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DMC. Dante y Vergil son el tipo de... por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Escrito 2 años, 4 meses y 22 días después de los primeros 16 fragmentos lololol. Pensé que era menos. Gracias por leer :)

 

 

Epílogo

 

 

"Algunas veces, cuando estoy solo, poco falta para apostar por ello.

Por decir que la sensación que me provoca tu presencia es real.

¿Continúas conmigo ahora? ¿Tu espíritu, o lo que sea que quede de ti, seguirá rondándome hasta el final de mis días?

¿Seguirás estando conmigo, como antes prometías?

La verdad, Vergil, es que algunas veces te extraño. 

Especialmente cuando estoy solo, y nada parece tener la misma chispa que antes.

En otras más, cuando estoy acompañado, te aborrezco profundamente.

Ocurre mayormente al estar con quienes te conocieron, porque tienen razón.

No eras bueno para mí.

No eras bueno para nadie, en realidad.

Sus conclusiones son precipitadas, claro. 

¿Qué sabrán del hombre que eras antes? ¿Qué pueden saber ellos?

¿Qué idea tienen del hermano que fuiste para mí? ¿Qué saben de lo que eres, todavía, para mi?

La meta, el camino y el motivo. 

Todo lo que se necesita para estar vivo.

Y yo para ti, ¿qué era?

¿Qué pensabas realmente al verme?

La respuesta es sencilla.

La razón, la vereda y el final.

El pase directo a un mundo que no querías conocer.

El fin que, honestamente, yo tampoco esperaba que vieras.

Muchas veces, cuando estoy despierto, me convenzo de que no me haces falta, V.

Pero todo cambia con el pasar de las horas.

Entonces me doy cuenta de que soy un mentiroso sin remedio.

Un error en cada pequeño aspecto.

Desde que no estás, no consigo darle sentido a esto.

¿Qué es estar vivo, realmente?

La basura filosófica de la cual me reía, las ideas absurdas que soltabas antes... 

Tus miedos de desaparecer de la existencia, tu percepción sobre lo que representa un recuerdo...

Es desagradable pero, quizá al fin puedo entenderlo.

Al verlo, puedo darme cuenta qué es lo que te daba miedo.

Porque puedo sentirlo.

O quizá solo sea mi propio temor, haciéndose pasar por aquella porción en mi pecho que continúa latiendo a su propio ritmo. Al ritmo que le ordenabas antes, al ritmo que me enseñaste a ir, antes.

Dos corazones que latían al unísono sin importar cuán distintos fuesen los caminos.

Dos mentes que se encontraban una y otra vez, sin importar que los pensamientos fuesen diferentes.

Éramos todo, cuando no existía nada.

Y fuimos nada, una vez que conseguimos todo.

Lo máximo que había para conseguir en este mundo, fue nuestro.

Éramos el tipo de hermanos que se odiaban más que nada en el mundo, mientras que nos amábamos más que nada en la tierra.

Éramos los hermanos que discutían por todo y nada, pero también éramos como esas estúpidas parejas que decidían besarse cada tanto... Especialmente luego de que uno u otro decidiera romperle la cara al contrario. 

Tuviste razón... Ni siquiera ahora admitiré si ganaste mayormente o no. Tú sabes la respuesta...

Tú eras del tipo de hombre que tomaba meses hasta elegir un regalo adecuado para la persona que amabas... Tuve suficiente suerte como para ser esa persona... Pero tú eras desafortunado en comparación, hermano. Yo no sabía corresponderte adecuadamente, y terminaba haciéndote enfadar por darte envolturas de chicles. ¿Me creerías si dijera que pensé que era especial? Darte lo que tuviese en mis manos en ese momento. Aunque fuese basura... Porque todo lo que era mío, te pertenecía por extensión... Incluso ahora.

Contrario a la creencia popular, ninguno de los dos éramos de los que se enfadaban tan fácilmente. A veces ocurría, claro... Pero era simple herencia de nuestra madre. Desearía verla como tú ahora. ¿Sonríe del modo en que decías que yo lo hacía? Ojalá pudiera saberlo... No consigo recordar la última vez que sonreí de esa manera... Sin el peso del dolor encima...

Siempre fuiste el tipo de persona que demoraba una eternidad para arreglarse. Incluso cuando te invitaba a los sitios menos lujosos, tu te las arreglabas para lucir como un ser proveniente de un mundo distinto al nuestro. Tan hermoso... Tan lejano... 

A veces, cuando creo que soy lo suficientemente fuerte, decido modelar frente al espejo fingiendo que soy tu. Muchas veces termino herido... Mi mente no consigue sobrellevar ese tipo de carga... Debes estar carcajeándote ante la idea, ¿no es así? De tu estúpido hermano fingiendo ser tú, porque te extraña demasiado... 

Continúo riéndome incluso ahora de solo recordar lo bien que el rojo iba contigo. Recuerdo cuántas veces te enojaste por ello... Por reírme al verte. Nunca tuve oportunidad de decirte lo hermoso que me parecías. Ojalá pudieses saberlo.

Son pocas ocasiones donde decido que tengo la energía suficiente como para visitar tus cajones... Es lamentable, ¿cierto? Continúo guardando "tu lado" del cuarto... Es cierto. En mi hogar, que no ha cambiado, la mitad sigue siendo tuya. En mi cama, está tu lado. Y en mis muebles, siempre hay algo de ti. En la sala, junto al reproductor, veo siempre tu antiguo tocadiscos. No me he atrevido a usarlo, temo romperlo... La era digital pegó duro, hermano. Y aunque no comprendo ni la mitad de lo que pasa, todavía busco música clásica... Y agradezco que pueda oírte al reproducirla. Tarareando sonatas, o bailando al compás de cada obra.

Mis consolas continúan llenándose de polvo... Especialmente aquella que usábamos para jugar juntos.

Guitar Hero se volvió un juego complicado para mí. Y cuando estoy más dolido, juro que te odio por ello.

Lo que cualquier otro mortal considera efímero, duró eternamente para ambos.

Incluso hoy podría asegurarte que el amor es la peor basura que existe.

Tu probablemente estarías riéndote por ello.

Porque sabes cuán sentimental puedo ser.

Porque comprendes que, aunque lo veo de este modo, todavía disfruto de sus ventajas. 

De los recuerdos de la persona que tanto amaba.

Estar enamorado es ser humano. Y, aunque renegabas de todo lo demás, aceptaste serlo conmigo.

Aceptaste volverte un poco más humano cuando decidiste enamorarte de mi.

Y, en el proceso, ambos fuimos transformándonos.

Nosotros, demonios, también podemos llorar.

Yo, demonio, podría llorar.

Ahora que las lágrimas parecen haberse terminado, si volviera a verte, todavía podría hacerlo.

Joder, realmente quisiera verte de nuevo.

Aunque fuese un solo minuto.

¿Soy demasiado egoísta por ello? ¿Me culparías por serlo?

V, quizá lo deseé demasiado fuerte al perderte... 

Porque ocurrió de un modo u otro.

Le tomó años, claro, pero pasó.

Y yo sé lo que dirías...

No eres tú, en lo absoluto.

Pero él es un recuerdo vivo de ti.

Aunque sé cuán distintos son en realidad, agradezco esta pequeña parte de ti, aquí.

No es como tú en lo absoluto, es cierto. 

Nero es un fantasma con su propia personalidad, pero...

La porción que queda de ti, en él, es suficiente ahora.

Hasta que llegue a nuestro último latido.

Hasta mi último respiro.

Entonces volveremos a vernos, ¿verdad?

De un modo u otro.

Porque siempre fuimos nosotros dos.

Tu y yo.

Dante y Vergil... Fuimos el tipo de hermanos que se amaron hasta la muerte

Y no puedo imaginarme una vida que no sea igual"

.

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.

 

 

El peli-blanco aprieta con algo más de fuerza el lápiz con el cuál estaba escribiendo. Siente la mirada escocer al punto en que se decide por tomar un momento antes de continuar. Es un día especialmente triste, siempre que llega el día de su aniversario... La sensación desagradable continua desplazándose por todo su organismo cuando escucha a alguien tocar la puerta. Ofuscado por la insistencia evidente, Dante se pone de pie. Toma las hojas que ha llenado de letras y, como en cada ocasión, las lanza a la pequeña chimenea que el imbécil de su hermano se las arreglara para instalar en su cuarto hacía varías décadas.

Al abrir la puerta de un solo movimiento, le sorprende ligeramente no dar de lleno contra el ceño siempre fruncido del más bajo. Nero, de pie delante de él, se limita a mirarlo atentamente. Dante se cruza de brazos entonces, recargándose contra una de las paredes.

—¿Qué...?

El tono no es amigable, la postura no es precisamente agradable tampoco. El menor no necesita que le digan que el otro no está de humor para nada, pero, pese a ello, su voz no denota la ofensa que le provoca semejante trato.

—Pediré unas hamburguesas, ¿quieres?

Por la manera en que el anciano levanta una ceja, Nero entiende lo inespereado de su visita. Deja escapar el aire a través de sus labios antes de explicarse, un poco indiferente:

—Kyrie quería pedir algo de cenar, pero a esta hora no hay muchas opciones... José es el único que continúa atendiendo. Raro, si me preguntas, siendo que no parece vender la gran cosa...

—No se llama José—le corrige casi inmediatamente el mayor, rodando los ojos

—Como sea...—responde Nero, indiferente, y su tono es familar

Dante se obliga a dejar pasar aquel espejismo delante suyo. La imagen de Vergil delante suyo desaparece mientras que él toma su gabardina del perchero junto a la puerta del cuarto, a un lado de ésta, el brillo azulino de la ajena permanece allí.

—¿Ordenarás con él, entonces...?

La conversación retoma su rumbo entonces, consiguiendo que la atención del mayor gire entorno a la cena de esa noche. Continúan discutiendo sobre lo que comprarán mientras que bajan las escaleras. Dante incluso tiene la decencia —en opinión del menor— de saludar a la invitada de la noche antes de que abandone el sitio en busca de los sagrados alimentos. Cuando el más bajo se ofrece a acompañarlo, la negativa no le sorprende.

—Me devolverás el favor luego...—es la única respuesta del mayor

El tiempo a solas con su novia siempre venía junto a un precio.

Dante cerraba la puertas tras suyo cuando lo sintió. Una brisa helada que para cualquier otro habría resultado insoportable... Él, en cambio, sintió que podía respirar. Una sola inhalación cada año...

Se abriga mejor, sintiéndose abrazado por lo que perdió hace años, y emprende su camino en la noche mientras que, a sus espaldas, su cartel continúa parpadeando.

Tres letras se apagan, dejando un mensaje distinto al original.

Esa noche, el demonio lloró.

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