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Eres mio por SebbyPhantomhive

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Era un día cualquiera nada parecía ser diferente para un joven de quince años de mirada color zafiro, esa mirada que resaltaba su belleza y sus finos rasgos, este caminaba tranquilo dirigiéndose a su clase de violín ese día sábado. Cuando muchos jóvenes aprovechaban ese sábado para dormir un poco más, el invertía ese tiempo en aprender algo nuevo, le gustaba desafiarse a si mismo aprendiendo cosas nuevas, tarareando una canción llegaba a la academia donde recibía su clase.

Fue recibido por su tutor un hombre mayor que le enseñaba, prácticamente era el único en ese horario, los demás estudiantes llegaban a partir de las diez de la mañana, pero el joven no le agradaba estar rodeada de mucha gente, fue ese el principal motivo para elegir ir temprano. Con un leve bostezo el tutor le saludaba y le preguntaba si había repasado la melodía que debía practicar.

—Claro que sí, la estuve practicando estos días —Murmuró mientras  tomaba su violín se disponía a tocarlo.

Su maestro no dijo más pues sabía el carácter algo imponente del joven, así que solo se sentó a deleitarse de la melodía, porque aunque este era algo malhumorado era muy talentoso. La dulce melodía resonaba en el salón deleitando al anciano que cerraba los ojos para dejarse llevar por ella, al terminarla a los pocos minutos, este se levantaba para felicitarlo.

­—Nunca me decepcionas joven Phantomhive, esa pieza fue exquisita. Tienes un gran talento para este arte —Dijo orgulloso con una sonrisa al halagarlo.

—No es para tanto...—Se sonrojó por el halago— Fallé un par de veces ¿No lo notó?.

—No fallaste, deja de ser tan autocrítico.

—Si no soy así nunca mejoraré —Murmuró entre dientes.

El anciano no se atrevió a replicarle, si esa era su motivación para seguir puliendo su talento tampoco se lo iba a reprimir. Le pidió repetir de nuevo la pieza musical en las frágiles cuerdas del violín, el joven así lo hizo, un par de horas después este salía de la academia luego de ensayar y practicar una nueva melodía encomendada. Caminaba con dirección a su casa como normalmente lo hacía, sin salirse de su rutina, todo era muy calculado en su vida para ser tan joven.

De pronto sintió como alguien lo empujó haciendo que tropezara y cayera junto con su estuche donde guardaba su preciado violín, en el suelo se dispuso a mirar quien lo había empujado de esa forma, si era alguna broma no le encontraba la gracia, dispuesto a discutir con la persona que lo arrojó al suelo tan inesperadamente volteaba el rostro. Solo vio como dos hombres parecían pelearse y lo ignoraban, era obvio que él no era importante en el calor de esa pelea, levantándose antes de que se le cayera encima alguno de ellos, se alejó unos pasos y las personas comenzaron a aglomerarse para curiosear.

—¿Qué sucede niño? —Le cuestionaba un extraño.

—Yo que sé... Solo estaba pasando también.

El joven con mala cara al dar esa respuesta se alejaba del tumulto, preocupado se sentó en una acera unos metros más adelante para revisar su violín, no sabía si del golpe se había roto o algo así y se prestó a revisarlo, notando como si había sufrido un daño, indignado por eso regresó donde peleaban con el afán de reclamarles, era uno de sus tantos impulsos repentinos.

—Ustedes idiotas, dañaron mi violín —les gritó muy molesto— ¡Ahora tendrán que pagarlo!.

Los dos hombres que parecían ya exhaustos por la pelea, heridos y algo sangrientos se quedaron viéndolo extrañados, así como las personas que a su alrededor estaban y se les escuchaba murmurar la valentía o idiotez de este joven. En ese momento todo fue interrumpido por el sonido de una patrulla de policía que se acercaba, estos hombres salieron corriendo cada cual en dirección distinta, el joven al verlos huir decidió correr tras uno, enfocándose en el que lo hizo caer, a él era quien lo culpaba de su desgracia con el violín.

—Espera... —Le llamaba al seguirlo varios metros adelante.

—¿Quién eres tú? —Cuestionó al verlo y se detuvo al estar en un callejón— Ahh... el mocoso del violín.

—No soy un mocoso. —Reclamaba molesto el "insulto" a ese extraño que solo le veía la espalda— debes pagarme mi violín.

—¿Por qué debería pagarlo? —Desafiante preguntaba.

El joven al escucharlo se enojó,  tomando una piedra que estaba cerca se la lanzaba, el otro logró esquivarla echándose a reír se le acercaba, no se distinguía bien su rostro por el cabello que le cubría un poco, el sudor, la sangre que de sus heridas y la suciedad misma producto de una pelea.

—Eres un animal —Murmuró algo atemorizado al verse solo con ese extraño— Ya déjalo así... mejor me voy. 

—Que grosero —Se le burlaba con una sonrisa.

—No te acerques.

—¿A quién le dijiste animal?

Con esa pregunta se le acercaba hasta acorralarlo contra un sucio basurero, el joven sorprendido se daba cuenta que no fue buena idea reclamarle a un rufián que se peleaba en las calles. Este extraño echando su cabello hacia atrás dejaba ver su rostro con mayor claridad sorprendiendo al otro que trataba de zafarse.

—Ya te dije que olvides lo del violín, solo ya me voy.

—¿Crees qué soy un muerto de hambre y qué no podría pagarlo? —Le cuestionaba con sarcasmo.

—Solo creo que eres un vago buscapleitos —Insinuaba burlón— Ahora déjame ir.

Al decir aquello lo empujaba y se disponía a marcharse, temía por su vida pero no le daría el gusto de verlo rogar, su firme mirada azulina se cruzaba con la mirada de este extraño que sonreía algo burlón por su estúpida valentía.

—Te daré dinero por tu violín. — Hablaba al sacar una chequera de su bolsillo— ¿Cuál es tu nombre?

—Al parecer no eres un muerto de hambre —Se le burlaba al ver que llenaba el cheque.

—No lo soy te lo dije... Dime tu nombre.

—¿No tendrás efectivo? Porque eso de ir a un banco no me convence.

—Me encanta tu actitud... —Se quedó callado esperando que le dijera el nombre.

—Soy Ciel. —Musitó apenado.

—Como decía... Me encanta tu actitud Ciel...  —Le halagaba algo burlón—
Pero Ciel no tengo efectivo, si me esperas para sacar dinero del banco te lo daré gustoso.

—Si creo que si.

—Bueno, vamos... —Comenzaron a caminar fuera del callejón.

—Como verás hoy no ha sido un buen día para mí, empecé mal este sábado.
—Adolorido murmuraba el mayor.

—Ni me lo digas a mi... Un idiota dañó mi violín. —Dijo el otro con sarcasmo.

—Un idiota a mi me acusó de una tonteria y por eso tuve que defenderme.

—Las cosas no se resuelven a golpes.

—El pequeño Ciel me anda regañando, mi sábado no podía ser peor. —Se le burlaba.

—Si quieres búrlate... Sabes que tengo razón. —Hablaba mirándolo mal de reojo.

—Primero vayamos a comer algo, debo limpiarme y ahí vamos al banco.

—Ya desayuné.

—Acompáñame... No me siento muy bien...

—¿Por qué debería hacerlo?

—Primero por tu dinero —Dijo con una sonrisa— Y porque podría pagarte por tu compañía.

—Yo no aceptaría algo así... —Murmuró ofendido por la propuesta— No sé que tratas de insinuar con eso.

Ambos se quedaron callados al pie del restaurante al que se disponían a entrar, Ciel no entendía que trataba de decirle con eso "pagar por su compañía" tal vez era muy mal pensado al suponer lo que aquello quería decir. Y esa idea le espantaba así que decidió mejor irse antes de meterse en una complicación mayor, dándole la espalda se marchaba sin decir más.

—¿A dónde vas Ciel? —Le cuestionaba al sujetar su mano lo detenía.

—Debo irme... —Trataba de zafarse— Es tarde, mi familia me espera.

—¿No te gustó que dijera lo de pagar por tu compañía? No supongas malas ideas, no lo dije en mal sentido.

—En serio debo irme.

—Lo siento por la confusión. —Acercándose trataba de convencerlo — Solo acompañame a desayunar.

El joven fue convencido por sus gestos y palabras, sentía que no podía resistirse ante él de algún modo, no lo entendía pero algo le instigaba a seguirlo. Una vez adentro se sentaron a una mesa donde pidieron algo de comer.

—No que no tenías hambre? —Se le burlaba el mayor al verlo comer ansioso.

—Cállate...

—A todo esto... ¿No has preguntado mi nombre?

—¿Y cómo te llamas?

—Sebastian.

—Si, tienes cara de Sebastian —Se le burlaba divertido.

—Has tenido sentido del humor... ¿Quien diría?

Los dos seguían comiendo mientras conversaban de tonterías, Sebastian no dejaba de verlo, estaba algo embelesado con su belleza; su nuevo amigo era mucho más hermoso que cualquier chica de su misma edad. Terminando de comer, el mayor fue al baño a lavarse bien el rostro, Ciel lo esperaría en la mesa.

A los pocos minutos regresó con un mejor semblante, sonrojando un poco al joven pues notaba lo atractivo que era notoriamente. Con una sonrisa burlona sabía lo que había provocado, pagaron la cuenta y se retiraron para dirigirse al banco; un trámite que hicieron rápidamente.

—Creo que eso alcanza para el arreglo de tu violín. —Le decía dándole una buena cantidad de dinero— Y esto es por tu grata compañía.

Se le acercaba poniendo dinero aparte en su bolsillo esto hizo sonrojar al muchacho.

—No es necesario que me lo des... —Le replicaba molesto y se lo devolvía.

—Te lo ganaste... —Le dijo algo coqueto.

—No me agrada como lo dices.

—Solo pago por tu compañia... ¿Eso es malo?

—No sé. —Dijo dudoso.

—¿Sabes? No es malo que te paguen por hacerle compañia a alguien, asi es como me gano la vida.

Esa aclaración sorprendió a Ciel provocándole un leve sonrojo, algunas ideas cruzaron su mente sobre Sebastian y no eran buenas, este solo sonreía al ver la reacción del joven.

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Hola!!!!!
Muchas gracias por darle la oportunidad a esta nueva historia sebaciel, ya voy advirtiendo que no será muy feliz... espero actualizar pronto y de antemano agradezco su apoyo
Besos... 😘😘😘😘

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