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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Notas del capitulo:

Me parece, que mejor actualizo los lunes XD 

Tony trató de abrir los ojos, pero sintió que estos le pesaban una tonelada. Se sentía mareado y el dolor de cabeza le resultaba insoportable.


Un olor a desinfectante inundaba el lugar y podía sentir el sol sobre su piel y unas sabanas limpias cubriéndole. No había que ser un genio para adivinar que estaba en un hospital.


¿Qué había sucedido?


Las imágenes de lo último que recordaba aparecieron en su mente a modo de respuesta, como si de un torbellino se tratasen.


¡Oh, Silvie!... ¿Qué le había hecho?


Sintiendo las lágrimas amontonándose detrás de sus párpados, trató de abrirlos, consiguiéndolo esta vez. Lo primero que vio, luego de recuperarse del encandilamiento, fue un enorme ventanal sobre el cabezal de hierro que pertenecía a la cama.


Recordó, inmediatamente, el reactor en su pecho y bajó la mirada con gesto brusco, descubriendo que aún llevaba su camisa, manchada de sangre, puesta. No se escuchaba ningún caos alrededor así que, aparentemente, nadie lo había descubierto... o eso esperaba.


Giró el rostro hacia la izquierda y descubrió una pequeña mesa de luz blanca y un vaso de agua sobre ella. De repente, cayó en la cuenta de que estaba muy sediento, su garganta reseca y su boca pastosa, eran la prueba de ello.


Estiró el brazo para poder alcanzar el vaso y en ese momento, notó el impedimento. Estaba atado a la cama, con correas de cuero.


"¡Mierda!"


Suspiró agotado y cerró los ojos unos segundos antes de voltear lentamente el rostro hacía la derecha. Vio un atril con un suero que se conectaba a su vena y sobre el buró, alguien parecía haber olvidado un tensiómetro. Las paredes del lugar eran de un tono claro, casi amarillento, pero probablemente, era la luz de los rayos del sol que las teñían así.


Tony observó un poco sorprendido, el bulto oscuro frente a él, hasta que su vista se aclaró y comprendió que era la misma Madame Le Pine, la que le devolvía una mirada inescrutable.


¿Qué hacía esa mujer allí? Acaso, ¿No estaba enojada con él?


Iba a hablar, cuando sintió un regusto amargo en el interior de su boca que le hizo fruncir el ceño asqueado.


—Vaya... Hasta que al fin despiertas- habló ella, pero a pesar de sus palabras, no se la veía sorprendida —Aparentemente, te golpeé más fuerte de lo que creí. Traumatismo de cráneo, pero ya estás bien.


—Agua- pidió, Tony, cuando fue capaz de hablar, sin embargo, ella lo ignoró deliberadamente.


—La internación ya está paga. Estás en deuda conmigo y créeme que voy a cobrarme cada centavo.


—Por favor- suplicó, dejando su orgullo de lado y apretando fuertemente los párpados, ante el dolor que sentía en los globos oculares.


—Mi marido pertenecía a la policía. Era un comisario bastante vinculado...


Tony abrió los ojos nuevamente y miró a la mujer, tratando de comprender lo que decía. Ella de repente parecía perdida en sus recuerdos, pero lejos de verse nostálgica al hablar de ese hombre, aparentaba guardar un odio profundo, que, en esos momentos, refulgía desde las cenizas.


—Tenía 15 años cuando me casé con él. Mi padre se había enojado porque yo estaba embarazada y su amigo se ofreció a cubrir mi pecado... - sonrió marcando esas últimas palabras, con un tono burlón. —Del padre de mi hijo no volví a saber nada, pero eso no es lo importante. Mi hijo se llamaba Evan... En este momento, de estar con vida, tendría más o menos tu edad. Probablemente, por eso fui indulgente contigo- soltó con tono helado y sus ojos se movieron para, al fin, verle. Tony se sintió estremecer ante la amenaza latente que podía observar en ellos. — Él lo era todo para mi... Era mi vida, mi motivo para levantarme y seguir adelante día a día, a pesar de lo que significaba vivir junto al comisario- escupió con odio lo último y Tony no pasó por alto, el hecho de que no nombrase a aquel hombre. —Un día, Evan, simplemente, no regresó a casa. - Los ojos de la mujer se empañaron, pero ni, aun así, el destello de odio y peligrosidad desapareció de ellos —Mi marido, volvió tarde aquella noche. Estaba muy contento... Se había deshecho de un maricón, así dijo. No te hace falta ser muy inteligente para adivinar de quién se trataba. Evan tenía un novio... Yo lo sabía. - se puso de pie —Mi marido se rio de mí. Después de todo, ¿Qué podía hacer una mujer, ante un hombre tan importante como lo era él?... Además, había actuado como lo dicta la ley. Ante la mirada de cualquiera, él era un héroe. Me marché de casa... Viví años en la calle. Es un lugar difícil, ya debes saberlo, obviamente, es más complicado si eres mujer. ¿Quieres saber por qué te cuento esto?


Tony asintió, mirándola confundido y sintiendo una extraña opresión en el pecho.


—Todo es un poco cliché... Contarte parte de mi vida, pero es para que comprendas lo que soy capaz de hacerte, si te atreves a regresar a mi casa, al lugar que manejo, y amenazas la integridad de una de mis muchachas nuevamente. El burdel, querido Ed, ese que yo logré levantar de la misma nada y que está allí a la vista de todos, sin que nadie se atreva a cerrarlo, me ha servido para codearme con los hombres más prestigiosos de este país. El poder que he obtenido de ellos, me resultó útil a la hora de asesinar a mi marido sin que nadie ose a interferir en ello. Por ese motivo, soy completamente capaz de asegurarte que, si aún te quedan deseos de desafiarme y poner un pie allí, te mataré. Así de simple. – dijo sin esbozar mueca alguna y volteándose, se dirigió hacia la salida —A los pies de la cama, se encuentran tus objetos personales. Espero que consigas un lugar donde quedarte. Pronto, tendrás noticias mías. – finalizó, antes de marcharse.


Apenas se quedó solo, Tony sintió como su propia sangre comenzaba a arder a causa del enojo. Ni siquiera había logrado arreglar su vida y ya se había hecho de un enemigo.


—¡Felicitaciones, Tony! La has cagado otra vez- se dijo, golpeando los puños y la cabeza contra la cama.


"No ha hablado del reactor" pensó aliviado y soltó un suspiro.


Volteó nuevamente el rostro hacia la izquierda y observó el vaso de agua. Tenía tanta sed. ¿Es que no pensaba venir una enfermera?


Pasaron varios minutos hasta que la puerta volvió a abrirse. Incorporándose un poco, pudo ver a quien se asomaba por ella, se trataba de Steve.


"Steve... Tengo sed" fue lo primero que pensó, sin embargo, no lo dijo.


El rubio se acercó lentamente hacia él y se detuvo a su lado, devolviéndole una mirada angustiada e interrogante.


—Viniste- habló Tony y su voz sonó rasposa.


—¿Cómo te encuentras? -


—El servicio a la habitación es pésimo. Redactaré una queja.


Steve soltó una pequeña risilla y no pudo evitar sonreír en respuesta.


—Estas decepcionado de mi- afirmó, Tony, sintiendo un nudo en la garganta. Si Steve estaba allí, era más que evidente que le habían comentado lo sucedido.


—Yo... no diré que no- respondió el muchacho con franqueza.


—Está bien... Lo comprendo- a pesar de sus palabras, no pudo evitar que la amargura lo invadiera por completo. No importaba la época, nunca estaría a la altura de las expectativas de Steve, sin embargo, hubiese dado lo que fuera por no arruinarlo esta vez. —¿Puedes darme agua, antes de marcharte?


Steve se acercó la mesa de luz, donde se encontraba el vaso de agua y al observar que tenía las manos atadas a la cama, lo ayudó a beberla. Tony apuró el trago, sintiéndose casi desesperado. El líquido estaba tibio, pero no importó.


—No voy a irme, Ed.


Tony suspiró aliviado, cuando su sed se hubo saciado, pero, también, al escuchar esas palabras.


—Gracias- respondió y le miró interrogante, instándole a continuar hablando.


—Vamos, Ed... No te he conocido en la iglesia- soltó sonriendo. —He visto personas como tu...


—Drogadictos- respondió con simpleza al verle dudar.


Steve asintió.


—Sé cómo se ponen... No soy tan ingenuo como parezco. No me agradó el hecho de que atacaras a esa mujer, pero, sé que no eras tu quien actuaba.


—Te juro que no- respondió, Tony y trató de sonreír para dar credibilidad a sus palabras —Yo... no era yo. Ni siquiera sabía lo que estaba sucediendo... solo quería... solo quería beber- se mordió los labios sintiéndose avergonzado de sí mismo. No le gustaba eso, el hecho de que Steve viese su peor parte.


—Lo sé...


—¿Cómo es que lo sabes?


Steve se encogió de hombros y esbozó una cálida sonrisa a modo de respuesta.


—Solo espero... que desees recuperarte.


—Si, esa es mi intención- se apresuró a responder y la sonrisa del rubio fue tan radiante que le contagió de alegría. —Oye...- habló luego de unos segundos en silencio —Este es un buen final para tu villano ¿No lo crees? - dijo haciendo referencia al hecho de encontrarse en una cama de hospital.


Steve soltó una risilla.


—O tal vez, sea un buen inicio.


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