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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Notas del capitulo:

Sinceramente... Me estoy cansando un poco de esta página :C

Publico un capitulo y me lo publica dos veces. 
Quiero borrar y me borra o los reviews o el fanfic entero.
Esto ya es personal (?

Steve abrió los ojos y trató de respirar profundamente sintiendo sus pulmones arder en respuesta. Recordaba la camilla en la que lo habían llevado, el olor a desinfectante y el médico que daba órdenes a las enfermeras.


Había estado gozando de salud por demasiado tiempo.


Mirando a su alrededor, descubrió a Bucky durmiendo en una silla. Había tenido la suerte de que su amigo hubiese estado con él cuando colapsó.


Trató de hablar, pero su voz pareció no salir. La mascarilla de oxígeno estaba comenzando a molestarle y los brazos le pesaban demasiado como para intentar quitársela.


¿Cuántos días llevaría allí?


Se sentía tan cansado.


—¿Cómo estás?


Steve movió sus ojos para mirar a su amigo, quien estaba parado frente a él, sintiendo dolor en la parte trasera de los globos oculares. ¿En qué momento, Bucky se había acercado? Cerró un por unos segundos los párpados, sintiendo con eso, un ligero resquemor.


—Estoy bien- dijo y su voz sonó rasposa.


—Tienes neumonía-


Bueno... Era de esperarse. Ya estaban a finales de otoño.


Esbozó una ligera sonrisa y el simple gesto le pareció un enorme esfuerzo.


—¿Has... avisado...?


—¿A tu trabajo? Si, les he dicho.


—¿Ed?


La confusión en el rostro de Bucky, no le pasó desapercibida.


—Le he dicho.


—Mientes- respondió, adivinando.


—¡Que le he dicho!


Steve cerró los ojos sintiéndose abatido. Siempre le sucedía, las veces en las que se enfermaba se sentía tan frágil, que creía que podía morirse, y una enorme melancolía lo invadía por completo. Se volvía dependiente, necesitado de la compañía de aquellos que significaban algo para él de manera tan desesperada. Y Ed significaba mucho para él... Quizás, demasiado.


—Steve... Te pondrás bien- habló Bucky con tristeza y él volvió a abrir los ojos.


—No le has dicho. A ti no te gusta Ed.


—Ese tipo es un extraño, Steve.


—Es mi amigo.


—Tu eres tan bueno que llamarías amigo a cualquiera.


—No subestimes mi amistad- dijo sonriendo, como si aquello se tratara de una broma. —Ed no ha hecho nada malo.


—Aun así, no me gusta... Siento, como que hay algo que oculta.


—No tiene por qué contármelo todo. Ambos tenemos secretos... Cosas que no le hemos dicho a nadie- dijo mirando a Bucky de manera significativa.


Su amigo permaneció en silencio y por un momento, Steve creyó que él sabía de qué se trataba. Bucky comprendía que, quizás, lo que sentía por Ed no era solo una simple amistad, sino que hacía un buen tiempo que había traspasado ese límite. Sin embargo, Steve nunca lo diría en voz alta, ni a Bucky ni a nadie.


—Está bien... Yo le diré que venga a verte.


Steve sonrió.


Pasaron varios días en los que Ed no fue a visitarle y el corazón de Steve parecía romperse un poco más cada vez que no le veía traspasar esa puerta. Lo extrañaba tanto, que resultaba doloroso el tener consciencia de que ese hombre, probablemente, no sintiera lo mismo.


Steve suspiró y se acomodó mejor en la cama. Ya estaba bastante recuperado e incluso, había comenzado a dibujar nuevamente, sin embargo, aún no le daban el alta.


Miró una vez más hacia la puerta, tratando de ignorar la decepción de ver a entrar a Bucky a través de ella. Su amigo era el mejor que podía tener. Había estado día y noche junto a él y no se había apartado de su lado, por lo cual, no podía evitar más que sentir gratitud y un poco de pesar. Siempre era así, Bucky estaba allí cada vez que se enfermaba.


Ya no se creía capaz de preguntarle a Bucky si le había dicho a Ed donde se encontraba internado. Tenía miedo de que la respuesta fuese afirmativa y saber que a ese hombre poco y nada le importaba.


—¿Cómo te encuentras?


—Con ansias de irme a casa.


Bucky rió ante la respuesta.


—Me imaginé... De igual forma, le pregunté al doctor...


—Y ¿Qué te ha dicho?


—Que estarás una semana más aquí. Hasta que tus niveles de hierro en sangre aumenten.


—¿En serio?


Bucky apretó los labios en un gesto gracioso y asintió.


—Lo siento, Stevie.


De repente, se comenzó a escuchar unas risas provenientes del pasillo. Al parecer, algo divertía a las enfermeras ese día. Las carcajadas se hicieron cada vez más fuertes, hasta que alguien ingresó por la puerta. El corazón de Steve pareció dar un vuelco alegre, al ver a Ed.


"Viniste" pensó y observó a las mujeres que reían junto a él. Ed aún no se había volteado a mirarle, hablaba con ellas, haciéndolas reír.


Las enfermeras le tocaban los hombros y los brazos en un gesto que más que amistoso, le pareció un intento por seducirlo. Y él, sonreía, coqueteaba con ellas, las mantenía allí, atentas a su presencia, a cada palabra que salía de sus labios.


¡Las tenía completamente fascinadas!


Steve sintió un resquemor en la boca del estómago que subió por su garganta a tal punto, que creyó que vomitaría. Sin embargo, pronto ese tipo de sentimientos se vio reemplazado por una enorme tristeza. Eso era lo correcto, lo que debía aceptar. Ver a Ed rodeado de mujeres estaba bien y quizás, algún día no muy lejano, lo vería acompañado de una de ellas.


¿Cómo sería ese día? En que su amigo llegase y le presentase a su pareja.


¡Vamos! Ni siquiera había podido soportar la oleada de celos y dolor que le dio aquella vez en la que Ed le contó que, entre sus escasas memorias, había recordado que había estado a punto de casarse.


Debía acostumbrarse a ello, a la posibilidad de que Ed encontrase a una buena mujer a la que querer y que le quisiera.


Trató de mantener la sonrisa en su rostro, cuando vio que, con un gesto muy cortés de su parte, Ed se deshizo de aquellas enfermeras que se voltearon a verle una vez más antes de irse.


—Steve- le llamó con tono dulce mientras se acercaba para plantar un beso sobre su frente, dejándole anonadado —Me alegra que ya estés mejor-


La sinceridad y la emoción que vio en los bonitos ojos marrones de Ed, provocó que cualquier pensamiento negativo que hubiese tenido le abandonase de manera inmediata, causando que su pecho se llenase con una agradable sensación de calidez.


—Has venido- respondió, Steven y no pudo más que sonreír.


-.-


Tony observó a Steve dormir y se sintió aliviado de que estuviese mejor. Se levantó del incómodo asiento en el que se encontraba y miró a Bucky en el otro, también dormido. A pesar de que le había dicho al testarudo amigo de Steve que se fuese a descansar, el muchacho había insistido por quedarse allí.


Caminando hacia la orilla de la cama, miró el rostro sereno iluminado por la luz de la luna que ingresaba por la ventana. Unas enormes ojeras se veían bajo sus ojos y la palidez del rostro resultaba alarmante.


Alzó la mano, repentinamente necesitado de sentir la calidez de las enjutas mejillas y, sin embargo, el gesto quedó en el aire.


Hacía varios días en los que se había enterado que Steve estaba enfermo y la preocupación no lo había dejado en paz. A eso, sumándole el hecho de que se le había hecho terriblemente complicado que Bucky le dijera donde se encontraba internado. Si no conociese la historia entre ambos, hubiese golpeado al amigo de Steve, aunque, debía admitir que tanta sobreprotección era un poco desesperante.


Aun recordaba la discusión que ambos habían tenido y, por momentos, se le hacía más que evidente que Bucky sabía algo que no deseaba decir. Lo había sentido en medio de la conversación, cuando trataba de que entendiera que no era su intención hacerle daño a Steve. Bucky lo había mirado de tal forma que le pareció que eso no era a lo que realmente temía. Sin embargo y por más que le daba vueltas al asunto, no era capaz de comprender que era lo que sucedía.


Suspirando con pesadez, regresó a la incómoda silla a la cual, más le valía acostumbrarse si su intención era quedarse hasta que le dieran el alta a Steve.


-.-


—Tus rasgos... son muy parecidos a los de Howard.


Tony casi escupió el agua que estaba tomando, al escuchar a Steve decir esa frase. El muchacho continuaba con esa idea de dibujarle como villano y por estar concentrado en los trazos que estaba haciendo, no le vio esbozar esa expresión de pánico que no pudo reprimir. Tratando de tranquilizarse, dejó el vaso sobre la mesa de luz, sonrió con esfuerzo y habló.


—¿Tú crees?


—Si... Esa vez, que estábamos todos juntos en el salón de dibujo, no pude evitar advertir eso. El parecido entre ambos es bastante notable... Incluso, ambos gesticulan de la misma forma al hablar... Es como si fuesen parientes cercanos... Podrías ser su padre- dijo divertido.


"Si supieras" pensó Tony.


—Quizás lo sea- dijo con seriedad y Steve lo miró sorprendido.


—¿En serio?


Tony comenzó a reír.


—Por supuesto que no.


—¿Estás seguro? Quizás, conociste a su madre en algún momento.


Tony esbozó una mueca de asco. Salir con su propia abuela... ¡Esa conversación era un delirio!


—Créeme que no...


—¿Cómo puedes saberlo, si te faltan tantos recuerdos?


—Supongo que sabría que soy el padre de uno de los hombres más ricos e influyentes en el mundo.


—Incluso, ambos son muy inteligentes... - continuó como si nada.


—¡Que no soy su padre!


—Está bien... Yo solo decía...- respondió divertido.


—A ver qué estás haciendo- se acercó a él, con la intención de cambiar de tema. —Me gusta... No llega a hacerle justicia a mi belleza, pero me gusta- bromeó, observando admirado los trazos. En el dibujo, podía verse a sí mismo sonriendo, con una larga capa de cuello ancho, el chaleco y las pulseras que Steve había diseñado y le había obligado a ponerse alguna vez. Se hallaba volando y bajo él, varias personas le miraban aterradas. Pero lo que más llamó su atención, fueron los halos de luz que salían de sus manos, los cuales, le llenaron de nostalgia al recordarle a los propulsores de sus trajes. Debía volver a su época. —Aunque, mi sonrisa casi te quedó parecida.


—Tu sonrisa es más bonita- soltó Steve y Tony se volteó a verle, sintiendo una poderosa conexión entre ambos cuando sus ojos se encontraron. Era como si el mundo se hubiese detenido y en aquellos bonitos orbes celestes, hubiese encontrado el camino a casa.


Steve se sonrojó de repente y bajó el rostro mientras carraspeaba.


—Muchas gracias... Por cuidarme en estos días- dijo con un hilo de voz.


—Yo... siempre estaré contigo, Steve... cuando me necesites y cuando no, también.


Steve alzó el rostro y le sonrió de tal forma, que la oscuridad pareció iluminarse.

Notas finales:

Muchas gracias por leer...
Espero que les haya gustado el capítulo :)


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