Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De canto a una moneda por Marbius

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

4.- Anhelo (in)voluntario.

 

Lately our conversations end like it's the last goodbye

Yeah, one of us gets too drunk and calls about a hundred times

Yeah, you used to call me baby, now you calling me by name

So who you been calling baby, nobody could take my place

When you're looking at those strangers, hope to god you see my face

5 Seconds of Summer - Youngblood

 

El verano entre quinto y curso es también el verano en el que Sirius decide que ya no puede más con la situación que vive en casa, y una noche a mediados de julio, simplemente coge sus pertenencias más preciadas y se fuga por la ventana.

Regulus lo ve, por supuesto. Regulus tiene un talento innato para descubrir en su hermano todo aquello que su madre puede considerar que es un defecto de su carácter, pero a diferencia de otras ocasiones, no amenazó con delatarlo, sino que aferrándose al marco de la puerta le pidió quedarse.

—No puedo, Reg —masculló Sirius—. No puedo más.

—Entonces... —Regulus dio un paso al frente, pero la petición de ‘llévame contigo’ murió en sus labios—. Entonces vete.

—Me voy.

Y en verdad se fue.

 

Sirius fue a dar con los Potter. Toda una travesía que le costó gran parte de la noche y las primeras horas de la mañana. Con un par de galeones, sickles y knuts en el bolsillo, Sirius no habría tenido por qué recorrer gran parte de Londres a pie y luego pedir autostop hasta que por fin un camionera en sus sesentas accedió a llevarlo en dirección hacia donde los Potter vivían. Tenía más que suficiente para pagar el Autobús Nocturno, incluso una cama y una merienda, pero Sirius consideró que no podía presentarse ante ellos con los ojos irritados por haber tratado de contener el llanto y luego fallado, así que se dio esas horas para presentarse con mejor aspecto del que tenía.

Por supuesto, James se alarmó al verlo llegar dos semanas antes de la reunión que los cuatro Merodeadores tenían prospectada para esas vacaciones, pero fue Euphemia Potter quien le recordó que su invitado probablemente quería desayunar y descansar para reponer fuerzas después de su aventura, y Sirius agradeció como nunca el instinto materno de la madre de su amigo, que sin saberlo todavía, se convertiría en el pilar que tanto necesitaba.

Agotado por las últimas doce horas de su vida, Sirius mordisqueó una tostada, bebió unos sorbos de té, y no tardó quedarse dormido en el sofá a mitad de una oración de James.

De algún modo, estaba en casa.

 

El chasco que se llevó Sirius cuando luego de escribirle a Remus notificándole su huida de Grimmauld Place y nueva residencia con los Potter fue brutal, y sólo lo grajeó un par de líneas casi indiferentes.

Increíblemente doloroso, pero no diferente a las últimas semanas.

Desde poco antes de salir de vacaciones, pese a que técnicamente habían hecho las paces, Remus mantuvo un cierto grado de distancia con Sirius, asegurándole en todo momento que estaban bien, que todo estaba perdonado, pero sin demostrarlo en realidad.

Las vacaciones de verano no habían hecho más que acrecentar la distancia entre ambos, que a diferencia de otros periodos similares, Remus se demoraba días completos antes de responder las cartas de Sirius, y casi siempre eran versiones cortas, directo al grano, aunque evitando una gran variedad de temas. De cualquier intento que hizo Sirius por sacar a colación aquella otra faceta que iba más allá de una simple amistad, Remus no respondió nada, y pronto renunció éste a obtener una contestación vía búho, esperando mejor a verlo para indagar más al respecto. Pero...

Remus no se les unió ese verano como años atrás, y los cuatro no volvieron a estar juntos sino hasta el primero de septiembre en la estación de King’s Cross.

A Sirius no le pasó por alto los cambios en la fisonomía de Remus, donde había crecido un palmo igual que el verano anterior, pero a diferencia de entonces cuando éste no se había sentido cómodo en su nueva estatura, esta vez en cambio se movía con soltura y atraía no sólo la atención de Sirius, sino de varios de sus compañeros.

Sirius frunció el ceño cuando Astrid Twort de Ravenclaw se interpuso entre ellos y Remus al mostrarle a éste su nueva insignia de prefecto y al parecer conversar con él del tema. Educadamente Remus la escuchó, y no dio muestras de verse afectado por la mano de Astrid que con familiaridad le tocaba aquí y allá, una vez en el hombro y otra vez en el brazo. Inclusive una vez rozándole la mejilla, donde Remus tenía una línea roja que con suerte no acabaría en una nueva cicatriz más para su colección.

—¿Pero qué demora tanto a Moony que-...? Ahhh —exclamó James cuando siguió la línea de visión de Remus y pudo apreciar el mismo cuadro que éste miraba con atención—. Ingrid Twort, ¿no?

—Astrid —suplió Peter, que había tenido un leve crush por ella años atrás—. Salía con un chico de su curso el año pasado, pero dicen los rumores que ahora es soltera y busca con quién salir a Hogsmeade...

—Y quiere a nuestro Remus —agregó James con una risita que sólo agravó el ceño fruncido de Sirius.

Con creciente impaciencia conforme se les instaba a subir al expreso de Hogwarts y acomodar sus maletas en los compartimentos y sus traseros en los asientos, Sirius no le quitó de vista la mirada a Remus y a la tal Astrid hasta que por fin se separaron, e incluso entonces no pudo evitar meter las manos en los bolsillos de sus jeans y enfurruñarse.

—Bien por ti y Astrid, Moony —dijo Peter—. Sin rencores.

—Nah —descartó Remus la noción con desenfado—. Ella sólo quería preguntarme acerca de las responsabilidades de ser un prefecto y los trucos para el baño del segundo piso.

—Seguro que sólo era eso —dijo James de pasada, y Sirius gruñó.

Avanzando en duplas por el angosto pasillo del vagón, Sirius quedó atrás con Remus, los dos cargando consigo sus baúles y manteniendo un tenso silencio que hizo a James y a Peter caminar con más prisa para alejarse de ellos dos.

—Así que... ¿Qué tal el verano, Moony? —Preguntó Sirius para romper la tensión, pero obtuvo el resultado opuesto.

—No me llames así —masculló éste—. Y bien. ¿Qué tal tú?

Sirius no supo si dolerse más por la negación del mote que como amigos compartían, o que ignorara de aquella manera la triste noción de que aquel había sido el verano en que huyera de casa.

—Bien —articuló con la garganta constreñida.

—Genial —dijo Remus, y se adelantó por el pasillo, dejando a Sirius con la clara convicción de que a pesar de haber hecho las paces el curso anterior, en realidad Remus todavía no había conseguido perdonarlo.

Y que todavía debía pagar por ello.

 

A dos semanas de su vuelta a Hogwarts y viviendo una normalidad que no le hacía honor a su nombre, Remus aceptó por fin salir con Astrid Twort el fin de semana a pasear por los jardines.

—¿En una cita? —Preguntó Sirius a la hora de la cena cuando Remus les comunicó la noticia sin siquiera inmutarse, como si fuera de lo más ordinario.

—Sí, bueno, ese fue el arreglo; es una cita —respondió Remus, escogiendo un panecillo de la canasta para acompañar la loncha de cordero que componía el platillo principal.

—Nuestro querido Moony se hace mayor —le chanceó James, pero en lugar de responder, Remus se llenó la boca con su siguiente bocado.

«Su Moony, no mi querido Moony porque él así lo pidió», pensó Sirius con amargura, picoteando con excesiva fuerza la ensalada de papa que se había servido como acompañante y que acabó bajo su tenedor todavía más masacrada sobre su plato si es que eso era posible.

—Tal vez debería seguir tu ejemplo y pedirle a Evans que-...

—¡No, James! —Corearon Peter y Remus al mismo tiempo; por lo general, una frase que era más bien de tres veces, pero Sirius se mantuvo con los labios sellados y la vista en la mesa.

—Además —agregó Remus unas octavas más bajas que antes—, no fui yo quien le pidió a Astrid una cita, sino ella a mí.

—¿Ah sí? —Peter resopló—. Lo que no daría porque una chica fuera detrás de mí en lugar de ser yo y recibir calabazas una de cada cuatro veces que lo intento.

—Al menos tienes un mejor récord que yo —le chanceó James—. Con Evans ya perdí la cuenta después de que cruzamos la línea de las tres cifras...

—Pobre Prongs...

Después la conversación se diluyó en temas de besos, citas, quién había salido con quién el curso pasado, y las parejas que se veían ahora en los pasillos.

Sirius no participó más allá del ocasional asentimiento o negación con la cabeza, un “ah” aquí, un “oh” allá, y después la cena llegó a su fin y pudo retirarse al dormitorio, donde se acostó bocabajo con el rostro enterrado en la almohada y no pensó en nada más que la cita que Remus (su Moony, incluso si él negaba ser llamado así por él) con Astrid Twort.

Que dolía, y mucho.

 

Así que el sábado salió Remus con Astrid para disfrutar las últimas horas de sol de la tarde, y a su regreso, a una hora por demás impropia para cualquier alumno que no portara una insignia de prefecto que le permitiera justificar rondas por los pasillos, se coló detrás de las cortinas de Sirius, y sin importarle que éste estaba rodeado de una pila de pañuelos desechables y aspecto deprimido, lo besó de lleno.

—Rem-... Moony, ¿pero qué-...?

—No me llames así —gruñó Remus, sus bocas unidas y los labios de Sirius machacados contra los dientes de éste. Una mano de Remus se posicionó en la nuca de Sirius, y sus dedos le sujetaron con fuerza por el cabello hasta hacerle doler.

Entre resistirse o ceder, Sirius optó por lo segundo, y pronto lo tuvo Remus de espaldas y con el pantalón de su pijama apenas bajado hasta los muslos. La falta de ropa interior en Sirius facilitó a Remus su camino, y sin fineza de ningún tipo, se abrió él el frente de sus jeans y liberó su erección de los calzoncillos con un ruido gutural desde el fondo de su garganta que era más lobuno que humano.

Tentativo de acciones, Sirius alzó su pelvis para encontrar la de Remus cuando éste refregó su erección contra la suya, y ambos compartieron un gemido ahogado que hablaba por todos los meses transcurridos desde El Incidente en los que una puñeta no era ni la sombra del placer que juntos podían proporcionarse.

Sirius rodeó a Remus por la espalda con ambos brazos y volvió a gemir cuando la erección de Remus se deslizó de lleno sobre su propio pene.

—Shhh —siseó Remus contra su cuello—. James y Peter no tardan en subir...

Sirius no lo puso en duda por la urgencia con la que Remus buscó el orgasmo y de paso precipitó el suyo con ayuda de estratégicos besos alrededor de su cuello y caricias que sólo el conocer a la perfección el cuerpo del otro les había hecho expertos en el placer compartido.

Con una mano de Remus dentro de su camiseta y pellizcándole un pezón, Sirius fue el primero en correrse con un gemido prolongado que le burbujeó en el pecho y amenazó con convertirse en un sollozo, y Remus no tardó en seguirle con fuertes embestidas de su cadera y luego abundante humedad sobre su vientre bajo.

Sirius jadeó con fuertes bocanadas buscando con desesperación aire fresco en aquella reducida burbuja en la que se habían protegido el uno al otro, y que con el peso de Remus encima de su cuerpo, era a la vez un alivio y un sofoco luego de los interminables meses de verano en los que su amistades y cualquier otra relación subyacente que tuvieran se hubiera resentido.

—Moony-...

—¡No! —Gruñó Remus, y la mano que Sirius tenía en pos de su mejilla cayó laxa sobre la cama—. Te lo he dicho antes: No me llames así.

—Pero...

—Fue estúpido venir aquí, mierda...

Retirándose del cuerpo de Sirius, Remus amagó una huida al tirar de las cortinas y permitir con eso la entrada de aire helado y luz, pero Sirius se lo impidió al sujetarlo con una mano alrededor de la muñeca e impedirle la marcha sólo porque ya había obtenido lo que había ido a buscar.

—No te vayas —pidió, antes que ordenó, y Remus al menos se quedó quieto.

En un estado de semidesnudez y todavía con semen en sus entrepiernas, fue Sirius quien buscó su varita debajo de la almohada y lanzó un hechizo limpiador sobre ambos. Remus no se demoró en vestirse de vuelta, en tanto que Sirius jugueteó antes con el elástico de sus pijamas antes de volver a cubrir sus genitales.

—¿Por qué-...?

—La cita fue un asco —interrumpió Remus con impaciencia—. Astrid puede ser de Ravenclaw, pero los únicos temas que atrapan su interés con los cotilleos y mantener tablas actualizadas de los amoríos que ocurren en el castillo. ¿Puedes creer que me preguntó si nosotros dos seguíamos juntos? —Una pausa—. ¿Cómo supo siquiera? Nunca se lo dijimos a nadie...

—Ya, pero tampoco buscamos ser discretos. James y Peter lo saben, por cierto.

—¿Qué? ¿Pero cómo-... cuándo-…?

—No estoy segura, pero el curso pasado me lo hicieron saber y… seh —masculló Sirius, rascándose debajo de la nariz con nerviosismo—. Así que... ¿Tú y Astrid...?

—No tiene sentido salir en una segunda cita. Vaya pérdida de tiempo —murmuró Remus al pasarse la mano por el rostro, aunque a juzgar por su apostura relajada y que su piel todavía ostentaba un sonrosado saludable por cortesía del orgasmo que él y Sirius habían compartido, no era justo afirmar que el día había sido en su totalidad un desperdicio...

—Moony...

—Te dije que-...

—Ya —le interrumpió Sirius—. ¿Esto de antes ha sido...?

—Un error de una vez —suplió Remus, que con todo nunca se desasió del agarre de Sirius, y en cambio aceptó quedarse un rato más con él hasta que respirar no fue una carga más.

Aquella fue la primera vez que eso ocurriría en su sexto año, pero por descontado que no la última...

 

En una rutina que era y a la vez no del agrado de Sirius, más fines de semana de los que era preferible contabilizar, salió Remus en citas y volvió a su dormitorio para escabullirse tras las cortinas de dosel con Sirius y compartir con éste un momento íntimo que le hiciera olvidar lo terrible de su vida amorosa.

Por supuesto, la ironía no se le escapó a Sirius, pero ya que fuera de la cama Remus se negaba siquiera a rozar su brazo cuando caminaban por los pasillos del castillo y todavía le dispensaba un trato frío aunque cordial, no iba a ser él quien se lo señalara por miedo a perder esos momentos juntos.

James no tardó en darse cuenta de lo que ocurría, igual Peter, y exigieron una explicación.

—Están jugando con fuego —dijo Peter.

—Van a acabar chamuscados —secundó James.

Sirius sólo se encogió de hombros. —No veo cómo. No me importaría seguir así hasta el final de nuestros años en Hogwarts. Es mejor esto a no tenerlo en lo absoluto.

—¿Y después qué, grandísimo idiota? —Le golpeó James en el brazo—. Además, al ritmo en que Remus está saliendo en citas con cada alumno de quinto curso en adelante, pronto tendrá que salir con los críos de primer año o con los profesores.

—No es sano lo que hace —explicó Peter con menos palabras—. Y deberías hablar con él antes de que uno de los dos salga lastimado.

Así que Sirius lo hizo, y en contra de todo pronóstico optimista, ambos salieron lastimados cuando Remus se negó a escuchar a Sirius, éste lo sujetó para hacerlo escuchar, y juntos acabaron rodando fuera de la cama y llevándose las cortinas de dosel como víctimas secundarias de su desastrosa relación.

Del ojo morado y el labio partido que Madame Pomfrey atendió en la enfermería pasaron a una incómoda charla en el despacho de McGonagall para recibir el regaño de sus vidas, peor que cuando habían inundado toda las mazmorras con intenciones de ahogar a todos los Slytherin en su segundo año luego de que perdieran la copa de Quidditch, porque como explicó su jefa de casa, peor que verlos actuar como delincuentes contra otros alumnos, era peor verlos hacer lo mismo el uno con el otro.

Ya fuera porque creía que había una oportunidad mayor de reconciliación si antes se daban tiempo y espacio, McGonagall les asignó detenciones separadas por casi dos semanas, reduciendo al mínimo la oportunidad de siquiera verse a los ojos para pedir disculpas por su comportamiento.

Aquello al menos le sirvió a Sirius como una oportunidad para reflexionar sus errores y faltas, y de paso concluir que iba a luchar por ellos dos, pero que si Remus optaba por no hacer lo mismo, no lo presionaría. En cambio aceptaría su resolución y haría lo necesario para mantenerse en su posición.

Un blanco o negro absoluto, que como Black... No se auguraba beneficioso para él.

 

Ese año llegó el cumpleaños de Sirius antes de que éste tuviera siquiera ánimos de decidir si quería una fiesta como ocasiones anteriores en la sala común de Gryffindor y sobornando a los prefectos para que hicieran la vista gorda a la comida y bebida que los elfos domésticos del castillo siempre estaban gustosos por proporcionarles, pero James se le adelantó y eligió por él, alegando que un mago cumplía sólo una vez diecisiete años en la vida y que no podían pasar por alto su mayoría de edad ante el mundo mágico así como así.

Sirius acabó por ceder, y la discreta reunión entre amigos selectos que James le prometió en un inicio por tratarse de un miércoles previo a clases dobles de pociones temprano en la mañana del jueves, se convirtió en una fiesta tal que bien podría competir con los banquetes de Halloween, Navidad y fin de curso en Hogwarts.

—Prongs... Dijiste un par de invitados —gruñó Sirius cuando ingresó a la torre y encontró que más de la mitad de los invitados no eran más que caras conocidas de otras casas.

—Ya, pero la voz se extendió y... Disfrútalo, Padfoot —dijo James al pasarle el brazo por los hombros y darle un apretón—. Desde hace meses tienes cara de necesitar algo como esto.

Sirius torció el gesto, pero se esforzó por sonreír y actuar como su usual yo... Algo así como cinco minutos. Tiempo suficiente para que Remus se presentara con una persona al brazo como acompañante y Sirius de pronto tuviera visión de túnel al percatarse de quién era.

—Y... una... mierda… —Rezongó Sirius, dejando la bebida que traía en la mano en la primera superficie plana que encontró y avanzando a través de la multitud que agolpaba la sala común en dirección a Remus, y el imbécil que había aceptado presentarse ahí con él.

Incluso desde la distancia y que el menor movimiento confundía sus figuras entre la concurrencia, Sirius reconoció en el acto el cabello negro que era idéntico al suyo, así como la misma nariz recta y activa cuando el rostro apareció de perfil. Ni qué decir de los mismos labios, y los párpados idénticos para los que no hacía falta revisar el color gris de sus ojos porque Sirius los conocía mejor que nadie; eran los suyos, no en un espejo, sino en su hermano Regulus.

Remus presintió su presencia metros antes de que Sirius consiguiera acercárseles, y al girar el rostro en su dirección tuvo primero una reacción de pánico que apenas duró unos segundos antes de tensarse igual que la cuerda de un violín antes de reventar.

—Reg... —Llamó Remus a su acompañante, y con esas tres letras consiguió hacer que la poca paciencia que quedaba en Sirius se evaporara.

—¿Reg, uh? —Dijo éste acalorado, elevando un poco su voz para hacerse oír por encima del ruido de las voces y la música que sonaba desde una tornamesa.

Regulus se giró veloz, y a diferencia de Remus, su expresión era cerrada y no revelaba nada más que desdén y aburrimiento, la fachada que les había sido enseñada demostrar como Blacks que eran.

—Sirius —dijo Regulus al ver a su hermano.

—Regulus —replicó Sirius a su vez y entrecerró los ojos—. ¿O debería decir ‘Reg’? ¿Qué opinas, Remus? ¿Ahora él es ‘Reg’ y yo no soy nadie para ti?

Remus tensó la espalda igual que si se hubiera puesto la ropa sin quitarle la percha. —Sirius...

La tentatividad en su tono de voz, el que todavía tuviera su brazo unido al de Regulus, el que ni siquiera luciera una pizca arrepentido o avergonzado... Todo fue demasiado para Sirius, quien ante la amenaza burbujeante que sentía por segundos crecerle en el pecho y lo obligaba a llorar o a enfrentarse a un duelo sangriento de varitas (o a una pelea de puños como cualquier muggle), se dio media vuelta y abandonó su propia fiesta de cumpleaños sin mirar atrás.

Que de haberlo hecho, habría encontrado a Remus mirarlo marchar anhelante.

 

/*/*/*/* Próximo capítulo: Con comentarios (06-abr)/Sin comentarios (20-May).

Notas finales:

"Dime que me quieres fuera de tu vida, dime que me quieres de vuelta en ella." Básicamente este capítulo le hace honor a la canción en la que está basada. ¿Y tendrán final feliz? Eso lo sabremos (con suerte) la semana entrante~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).