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Muros de autoimposición por Marbius

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3.- Me alejo…

 

'Cause we'd fall from grace, we're falling

Yeah, we'd fall from grace

If these walls could talk.

5 Seconds of Summer - If Walls Could Talk

 

La vida universitaria fue y no fue a la vez tal como Sirius lo había imaginado.

El cambio más radical, por supuesto, fue dejar los dormitorios en Hogwarts que compartía con sus tres amigos más cercanos y volver a Grimmauld Place porque Madre había elegido para él una universidad en Londres y no había necesidad de volver a abandonar su viejo dormitorio de la infancia.

No fue el mismo caso para Remus o James, ambos con familias al otro extremo del país o fuera del mismo, quienes acabaron rentando juntos un piso que quedaba en término medio respecto a la posibilidad de sus economías, pues ahí donde Remus había aceptado un trabajo de medio turno en una librería para balancear sus cuentas, James recibía de sus padres una mensualidad que le alcanzaba y sobraba para esa vivienda y más. Pero claro, Remus sólo había aceptado mudarse con él a regañadientes, después de que sus amigos le convencieras con argumentos de peso de por qué era esa su mejor opción, y de paso porque además conseguir un compañero de piso fue imposible con el presupuesto que contaba a menos que accediera a vivir en una buhardilla sin incluso el mínimo de bienestar.

Así que Sirius volvió a casa de sus padres, James y Sirius compartieron piso, Peter aceptó residencia en su propia universidad, y por extraño que pareciera, Lily Evans se mudó cerca con un par de amigas porque ella y James tenían planes idénticos de estudiar medicina.

Salvo por James y Lily, el resto de ellos estaba en universidades diferentes con carreras muy distintas entre sí, por lo que Sirius se pasó ese verano entre Hogwarts y el inicio del nuevo curso gastando todo su tiempo libre con Remus, quien no se opuso en lo absoluto ni siquiera cuando éste le acompañó hasta Gales a visitar a sus padres y hospedarse ahí por las dos semanas que duró su visita.

En casa, Madre y Padre se mostraron laxos con su comportamiento, si acaso porque legalmente era un adulto, pero también porque habían conseguido que entrara a la facultad de economía, y tenían puesto en él grandes ambiciones respecto a su futuro, algo que para su mala suerte no cesaban de repetirle cada mañana en el desayuno y cada noche cuando volvía a casa.

Los únicos comentarios negativos que escuchó Sirius de Remus por parte de sus padres durante ese verano fueron en torno a su falta de dinero y renombre, pero ya que había conseguido ingresar a un buen colegio y se mantenía como un candidato a la excelencia con sus notas, al menos la sarta de quejas respecto a su persona se sostuvo en lo mínimo.

—Piensa a futuro, Sirius —le dijo en una ocasión Madre—. Si es un contacto que debas mantener, hazlo; pero si no... No dudes en terminar con él.

«Oh, Madre... Si supieras…», pensó Sirius, pero igual que muchos de los conflictos que mantenía para sí para no empeorar su situación familiar, también calló en esa ocasión.

A la larga, resultaría ser lo mejor y lo peor para él.

 

Primer año de universidad, o el año en que Sirius pasó más tiempo en el piso de Remus y James que en su propio hogar. La mentira de “mis clases están más cerca desde aquí que desde Grimmauld Place” coló como cierta porque así era, pero la razón principal era más bien la otra mitad de la cama de Remus, a donde Sirius se escabullía desde el sofá a medianoche y abandonaba temprano en la mañana, porque para su buena fortuna su primer curso empezaba a las siete.

Si James se percató o no de algo, no lo comentó, demasiado absorto en conseguir notas aprobatorias para cálculo integral y diferencial y ponerse al día con biología celular, sus dos materias más importantes para asegurar su ingreso definitivo a la facultad de medicina. Lily por igual sufrió en sus cursos, y pronto era común verlos a los dos en la mesa de la cocina estudiando bajo la bombilla de luz amarilla y haciéndose preguntas el uno al otro para probar sus conocimientos.

—Me alegra que lo mío no fuera querer salvar el mundo una persona a la vez —dijo Remus en una ocasión, que con un abanico de posibilidades a su alcance gracias a sus notas perfectas, había elegido una carrera que se adecuaba a sus capacidades intelectuales de lectura, memoria y deseo por hacer prevalecer la justicia, así que estaba estudiando leyes y buscaba como finalidad la abogacía en su más alta expresión.

—En cierto modo, es lo que harás, señor gran abogado —le respondió Sirius en un susurro, los dos disfrutando de los últimos minutos antes de que Sirius tuviera que abandonar la calidez de su cama y escabullirse de vuelta al sofá.

Remus acalló su burla con un beso, y Sirius le correspondió con gran fervor incluso si el tiempo apremiaba. Con todo, consiguieron un orgasmo al refregarse el uno contra el otro, y ya que Remus tenía planes de pasar su mañana en la biblioteca, se ducharon por turnos y desayunaron juntos.

James emergió de su habitación en algún punto, atraído por el aroma a salchichas asadas y pan tostado, y los tres compartieron un desayuno como en Hogwarts.

—¿Sabes, Padfoot? —Habló James—. Pasas tanto tiempo aquí que debería empezar a cobrarte tu tercera parte de la renta...

—Sirius fue quien trajo los víveres de la semana —intervino Remus con cierto grado de frialdad, pues si su amigo pasaba tanto tiempo en su piso, era por insistencia suya.

—Hey, que no me estoy quejando, y sería genial un tercer inquilino en un piso más grande. Además... Más espacio podría significar que Lily aceptara quedarse en más ocasiones...

—Todo empieza y termina con Lily Evans para ti —dijo Sirius, untándole mermelada a su tostada y dándole un gran mordisco antes de negarse no por primera vez—. Lo siento, Prongs, pero aunque me encantaría salir de casa para no tener que lidiar con mis padres más, es su opinión que debo centrarme en los estudios y no en las banalidades de la vida estudiantil...

—Qué cagada...

—Ya, pero quizá el próximo año con Reg sea diferente; hemos hablado al respecto y seguro funciona. Puede que así consigamos convencerlos, dos contra dos.

—Mucha suerte con eso —murmuró Remus, y la conversación quedó zanjada, al menos de momento y hasta nuevo aviso.

 

Segundo año de universidad, o el año en que Sirius se salió con la suya y él y Regulus se mudaron a su propio piso, apenas a un par de calles del que Remus y James todavía compartían. Con Regulus estudiando igual que él economía en la misma universidad lo ideal habría sido un piso lo más cerca posible a su facultad, de preferencia de lujo y con todas las comodidades, pero ya que tener la absoluta aprobación de sus padres no era una prioridad para ninguno de los hermanos Black, en su lugar consiguieron un espacio decente pero nada ostentoso, sobreentendido como que había agua caliente y no contaban con ninguna invasión de moho o cucarachas, pero no había habitaciones extras y no podría considerarse jamás una residencia digna de lo que Madre consideraba que un Black merecía simplemente por derecho de nacimiento.

Contra todo pronóstico, Regulus se adaptó a esa vida mejor de lo que Sirius planeaba darle crédito, y pronto establecieron entre ellos una rutina con las labores del hogar, siendo Sirius quien hacía la compra y cocinaba, en tanto que Regulus tenía a su cargo el pago de facturas y la limpieza. Del resto se turnaban, y no tardó en quedar patente que ambos hermanos Black trabajaban como una máquina bien aceitada.

—Y yo que pensaba que a estas alturas la pila de ropa sucia llegaría hasta el techo y estarías a nada de contratar una empleada doméstica —dijo Remus la primera vez que estuvo de visita en su piso y se admiró con el trabajo que habían hecho ahí dentro con una simple capa de pintura en los muros y una buena limpieza de los pisos y demás superficies.

Claro, por cortesía de un servicio de aseo profesional porque ni a Sirius ni a Regulus les apeteció mancharse con pintura ni molerse las espaldas tallando viejas manchas, pero eso no se lo mencionó a Remus, y en su lugar Sirius lo arrinconó contra el muro más cercano y lo beso hasta que ambos perdieron el aliento.

—¿Quieres conocer mi habitación? —Le invitó Sirius a continuar sus exploraciones por el piso, pero Remus tuvo otros planes, y aprovechando que Regulus tenía sesión de estudio en la biblioteca para el resto de la tarde, primero hicieron el amor en el sofá nuevo que decoraba su sala, y otra vez más en el tapete persa que Madre había insistido que se llevaran para decorar el lugar.

Después comieron un refrigerio de mermelada y queso con una taza de té tibio para los dos, e hicieron una carrera al dormitorio de Sirius, donde sobre su cobertor nuevo volvieron a unir sus cuerpos.

Una acción que por los siguientes años sería una constante en sus vidas.

 

Tercer año de universidad pasó a ser también el año en que se volvió tan complicado justificar que Remus pasara más tiempo en el departamento de Sirius que en el propio, que ambos tuvieron que sentarse a charlar acerca de lo que hacían y la imagen que daba al mundo.

—No estoy listo para... —Sentado en el sofá y con los codos sobre las rodillas, Sirius hundió aún más los hombros y se pasó las manos por la nuca—. No podría. Madre me mataría y Padre me sacaría del testamento, lo cual en realidad es lo que menos me importa, pero entonces Reggie... Reg estaría solo y no puedo permitirlo.

A su lado, Remus apretó los labios. —No estoy diciendo que de buenas a primeras anunciemos con todo bombo y platillo que por la mayor parte de la última década hemos sido más que sólo amigos. Entiendo el predicamento en el que te encuentras, y no te pediría jamás hacer algo con lo que no te sientes cómodo, pero...

Sirius pensó a bromear acerca de su fallido intento con corbatas y amarrarse por turnos a la cabecera de la cama, pero descubrió que ni siquiera a él en esa situación le causaba ni el menor rastro de una sonrisa.

—... ¿no podríamos al menos ser honestos con nuestros amigos? Con James, con Lily, tal vez con Peter.

—Oh, querido Peter —masculló Sirius, quien se había distanciado más que nadie de Peter luego de que en una de sus habituales salidas mensuales a beber éste comentara con desprecio cómo su vecino era “un marica de esos” y con ello le arruinara la noche.

Si Remus había o no escuchado su comentario se había guardado demasiado bien el demostrar su desaprobación, pero Sirius no podía ni quería perdonarlo, porque si algo había descubierto de sí en los últimos años era que su afición por Remus no se deducía sólo a él, y en cambio, su gusto (si es que alguna vez existió y fue sincero) por las chicas ya no existía más.

Hasta donde entendía Sirius y porque Remus se lo había confirmado, éste se sentía atraído por ambos sexos y no tenía conflicto por elegir entre cualquiera de los dos, pero no ese caso ya no aplicaba para él. Sirius simplemente no sentía ninguna clase de atracción por las mujeres, y el aceptarlo para sí como prueba de una homosexualidad que limitaba sus posibilidades de engañar a sus padres era sólo una causa más del sufrimiento que día a día le carcomía por dentro.

—Moony... —Levantando un poco la cabeza, Sirius chasqueó la lengua—. ¿Qué bien podría haber en decirles a nuestros amigos eso? Tan sólo serviría para arruinar nuestra amistad.

—Eso no lo sabes con certeza.

—Ya, y tampoco tienes tú ninguna certeza de la aceptación que nos espera si seguimos adelante con ese plan tuyo. Y francamente, no quiero perder a la única familia que he hecho fuera de casa.

—Si es por James-...

—¡Claro que es por James! ¡Y por sus padres, por Euphemia y Fleamont! ¿Sabes cuántas veces me han dado cobijo en su hogar? ¿Y te imaginas su reacción si de buenas a primer les digo que soy homosexual? ¡Jamás en la vida me volverían a hablar! ¡Y ellos lo son todo para James, él...! —Sirius cerró los ojos e inhaló y exhaló con fuerza antes de proseguir—. Prongs no me perdonaría darles ese disgusto, y no quiero renunciar a mi otro hermano.

—James no es así y lo sabes. Él no tiene ninguna fibra mala en su alma, por algo él y Lily quieren ser médicos, y te quiere tanto como tú a él. Eres su hermano por igual. ¿En verdad crees que él podría darte la espalda? ¿O que Lily lo haría? ¿Es ese el concepto que tienes de ellos?

Sirius se giró hacia Remus y lo enfrentó mirándolo directo a los ojos. —No lo sé, Moony. ¿Y sabes? En verdad tampoco quiero corroborarlo...

Y con aquel tono que daba por cerrado el tema, expresó su desacuerdo absoluto.

 

Cuarto año de universidad fue el último y no el último por igual para el grupo de amigos que conformaban entre sí. Sí el último para Sirius de universidad y de educación, que en verano consiguió un puesto dentro de una de las tantas empresas Black y empezó sus prácticas. Peter fue un caso parecido, pero en lugar de la empresa familiar, se adscribió a la de un amigo. No exactamente el último para Remus, que continuó con estudios superiores para obtener su título de abogado y le esperaban dos años más antes de poder ejercer su práctica. Un caso similar fue para James, que tenía por delante un largo trecho antes de graduarse de la escuela de medicina, y para Lily... Bueno, Lily tuvo que ponerle una pausa a su carrera cuando los anticonceptivos fallaron y ella se descubrió embarazada y sin deseo de renunciar a ese bebé.

—¡Nos vamos a casar! Lily ha dicho que sí, así que prepararemos todo para el mes entrante, antes de que su barriga empiece a notarse —anunció James con una amplia sonrisa que no dejaba en tela de juicio la felicidad que aquel imprevisto en su futuro representaba para él.

Lily fue un poco más parca de reacciones, para ella poner un alto indefinido a sus estudios fue un duro golpe a asimilar, más cuando sus padres se mostraron decepcionados del abrupto final a su brillante carrera, pero James no se amedrentó cuando al hablar con ellos para pedir su mano en matrimonio (una formalidad meramente, en realidad se iban a casar con su aprobación o sin ella) les aseguró que velaría por Lily y su hijo, y que se aseguraría de algún día contar con dos Potter médicos en su hogar.

Así que James y Lily se casaron, compraron un pequeño piso en Londres al que se mudaron con las muchas bendiciones de los padres de James, y Remus se vio de pronto sin su compañero de piso y un sitio donde vivir.

Con un contrato de arrendamiento mensual, el problema en sí era conseguir quien pagara la otra mitad de la renta, y aunque Remus colocó anuncios en el periódico e hizo esparcir la voz del espacio extra, no hubo manera y tuvo que resignarse a su mala suerte de mudarse a un sitio más económico.

De poco sirvió que Sirius o James se ofrecieran a darle una parte del dinero o incluso de ofrecerle sitio en su propio piso, porque Remus era tozudo, también orgulloso, y con el mentón alto rechazó sus ofrecimientos y se mudó a un barrio que había visto mejores tiempos y que convertía sus tiempos de traslado en largas pesadillas diarias yendo de aquí a allá en el transporte público.

—Nadie te va a dar un premio por tanto autosacrificio, Remus —escuchó Sirius a Regulus hablar con éste una mañana posterior a que Remus se quedara con él a pasar la noche luego de mucha insistencia y porque ya era tarde para pasearse por las calles desiertas de Londres.

Parado en el pasillo que conducía a la cocina, Sirius aguardó descalzo a la respuesta de Remus, que optó mejor por cambiar de tema.

—Estoy bien, gracias por tu preocupación, Regulus. ¿Quieres té?

—No me meteré donde no me llaman, pero ustedes dos... Seguir así va a ser su ruina.

—No sé de qué me hablas, Regulus.

Y ya que el tema del día parecía ser el fingir que la verdad no existía, Sirius entró a la cocina sin reconocer la conversación que segundos atrás ahí había tenido lugar.

 

Como era habitual en la mañana de sus sábados, Sirius se reunió con Madre, Padre y Regulus a ‘disfrutar’ de un desayuno en familia como las reglas de etiqueta mandaban.

La tradición, si es que se le podía llamar así, la había instaurado Madre apenas un par de años atrás, a tiempo para que sus dos hijos recién salidos del colegio tuvieran el pretexto de volver a casa aunque sólo fuera una vez por semana. De más estaba el decir que tanto Sirius como Regulus habrían preferido prescindir de la tan agradable reunión con ambos padres, pero ya que era más sencillo soportar esas dos horas de martirio que una semana completa de reproches por su ausencia, eran raras las ocasiones en las que faltaban.

Y esa, precisamente, era una en la que Sirius habría preferido no estar presente y ahorrarse las palabras que Madre lanzó en su dirección.

—Una pena lo del chico Potter —dijo Madre no por primera vez en los últimos meses—. Mira que tener un futuro tan brillante como médico y caer engatusado en los brazos de esa cualquiera sin un apellido decente que-...

—Madre —le interrumpió Sirius a través de los dientes apretados—. Lily no es nada que puedas pensar de ella. Por el contrario, es inteligente y-...

—Muy inteligente no es si resultó con un bebé antes del matrimonio, antes incluso de finalizar sus estudios, aunque para alguien como ella... ¿Qué finalidad hay en que una mujer estudie? ¡Y medicina además! Muy por fuera de su competencia si me lo preguntan —agregó Orion a la conversación.

—No te confundas, querido —apunto Walburga tras un sorbo a su té y una mirada de reprobación a Sirius por intervenir—. Al menos debemos darle a esa chica el crédito de forzar al chico Potter a ‘hacer lo correcto’, incluso si esas acciones están reservadas a mujeres que en verdad lo merecen, y no a cualesquiera que abren las piernas ante el menor indicio de dinero.

Empuñando el tenedor y el cuchillo con los que comía sus huevos y tostada, Sirius estuvo a punto de ponerse en pie y ocasionar una escena, pero a su lado, Regulus le puso la mano sobre el muslo y apretó fuerte. De reojo, le dirigió un mensaje implícito de “cálmate, respira hondo y tranquilízate” que funcionó pero sólo a medias, pues nada enfurecía a Sirius más que Madre hablando negativamente de sus amigos sólo porque ella no podía verlos más que a través de sus ojos desdeñosos donde los Black estaban a la altura de la realeza y el resto del mundo era apenas afortunado de considerarse mugre en la suela de sus zapatos.

—Bueno, siempre queda el recurso del divorcio —dijo Orion como si con ello zanjara el destino de James y Lily a pesar de sólo haber conocido al primero en contadas ocasiones, y bastó eso para que Walburga estallara con un manotazo sobre la mesa.

—¡No! ¡En esta casa no quiero escuchar esa abominable palabra! —Y tras una honda inhalación—. Coman de una vez, la comida se enfría.

Sirius mantuvo el rostro casi en paralelo a su plato mientras barajaba excusas plausibles para una huida temprana, en donde “el me siento indispuesto” pronto se transformó en un “voy a vomitar, si me disculpan” que lo sacaría más rápido de ahí, pero entonces Madre atrajo su atención.

—Sirius.

—¿Sí, Madre?

—Después del desayuno quiero hablar contigo. Tu padre y yo, de hecho.

«Genial, más basura acerca de la boda de James y Lily, o del ‘bastardo’ que han engendrado, o cómo mi piso con Reg es indigno de nuestra persona, o quizá ahora quiere abordar el asunto de Remus y lo inútil que considera mi amistad con él porque...»

Llevándose la comida a la boca con prisa y sin saborear los bocados, Sirius pensó en saltarse el té y de pronto recordar que tenía una cita imposible de reagendar con alguien del trabajo, pero ya que su internado había terminado y estaba bajo las órdenes directas de Padre, al instante su mentira se desbarataría.

Así que sin posibilidad de una huida elegante, Sirius soportó estoico el final del desayuno y el largo minuto mientras las empleadas domésticas retiraban los platos y traían el servicio del té.

El que Madre no le hubiera pedido a Regulus retirarse no animó a Sirius, y en efecto, las primeras palabras de Madre sólo sirvieron para confirmar sus peores temores.

—Ya tienes veintidós y este año cumplirás veintitrés años —dijo Walburga con altivez.

—Bravo, Madre —masculló Sirius—. Todavía recuerdas cómo contar.

—¡No le hables así a tu madre! —Le reprochó al instante Orion, y Sirius se contuvo para no repantigarse sobre la silla de rígido respaldo—. Además, su única intención es recordarte las obligaciones que como miembro Black le debes a esta familia.

—Oh —musitó Regulus a su lado, que al instante comprendió de que se trataba.

Sirius en cambio tuvo que escucharlo de boca de Madre, quien le dedicó una sonrisa cuyo único efecto fue hacer más crueles sus facciones, si es que eso era posible.

—¿No crees que ya es hora de buscar una esposa para ti, Sirius?

—Yo...

—Con sólo dos hijos, es crucial que un apellido tan ilustre como el nuestro no se pierda así como así —continuó Walburga, ignorando la expresión de desconcierto en el rostro de su hijo mayor—. Por supuesto, ya he hecho los arreglos pertinentes, y la próxima semana saldrás con Pleione Halliday al teatro.

Sirius se ahogó con su propia saliva, y en tanto tosía con discreción en su puño, Regulus señaló lo más evidente de aquella oración.

—¿No somos parientes con los Halliday? Casi podría jurar que Pleione es una especie de...

—Prima en tercer grado —suplió Walburga el parentesco con ligereza, un tanto más orgullosa de lo que debería estarlo en condiciones normales alguien hablando de incesto, pero ya que ella y Orion eran apenas primos segundos o alguna aberración similar, no era de extrañarse que la frase ‘todo en familia’ le calzara tan de maravilla a su pensamiento.

—Lo siento, Madre —dijo Sirius apenas recuperó el aliento—. No creo poder asistir a esa cita. Me espera una semana sumamente atareada en la oficina y-…

—Tonterías. Irás —dijo Madre, y por su tono dejó bien en claro que no admitiría réplicas.

Y a regañadientes, Sirius aceptó.

 

—Ella tiene razón —dijo Remus más tarde ese mismo día, de visita con Sirius porque en sus planes estaba ir juntos al cine y después regresar al piso con comida para llevar y después hacer el amor.

Básicamente, un sábado como cualquier otro para ellos dos, pues desde que Sirius trabajaba horario extendido en una de las tantas empresas Black y Remus compaginaba sus estudios con un trabajo de medio jornada para pagarse sus estudios, era poco el tiempo libre que tenían para disfrutar de la compañía del otro.

Sentado en la esquina de su cama mientras se calzaba las botas, Sirius alzó el rostro y le dirigió a Remus una mirada de infinito reproche.

—Por favor, Remus, jamás vuelvas a estar de acuerdo con Madre, ¿vale? Es... escalofriante, y me hace sentir deseos de anudarme una soga al cuello y saltar. Ugh...

Recargado contra el escritorio que Sirius tenía en su habitación y cruzado de brazos, Remus suspiró. —Mira, no digo que tu madre tenga enteramente la razón, pero en parte...

—¿Qué, me quieres ver casado porque así es más fácil terminar conmigo?

—No —replicó Remus poniendo los ojos en blanco—. Pero ayudaría para tu caso ya que estamos hablando de ello. ¿O no fuiste tú quien apenas el mes pasado recibió el consejo de su padre de evitar compañías masculinas nocivas para tu reputación?

—Según mis padres, cualquier miembro del mismo sexo es nociva, Moony. Así son las cosas cuando saben que eres gay pero prefieren cortarse un dedo que reconocerlo —gruñó Sirius al finalizar con los abundantes nudos de sus botas y por último ponerse en pie—. Lo que sea. No pienso vivir mi vida bajo sus reglas.

Remus le dirigió una mirada que lo resumía todo: “¿Pero no lo haces ya?”

Y por salud mental, Sirius optó por ignorarlo.

 

El primer año que Remus subió a los juzgados como abogado fue también el año en que Sirius y Regulus abandonaron su piso conjunto y optaron por comprar cada quien una residencia. Eso sí, no una casa cada uno como sus padres les presionaron los seis meses anteriores a la compra de los inmuebles, sino un edificio en una buena área de Londres, donde acondicionaran las dos plantas superiores como viviendas separadas (un piso para cada uno de ellos) y las tres plantas inferiores arrendadas a distintos negocios y produciendo capital. Beneficios de ser dos egresados de economía que no habían ido sólo a la escuela para tener un título de mentiras colgando en el muro de Grimmauld Place.

Para entonces, el bebé de James y Lily ya tenía casi el año, y ésta había retomado sus estudios en medicina con renovado brío, no dispuesta a convertirse en un ama de casa como muchos habrían vaticinado, lo que aumentó todavía más la opinión positiva que tenían Euphemia y Fleamont de su nuera, a la que habían aceptado como una más de su familia desde el primer día y ahora sólo era motivo de elogio para ellos.

Del pequeño nieto que tenían ahora ni hablar, que Harry era la luz de sus ojos, y en realidad de cualquiera que conociera al dulce bebé. Sirius había estado tan conmovido al conocerlo, que con él en brazos no había hesitado cuando James le pidió ser su padrino, y aunque eso generó cierta fricción en casa cuando sus padres le reprocharon haber tomado un compromiso semejante no con los Potter (a quienes seguían considerando de segunda clase) sino con Lily Potter, al final hizo su voluntad y ningún comentario de Madre o Padre influyó en su decisión.

Así que oficialmente Sirius pasó a ser el padrino de Harry, y Remus... una madrina de cierto tipo.

—Vale, puedes llamarlo paranoia pero... —Comentó Remus de regreso al piso de Sirius, los dos achispados luego de una noche de vino con los Potter y en apariencia tranquilo, pero Sirius vislumbró a través de él el nerviosismo de haber sido atrapado con las manos en la masa.

La velada con sus amigos había incluido cena y vino, sí, y también charla amena como solía ser una o dos veces al mes para relajarse de las tensiones cotidianas que los aquejaban a todos ellos con sus respectivas carreras. Con Harry durmiendo ya de corrido por la noche, no había tema que no abordaran durante su reunión, y esa vez el tópico central había resultado ser la larga lista de parejas con las que Remus jamás cruzaba de la tercera cita, la igualmente larga lista de candidatas a matrimonio con las que Sirius se había entrevistado por sugerencia de su madre, y lo curioso que era cómo en todos esos años los dos continuaran solteros.

Sirius se había mosqueado, y en su tribulación poco le había faltado para dejar caer intencionalmente su copa de vino en el tapete color crema que los Potter tenían en la sala para así conseguirse una distracción, pero Remus se le había adelantado con una mentira a medias:

—¿Pero quién podría interesarse en serio en nosotros dos? Sirius jamás ha tenido una novia que trate como tal, y no, Trisha McDermont en sexto año no cuenta porque esas cuatro semanas que ‘salieron’ juntos sólo ocurrieron porque ella se enfermó de paperas a mitad del año y Sirius tuvo que esperar a que sanara antes de decirle lo mucho que lo sentía pero que ya no podían salir más. Y en mi caso, bueno...

Por inercia Remus se había tocado el rostro, donde el vitíligo ya había hecho estragos profundos en al menos un 90% de su pigmentación, con el resultado de apenas parches de piel donde su tono original todavía podía apreciarse. Implícito estaba que Remus todavía se avergonzaba de su enfermedad, y aunque en sí no afectaba nada más que su apariencia y no tenía reparos en defenderse cuando alguien se atrevía a darle una larga mirada de repaso (ya no se diga de murmurar a sus espaldas), más veces de las que quería éste reconocerlo se cohibía incluso de mirarse de reojo a un espejo.

La charla había perdido un toque de la alegría con aquel comentario de Remus, y no fue mucho después que ambos se retiraran compartiendo un taxi a sus respectivos departamentos, cuando en realidad iban juntos al de Sirius y ahí iba a pasar Remus la noche porque en su armario tenía suficiente ropa como para ser considerado un segundo inquilino.

—¿Crees que James y Lily sospechan de nosotros? —Preguntó Sirius en respuesta a Remus una vez que estuvieran en el dormitorio, y sentados a los pies de la cama, procedieran a desnudarse para la noche.

Remus se rascó la nariz. —¿No sé? Por un momento creí ver en los ojos de Lily esa intensidad de tener ella misma la respuesta y sólo preguntar para corroborarla. Como cuando le cuestionó a James si todavía la amaba después de salir embarazada pero ya al tanto del anillo de compromiso que él tenía escondido en su cajón de calcetines. Algo así.

—¿Pero cómo...? —Sirius suspiró—. Hemos sido cuidadosos, ¿o no?

—Casi siempre. Casi —enfatizó Remus.

Y en verdad lo habían sido. Para quienes no los conocieran tan bien, ellos dos eran sólo amigos. Viejos amigos, muy íntimos amigos del colegio, y por lo tanto cercanos, pero sólo amigos. Claro que para sus verdaderos amigos, como era el caso de James y Lily, también de Peter incluso si ahora no lo veían tan seguido desde que trabajaba en Escocia, la ilusión de sólo amigos era una pantalla bajo la cual tenían que protegerse con extra cuidado.

Frente a ellos, el asunto no era cardar con naturalidad el cabello de Sirius entre sus dedos (largo para los estándares de su profesión, pero no tan largo como éste quisiera), ni besar la mejilla de Remus con un sonoro beso como celebración de las más mínimas cosas (justo en una mancha de pigmentación apenas más grande que una moneda y que podía desaparecer cualquier día, que por lo tanto era especial), sino el resto.

Las miradas. El anhelo. El deseo de una vida juntos. A veces incluso los celos…

—Si ya sospechan, entonces podríamos... —Dijo Remus de pronto, y Sirius denegó con la cabeza.

—Ni hablar. ¿Qué tal si no sospechan nada y entonces lo arruinamos con una revelación de ese calibre? Sería un suicidio.

—¿Y qué tal si no? —Rebatió Remus, quien con cada año se mostraba más intransigente e irritado al respecto.

—Es tarde para esta conversación.

—Ya, y cuando no es demasiado temprano, o sólo no el momento correcto —masculló Remus, que con las manos sobre los botones de su camisa, de pronto se detuvo—. Olvida que dije algo entonces.

—¿Y a dónde vas? —Cuestionó Sirius, cuando Remus en lugar de continuar desvistiéndose, se puso en pie y comenzó a vestirse de vuelta.

—Con Regulus.

—¿Uh?

—Me dio una llave de su piso y me dijo que podía quedarme en el cuarto de invitados si alguna vez tú y yo peleábamos y era demasiado tarde para volver a mi piso.

—¿Cómo es que yo no sabía eso?

Remus puso los ojos en blanco. —No lo sé, no es mi problema. Y da igual. Ahora si me disculpas...

—No, Moony —dijo Sirius, que poniéndose en pie alcanzó a abrazar a Remus por detrás cuando éste se dio media vuelta—. Quédate. Lo siento.

—Ni siquiera sabes por qué estoy molesto.

—Ya, no hace falta ser ningún genio para tenerlo claro.

—Mmm...

—Es sólo que... James es familia, Lily y Harry también lo son, y no me gustaría perderlos porque...

—¿Porque tú y yo estamos juntos? No les importaría.

—Eso no lo sabemos con certeza. Ya ves a mis padres.

—Pero Regulus es diferente.

—Sólo porque él es como yo. Con James yo no tengo esa conexión, y si él decidiera que ninguno de nosotros es la clase de influencia que él quiere cerca de Harry... Me destrozaría.

Remus exhaló. —Llamas a James hermano y haces esas distinciones con Regulus... No estoy diciendo que todo saldría a pedir de boca, pero tú ni siquiera le das el beneficio de la duda. Lo conviertes en un miembro honorario de tu familia, pero no te muestras ante él como realmente eres. Es tan... hipócrita.

—Moony —murmuró Sirius con dolor, abrazándolo más fuerte y hundiendo el rostro en su nuca.

—No estoy pidiendo que lo hayas ya, sólo que no lo postergues por siempre —dijo éste de vuelta con voz suave—. No podré esperarte por siempre, Sirius.

Que sin saberlo todavía, sería un factor determinante para ellos dos en tiempos venideros.

 

Nymphadora Tonks volvió a entrar a sus vidas cuando tanto Sirius como Remus ya habían alcanzado la treintena de su vida, y a ojos de terceros, seguían tan solteros como siempre.

Para entonces Remus había terminado con su carrera, y tenía un buen empleo tal como sus padres habían querido para él, con un buen salario, seguro médico y dental, además de un piso en Londres que había pagado en su totalidad. Sirius no se le había quedado atrás ascendiendo en la escala corporativa hasta conseguir el puesto apenas un nivel más abajo del de su padre en una de las compañías Black, y aunque en un inicio las habladurías sólo se habían centrado en el nepotismo inherente de aquella acción, lo cierto es que no tardaron en quedar silenciadas cuando quedó patente que nadie trabajaba tan duro como Sirius ni merecía estar tras la silla del jefe.

La diferencia entre Remus y Sirius estribaba entre que el primero era feliz con su empleo, en tanto que el segundo no podía esperar cada día para volver a su piso, aflojarse la corbata, y beber un par de dedos de whisky que a la larga lo llevarían por el camino del alcoholismo si no se medía en su consumo.

—No puedes seguir así —le dijo Remus en una ocasión, pero Sirius lo desestimó con un quiebre de su muñeca.

—Puedo, debo y lo haré. Renunciar no es una opción.

—¿A costa de tu salud?

—¿Qué, por beber un poco cada noche después de la oficina para relajarme? Padre ha hecho eso por los últimos cuarenta años de su carrera y ahí lo tienes en la cima de las empresas familiares y con los resultados de sus chequeos médicos anuales limpios como si estuviera en la flor de su vida.

Remus se guardó de mencionar que también su aspecto era terrible, y que los años no le habían hecho bien, ya fuera por el exceso de bebida o por el estrés laboral.

Por su cuenta, Sirius creyó que no tendría mucho más de qué preocuparse. Cierto, su trabajo era tedioso, a ratos insoportable, pero ya tenía algunos años ascendiendo sin parar en la escalera corporativa, y antes que después podría proclamarse como heredero legítimo de las empresas Black. Llegado el momento, quería hacer grandes cambios, y en especial anular algunas órdenes, como aquella que relegaba a Regulus como segundo hijo al Siberia de los negocios familiares cuando en realidad era su hermano quien mejores capacidades tenía para tolerar todo aquello y llevarlo a buen puerto.

Claro que Regulus también estaba en la lista negra de Madre porque al igual que él se había negado a casarse, y sobrepasando ambos la treintena de la vida, sería antes que después cuando tuvieran que rendir cuentas de lo que se consideraba un comportamiento aberrante y proclive a las habladurías.

Al menos en esa área Remus estaba en las mismas condiciones que Sirius, y por lo menos una vez durante su llamada semanal con sus padres éste tenía que tolerar de su propia madre la inquisitiva pregunta de si había alguien especial en su vida, y que cuando planeaba presentárselas. Remus escaqueaba la respuesta, y en más de una ocasión se preguntó Sirius si los señores Lupin estarían al tanto de ellos dos, que para vacaciones y algunas Navidades, habían insistido a Remus de invitarlo y lo habían tratado como un miembro más de su familia, aunque ese mismo trato afectuoso era para James cuando éste acudía con su familia así que era difícil estar seguros.

En cierta parte de su mente, Sirius estaba conforme y a la vez odiaba ese aspecto de su vida en donde tenía a Remus pero sólo a escondidas; donde de momento podía mantener a raya las órdenes de Madre y Padre para contraer matrimonio con alguna de sus innumerables parientas lejanas y engendrar un par de Blacks más a la colección, pero no por mucho más; en ese instante congelado del tiempo donde ‘treinta y soltero’ era ser codiciado, pero cruzar a ‘cuarenta y soltero’ despertaría rumores... Y rumores ya había. También chismorreos. Así como preguntas…

—Habría sido divertido que tuvieras hijos, ¿sabes, Padfoot? —Le dijo Harry en alguna ocasión, que creciendo como hijo único seguido echaba de menos la compañía con quien jugar—. Así podríamos haber sido primos, ¿o medios hermanos?, y nos la pasaríamos genial juntos.

Como padrino, Sirius no perdía la oportunidad de visitar a Harry, y sumaba esas salidas con él a las cenas semanales en las que él y Remus se reunían con James y Lily como íntimos amigos que eran (“casi como dos parejas para el guisado de los jueves, ¿eh?”, bromearon estos en una ocasión, y con risa forzada asintieron Sirius y Remus), por lo que Harry se sentía en confianza para hablar con él en absoluta sinceridad.

—No sé si habría sido un buen padre, Harry —respondió Sirius, y la mano de Harry que sostenía entre la suya le dio un apretón.

—No bueno a secas, genial.

—Lo dices porque no tengo inconveniente en dejarte ver lo que quieras en la televisión.

—Ya, pero también porque eres divertido, y sabes muchas buenas historias, y cuando sea grande como tú seremos tan buenos amigos como lo son papá y tú.

Sirius sonrió, y le correspondió a Harry el apretón. —Ya veremos...

Que en lenguaje de adulto era un “No” disfrazado que Harry supo leer entre líneas pero no presionó más.

Incluso con la apertura de las últimas décadas, ni Sirius tenía planes de sacar su homosexualidad a flote ni Remus lo presionaba al respecto, consciente de lo mucho que había en juego, pero... La brecha entre los dos era palpable, y conforme fueron transcurriendo los meses y luego los años, cada vez era más claro que no podrían sostenerse así.

Y en efecto, así fue.

Como si de un efecto dominó se tratara, la vida de Sirius se vino abajo con la rapidez de un chasquido de dedos y nada de lo que dijo o hizo le puso un alto hasta que fue demasiado tarde.

 

Empezó con Regulus, quien durante el tradicional desayuno de los sábados en Grimmauld Place, se limpió la boca con su servilleta y anunció que tenía a alguien importante en su vida. El “se llama Bartemius Crouch” puso fin a los planes de boda que Madre había estado trazando casi desde su concepción, y al instante salió volando una copa de whisky del que Orion ya bebía como si se tratara de agua a cualquier hora del día. Atónito por la reacción de su hermano, Sirius apenas si reaccionó cuando éste le miró directo a los ojos y remató el último clavo de ese ataúd con un “no quiero terminar como Sirius y Remus esperando un día que jamás llegará” y entonces la bronca se precipitó en su dirección, con Padre luciendo listo para una apoplejía y Madre gritando toda clase de improperios, de cómo ellos eran unos malagradecidos, unas abominaciones, para nada sus hijos...

 

Aquella escena en casa derivó en un accidente para Regulus donde el reporte oficial marcó una confusión entre el pedal del freno y el acelerador en una curva cerrada, pero al entrar a ver a su hermano en terapia intensiva y cubierto en vendas y cables, Sirius comprendió que no era el caso...

No muchas horas después el patriarca Black le siguió los pasos con un certero escopetazo que no dejó lugar a dudas de sus intenciones, y aunque los rumores acertaron a la perfección con la verdadera causa de muerte, Walburga sostuvo que había sido in simple paro cardiaco, incluso si su negativa de tener un féretro abierto confirmaba lo contrario...

Sirius ascendió como cabeza de familia a las empresas familiares, que con el caos y la especulación, estaban en precaria situación y requerían de una mano firme que supiera controlar el vendaval a su beneficio. Sirius lo consiguió, pero a costa de los siguientes tres meses de su vida que lo envejecieron igual que si se tratara de tres años.

Remus estuvo a su lado, por supuesto, pero la tensión acabó por distanciarlos...

 

La crisis llegó a su punto más álgido cuando Sirius recibió una llamada del centro médico donde Regulus se estaba recuperando y en donde le notificaron que Walburga había intentado atacarlo con la lima de metal de su set de manicura. En apariencia, un incidente apenas mayor, excepto que consiguió clavarle la afilada punta en el cuello y su actitud la hizo acreedora de una revisión exhaustiva donde el diagnóstico no fue nada esperanzador para la familia: Esquizofrenia.

—Probablemente convivió con la enfermedad la mayor parte de su vida adulta, pero consiguió mantenerla bajo control o al menos oculta de su familia —dijo el médico que atendió su caso.

Sirius sólo recordó los gritos, las injurias, las bofetadas, y la ocasional amenaza de “haz lo que te digo o sabrás lamentarlo” pero se mantuvo con la boca cerrada.

Ya no había más que decir de ella.

 

—¿Estabas enterado de Remus y...?

La pregunta, así como el tono, pusieron alerta a Sirius, que contempló a Lily con ojos nubosos. —¿De qué hablas?

—Remus y Tonks —dijo Lily con los labios apretados—. Se han visto sin parar el último mes, y Remus faltó a la misma cena del jueves que tú para estar con ella.

—Ah. —Sirius parpadeó—. No lo sabía, pero... seguro no es nada.

Excepto que sí lo fue.

 

—Siento que las cosas tuvieran que ser así, Padfoot —dijo Remus con la vista el frente, al lado de Sirius en la banca de un parque al que solían llevar a Harry cuando el clima era decente—. Pero quiero que sepas que si hay algo de lo que me arrepiento es cómo he actuado yo en esta situación.

—Moony...

—No era así como quería que terminara todo entre tú y yo.

—No es tu culpa, sino m-...

Remus soltó una corta exhalación. —No es tuya tampoco. Pasé demasiado tiempo pensando que si realmente querías estar conmigo nada podría impedírtelo, pero subestimé a tu familia. Y mira a Regulus... No quiero eso para ti. Él intentó ser su propia persona y…

«Y ahora usa un bastón para caminar», pensó Sirius con amargura, rememorando cuán dura estaba siendo la rehabilitación para su hermano incluso si Barty, que ahora era oficialmente su novio, estaba ahí para ayudarle en cada aspecto posible.

—Tú y yo... Fue lo mejor de mi vida, y al menos de eso tienes que estar seguro —dijo Remus con la voz acuosa.

—Ya, igual para mí.

—Lo sé. Esto no se termina porque se acabó el amor sino porque... Bueno, Lily ya debe de haberte informado de lo mío con Dora.

—Sólo que se han estado viendo. Pensé que se refería a citas y...

—Empezó como citas. Dora es inteligente, y también buena compañía. Un poco... Me costó reconocerla luego de tantos años, ha cambiado bastante de aquella niña precoz con coletas, pero... Hemos hecho buenas migas.

—Más que eso si los rumores son de fiar.

—Sirius...

—Te deseo lo mejor, Moony —dijo Sirius, poniéndose en pie y sacudiéndose las arrugas de su traje—. Siempre ha sido así, y así seguirá. No tengo nada contra Tonks, pero francamente no puedo decir que estoy feliz por ustedes dos, así que... Suerte con todo; con tu nueva vida, nueva esposa, nuevo bebé...

—Padfoot, por favor...

—Si necesitas un padrino para tu bebé, piensa en mí. Harry dice que soy el mejor. —Sirius consiguió sonreír, y le estrechó la mano a Remus, que estaba frío y temblaba—. Sólo no me alejes del todo de tu vida, ¿ok?

—Ok.

Y después sus caminos se bifurcaron.

 

/*/*/*/* Próximo capítulo: Con comentarios (24-abr)/Sin comentarios (08-May).

Notas finales:

¿Qué tal el angst? ;D Pero si les gustan los finales tristes se van a llevar un chasco, así que no olviden que el último capítulo se actualiza el miércoles entrante. Graxie por leer~!


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