Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Don't give up on me por Ultraviolet

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas chicos y chicasssss! A disfrutar del capítulo!!

“Una ola de robos asola la ciudad. Las autoridades piden máximo cuidado al salir a las calles y máxima atención en los establecimientos. Toda seguridad es poca. Si advierten algún movimiento sospechoso, llamen inmediatamente a la policía.”

-          ¿Crees que volverán a robar en la cafetería? – Desvió su vista desde la televisión hasta su prima, que ponía en orden unas cuantas copas limpias.

-          Espero que no. Todavía nos estamos recuperando de las pérdidas que sufrimos aquel día. No me gustaría hacer más horas extra.

-          Apenas tienes tiempo de ponerte al día con la universidad… pasas más de 15 horas al día aquí. No duermes. Pareces un panda con esas ojeras. Pero eh, todavía tienes tu puntito.

-          Gracias. – Miró con ironía a su prima Erika, la cual limpiaba la máquina de café. - ¿Hace falta algo más? – Tendió la lista a su prima para que dier asu aprobación, era muy importante para Becca contar con el apoyo de Erika.

-          Mmmm añade unos tomates y algo de carne. Ayer pidieron muchos sandwiches especiales.

-          De acuerdo. Listo. – volvió a repasar la lista con la mirada. – Es sábado, así que iré al mercado central a comprar. – Los sábados era un día realmente importante para los comercios de la ciudad, ya que venían comerciantes de los alrededores para vender sus productos y había muy buenas ofertas, todo era fresco y riquísimo.

-          Habrá mucha gente, ¿Segura que no quieres que te acompañe?

-          Prefiero que te ocupes de la cafetería. Serás la jefa mientras yo estoy ausente. Sarah vendrá para el turno de la tarde, así que podrás ir a casa a descansary a disfrutar del sábado.

 

El mercado estaba replento de comerciantes, proveedores y clientes, muchos clientes. Había propietarios de cafeterias y restaurantes locales así como familias que compraban para llenar el frigorífico de casa.  Primero se dirigió al puesto de las verduras, la señora Anne era una mujer muy agradable que trabajaba junto a su marido en uno de los puestos del mercado. Hacía años que venían a su puesto a comprar las verduras más frescas, mucho antes de siquiera tener la cafetería en marcha.

 

-          ¡Becca, cariño! ¡Cuánto tiempo! – La señora salió del puesto y abrazó a la castaña, casi dejándola sin respiración. - ¿Cómo está Madeleine? ¡No sabes lo que sentimos lo del robo del otro día!

-          No se preocupe, nos estamos recuperando bastante bien. – Dijo Becca con una sonrisa que tranquilizó a la mujer. – Mi madre está mejor, nos llevamos un buen susto con todo aquello…

-          Ay, hija… ¡Es que la ciudad está llena de desgraciados! Toma, ven. ¡Que hoy invita la casa! ¿Quieres lo de siempre, verdad?

-          No podría aceptarlo, Anne…

-          ¡Calla, calla! Sois clientas desde hace muchísimos años, es lo último que podíamos hacer.

-          De verdad que…

-          ¡Y unas zanahorias, fresquísimas! ¿Y has visto estas lechugas? ¡Recién traídas del campo! ¡No como esas cosas que llevan a los súpermercados! ¡Todo lleno de plástico! – La mujer hacía caso omiso a la castaña, la cual intentaba decirel que no, que no tenía por qué darles aquellas verduras gratis.

-          ¡Anne, pare un poco! – El marido de la mujer miró con compasión a Becca, la cual había caído en el torbellino que era Anne. - ¡De verdad que no tiene que…!

-          ¡Nada, nada! Y te voy a poner esto también, que nos ha llegado hace media horita. Toma, cariño. – Antes de que Becca pudiera decirle nada, entregó dos bolsas llenas de verduras y practicamente la obligó a cogerlas. – Y dile a tu madre que se recupere pronto, ¡que tenemos que tomarnos un café juntas! – Becca iba a agradecerle la preocupación por su madre, pero no le dio tiempo ya que la mujer volvió rápidamente al puesto y comenzó a entablar conversación con unas señoras que se acercaban. ¡Cómo hablaba la mujer! ¡Y qué bien le caía!

-          Pues ahora… - Revisó la lista. – A la carnicería. – Dio un par de pasos, pero un golpe en su hombro la hizo desestabilizarse, casi cayendo al suelo. - ¡Eh tú, mira por donde vas! ¡Capullo! – Aquel chico ni se giró, siguió empujando a la gente para abrirse paso. – Qué raro…

-          ¡El ladrón! ¡Detened al ladrón! – Apareció una señora un par de pasos detrás de Becca, la mujer hiperventilaba y desfallecía por el esfuerzo. Era una señora mayor. - ¡Me ha robado el monedero! – Un par de mujeres se quedaron con la señora, intentando tranquilizarla. La castaña, casi por instinto, tiró sus bolsas al sulo y echó a correr tras aquel ladrón. Ni si quiera sabía si lo iba a atrapar, pero valía la pena el intento. Intentó esquivar a las personas que estaban por delante, disuclpándose con cada una de ellas. Divisió al hombre en uno de los puestos de delante, intentando abrirse paso con el bullicio, pero resultándole casi imposible. Aceleró el ritmo y practicamente lo tuvo a un par de pasos, el ladrón se dio cuenta de que Becca iba tras él y no dudó en empujar a un señor mayor, tirándolo al suelo y abriendose paso a través de él.

-          Serás hijo de puta… - Aceleró el paso al ver que el señor estaba siendo ya atendido por las personas que estaban de testigo y corrió rápidamente hacia aquél tipo.

-          ¡¡¡Al ladrón, al ladrón!!! – La gente no paraba de gritar, el ladrón comenzaba a sentirse agobiado por la presión de la gente y Becca no dudó en lanzarse hacia él en cuanto tuvo la oportunidad. Ambos cayeron al suelo abruptamente y el ladrón rodó, propinándole una patada en la parte superior del rostro a la castaña, la cual ahogó un grito.

-          Tú no te vas a escapar de aquí. – Lo atrapó del tobillo cuando intentó ponerse en pie y lo arrastró hacia el suelo, volviendo a tirarlo junto a ella. - ¿Te crees muy listo por robarle a señoras? ¡Imbécil! – Se colocó encima de él, inmovilizandolo. Apenas pasaron unos segundos cuando vio venir a dos policías uniformados, que no dudaron en esposar al ladrón.

-          Mira quién es la heroína del día. – Becca se incorporó del suelo y giró, observando cómo la Agente la miraba con una sonrisa, la cual se borro cuando observó que la sangre brotaba desde la parte superior de su pómulo. - ¿Estás bien? – Se acercó rápido y tomó el rostro sobre sus manos, limpiando la sangre con la yema de su dedo pulgar.

-          Me ha dado una buena hostia. – La morena sonrió al ver cómo Becca le restaba importancia. – Toma, la señora querrá recuperarlo. – Le tendió el monedero y Lara la miró, con una mezcla de preocupación y alivio.

-          Se va a poner muy contenta, ¿quieres venir a dárselo conmigo?

-          Quiero ver cómo está. Parecía muy agitada…  - La morena sonrió al ver la preocupación de la castaña.

-          Eh, Martínez. – La Agente llamó a uno de sus compañeros, los cuales metían al ladrón en el coche policial. – Yo llevaré a la testigo a la comisaría y le tomaré toda la información, ocupáos de ese cabrón. – Su compañero asintió con la cabeza y no hizo falta decir más.

-          ¿Es necesario? – Jones la miró, sin saber a qué se refería. – Lo de testificar…

-          Es un procedimiento rutinario. No te tienes que preocupar.  – La morena esbozó una sonrisa, tranquilizando a la castaña. – No tardaremos ni diez minutos, ya verás.

 

Después de darle el monedero a la señora y comprobar que se encontraba perfectamente a pesar de la agitación que había vivido hacía unos minutos, se dirigieron a la comisaría de policía en el coche patrulla de Jones. La castaña se quejó del dolor emitiendo un jadeo cuando intentó palpar la zona, no pasando desapercibido por la Agente, la cual la miraba de reojo.

 

-          Siéntate.- La castaña siguió las ordenes de la Agente Jones y ésta se perdió entre las estanterías. – Ahora simplemente cuéntame qué ha pasado. Mientras yo… ¡Aquí está! – Giró sobre sus pies, mostrando un pequeño botiquín en sus manos. – Te curo esa herida de ahí. – La castaña alzó el ceño, sorprendida.

-          No te preocupes, Jones. No es nada. – Dijo rápidamente, restándole importancia. – Un moratón un par de días y se pasará.

-          Tenemos que desinfectarlo, será solamente un momento. – Arrastró la silla hasta quedar enfrente de Becca y tomó un poco de algodón empapado de desinfectante. – Esto dolerá un poco. – La castaña chasqueó la lengua cuando el algodón tomó contacto con su rostro y la morena se disculpó con la mirada. – Cuéntame qué ha pasado.

-          Pues… - Volvió a quejarse. – Estaba comprando en el puesto de verduras y de repente, me empujaron. – La castaña recorrió el rostro de la morena, la cual se hallaba relativamente cerca. Los ojos azules de la morena no quitaban ojo de la herida que estaba curando, así que la castaña no dudó en analizar su rostro. - ¡Ah! – Los ojos de la morena conectaron rápidamente con los suyos y susurró un: lo siento. – Después de eso, escuché a la mujer gritar y simplemente actué, tiré todo lo que llevaba en las manos y… voilà, el resto ya lo sabes… - Colocó un par de puntitos de papel sobre el pómulo de Becca y sonrió.

-          ¿Ves? Ni diez minutos. – La mirada de la agente se detuvo en los ojos de Becca, por un momento aquel mar azul que poseía la morena en sus ojos inundó el color avellana de la castaña, dejandola enmudecida. - ¿tanto daño te he hecho que ni me hablas? – Preguntó con un puchero.

-          N-no. Pensaba en otra cosa, perdona…

-          No tendrías por qué haber perseguido al ladrón,  y un así lo hiciste.

-          Sienta muy mal que te roben, ¿sabes? – Ironizó la castaña, arrancando una pequeña sonrisa a Jones.

-          Gracias por hacerlo, de todas formas. Ya sabes que la gente siempre prefiere mirar a actuar…

-          Será que a mí me va la acción. – Dijo imitando un aire de arrogancia indigno de ella. – Igual fui una inconsciente, mira qué patada me he llevado. – Sonrió y se quejó un poco cuando comprobó los puntos que había colocado la morena, sintiendo una punzada de dolor. – Mejor no vuelvo a hacer eso otra vez.

-          Las manos quietas, Becca. – Advirtió la policía cuando la vio tocar su herida. – Necesito que me firmes aquí.

-          ¿Aquí? – Asintió la agente, observando los trazos que realizaba con su bolígrafo. – Listo. ¿Necesitas algo más? – Observó iluminarse la pantalla de su teléfono móvil, que previamente había dejado sobre la mesa y lo agarró con urgencia. 8 llamadas perdidas de su prima Erika y más de treinta mensajes en el whatsapp. - ¡No, no, no! ¡Se me ha olvidado por completo! ¡JODER! – Pasó la mano por su rostro, apartando todo el cabello hacia atrás.

-          ¿Qué es lo que pasa?

-          Se me ha olvidado por completo que teníamos que preparar un almuerzo para treinta niños que se iban de excursión.- Dijo arrebatadamente. - ¡Y encima me he dejado la compra en el mercado! Esto va a ser un desastre, me van a matar… ¡Tengo que irme Jones!

-          ¡Espera! Intentó atrapar a la castaña, que se escabulló por completo. - ¡Te llevaré en coche! – No tardó apenas unos segundos en volver a ver la cabellera de la castaña asomarse por la puerta.

-          Eso… será una buena, muy buena idea. – Admitió con vergüenza ante su precipitado arrebato.

-          ¡Muchas gracias, muchas gracias! – Gritó nerviosa. – Te debo una. – Con la efusividad del momento y lo agradecida que Becca se sentía, se acercó al rostro de la morena y le dio un beso en la mejilla que la Agente no se esperó, ni si quiera Becca. – Lo siento, la emoción. – Se disculpó rápidamente antes de escapar del coche sin dejar que Lara abriese siquiera la boca.

-          De nada. – Respondió la morena finalmente con una sonrisa.

 

La tarde fue muy ajetreada, decenas y decenas de personas habían pasado por allí a comer, merendar y tomar algo antes de ir a comer. Los niños de la excursión habían quedado plenamente satisfechos con lo que habían preparado y después, de horas y horas de locura y de no parar, colocaron el cartelito de “Cerrado”, y se dispusieron a dejarlo todo preparado para mañana por la mañana.

 

-          Y con esto… se acabó por hoy. – Suspiró profundamente, como si el cansancio lo pudiera expulsar a través de aquello. – Pensaba que no llegaba, joder.

-          Tranquila, yo también me hubiera entretenido con la sexy agente de policía… - Becca rodó los ojos y Erika se subió a la barra, jugueteando un poco. – Eres una super heroína, ¿eh? SúperBecca recuperando los monederos de abuelitas indefensas.

-          Eres una gilipollas.

-          Gracias. – Sonrió y dirigió su vista hacia la puerta. – Uy. Parece que te buscan. – La castaña giró rápidamente, con la pequeña esperanza en su pecho de que fuera la agente, algo que no diría en voz alta.

-          Sidney… - Sonrió al ver a su amiga.

-          ¿Esperabas a otra persona? – Preguntó su amiga al vuelo al leer la cara de Becca. – Pareces decepcionada. – Adoptó una sonrisa vacilante y Becca retiró la vista algo nerviosa.

-          Concretamente a una agente de policía que conoció hace unos días. – Erika saludó a Sidney, arrancandole una sonrisa con sus ocurrencias. - ¿Cómo te va, Sid?  .

-          Me podría ir mejor si cierta castaña apareciese por la universidad, la echo jodidamente de menos. – La vista de Sidney se dirigió a la castaña, la cual respondió con una sonrisa. – Y ahora… ¿Me hablas de esa tal policía?

-          Sois insufribles. Deberíais liaros, haríais buena pareja. Teneis demasiadas cosas en común: sacarme de quicio.

-          ¡Sólo tengo curiosidad! Hacía mucho que no le echas el ojo a nadie… - Defendió Sidney, apoyándose también en la barra.

-          ¿Y Alex? – Preguntó Becca, recordando su pequeño affaire a la pelirroja.

-          A ella no la cuento. – Dijo con simpleza Sidney. – Eso fue una noche loca de fiesta, que desaforunadamente se repitió durante un par de noches más. Pero te digo en serio, Becca, que como te vuelvas a liar con ella…

-          Captado. – Observó el enfado en el fondo de los ojos de Sidney y Erika asintió.

-          Por favor, con todas menos con ella. – Prácticamente la rubia suplicó. - ¡Es que es insoportable! – Gruñó. – Si alguna vez tienes MUCHAS ganas de echar un polvo y se te ocurre coger el teléfono para llamar a Alex, te recuerdo que al final de tu brazo, encontrarás una mano.

-          ¿Qué me intentas decir?

-          ¡Que te masturbes, coño! – Sidney ahogó una risa que contagió a Becca y ambas estallaron en carcajadas al ver la desesperación de Erika. - ¡No le veo la gracia! Soy tu pequeña guardaespaldas y te protego de las bruja que vienen a por ti.

-          Te preocupas demasiado por mí. – Pasó un brazo por los hombros de su prima y le dio un beso en la cabeza, ya que era un par de centímetros más alta que la rubia. – Puedes irte ya a casa, llevas aquí desde las 7 de la mañana.

-          ¿Quieres que te acerque a casa? He traído el coche.

-          Gracias, Sid. – Agradeció la rubia. – Voy a por mis cosas.

-          ¿Cómo estás? – Sidney adoptó un gesto serio en su rostro. - ¿De verdad que estás bien? – Preguntó antes de que Becca pudiera responderle.

-          Estoy… mejor. – Admitió en un hilo de voz, pero sincero. – No tienes que preocuparte, te lo prometo.

-          ¿Sabes que puedes pedir ayuda, verdad? – Dijo con preocupación Sidney mientras la agarraba del brazo.

-          Lo haré, ¿vale?

-          Cuento con ello. – La pelirroja se acercó y besó la frente de la castaña. – Descansa, cariño.

-          Lo haré. – Erika apareció desde la cocina con su bolso sobre las manos, preparada para irse con Sidney.

-          ¿De verdad que no necesitas ayuda?

-          Acabaré de fregar el suelo y cerraré, no te preocupes y ve a descansar. – La rubia rodó los ojos ante la insistencia de su prima y se dirigió con Sid hasta la salida.

-          ¡¡Recuerda lo de la mano!!

-          ¡Que sí, pesada! – Respondió con una sonrisa y las vio desaparecer por la puerta de la cafetería. – Menudo día… - Masajeó su cuello, sintiendo cómo se formaba una contractura en su cuello. Estaba tensa y rígida. Con unas ganas inmensas de irse a casa y descansar. Mañana era domingo, por lo que la cafetería permanecería cerrada y Becca, lejos de poder descansar, tenía que ponerse al día con la universidad, ayudar a su madre… En fin, otro día de locos. Cerró la cafetería y bajó la persiana de metal del local.

-          ¿Terminas ahora? – A Becca se le resbaló el móvil de las manos del susto.

-          Joder Jones, ¡son las dos de la mañana! ¡No te acerques por detrás de esa manera! – Intentó devolver su pulso al estado normal y giró para ver a Jones, que la miraba con una sonrisa divertida.

-          Lo siento. – Se disculpó. - ¿Te vas a casa?

-          Sí… - Intentó eludir inútilmente un bostezo. – Ha sido un día demasiado largo. – La morena le brindó una sonrisa cómplice. Sí que había sido un día largo para Becca, demasiado para su gusto. - ¿Qué tal el tuyo? – La agente alzó el ceño, sorprendida por el interés de la otra.

-          Los he tenido mejores, pero no tengo derecho a quejarme después del día que has tenido tú… - La morena caminó junto a la castaña. - ¿Vas andando?

-          Sí. Vivo a menos de 10 minutos.

-          ¿Puedo acompañarte a casa? – La castaña paró en seco, mirando a la morena. – Es tarde y bueno, la ciudad no está en su mejor momento…

-          ¿Muchos robos?

-          Demasiados. – La castaña se veía visiblemente preocupada, después del robo en su cafetería hacía apenas una semana, sentía una inseguridad increíble hasta caminando por la calle. – Yo te protegeré. – Se le escapó una sonrisa que no pasó desapercibida para la morena. Parecía que poco a poco, iba derribando las barreras que Becca había colocado a su alrededor. – Al fin y al cabo, es mi trabajo… - Añadió al ver que la castaña no respondía, pensó que había podido incomodar a la castaña, pero lejos de aquello, Becca lo que sentía era un pequeño nerviosismo en la boca de su estómago.

Caminaron en silencio durante varios minutos, pero lejos de ser un silencio incómodo fue uno confortable, en el que no hacía falta decir nada, simplemente disfrutar de la compañía de la otra acompañadas de la leve brisa de la madrugada.

-          ¿Abrirás la cafetería mañana?

-          No, mañana es el día de descanso del personal… - Dijo aliviada. – La verdad es que lo necesitamos después de la semana que hemos pasado.

-          ¿Estás libre mañana? – La castaña giró, mirando a Jones con el ceño alzado. – He pensado que quizás… si no tenías nada que hacer podrías enseñarme un poco la ciudad. – Becca iba a responder pero la agente se adelantó. – Ha sido una idea estúpida, seguramente tendrás que estudiar y organizarte y…

-          No, no. Me encantaría enseñarte la ciudad. – Dijo rápidamente. – No puede ser que una policía no conozca el lugar en el que trabaja, ¿no? – Añadió con una sonrisa.

-          Exactamente. – Sonrió. - ¿Paso a buscarte?

-          Claro. Ya sabes dónde vivo. – Paró en seco y ladeó la cabeza, señalando una casa de dos pisos de un barrio residencial. - ¿A las 12?

-          A las 12. – Los ojos de la agente se clavaron en los de Becca. – Buenas noches, Becca.

-          Buenas noches… Jones.

Se quedó parada viendo como la castaña entraba a su casa, hubo otro momento en el que sus ojos conectaron, justo antes de que la castaña cerrase la puerta principal de su casa. Y Lara no supo distinguir si el vuelco que se había producido en su estómago fue producto de la fresca brisa contra su piel o lo fría que volvía a sentirse cuando dejó de ver los ojos color avellana de Becca.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).