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Save Me (Superbat) (Crossover Marvel/DC) por Mariela

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Había un dicho popular que Fury nunca en su vida había creído; los ojos son las ventanas del alma. Esa afirmación siempre le había parecido más una fantasía divulgada por quienes creían en fuerzas invisibles rigiendo el mundo, como quienes creían en el destino. Honestamente, la idea de que existiera una historia ya escrita para cada ser humano en el mundo, o que ciertos eventos importantes en su vida sucedieran porque alguien así lo quiso, le resultaba impensable y estúpida.


¿Qué si habían hilos rojos en los meñiques de cada persona? Superticioso. ¿Qué si el destino quiso que se conocieran? Absurdo. ¿Qué si solo faltaba el indicado? Desesperado. Nick Fury no creía en eso, y, se dijo, nunca lo creería. Porque, no, el destino o los hilos rojos no tenían nada que ver con que  haya creído que un día aparecería un omega que despertaría su lado alfa, eso, en realidad, había sido más bien lógica.


Sin embargo, dicho escepticismo se desvaneció cuando vió de nuevo los ojos azules del omega que había despertado su deseo, y sintió como si fuera la primera vez que los veía. Era imposible no quedar hipnotizado por ellos, es decir, eran más azules de los que alguna vez había visto, más que los del mismo Capitán América, más que la Agente 13, mucho más que el cielo, y Fury no podía describirlos. Los ojos del omega eran de un azul enigmático, podía fácilmente compararlos con la noche sin razón alguna, aún sabiendo que la noche era oscura y no había nada azul en ella. Brillaban. Estaba seguro de que sí.


Y es que Fury veía más que un par de irises iluminadas por la poca luz de la noche, él, de alguna forma que no podía explicar, estaba viendo más allá del azul. Él veía la fríaldad del omega, su serenidad, veía firmeza, audacía, misterio, intriga, dolor, dureza, oscuridad, y, en contraposición, bondad, esperanza, luz...amor. Esto último hizo rugir a si alfa interno.


Sabía que ese amor no era para él.


¿Qué cómo estaba tan seguro? Era la deducción lógica si se consideraba que ellos, en realidad, nunca se habían tratado de forma tan íntima como para considerar un amor a primera vista. Además, lo sentía. No podía explicarlo, pero sentía que ese amor no era para él.


Pero bien podría ganarselo.


No era idiota, no necesitaba sumar dos más dos para tener una idea de quien tenía el corazón del murciélago. Tenía que ser el alfa con el que había llegado a su dimensión. El súper alfa.  Y tomando en cuenta la magnitud de la competencia, ciertamente no tenía mucho que ofrecer, no tenía poderes, y menos un dominio tan grande, pero no había marca en su cuello, no pertenecía oficialmente a nadie, él mismo se lo había dicho, no estaba vinculado, y era esa mínima posibilidad la que alimentó las ganas de acercarse a Bruce.


-Tardaste.


Sonrió. La ironía de eso era que en verdad había tardado, pero no en el contexto al que seguramente se refería el omega. No. Él había tardado en reconocer que había alguien para él, que el destino sí existía y era a causa de éste que ellos se habían conocido.


-¿Sabías que vendría?


-¿Crees que no me dí cuenta de que nos espiabas en el estacionamiento? Sabía que nos seguirías.


-Brillante.


-Lógico, en realidad.


-Cierto.


-¿Vienes a arrestarnos?


¿Arrestarlos? Oh, si el omega supiera que la idea ni siquiera le había cruzado por la cabeza.


-No-afirmó acercándose a observar la ciudad a lado del murciélago.


-¿Cuál es tu propósito aquí, entonces?


"¿Propósito?", pensó frunciendo el ceño. Si era honesto consigo mismo, no lo sabía. O no lo había sabido hasta que estuvo ahí, justo en el mismo lugar que el omega, justo a lado de él, a solas. La respuesta, aunque simple, era aterradora en muchos aspectos, pero eso no evitó que la concediera.


-Quería verte.


Bruce arqueó una ceja y desvió la mirada del alfa para posarla en la vista nocturna, bajándo su guardia tan descuidadamente que el moreno no pudo evitar sentirse complacido por haber echado abajo ese muro. Sin embargo, dicha satisfacción desapareció cuando lo observó con más detenimiento, y notó el rojo de sus ojos y lo hinchados que estaban. Tan deslumbrado estuvo del enigmático azul que no había reparado en lo que los opacaba.


-¿Por qué llorabas?-preguntó por inercia.


El receptor de la pregunta dió un respingo y frunció el ceño sin voltear a verlo.


-No lo hacía.


-Mientes.


-No te debo explicaciones.


Esta vez fue Fury quien arqueó una ceja. Era claro que el omega estaba a la defensiva, y no ganaría nada presionándolo, así que decidió cambiar de tema, sin embargo, Bruce se adelantó.


-¿Por qué querías verme?


-¿No puedes adivinarlo?


El murciélago volteó hacia el alfa y lo miró fijamente. Claro que podía, de hecho, lo sabía, y no podía equivocarse. Los alfas, después de todo, eran predecibles, sus mentes eran fáciles de comprender, y esa parecía ser una constante en todas las dimensiones. Y, contrario a lo que podía pensarse, por primera vez en su vida no se molestó al ser pretendido por un alfa.


-De hecho, lo sé.


Lo siguiente tomó desprevenido al moreno. Bruce se acercó a su rostro hasta rozar su naríz, lo rodeó con los brazos, y lo besó. Los ojos de Fury se abrieron con sorpresa, paralizandose por a penas unos nanosegundos tras los cuales no dudó en atraer al omega por la cintura y profundizar el beso.


*********************************************************************


-Es la última vez que te lo pregunto de buena manera, omega, ¿dónde está Batman?


El castaño jadeó adolorido y posó su mirada iracunda sobre el mercenario, apretando tras de sí sus puños y removiendo sus muñecas para deshacer las ataduras.


-¡Ya te dije que no lo sé! Carajo, ¡ni siquiera sé quién diablos es Batman!


El splash de una bofetaba resonó en las paredes del departamento, y Tony se mordió el labio con impotencia ante el terrible ardor en su mejilla. Cerró los ojos y contuvo las ganas de llorar, pero al hacerlo, las imágenes de su secuestro le explotaron como bomba, estremeciendolo al recordar las palizas y las manos de esos hombres buscándo poseerlo, los días de hambre y sed, la oscuridad de la cueva y la dureza de la piedra al dormir. Levantó los parpados de golpe justo a tiempo para recibir una patada en el estomágo que le sacó el aire y lo aturdió por unos segundos. Al menos, cuando estuvo bajo la custodia de esos terroristas sabía exactamente por qué estaba ahí, pero ahora, ni siquiera entendía qué motivos tendría un psícopata con espadas y secuses robots para atacarlo en su propia casa, violándo la seguridad de JARVIS y emboscándolo con la guardia baja mientras se ahogaba en alcohol, lágrimas y pena. Es decir, era verdad que como Ironman se había hecho de algunos enemigos, y como Tony Stark también, la prueba de ello era el Mandarín, pero ese mercenario no estaba obligándolo a construir cohetes de destrucción masiva, ni le cobraba alguna afrenta del pasado, sino que le preguntaba por un tal Batman como si estuviera seguro de que él sabía donde se esconde ese sujeto, el cual, por la forma tan peculiar con la que lo llamaba, podía deducir que se trataba de algún héroe, pero no conocía a ninguno llamado Batman, y no importaba cuántas veces se lo explicara al alfa, éste seguía insistiendo en que trataba de incubrirlo.


Además de que cada vez que negaba conocer o saber algo del él, éste lo golpeaba o lo pateaba.


-Mi paciencia se agota-habló Deathstroke desenfundando su arma-Necesito que me digas dónde está el murciélago ahora o las cosas se pondrán aun más feas para tí.


-Ya te dije que no sé de quién hablas-dijo sosteniendole la mirada-Mierda, si lo supiera ya te lo habría...


-¡No juegues conmigo!-rugió embravecido-Sé que sabes donde está, y vas a decirmelo ahora mismo o voy a poner una bala en tu cráneo.


-¡¿Qué tengo que hacer para que me creas?!


-Los Metalmen dicen que las cámaras de seguridad de tu torre captaron a Batman y a Superman saliendo de aquí, así que no importa cuánto me jures que no sabes nada, yo sé que mientes.


-¡Ni siquiera sé de quien rayos me hablas! No sé quién es Batman ni quién es Superman, y si ambos estuvieron aquí fue seguro porque irrumpieron.


-No mientas.


-¡No lo hago!


El alfa miró fijamente al omega en el suelo, lo pateó en el rostro, cargó su arma y apuntó a una de sus piernas.


-Te lo preguntaré de nuevo, ¿dónde está Batman?


-¡Que no sé, coño!


Bang.


-¡AH!-gritó Tony retorciendose de dolor con la bala incrustada en su pierna-¡Estás loco!


-Intentemoslo de nuevo-dijo con simpleza- ¿Dónde está Batman?


-¡No sé!


Bang, Bang.


-¡Aaahhh!


-Será peor para ti si no hablas.


-¡Ya te dije que no sé dónde está ese tal Batman!


-Y seguir mintiendome no ayudara.


-¡No estoy mintiendo!


Deathstroke suspiró. El castaño era testarudo, leal hasta el final, y sabía que seguir torturándolo no lo haría hablar. De hecho, él tampoco lo haría en su lugar, por eso, optó por volver a guardar su arma y acuclillarse frente al él. Tomó su mentón y lo obligó a verlo.


-Lindo omega, esta es tu última oportunidad, dime dónde se esconde Batman.


Tony lo miró y tragó saliva. Todo dolor que pudiese sentir en su cuerpo pasó a segundo plano cuando observó al alfa y la lujuria que reflejaban sus ojos. La reconocía, había visto el mismo deseo en los soldados que trataron de tomarlo a la fuerza en aquella cueva, donde Yinsen, su compañero de celda alfa, lo salvó incontables veces de ser ultrajado, pero ahora, Yinsen no estaba. No estaba nadie para ayudarlo y había echado a Steve el día anterior por haberle sido infiel.


-¿Y bien?-volvió a preguntar el alfa, acariciándo su mejilla.


Rayos, ¿quién demonios era Batman? ¿Por qué había entrado a su torre? ¿Cómo había irrumpido en primer lugar sin que JARVIS lo detectara? ¿Y por qué diablos ese hombre estaba buscándolo tan desesperadamente? Tony estaba completamente seguro de que nadie extraño había estado en la torre, los únicos, además de él, que estuvieron ahí fueron Steve y sus "amigotes", y no es que...Alto. ¿"Amigotes"? Claro. "Tienen que ser ellos", pensó. Los únicos desconocidos que pusieron un pie ahí fueron esos amiguitos del Capitán, así que, o uno de ellos era el tal Batman, o alguien en verdad había burlado su seguridad. Aunque de igual forma no importaba.


No sabría dónde encontrarlos de todos modos.


-Estoy esperándo-dijo Deathstroke propinándole otra abofetada.


Tony ahogó un gemido de dolor y se volvió hacia el mercenario con los ojos llorosos pero una mirada firme.


-¡No-lo-sé!-escupió.


Slade apretó los dientes y atenazó el cuello del castaño con su mano.


-gaghk...aakk...


-Recuerda entonces que esto te lo buscaste por ser partidario del murciélago.


Dicho esto, y sin deshacer el agarre, comenzó a tirar de su ropa. Si el omega no respondía a su tácticas de interrogatorio comúnes lo haría luego de probar la crueldad con la que podía tratarlo en la cama.


*********************************************************************


Nicolás Fury no podía recordar la última vez que había saboreado los labios de alguien más. Había tenido citas, por supuesto, no era un tempano de hielo, había salido con algunas betas en su juventud, y una que otra por ahí más recientemente, y claro que las había besado, claro que había tenido encuentros sexuales, pero estaba completamente seguro de que ninguna íntimidad antes experimentada podía compararse con Bruce. Ningún beso previo podía igualar el sabor de los labios del omega de ojos azules, de la cálidez de su cuerpo, de lo embriagante de su aroma. Solo sabía que entre más tomaba de él, más quería.


Mucho más.


Bruce, por su parte, sufría de un conflicto interno. Había iniciado ese beso guiado por el dolor de saberse destinado a estar solo de por vida. Había pensado, a penas por un segundo, que si Clark había encontrado a un buen omega en Steve Rogers, él bien podía encontrar un alfa compatible en Fury. El alfa, después de todo, no era tan diferente a él, y de eso se había dado cuenta la primera vez que se enfrentaron, por eso creyó que podía aceptar la atracción de éste hacia él, que podían caminar juntos en la oscuridad, pero cuando sus labios se encontraron, descubrió con horror que no sentía nada. Fury no podía hacerlo sentir nada. Y se preguntó, "¿esto es lo que en verdad quiero en mi vida?". Tenía que ser honesto, no quería a alguien que en lugar de darle esperaza, ser una antorcha o un sol para sus tinieblas, solo lo conduciera por senderos aún más oscuros. No. La verdad, él no quería a nadie más en su vida que no fuera Clark.


Él quería a Clark. Así de egoísta era.


Pero no tuvo tiempo de pensarlo por más tiempo, ni siquiera lo tuvo para romper el beso, ya que, en un parpadeó, Superman apareció en escena y lo separó de Fury con brusquedad, para luego levantar al moreno del suelo estrujándo su cuello a la par que gruñía y mostraba sus dientes en señal de cólera.


-¡CLARK!


-¡¿CÓMO TE ATREVES A TOCAR A MI OMEGA?!


Kent estaba furioso. Había escuchado los latidos acelerados de su compañero cuando abandonaba el departamento y corría al techo, pero no le había dado tanta importancia al estar charlándo amenamente con Steve, sin embargo, cuando llegaron a su súper oídos los sollozos de Bruce, y los latidos de alguien más con él, no dudó ni un segundo en subir lo más rápido que había podido, encontrandose a su omega en los brazos de otro alfa, besándolo y estrechándolo. La sola imagen lo había paralizado por unos cortos nanosegundos, tras cuales no dudó en saltarle al cuello a ese alfa inferior que pretendía arrebatarle lo que le pertenecía.


-¡Clark!-gritó el omega, acercándose al kriptoniano-¡Clark, suéltalo!


Pero el alfa no lo escuchaba, estaba ardiendo en rabia, y que el otro alfa no hiciera más que retarlo con la mirada no ayudaba a calmar las cosas.


-¡Clark, por dios, suéltalo!


-...gaghk...akgaggk...n-o...ti-agk...tu...mar-ah...ca-dijo el moreno con difícultad, intentándo en vano apartar la mano de su cuello-Lu...cha-gagg kagg akk...ré...por...¡aggk!...él...


Tal declaración sorprendió en demasía al murciélago, pero el asombro desapareció rápidamente para dar paso a la desesperación al ver que el granjero estaba más furioso, a tal punto de que desplegó su dominio para mandar una advertencia a su rival. Era obvio que no estaba razonándo ya que terminó mareandolo y haciendo que le punzara la cabeza, sin embargo, en esta ocasión se sobrepuso y comenzó tirar del brazo libre de Clark para apartarlo del moreno.


-¡Suéltalo, maldita sea ¡Claaark!


-Grrr.


-¡Alfa, suéltalo!


Clark se volvió hacia él tan abruptamente que lo asustó. Siempre despreció los comandos para omegas, eran sólo otra forma de hacerlo sentir inferior al necesitar de palabras especiales para defenderse de un alfa, pero ya que dichas palabras le habían funcionado en ese momento, bueno, no tenía otra opción que conciderar usarlas de vez en cuando. Clark, aún siendo un alíenigena, había reaccionado a ellas, y aunque se mostró renuente a obedecer en las primeras mílesimas de segundo, cuando repitió la orden finalmente lo hizo.


-Vámonos-ordenó tirando de su brazo.


Kal-El no respondió, en cambio, apretó los puños sin dejar de mirar al moreno que yacía en el suelo intentándo recuperar el aire.


-Alfa, vámonos.


Dicho esto, el aludido al fin accedió y siguió al omega de vuelta a su habitación. Antes de que Bruce cruzara el umbral de la puerta que lo conducía a las escaleras, miró por última vez al otro alfa y sus miradas, sin quererlo, se conectaron.


-Lo siento-dijo, para luego cerrar la puerta y desaparecer.


Fury se quedó unos minutos más hasta que pudo respirar con normalidad y se puso de pie sobándo su cuello.


-Bueno-dijo guardando sus manos en sus bolsillos y mirando hacia el cielo nocturno-Nadie dijo que era seguro.


Cualquiera que lo viera y lo escuchara en ese momento podría decir que lo estaba tomando con demasiada tranquilidad, cuando en realidad, la indiferencia era la forma en que Fury lidiaba con las decepciones, con la felicidad, con la admiración, con la satisfacción, con la furia...con el dolor. Podría decirse que con todas las emociones en general. ¿De qué otra forma podía hacerlo? Incluso en ese momento de profunda decepción, ¿para qué le serviría lamentarse? Bien lo había dicho, nadie le había asegurado que, el que los caminos de dos personas estuvieran destinadas a encontrarse, no significaba que tendrían que unirse. No es que estuviera rindiendose, parte de ser un buen líder era saber cuándo ha perdido, y en realidad, prefería haber probado por un mísero minuto los labios del omega que lo había cautivado, a no haberlo hecho nunca. ¿Qué si fué un romance muy corto? Ni siquiera sabía si podía definir la atracción como un romance. Y en todo caso, a sus ojos, había sido el más duradero romance que había vivido. Uno que duró para siempre.


Porque, después de todo, a veces, para siempre es sólo un minuto.*


*********************************************************************


-¡¿Por qué carajos estabas besándo a ese alfa?!-reclamó Clark a penas estuvieron de vuelta en el departamento.


-¿Qué? ¿Disculpa? ¿Acaso te debo explicaciones alíenigena idiota?-respondió Bruce con el ceño fruncido.


-¡No quiero que vuelvas a verlo nunca más!-exigió sujetándo al omega del brazo.


-¡Auch! ¡Suéltame, animal!


-¡¿Entendiste, Bruce?!


-¡¿Y por qué maldita sea tengo que obedecerte?! ¡No eres nadie para exigirme nada! Además, ¿qué hacías allá arriba? ¿Qué no estabas con Rogers? ¿O ya se durmió luego de tanto ejercicio?


-¡¿Qué?! ¿De qué rayos estás hablándo?


-¡Sabes de que estoy hablando! Y ya sueltame que me estás lastimándo-dijo tirándo de su brazo.


Clark lo miró confundido por unos segundos, pero cuando logró descifrar el significado de las palabras del omega, no pudo más que fruncir más el ceño.


-¿Piensas que me acuesto con Steve? ¿Por eso te fuíste? ¡¿Por eso ibas a dejar que ese tipo se metiera entre tus piernas?!


El silencio de parte del millonario se lo dijeron todo.


-¡Carajo Bruce! ¡¿Qué mierda tengo que hacer para me creas?! ¡Te amo, joder! ¡Eres mío!-recalcó atenazando con más fuerza el brazo del omega, y arrancadole un gemido de dolor-¡¿Por qué no puedes entender eso?! ¡Steve no significa nada para mí! Nada más allá de un buen amigo.


-¡¿Y por eso lo tenías entre tus brazos?! ¡¿Por eso aspirabas su glándula omega?! ¡¿Por eso estabas en su nido?!


-¡Hay una explicación para eso Bruce!


-¿Y qué me vas a decir esta vez? ¿Instinto de nuevo?


-¡No! Pero...


-¡Maldición, sólo admitelo! Admite que te atrae, que quieres hacerlo tu omega, anda, ¡dilo! ¡Dí que solo fuí instinto para tí!


-¡Eso no es verdad!


-¡Claro que sí!


-¡Ya basta Bruce!-gritó acercándose peligrosamente a su rostro-Te amo-dijo con una seguridad tal que Bruce se quedó sin aliento-Te amo, y ya no sé qué hacer para demostrartelo.


El omega se sintió sobrepasado por la penetrante mirada del alfa. Era tan clara, tan transparente y honesta. ¿Cuánto hacía que él no veía una honestidad así? Prácticamente todas sus esperanzas en las personas habían muerto con su padres en aquel callejón. Su infancia también, ya que luego de quedarse huérfano, él er hombre de la casa, más que eso, era el líder, el heredero, el dueño y señor de todo, y todos esperaban, no, exigían que se comportara como tal. Los juegos, los sueños, las ilusiones, la inocencia, todo eso murió en su interior, incluso sus amistades, y las buenas personas también. A partir de aquel momento, todo el que entrara en contacto con él no sería más que un depredador buscando obtener algo. Alfas, betas, y omegas por igual. Confíar en alguien ya no eta opción. Todos querían, ya fuera su fortuna, su empresa, o a él, pero siempre querían algo. Nadie era honesto. Nadie era auténtico. Y Bruce aprendió que no importaba que tan sincera sonara una persona, sus ojos siempre revelarían la verdad, porque siempre encontraba algo oscuro o perturbador en las miradas de las personas.


O eso había creído hasta ese momento.


Clark tenía, probablemente, la mirada más honesta de todas. Clark era sincero, Clark no tenía segundas intenciones, Clark no deseaba sus bienes, Clark no quería nada más que su corazón, y no ambicionaba más allá de lo que podía recibir de él. Y Bruce no pudo apartar la vista. Su corazón latía desenfrenado de nuevo, sus manos sudaban.


Lo amaba. Dios, lo amaba tanto, y a cada segundo se enamoraba más de él. Quizá por eso no hizo nada por alejarse cuando éste comenzó a acercarse a sus labios, por eso no desconectó sus miradas, y tal vez por eso sus manos se aferraron a la camisa del alfa cuando finalmente se fundieron en un beso. El más dulce beso que Bruce alguna vez recibió.


Unos minutos después, ambos se acariciaban por encima de la ropa. Clark acariciaba las caderas del omega, y el omega estrujaba su camisa entre sus dedos, y sus feromonas se mezclaban en armonía en el ambiente, desapareciendo todo rastro de ira y celos que pudieron haber dejado minutos antes en el calor de la discusión. Justo ahora, otro tipo de calor los invadía.


Un calor sofocante que los llevó a intentar arrancarse la ropa desesperadamente. Las camisas fueron lo primero, y mientras Clark devoraba el cuello de su omega, éste desabrochó su pantalón para poder colar una de sus manos y tomar el miembro del alfa para estimularlo. Clark gimió y pasó su lengua por la glándula omega del millonario, causándo que se estremeciera.


-Clark...-suspiró de placer.


El kriptoniano dibujó un recorrido con su lengua del cuello a los pezones, y el omega dió un respingo con la primera mordida.  La mano que estimulaba al alfa tuvo que abandonar su tarea cuando éste se puso de cuclillas para continuar su recorrido hacia el miembro contrario. Lo engulló en cuanto lo tuvo enfrente y comenzó a lamer y succionar, sin dejar, en ninún momento, de pellizcar y acariciar los pezones de Bruce, quien se estremecía y gemía complacido.


-Más fuerte-pidió.


Bruce nunca había hecho esto con un alfa, sus compañeros sexuales siempre fueron betas femeninas, y aunque realmente llegó a disfrutarlo, estaba seguro que no se comparaba en nada a esto. Las feromonas dominantes de Clark lo embriagaban al punto de entorpecerlo, algo que estaba seguro era provocado por el exceso de dominio del boy scout debido a sus celos, pero le gustaba. Le agradaba la forma en que Clark estaba sometiendolo con sus feromonas, le agradaba la forma insconcientemente agresiva con la que pellizcaba sus pezones y mordía su miembro, amaba la deliciosa mezcla de dolor y placer que le brindaba.


Y quería más.


Clark, por su parte, no era conciente del todo del trato inusualmente rudo con el que estaba tratando a su amante. En su cabeza, la palabra o se repetía sin cesar, acrecentándo la necesidad de demostrarle al murciélago y a cualquier alfa que quisiera arrebatarserlo (coffcoffcomoNickFurycoffcoff) que ese hermoso omega era suyo, y si para eso tenía que marcar cada centímetro de su piel, estaba más que dispuesto a hacerlo.


-C-Clark...me voy a...correr...-informó el omega, sacudiendo su cabeza y con los ojos cerrados.


El alfa sonrió y se detuvo. Bruce gruñó incorforme, pero al bajar la mirada se topó con la sonrisa diabólica del alfa que le causó un escalofrío que, por supuesto, disfrutó. Kal-El se levantó del suelo entonces, tomó fuertemente los cabellos del más bajo y tiró de ellos para acercarlo a su boca, atrapándo sus labios en un beso más desesperado y agresivo. Wayne se aferró a la espalda del alfa, pero cuando menos se lo esperó, éste lo obligó a dar la vuelta y lo empujó con violencia a la mesa del pequeño comedor, estrellándo su cabeza contra la madera para inclinarlo sobre ella y tener una exquisita vista de su entrada.


-Eres mío, Bruce-murmuró en su oído con una frialdad tan poco usual en él que logró exitar al omega.


-Demuestramelo-retó con una sonrisa burlesca.


Sí, le dolía la ingle y los testículos de lo duro que lo había dejado el maldito alfa, pero eso no era ningún impedimento para desafíarlo más. Bruce encontraba interesante conocer qué tan posesivo y oscuro podía llegar a ser el boy scout.


-Ya lo verás-respondió mostrándo sus colmillos.


Y, sin más, metió dos dedos de golpe en la entrada de Bruce, tomándolo por sorpresa. Estaba muy mojado ya por la exitación, pero Clark necesitaba prepararlo más si quería entrar en él.


-ngh...ah...-gimió el murciélago apretándo los puños sobre la mesa y mordiendo su labio.


No dolía, para nada, pero se sentía tan condenadamente bien que no podía con las sensaciones, y menos aún cuando el alfa, sin mucho esfuerzo ni tiempo, encontró su punto G y presionó en él.


-¡Ah!


Lo necesitaba. Desesperaba por tenerlo dentro, y el muy malvado lo sabía, por eso, en lugar de su pene, Clark metió su lengua y saboreó el líquido transparente que se escurría sin cesar de él, contrayendo sus paredes anales y causándo que se retorciera de placer.


-¡Clark!-gritó entre gemidos-¡Metela ya!


El alfa simplemente sonrió ante su orden, y cuando quiso levantarse, lo estrelló de nuevo contra la madera, casi rompiendo la mesa, para luego erguirse con superioridad y gruñir.


-Quédate quieto-ordenó con voz alfa.


Casi inmediatamente Bruce dejó de moverse. Todo su cuerpo convulsionó y se paralizó, en respuesta a la orden del alfa. Su lado omega estaba sometiendose, y pese a que Bruce odiaba como nada en el mundo someterse a un alfa, en esa ocasión, sintió su exitación crecer al punto que su miembro parecía una flecha apuntando al norte. Totalmente erecto. Sólo entonces, Clark se bajó los pantalones y la ropa interior, descubriendo su erecto miembro, para luego, posicionarlo en la entrada del omega, inclinarse a su oído para lamerlo y ensalivarlo, e introducirse en él de una sola estocada. Bruce gritó y Clark gimió.


Al omega le hubiera encantado que, luego de lo excesivamente mojado que estaba, los dedos y la saliva que su alfa había usado en él, éste se rebalara fácilmente en su interior, pero no fué así. Superman era, exactamente, eso. Era super grande. Y dolió, claro que dolió que entrara así y empezara a embestir sin esperar a que se acostumbrara, pero, maldición, amaba que le doliera.


-¡Ngr!...¡Cla-ahrk!...ah-apretó más los puños hasta lastimarse con las uñas-¡Más! ¡Más, Clark!


Kent se relamió los labios y se inclinó para lamer y morder la piel de la espalda del omega, aumentándo también la velocidad de las estocadas y la fuerza, a tal grado que la mesa comenzó a crujir tanto de las patas como de la superficie, advirtiendoles que pronto se partiría, pero eso poco o nada podía importarles.


-Oh, Bruce-ronroneó el alfa, estrujándo las caderas del omega, lastimándolo-Eres ghr...delicioso...ah ah.


Bruce intentó responder, pero los únicos sonidos que podía emitir en ese momento eran gemidos y gritos de placer. Su mente era un manojo de pensamientos que pronto se convirtieron en una bruma donde todo lo que sentía era el ardor de las mordidas, el dolor en sus caderas tanto por las embestidas como por los dedos que las estrujaban, y el placer de su próstata al ser golpeada. La mezcla era tan arrolladora que cualquier idea coherente desapareció. No fue conciente de nada, ni siquiera de la mesa partiendose y las manos de su compañero atrapandolo antes de caer, para luego, y casi en un parpadeó, estrellarlo en la pared y seguir arremetiendo, mientras él se sostenía del concreto para recibirlo.


-M-e...ngh...ah ah gr ah ¡Ah aha ha!


-B-Bruce...me voy a correr ¡NGNR!-intentó decir, acercándose al cuello del omega y rozándo su glándula con su colmillos.


Y así, cuando el alfa se sintió más cerca de correrse, clavó sus dientes en el omega, marcándolo, reclamándolo, justo a la par de que éste se corriera, y no los sacó hasta, luego de un par de estocadas más, él lo imitara.


Ambos, jadeantes y abrumados por el placer reciente, se tomaron unos minutos para recuperar su respiración dejándo que el nudo se formara sin tener la mínima intención de separarse. En los minutos siguientes no dijeron nada, no al menos por las dos horas que tardó en deshacerse la unión, y cuando eso sucedió, Clark se vió siendo empujado hacia la cama por el murciélago, quien aun con el rostro y el cuerpo cubierto de una gruesa capa de sudor, lucía tan intimidante como cuando era Batman. El kriptoniano tragó saliva. Su lado alfa ya se había tranquilizado desde hace minutos atrás, y era más conciente ahora de lo dominante que se había portado con el omega. No lo culparía si quería romper cada mueble del departamento en su cabeza por eso.


-Bruce, yo...


-Cállate-ordenó severo, intentándo intimidarlo con sus feromonas como lo haría un alfa (o Steve) sin lograrlo-Ya te divertiste, ahora es mi turno-declaró y sonrió divertido.


Clark se derritió con esa sonrisa y esa mirada tan exitantemente diabólica. Las veces en que había visto a Bruce sonreír eran contadas con los dedos de una sola mano. ¡Y le sobraban dedos! Por eso, nunca imaginó que su sonrisa fuera tan hermosa, tan adorable, que terminó duro de nuevo, justo cuando su espalda tocó el colchón de la cama.


-Dime, ¿sangras?


-¿Eh?-parpadeó confundido, mientras el omega gateba para subirse en él y mirarlo con tal diversión que le recordó a un niño haciendo una travesura.


-Sangrarás-afirmó después, inclinándose para besarlo.


En un principio no entendió la referencia, pero cuando su cerebro hizo click, recordó con la misma claridad del agua una conversación similar hace mucho tiempo. Exactamente la primera vez que Superman y Batman estuvieron frente a frente, enfrentándose e intimidandose mutuamente. Bruce le había hecho esa misma pregunta luego de que le ordenara que colgara la capa, y él, por supuesto, no le respondió, pero sí que alcanzó a escuchar la respuesta que éste mismo se había dado, y aunque en ese momento, tal intercambio de palabras (si se le podía llamar así) había sido un prueba de lo mucho que ambos deseaban destruir al otro, ahora no estaba seguro de a lo que se refería su omega con eso.


Sí, su omega. Bruce era su omega, y ya era oficial, ya había una marca en su cuello (aunque eso había sido más que nada por seguir las costumbres humanas y demostrarles a los otros alfas de esa especie que era suyo), y pronto, cuando llegara su celo, si éste se lo permitía, habría un cachorro. Si no es que no lo había preñado ya, después de todo, aunque la probabilidad de embarazar a un omega fuera de celo (y la época de apareamiento según su especie alíenigena) era del 10% en comparación al 90% de probabilidad que había durante ellos, no podían descartar la posibilidad.


Pero eso tampoco importaba ahora.


-Te amo-pronunció observándo a su omega alzarse y tomar su miembro para guiarlo a su entrada.


Bruce no respondió, pero volvió a sonreírle, esta vez, con cálidez y ternura, algo muy raro en él.


-No dormirás esta noche-advirtió sentándose de golpe en el miembro del alfa, haciendolo gemir.


-¿N-No debiste...ngh...pre-prepararte...?


-No lo necesito.


Claro que no lo necesitaba. Sí, estaba menos húmendo que hace dos horas debido a que su lubricante ya se había secado, y, en consecuencia, estaba más estrecho, pero Dios, era adicto al dolor que eso le provocaba, y la sensación se había disparado sin lubricante y con el pene totalmente erecto del alfa, quien lo veía subir y bajar con fascinación, sujetándo luego su cadera con una mano, y con la otra potenciaba el placer estimulándo su miembro.


Sería una noche muy larga.


*********************************************************************


-¡Alejate de mí!


Gritó el castaño, lográndo propinarle una patada en la entrepierna al mercenario.


-¡Ah!


Slade gruñó adolorido, bajándo la guardia por un segundo que le valió que el omega se escurriera fuera de sus brazos, rodándo en suelo para luego sentarse y arrastrarse hasta arrinconarse en una pared. La ira fluyó inmediatamente por sus venas, ¿Qué diablos pasaba con el mundo? ¿Es que acaso tenía que recordarles a cada omega en el planeta y dimensión cuál era su lugar? ¿Hacerles entender que si un alfa quería tomarlos su deber era abrir las piernas y aceptarlo? ¡Ese castaño debería estar agradecido de que él quisiera tocarlo! Así fuera para torturarlo. Pero no, la yegua quería pelear, hacerse la muy digna, la muy valiosa, igual que el maldito Batman.


Ese hombre...


El murciélago podía engañar a todos en su podrida ciudad con su ridículo traje que de alguna forma ocultaba su aroma a omega, hacerles creer que era un alfa, pero no a él. A él nunca pudo engañarlo, supo su naturaleza desde el primer encuentro, no necesitó que Thalía se lo dijera, y su primera reacción fue de molestia. Le enfurecía que una yegua se creyera con el derecho de ser tan bueno peleándo, de ser más inteligente que un alfa, de ser un justiciero, y por eso, intentó someterlo para mostrarle su lugar, pero el imbécil había encontrado la manera de resistir la voz alfa y el dominio de uno, y por esa vez, lo dejó pasar. Realmente no era su asunto, pero cuando la bella alfa que tanto lo atraía, la hija del demonio, Thalía Al Ghoul, llegó ante su padre exigiendo que su compromiso fuera disuelto y suplicándo a Ra's que reconsiderara su decisión de nombrarlo líder, por el motivo de haber encontrado a un omega tan digno como Deathstroke tanto de ella como de la Liga, e incluso aún más digno, entonces, su odio contra el  protector del Ciudad Gótica creció a niveles insospechados.


No podía aceptarlo, ¿cómo una simple yegua de crías podía ser mejor que un alfa para Thalía? ¿Mejor para la Liga de los Asesinos? ¿Cómo podía Batman ser toneladas de veces más óptimo para tener todo lo que a él se le había prometido? ¡Un omega! ¡Una ramera destinada siempre necesitar a alguien entre sus piernas! ¡Una yegua que eventualmente tendría un hijo de Thalía aún cuando Ra's detestaba la idea de un heredero que pudiera quitarle el liderazgo tan pronto! ¡¡Un patético ser que se negaba a matar y a hacer lo necesario por el bien común!!


No era justo. Pero lo cierto es que no podía culpar del todo al murciélago, cuando la culpa estaba en el mundo que la Liga de los Asesinos se esforzaba tanto por restaurar a su orden natural. Un orden que incluía recordarles a los omegas que su único fin era procrear, que su único lugar era en el hogar que sus alfas contruirían para ellos, y que su único propósito era hacerlos felices. Si la sociedad no estuviera comenzándo a permitir la impertinencia omega el murciélago no andaría en las calles nocturnas de Gótica impartiendo su amada justicia ni le hubiera arrebatado lo que le pertenecía, y por supuesto, tampoco existirían omegas como ese castaño que lo miraba aterrado pero firme, creyendo que podía y tenía el derecho a encararlo.


-Realmente me has hecho enojar mucho, omega-escupió levantándose-Tal vez necesito ser más duro contigo para que me obedezcas.


-¡Eres un cerdo!-exclamó el castaño, arrinconándose más y cerrando las piernas para pegarlas más a su pecho.


Iluso. Creía que podía escapar del que una vez fue el mejor candidato para dirigir la Liga de los Asesinos. Ciertamente, el simple hecho de que lo creyera era lo que más fastidiaba al mercenario.


-¡Te voy a enseñar a respetarme!-dijo y dió un paso antes de sentir que pateaba algo.


Bajó la mirada, y ahí lo vió. Un celular, seguramente del omega. La pantalla estaba encendida y cuando lo levantó reconoció inmediatamente a quienes se encontraban en la foto de la pantalla de bloqueo. Dos omegas, abrazados, mirando sonrientes la cámara, ambos con vestidos extraños, pero uno parecía más ostentoso que el otro. Ese, precisamente, pertenecía a un omega rubio de ojos azules, alto y musculoso, y, convenientemente, conocido por él. Lo había visto en el centro comercial, era el que le había dado una buena pelea a los Metalmen en su intento por ayudar a Batman y a Superman. El omega a su lado que, deducía, era su pareja, era el que tenía enfrente totalmente aterrorizado.


Una idea brilló en su mente en ese momento. Si el omega rubio había ayudado a la pareja contra los Metalmen, seguro estaba ayudándolos ahora, y si era así, ya sabía como llamar su atención.


-Parece que después de todo, si me servirás para algo.


Continuará.....


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