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Encrucijada por Sioa Shun

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San Miguel de Tucumá, Tucumán, Argentina. 10 de Mayo del 2019.

Capítulo 3: Dudas y un plan de acción.
By: Sioa Shun Uchiha-san

Había entrado en un espiral de decadencia, durante el día mantenía su mente ocupada haciendo lo de siempre, iba a molestar a Roderich haciendo alguna que otra travesura que le valía terminar corriendo por toda la casa de austríaco huyendo despavorido de su querida amiga Elizabetha y su temido sartén húngaro, ya se había ganado un par de buenos golpes, esa mujer era una bestia, estaba seguro de que ella tenía mucha más fuerza en su brazo derecho que varias naciones en todo su cuerpo, sino estaba haciendo eso dedicaba sus mañana a entrenar con rigurosidad, un hábito que años de milicia habían creado en él para luego dedicar algo de su atención al trabajo. Si, cierto, él ya no era una nación o mejor dicho ya no era el reino de Prusia, pero actualmente se podría decir que él era la representación de Alemania del este y como tal su hermano se encargaba de darle parte de trabajo, papeles que debía revisar, cosas que debía de leer y mantenerse informado del estado del país y tareas varias relacionadas a eso.

Sabía que su hermano le entregaba esos trabajos en parte para no tenerlo de vago parásito la mayor parte del tiempo y en parte porque quería darle algo con qué sentirse útil, Ludwig lo conocía, sabía que estar tanto tiempo simplemente haciendo nada era algo que lo volvía loco, podía parecer desde afuera que era una persona despreocupada y hecha solo para la fiesta y la diversión, pero no había llegado a ser uno de los imperios más prósperos de Europa por ser un maldito haragán, contrarío a lo que las malas lenguas dijeran era un hombre responsable, un excelente estratega y una persona culta con bastos conocimientos en diplomacia y política que lo hacían alguien digno de ser escuchado cuando daba su opinión en ese tipo de temas. Si, era divertido, si, gustaba de beber y armar grandes escándalos pero eso no quitaba que a pesar de ello tuviera la cabeza bien puesta sobre sus hombros.

El problema radicaba en que en las noches, era cuando empezaba ese espiral de infortunio. Salía todas las noches, o casi todas las noches, a bares donde podía pasar desapercibido como otro común ciudadano en busca de alcohol y algo de compañía en su lecho, acabando las madrugadas en hoteles de amor con muchachos y hombres dispuestos a abrir sus piernas para él, un amante tras otro intentaba borrar la angustia que crecía en su pecho con cada sueño que atormentaba su descanso mostrándole el rostro de Veneciano en parajes inocentes o en desenfrenados y tórridos escenarios de lujuria y pasión desmedida.

Había pasado ya casi tres semanas desde la última vez que el Italiano dueño de su tormento había ido a su casa por última vez, pero eran comunes sus llamadas a la casa preguntando por su hermano con quien podía sostener una conversación durante escasos minutos gracias a la ocupada vida de Deutschland y en ocasiones, contadas ocaciones, había preguntado por su persona quien con disimulada inquietud tomaba el aparato para poder hablar con el castaño a veces hasta por dos horas algo que no ayudaba a que pudiera mantener la palabra que se había hecho a sí mismo de renunciar a sus sentimientos y olvidar al chiquillo.

Las cosas no pintaban bien, Ludwig podía ser despistado en cosas relacionadas a interacción social, empatía y sentimientos pero no era ningún tonto y podía ver la preocupación que decoraba esos hermosos ojos claros cuando lo miraba, claramente Deutschland sabía que algo estaba inquietándolo, que él hecho de que casi no durmiera en casa no era algo normal o meramente azaroso, su protegido estaba continuamente mirándolo con esa expresión de "Quiero preguntarte que ocurre, pero no creo que sea correcto meterme", lo más cercano que habían tenido a una conversación sobre el tema era la que estaban teniendo en ese momento, aunque claramente el menor de los hermanos Beilschmidt no tenía idea de que lo que hablaban estuviera involucrado en lo más mínimo con las preocupaciones de su hermano mayor.

-La reunión será esta vez en Venecia.- Explicaba Ludwig, mientras cortaba la comida en su plato antes de llevarse el bocado a la boca. -Es un cambio de última hora, España no podrá ser la sede esta vez e Italia se ofreció a ofrecer su casa para esta junta ¿Vendrás conmigo, verdad?

-Claro, West, tengo el trabajo al día sobre las propuesta que me pediste para exponer esta vez.- Dijo de forma despreocupada, ignorando el pequeño escalofrío que trepó por su cuerpo al saber que viajarían a Venecia, donde se quedarían durante casi una semana mientras duraran las juntas del G8, serían cinco días en casa de Feliciano aunque quizás estaría en un hotel como siempre que tenían que viajar al país anfitrión que organizaría las reuniones durante la ocasión pero en cualquiera de los casos serían cinco días conviviendo con la causa de sus insomnios.

-Bien ¿Te encargarás de exponer esa parte?- Preguntó pragmático como siempre el rubio.

-Kesesesese ¡Ja, Klar! Voy a dejar a todos esos tontos impresionados con mi asombrosa labia. - Alegó entre risas bajas con una mueca arrogante bailando en sus labios pero la forma perdida en que su hermano miraba su plato lo hizo arquear una ceja. -¿Qué ocurre, West? No es solo la reunión lo que te inquieta ¿Cierto?- Consultó en un tono un poco más serio, cuando quería podía actuar como el hermano mayor que era.

El tenso alemán dejó caer sus hombros mientras cerraba sus ojos con pesadez. -Bruder… En realidad…- Titubeó, eso era extraño e hizo que todas las banderas rojas se sacudieran en la mente del albino, fijando la atención en el hombre frente a él. -Bruder, necesito pedirte un consejo.

La boca del mayor se entreabrió un poco y parpadeó con incredulidad unas tres veces antes de recostar su espalda contra el respaldar de la silla estirando sus brazos por sobre su cabeza mientras una baja risa escapaba de entre sus labios con completa diversión, cruzando finalmente ambas extremidades tras su cabeza subió su tobillo derecho sobre su rodilla izquierda, con su mirada escarlata clavada en la de su hermanito. -Este día llegaría algún día ¿Qué consejo necesitas de tu asombroso hermano mayor, West? Vienes al lugar correcto, habla, te escucho miene schatze

-Hablar contigo es inútil.- Reprochó rodando los ojos y levantándose para huir de ahí antes de que las cosas se pusieran peor.

-kesesese, vamos, West ¡Dime! ¡No me dejes así!- Protestó mientras lo miraba con una sonrisa ladina. -Volverás a mi de todos modos…

Pensando en esas palabras el rubio volvió a su lugar masajeando el puente de su nariz con dos dedos con hartazgo ¿Quién le había dicho a él que era buena idea discutir su intimidad con su hermano? ¡Sabía que iba a actuar así! Al menos aun no se estaban burlando, aun…

-Te juro, Bruder, que si haces de esto un circo voy a envenenarte la cerveza. - Le advirtió con el ceño fruncido.

-No serías tan cruel de hacerle eso a tu brude, vamos, west, cuéntale a tu querido y asombroso Gilbert lo que te ocurre.- Insistió, realmente picado por la curiosidad.

-Quiero confesarme a Italia y no sé cómo hacerlo, la última vez salió fatal y me niego a pedirle consejos a Francia, estaremos en Venecia por cinco días, Feliciano me ha comunicado que podemos quedarnos en su casa en lugar del hotel donde estarán los demás y creí que esta sería una buena oportunidad pero la verdad no sé qué hacer.

Fue como si un balde de aceite hervido cayera sobre su cuerpo, le costó un infierno en vida no modificar la expresión altanera de su rostro para no dejar ver sus verdaderas emociones. Si, eso era algo que en cierta medida se esperaba, algo en en realidad necesitaba que pasara, ya lo había pensado antes, todo sería más fácil si Feliciano y Ludwig fueran una pareja oficialmente eso impondría un límite que no se dejaría cruzar a sí mismo ni en veinte vidas, mientras ellos fueran simplemente amigos esa línea era difusa y todo él empezaba a reclamar enardecido que aprovechara la oportunidad, que usará sus encantos malgastados en amantes ocasionales para conquistar a esa hermosa nación que se había hecho de un lugar en su pecho pero que él tuviera que hacer de celestina era algo que no había contemplado. No había esperado que el rubio viniera a él por consejos románticos, pensó que su hermano se las arreglaría para hacer eso solo, para empezar el germano menor no era un hombre caracterizado por pedir ayuda.

-Bueno, bruder, me gustaría ayudarte pero no puedo. - No sabía en que momento su boca se había abierto y soltado esas palabras, la mirada incrédula y confundida del rubio estaba animando a dar una explicación que sabía era imposible que pudiera expresar. -Lo siento, pero esto es algo que tienes que hacer solo, hombre, es seducción es un instinto básico Lutz o lo tienes o no lo tienes, es simple, por muchos libros que leas o por mucho que me pidas que te explique cómo conquistarlo o como confesarte nada de lo que te diga te va a servir, somos diferentes West, mis métodos no cuadraran contigo, lo que hiciste la última vez no estuvo taaaan mal.- Comentó mientras soltaba risitas bajas observando la expresión de parpados abiertos y labios separados el menor, completando la incredulidad con un ceño fruncido. -No me mires así, en serio no estuvo tan mal, claro si hubieras sabido lo que estabas haciendo y lo de el anillo de tomate si fue demasiado, pero podrías partir de ahí, al menos ya admites que tu no quieres a Ita-chan solo como amigo ¡Ya era hora!

-Bruder, no te entiendo.- Soltó finalmente con un largo y apesadumbrado suspiro. -Fuiste vos él que me dijo que me apurara con confesarme, pero ahora te niegas a ayudarme.

-Bueno, sos todo un hombre Lutz, hay cosas que tienes que hacer solo, Du bist miene schatze pero no puedo planificarte una confesión, es demasiado personal.- Alegó negando con su cabeza.

La expresión seria y concentrada de su hermano le dejó claro que estaba evaluando quizás demasiado las palabras que le había dicho y se sentía mal, se sentía un hipócrita, si, si, el discurso le salió tan perfecto que parecía sincero y todo, pero era un hipócrita ¡Un jodido hipócrita! Si Ludwig estuviera pidiéndole consejo para declararse a cualquier otra persona ya estaría metido con su hermano en su oficina desarrollando un plan de cinco etapas infalible para que el fulano cayera rendido a los pies de su hermanito, pero estaban hablando de Italia, y aunque su parte racional le decía que debería ayudar, que además eso era lo que estaba esperando para poner fin a su agonía una parte más primitiva y egoísta se negaba, se negaba a poner en bandeja de plata al objeto de sus románticos afectos para el disfrute de otro hombre, aun y cuando ese otro fuera su propia sangre, simplemente todo en él rechazaba la idea de ser partícipe activo en alejar a Feliciano de su lado para siempre.

Vio a Deutschland alejarse, con una mano en su barbilla mientras murmuraba entre dientes como siempre que estaba muy concentrado pensado en algo, al menos tenía razón en cierta medida entre todas las patrañas que había soltado para que el rubio lo dejara en paz. Él y West eran diferentes, podían parecerse en muchas cosas pero en otras era como agua y aceite, aunque no se viera a simple vista su hermano parecía ser ingenuo y dulce en cuestiones del amor, con detalles más típicamente románticos y quizás su confesión fuera de la mano de actos tiernos y palabras torpes, un hombre inexperto en artes amatorias y carnales pero con corazón puro y buenas intenciones.

Él en cambio era un zorro viejo y astuto, con experiencias varias y anécdotas que harían sonrojar a las bacanales de Dionisio, había estado enamorado antes, cierto que jamás había hecho llegar esos sentimientos a Roderich, pero conocía esa emoción y los estragos que hacía en él, sabía las cosas que era capaz de hacer y en las que fantaseaba hacer algún día por la persona que amaba, sabía de seducción, conocía los tonos de su propia voz que podían hacer temblar las piernas de quien fuera y no precisamente de miedo y en este caso específico, era muy consciente de que Feliciano no era la tierna oveja mansa que mostraba ser, no al menos en lo que a romance significa. Bueno decir que "lo sabía" era darse demasiado crédito, pero sospechaba que ese chico era de todo menos inocente una vez dentro de un cuarto con la puerta cerrada y la cama haciendo una invitación.

Si se permitía fantasear, podía imaginar una escena perfecta de cómo sería su declaración, con palabras tiernas pero sensuales, susurradas en el oído derecho de la nación más joven, avasallando su cuerpo con el propio para sentir ese calidez que emanaba del más pequeño, invadiendo su espacio, siendo demandante pero no intimidante, conociendo bien el límite entre seducción y acoso. Podía darse el permiso en su imaginación de idealizar la imagen de un sonrojado castaño, susurrando su nombre, no con nerviosismo sino con anhelo y esas pequeñas manos que acostumbraban a abrazarlo con inocencia ahora rodeándolo con deseo para cercarlo a su cuerpo, alzándose para alcanzar sus labios e inciar un beso que empezaría dulce pero se deformaria a uno hambriento en pocos segundos, su mente casi podía definir el sabor que tendría esa tierna lengua frotandose contra la propia en una danza erótica.

En ese momento salió de su ensoñación al escuchar el teléfono de la casa sonando estridente, cortando la quietud del aire con urgencia y obligandolo a levantarse para dirigir sus pasos al aparato.

-¿Hallo?

-¿Gil? Oh, mon ami, contigo quería hablar.- La voz cantarina con acento parisino se dejó escuchar del otro lado y el antiguo imperio esbozo una sonrisa ladina, que oportuno resultaba Francis cuando quería, de no ser por su interrupción su mente podría haber seguido ese hilo de peligrosas fantasías que no lo llevarían a nada bueno.

-Claro ¿Quién no querría hablar con el asombroso yo?- Preguntó con una risa escandalosa mientras se apoyaba descuidadamente contra la pared con el teléfono pegado a la oreja. -¿En qué puede ayudarte mi asombrosa persona, Francia?

-Adiviná quién está en Berlin, mon ami.- Contestó el rubio desde el otro lado de la línea. -Ven a recogerme al aeropuerto, Gil.

-¿Qué rayos haces aqui, Francis?- Preguntó con cierto desconcierto pero renovada energía, hacía ya tiempo, desde la reunión en casa de Austria que no se veía con su buen amigo asique no podía evitar estar contento por la visita.

-Vengo a verte, Allemangne me escribió para decirme que e venía algo extraño asique aquí vino tu querido Francia a levantarte el animo Mon cherrie.- Alegó risueño el rubio. -Me quedaré solo este fin de semana, asique ven a buscarme, vago.

-Kesesesesese, Bruder exagera pero bien, iré a buscarte, esperame que llegaré enseguida.- No le sorprendía que Deutschland hubiera llamado a Francis para levantar su ánimo después de notarlo decaído o extraño, era algo que su hermanito hacía normalmente cuando no sabía cómo preguntar las cosas o hablar con él, y si, ciertamente la expectativa de un fin de semana de desastre con el francés había hecho que olvidara todo el asunto de la próxima reunión y la inevitable confesión de Ludwig. Él y Francia se llevaban muy bien, se entendían bien, y el rubio aunque era un maldito dramático se preocupaba mucho la antigua ex nación, podía ser hasta asficciante cuando quería pero era algo que apreciaba, Francis era algo extremista, podía estar ahí indolente a todo o convertirse en mamá gallina de un momento a otro.

Dispuesto a ver al galo se vistió y tomó las llaves de la vieja Harley Davidson que tenía en el garaje encaminando su camino al aeropuerto internacional de Berlin.

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-¡KESESESESESE! - Las risas de un ya medio ebrio albino colmaron el ya de por si bochornoso bar mientras miraba al rubio sentado frente a él que hacía un puchero con sus ojos dramáticamente llenos de lágrimas, mientras apretaba un pañuelo bordado contra su pecho. -¿En serio te hecho desnudo de la casa? - Preguntó luego de ahogar las risas.

-Oui, me hecho cruelmente a la lluvia de Londres totalmente desnudo, Arthur puede ser tan cruel.- Alegó con fingido dolor acomodando un mechón de cabello tras su oreja. -Y yo que había preparado todo para esa romántica noche.

-Para ser el país del amor, tu idea de una noche romántica de aniversario apesta.- Alegó entre risas el albino. -No me sorprende que Inglaterra hubiera reaccionado así, además sabes que es un frígido de mierda ¿Cómo se te ocurre esperarlo desnudo en la cama rodeado de juguetes sexuales? Keseseses- Preguntó alegremente el hombre negando con su cabeza antes de terminarse el vaso de cerveza de un solo trago. -No te preocupes, Francis, se le va a pasar, siempre se le pasa.

-Lo sé, lo sé, pero esta vez si está enojado, no me habla. - Alegó aún pucheroso.

-Mientras no se desaten otros cien años de guerra porque eres un imbecil esta todo bien, se le va a pasar.- Insistió el de ojos carmín negando con su cabeza. -Lo de ustedes siempre fue así, sexo, guerra, amor, guerra de nuevo, sexo, guerra, y volvamos a empezar.

-Bueno, bueno, si, es verdad.- Alegó con una mueca en sus labios mirando a su amigo con cierta suspicacia. -¿Y vos? ¿Por qué Allemagne me llamó? - Preguntó más calmado, bebiendo tranquilamente de su copa de vino.

-Nah, West exagera como siempre, él asombroso yo esta perfecto pasando un excelente tiempo de calidad conmigo mismo.- Explicó encogiéndose de hombros.

-Ludwig se escuchaba preocupado.- Insistió esta vez con algo más de seriedad, pero al ver la postura indiferente de su amigo decidió cambiar de tema -¿Vas a ir a la conferencia del G8?

-Si, iré, West quiere que me haga cargo de una parte de la disertación.- Explicó encogiéndose de hombros. -Asique iré a soportarlos a todos ustedes discutiendo como misses en un concurso de miss universo, con tiradas de cabello incluidas. - Se mofó con la sonrisa torcida.

-Oh, hacía tiempo no te cedía la palabra. - Comentó con cierta sorpresa.

-Bueno, ya ves, soy más que el secretario sexy que toma notas. - Contestó risueño, encogiéndose de hombros mientras se pedía otra cerveza.

-Ey, Gil ¿Seguro estas bien?- Insistió ya no sabía por qué número de vez desde que llegarán a ese bar, pero es que desde ese día en casa de Roderich que veía extraño a su amigo, y aunque le había preguntado a Austria el aristócrata se había negado a soltar palabra respecto al tema.

-Dejá de preguntar, Francia, estoy perfecto, Lutz solo exagera porque estoy saliendo de cacería más seguido y hace drama porque no duermo mucho en casa y ya, no es nada de qué preocuparse. - La mueca disconforme del galo le dejó claro que no le creía y resopló con desgano. -¿Y si no estoy bien qué? Es asunto mío, Francis, puedo hacerme cargo de mi vida.

-No estoy diciendo que no puedas Gilbert, pero soy tu amigo y eso de que salgas de cacería seguido no es raro en vos pero si es algo raro que casi no estes durmiendo en casa.- Puntualizó con el ceño apenas fruncido. -¿Qué te aqueja mon ami? Hablas con Roderich pero no conmigo, eso es jodidamente cruel ¿Lo sabías? y el desgraciado encima no quiso decirme nada. - Argumentó mordiendo con nervios el pañuelo bordado que aún sostenía en su mano.

-Si no fuera doña chismes quizás te contaría algo.- Contestó venenosamente dedicándole una mirada afilada y de reproche, no quería que todo el mundo estuviera cuestionando cosas, eran sus cosas, sus problemas, sus mierdas, al carajo que no necesitaba niñeras. Estaba feliz de ver a su amigo, pero que éste insistiera en interrogarlo estaba mandando su buen humor al tacho de basura, al menos Roderich no había abierto su aristocrática boca, recordaría eso en el futuro.

-¡No soy un chusma!- Negó fervientemente mirando al albino con reproche. -Estoy preocupado, Gilbo, nada más, soy tu amigo.- Insistió nuevamente haciendo que el germano negara con su cabeza.

-Lo único que puedo decirte que es que…- Lo pensó unos segundos ¿Estaría bien contarle al francés? Sabía que era un maldito indiscreto, un metido y una dramaqueen de aquellos pero era verdad que era su amigo y en realidad Francis siempre lo había ayudado cuando lo había necesitado. Si, él era una persona solitaria, para ser honesto Francis, Roderich y Elizabetha era los unicos amigos de verdad que tenía, podría incluir a Antonio pero no, él no era alguien realmente cercano en realidad, lo quería y era buen compañero de juergas pero no era su verdadero amigo como los otros tres. Elizabetha iba a estar haciendo este mismo interrogatorio en breve si él no lograba presentarse con completa normalidad en la reunión. -Me enamoré.- Resumió con simplismo, encogiéndose de hombros ante la boca abierta del rubio. -Es unilateral, es solo eso Francis, una mera tontería así que dejemos el melodrama.

-Non, Non, Non, Mon ami… Exijo más explicaciones.- Decretó solemne, mirándolo con incredulidad. -¿Quién es? ¿Desde cuando? ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Soy el país del amour, Mon Dieu!- Protestó airoso extendiendo sus brazos para darle más fuerza a sus palabras. -¡Puedo ayudarte!

-No necesito ayuda, Francis, olvidalo de una vez.- Ladró ya de mal humor, negando con su cabeza. -A menos que tengas una pildora magica que me haga borrar el sentimiento no necesito ayuda.

-¿Eh? Pero ¿por qué? - Cuestionó nuevamente con el ceño fruncido. -¿En serio te vas a rendir sin pelear, Prussia? ¿Desde cuando tan cobarde? - Y ahí estaban las peores palabras que podría alguien decirle, su orgullo herido saltó en su pecho exigiendo una satisfacción en contra de quien había verbalizado la afrenta y con enojo se levantó de su asiento.

-¡El gran reino de Prussia no es ningún cobarde que huye! - Casi gritó mientras comenzaba a alejarse. -Regresate en taxi a tu mugroso hotel, me largo.

Impactado por la reacción del albino, Francis se quedó en su sitió, no había sido inteligente atacar así el ego del antiguo imperio pero es que como su amigo le fastidiaba esa tendencia autodestructiva del hombre de alejarse de quienes lo querían y negarse la posibilidad de amar. Él había visto por siglos el amor negado en los ojos rojos del antiguo conquistador cada vez que miraba a Austria, veía el dolor detrás de la fiereza en cada batalla que libraba contra el aristócrata por conflictos políticos y de territorio, había visto en silencio las solitarias lágrimas que el albino había derramado al haber tenido que levantar su espada contra Roderich cuando tomo Viena, sabía de la culpa que lo comía cuando observaba la espalda del pianista pensado en las cicatrices que él mismo había dejado sobre su cuerpo durante la época de las conquistas, y saber que ese solitario hombre estaba nuevamente enamorado de alguien que no le correspondía lo hacía sentir impotente, porque sabía que de nuevo el albino se mantendría a distancia sintiéndose insuficiente y no merecedor del amor de nadie. Él no podía permitir eso, tenía que hacer algo y lo iba a hacer, por ahora se terminaría el vino y regresaría al hotel, al día siguiente intentaría solo divertirse con el germano y cuando volviera a verlo en la conferencia mundial intentaría recabar más información.

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Ludwig estaba algo nervioso, llevaba horas días metido en su oficina, leyendo libro tras libro y revista tras revista con consejos para una buena declaración. Italia para él era un misterio, era muy difícil para él entender a la nación mediterránea y siendo él como era de malo con las demostraciones de afecto la verdad es que las preocupaciones de que una declaración pudiera ser la peor decisión que había tomado en su vida aumentaban a cada minuto que pasaba.

Cinco días, tendría cinco días para poder finalmente aclarar sus sentimientos pero sus inseguridades era muchas. Él no era un hombre inseguro en realidad, pero es que con Feliciano todas sus fortalezas flaqueaban y no estaba seguro de cómo proceder.

Su hermano había dicho que lo de aquella vez en san valentín no había estado tan mal, quizás si hacía algo similar a menor escala las cosas estarían bien. Una cena en un restaurante sonaba romántico y según lo que había leído era un buen lugar para una primera cita, aunque también había leído que la confesión debería ser antes de la cita, había otras opciones como escribir una carta pero era malo con las palabras y le parecía poco valiente de su parte hacer algo así.

Otra de sus preocupaciones eran las extrañas actitudes que su hermano había estado teniendo, pero se sentía mejor al saber que tras la visita de Francia el albino parecía mucho más tranquilo y sus escapadas nocturnas ya no eran tan frecuentes. Le había sorprendido que Gilbert se negara a ayudarlo en todo el asunto de Italia, podría haber esperado que se burlara y lo molestara un poco antes de ofrecerle descabellados planes pero nunca imaginó que le negaría la ayuda con tanta seriedad. Eso le daba un mal presentimiento, pero intentaba ignorarlo, estaba hablando de su bruder después de todo, no podía pensar mal de él.

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-¡Germania! ¡Prussia!- Feliciano se había arrojado sobre ambos apenas abrió la puerta de su casa, rodeando los cuellos de cada uno con un brazo y quedando literalmente colgando de ellos mientras depositaba un beso inocente en las mejillas a su alcance. -Me alegra que llegaran bien, ve~

-¡Ita-chan! Si, si, no fue difícil llegar.- Con una mano Gilbert despeinó al castaño teniendo cuidado de no tocar el rulito que sobresalía de su cabeza mientras sonreía alegremente.

-Machos patata ¿Qué hacen aquí?- Preguntó agresivamente el mayor de los hermanos Italia bajando la mirada a las maletas que descansaban junto a ellos y frunció el ceño. -¡VENECIANO! ¿LOS INVITASTE A QUEDARSE AQUÍ?

-Si, fratello, ve~ Estarán acá hasta que termine la conferencia.- Dijo con indolente alegría tomando la maleta de ambos hombres, o intentándolo, queriendo llevarlos a sus habitaciones.

-Italia, te harás daño.- Suspiró con resignación Alemania al ver que el chico intentaba cargar con el equipaje y él mismo tomó ambas valijas con desgana. -Puedo llevarlas yo, no te preocupes ¿No le habías dicho nada a Romano sobre nuestra llegada?

-No creí que a fratello le molestara. - Se explicó encogiéndose de hombros con tranquilidad.

-¡CLARO QUE ME MOLESTA!- Gritó romano, más fue totalmente ignorado tanto por su hermano como por los dos "invitados" aunque Gilbert no pudo evitar reír ante la actitud hostil del mayor de los italianos.

-Vengan, por acá, les mostraré sus cuartos, ve~ Germanía puede dormir conmigo.- Invitó alegremente más el sonrojo en Alemania y la forma en que negaba con su cabeza dejaba claro que no iba a hacerlo además los gritos lejanos de Lovino también dejaban clara su negativa a que el macho patata durmiera con su hermanito.

Gilbert se dejó guiar por el pasillo hasta que Feliciano se detuvo señalando dos puestas. - Esas son sus habitaciones, esa es la mía y esa es la de mi fratello. - Comentó señalando las otras dos que estaban enfrente de las de sus invitados, y la puerta de allá es el baño.- Dijo señalando a una que estaba al final del corredor. -Pueden acomodar sus cosas, ve~ Fratello y yo haremos pasta.- Anunció antes de dejarlos solos.

Prussia abrió la puerta de la derecha y tomó su maleta que Ludwig había dejado en el suelo. -Tomaré esta Bruder.- Afirmó alegremente entrando en la habitación y cerrando la puerta tras de sí. Ahora se sentía un poco atrapado, pasaría casi una semana con Italia durmiendo en el cuarto de enfrente, teniendolo cerca continuamente y no sabía cómo sentirse, una parte de él estaba alegre y otra sentía cierta incertidumbre. Ludwig haría su movimiento, lo sabía, su hermano había estado dejando estúpidos libros y revistas adolescentes con consejos románticos por toda la casa antes del viaje.

Con pesadez se sentó en la cama y abrió la mochila que había estado cargando en su hombro para tomar el diario que el dueño de sus pensamientos le había regalado. Con cuidado lo abrió y ojeo las pocas páginas que estaban escritas antes de tomar una pluma y suspirar.

Querido asombroso diario:

Ya llegamos a Italia, Feli es muy amable y nos preparó dos habitaciones en frente de la suya, la verdad que aún no sé que voy a hacer.

Las palabras de Francia rondan mi cabeza desde ese día ¿Realmente estoy siendo cobarde? ¿Debería intentar conquistarlo? ¿Tengo alguna mínima posibilidad? Últimamente no soy nada asombroso, esto se está convirtiendo en algo molesto. Intentaré dormir algo antes de la cena.

Preussen

Tras cerrar el cuaderno lo dejó sobre su mesa de luz y se recostó en la cama, lo había estado pensado, las palabras de Francis si que habían dejado la duda plantada en su pecho y empezaba a creer que debía hacer algo, pero antes de intentar nada quizás debía hablar con su hermano, lo amaba, era la persona más importante en su vida, empezaba a creer que debía ser honesto y decirle en la cara al rubio que él también quería a Italia y que no iba a entregárselo tan fácilmente.

-.-.-.-.-.-.- Continuara.-

Notas finales:

Glosario:

Du bist miene Schatze: Eres mi tesoro (Alemán)

Schatze: Tesoro. (Alemán)

Allemangne: Alemanía (Francés)

Notas del autor: Hello gente ¿Qué onda? ¿Qué cuentan? ¿Qué soy una conchuda? ¡Si, si! ¡Eso ya lo sé! En octubre hice este estúpido fic y acá estoy, publicando la conti cuando me sale de la argolla. Me disculpo por la demora, les juro que no es intencional, siempre demoro así de MUCHISIMO en las continuaciones, la verdad que escribo cuando tengo algo de tiempo, ganas e inspiración y esa combinación se da más o menos cada vez que se alinean los planetas, claramente no es algo frecuente.

Quiero agradecer a las personas que han leído el fic y a las que han dejado un comentario, en serio lo aprecio mucho, me alegra que hayan disfrutado de esta cosa, este capítulo es corto, mucho más corto que el anterior, pero es que estoy un poquito complicada y pensando en como continuar esto pero creo que voy a seguir el consejo de FanFiker-FanFinal y dejar que la historia fluya a ver a donde llega. Por ahora estoy conforme con como va esto, no creo que alargue mucho la historia, pero veremos como queda, haré lo que mi retorcida imaginación me dicte.

Espero que no creyeran que había abandonado esto, no claro que no, no está abandonado, intentaré publicar la continuación antes de que termine el año (? Los quiero mis lectores, intentemos revivir un poco el fandom de Hetalia que honestamente lo extraño un poco.

Nos vemos en el proximo cap.

Sioa Shun Uchiha-san.


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