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Encrucijada por Sioa Shun

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Encrucijada.
Capítulo 8: Sentimientos agridulces.

By Sioa Shun Uchiha-san.

¿Cómo habían terminado así? No era algo precisamente extraño para ellos que sus salidas acabarán como ahora, con los tres metidos dentro de una celda pequeña dentro de una comisaría.

Francia estaba sentado en el provisorio catre ubicado contra la pared posterior del habitáculo vistiendo solo sus boxers, Prussia estaba apoyado contra la pared lateral del lado izquierdo de brazos cruzados y con los ojos cerrados con una sonrisa divertida en sus labios.

-Y por esto es que no deben apostar contra mi.- Comentó el antiguo imperio en un suspiro que presumía soberbia.

-¡Callate imbecil! ¡Estamos así por tu culpa!- Acusó España que estaba envuelto en una manta y bajo esta estaba totalmente desnudo, tiritando, se moría de frío.

-Mon amis, es culpa de los tres por idiotas.- Alegó el francés entre risas bajas. -Igual fue divertido.

-Divertido hasta que terminamos presos y West no contestó el teléfono.- Resopló Prusia con gesto ahora sí un poco abatido, dejando caer su cabeza.

-Y mon amour L'angleterre se rehusó a venir a buscarnos.- Lloriqueó Francia con pesar, dejándose caer contra la pared tras él.

-Solo queda mi llamada.- Alegó españa con pesar y una sonrisa débil en los labios, lo único bueno era que se les había pasado la ebriedad hacía un rato, pasaban de las cinco de la mañana y se les acababan las opciones, si no conseguían que con la llamada de España alguien fuera a buscarlos iban a estar ahí hasta las dos de la tarde que los soltarían. -Lovino no va a venir por nosotros.

-Además si West no atiende olvidalo que vamos a lograr despertar a los Italianos a esta hora.- Alegó el albino con gesto pensativo. -¿Y si llamamos a la marimacha?

-Se va a reír de nosotros, ni loca nos viene a sacar.- Admitió Francia con resignación.

-¿Japón?- Preguntó entonces España, quizás esa antigua nación se apiadara de ellos.

-¿Sabes en qué habitación del hotel esta?- Consultó Francia y los tres negaron con su cabeza con completa resignación, estaban atrapados.

-Bueno, cuando la reunión empiece sin nosotros tendrán que buscarnos, no pueden terminar las juntas si vos, Francia.- Comentó inteligentemente el teutón. -Tu novio vendrá a buscarte tarde o temprano.

-¡No voy a esperar a inglaterra hasta las nueve de la mañana que se decida a buscarnos! ¡Se me congelan las pelotas, Prusia!- Alegó España cuando una sonrisa iluminó su cara. -¿Y si llamo a América? Debe estar despierto jugando videojuegos ¿o no?

Las otras dos naciones se miraron entre ellos y sonrieron, era buena idea. -No perdemos nada con intentar, es la última llamada.

El país de la pasión, que era el único de los tres con un italiano decente llamó al guardia para reclamar su derecho a llamada de forma educada, pronto había sido sacado de la celda y a los pocos minutos cuando regresó le sonrió a sus amigos. -¡Estamos salvados!

-Kesesesesese, le deberé una muy grande al chiflado de las hamburguesas con esto.- Comentó divertido el teutón.

Habría pasado media hora cuando uno de los policías los dejó salir, deseandoles poco amablemente que no volvieran y no se metieran en problemas, cuando llegaron al recibidor de la comisaría América estaba ahí, riendo jovial mientras conversaba alegremente con una de las efectivos femeninas en su acelerado inglés.

-Wow, What had happen to you, guys? - Preguntó al ver el estado de los otros tres.

-¿No te lo dijeron?- Consultó Francia sorprendido.

-Si, pero no les preste atención.- Admitió el rubio con su desbordante energía. -Cuando España dijo que necesitaban ayuda decidí actuar como el héroe que soy y venir a rescatarlos.- Comentó entre risas.

-¡Gracias Alfred!- Alegó el español con una enorme sonrisa, frente a los humanos debían tratarse por sus nombres mortales. -¡Te debemos una muy grande, amigo!

Pronto sus pertenencias les fueron devueltas y a los pocos minutos estaban regresando al hotel.

-¿Y bien qué les pasó?- Volvió a preguntar el americano con diversión. -Tienen mucha suerte de que haya estado despierto.

-¡Esto es culpa de Prusia!- Acusó Francia, haciendo reír al albino.

-Ey, yo no les puse un arma en la cabeza para que bebieran.- Contestó el teutón alzando las manos, desligandose de responsabilidad.

-¡Pero vos nos retaste a saltar desnudos al canal! - Reprochó el español.

-¡Y ustedes lo hicieron! ¡Yo no los desvesti y los arrojé, kesesesse!

-Inglaterra me dijo que ustedes tres tienen facilidad para terminar haciendo disturbios donde sea que vayan pero no pensé que iban a terminar presos por exhibicionismo.- Comentó entre risas el americano.

-¡Gracias por salvarnos de esta, amigo!- Dijo el español pasando un brazo sobre los hombros del menor.

-¡Para eso está el hero!- Contestó alegremente entre escandalosas carcajadas.

-Bueno yo me quedaré contigo Francia, necesito dormir algo antes de la junta, no tiene sentido que desperdicie tiempo en volver a casa de Italia.

Antes de notarlo estaban en el hotel, y cada uno se fue a su propia habitación, bueno Prusia se fue con Francia y ya una vez en la cama el galo se giró en su dirección, mirándolo en silencio.

-¿Y ahora que quieres? Si pretendes follar la habitación del inglés no está muy lejos, suerte tendrás si no te saca a patadas por llamarlo desde la comisaría a las cuatro y media de la mañana.- Alegó con una sonrisa ladina el albino.

-Non, non, mon ami, no es eso.- Contestó divertido, recostado boca abajo sin perder el contacto visual con su viejo compañero de desastres. -Solo me preguntaba qué te tiene tan animado, cuando fuí a visitarte a Berlín estabas hecho un estropajo y ahora pareces el mismo de siempre ¿Algo que quieras contarme?

-Eres una vieja chusma.- Alegó chasqueando la lengua.

-No seas cruel conmigo ¡Quiero saber! ¡Soy tu amigo!- Protestó con su ceño fruncido.

Prusia lo pensó para luego resoplar agotado. -Solo te diré que estoy haciendo lo que puedo para intentar conquistar a alguien, no me está yendo tan mal como esperaba, eso es todo.

-¿Tienes oportunidad con el pequeño Italia?- Preguntó con una sonrisa lobuna, divertido ante el gesto de sorpresa en el antiguo imperio.

-¿Cómo diablos...?

-Soy el país del amour, claro que no ibas a poder ocultarme las cosas mucho tiempo.- Dijo guiñandole un ojo con picardía.

-No hagas un circo de esto, Francia.- Pidió mucho más serio. -Te conozco, no enloquezcas, no necesito ayuda y tampoco la quiero, un paso en falso con Italia y podría perderlo como amigo o terminar teniendo problemas con West y es lo que menos quiero.- Una mueca se instaló en sus labios al recordar los acontecimientos del día anterior que aún no tenían respuesta para él. -Están algo extraños ambos, West no quiso decirme que ocurría pero espero que no sea nada tan grave.

-¿A qué te refieres, mon ami?

Negó con su cabeza y se giró dándole la espalda. -No es nada, solo déjame dormir de una vez, tenemos menos de dos horas para descansar antes de la junta.

-Bien, bien, como quieras.- Aceptó revisando la alarma de su celular para lograr conseguir también algo de descanso, su Inglaterra iba a matarlo apenas lo viera por sus travesuras nocturnas, necesitaría energía para aguantarlo.

-.-.-.-.-.-.-

La sala de juntas era un caos, como de costumbre pero había dos personas ausentes que estaba haciendo que el alemán perdiera cada vez más los estribos, ya pasaban de las ocho y media de la mañana y su paciencia estaba peligrosamente cerca de terminarse.

-¿Cómo rayos es que estás aquí, España?- Gritó Inglaterra mirando con enfado al moreno.

-¿Acaso no debería, inglesito?- Preguntó con burla mirando al anglosajón con sus ojos llenos de desafío.

-¿Dónde están el estúpido frog y Prusia? ¡Deberían estar los tres todavía pudriéndose en una celda!

-Conseguimos salir y no gracias a vos, pirata.- Contestó con la voz en cuello el ibérico.

-¡Mira quien habla de pirata, estúpido bandalo!

América se reía escandaloso de fondo ante la discusión. -The greatest hero saved them!

-You did what? Why did you help that bunch of bastards?!

-Cuz I'm the hero, dah!- Contestó moviendo su cabeza con condescendencia, tratando al mayor de idiota mientras explicaba la obviedad.

-That's it, I'll kill you! ¡Maldito emancipado! - Gritó tirándose sobre el menor para intentar ahogarlo con sus manos.

-¡¿Cómo que una celda?! ¿Qué mierda hicieron, España bastardo?- Gritó Lovino, arrojando lo que tenía al alcance a la cabeza del país de la pasión, en este caso un pisapapeles.

-¡Fue culpa de Prusia, Lovi-lovi!- Contestó el hombre intentando cubrirse del proyectil.

-¡¿Qué demonios hicieron ahora?!- Gritó Hungría al español con el ceño fruncido.

-Ve~...

-Estoy demasiado viejo para esto.- Comentó Japón suspirando resignado ante el escándalo de la sala.

-Creo que todos deberían calmarse, Alemania parece molesto y... - Canadá suspiró, nadie estaba prestandole atención y su voz de todos modos no se oía entre medio del griterío.

-¡YA LLEGO POR QUIEN LLORABAN, CHIQUITAS!- Se escuchó el grito al mismo tiempo que las puertas eran abiertas de par en par, dejando ver a la representación de Alemania del este junto a Francia, ambos parecían estar recién bañados aunque desgraciadamente la ropa del albino olía claramente a alcohol y tabaco.

-Bruder! ¿Dónde demonios estabas?- Gritó Alemania mirándolo con reproche mientras veía a su hermano caminar totalmente tranquilo a su puesto junto a España y Hungría.

-Dormí con Francia.- Alegó encogiéndose de hombros divertido. -West, tienes el sueño pesado ¡No contestaste mi llamada anoche!

-¡¿CÓMO QUE DURMIÓ CONTIGO, WINE BASTARD?!

-Tranquilo, mon amour, solo dormimos.- Alegó el francés con una sonrisa seductora antes de cambiarla por un puchero. -¡Si no te hubieras negado a irnos a buscar cuando te llame no habríamos llegado tan tarde y Prusia no tendría que haber dormido conmigo!

-FUCK YOU!

En ese momento un aura negra se extendió por toda la sala de juntas y el golpe seco de la tubería sobre la mesa hizo a todos sobresaltarse, girando en dirección al ruido.

-¿Empezamos con las votaciones, da?

-Ve~ ve~ bu-bueno...- Italia del norte se levantó asustado y amedrentado por la violenta interrupción de Rusia, todos habían vuelto a sus puestos después de eso y tomó sus papeles asustado. -Las mociones fueron de los últimos días fueron...- Dijo comenzando a repasar todo lo hablado en días anteriores para comenzar con la votación y una nueva batalla campal dío inicio.

Alemania había interrumpido los gritos un par de veces pero aun así no había logrado que nadie se tomara en serio la junta, esa misma tarde varios de los países tenían sus vuelos de regreso a sus casas así que les gustara o no tenían que llegar a un acuerdo ese día.

Para las dos de la tarde finalmente habían llegado al acuerdo y cada nación había firmado los documentos pertinentes que cada uno tendría que llevarle a sus respectivos jefes con las resoluciones votadas en la junta.

El rubio germano entonces mientras los demás se despedían se acercó al menor de los hermanos Italia que juntaba distraídamente sus documentos mirando de reojo como su hermano insultaba a los gritos a su hermano España por crear disturbios. -Italien, ¿Podríamos ir a almorzar? Me gustaría hablar contigo.

La castaña nación observó a rubio con una sonrisa suave, era verdad, tenía temas que aclarar con él pero en realidad aún no sabía que iba a decirle. -Ve~ claro, Germania.- Accedió levantándose y deliberadamente discreto tomó el brazo del hombre pasa salir de la sala sin que nadie lo notara, necesitaba estar a solas con Alemania.

Hungría fue la única, aparte de Prusia en notar a los otros dos, la mujer suspiró deseando lo mejor a su pequeño hermanito del corazón, esperaba que él pudiera aclarar sus emociones, desgraciadamente sabía que ahí alguién iba a terminar dolido, solo esperaba que no fuera el propio Italia quien terminara de esa forma.

-Oye, marimacha ¿Regresarás hoy?- Preguntó el albino acercándose a ella que inmediatamente cubrió su nariz con una mano abanicándose con la otra.

-Apestas a borracho, Prusia.

-Es la ropa, no yo.- Alegó encogiéndose de hombros entre risas. -Estarías igual si hubieras aceptado salir con nosotros.

-No gracias, estoy harta de verle la torre Eiffel a Francia cada vez que bebe de más.- Alegó negando con su cabeza. -Además una dama no puede terminar arrestada por exhibicionismo.

-Todos sabemos que no eres una dama, Hungría.- Alegó divertido esquivando a tiempo el golpe de la mujer.

-¡Idiota! Pues si, me voy hoy, el vuelo sale a las ocho de la noche.- Alegó negando suavemente con su cabeza.

-Bueno ¿Por qué no vamos almorzar juntos?- Propuso divertido. -Romano ya se llevó a patadas a España y Francia está persiguiendo a Inglaterra para que lo perdone por la metida de pata de anoche.

-Son unos falderos.- Comentó la hungara con diversión. -Claro, vamos de todos modos tenemos que comer.

-Kesesese así se dice marimacha.

-.-.-.-.-.-.-.-

En un restaurante familiar y acogedor, Italia del norte y Alemania del oeste se miraban en un silencio incómodo, no escuchaban el típico bullicio a su alrededor, esperaban que llegara la comida pero ambos sabían que no estaban ahí solo para degustar la famosa gastronomía típica el lugar pero ninguno de los dos sabían cómo abordar el tema que les competía.

-Italien, yo...

-Germania, espera.- Pidió el mayor con gesto apacible, alzando sus hermosos ojos ambarinos a los celestecielo de su amigo. -Antes que digas nada yo me quiero disculpar por reaccionar así ayer.- Murmuró bajando luego su cabeza, encogiendo un poco sus hombros. -Lamento haberte preocupado así.

-Fue mi culpa.- Respondió finalmente el menor, cerrando sus ojos. -Creo que me precipite demasiado.

El hombre lo miró con duda, casi con temor. -¿A qué te refieres? - Preguntó dudoso. -¿Acaso no te gusto? -Formuló con cierta dificultad. ¿Germania se arrepentía de sus palabras?

-No, no es eso, Italien.- Se apresuró a aclarar con las mejillas sonrojadas y claramente nervioso. -Si me gustas, digo, te quiero, es que... lo que intento decir.- Balbuceó

Eso lo hizo sonreír, el alemán era muy adorable cuando comenzaba a tartamudear, verlo nervioso era algo realmente poco común al menos lo tranquilizaba saber que él no se arrepentía de sus palabras pero eso no lo ayudaba a dilucidar del todo sus emociones, ahora había escuchado un "te quiero" aparte de ese torme "me gustas" y aunque lo hacía feliz en alguna medida seguía confundido. -Germania.- Lo llamó en un intento de atraer su atención de nuevo y que dejara de murmurar entre dientes, afortunadamente lo consiguió. -Yo... en realidad llevaba mucho tiempo esperando escucharte decir eso. - Confesó, notando como las pálidas mejillas apenas sonrosadas ahora podían compararse a una señal de alto.

Alemania sonrió, de alguna forma lo hacía sentir más tranquilo escuchar esas palabras de parte del castaño y con un gesto dudoso pero dulce estiró su mano para tomar la del mayor, apretandola suavemente. -Debí decirlo antes, solo que no sabía cómo. - Explicó un poco más calmado. -En serio me gustas, Italien, yo... me gustaría que nosotros...

Sentía que su corazón comenzaba a enloquecer dentro de su pecho, los nervios y la vergüenza de la otra nación parecían estar contagiandolo ¿Alemania iba a proponerle algo más? Apretó sus labios, esperando, necesitando escucharlo, saber que no era solo una imaginación suya.

-Lo que intento decir, Italien, es que me gustaría que nosotros fuéramos más que solo amigos. - Le había costado su vida y obra pronunciar aquella frase, las palabras habían salido atropelladas en su tosco inglés pero sus ojos celestes estaban puesto en los ambar contrarios, esperando algún tipo de respuesta e instintivamente apretó un poco más su mano.

Italia lo observó en silencio, las imágenes de Prusia pidiéndole una oportunidad, su preocupación la noche anterior y la forma seductora en que había intentado provocarlo minaron su mente, sus ojos algo perdidos se encontraron entonces con la el panorama dulce de Alemania frente a él, esperando una respuesta, sosteniendo su mano mientras luchaba porque el sonrojo que le llegaba hasta las orejas no fuera tan escandalosamente notorio y su propio corazón se encogió.

Alemania estaba haciendo lo posible por demostrarle lo que sentía, sabía lo poco hábil que era su amigo para interacciones y demostraciones sin embargo estaba esforzándose y eso lo enterneció profundamente, empero, Prusia, Prusia seguía en su mente ¿No se suponía que ante una confesión el hombre que había amado por años todo a su alrededor debería desaparecer?

-Germania, yo no...- Comenzó a hablar pero no pudo continuar, la expresión en el siempre estoico rubio había reflejado dolor y eso hizo que la culpa en él aumentará, dejándole una sensación agónica en su pecho.

-Italien, antes de que me rechaces danos al menos una oportunidad.

-Germania, estoy muy confundido ahora.- Admitió negando suavemente con su cabeza. -Yo no puedo aceptar, no lo sé, es muy complicado yo...

-¿Es por mi bruder? - Consultó seriamente soltando suavemente la mano al notar la incomodidad del mayor que con movimientos lentos había intentado deshacer el agarre.

-¿Cómo es que sabes...?

-Él me dijo que está enamorado de vos, que intentaría conquistarte.- Explicó el rubio, escrutando con sus ojos la expresión triste y confundida de la nación mediterránea.

-Germania, estoy muy aturdido.- Admitió con pesadez, dando un largo suspiro. -Yo no quiero que ustedes peleen o que nosotros dejemos de ser amigos, esto es muy complicado y no sé qué siento yo... - Tartamudeo intentado explicarse con sus ojos nuevamente llenos de lágrimas contenidas.

-Déjame invitarte a una cita.- Pidió el rubio, sintiendo su rostro arder, no tenía idea en realidad de cómo podría tener una cita con el italiano pero a situaciones desesperadas medidas desesperadas, Veneciano no estaba dando un no rotundo, estaba claramente dudoso, se odiaba por haber demorado tanto en intentar algo, en hacer un avance, en confesarse pero ya estaba ahí, ya había mostrado parte de sus cartas y el juego todavía no había terminado, no iba a ser él quien levantara primero la bandera blanca, aún no había perdido, todavía tenía oportunidad, había investigado antes de hacer el viaje a Italia para poder proponer una salida, para intentar conquistar a su enamorado pero ahora mismo sentía que todo lo que había leído simplemente se borraba de su cabeza, había sido soltado en un campo de batalla sin armas para luchar, pero aun así lo intentaría.

Italia miraba boquiabierto al menor, no sabía qué contestar y como salvado por la campana llegó el mozo para entregarles su pedido. Cómo nunca antes comieron en silencio, no sabía si Alemania estaba simplemente dándole su espacio para pensar y contestarle o estaba simplemente tan conmocionado como él mismo.

Quizás debía darle la oportunidad, una parte de él estaba ansiosa y deseaba poder disfrutar de una cita romántica con el hombre que por tantos años había tenido la llave de su corazón, tenía la esperanza que tras pasar más tiempo con él sus sentimientos se aclararan pero al mismo tiempo pensaba que era injusto, que tal vez estaba alimentando esperanzas vanas, aún así quería, necesitaba desesperadamente comprobar aquello que le aterraba, saber si lo que sentía por el rubio seguía estando ahí, que su amor seguía ahí, el problema era que esa cita podría traer consigo consecuencias que no estaba seguro de estar dispuesto a afrontar.

-Germania...- Lo llamó, dejando a un lado sus cubiertos con el plato de pasta a medio terminar. -Esta bien, yo... acepto tener una cita contigo.- Dijo finalmente, él que no apuesta no gana, no saldría de la confusión si no intentaba al menos averiguar qué emociones guardaba su corazón para él con el germano frente a él. La sonrisa apacible y discreta que sus palabras habían ocasionado en el mayor lo hicieron sentir calidez e intentó seguir el consejo de Hungría, trataría primero que nada de dilucidar qué significaba ahora Alemania para él.

-.-.-.-.-.-.-

-¡Y lo hicieron! ¡Son unos idiotas!- Explicó entre risas el albino. -Se tiraron al canal en pelotas, me estaba riendo de ellos cuando llegó la policía no pudimos escapar.

-Son unos estúpidos.- Resopló la mujer intentando no reírse mientras disfrutaba de su comida. -¿Es que no pueden salir sin meterse en problemas como gente normal?

-No, eso es demasiado aburrido, al menos no fuimos presos por una pelea en el bar como la última vez Keseseses.

La hungara negó con su cabeza suavemente mientras resoplaba entre dientes. -Son un trio de impresentables.

-Un trío de asombrosos impresentables, pero muchas gracias por el halago, marimacha.- Alegó haciendo una teatral reverencia entre risas.

-No era un halago, subnormal.- Alegó divertida antes de dar un largo suspiro. -Sabes, Prusia en realidad quería comentar algo contigo.

-Dime, marimacha.

-Vuelve a llamarme así y te dejo el plato de sombrero.- Advirtió con el ceño fruncido antes de dejar caer sus hombros con resignación. -Hablé con Italia, no voy a decirte absolutamente nada respecto a eso solo quiero pedirte algo.

El albino entonces borró la sonrisa juguetona de sus labios y se sentó derecho en su asiento. -Dime entonces, Hungría.

-Me alegra que te tomes esto en serio.- Dijo un poco más relajada al notar el cambio en la postura de su amigo tomando su copa para beber un trago de su vino. -Escucha, espero que tengas buenas intenciones con Ita-chan, te quiero pero si lo llegas a lastimar vamos a tener un problema.

-No es mi intención lastimarlo Hungría. - Aclaró tranquilamente. -Voy en serio.

-Si es una de tus conquistas te juro que..

-Hungría, no lo es, te lo juro.- Contestó el hombre interrumpiendolo en su perorata, mirándola a los ojos con su expresión suavizada. -Él es diferente ¿Si? Creeme que no pienso presionar nada ni hace nada que pueda herirlo a él o a West.

-Bien, me alegra saberlo, te deseo suerte, también te mereces ser feliz. - Admitió con una sonrisa dulce en sus labios.

-Se que tengo las de perder, pero gracias Hungría.

-Soy tu amiga después de todo, idiota, no agradezcas.- Alegó divertida mientras ambos bebían de su copa de vino. -Además necesito que alguien me acompañe al aeropuerto para ayudarme con mis maletas.

-¡Ey! ¡Sabía que no podías estar siendo tan buena por amor al arte!

-Nada es gratis en este mundo.

-Marimacha aprovechada, bien que tienes la suficiente fuerza para cargar sola con todas las mierdas que hayas comprado, no voy a ser tu esclavo.- Contestó entre risas sacando burlesco la lengua.

-.-.-.-.-.-.-.-

Después de salir del restaurante Alemania e Italia se dirigieron a la plaza San Marcos para pasear un poco por la concurrida zona, el mayor iba caminando distraído mientras sonreía suavemente, un tanto más relajado, disfrutaría de la cita con lo que fuera que el germano tuviera preparado para él.

-Italien, fijate por donde vas o chocaras con la gente.- Regañó en tono moderado y casi resignado el rubio mientras caminaba a su lado.

-Ve~ ve~ pero si no estoy haciendo nada, Germania.- Contestó alegremente acercándose a tomar al rubio del brazo con una sonrisa. -Mira, hay una feria de artesanos ¿Vamos a ver?- Propuso tirando un poco del menor.

El rubio lo siguió con calma observando los puestos bien distribuidos donde podían encontrar desde bisutería hecha a mano de diferentes tipos hasta productos regionales pasando por manualidades varias como adornos curiosos, fundas de almohadones, tés en hebras, y puestos con esencias aromáticas y cremas naturales.

El italiano no había dudado en consultar precios y preguntar con sorpresa y curiosidad a los artesanos como hacían algunas de sus obras, mirando fascinado a uno de ellos cuando le hizo una demostración de cómo construía esas pequeñas esculturas en miniatura con alambre dulce de diferentes colores.

Entre puesto y puesto, donde alemania rechazaba educadamente cualquier intento de los feriantes de ofrecerle nada e Italia aceptaba gustoso y curioso todo cosa que le vaía un par de regaños leves del germano las horas fueron pasando.

El rubio no sabía muy bien cómo encarar eso de la cita, él lo había invitado, pero no tenía idea de a donde debía llevar al hombre, estaba nervioso pero al mismo tiempo era cómodo y se sentía natural simplemente pasear con el Italiano, sin embargo sabía que no era suficiente.

-Ve~ ve~ Germania ¿Queres que vayamos a ver máscaras?- Preguntó el chico señalando una de las vidrieras cercanas donde se podían ver cientos de máscaras típicas de los carnavales de venecia sin embargo antes de que pudiera contestar ya estaba siendo arrastrado al local.

Entraron con paso tranquilo y Veneciano saludó a la dependienta del local con coquetería ganándose algunas risitas y piropos de regreso. Nunca podría entender como era que los Italianos podían actuar tan descarados.

-Ve~ ve~ podrías llevarte una de recuerdo.- Propuso el castaño sonriéndole. -Tengo una idea, yo elijo una para vos y tu escojes una para mi.

-Bueno, parece buena idea.- Aceptó, intercambiar regalos, podía ser algo lindo y romantico si se quería no le parecía mal. Comenzó a pasear entre las estanterías observando la infinidad de diseños que estaban disponibles hasta que una llamó su atención, era un antifaz de un color ámbar parecido al tono de los ojos del castaño con ribetes negros por los bordes y del costado izquierdo sobresalían dos plumas negras, tenía un par de tiras para atarla a la cabeza en cinta blanca y sonrió suavemente. Italia se vería hermoso con el.

-Feliciano.- Lo llamó acercándose a donde el chico estaba parado entremedio de los estantes, sostenía entre sus manos dos antifaces. -¿Encontraste algo?

-¡Ah! Si, si, Ludwig.- Murmuró saliendo de su ensoñación, dejando sobre el estante uno de los antifaces con gesto algo perdido. Se trataba de un antifaz totalmente negro con arabescos blancos por los rebordes de los ojos y las tiras para atarlas era de un rojo escarlata. La había tomado porque tan solo verla le había hecho pensar en el albino teutón, estaba tentado a comprarla para él pero no, simplemente no, se suponía que estaba en una cita con su Germania, tenía que dejar de pensar en Prusia. -Te elegí esta, pruebatela ve~ ve~ - Pidió tendiendole un antifaz celeste que tenía notas musicales blancas sobre un pentagrama que recorría el lado derecho.

Alemania tomó cuidadosamente lo que le era entregado y se la colocó con tranquilidad. -¿Te gusta?

-Ve~ ve~ se te ve muy bien, Lud.- Contestó alegremente asintiendo con su cabeza mirando en sus manos la máscara que el más alto acababa de entregarle y se la devolvió. -Ponmela vos.- Pidió a lo que el hombre suspiró.

-¿Aún no aprendes a hacer nudos, Feliciano?- Cuestionó resignado pero enternecido disponiéndose a colocarle el antifaz con calma y cuando el italiano se giró a mirarlo observó sus hermosos ojos resaltando y brillando mientras preguntaba con inocencia si se veía bien ¿Cómo decirle a la nación que se veía simplemente precioso? Sus mejillas se colorearon y no pudo más que asentir débilmente mientras tragaba saliva y luego ambos se dispusieron a pagar sus adquisiciones. Italia compró la de Alemania y él hizo lo propio con la del mayor.

Salieron de ahí con sus regalos bien resguardados en bolsitas de papel para luego adentrarse en una confitería donde merendaron tranquilamente entre charlas más distendidas, Feliciano comentaba con algarabía lo feliz que estaba de que las reuniones al fin terminaran para poder dormir todo lo que era necesario y no tener que volver a levantarse tan temprano y Alemania lo escuchaba con calma, interviniendo poco y nada, apenas asintiendo cuando lo escuchaba comentar sobre las peleas que habían habido entre las otras naciones.

Se hacía tarde y era hora de regresar a casa, él y su hermano partirían muy temprano en la mañana de regreso a Berlín, su vuelo salía a las siete de la mañana.

Había sugerido volver en góndola, y una vez en ella de forma tímida el rubio pasó un brazo tras las caderas del Italiano, apegándose a su cuerpo en aquel reducido espacio mientras veía cómo la gente iba y venía por los puentes.

Italia sonrió ante ese gesto y no dudo en acurrucarse un poco contra el pecho del menor, no le importaba si alguien los veía mal o no, asique solo lo disfrutó, el perfume del germano era agradable y su cuerpo era cálido, lo abrigaba en el frío que comenzaba a caer a esa horas de la tarde, pronto comenzaría a anochecer.

-Germania, la pasé muy bien hoy.- Murmuró bajito, casi temiendo romper el ambiente que los rodeaba mientras el gondolero cantaba a viva voz tras ellos.

-Yo también, es una lastima que tenga que regresar mañana.- Admitió con un pequeño suspiro.

-Ve~ tienes que ir a entregarle los documentos a tu jefe, pero quizás pueda ir de visita en unos días.

-Sabes que eres bienvenido en mi casa.- Contestó apretando un poco el abrazo y cuando llegaron a su parada, sabiendo el accidentado final que había tenido el chico en su último paseo en góndola, se bajó el primero para luego tenderle sus manos al mayor, ayudándolo a bajar.

Italia sonrió, su amigo siempre cuidaba de él, esa clase de gestos dulces eran parte de lo que lo había enamorado en primer lugar, saber que siempre tendría el apoyo de ese hombre que lo cuidaba y protegía.

Comenzaron a caminar por los adoquines uno junto a él otro y cuando quiso tomarse del brazo de su amigo éste se soltó, estuvo a punto de preguntar qué ocurría pero su respuesta llegó en cuanto Alemania tomó su mano, entrelazando sus dedos sin decir palabra y con la mirada desviada a un costado. No se quejó y solo correspondió el gesto, la mano de Alemania era cálida, grande, cubría totalmente la propia y extrañamente eran muy suaves.

-Me recuerda a cuando me enseñaste a disparar un rifle.- Comentó con gesto pensativo ante esos viejos recuerdos.

-¿Perdón? ¿De qué hablas, Italien?- Consultó girándose a mirarlo extrañado por su comentario

-Nuestras manos juntas, me recuerda a cuando me enseñabas a disparar. - Contestó con aire nostálgico. -Solías poner tus manos sobre las mías para explicarme cómo sostenerlo, sigues teniendolas muy suaves. - Rió divertido al notar el bochorno en el alemán y continuó su marcha y cuando llegaron a su casa buscó su llave para entrar pero fue detenido.

-Espera, Italien, no entremos aún. - Pidió en un murmullo, usando su mano libre para tomar el rostro del mayor, sujetando débilmente su barbilla.

-¿Ve? ¿Qué ocurre Germa-...? - Sus palabras fueron interrumpida por un par de ásperos labios sobre los suyos. Abrió sus ojos a toda su capacidad al notar lo que ocurría Germania lo estaba besando, sus mejillas comenzaron a arder y la mano que aun estaba enlazada con la ajena apretó el agarre.

Era un beso dulce, casto, estaba sorprendido, anonadado, era un beso que había esperado por tanto tiempo. Lentamente cerró sus ojos y disfrutó del contacto suave ladeando su rostro solo un poco, la boca de Alemania se movía lento sobre la suya, sin buscar más contacto, sin ir más allá simplemente buscando conocer los pliegues de sus labios, descubrir su forma.

Suavemente soltó el agarre de sus manos y alzó ambos brazos para envolver su cuello, entreabriendo suavemente su boca para invitar al menor a invadirlo pero eso no ocurrió, cuando comenzaba a disfrutar del contacto el hombre se apartó de él, mirándolo a los ojos antes de carraspear y alejarse un paso.

El bochorno estaba pintado en toda su cara, era algo adorable y digno de ver así que esta vez fue él quien avanzó y parandose de puntitas volvió a abrazarlo. -Germania, baciami.- Pidió con sus ojos entreabiertos, no parón más que un par de segundos para sentir las grandes manos en sus caderas y nuevamente la calidez de la boca contraría sobre la propia así que cerró del todo sus párpados, esta vez el nexo había sido un poco más apacionado pero seguía teniendo esa cadencia lenta, dulce, las lenguas se encontraron y acariciaron con delicadeza frotandose suavemente una contra la otra.

Sentía tantas cosas, solo podía hacer eso, sentir, su mente no estaba realmente respondiendo, no estaba pensado, solo sentía. Sentía la calidez respiración de ambos contra su rostro, el sabor a manzanas de la boca de Alemania, la delicadeza de su tacto, el calor de sus manos, la tibieza que se movía en su pecho, sentía nostalgia, cariño.

No supo en qué momento habían vuelto a separarse pero ambos compartieron una última sonrisa antes de entrar en la casa. Alemania se despidió para ir a hacer sus maletas e Italia se fue directo a la cocina donde se encontró a su hermano sacando las cosas para hacer la cena. Suavemente dejó su bolsita de papel con el antifaz sobre la mesa y se dispuso a ayudar.

Fue ahí, mientras cortaba la cebolla para la salsa que se permitió pensar en todo lo que había pasado ese día, había algo aún, sabía que lo había, había sido una hermosa tarde pero la verdad era que algo faltaba, se sentía muy a gusto con Alemania y ese beso había removido muchas cosas, lo había hecho sentir bien, seguro, querido pero ciertamente no había sido tan especial, faltaba algo, faltaba esa chispa, no había sentido amor.

Ahí estaba el detalle, había habido cariño, un gran cariño pero ese beso no había despertado nada más profundo, no había hecho vibrar su cuerpo de emociones ni había provocado esa necesidad de no separarse, esa felicidad que se supone que está ahí cuando es esa persona especia. Las palabras de Hungría volvieron a su mente "Esa llama se apagó antes de que la encendieran" y un par de lagrimas cayeron de sus ojos, podría echarle la culpa a la acidez de la verdura en caso de que Romano preguntara pero la verdad era que dolía, era ese dolor agudo que se siente cuando la realidad te golpea, cuando sientes que perdiste algo importante o cuando te has dado cuenta que has sido un tonto. Después de tantos años parecía que su amor no había sido más que una ilusión inocente, tan inocente como había sido ese beso, quedaba algo, estaba ahí, quería pensar que podría rescatar esas brazas y quizás permitir que Alemania las convirtiera en una hoguera pero ¿Y si eso no funcionaba?

Podía intentarlo, podía intentar revivir sus sentimientos y esperar que algo bueno saliera de todo eso pero temía lastimar al rubio en el proceso si es que las cosas no salían bien.

Suspiró y negó levemente con su cabeza mientras continuaba con su trabajo escuchando a lo lejos el escándalo de Prusia que acababa de entrar quejándose en alta voz de que su hermana Hungría era una abusadora.

Sonrió, no tenía tiempo para deprimirse, esa sería la última noche de los germanos en la casa y quería despedirlos por todo lo alto.

-.-.-.-.-.-

La cena había estado increíble y se habían quedado un rato charlando antes de ir a la cama, los hermanos habían insistido en que no hacía falta despedirlos ya que tendrían que partir de la casa cerca de las cinco y media de la mañana para llegar al aeropuerto a las seis y ninguno de los dos tenía el corazón para pedirle a Italia levantarse a tan inhumana hora para despedirlos.

Italia llevaba un rato dando vueltas en la cama, su cabeza era un hervidero y simplemente no podía dejar de preguntarse que estaba sucediendo con él, el beso lo había dejado con demasiadas cuestiones sin resolver y luego de hartarse se levantó y bajó a la cocina para buscar agua, sin embargo al regresar al pasillo de las habitaciones con el objeto en sus manos se detuvo, observando las puertas de los cuartos de sus invitados.

Germania y Prusia eran tan distintos pero se parecían tanto, sus sentimientos por el rubio aun estaban algo difusos, lo quería, podía entender eso, pero del amor que una vez tuvo sentía que quedaban solo vestigios y a Prusia... Prusia era un enigma, le atraía, podía ser claro en eso, le atraía mucho, le gustaba estar con él y lo quería pero ¿Amor? Ese era un sentimiento que dudaba tener sin embargo estaba ese algo que sentía al estar a su lado, esa chispa a la que no quería ponerle un nombre, el día anterior realmente había deseado que el beso que fue dejado en la comisura de su boca hubiera sido en sus labios ¿Cómo serían los besos de ese hombre?

Con pasos lentos se acercó a su puerta, solo quería verlo dormir quizás eso lograra calmar un poco su agitación y luego volvería a su cuarto para descansar. Entró en la habitación con sigilo y cerró cuidadosamente la puerta tras él, encaminó su andar hasta la cama y dejó el vaso que cargaba sobre la mesita de luz, sonriendo al ver al albino despatarrado cuán ancho y largo era en toda la cama con las sábanas deshechas sobre él, roncaba levemente y su rostro estaba relajado entonces sus ojos repararon en el cuaderno que él mismo le había regalado y con cuidado lo tomó.

Abrió la libreta para encontrarse con el dibujo hecho por su mano y sonrió, ese día había pensado que Prusia se veía simplemente hermoso recostado de esa forma en el parque, se veía alegre y no pudo contener el deseo de retratarlo, no se arrepentía, ciertamente estaba orgulloso de lo que había conseguido. Despacio volteó la hoja y comenzó a leer la primera entrada, la caligrafía del hombre era hermosa, estilizada, clara y firme, lastima que escribía en alemán, no podía entender nada de lo que hacía decía excepto su propio nombre, continuó mirando cada entrada sintiendo que sus mejillas se coloreaban porque su nombre estaba escrito en cada una de ellas, le encantaría saber qué era lo que el teutón escribía sobre él.

Sin embargo su pequeña incursión de espionaje se vio interrumpida cuando una fuerte y helada mano se cerró sobre su muñeca, tirando de él con violencia, antes de notarlo estaba de cara contra el colchón con su brazo dolorosamente retorcido a su espalda una mano presionando su nuca, ahogando su queja de dolor y sorpresa contra la almohada.

-Verdammt! Italien Was zum Teufel machst du? - El agarre se soltó, Prusia respiraba aceleradamente, había despertado al sentir algo raro en la habitación y al notar una silueta junto a él en la cama los viejos hábitos pudieron más que su razonamiento lógico, su cuerpo reaccionó como si estuviera en peligro y lo primero que hizo fue someter la potencial amenaza, pero ahora más despierto, tras notar que el posible agresor no era otra persona que Italia se sentía terrible. -Lo lamento mucho, Ita-chan ¿Estas bien? ¿Te lastime? - Se apresuró a consultar tomando con muchísima más delicadeza su mano revisando la muñeca que tenía ahora la marca levemente enrojecida de sus dedos y soltó un insulto bajo en su lengua madre. -¿Qué hacías parado junto a mi cama? Tienes suerte de que no te haya lastimado de verdad, no vuelvas a hacer eso Ita-chan.- Pidió mientras acariciaba con cuidado la zona afectada. -¿Te duele?

Negó levemente con su cabeza, sonriendo al notar la mirada llena de culpa en el mayor que frotaba su muñeca de forma delicada intentado aliviarlo. -Ve~ Lo lamento Prusia, no debí entrar así, estoy bien, duele un poco pero no es nada.

-Soy un bestia.- Se lamentó mientras acariciaba con cuidado inclinándose a besar superficialmente la piel marcada. -En serio lo siento ¿Tu hombro está bien?- Consultó alzando sus ojos escarlata a él.

-Estoy bien, Prusia, no me hiciste nada.- Mintió, claro que le dolía el hombro, si él no fuera una nación y en cambio se tratara de un simple mortal probablemente la fuerza que él otro había ejercido hubiera alcanzado para dislocarle el hombro, aun así sus mejillas se colorearon al sentir la forma en que el mayor acariciaba su muñeca y sus labios sobre su piel, aún en un contacto tan inocente como ese lo había hecho estremecer levemente.

-¿Qué haces en mi cuarto, Ita-chan?

-Solo venía a ver que estuvieras durmiendo bien, ve~ yo no podía dormir. - Confesó con un suspiro suave.

-¿Qué ocurre? ¿Pesadillas?- Preguntó ladeando su cabeza con una sonrisa amplia. -¿Quieres dormir conmigo? No me molesta, Ita-chan.

-¿De verdad no te molesta ve~? Germania me echa de su cuarto cuando me meto en su cama. - Alegó algo inseguro.

-¿No te he dicho siempre que en mi habitación eres bienvenido? Bueno, siempre que no entres mientras estoy dormido, en serio perdón, viejos hábitos, nunca tengo la guardia totalmente abajo.- Alegó con cierto nerviosismo, ya no dormía con un ojo abierto como solía hacer durante los años que se vio confinado en la casa de Rusia, pero cierto era que su sueño era tan ligero que a la menor perturbación reaccionaba de malas formas, estres post-traumático dirían los humanos, él prefería llamarse a sí mismo un buen soldado siempre atento. Despacio se movió en la cama para darle lugar al castaño, acomodándose a su lado mientras tendía las mantas sobre ambos. -Eso si, se te quedas te despertará mi alarma.

-Gracias, Prusia, ve~ve~ no me importa la arma.- Sin pensárselo mucho arrimó su cuerpo al del mayor, girándose en su dirección para acurrucarse contra su pecho desnudo, el hombre solo vestía un par de boxer y su atención volvió a fijarse sobre la gran cantidad de cicatrices que lo cubrían. La historia de Prusia estaba envuelta en sangre y fuego, y siempre le producía cierta tristeza ver las marcas que años de guerra habían dejado sobre el cuerpo del antiguo imperio, él siempre hablaba con orgullo de sus glorias pasadas pero no quería imaginar por lo dolorosas que habían sido esas batallas para él.

-Descansa, Italia.- Murmuró el mayor, acomodando uno de sus brazos bajo el cuerpo del castaño para abrazarlo contra él, cerrando sus ojos para intentar dormir un poco más antes de tener que ir al aeropuerto, no sabía qué preocupaciones habían llevado al chico a meterse en su cuarto pero no preguntaría, solo se quedaría abrazándolo contra él, intentado decirle con ese gesto que ahí estaba seguro y que no tendría que preocuparse.

-Buona notte.- Susurró, cerrando sus ojos mientras acariciaba el pecho bajo su mano, Prusia era cálido aunque sus manos estuviera heladas y la forma en que apretaba su cintura lo hacían sentir protegido, sonrió suavemente al sentir que el mayor se inclinaba un poco para alcanzar su frente, dejando un débil beso sobre ella y el sueño que había estado escapando de él durante toda la noche por fin llegó a él, estaba tan relajado, nada malo podía pasarle ahí y simplemente se dejó llevar por su cansancio, cerrando los ojos para dormir y olvidar toda la confusión, todas sus preocupaciones.

-.-.-.-.- Continuará. -

Notas finales:

Glosario de traducciones:


What had happen to you, guys? : ¿Qué les pasó chicos?


The greatest hero saved them! : El más grande héroe los salvó.


You did what? Why did you help that bunch of bastards?! : Vos hiciste qué? ¿Por qué ayudaste a este puñado de bastardos?


Cuz I'm the hero, dah! : ¡Porque soy el héroe,dah! .


That's it, I'll kill you!: Eso es todo ¡Te matare!


Notas de sioa: Hellow... ¡He vuelto! ¡Esta actualización me costó bastante! No saben todo lo que me devané los sesos para escribir la puta cita que creo que quedo muy chafa, ya tomé una decisión respecto a qué hacer con Italia asique espero que les guste, con suerte unos dos o tres capítulos más termino este martirio de historia.


En el próximo capítulo habrá despedida interesante ;D y algo de angst no tengo mucha más idea de que decirles sin hacer spoilers ¿Algo importante que agotar? Me demoré un poco en este cap porque soy un desastre y me puse a escribir otra cosa y estoy peleando con un capítulo jodido de otros fic que me está costando seguir, y facultad, y bla,bla,bla se que no les importa mi vida pero yo igual les cuento.


Los veo en el próximo capítulo gente, para no perder la costumbre igual les pido comentarios y sus votos please xD


Besos.


Sioa Shun


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