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Un mes de locura por Sioa Shun

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Redactado: San Miguel de Tucumán, 18 de Junio del 2013

Re-subido / corregido:  San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Miércoles 29 de Mayo del 2019.

 

Un mes de locura

Capítulo 13 -Final-: La reconciliación

By Sioa Shun Uchiha-san.

 

-¡Al fin! ¡El último parcial aprobado! ¡Soy la persona más feliz de mundo!- Salió gritando de la universidad Naomi acompañada de un Misaki un tanto distraído. -Vamos hay que celebrar, mañana llega tu novio ¿Verdad? te haría bien distraerte un poco antes de verlo, además ahora que tenemos algo de tiempo deberíamos aprovecharlo no crees.

-Creo que tienes razón, y si llega mañana ¿A dónde quieres ir? - Preguntó distraídamente.

-Vamos al bar a jugar al pool un rato y tomar algo ¿Te parece?

-Claro, sería divertido- Aceptó de buena gana dirigiéndose junto a ella al mencionado bar pero a unas cuadras de llegar un rubio cenizo se cruzó en su camino.

-Nobu-chan- Gritó alegre la muchacha para llamar su atención mientras se acercaban a él. -¿A dónde vas?

-Estaba por volver al departamento, no tengo nada que hacer y deja de decirme "Nobu-chan" ¡Tarada!- Se quejó ofendido. - ¿A dónde van ustedes? 

-Vamos a ir a jugar al pool ¿Vienes?- Lo invitó Misaki con una sonrisa amable en los labios, aún estaba nervioso pero se sentía extrañamente más tranquilo al saber que Usagi regresaba en solo un día, todas sus cartas estaban sobre la mesa, solo faltaba que el famoso escritor diera veredicto y sentencia, no había más que pudiera hacer.

-Claro, no tengo nada que hacer.- Así los tres encaminaron su andar, yendo a paso distendido a pasar una bella tarde entre amigos.

 

-.-.-.-.-.-

 

Al aeropuerto de Tokyo llegaba el vuelo desde París en el que venía el afamado escritor, con pasos rápidos se dirigió a buscar su maleta y regresó a su departamento en taxi, una vez allí se dedicó a hacer de ese penhouse el paraíso del romanticismo, al ver su obra terminada, se dispuso a ducharse tras el arduo viaje y enfundado en el más nuevo de sus trajes, comprado en la capital de la moda y por el cual había pagado una exorbitante suma de dinero se dispuso a peinarse, colocando sus gafas de sol de cristales celestes ante sus ojos.

Ya listo se subió a su deportivo, en el bolsillo izquierdo de su saco sobresalían un par de hojas de papel finamente dobladas. La carta de Misaki descansaba, como el más preciado de los tesoros, cerca del corazón del caprichoso millonario. Conduciendo a un exceso de velocidad digno de él, se dirigió al encuentro de su amado en la facultad en que él estudiaba.

 

-.-.-.-.-.

 

El grupo de amigos, volvía sus pazos a la universidad, tras haberse divertido la despistada castaña les había pedido a ambos que la acompañaran de regreso porque había olvidado devolver unos libros a la biblioteca y ambos aceptaron encantados, bueno, Shinobu no estaba tan encantado, pero algo perturbo la sonrisa del castaño: en la puerta de la universidad había un hombre alto de porte frió y elegante con un traje negro noche y unos lentes rectangulares decoraban su masculino rostro.

-¿Misaki quién es ese hombre? ¿Por qué cambias así la cara?- Preguntó algo preocupada la muchacha al notar el gesto de su amigo cambiar tan dramáticamente. 

El castaño estaba paralizado ¿Qué hacia Haruhiko ahí de nuevo? Intento alejarse del lugar, su plan era dar media vuelta a sus pasos, doblar en la esquina y correr hasta que sus pulmones se quedaran sin oxígeno y sus piernas sin fuerza pero sus ideas fueron frustradas  pues el Usami Mayor ya lo había visto.

-Misaki- Llamó seriamente y se acercó a él, las piernas del estudiante se movieron por si solas, y se acercó al mayor mirándolo aun desconcertado.

-¿Qué hace aquí Haruhiko-san? Le dije que ya no quería volver a verlo.- No sabía de donde había sacado el valor para decir semejante cosa, pero lo había dicho y eso era lo que importaba.


-Quiero que hablemos, solo te quiero unos minutos de tu tiempo.- Pidió  tomando a Misaki del brazo para  que se acercarlo más a él, tomando su barbilla con su mano libre para mirarlo a los ojos.

Los otros dos jóvenes sin saber exactamente que hacer observaban la situación incómodos, indecisos de si intervenir o no.

-¡Suéltame!- Protestó intentando alejar enérgicamente al mayor, más la fuerza de Haruhiko era bastante y lo tenía bien aprisionado contra él, aunque no llegaba a lastimarlo.

-No te soltare, hasta que hablemos.- Con un movimiento brusco metió a Misaki dentro del asiento trasero del auto y cerró la puerta subiéndose él al frente.

-.-.-.-.-.

 

Doblando en la esquina de la facultad, Akihiko no podía soportar más los latidos desbocados de su corazón pero sus ojos concentrados en el camino divisaron algo inaudito, el auto de su hermano estaba estacionado en la entrada de la facultad, y él sostenía a su amado novio de la barbilla, parecía que estaban pronto a besarlo.

¿Misaki creía que él era idiota? ¿Le estaba acaso tomándole el pelo? Volvió antes solo para verlo en brazos de Haruhiko, pudo su sentir el órgano que le daba vida casi detenerse dolorosamente dentro de su pecho y bajó la velocidad. Sus ojos se fijaron en la feliz pareja que estaba abrazada amorosamente en la vereda, su corazón dolía, Misaki nunca había permitido esas demostraciones de afecto en público con él, solo una vez cuando lo llevo para su cumpleaños a Hokkaido pudo tomar su mano mientras caminaban. Su mente divagaba entre fatalidades. -Misaki.- Salió el llamado de sus labios en un corto suspiro -¿Estás jugando a dos puntas?- Soltó al aire la pregunta que se aprisionaba en su pecho y unas lágrimas bajaron de sus ojos ante la desesperación.

Se podía escuchar en el aire el sonido de su corazón romperse.

Pero entonces un haz de lucidez surco su mente, Misaki no era capaz de eso, vio con más atención la escena en la entrada de la universidad y la realidad de lo que sucedía lo golpeó con fuerza, su novio intentaba pelar y su hermano acababa de literalmente secuestrar a su castaño ante sus ojos al arrojarlo dentro del auto para luego subirse él y comenzar a conducir para alejarse de allí. Acelerando el auto se metió por un atajo e interceptó a su hermano en él que era el recorrido a la mansión Usami sin dudar un momento en  cruzar su auto frente al ajeno  a una cuadra frente a él, no le importaba detener el trafico y en ese momento honestamente no estaba pensado en que podría, de hecho, haber causado un accidente por su bestialidad al volante. 

Un gutural gruñido salió de la garganta de Haruhiko al ver el deportivo de su hermano bloqueando el camino `para forzarlo a frenar. Ambos rivales bajaron de sus autos, como si de un duelo se tratara se miraron desafiantemente a los ojos, parecía como si fueran a matarse, era una escena casi telenovelesca, Misaki miraba desde dentro del auto la situación, su corazón se desbocó al ver a su Usagi frente a él, con dificultad pasó a los asientos de adelante y tras conseguir abrir la puerta el acompañante bajó del vehículo. 

-¿Qué crees que haces Haruhiko? Deja en paz lo que es mío- Declaro seriamente.

-¿Quien dice que es tuyo? Él se quedara conmigo, soy mucho mejor partido que tu.- Contestó con tono parco y severo, con la seguridad de quien cree tener la verdad absoluta.

-¡Eso no es cierto!- Gritó Misaki, interponiéndose entre ambos. -Haruhiko-san, le he dejado ya muchas veces muy claro que no estoy interesado en usted - Declaró con toda la firmeza que pudo, su rostro se sonrojó y apretando sus puños con fuerza busco valor de donde no tenia, sintiendo que los brazos le temblaban junto al resto de su cuerpo y cerró sus ojos, apretando los parpados para soltar con toda la fuerza de su pulmones. -¡Yo estoy con Usagi-san! ¡Lo amo a él! ¡No me iría contigo ni aunque me pagaras! ¡Acéptalo de una vez! ¡Tonto! - Había alargado tanto la palabra "tonto" que sentía que hasta se había quedado sin aire, pero tras terminar su monologo estaba tan agitado, avergonzado y nervioso que solo se había quedado de pie en medio de la calle, rígido y jadeante. 


Los ojos de ambos hombres que lo escuchaban se ensancharon en sorpresa, más uno con dolor, y otro con una profunda alegría, de un solo tirón Akihiko tomó a su pareja de la mano y tiró de él hasta llevarlo a su deportivo rojo, metiendolo después con poco cuidado en el asiento del acompañante y tras subirse en mismo al auto, encendió el motor y manejó nuevamente a alta velocidad de regreso a su hogar.

 

-.-.-.-.-.-.-.- 

 

-Misaki, dilo de nuevo- Le exigió. Habían llegado a la casa, pero aún estaban en el estacionamiento del subsuelo dentro del deportivo, Usami había bajado el asiento de su acompañante dejándolo casi tan horizontal como si de una cama se tratara,  ingeniándoselas para colocarse sobre él y así poder mirarlo profundamente a los ojos.

-¿Eh? ¿Decir qué? - Preguntó, simulando no entender a qué se refería, su rostro estaba totalmente sonrojado. Cuando las manos grades y frías del mayor recorrieron su pecho por sobre su abrigo y subieron hasta su barbilla.  tomándolo de forma firme pero amable para obligarlo a mirarlo, el cuerpo del menor se estremeció y un escalofrió recorrió su columna vertebral haciendo que un suspiro saliera de sus labios.

¡Tanto!  ¡Había extrañado tanto ese tacto! ¡Tanto había añorado a ese hombre!  ¡Tanto había anhelado un beso de sus labios! Para él era aún tan difícil admitir que le deseaba, pero si, le deseaba. Esos ojos profundos le seducían, le embriagaba, su perfume lo dejaba sin defensas, sus frías manos le estremecían, el solo hecho de tenerlas cerca después de un mes de no verlo hacia que todo su cuerpo rogara por un poco de atención. 

-Tu sabes lo que quiero escuchar, tienes dos opciones:  o me lees la carta que me mandaste, o repites lo que le dijiste a Haruhiko. Quiero escucharte decir que eres mío, que me amas - Una sonrisa burlona y arrogante se instaló en su rostro quitando de su bolsillo aquel preciado trozo de papel, deleitándose con las reacciones y expresiones de Misaki bajo él.

-¡Usagi-san, déjame! ¡No lo haré! Déjate de locuras, vamos a la casa y déjame llamar a Kamijou-sensei para avisarle que estoy aquí o se preocupara.- Pidió intentado evitar lo inevitable, pues sabía que ese lobo insaciable que era su pareja lo devoraría antes de cruzar la puerta del penhouse, es más,  dudaba que pudiera salir en una pieza del ascensor, tener a Usami Akihiko tan cerca después de un mes de abstinencia era una situación de alto riesgo para su retaguardia e integridad física.

-Hiroki entenderá cuando lo llame mañana pero solo tienes esas opciones, así que elije ahora cual harás. - Dijo acercando su rostro lentamente a su cuello, utilizando un susurro sensual, pues con los años había logrado descubrir que su querido Misaki se estremecía al escuchar su voz contra su oído. -Misaki, dilo. - Pidió en un murmullo, dejando que su cálido aliento acariciara la oreja contraria. 

El cuerpo del menor se estremeció de pies a cabeza, todo su ser se sintió derretir al oír ese pedido demandante pero sensual, seductor, ese aliento cálido rozándolo. Usagi-san como siempre, invadía hasta sus tímpanos, no dándole ninguna vía de escape, haciéndolo sucumbir a sus deseos, y por qué no admitirlo, también los suyos propios.

-Usagi-san.- Murmuró vencido ¡Maldito sea ese hombre que podía hacerlo y deshacerlo a su antojo!-Te... te amo...- Sus brazos tiritaban de nerviosismo, confesar esas cosas nunca había sido fácil para él. -S--soy tuyo... nunca... ¡Nunca me dejes!- Suplicó abrazándose a su cuello con ambos brazos. -¡No me dejes!- Volvió a rogar en un hilo de voz rota, comenzando a llorar con sentida emoción. Ahora tenía frente a si a su pareja, después de tanta angustia, finalmente lo tenía ahí de nuevo, estaba protegido en sus brazos, solo esperaba que todo esto significaba que su novio había decidido perdonarlo por el mal entendido. 

El mayor sintió su cuerpo temblar, escuchar esas palabras de Misaki era un sueño, un hermoso sueño hecho realidad, incluso se sentía mejor de lo que hubiera podido imaginar para plasmar en sus novelas Bl, abrió la puerta del auto y tomó a Misaki como si de una princesa se tratara dirigiéndose al ascensor, por primera vez en su vida contendría sus impulsos, por una vez quería colma a su niño de atenciones.

-¡Usagi-san bájame! ¡Alguien nos vera!- Protestó a los gritos intentado contener sus lágrimas pero sus quejas fueron calladas por un apasionado beso en los labios y antes de que pudiera darse cuenta se encontraba sobre la cama de su amado escritor, sintiendo sus frías manos acariciarlo bajo sus ropas.Esas frías manos que había aprendido a amar, y que con el tiempo comenzó a necesitar  que recorrían los contornos de su cuerpo. 

Necesitado de aire corto el beso y abrió sus ojos, jadeando bajamente y sintiendo que su camisa había sido arrebatada de su cuerpo paseo las manos sobre la cama buscando amoldarse mejor, pero algo suave y de aroma delicado inundo sus sentidos.

La cama de dos plazas de su adorado Usami estaba bañada en pétalos de rosas, el colchón parecía estar hecho de los mismos, el aroma dulce de las  flores  inundo su olfato, el rose de los pétalos sensibilizaba su piel, la mirada intensa y violácea de su pareja, mirándolo cual león hambriento observando un trozo de jugosa carne, lo hacía sentir ansioso, nervioso, deseoso de saber que haría su amante con él.

-Misaki- Lo llamó con voz suave en su oído, subiendo sus manos por sus piernas, acariciando desde sus rodillas, mimando sus tiernos muslos, apretando sus firmes glúteos con las palmas de sus manos, reprimiendo esas inmensas ganas de arrancar la tela estorbosa que le impedía acariciar a gusto y placer esa tersa piel de sabor adictivo, moría por repasar el camino de sus manos con sus labios, y ante ese pensamiento dejo de contenerse, bajando con besos y lamidas por su cuello, succionando y mordiendo su piel, deleitándose con aquellos roncos suspiros que escapaban de la garganta del estudiante.

Los besos de Usagi quemaban la dermis del menor, sentía esos labios cual fuego ardiente sobre su cuerpo, su ser se estremecía ante cada rose y cuando sus pezones erectos fueron atendidos por la húmeda lengua de su novio la cálida sensación comenzó a enloqueciendo, sus ojos  se cerraron y sus manos se aferraron al acolchado, apretando sus nudillos hasta dejarlo blancos por la prensión que ejercía sobre ellos.

La lengua del mayor bajó entones por el centro del pecho de Misaki llegando al borde del pantalón. De un tirón retiró aquella prenda de su cuerpo y subió con lamidas desde su tobillo hasta su ingle succionándola con la intención de provocarlo aún más, besando luego su miembro de forma provocativa sobre la tela de sus bóxer.

-Eres tan sensual Misaki. - Una risa baja escapó de entre sus labios junto a sus palabras mordiendo después el elástico del bóxer los bajó con su boca dejando expuesto y vulnerable al menor bajo él para luego dar una lamida desde la base hasta la punta.

Misaki temblaba sobre el colchón con sus ojos apretados, ya no sabía si estaba gimiendo alto o despacio, si jadeaba o suspiraba, solo sentía su cuerpo arder en las llamas de la pasión que las grandes manos de Usagi solo lo encendía cada vez más, su frialdad no servía de nada para apagar su fuego, la humedad de su boca engulléndolo, volviéndolo loco a cada segundo que pasaba, su espalda se arqueaba y sus tobillos se clavaban en el colchón, su mente comenzaba a ponerse en blanco.

Un grito ahogado se oyó en la habitación mientras Usagi se arrodillaba en la cama relamiendo sus labios.

-Delicioso, pero eso fue rápido ¿Te has estado conteniendo tanto tiempo? Acaso... ¿No te has masturbado pensando en mí?- La pregunta hizo que el menor se sonrojara aún más y tapara su rostro con una mano al mismo tiempo que estampaba una almohada en la cara de su novio con la otra. 

-¡Cállate imbécil! ¡Claro que no lo he hecho!- Protestó avergonzado, pues aunque eso era cierto, si había tenido sueños húmedos con él muchas veces, confesarle al escritor abiertamente hasta que grado lo perturbó su ausencia era algo que no estaba dispuesto a hacer. 

Una nueva risa baja se escuchó seguida de un gemido contenido, dos traviesos dedos se abrían paso en la entrada del menor, los besos comenzaron, Misaki en su desesperación comenzó a tironear de la camisa ajena, quitándosela con torpeza, rompiendo un par de botones en el proceso solo para poder tocar con libertad su espalda desnuda, arañándola en ocasiones y dejando un poco libre su insintó abrazó sus caderas contrarias con sus piernas, ondeando su pelvis  en una muda invitación para continuar,  frotando su miembro desnudo contra el aprisionado sexo de su novio en consecuencia.

Un gruñido masculino se escuchó y apartándose de Misaki, terminó de sacarse la ropa que le quedaba aprovechando el momento para tomar la mano del menor y la apoyarla sobre su pecho, haciéndole sentir lo latidos de su corazón.

-Misaki, te amo. Te amo. Te amo. - Repitió para él apenando al castaño que lo miraba con sus ojos entreabiertos, sonrojado, jadeante y con los labios brillosos por la saliva que habían dejado sus beso

Misaki sintió los latidos desbocados de su pareja y una sonrisa leve apareció en sus labios más no pudo mantenerla mucho tiempo ya que los dedos que antes jugaban en su entrada fueron retirados y remplazados sorpresivamente por el duro y ardiente miembro de su amado. Su espalda se arqueó aferrándose a su pecho, arañándolo en el proceso, apretando el abrazo de sus piernas sobre las caderas del escritor.

El dolor mezclado con el dulce néctar del placer estaba enloqueciendo a ambos, los movimientos de su cuerpos sincronizados, sus voces jadeantes resonaban en el cuarto, amándose, olvidándose de pudores, de inhibiciones, sus cuerpos, sus carnes era una sola, era una sola persona, un solo ser.

Misaki olvidó todo lo que lo rodeaba, su cuerpo se movió a la voluntad de su alma, a sus deseos y en un sorpresivo movimiento volteó la situación dejando a Usagi bajo el, quizás finamente cumpliría la promesa de atacar a Usagi aunque con un método poco ortodoxo, sin embargo su cuerpo parecía no tener freno, comenzó a mover sus caderas sobre él con sus ojos apretados, sus manos reconocían los músculos del pecho de su amante, recorriendo cada parte como si memorizara esos caminos, como si creara un mapa de su anatomía en su mente, mordiendo sus labios para reprimir sus gemidos entregándose plenamente a complacer y ser complacido.

Solo se concentraba a en pertenecer plenamente a él.

Usagi sentía su cuerpo consumido por la lujuria, sus manos se dirigieron a esas caderas tan marcadas y provocativas, sujetándolas con firmeza  para guiar al menor a un ritmo desenfrenado, ya no sabían cuál de los dos se movía, solo podían sentir esas desesperación poe pertenecerse, por poseer y ser poseído, sus cuerpos  estaban fundidos, ninguno de los dos podía decir donde comenzaba el otro y donde terminaba uno, la temperatura aumentaba, el oxígeno escaseaba, los corazones sincronizados en un palpitar desbocado, el rechinar de la cama que era una pobre víctima de la pasión que desbordaba por cada poro de los hombres sobe ella, los pétalos de las rosas cayendo por el suelo, pegándose a los cuerpos sudados, enredándose en las sabanas enredadas perfumaban con un poco de romanticismo el aroma a sexo del lugar.

Un grito al unísono y ambos se desplomaron desordenadamente en un bulto de piernas y brazos sin sentido, incluyendo un beso dulce y lleno del amor que se profesaban  a viva voz sin utilizar palabra alguna.

Acurrucados en la cama, cobijados por el manto obscuro de la noche, y resguardados bajo las alas del cupido que los flecho aquella primera noche que bajo la nieve dos corazones ajenos se declararon abiertamente emociones de tristeza y se entregó la confianza servida en bandeja de plata con el postre amargo de perladas lagrimas saladas cayendo de ambos ojos, se dejaron caer en el sueño sellando un mudo pacto de "juntos para siempre" con un abrazo de puro sentir, en donde sus mentes se perdían en el pensamiento de "y si pudiera estar así con él por siempre", tal como aquella primera vez que hoy ese día parecía tan cercano y tan distante en el tiempo, un tesoro tan efímero y tan contradictoriamente perenne. 

 

-.-.-.-.-.-.-

 

Rojo cual tomate intentaba hacer el desayuno, las imágenes de la noche anterior se repetían una y otra vez en su cabeza, el cuello del castaño estaba tan marcado que le producía dolor y no podía concentrarse. Frustrado por la situación bajó sus hombros y comenzó a sacudir su cabeza intentado que esos recuerdos salieran de su mente.

-¡Usagi, pervertido!- Protestó cuando unos fuertes brazos rodeaban sus caderas y sobresaltado giró el rostro encontrándose con el semblante sonriente del novelista que se encontraba de más que de un excelente humor.

-¿Qué desayunaremos?- Preguntó en tono empalagoso besando su cuello y acariciando su pecho. –Aun no termino de recargarme de Misaki, creo que te quiero de menú.

-¿Eh? ¡Usagi! ¡Déjame! ¡Suéltame! ¡No me toques! ¡Ell desayuno se quema... ah~~! - Pronto aquellas habilidosas e inquietas manos recorrían cada porción de piel a su alcance dejando caer al menor en el suelo de la cocina con él encima. –¡Usagi-san, te dije que me dejes! - Volvió a pedir apenado. –Al menos déjame que apague el fuego ¡Provocaras un incendio!


-No, yo te quiero ahora- Declaró ansioso, metiendo sus manos dentro de sus pantalones y arrebatándoselos rápidamente.

-¡Usagi! ¡Pervertido! ¡Espe--ahmng! 

-Tu boca se queja pero tu cuerpo está disfrutándolo.- Comentó sonriendo arrogantemente el mayor.

Cuando el menor estaba por contestarle de forma agresiva que eso no era verdad, el sonido del celular del menor distrajo a ambos de la acción, y escapándose con agilidad el menor corrió a tender.

-¿Si? ¿Quién habla?- Preguntó educadamente el menor.

-¡MALDITO MOCOSO! ¿Dónde rayos estas?- Los gritos furiosos de Hiroki se escuchaban claramente del otro lado de la línea.

-Kamijou-sensei… yo… bueno… la cosa es que... - Una risa nerviosa comenzaba a escapar de sus labios cuando sintió que le era arrebatado el celular y un molesto Akihiko ahora lo sostenía contra su oído derecho.

-Hiroki deja de molestar, Misaki estuvo toda la noche haciendo el amor conmigo y deja de interrumpir que aún necesito recargarme de él, gracias por haberlo cuidado pero mi venganza contra ti será dulce y terrible. Adiós- Dijo antes de cortar la comunicación, oyéndose los gritos y las protesta de Misaki intentado quitarle el celular al mayor al escucharle decir semejantes cosas a su profesor, no sabía dónde meterse de la vergüenza.

-¡Usagi-san! ¿¡Cómo puedes decir semejantes cosas!? ¡Es mi profesor! – Gritó intentando hacer que entrara en razón pero la mirada en su pareja hizo que todo su cuerpo se estremeciera, y retrocediera un par de pasos hasta chocar con la pared, sintiendo como ese hombre avanzaba hasta estampar sus manos a los lado de su cabeza y descendía levemente el rostro, rosando sus labios.

-Mi venganza contra ti, también será terrible Misaki, que no te quepa la menor duda de ello, aun tienes que pagar por todo este "mal entendido" – Tomándolo de las caderas se lo subió al hombro, fue a la cocina apago el fuego y se lo llevó a el cuarto cerrando la puerta detrás de ellos, escuchándose los gritos de protesta del castaño retumbar en cada pared del departamento.

Hermano, padre y madre, les estaré siempre agradecido por permitir que Usagi se quedara a mi lado, por hacer que mi carta le llegara a tiempo, pero por favor... ¡Sálvenme de las garras de este lobo hambriento! ¡Es un maldito pervertido! ¡Ayuda!  Pensó Takahashi Misaki aquél día a sus veintidós años de edad. 

-.-.-.-.-.-.-

 

Del otro lado del la linea Hiroki estaba sonrojado hasta la punta de las orejas y suspirando pesadamente blockeo su celular  guardándo en su bolsillo segundos después.

-Hiro-san ¿Qué ha pasado?- Preguntó curioso Nowaki pues el rostro sonrojado de su pareja lo intrigaba bastante.

-Misaki esta con Bakahiko- Respondió sentándose junto a su pareja y bebiendo un poco de café.

-Qué bueno, entonces todo se arregló entre ellos, yo sabía que todo saldría bien, ellos se aman, además Misaki es un buen muchacho. – Aquel comentario había caído como balde de agua fría en Hiroki quién miraba bastante mal a su pareja. Éste dándose cuenta del error en sus palabras abrazó sus caderas pegándolo contra él. –Pero tú eres mucho más hermoso, y perfecto Hiro-san, ahora que estamos solo ¿Por qué no te metes en la bañera conmigo?

-¡Suéltame imbécil!- Un almohadazo con todas las fuerzas del castaño se estrelló en su cabeza. -¡Maldito pervertido! ¡Depravado sexual! ¡Deja de pensar en idioteces!- Protestó enérgicamente, pero el medico simplemente sonrío y abrazó nuevamente sus caderas atrayéndolas a él.

-¡Hiro-san! ¡Hiro-san!-Insistía riéndose, algunas horas más tarde ambos ya tranquilos y descansando después del acto, el castaño suspiró apesadumbradamente. –Hiro-san ¿qué te preocupa? – Preguntó distraídamente a su pareja.

-El hecho de que Akihiko me prometiera venganza…Eso me preocupa. 

-¿Qué tan malo puede ser? Es tu amigo ¿o no?- Preguntó riendo con cierta diversión.

-No conoces a Usami Akihiko.- Y tras ese comentario se durmió en el pecho de su pareja.

-.-.-.-.-.-.-.-. Fin. -

 -Falta el extra. 

Notas finales:

Bueno gente, creí que iba a tener tiempo, pero mi vida se complico, son las cuatro de la madrugada así que no pienso ponerme a corregir ahora el extra, lo haré mañana cuando me levante. 

La historia acá finaliza, pero no se pierdan el extra con la venganza que Akihiko fraguó en contra de Hiroki por andar de metiche. 

 

Los veré mañana con el extra. 

 

Cuídense mucho. Espero sus comentarios, que siempre me esmero en contestarlos. 

 

Sioa Shun Uchiha-san. 


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