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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

 Holaaaa, perdón por no haber subido esto antes. Acá el capítulo 15, espero les guste. Este capítulo está dedicado con todo mi cariño y agradecimiento a Alliaries que sigue esta historia y me apoya mucho. Gracias amiga por dedicar un momento de tu tiempo a este humilde escrito ;)

 

- o - 🌙 - o -


 


Aioros fue el primero en despertar, volteando a su lado había encontrado plácidamente dormido a su español. Después de su primer beso como nueva pareja se habían quedado recostados hablando de temas más livianos y variados. No hicieron el amor pues consideraron que era muy pronto para eso, recién se liberaban de todo lo que los atormentaba después de todo y sabían que tendrían mucho tiempo para hacer eso y muchas otras cosas más en el futuro pero por ahora sólo querían sentirse uno junto al otro.


El correr de las horas los habían llevado a asearse y comer algo, por lo que ahora se encontraban limpiando los trastos que usaron para desayunar. Shura se había ofrecido a hacerle a su amado el desayuno y aunque el arquero lo quería ayudar a preparar los alimentos, el menor se lo había impedimento alegando que le encantaba cocinar y no le llevaría más de algunos minutos. Y era verdad, ahora ya ambos lo suficientemente llenos y preparados para ir al coliseo, se dispusieron a ponerse en marcha caminando hasta la entrada de Sagitario. Shura había ido a ducharse y a vestirse antes de que comieran mientras Aioros hacía lo mismo en su templo así que simplemente faltaba llegar al lugar y esperar a que sus demás compañeros bajaran, aunque no debían esperar mucho.


 


- o - 🌙 - o -


 


El entrenamiento había pasado sin preámbulos, todos los guerreros dorados habían dado un excelente desempeño de sus habilidades en batalla así como en compañerismo y estrategia individual, en parejas y en grupos de tres. Shion estaba complacido y ahora les permitía retirarse a descansar un poco y seguir con sus deberes más tarde.


Pero para algún que otro curioso algo nuevo estaba ocurriendo con uno de sus compañeros y a la vez amigo. Milo durante el tiempo de descanso luego de haber participado en la práctica de combate, estuvo conversando con un Aioria que cada dos por tres se perdía mirando en dirección a donde se encontraba el guardián de Cáncer.


No hubiera sido extraño para el peli-azul tal comportamiento por parte de Leo, si no fuera porque la expresión en el rostro de Aioria era de pura ansia combinada con fascinación. Milo conocía perfectamente lo que el de cabellos cortos sentía hacia Deathmask, de hecho en cada entrenamiento el leonino aprovechaba para hacer duras críticas contra el mayor pero ahora no había dicho absolutamente nada, sólo lo miraba con algo que el de Escorpio nunca pensó que Aioria expresara.


 


—Entonces creo que necesito entrenar un poco más... —Milo hablaba sobre lo que había notado de su desempeño en la lucha pero al sentir que no era escuchado, expresó un poco ofendido— ¡Hey, Aioria! ¿Estás escuchándome?


Aioria volteó a ver a Milo con un rostro de despiste único haciendo que el otro griego se molestara más ante su falta de atención.


—¿Eh? Oh, lo siento Milo, me distraje un momento. ¿Qué me decías? —sonrió nervioso mirando por fin al otro.


—Por Athena, Aioria. ¡No me estabas prestando atención! —se desesperó— Llevas todo el rato viendo a Deathmask, ¿qué pasa contigo...?


Al escuchar a Milo, Aioria sólo reaccionó a saltar y taparle la boca al peli-largo con sus manos. Milo se extrañó más.


—¡Milo, cállate te puede escuchar!


Ahora el del octavo templo no entendía nada de nada. ¿Acaso Aioria no quería que Death se diese cuenta de que había sido acosado a la distancia por él? Normalmente al nombrado no le importaba un pimiento si Death llegaba a escuchar lo que hablaban de él, pero ahora era distinto y Milo no entendía por qué. Aioria estaba rarísimo esa mañana.


—¡Suéltame, Aioria! —exigió liberándose del agarre del castaño claro— ¿¡Quieres por favor explicarme qué es lo que tienes!?


En verdad Milo se hallaba molesto e intrigado, vio como Aioria se rascaba la nuca con nerviosismo, pronto un sonoro suspiro apareció del interior del leonino. Aioria no consideraba que fuera correcto contarle a su amigo lo que estaba pasando entre él y Death al menos no todavía, no fuera a ser que el cangrejito pensara que sólo estaba experimentando con él en complicidad con Milo y terminara alejándose por siempre, negándole la valiosa oportunidad de estar a su lado.


—Milo te prometo que lo sabrás pero no ahora. Solamente te pido que no hables de Death ni bien ni mal, dejale tranquilo por favor —su pedido le sonó al otro griego casi suplicante pero Milo tenía algo que decir. Con una ceja alzada y los brazos cruzados respondió:


—Pero si eres tú el único que lo hace trizas al opinar de él…


Los ojos verdes se abrieron de parte en par. ¿Era en serio? Aioria comenzó a rememorar que su amigo rara vez hacía algún comentario despectivo sobre Death y eso era únicamente cuando le respondía algo que antes hubiera expresado. Hoy comprendía aún más que actuaba de muy mala manera en contra del crustáceo antes de acercársele, tenía que remediar muchas cosas, volver sobre sus pasos y tragarse el lodo que usó para manchar al italiano. Sería difícil pero estaba convencido de lograrlo, borraría con gestos hermosos los horrores que cometió.


—Tienes razón... estoy cambiando muchas cosas Milo, quiero ser diferente, sentir cosas nuevas —bajó la cabeza con pesar.


—¿Ese cambio tiene algo que ver con Máscara? —le preguntó mirando hacia donde el susodicho aún se encontraba.


Aioria lentamente alzó su rostro volviendo la mirada hacia donde la de Milo todavía reposaba.


—Se puede decir que si... ¿Sabes? Estuve desperdiciando todo este tiempo en hacerlo sentir mal, lastimándolo, tratándolo como un enemigo cuando es nuestro compañero. Estoy muy arrepentido de todo lo que le he hecho pasar cuando lo único que él siempre ha querido es sentirse parte de lo que somos.


—Vaya, hablas como si lo hubieras escuchado de sus labios... ¿A qué se debe el que te hayas dado cuenta de lo mal que actuabas? Siempre me extrañó que tu único rechazo fuera con él. Ni a Saga ni a Shura les guardaste ese odio tan grande aún sabiendo lo que le hicieron a tu hermano, también tienes una buena amistad con Dita y Camus a pesar de que alguna vez estuvieron en el lado de los malos pero a Death que nunca se metió contigo, no lo dejabas en paz.


Leo resopló incómodo frente a ese cuestionamiento por parte de Escorpio.


—Si te soy honesto, Milo, no tengo la menor idea... Sólo sé que sentía algo en el pecho cuando lo veía, no sé lo que era pero me hacía querer provocarlo de alguna manera…


—Ahh —exhaló Milo cansino—, eso es mucho más raro. En un momento dado tendrás que disculparte con él.


—Ya lo hice, amigo —sonrió dejando al escorpiano boquiabierto.


—¿Qué, hablas en serio? ¿Dónde estaba yo cuando hiciste eso? —parpadeó incrédulo.


—Y yo qué sé, lo importante es que lo hice, me presenté en su templo y le pedí hablar con él, al principio no quiso pero luego de una rato cedió y pude pedirle las disculpas que se merece de mi parte.


—¿Qué le dijiste, qué te dijo él? ¡Vamos hombre, dime! —apuró impaciente.


—Accedió a invitarme a entrar en su templo luego de un rato de insistencia, estuvimos hablando e incluso me invitó un café. Compartió sus gustos musicales conmigo y le pedí perdón por todo lo que le hacía y decía y pues lo invité a almorzar al pueblo hoy.


—Vaya, nunca creí que él te diera esa entrada. Pero me sorprendiste con eso de invitarlo a comer. ¿Piensas llevarlo a ese restaurante italiano que te gusta tanto?


Aioria hace poco había encontrado un pequeño pero acogedor restaurante de comida italiana cuyos dueños también lo eran. Había probado los platillos que ahí ofrecían por petición de Aioros que unas semanas atrás, había escuchado a Shaina decirle a Marín que era un restaurante nuevo y que era muy bueno. El arquero había quedado encantado con la idea de conocer el sitio y al día siguiente habían ido ambos a conocer y desde entonces le había fascinado la comida mediterránea.


Leo sonrió al recordar el restaurante.


—Definitivamente lo llevaré a comer ahí, no sé si Death sepa de ese lugar pero creo que le gustará.


—Me parece bien sólo recuerda tener cuidado con lo que dices y el como lo dices, tengo entendido que él es un tanto temperamental.


—Lo sé, ya lo he notado, pero creo que es así cuando no ha entrado en suficiente confianza espero que con el tiempo llegue a hacerlo. Veo que ya la mayoría se está yendo, será mejor que vaya a mi templo y me prepare, debo ir a buscarlo a las once treinta para bajar a Rodorio.


—De acuerdo, entonces supongo que te veré luego. Tengo algunas cosas que hacer y no pueden pasar de hoy —Milo comenzaba a caminar—. Suerte en tu salida.


—Gracias, amigo te veo después.


Ambos se despidieron con un gesto de sus manos, tomando cada uno caminos diferentes.


 


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Tenía la mirada clavada en la anatomía de quien hasta hace poco le prestaba su cuerpo para distraer su mente y dormir sus deseos, lo miraba entrenar, no se perdía detalle alguno de cada movimiento ejecutado, cada gesto realizado se grababa en sus verdes pupilas mientras su voz interior repetía una y otra vez que debía hablar con él, agradecerle todo lo que había hecho por él y disculparse por todo lo que le hizo sufrir. Darle un último abrazo para cerrar esa etapa toxica que crearon y empezar una amistad más fuerte y esta vez mutua y pura entre los dos.


Suspiró viendo como aquel hermoso italiano reía junto con Afrodita, cuanto extrañaba a Giovanni, su amigo.


 


 


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