Steve se frotó las manos, nervioso y apretó un poco más, contra su pecho, la carpeta que contenía sus dibujos. Diez minutos habían pasado de las 11, podía verlo en el reloj que colgaba en la pared del bar que tenía en frente.
Miró una vez más a su alrededor en aquel parque y sonrió al ver que los niños habían salido a jugar. Las temperaturas habían elevado lo suficiente, como para que pudieran hacerlo. Sonriendo con nostalgia, recordó su propia infancia. Él no había tenido amigos, nunca había jugado con nadie, había pasado sus días postrado en la cama de un hospital y la de su casa o la del hogar de niños, en donde había conocido a Bucky. Su amigo siempre había sido curioso y testarudo y a pesar de que le habían dicho que dejase a Steve descansar, él siempre se escabullía a visitarlo. Decía que se llevaba mal con los otros niños, aunque, en realidad, era que tenía mal carácter y era muy poco probable que congeniaras con él.
Si no fuese por Bucky, Steve estaría completamente solo en el mundo. Quizás, por eso había aceptado la invitación de ese desconocido... el tal Edward Starkenson. Aunque, ahora que lo pensaba, había sido demasiado ingenuo de su parte el creer que había hablado en serio. Un hombre que podía ser su padre, queriendo ser su amigo.
"¿En qué pensabas, Steve? Lo dijo para ser amable" se reprochó desanimado.
Se puso de pie, dispuesto a marcharse, cuando alguien se detuvo frente a él.
—Hola...Lamento la demora... Has esperado mucho, ¿verdad?
Steve alzó los ojos para mirarle al rostro, a causa de la diferencia de estatura que había entre ambos y esbozó una tímida sonrisa.
Había venido. Ed estaba allí, vistiendo un pesado abrigo y sonriéndole de manera encantadora.
—Ho... Hola. Yo... he llegado aquí un poco antes- admitió sincero.
—Lo siento... He tenido un par de imprevistos- revoleó los ojos en una mueca graciosa y sonrió.
—No se preocupe.
—Te...
—¿Qué?
—No "te" preocupes- modificó un poco la frase de Steve — Puedes tratarme de tu.
—Yo... No podría.
—Si vamos a ser amigos, deberías intentarlo. Si es que deseas ser mi amigo.
—Sí- se apresuró en responder, sintiéndose nervioso y Ed volvió a sonreír. Una hilera de dientes blancos perfectos y sus ojos se achinándose, mientras algunas de las arrugas alrededor de ellos se acentuaban. Esos detalles ayudaban a que su sonrisa fuese bonita. Muy bonita.
Steve se sonrojó ante sus propios pensamientos.
—Permiso, me sentaré a tu lado-
—Por favor- respondió Steve dejándole un lugar y tomando asiento también.
—Estoy ansioso por ver lo que me has traído- dijo amablemente.
Rápidamente, Steve abrió su carpeta y se la extendió a Ed para que la viera. Había llevado una selección de los que consideraba sus mejores dibujos, pero era la primera vez que un extraño – exceptuando a sus profesores – los veía, por ese motivo, se encontraba bastante nervioso.
—Realmente... tienes talento.
El corazón de Steve dio un vuelco ante esas palabras y sonriendo, se acercó un poco más a Ed, para apreciar el dibujo que él acariciaba con los dedos. Era un dibujo de temática libre para colorimetría. Una niña, de pie al borde de un lago miraba su propio reflejo. Su vestido rosa suave, era movido por el viento, la luz del atardecer pintaba sus rasgos y los arboles a su alrededor, mientras que el agua cristalina del lago parecía mimetizarse con todo, como si fuese un espejo.
—Es un excelente trabajo de luces y sombras... el manejo de cada uno de los pigmentos... parece real- continuó hablando Ed, como sorprendido y Steve no pudo evitar sentir placer ante tales halagos —¿Llevas mucho estudiando?
—Estoy en mi primer año, aunque lo he hecho por mi cuenta durante un tiempo. Cuando te pasas tus días postrado, no es que puedas hacer mucho para distraerte.
—¡Oh! ¿Has estado muy enfermo? - preguntó preocupado.
—Con frecuencia. Mi salud es bastante débil.
—Seguro que un día va a fortalecerse- dijo Ed sonriendo.
Steve sintió el peso de la mano ajena, sobre su hombro, dando un ligero apretón. A decir verdad, se le había hecho un gesto bastante extraño de parte de Ed, sin embargo, le resultó reconfortante, como si no hubiese lugar para poner en duda lo que acababa de decir.
Juntarse con Ed, había sido lo más positivo que le había sucedido en mucho tiempo. La posibilidad de tener un nuevo amigo siempre le había resultado atractiva, sin embargo, era demasiado tímido y solía sentir que no encajaba en ningún lado. Ni siquiera supo de donde había sacado las fuerzas para acordar una nueva cita.
No le había mentido cuando le había dicho lo del comic que deseaba hacer, pero, a decir verdad, no era algo que tuviese completamente planificado.
—Yo... estoy trabajando en un proyecto- había soltado de repente. Conversar con Ed se le había hecho cómodo, quizás, por ese motivo le contaba esa intimidad, pero siendo sincero, también era porque quería volver a verle.
—¿En serio? ¿De qué trata? - preguntó muy interesado.
—Es un comic... Va de unos superhéroes... Como la mayoría de los comics- se avergonzó de haber sonado tan estúpido y ni siquiera pudo mirarle, pero sabía que él estaba sonriendo. —Todavía no he planeado la historia... sin embargo, uno de los personajes... Bueno, creo, que podría parecerse a ti.
—¿Me estas preguntando si puedes dibujarme?
—Bueno... si- alzó el rostro, porque se le hizo una falta de modales de su parte el pedir algo, sin siquiera atreverse a mirarle a los ojos. La expresión de Ed, se le hizo indescifrable y por ello, su corazón comenzó a latir con fuerza... si él respondía que no...
—¿Seré un héroe?
—Había pensado en un ¿villano?
Ed rio divertido y Steve sintió esa calidez en el pecho que había estado allí durante toda la mañana.
—¿Me has visto cara de malvado?
—Yo... No...- se apresuró a hablar, con temor de haberlo ofendido.
—Lo acepto, porque los villanos son los más guapos- soltó sonriendo autosuficiente.
—Tu... ¿Hablas en serio cuando dices esas cosas?
—¿Decir qué?
—Es... solo que siempre te refieres a ti como alguien apuesto.
—¿Y no lo soy?
—No es eso... es solo...
—Que se te hace extraño que hable de mí mismo así.
Steve asintió un poco sorprendido de esa capacidad que Ed parecía tener para comprenderle, al punto de poder completar sus frases, mucho mejor de lo que él lo hubiese hecho.
—No puedo esperar que los demás me vean guapo, si yo mismo no pienso que lo soy... ¿Tú no te ves guapo a ti mismo?
—La verdad es que no- respondió riendo nervioso.
—Pero eres un muchacho guapo.
—¡Oh... vamos! Tu... no hablas en serio.
—Oye, solo es cuestión de que te mires al espejo y encuentres que es lo que más te gusta de ti. Tienes que hacerlo... Irás, te miraras y dirás "Steve, tienes los ojos tan azules que el mar te tiene envidia" o "Steve, tu cabello brilla tanto que has encandilado al sol"
Steve rio con ganas y Ed le acompañó en ello.
—¡Vamos, debes intentarlo!
Se sentía tonto, al estar en ese momento mirando su propio reflejo, pero no podía dejar de sonreír al recordar a Ed y sus palabras. El hombre tenía un excelente sentido del humor y no tenía miedo de hacer gala de su inteligencia, por momentos, ni siquiera había podido seguir el curso de sus elucubraciones, sin embargo, había algo en su forma de hablar que había provocado en él, el ferviente deseo de saber lo que estaba a punto de decir, como si no pudiese dejar de prestarle atención... como si cada una de las palabras que salían de sus labios fuesen sumamente importantes.
Había sido un día divertido. Las horas habían pasado demasiado rápido y él ya estaba ansioso por volverlo a ver.