto si no guardas reposo —recordó señalándole el yeso en su bracito. El infante, obedeció y se sentó en el mullido colchón.

—¿Mami? ¿Estás bien? —preguntó preocupado al ver al mayor apoyarse rápidamente en la cama, con los ojos cerrados. El Uchiha sonrió.

—Sí, estoy bien, sólo aún está causando estragos toda lo que pasó. Venga, vamos a dormir —destapó el edredón para que el niño junto a él se metiera bajo las calentitas sábanas.

—Mami, mami, ¡te has hecho pupa! —dijo algo asustado el niño al ver la cicatriz de la cesárea—. ¿Te duele mucho?

—No me duele, aunque digamos que es una herida, pero a la vez no lo es —eso confundió al pequeño, que no entendió, por lo que siguió hablando—. Esto es una prueba del día que tú naciste —lo abrazó con más fuerza sonriendo. Estaba con su hijo, suyo, porque era de él.

Y así, abrazados, ambos se durmieron.

A la mañana siguiente, después de desayunar, llevó a Keiichi al colegio, no sin antes pasar por el apartamento de Menma y recoger también a Mamoru, que le encantó la idea de que Sasuke lo recogiera.

En la salida, los hermanos Namikaze recogieron a sus hijos, ya que el Uchiha tenía turno en el hospital.

.

.

Las semanas fueron pasando, y los niños se habían acostumbrado rápido a sus padres. Mamoru, que ya de por sí antes de saber que Menma era su padre, le encantaba estar con él. Le contaba unos cuentos muy geniales y hacía que los peluches hablaran, y eso le gustaba.

Muchas tardes se iba a casa de Sasuke, para jugar con Keiichi, y de paso, tenían sus pequeñas rabietas, esas que sólo los que tienen hermanos entienden. Algún que otro fin de semana se quedaba a dormir, aunque a veces no coincidía con el pequeño rubio, ya que esos días solía pasarlos con su padre.

Keiichi también estaba encantado de estar con el azabache. En sus cortos seis años de edad, nunca tuvo afecto por parte de quién creyó era su madre, por lo que tener a Sasuke, que se preocupaba por él, lo arropaba todas las noches, le abrazaba, besaba, le decía millones de te quiero, jugaba y dormía casi todas las noches con él, era una completa felicidad.

Era sábado, y la noche anterior se habían quedado ambos niños a dormir con él. Menos mal que tenía una cama de grandes dimensiones, porque los pequeños habían heredado completamente la forma de dormir de sus padres.

Pero muy a su pesar, esa mañana tuvo que dejar a los niños con sus padres, ya que tenía turno en el hospital, pero pareciera que los infantes tenían planes más divertidos como pelearse nuevamente por un peluche.

—¡Tú has dormido esta noche con él, yo me lo quiero llevar a casa de mi papá! —chilló Mamoru tirando de un peluche anaranjado con forma de zorro.

—¡No, es mío, me lo regaló a mí mi papá! —tiró más fuerte para conseguir zafar a su tan amado peluche de las manitas de su primo.

—Ya, dejad de pelearos por el peluche que sino os lo quito —habló con pesadez Sasuke apoyado en la barra de desayuno de la cocina—. Que no chilléis más, que me duele la cabeza —levantó un poco la voz para que los niños le escucharan.

—¡Que no, ahora me toca a mí, tú ya lo has tenido todo el día de ayer!

—¡Claro, porque es mío! —tiró tan fuerte que consiguió librarlo de las manos de Mamoru, pero el peluche en el proceso, derramó la leche con cereales del desayuno.

—Mirad lo que habéis hecho, ahora el peluche me lo quedo yo, por no saber tenerlo cada uno un rato —se enfadó el azabache, ahora tendría que pararse a limpiar ese desastre, y aún tenía que llevar a los niños con sus padres y él iba ya de por sí muy justo para trabajar—. ¿No sabéis compartir?

—Lo siento, mami… —dijeron a la vez los pequeños, arrepentidos de su comportamiento. En silencio, le ayudaron a limpiar lo que ensuciaron.

—Así me gusta, que seáis buenos niños —se masajeó su frente, esa mañana sentiría que el dolor le haría que le estallara la cabeza—. Venga, si prometéis compartirlo, os lo daré más tarde, ¿de acuerdo? Ahora necesito que seáis buenos niños y os preparéis, que voy tarde al hospital, ¿vale?

—¡Sí! —como si hubiera dicho las palabras mágicas, en cuestión de unos minutos, se encontraban peinados, vestidos correctamente y listos, en la entrada de la casa esperándolo.

Dejó a cada niño en la casa de sus padres, y se marchó rápidamente al hospital, él siempre era muy puntual y no podía empezar ahora a llegar tarde. Al llegar a la zona de urgencias, firmó al llegar en recepción y tomó y revisó los pacientes que tenía que atender.

—Sakura —le habló a la fémina, que se encontraba a su lado firmando unos informes. Ella levantó su mirada de los papeles, esperando lo que el Uchiha le iba a decir—, tengo que hablar contigo.

—¿Sobre qué, Sasuke-kun? —cuestionó intrigada.

—Cuando te encuentres libre de pacientes, me buscas y te digo —no siguió hablando, porque un paciente herido entró en urgencias y fueron con rapidez a atenderlo. Pero ese tenemos que hablar, sólo la hizo que se quedara intranquila.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).