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Encadenado por Andromecat

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Notas del capitulo:

Antes que nada muchas gracias por todo su apoyo, por su cálida bienvenida y por darle una oportunidad a ésta historia. 

Tengo mas ideas para estos chicos que me encantaría desarrollar también.  

¡Muchas gracias tambien por sus comentarios! Son la mas perfecta motivación.  

Nota: El bálsamo del tigre es un popular unguento de menta, alcanfor, canela, clavo y quien sabe que más y que sirve para torceduras o chichones en la cabeza y migrañas , pero tiene un olor MUY escandoloso, detectable a metros a la distancia. jajaja.  

Encadenado

Capítulo II  Andrómeda

Hyoga había avanzado ya un gran trayecto rumbo a la ciudad vecina, podía notar cómo la niebla se disipaba en el camino mientras disfrutaba de la sensación liberadora; aceleró a Cygnus avanzando a toda máquina, hasta que algo lo hizo frenarse en seco.  Una motocicleta de amplia coraza rosa.

Hyoga buscó al dueño de dicha máquina y lo encontró justo a su derecha, agachado, viendo el raspón en la coraza de Cygnus.  — ¡Que lastima! — Expresó, abriendo sus amplios ojos verdes. — ¡Que lastima Cygnus! — repitió.

— Hey…

— Por motivos como éste jamás podrán ganarle a Ikki.

— ¡¿Es tu novio?! — Por alguna razón se sintió devastado.

Lo miró fríamente — Yo no salgo con perdedores después de todo. — Dijo alejándose y subiéndose de regreso a la motocicleta rosa.

— ¡Al menos dime tu nombre!

— Bien… te lo diré sólo por tus súplicas —sonrió burlonamente — Mi nombre es...

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De pronto, la alarma sonó y Hyoga despertó de golpe.  Enojado, aunque al mismo tiempo con una extraña sensación de alivio, y mucha, mucha confusión.  ¿Por qué le fastidiaba tanto no saber el nombre? ¿Por qué le enojaba tanto pensar que ese chico estuviera con Ikki? Y sobre todo ¿Por qué rayos lo estaba soñando?

Hyoga se talló la cara, frustrado. Esa derrota le iba a hacer la semana muy, muy larga. 

— Y creo que encima de todo lo soñé medio fuera de personaje — Se quejó mientras se lavaba la cara para ir a su aburrido trabajo. 

Hyoga trabajaba en un gran almacén de productos para el hogar, aunque su sueño era dedicarse a los sistemas, crear nuevas herramientas para las máquinas y los autos, pero por ahora, el almacén era lo que había, no era el gran trabajo, a menudo tenia que andar orientando gente que no tenía ni la más mínima idea de cómo usar la herramienta pero bien que querían entrar a la moda del “Hágalo usted mismo” cual fuere el asunto, al ser el almacén la empresa familiar, tenía trabajo seguro que al menos le proveía para solventar sus gastos de manera medianamente holgada, y sobretodo cuidar de Cygnus quien precisamente ahora, necesitaba mucha atención.   

El recuerdo de ese momento le heló la sangre, la grava de la pista raspando la coraza perlada de su máquina, y una pequeña abolladura en su lisa superficie. Hyoga suspiró con pesadez, se lamentó la distracción y con eso de nuevo el corredor de cabellos verdes llegó a su mente.

— Señor… ¿No son esos unos tornillos? Yo quiero clavos — La voz de una clienta lo sacó de sus ensoñaciones.

— ¡Ah! Una disculpa, ahora mismo se los traigo.

En definitiva, una larga semana.

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Las cosas para Seiya tampoco fueron mejores, seguro, él no tenía en la cabeza al corredor peliverde pero su orgullo de corredor estaba completamente destrozado, por no hablar del daño su pegaso y el casco que había quedado casi completamente sumido; en definitiva iba a tener que llevar su máquina con Mü; aunque la idea de explicarle al hombre lo aplastante y humillante de su derrota no le era para nada atractiva, particularmente porque Mü era el tipo de sujetos que escudriñaba con la vista todos lo oscuros secretos.  Además de ser un adulto responsable, responsable. En todas sus letras.

Mü era todo lo que precisamente NO podría esperarse de alguien dedicado a reparar motocicletas y dicho era, ese no era su trabajo primordial; el hombre disfrutaba de su granja de productos orgánicos –a sobre-precio; pero el talento lo tenía desde que su abuelo le enseñase el arte de ser delicado en la reparación estética de una motocicleta, bicicleta o inclusive un auto. O muebles, valía más.

El asunto con Mü era que su amplio y vasto conocimiento de la sociedad a través de meditar, y filosofar, lo hacían demasiado agudo a ciertas cuestiones. Pero si Seiya quería a Pegaso de vuelta pronto, tenía que refinarse la idea de que Mü se iba a enterar. Y que lo iba a sermonear por desperdiciar sus días.

— Así que faltaste al trabajo para venir a dejar a pegaso.  Por lo que veo, te saliste de la pista. ¿Fue a punto de ganar?

— Yeah…— se talló la mejilla.

— Es increíble… por es precisamente por eso que siempre les he dicho que no pequen de arrogantes, siempre habrá alguien mejor.

— ¡Fue un descuido!— contestó — No volverá a pasar, sólo lo subestimamos eso es todo. —Seiya no estaba de humor para sermones. — Hyoga se distrajo con algo.

O con alguien pero no tenía la certeza, así que no lo culpaba.

— Sin embargo puedo ver que fue algo estrepitoso…

— ¿Tan mal se ve?

Mü dudó unos instantes y acto seguido señaló un par de bultos atrás de él tapados con una manta, Seiya jaló la manta revelando a Cygnus y Dragón y acto inmediato se dio un zape en la frente — Así que esos dos ya han estado por aquí.

— Vinieron de camino al trabajo. Tal vez tú debiste hacer lo mismo en vez de ausentarte, te van a correr.

— No estoy de ánimos para eso, estoy seguro que esa mercancía se puede repartir sin mí.

— Deja de ser tan conformista, Seiya. 

—Mis mejores ingresos los obtengo por las carreras —Sonrió confiado.

— ¿Hasta cuándo?

Seiya frunció el ceño — Hasta que la vida me aguante, Mü.

Para Seiya, ganar de 120 a 300 por carrera en apuestas le era mucho más atractivo que ganar 50 Mones por semana repartiendo papitas y golosinas. 

— Algún día tendré algo mejor y más real…

— No si no te aplicas. ¿Por qué no entras a donde Shiryu?

— Porque Shiryu… bueno, su trabajo es confuso.

Y era verdad, si bien Shiryu trabajaba con su padrino y siempre lo veían haciendo cuentas dentro del negocio de Dohko- que se dedicaba a vender medicina china, Shiryu no se dedicaba solamente a las ventas; era un anzuelo para traer clientela, un chico guapo, ahí, sentado platicando las bondades herbolarias… ¿Cómo fue que un lugar así obtuvo éxito en una ciudad como Miyanouchi, tan simple, tan sosa? Nadie de ellos lo entendía, quizás por que a nadie de ellos le importaba en realidad las necesidades del mercado local; lo cierto es que Shiryu en más de una ocasión le había ofrecido trabajar con ellos, pero la idea de oler a bálsamo del tigre todos los días no le era atractiva.  

Shiryu no olía a bálsamo del tigre, olía a hierba fresca, tierna y recién cortada; como cuando el césped es cortado al amanecer, cuando el rocío matutino baña el valle y las hierbas aromáticas se mecen con el viento, era suave, refrescante; ante el pensamiento Seiya sacudió la cabeza y volvió a su tren de pensamiento. Dohko y el bálsamo del tigre, si, Dohko olía a esa extraña mezcla medicinal que nadie sabía para que servía, Seiya estaba seguro que si se le ocurría trabajar con ellos, adquiriría ese aroma de forma inevitable.

Lo último que quería era oler a eso. Pero aparte tenía otro motivo que no quería admitir, mucho menos a sí mismo.

— Creo que si las cosas no cambian en mi actual trabajo, podré dedicarme a ser maestro de educación física o algo.

—Sigues sin tener idea de lo que quieres en la vida ¿Seiya?

Seiya se sintió como niño regañado — No es fácil, ya sabes, cuando niño quería ser futbolista, luego quise ser piloto y ahora al menos me acerco un poco más a ese sueño.

— ¿Y si decides aprender conmigo? Puedo enseñarte a dar mantenimiento, reparar, y cuidar de las maquinas.  Tienes cabeza para esto, podrías tomarte enserio el estudiar ingeniería mecánica.

— ¿En serio? — Seiya dijo entusiasmado ­— ¡Sería muy útil!, ¡Acepto!

Porque Pegaso sería imparable… Y claro, aprendería algo útil en la vida en lugar de manejar la pequeña van de tienda de conveniencia en tienda.

La campana del establecimiento sonó y Mü riendo fue a atender el llamado.  Seiya se despidió con mejor ánimo y salió rumbo al trabajo de Shiryu para molestar un rato.

-

Quizá si hubiera compartido esa experiencia con Hyoga, le hubiera alegrado el día a este y el rubio no hubiera terminado su inicio de semana en el pub de siempre con la cara metida en un bastante olvidable plato de patatas y ahogando las frustraciones en pale ale.

— ¿Qué sucede?  ¿Dónde has dejado a Cygnus? ­— Preguntó el dueño del lugar quien también atendía la barra, era conocido como Misty.

— Está en el taller recibiendo mantenimiento… ya sabes, para el próximo mes.  — Su voz se oía apagada, cansada y perdida. —Oye… una pregunta. ¿Qué sabes de Fénix? El sujeto ese que vino de Narayama.

Muchos voltearon a verlo, algunos con burla de que no supiera, que su bendita ignorancia lo tuviera lejos de saber que era el hombre que podría arrebatarles sus laureles.  Claro, no sabían que Hyoga y sus amigos ya lo habían visto, que habían competido, que habían mordido el polvo y que el rubio se encontraba ahí, en ese instante, haciendo esa pregunta por todo menos por el mismísimo Fénix.

Hyoga replanteó la pregunta, una que cuando dejó sus labios aclaró todas las dudas de los sujetos alrededor; una que aclaraba sus intenciones — Concretamente…— carraspeó— Del chico que lo acompaña.

“UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUH” Sonó al unísono por varios de los ahí presentes. Unas cuantas risas también se escucharon en el fondo.  

El hombre detrás de la barra sirviendo los tragos, llamado Misty, no pudo evitar suspirar y le puso la mano en el hombro — No muchacho, por ahí no.

Hyoga sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿Qué sucedía? ¿Había preguntado algo tan absurdo? Otro muchacho de cabellos castaños se sentó junto a él, tomaba una bebida colorida color violeta; Hyoga volteó para encontrarse con Jabú.

— ¿Así que preguntas por ese chico?  — se rio — vaya, vaya

­— Bueno — contestó Hyoga, molesto — ¿A ti quien te está hablando? Métete en tus propios asuntos

Sin embargo, Jabu no se dejó intimidar, una sonrisa autocomplaciente, un trago y volvió a dirigirse al rubio — Vaya forma de hablarle a quien tiene la respuesta a tus dudas. — Sonrió con burla — Ese chico es el causante de muchas de las lágrimas derramadas en este lugar.

Misty asintió varias veces — He visto cosas — dijo.

Hyoga levantó una ceja, entre confundido y curioso, aunque por dignidad que hubiera dejado la conversación de lado. Ya se sentía ridículo preguntando por él, para empezar.

— Y por lo visto, a juzgar por tu interés ha añadido un nombre más a su lista — Jabu comentó divertido.

— ¿Cuál lista? ¿De qué rayos estás hablando?  — Bebió de su vaso— Es simple curiosidad porque pensé que eran un equipo, y creía que el Fénix viajaba sólo.

Jabu simplemente se estiró tomando una foto enmarcada que reposaba en una de las repisas del lugar, Misty protestó — ¡Hey! Deja eso ahí. — Pero Jabú no le hizo caso.

— ¿Es sólo eso?  Oh bueno — Jabú se encogió de hombros —no es como que lo puedas tener de todas formas.  Por mucho que te creas suertudo con todas y todos… y tengas tu largo historial, Cygnus.  Él es diferente.

Claro que lo era, de lo contrario no habría invadido los sueños de Hyoga de tal forma. El ruso no perdía el sueño por cualquier cosa.

Hyoga rodó los ojos — No sé de qué estás hablando.

Jabú entonces le entregó la foto enmarcada que había tomado previamente, en ella se veía al chico de cabellos verdes, estaba posando de lado, casi dando la espalda a la cámara, su largo cabello esmeralda cayendo libremente sobre sus hombros, abrazaba su casco vistiendo su uniforme verde turquesa con rosa ¿Por qué sería que ese traje resaltaba sus muslos?  Hyoga decidió dejar de lado esa pregunta. Por ahora. Detrás del chico se veía una imagen de una galaxia en color rosa.

Hyoga admiró por largos, largos segundos hasta que Misty, el barman, la tomó de sus manos — Bueno, ya, ya, ya lo vieron mucho. — colocó la foto en su repisa limpiándola.   — Se trata de Andrómeda.  

— ¿Andrómeda? ¿Lo conoces?

— ¿Bromeas? Es un fruto prohibido. — Respondió el barman — Nadie ha podido acercársele, y no será mientras tenga al Fénix consigo.

Hyoga no pudo evitar fruncir el ceño — Ya veo, bueno en todo caso me interesaba más saber si competía.

— Fuera de tu liga, en todo aspecto. — rio Jabu.

Otro hombre se acercó — Se dice que si quieren siquiera invitarlo a salir, tienes que vértelas con su hermano en un uno a uno sobre la pista.

— ¿Fénix?

— No habrás pensado que eran…pareja ¿o sí?

— ¿Qué iba yo a saber?

Pero de alguna extraña forma el día –o la noche, habían mejorado enormemente para Hyoga, así que decidió que era mejor ir a casa, y sopesar la nueva información.  — Agrégalo a mi cuenta, Misty— Dijo antes de salir.

— ¡Maldición Cygnus ya págame!

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— Doy gracias a Athena y a todos los dioses del Olimpo que tienes auto, ya me estaba dando flojera eso de tener que regresar a casa en el colectivo.

— Técnicamente es de mi padrino — comentó Shiryu, tomando una curva de manera tranquila, Seiya iba como perro sacando la cabeza — no hagas eso, está oscureciendo y no me da la gana bajar a recoger tu cadáver si algo te pasa.

Seiya no se inmutó, pero eventualmente tras sentir la lengua seca, se metió — Espero que nuestras maquinas estén listas pronto.  Mü me dijo que ninguna tuvo daño severo y que mucho es más bien estético. Cielos Shiryu, no sé qué hubiéramos hecho sino hubieras descubierto sus talentos.

El aludido simplemente sonrió, pero entonces frenó cuando vio a cierto rubio en la calle, naturalmente se orilló para hablarle — ¡Hyoga!

— ¿Qué hacen? — corrió hacia ellos.

— Sube, Shiryu nos pasará a dejar a casa.

El rubio se trepó y se pusieron al tanto en sus vidas, o al menos hasta la parte más ordinaria de todo eso.

— Fui al bar de Misty a preguntar por el acompañante de Fénix.

— ¡Ah! Ya se me hacía — Seiya se giró para verlo, sonrisa socarrona en el rostro — Estabas tan emboado que fuiste a azotar como res en el pavimento.

— ¡No es cierto!

Pero claro que era cierto, hasta Shiryu lo sabía, Shiryu sonrió pero se enfocó en el camino; Seiya siguió — A ti nada te saca de concentración en una carrera, pero no le quitabas los ojos de encima.

—Me ganó su misterio es todo.

Seiya rio un poco ­— Pero es una belleza ¿no es así? — Dijo a modo de provocación.  Aunque el provocado fue otro: Shiryu que frenó el auto de pronto.

— ¿Ah sí? ¿Así que tú también estabas embobado? — cuestionó fingiendo un tono serio.

Seiya arqueó una ceja ­— Sólo un poco — dijo alborotadoramente — pero no tanto como Hyoga.

— ¡Yo no estaba embobado!  — Se puso a la defensiva y sus amigos rieron.

— ¿Qué averiguaste? — Pregunto Shiryu.

Hyoga, que había cruzado los brazos, se relajó — Es Andrómeda y es el hermano del Fénix Ikki y resulta que si alguien siquiera quiere intentar salir con él… tienen que retar públicamente a Ikki y ganarle en una carrera.

— Y ¿Cuándo mandas el reto?

Hyoga se sonrojó tanto que sintió las orejas arder — ¿Y quién dijo que yo quería intentarlo?

Los otros dos rieron y Seiya continuó — Bueno, fuiste tú quien se tomó la molestia para averiguar eso.

— Mera curiosidad, ¡Solamente eso!

— ¡Si, claro! — Respondieron los otros dos al unísono entre risas.

Hyoga se emberrinchó y no dijo mucho por el transcurso del viaje.  Sin embargo observaba a sus amigos, eran ciertamente cercanos entre si y en más de una ocasión se sintió excluido. No pudo evitar sentirse ligeramente melancólico al respecto; había venido de otros lares antes de por fin echar raíces en Miyanouchi; pero jamás le había sido fácil entablar una amistad. Ellos eran los primeros, y los únicos.

No es que se sintiese el extra, pero había ocasiones en que quería compartir momentos íntimamente especiales con alguien; Seiya y Shiryu compartían mucho, habían crecido básicamente juntos.  Tal vez añorar cercanía era el símbolo inequívoco de que estaba madurando.

De pronto llegaron a casa de Hyoga, y éste agradeció antes de salir del auto. Shiryu lo detuvo — Sabes que si decides retar a Ikki, te apoyaremos en todo.

Y por un momento un tierno calor invadió su corazón — Lo sé — sonrió — Gracias muchachos.

Los tres se quedaron viendo, con una sonrisa bobalicona en sus rostros.  Y luego cuando se dieron cuenta que estaban de dramáticos, rieron un poco y Shiryu arrancó por el camino.  Mañana sería otro día.

—Es bueno que Hyoga haya encontrado a alguien que le guste lo suficiente para intentar algo.  — Comentó Shiryu una vez que estuvieron solos y avanzaron por el camino hasta la casa de Seiya que ya se miraba en la cercanía. Las luces estaban encendidas y Seiya pudo imaginarse a Seika, lista para reprenderlo por haberse perdido todo el día.

—Me preocupaba un poco – Admitió Shiryu.  Su amigo parecía a veces demasiado solitario, eso jamás era bueno en exceso.

Seiya también asintió — Sólo esperemos que no le sea tan difícil, aunque esa medida de no poder salir con alguien hasta derrotar a alguien se me hace muy arbitraria.

Shiryu rio y continuó por el camino, sin embargo cuando llegaron el silencio se hizo incómodo. 

­­­—Sólo espero que Hyoga no nos olvide cuando consiga a su amorcito­— Dijo Seiya de pronto.

Shiryu jugueteó con los dedos en el volante ­­—­… ¿Fue una indirecta?

­­— No, Shiryu.  Fue una directa. Nunca estamos exentos de que vuelva a pasar.

— Fue hace un año, Seiya; y lo hablé contigo, lo hablé con Hyoga. ¿Por qué te sigue molestando?

—No lo hace — Se encogió de hombros — simplemente manifiesto mi opinión. No me gustaría que volviese a pasar…Hyoga ya tiene el antecedente entonces…

Shiryu pegó la cara al volante — Ya… Dejemos ese tema de lado ¿Quieres?

Seiya asintió y suspiró frustrado — Claro… ¿nos vemos en la semana para ir por las máquinas?

Shiryu asintió, también frustrado pero sin deseos de llevar la discusión por mas rato — De acuerdo…  Buenas noches.

— Si — Seiya se retiró y se metió por la puerta, refunfuñando palabras ininteligibles apenas audibles.

Solo un par de palabras pudieron distinguirse, pero Shiryu ya estaba lejos para entonces. — Estúpido Ōko.

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La tarde del viernes siguiente, significó para Hyoga un descanso bien merecido después de haber estado ayudando a una pareja a elegir el tipo de piso para su cocina tan solo para que al final, salieran con que se lo iban a pensar.  Si no hubiese dejado la universidad, quizá ahora estaría con el estrés de pasar una materia, pero en un par de años eso significaría que podría estar ocupado haciendo un sistema para autos híbridos.

Maldijo su rebeldía y estupidez. 

Pero por lo menos, la tarde del viernes, pintaba relajada. Cygnus ya estaba con él, y había decidido darle un par de vueltas alrededor del distrito; el hambre lo detuvo frente a un establecimiento a todas luces retro con el neón llamativo, colores vibrantes y música de la que ya no se hacía.  Buena o mala, pero con mucha esencia.

Hyoga bajó a comer algo, tratándose de un sitio así solo podría haber comida rápida, pero no le importaban mucho esos detalles, además era lo que siempre había con Misty, aunque la comida de ahí dejaba mucho que desear, incluso si mismo Misty él se empecinara en llamar bar a su negocio, Hyoga sabía que era antro de mala muerte.  En fin.

Destapó una soda de cola-cherry y se preguntó para empezar, por qué había pedido eso, pero se le fue la duda al momento en que su orden le fue colocada enfrente.  Estaba aburrido pero al menos un par de patatas fritas decentes y una hamburguesa con un pan dorado le entretenían.

Si algo tenia de atractivo ese sitio además del decorado rosa-turquesa eran las amplias ventanas por las cuales los clientes podrán asomarse; Hyoga no fue la excepción y se recargó en el codo mirando hacia el horizonte hacia Cygnus, estacionada, esperando por él para continuar el trayecto.   Entonces pasó, abrió los ojos enormemente cuando le vio, recargado en Cygnus, con un pantalón blanco y un suéter rosa, con el cabello verde, sedoso y brillante amarrado en una coleta.

Lo reconoció y su mente de inmediato le dijo el motivo del porqué se encontraba ahí. En un restaurante cuyos colores le recordaban a Andrómeda.

— ¡Aah! Pero claro…

Se habló a sí mismo, claro que había elegido ir hasta ese lugar con esos colores, claro que el destino lo había llevado hasta ese sitio creyendo en las causalidades y casualidades, esperando verlo, encontrarlo.  Su mente, su inconsciente habían elaborado un intrincado plan maquiavélico para encontrarlo.

Y ahí lo tenía, recargado en su máquina, tan maravilloso como etéreo.   Hyoga le hizo señas a través de la ventana, pero Andrómeda no pareció verle.

Una voz lo sacó del hilo de sus pensamientos — Aquí tiene su soda.

Claro, Hyoga había pedido otra soda de esas masculinas cola-cherry.  Así que dirigió su vista a la camarera para agradecer pero al girar hacia la ventana nuevamente, Andrómeda no se encontraba por ningún lado.

Exasperado, el rubio sacó lo de su cuenta dejándola en la mesa, tomó su lata y se dirigió a la camarera — Debo irme, pero ahí está el dinero, ¡quédate con el cambio por favor!

Ella le miró confusa y lo miró partir corriendo, al menos, había pagado.

Hyoga salió hasta donde estaba su máquina y miró a los alrededores intentando encontrar al chico de cabellos esmeralda; por fin lo encontró más adelante, caminando por la acera a punto de dar la vuelta.

¡Hey!

Pero no obtuvo respuesta. Así, tras varios intentos, Hyoga respiró profundo — ¡Andrómeda!

El chico se detuvo en secó y volteó a verle con sus enormes ojos brillantes, le miró un tanto confundido, pero entonces sonrió y para sorpresa de Hyoga, caminó un par de pasos en su dirección, cosa que claro, hicieron que el rubio se petrificara por un instante antes de agarrar coraje y apresurar el paso.

Sonrisa en los labios, Andrómeda se acomodó un mechón esmeralda tras la oreja — Cygnus.  Veo que hiciste investigación.

Vaya, esperaba no verse como un stalker.  Hyoga carraspeó nervioso — Bueno, no me sé quedar con la duda.

— Quizá te debo una disculpa, aunque en serio pensé que no íbamos a tardar mucho en volver a coincidir.

Hyoga arqueó la ceja.  No había manera en que el chico de enfrente no estuviera consciente de su atractivo físico, de su rostro fino, labios de botón, largas pestañas y una exquisita aura dulce y aun así misteriosa.

Hyoga asintió — Ha sido una sorpresa verte recargado en mi Cygnus.

Pensé que estabas dentro y esperaba un poco — admitió — pero tras un rato decidí que tal vez en otra ocasión; veo que la repararon pronto.

—No podía dejarla así, ya sabes… el cariño que uno le agarra a su máquina es infinito. 

Andrómeda asintió —Es un modelo magnífico; su diseño es bastante a la medida ¿No es cierto?

Hyoga sonrió orgulloso de su Cygnus.  —Así es—Luego le miró extrañado — ¿Dónde está la tuya?

— ¿Andrómeda?  No siempre la saco más que cuando vamos a correr — admitió — puede llegar a ser bastante llamativa.

Como si el, Andrómeda el corredor, no fuera lo suficientemente llamativo.

­— ¿Buscas pasar desapercibido?

— Lo más que se pueda, sí.

— Y Yo aquí, llamándote por tu nombre clave frente a todos —se lamentó el rubio. Pero lo entendía, Andrómeda ciertamente podría atraer atención no solícita; después de todo en el bar de mala muerte de Misty, su nombre al parecer tenía cierta reputación.

Hyoga decidió no preguntar mucho al respecto por el momento.

—Bueno —dijo Hyoga — Pero eso no hubiera pasado si desde un inicio me hubieras dicho tu nombre.

— ¿Antes que mi alias?

—Así es

Andrómeda rio, y fue como si de repente hubiera amanecido.  Para Hyoga fue un momento plenamente refrescante.    —No suelo dar esa información a la primera.

En ese momento Hyoga supo dos cosas, la primera, que no se le cerraba una puerta, la segunda que era una invitación para conocerlo mejor y que si lo hacía bien, oh vaya que tenía qué, venía una recompensa.

— ¿Es eso? — El rubio arqueó la ceja divertido — Ya veo.  Por lo visto mi pequeña curiosidad seguirá activa.

El chico volvió a reír, pero después le miró con suavidad — Lo siento…ésa solo que tengo cierta reputación y no quiero que mis datos personales se entremezclen.

Era sensato y respetaba eso, y por alguna razón hacerse merecedor de su nombre real, como un secreto tan bien guardado, un tesoro, lo hacía querer volverse tan especial.

— Oh, sí.  Esa reputación, fui a ver a un par de amigos — ni Misty ni Jabu lo eran pero no era necesario aclarar ese detalle. — Tenían tu foto.

El chico se sonrojo tanto que Hyoga temió le estuviese faltando el aire — ¿Estás bien?

AAAH — cerró los ojos con fuerza — Que pena que hayas visto eso.  Creo que se cual foto es, es una de un evento que se hizo, tomaron fotos y un par de semanas después un chico llegó con una edición poniéndole la galaxia de Andrómeda de fondo.

— ¿no te gusta?

— Me da mucha pena —se le veía en realidad avergonzado.

Decidió molestarlo un poco — Así que eres famoso.

— Mi hermano lo es, en nuestra ciudad y un par más… yo no, es sólo que…

— Eres pretendido por varios.

Andrómeda se cubrió la cara. — No, bueno es que no es eso, ¡es que!

Hyoga estiró la mano y la puso sobre su cabeza — Hey, yo creo que es genial— Era raro pero desde luego no iba a decirle eso — Es gente que de alguna manera te admira ¿No es bueno eso? De alguna manera es cierta motivación.

Andrómeda sonrió finalmente, se hizo aire con una mano y asintió — Supongo.

— Te ves agitado ¿Esta bien si te invito a tomar algo?

El chico de cabellos esmeralda, sonrió — Seguro, pero ¿Por qué no me enseñas otras partes de la ciudad? Recuerda que soy nuevo aquí.

Hyoga asintió — Hay un lugar donde venden excelentes postres más arriba del kilómetro 11; ven, te llevo en Cygnus.

Caminaron hasta el estacionamiento, y una vez ahí, Hyoga le dio el casco — Puedes llevarlo tú.

Woah, Cygnus es tan bella, y se ve poderosa.

Eso es como si acariciaran el ego del ruso. 

— ¿Crees que pueda manejarla yo?

El corazón de Hyoga se aceleró un poco por un motivo desconocido, pero la mera noción de tener a Andrómeda en Cygnus era mucho más de lo que había esperado vivir.

— Seguro — lo invitó a subir con la mano y el chico se trepó; Hyoga se sujetó detrás de él, agarrado de la carcasa de la motocicleta.

Hyoga entonces entendió un detalle importante, Andrómeda, ese chico misterioso, hermoso, al parecer tímido y dulce, también estaba terriblemente consciente de las reacciones que provocaba, tenía un lado extrañamente seductor y cínico; lo entendió en el preciso instante en que el peliverde se curvó hacia atrás sobre Cygnus tomando las manos de Hyoga y dirigiéndolas hacia su cintura.

— Agárrate fuerte — le dijo divertido, volteándolo a ver brevemente — No te vayas a caer.

Hyoga no hizo más que tragar saliva pesadamente.

Andrómeda aceleró y conforme avanzaron por la carretera, el viento llevaba su aroma, mismo que Hyoga bien podía percibir, era dulce pero al mismo tiempo refrescante, como un salpiqueó frutal en la brisa floral.  Aspiró profundamente y se dejó llevar. 

Conforme avanzaron por la carretera, la velocidad aumentó, con Andrómeda moviéndose con destreza. No había duda de algo, ese chico de cabellos verdes tenía aún muchas sorpresas que dar.

Pero por ahora, Hyoga disfrutaría del momento, aferrándose a él, con todo pretexto, sosteniéndole de su pequeña cintura, pegándose a su cuerpo.  Sin saber siquiera que mientras él se aferraba de esa manera- con su vida dependiendo de ello, el otro chico sonreía complacido.

Mientras tanto Hyoga esperaba que ésta vez no estuviera soñando.

 

Fin del Capítulo II

 

Notas finales:

 

¡Muchas gracias por tomarse la molestia de leer! 

Va tomando mas forma~ 

Muchas gracias tambien por sus comentarios que siempre son todos bienvenidos.   


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