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Don't give up on me por Ultraviolet

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Notas del capitulo:

Buenas tardessssssss chicxssssss! Im back bitches!

-          Que estoy bien. – Repitió la castaña con pesadez. – De verdad.

-          Un desmayo puede parecer inofensivo, pero también podría indicar problemas a la larga… - La doctora volvió a examinar las pupilas de la castaña. – Tendremos los resultados de tu análisis en un segundo. Mientras tanto, ¿podrías esperar en la sala?

-          Claro. – La castaña cerró la puerta tras de sí, acercándose a la agente, que esperaba impaciente apoyada en las paredes blanquecinas de aquel hospital. – No tendrías por qué haberte quedado… - La morena levantó el rostro, encontrándose con la mirada de la castaña.

-          ¿Estás bien?

-          Sí… - Guardó sus manos en la parte trasera de sus vaqueros y encogió sus hombros. – Tengo que esperar a unos resultados y ya me podré ir a casa.

-          Bien. Esperaremos a esos resultados. – La morena se cruzó de brazos y en su mirada se veía la decisión, no pensaba moverse de allí. - ¿Quieres llamar a alguien?

-          N-no. Puede esperar. – Se sentó al lado de la policía y colocó sus manos en las rodillas, inquieta. Se sentía nerviosa por la presencia de Jones, al fin y al cabo, apenas se conocían. – Oye… ¿No tienes otra cosa mejor que hacer? – La policía la miró, con el ceño alzado. – Quiero decir… o sea, ¿No tienes que patrullar o vigilar las calles, o algo… así? – Rectificó rápidamente, no quería comportarse como una imbécil con la policía.

-          Tranquila. – Dijo con simpleza. – Pero si quieres… puedo irme. Entiendo que estés incómoda. – La morena se levantó, y de manera casi automática, atrapó la muñeca de la policía con su mano derecha.

-          Lo siento. – La retiró rápidamente. – Pero no quería decir eso…

-          Apenas nos conocemos, es normal que te sientas así. Todavía ni nos hemos presentado formalmente. – Se volvió a sentar y extendió su mano. – Soy Lara. – La castaña alzó el ceño y sonrió de lado.

-          Becca. – Aceptó la mano de la morena y por un momento, sus miradas conectaron durante unos segundos.

-          ¿Becca Hale? – La enfermera la llamó, subió las gafas por el puente de su nariz y miró directamente a la castaña. – La doctora quiere hablar contigo. Ya tenemos los resultados.

-          ¿Eso… no ha sonado muy bien, no?

-          ¿Quieres que te acompañe?

-          ¿No será un poco raro que entres conmigo vestida así? Pensarán que soy una delincuente.

-          A mí no me importa lo que piensen, ¿y a ti? – La castaña miró a la agente por unos segundos y mantuvo una sonrisa ladeada.

-          No. La verdad es que no.

 

Los ojos marrones de la doctora viajaban desde los resultados hacia los ojos de Becca. Una y otra vez. Una y otra vez. Se quitó las gafas y las dejó encima de la mesa. La Agente y la castaña intercambiaron una mirada dudosa.

-          Ha sido un bajón de tensión. Nada grave. – Sonrió y por fin la castaña pudo sentirse aliviada. – Come bien, descansa mejor, y… tómate las cosas con calma. Puedo ver desde kilómetros la carga que llevas a tus espaldas. Por cierto… - Volvió a coger los papeles que anteriormente había dejado y su gesto se tornó serio. -  Veo que tienes antecedentes en tu familia de problemas cardíacos. Además… naciste con un soplo en el corazón.

-          Nada grave según dijeron los médicos.

-          Y no parece que lo sea, pero estas cosas es mejor tenerlas bajo supervisión. – Colocó su estereoscopio en el cuello y se acercó a la camilla. - ¿Podrías quitarte la camisa y dejar que te eche un vistazo?

-          Claro… - Dijo no muy segura. Desabotonó los botones de su camisa y la agente intentó mirar hacia otro lado, para no incomodar a la castaña que se desvestía. El encaje negro del sujetador comenzó a asomar, resaltando la blanquecina piel de la castaña.

-          Tranquila, puedes mirar. – Susurró conforme rebasaba a la Agente, que permanecía estática en un lado de la habitación.

-          Inspira profundamente. – Colocó el instrumento sobre su pecho, moviéndolo ligeramente por la pare izquierda. – Suelta el aire muy despacio… ¿Alguna vez tienes dificultades para respirar? ¿Palpitaciones anormales?

-          Nada fuera de lo normal, la verdad. – Intentó restarle importancia, volviendo a colocarse la camisa al mismo tiempo que la doctora volvía a su mesa.

-          Bien… Vendrás en unos meses a hacerte un par de pruebas coronarias. Es mejor tener vigilado ese soplo que tienes en el corazón. Por lo demás… - La doctora miró directamente a los ojos color avellana de Becca. – Tómate las cosas con más calma, preocúpate por ti, no te exijas demasiado, ¿de acuerdo? – La castaña emitió un pequeño suspiro.

-          No prometo nada. – La castaña acabó de abotonar su camisa y cogió los papeles que la doctora le tendía. – Gracias, Doctora Reyna. – La castaña se giró y la agente intercambió una mirada de preocupación con la doctora. Parecía que aquella profesional intentaba transmitirle a la Agente, que cuidara de la otra.

 

Sin decir nada, ambas llegaron al coche de la Agente Jones, la castaña montó e inmediatamente perdió su mirada en el horizonte mientras la morena conducía. Simplemente abrió la boca para pedirle que la llevara de vuelta a la cafetería.

 

-          ¿No deberías descansar? – La morena la miró cuando pararon en un semáforo en rojo.

-          Y llevar la cafetería. Y estudiar. Y… joder, demasiado.

-          Tienes demasiado peso sobre tus hombros…

-          No es nada, Jones.  No tienes que preocuparte por mí. – Volvió a romper el contacto entre sus miradas y dirigió su vista a la carretera. – Por cierto, el semáforo está en verde.

-          Tu prima ha dicho que tenías un examen en dos días. ¿Segura que no quieres ir a casa y…?

-          ¿Vas a comportarte como mi madre, o algo así? – Jones la miró con el ceño fruncido, sorprendida por lo que acababa de decir. – Lo siento, tengo mucho estrés acumulado… - Rectificó antes de comenzar una discusión de la que Jones no tenía la culpa.

-          A la cafetería entonces.

Llegaron en apenas cinco minutos y la castaña miró aterrada a través de la ventana.

-          ¡CORRE, JONES, ACELERA!

-          ¿Qué es lo que pasa?

-          ¿¡SE PUEDE SABER QUÉ HACES AQUÍ!? – La puerta del copiloto se abrió abruptamente y la cabeza de Erika se adentró de sopetón. - ¿QUÉ PARTE DE: VETE A CASA A DESCANSAR, NO HAS ENTENDIDO?

-          Eh… ¿Todo?

-          Jones. – Se dirigió con fiereza a la agente. – Lleva a esta mentecata a su casa. ¡Por dios te lo pido!

-          ¿Eso no crees que debería decidirlo…?

-          Que te calles, Becca. – La mirada de su prima Erika se endureció de tal forma que la castaña sintió sus piernas temblar. – Te juro que como te vuelva a pasar lo de…

-          ¡Sí, sí, sí! Está bien. – La acalló, antes de que pudiera acabar, despertando el interés de la agente, que se limitaba a mirarlas discutir. – Volveré mañana.

-          ¿Mañana? Ni de puta coña, prima.  Volverás a la cafetería cuando acabes ese examen tan importante que tienes en la universidad. Hasta ese momento, me encargo yo de la cafetería. Y ni se te ocurra abrir la boca si no quieres que te atice con la puerta del coche. – Cerró la puerta, sin ni si quiera dejar que Becca se defendiera, ni si quiera que pudiera abrir la boca.

-          Espero no pelearme nunca con tu prima. Joder, qué intensidad.

-          Es demasiado exagerada. – Dijo recostándose sobre el asiento. – Muy, pero que muy exagerada.

-          Tiene razón. – Los ojos azules de la morena se desviaron hacia la castaña. – Tienes que cuidarte. -Le brindó una pequeña sonrisa y Becca rompió el contacto.

-          Y tú tienes que volver al trabajo. Así que iré andando a casa. – Abrió la puerta y la agente intentó detenerla.

-          Puedo llevarte, no es ninguna molestia.

-          Vivo cerca de aquí, no te preocupes. – Y le cerró la puerta sin dejar que la agente volviese a responder. Suspiró agarrando el volante y se quedó fría, preocupada, con una sensación extraña en su estómago. ¿Había hecho algo que había incomodado a la castaña? ¿Había insistido demasiado? La puerta del copiloto volvió a abrirse, por lo que la morena giró su rostro confusa.

-          Gracias por todo, Lara. – Y cuando la castaña volvió a desaparecer, arrancó el coche dirección: a la comisaría. Esta vez con una pequeña sonrisa.

 

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-          ¿Has visto quién está ahí? – Erika apareció de la nada, dejando una nueva comanda en la cocina. Becca la miró con el ceño alzado, sin tener ni idea de qué pasaba. - ¡Alex!

-          ¿Qué? – Preguntó rápidamente. - ¿Qué hace aquí?

-          Pues tomar un café, desayunar… es una cafetería. – Dijo de manera obvia. – O… podría haber venido para verte a ti.

-          No me jodas.

-          Siempre puedes decirle que se largue por donde ha venido. – Respondió con simpleza. - ¿Quieres que se lo diga yo? ¡Estaré encantada de hacerlo!

-          ¡Eh, eh! ¡Para! – La agarró de la muñeca tirándola hacia ella. – Iré yo.

-          ¡Si necesitas un par de puños más, házmelo saber!

-          Tranquila, sabré manejarla. – La pelirroja sonrió nada más verla aproximarse a ella.

-          Te escapaste después del examen, no puede ni preguntarte qué tal te fue.

-          Bien, como siempre. Gracias por preguntar. – Sonrió y esbozó una sonrisa condescendiente. - ¿Qué te pongo?

-          Uf… Esa pregunta tiene muchas respuestas posibles. – Tiró su pelo a un lado y miró a Becca, comiéndosela con la mirada. – Lo primero de todo… muy cachonda.

-          Alex… estoy trabajando.

-          Lo sé, perdona. – Mantuvo su sonrisa ladeada y recorrió a Becca con la mirada. – Un capuccino y un trozo de tarta de zanahoria.

-          Enseguida. – Se escabulló con rapidez hacia la cocina, encontrándose de bruces con Erika.

-          ¿Muy cachonda? ¿En serio? Es que la voy a matar.

-          Ya sabes cómo es, no sé de qué te sorprende. – Suspiró con pesadez y movió su cuello haia un lado, masajeándolo.

-          Es una zorrona.

-          Me encanta que os llevéis tan bien. – Ironizó. – Ha pedido un capuccino y un trozo de tarta de zanahoria. ¿Te ocupas tú?

-          Claro, lo rociaré con matarratas y estará listo en un segundo.

-          ¡Erika!

-          Te voy a quitar un gran peso de encima, ¡No sé por qué te quejas! – No hizo falta que le dijera nada, una simple mirada le bastó. – Ay, que sí. Yo me encargo. Ve a atender a tu querida policía, que acaba de entrar por la puerta. Está cañón, eh.

-          ¿Lara?

-          Uh, ¿ya no es la Agente Jones? – Se movió de manera insinuante y curiosa hacia Becca. – Qué cercanas os habéis vuelto.

-          No la he visto desde el incidente en el hospital. – Encogió sus hombros, restándole importancia. – Encárgate de lo de Alex, iré a por lo de Jones. – Recalcó el apellido y Erika se burló de ella con una mueca.

-          ¿Día libre? – Preguntó al acercarse y comprobar que la morena vestía de manera casual.

-          Así es. Por fin. Llevaba dos noches seguidas de guardia.

-          Eso explica tus ojeras. – Sonrió de lado y la agente la miró con sorpresa.

-          ¿Tengo…?

-          Es broma. Estás muy guapa, Jones. O sea… - La morena alzó el ceño y Becca se limitó a apartar la mirada durante unas milésimas de segundo. - ¿Qué quieres tomar? – Terminó por preguntar, con vergüenza.

-          Un café estaría genial. Sólo, por favor.

-          Enseguida. – Giró sobre sus pies y comenzó a moverse con agilidad, manejaba la cafetera como si fuera una extensión más de sus brazos.

-          ¿Qué tal el examen? – La castaña giró, mirando a Jones con expectación. – Tenías uno, ¿verdad? Hace dos días… creo.

-          Sí, sí. Sólo… me sorprende que preguntes. Como si te…

-          ¿Importara? – Sonrió. – Te he acompañado al hospital, incluso entré contigo a la consulta. ¿Acaso eso no nos hace íntimas? – Soltó una pequeña risa y Becca se quedó prendada de la divertida mirada que Jones le propinaba.

-          Salió bastante bien. Gracias por… preguntar. – Giró y rellenó una taza de café, ofreciéndoselo a la morena.

-          No hay de qué… Por cierto, ¿Cómo te encuentras?  Me quedé algo preocupada cuando el otro día…

-          Becky. – La castaña alzó el rostro, dirigiendo su mirada detrás de Jones. – Estaba todo muy bueno. ¿Me cobras?

-          Sí, claro. – La rubia se apoyó sobre la barra, mirando de soslayo a la morena que previamente mantenía una conversación con Becca. Jones sonrió levemente, volviendo a degustar su café. La mirada de Alex sobre ella comenzaba a incomodarla.

-          Te echo mucho de menos en la universidad, Becky.

-          No me llames Becky, por favor. – La castaña giró, dándole el cambio a la pelirroja que seguía mirándola con una sonrisa ladeada. – Aquí tienes, gracias por venir. – Hizo caso omiso al comentario anterior, no quería comenzar una discusión ni montar una escena en medio de la cafetería, ni mucho menos delante de Jones.

-          ¿Cuándo te dejarás ver por clase? – Insistió la pelirroja, ganandose un suspiro de Becca.

-          Pronto, Alex, pronto. – Intentó zanjar la conversación.

-          Te veo muy tensa. – Volvió a atacar. – Ya sabes dónde encontrarme si quieres relajarte. – Se insinuó de manera exagerada, lo que incomodó a Becca.

-          Eh, tú, arpía. Aléjate de mi prima. – Erika se hizo presente en la conversación, colocándose delante de Becca y bloqueando su campo de visión.

-          Ya tardaba en salir el bulldog. Becca, te he dicho mil veces que no le sueltes la correa.

-          ¿Pero quién te crees que eres, zorra estúpida? ¡No sé cómo mi prima pudo tener algo contigo!

-          Pregúntale a ella si tantas dudas tienes. – Ambas se quedaron mirando a Becca, en busca de respuestas.

-          Estáis montando un auténtico espectáculo en medio de la cafetería. No molestéis a los clientes. – Erika esbozó una sonrisa victoriosa. – Y hablo por las DOS. – Erika rodó los ojos.  – Sois unas pesadas. – La pelirroja hizo un gesto de burla hacia Erika, la cual no dudó en responder.

-          Erika, ve a atender a los clientes que acaban de llegar. Y tú, Alex, deberías ir a la universidad.

-          Ha sido un placer verte, como siempre.

-          Eso ha sido… intenso. – Se atrevió a decir Jones, dejando con cuidado la taza de café. - ¿Una exnovia?

-          No llegamos a tanto. – Aclaró la castaña. – Simplemente tuvimos un par de encuentros casuales.

-          Y la muy zorra se ha enamorado de mi prima. – Atacó Erika.

-          Yo no diría que…

-          Está obsesionada contigo, que es todavía peor. – Extendió la nueva comanda e inmediatamente Becca comenzó a preparar otro par de cafés. - ¿Tan bien le das al tema, que no puede dejarte ni un día en paz? – Jones miraba la escena con expectación, sin perder detalle de las expresiones que la castaña iba adoptando en su rostro.

-          No me gusta presumir pero… - Vaciló Becca, ganándose una pequeña risa de su prima.

-          ¿Y tú, Jones? ¿Tienes alguna admiradora detrás de ti? Los uniformes pueden llegar a ser muy irresistibles.

-          ¡Erika! – Llamó la atención de su prima. – No incomodes a Jones.

-          No es como si la estuviera obligando a contestar. – Miró con carita de cachorro a Jones, casi rogándole porque contestara a su pregunta.

-          Que yo sepa… no, no por el momento. – Admitió con una pequeña sonrisa que Becca no pasó desapercibida.

-          Entonces ponme la primera en la lista. – Dijo Erika rápidamente, ganándose una mirada divertida de la Agente. – Porque ese culo merece ser adorado como dios manda.

-          ¡ERIKA!

-          No te preocupes, Becca. No me molesta. – La morena rió con las ocurrencias de la rubia. – No creo que sea para tanto, Erika. Pero gracias por subirme la autoestima. – Acompañó la morena con una sonrisa.

-          Soy hetero y te juro que por ti cruzaba la acera. – Terminó por admitir con una sonrisa vacilante, desapareciendo hacia la cocina para preparar los pedidos.

-          Eres demasiado buena, no tendrías por qué haber aguantado eso. – Se disculpó con vergüenza. – Lo siento, mi prima es un poco… descarada.

-          Es una chica muy animada. Me cae bien.

-          Se nota que no la tratas todos los días, eh. Seguro que te acabaría cansando.

-          ¡Te estoy oyendo, Becca Hale! – Vociferó Erika desde el fondo de la cocina, arrancando una risa en la garganta de la morena.

-          Lo que yo te decía, una completa descarada. – La morena miró el rostro de la castaña, la cual no dudó en esbozar una sonrisa al seguir escuchando a Erika quejarse. – Y… ¿Llevas mucho tiempo en la ciudad? – Intentó romper el hielo al observar que la morena no dejaba de mirarla.

-          Apenas dos semanas. Y a decir verdad, entre el trabajo y la mudanza… no he tenido mucho tiempo de ver la ciudad. – Admitió con algo de pena en su voz.

-          ¿Has dejado muchas cosas atrás? – Preguntó con interés, intentando no adentrarse en el terreno personal de la agente.

-          Una relación que no iba a ningún sitio… y una vida monótona y rural en el campo. – Mantuvo la mirada de Becca con la suya y ladeó su sonrisa. – No me malinterpretes, me gusta vivir en el pueblo y eso, pero… necesitaba un cambio. Retos, aventura… Adrenalina. – Becca juraría haber visto una intensidad increíble en los ojos azules de Lara. Estaban llenos de vida, de ganas. De tantas ganas, que incluso removió algo dentro del estómago de la castaña. – Quizás por eso me hice policía. Cada día es algo nuevo y excitante…. Nunca sabes qué va a pasar. – La mirada azulada de la morena atravesó por completo a Becca, casi analizandola por completo. – En cambio a ti… - Becca alzó el rostro, sintiendose en alerta. – Te gusta tener todo bajo control.

-          No me gustan las sorpresas.

-          A veces son inevitables… - Extendió el dinero de café hacia la mano de Becca, la cual tardó un poco en reaccionar. Se levantó y giró sobre sus pies, con la atenta mirada de la castaña sobre su espalda. – Por cierto… - Volvió el rostro y su mirada se intensificó, pero transmitía una sensación dulce y tierna que sacudió a la castaña. – No te esfuerces demasiado, lo estás haciendo genial. – La morena volvió a reanudar su paso hacia la salida y la castaña no pudo ni reaccionar, comprobando que quizá, y solo quizá, el culo de Jones sí era digno de adorar.

Notas finales:

nos vemos prontito prontito, prometido <3


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