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Un mes de locura por Sioa Shun

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Redactado:  San Miguel de Tucumán, 1 de abril del 2013

Re-subido/Corregido:  San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Lunes 27 de Mayo del 2019.

 

Un mes de locura.

Capítulo 11: Quiero Verte.

By Sioa Shun Uchiha-san 

 

La espalda ancha y fornida enfundada en un fino traje de color azul marino era lo único que podía ver en medio de la obscuridad, esa silueta masculina dándole la espalda, apenas tenuemente alumbrada en las penumbras en las que se encontraba.

-Usagi-san - Intentó llamarlo pero su voz fue un murmullo tan bajo que apenas si había sido capaz de oírse a sí mismo, ese hombre estaba inerte, solo parado allí en medio de la nada y cuando pudo divisar un leve movimiento de su cuerpo se desesperó, la idea de verlo alejarse no podía soportarla, intento acercarse a él pero una fina pared de invisible cristal estaba frente a él, no podía cruzar aquel limite, volvió a llamarlo pero esta vez ni siquiera tenía voz, sus labios se movían pero su garganta no producía sonido alguno, su cuerdas bocales tiraban dolorsamente sin llegar a emitir las vibraciones de las palabras que quería reproducir.

El hombre que estaba frente a él se arrodilló en el suelo y entonces un sollozo corto el aire como si se tratara de una navaja, su alma se quebró al oír ese horrible ruido, el rostro del escritor se giró mirando fijamente al castaño que estaba detrás del muro que los mantenía separados y aún con lágrimas en sus ojos hizo un gesto de despedida con la mano para luego volver a pararse y perderse en la obscuridad.

Del otro lado del vidrio, Misaki gritaba con desesperación o al menos eso intentaba mientras veía al amor de su vida perderse en las tinieblas, desapareciendo de su vista y él golpeaba el vidrio pero nada sucedía, entonces del otro lado del cristal se vio a sí mismo, por un segundo creyó que se trataba de su reflejo pero no fue así, estirando su mano su "otro yo" tocó su rostro y luego sonrió con completa burla.

-Esto es un futuro inevitable si no corriges tus errores - Anunció seriamente aquella voz similar a las suya pero que empleaba un tono malicioso y profundo que nunca antes había escuchado. -Todo esto es tu culpa, solo tuya... -Luego todo desapareció, sintió su cuerpo caer en un vacío que lo dejaba sin aire, sentía que moría, que desaparecía. 

 

-.-.-.-.-.-.-.-.-

 

El grito que soltó al sentarse de golpe en la cama, agitado y sudado por la pesadilla se oyó en todo el departamento, llamando la atención del profesor de literatura y su pareja quienes se acercaron al cuarto para asegurarse que el estudiante estuviera bien, pero al entrar en la estancia lo encontraron con sus ojos lloroso y temblando levemente.

Fue una pesadilla, una horrible pesadilla, se repetía Misaki en su mente sin siquiera percatarse de que Hiroki y Nowaki lo miraban con pena desde el lumbral de la puerta, solo faltaba una semana para que Usagi-San regresara, solo quería verlo y explicar que había pasado, había estado llamándolo desde que la pelea se suscitó, pero nada, Akihiko nunca se dignó a contestar el teléfono, era como si hubiera desaparecido.

Él ya no era el mismo Misaki de siempre sin la atención de su amado novelista caprichoso, parecía ir penando por la vida, sus pasos cansados, su rostro pálido y ojeroso. Seguía sonriendo, seguía tratando de simular que nada malo le sucedía como lo había hecho toda su vida, pero ciertamente no podía decirse que fuera un buen actor, se le notaba la miseria a cientos de kilómetros de distancia, había pasado bien todos los exámenes porque al no querer pensar en lo que estaría haciendo o en como estaría el afamado escritor, solo se dedicaba a estudiar, su cerebro solo procesaba la información y la almacenaba en un desesperado intento por olvidar de que su relación estaba yéndose directamente al caño.

Haruhiko seguía yéndolo a buscar a la universidad, aquello lo estaba enfermando, ese hombre definitivamente no conocía el significado de un no, tras haberlo pensado bien, había decidido rechazar sus tutorias, no  quería tener más problemas de los que ya tenía pero el hombre seguía insistiendo y si las cosas seguían así, aunque se le fuera el alma en ello lo iba a hacer entender así fuera a golpes. 

Con desinterés se levantó del lecho, estaba usando la camisa de su pareja como cada noche, en verdad extrañaba a Akihiko.-"¿Y si no logro arreglar todo esto? ¿Y si él se va? ¿Viviré así el resto de mi vida?"- Esas preguntas lo atormentaban  ¡Maldito sea el día en que dejo que Haruhiko lo convenciera de dormir en su casa! ¡Maldito sea el día en que conoció a ese sujeto tan extraño!

Una vez bañado, se vistió, se arregló y se dispuso a empezar su rutina diaria, desayunó en silencio, la pesadilla lo tenía  aún algo alterado, fue a trabajar y luego de eso a la universidad.

-Misaki ¿Seguro estas bien? - Insistió su amiga levantando la vista de sus libros mientras ambos estaban en la biblioteca.

-Estoy bien Nao-chan, solo que Usagi-san aun no me atiende el teléfono- Suspiró pesadamente doliéndole el ser evitado de esa forma.

-Existen otras formas de contactarlo ¿Sabes en que hotel está? - Preguntó curiosa, jugando con el lápiz en sus labios en un gesto pensativo.

-Si, en el Sofitel Paris Le Faubourg pero ya llame a la recepción y me dijeron que "Usami-sama no recibe llamadas de nadie por orden explicita del mismo" - Suspiró resignado, dejando caer una lagrima por su mejilla.

-Bueno, puede que no atienda el teléfono pero no puede rechazar los envíos si esta allí por trabajo es obvio que todos los días deben de llegarle papeleríos y puede que su editora valla a verlo con frecuencia.- Dijo suspicaz, sonriendo de lado. -Escríbele una carta.

-¡Silencio! ¡Esto es una biblioteca!- Protestó la bibliotecaria haciendo que ambos callaran pero compartieron una mirada cómplice.

Entrada la noche Misaki regreso caminando solo al departamento, entró sin saludar puesto que todo estaba a obscuras, solo se veía una lámpara tenuemente prendida tras la puerta del cuarto que compartía la pareja dueña del piso, sonrió decaído: tenía que admitir que extrañaba las caricias de Akihiko, extrañaba hasta sus celos, su actitud de niño caprichoso de "todo es cuando yo lo digo, porque yo lo digo". Suspirando se desvistió sentándose en su cama y mirando el cielo estrellado por la ventana.

-No sé cómo arreglar esto Usagi-san... Lo lamento. - Susurró dolido esperando que de alguna forma sus palabras le llegaran al mayor y apretó la camisa contra su pecho, sujetándola contra su corazón acelerado y lleno de angustia. -Es estúpidamente difícil estar sin soportarte, eres insufrible pero es peor estar sin ti.

Miro su morral que yacía tirado a un costado de la cama de forma descuidada. "Escríbele una carta". Esas palabras acompañadas de la sonrisa ladina de su amiga volvieron a su mente. Con duda tomó un cuaderno y un lápiz, su rostro se volvió totalmente rojo y negó enérgicamente dejando el cuaderno y el lápiz sobre la cama.

-¡No puedo hacer esto! No soy bueno escribiendo - Protestó inútilmente, giró su vista a su portátil que estaba sobre su mesita de luz y con desinterés la prendió, necesitaba distraerse aunque solo fuera por un rato.

Corrieron los minutos mientras navegaba, y sus lágrimas ya se hacían incontenibles una vez más, no podía pensar en otra cosa, esa pesadilla acudía a su mente una y otra vez y la imagen de un destrozado Usagi-san despidiéndose de él para luego desaparecer en la nada sin siquiera poder utilizar su voz para decirle como mínimo que lo amaba. Se odiaba a sí mismo por no ser bueno con esas cosas.

-Bien ¡Basta! Tengo que hacer esto bien, Nao-chan dice que si hay que llorar, hay que llorar con ganas, solo por una noche lo haré y luego seguir adelante... - Buscó entre sus archivos de música los temas más tristes y románticos que encontró, se levantó de la cama para ir a buscar una botella de agua, asaltó las alacenas para robar algunos snacks salados y otros tantos dulces, y luego regresar al cuarto para dedicarse a comer, deprimirse y llorar. 

¡Patético!

La escena era deplorable, Misaki descansaba boca abajo con el rostro lleno de lágrimas mientras masticaba un chocolate y jugaba con el lápiz sobre el cuaderno, haciendo trazos sin sentido y escribiendo unos cuantos lo siento con la música más romántica y depresiva de los últimos 20 años de fondo.

-No entiendo porque me cuesta tanto decir que lo... que lo... ¡Ashh!- Hundió su rostro en la almohada pretendiendo asfixiarse con ella para dejar de sentirse tan miserable, se sentó en la cama una vez más, decidido miró el cuaderno y el lápiz, arrancó la hoja que había garabateado con ira arrojándola lejos y comenzó a escribir en otra limpia. 

Al demonio con que fuera malo en caligrafía, al demonio con que no fuera bueno para redactar ¡Al demonio con todo! Ya no podía resistir más, de alguna forma tenía que comunicarse con Akihiko, de alguna forma tenía que desahogar toda esa angustia que se acumulaba día con día.

Finalmente se quedó totalmente dormido, por primera vez en mucho tiempo se sumió en un sueño pacifico, la cama estaba llena de hojas: unas tachadas, otras arrancadas en pleno ataque de frustración y en una esquina estaba la preciada carta que estaba dirigida al magnifico Usami Akihiko. 

Al día siguiente, tomo las dos hojas que conformaban su carta y antes de darse a sí mismo tiempo de dudar llamó a su amiga, exigiéndole que le esperara en el correo cercano a la universidad en una hora. Salió del departamento despidiéndose descuidadamente, con un semblante mejor que el de días anteriores, se metió en una librería compró un sobre, guardo la carta en el, lo cerró, colocó los datos necesarios para el envío y justo en la hora pactada esperaba impaciente a su amiga en la puerta del correo.

-¡Misaki!- Llamó la chica mientras corría a su encuentro a unas pocas cuadras de distancía de él, alzando la mano para llamar su atención hasta que llegó a pararse frente a él agitada e inclinándose sobre sus rodillas. -¿Qué sucedió? ¿Qué es tan urgente?- Preguntó curiosa intentado recuperar aire.

El muchacho le entrega la carta, mirándola con duda. -Necesito que la envíes vos, si la tengo en mis manos por más tiempo voy a quemarla o a tirarla a la basura, en mi sano juicio nunca dejaría que Usagi-san leyera algo así. - La muchacha lo miró impresionada por unos minutos para luego sonreír conciliadora.

-Te entiendo, bien, ven conmigo, lo mandaremos por expreso así llegara rápido, quizás en dos días este allí la carta.- Le dijo subiendo con su amigo y después de haber hecho fila y de una pequeña escena donde Misaki no quería dejar que Naomi enviara la carta y  de que el pobre empleado del correo no supiera a cuál de los dos hacerles caso al ver que entre ellos  se disputaban, finalmente lograron  enviarla y se fueron juntos a comer algo para luego volver a su rutina de la universidad.

 

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

 

Nuevamente estaba sentado en la cama mirando el cielo por la ventana.

-"Madre y padre  que están en el cielo, por favor ayúdenme a que la carta le llegue a tiempo, que la lea, yo quiero verlo, quiero abrazarlo... Mamá, papá, sé que podrían estar decepcionados de mi por amar a un hombre pero en verdad lo amo, me hace feliz, por favor, no dejen que lo pierda"- Sollozó y luego de unos minutos de contemplar el cielo nocturno cayó rendido al cansancio, tenía que descansar para luego poder afrontar los días que le quedaban de soledad en esa gran ciudad.

 

-.-.-.-.-. Continuará. - 

Notas finales:

Notas de Sioa: Bueno, ahí quedó el onceavo capítulo, es bastante cortito pero bueno, espero que les haya gustado, por favor no olviden dejar su comentario, ya superamos las 700 lecturas lo que es genial, solo quedan tres más para terminar el fic quizás en unas horas suba el siguiente sino será mañana. 


Cuídense y gracias por leer.


Sioa Shun Uchiha-san 


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