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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Este es el último cap de hoy, no diré que actualizaré la otra semana porque ya estuvo que nunca lo cumplo pero, aunque no actualice, recuerden que cuando voy en autobús sigo escribiendo para traerles un número decente de capítulos y que no esperen mucho. Gracias a los que leen y también a los que deseen dejarme su valiosa opinión, hasta la próxima actualización sigan bellos y disfruten este capítulo.

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Incredulidad era lo que hacía acto de presencia en Cáncer y su mirada no se molestó en disimularla frente al musculoso hombre ahí en la entrada de su casa. Aioria ahora estaba completamente frío, dioses que nervios sentía nunca en su vida ni en batalla había sentido tal cosa, era extraño pero fascinante a la vez. Pero por el contrario Deathmask estaba desconfiando, Leo y él no tenían mayor contacto que el de los entrenamientos donde de vez en cuando se enfrentaban por organización de Shion y el griego se emocionaba lastimándolo de más... ¿Pero ahora que pasaba? Aioria en su casa solicitándole un poco de su tiempo para hablar de quién sabe que rayos y él sin saber si mandar al Yomotsu al oji-verde o decirle que ahora no podía y quizás otro día —que Death nunca haría llegar—


—Leo... —suspiró, bien al menos había tomado una decisión— No creo poder atenderte ahora, tal vez en otra ocasión si aún lo deseas.


Su tono fue determinante, cortante pero no por ello descortés. El menor se sobresaltó por la respuesta obtenida, pero así como era no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta. ¡Lucharía! Por Athena que lo haría.


—No, Death —respondió con voz y rostro serios, el nombrado alzó ambas cejas en sorpresa—. Debe ser ahora y no algún otro día.


Death dio un ¡Ja! Irónico e incomodo.


—Pues lo siento entonces pero no puedo atenderte ahora. Te pido que por favor te retires de mi templo.


Para el de Italia no había más que decir, no esperaría respuesta de Aioria y no estaba dispuesto a decirle una palabra más, por lo que sin remordimiento se dio la vuelta con la intención de regresar a su cocina para limpiar lo que había utilizado para desayunar antes de ir al coliseo. Pero estaba completamente equivocado puesto que para el heleno aquello apenas estaba empezando.


El de Leo hizo gala de su velocidad de santo dorado al tomar rápido y conciso la muñeca derecha cubierta de vendas del contrario. Era un agarre que si bien era firme no poseía la suficiente fuerza para lastimar al que yacía capturado. Deathmask sintió como Aioria lo tomaba para retenerlo y giró veloz su cabeza para encarar a ese atrevido que hozaba tocarlo, las azules cejas yacían ceñudas y en los ojos azul metálico el brillo de la molestia acunó las grandes irises.


—¿Qué crees que estás haciendo, Aioria de Leo? —estaba realmente molesto y no se molestó en ocultarlo en su voz.


Una cosa es que ese hombre le haya creado en su interior el sentimiento de alejamiento y que procurara no tenerlo cerca ni siquiera en las formaciones por signos. Pero que lo estuviera tocando simplemente Death no podía permitirlo, no tenía ningún derecho para hacer eso sobre él. ¿Quien diablos se creía Aioria que era para tratarlo como le viniera en gana?


Death intentó liberarse pero fue inútil, el más joven no lo estaba lastimando pero tampoco estaba cediendo a soltarlo.


—He venido hasta aquí y te he presentado mis respetos. Porque debo hablar contigo, es importante que lo haga, por eso te lo vuelvo a pedir, Deathmask, permíteme hablar contigo —la verde mirada brilló con determinación.


—No tengo por qué cumplir tus caprichos, Leo. Suéltame ya y sigue tu camino —aún más molesto Death seguía halando su brazo para sacarse las manos del otro de encima. Pero Aioria era más fuerte de lo que creía y no podía deshacer el agarre por más que intentara.


—Death, por favor te aseguro que no te quitaré mucho tiempo —insistió nuevamente halando hacia si.


—No se trata del tiempo, se trata de que no te quiero aquí. Capaz a lo que vienes es a querer humillarme en mi propio templo y eso Leo. ¡No lo permitiré!


—¿De qué hablas, por qué crees que vendría para algo como eso? —se miraron fijamente a los ojos y los verdes pudieron notar resentimiento en los azules— En verdad te he hecho mucho más daño del que pensé... —se lamentó soltando a Death finalmente.


A la mente del joven Aioria acudieron las imágenes de la madrugada pasada en donde su compañero le había confiado como se sentía ante sus provocaciones y maltratos a un enorme león que escuchaba con el remordimiento carcomiendo su calma y conciencia. Deathmask de verdad cargaba mucho remordimiento en su ser pero aún con ello no quería atacarlo o desquitarse, él solamente buscaba una forma de mantener alejado a su quinto camarada porque Aioria mismo lo había hecho alejarse para evitar su cruel desprecio porque eso le recordaba todo lo vil que hizo en nombre de lo que erróneamente creía justicia y la supremacía del más fuerte.


Al cangrejo le dolía todo lo que había ocurrido y aunque no pudiera devolver el tiempo atrás, en sus adentros pedía perdón a esas múltiples almas que habían conseguido el eterno descanso, abandonando para siempre las paredes de la casa de Cáncer.


Pero esto nadie lo sabía.


Más Aioria cada vez que le era posible, venía y le acusaba, le recriminaba por seguir en el Santuario, por vivir, por —según él— disimular estar arrepentido. Leo sencillamente no le creía y si era sincero no le importaba que no lo hiciera, lo que en serio le importaba era tomar consciencia y revindicarse cada nuevo día.


Pero ahora resultaba que el griego estaba ahí pidiéndole hablar... Absurdo, no podía llamarlo de otro modo.


—No me digas... —escupió irónico cruzándose de brazos— Escucha, Leo, no sé exactamente lo que estás planeando pero no te va ha funcionar. Tú mismo me has demostrado cuanto te molesta mi existencia y he tratado de innumerables formas no estar cerca tuyo ni por error. Ahora quiero que tú hagas exactamente eso mismo, tú no me toleras ni yo a ti, no tiene sentido que estés aquí y mucho menos que te atrevas a tocarme —le dijo con la mirada afilada y la voz más seria que el menor le había escuchado.


Genial —pensó— Death había reaccionado mal, no quería escucharlo. Pero no claudicaría.


—Yo lo siento si te molestó que te tocara sin tu consentimiento pero en verdad necesito que me escuches. No voy a negar que te he dicho y hecho muchas cosas anteriormente pero quiero pedirte disculpas por cada una de esas veces en que te sentiste mal por culpa mía…


El rostro masculino y atractivo de Leo se tiñó de una tristeza y arrepentimiento auténticos, pero para Giovanni eso podía fingirse fácilmente.


—¿Y qué con eso? ¿Acaso quieres un premio, o sólo estás probando mi nivel de credulidad? Porque desde ya te aviso que no es muy alto.


Únicamente unas muy pocas personas sabían bien que Deathmask era alguien que aprendió a desconfiar de todo y de todos. Nunca creía las buenas intensiones de nadie de buenas a primeras y menos cuando eras simples palabras. Él como buen canceriano que era necesitaba pruebas, acciones contundentes que demostraran que lo que le decían era autentico y no ilusiones dichas en un momento de calor.


Aioria tendría que demostrar sus palabras y que lo que decía era verdad. Pero eso ya lo tenía claro desde que llegó a Cáncer, lo haría aún sin saber que es lo que debía hacer pero no se echaría para atrás. Giovanni lo había cautivado con esa humanidad que le escondía al resto del mundo pero que demostró a un animal sin rumbo. Le había encantado la calidez del mayor y ansiaba con todo su ser descubrir todas las maravillas que el otro escondía en pétalos tras pétalos de lejanía e indiferencia, guardando recelosamente en un capullo toda esa dulzura, ternura y comprensión que nadie conocía, de la que nadie se declaraba orgulloso dueño y culpable. Pero Aioria quería ser eso y mucho más, era completamente descabellado pero ya estaba decidido, debía acercarse a Death todo lo posible y que le demostrara a él como hombre sus verdaderos sentimientos.


—No he venido a provocarte, Giovanni…


—¡No me llames así, Leo! —gritó con real enojo interrumpiendo lo que el contrario decía— No tienes ningún derecho de llamarme por mi nombre. Para ti soy Deathmask, recuérdalo bien…


El de Cáncer sólo se dejaba llamar por su nombre por aquellos que en verdad se habían ganado su aprecio o gratitud. Y Aioria no tenía ni lo uno ni lo otro.


—Discúlpame... —jamás se imaginó que el rechazo de Death le causara tanto malestar, pero tampoco llegó a prever que alguna vez estuviera en el cuarto templo pidiéndole disculpas al guardián de dicho lugar— Deathmask quiero que sepas que no estoy mintiéndote, quizás pienses que me volví loco por hacer esto pero en verdad quiero arreglar las cosas contigo. Sé que como compañero he sido un fiasco pero quiero cambiar eso, quiero conocerte a profundidad, comprenderte. ¡Por favor sólo te pido que me escuches!


—Largate, Leo. Tú y yo no tenemos nada que arreglar. Además, yo sé bien todos lo horrores que he cometido no necesitaba que me los estuvieras recordando. Por todas tus habladurías me terminé confinando en muchas cosas con tal de tener algo bueno en lo que creer... Maldición... sé que pagaré mis errores pero no te quiero a ti de verdugo. ¡Quiero que te vayas, tú no debes estar aquí! —vociferó con furia y los ojos brillantes amenazantes de soltar pequeños diamantes en cualquier momento.


Los múltiples sentimientos encontrados que Cáncer sufría eran en su mayoría, por la presencia del quinto custodio. Éste le hacía sentir incomodo y juzgado. Todo lo de Aioria le recordaba lo que no había sido, no es, ni sería.


—No me voy a ir, Death. Si tú no tienes nada que decir está bien, pero escuchame —dio un par de pasos al frente—. Te pido perdón por todo, por las habladurías y pensar mal de ti. Quiero creer que en verdad has cambiada para bien y de hecho, confío en que así es, pero quiero que seamos buenos compañeros. Empezar desde cero y apoyarnos como debimos hacerlo desde el principio de todo.


Deathmask estaba cansado de lo que Leo parlaba. Bien sabía que nada bueno podía salir de lo que pensaba hacer pero si con eso se quitaba al menor de encima, no perdía nada con intentarlo. Pondría a Aioria a prueba.


—Que quede claro que no te creo ni media palabra, Leo. Si percibo algún truco barato, no saldrás bien liberado de aquí... —suspiró mientras se daba la vuelta en un nuevo ademán de internarse en sus estancias privadas— Entra y sígueme, escucharé y te responderé lo que quieras saber…


Un cosquilleo casi inmediato llenó el musculoso cuerpo, Aioria sonrió Death había accedido a dejarlo acercarse aunque sea un poco. Ese sin lugar a dudas era un buen comienzo que con tiempo y esfuerzo podría mejorar.


 


 


 

Notas finales:

Hasta la próxima actualización.


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