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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Ed se sostuvo de las paredes de aquel inmundo callejón y se esforzó por caminar. El dolor que sentía en el pecho parecía intensificarse con el paso de los minutos y cada vez le costaba más respirar.


No se veía a nadie allí que pudiese ayudarle, ni nadie que pudiese suministrarle lo que necesitaba.


Pisó un charco y se mojó los pantalones. Alzó los ojos y observó las escaleras de incendios de todos los edificios que allí había. Parecía un laberinto sin salida. Si tenía suerte, no lo encontraría allí... él no se daría cuenta de lo que estaba a punto de hacer y Ed no se vería obligado a enfrentar su expresión de decepción.


Continuó caminando un poco más, hasta que llegó al final de aquella calle. Allí, frente a él, estaba la puerta verde con la "X" blanca de la que Andrew le había hablado. Dio tres rápidos golpes y luego, tres golpes lentos y esperó a que le atendieran. Pocos segundos pasaron hasta que la puerta se abrió y se asomó por ella un hombre más o menos de su edad, de cabellos oscuros y piel morena que resaltaba sus extraños ojos negros, casi sin brillo.


—Yo... me dijeron que aquí puedo conseguir cocaína- dijo, directo al grano, demasiado ansioso para andarse con rodeos.


El hombre rio de manera grosera.


—No vendo esas cosas, amigo. Te han dicho mal- a punto estuvo de cerrarle la puerta en la cara, pero Tony lo detuvo.


—Me manda, Andrew.


—No conozco a ningún, Andrew- volvió a intentar cerrar la puerta y Tony la atajó nuevamente.


—Vamos... Por favor- suplicó al borde de la desesperación.


El tipo suspiró.


—50 dólares.


—¿50 dólares? Es una locura.


—Es lo que sale.


—Me estas estafando... evidentemente.


—Lo tomas o lo dejas.


Tony sintió su corazón latir con fuerza, la desesperación atacándole, carcomiéndole las entrañas.


—No tengo esa cantidad-


—Entonces, no puedo ayudarte.


—¡Haré lo que sea!, Por favor... tan solo...- los temblores en sus manos aumentaron de manera preocupante. Si no estaba muriendo, podría llegar a creer que era así como se sentía el hacerlo.


—¿Lo que sea? ¿Estás seguro?


—Si- asintió para dar más énfasis.


—Está bien... Pasa- dijo el hombre y se hizo a un lado.


Era un riesgo ingresar allí. Desconocía lo que había en el interior y aquel hombre era un extraño del que ni siquiera sabía el nombre, pero no le importaba.


Avanzó un paso y se vio obligado a detenerse, cuando una voz conocida pronunció su nombre.


—¡Ed! - le llamó Steve. Su voz sonaba quebrada, como si un nudo tapase su garganta.


El aludido cerró los ojos con pesadez, cuando una angustiosa urgencia por ingresar al lugar le invadió por completo. Pero no podía hacerle eso, no podía ignorar a Steve, cuando todos sus instintos lo incitaban a dar la vuelta. ¿Por qué estaba allí, justamente?


—Ed... Por favor- dijo con tono de súplica y ante ello, no pudo resistirse. Se volteó a verle, sintiendo la terrible congoja que podía observar en él, como propia. No había decepción en su rostro, solo tristeza y eso lo hizo sentir peor. —Ven conmigo, Ed.


Y él deseó hacerle caso. Dejar ese lugar e ir a su lado, quedarse con él para siempre... pero no podía. La necesidad y el dolor, le obligaban a darse la vuelta e ingresar al lugar.


—¿Qué harás, hombre? ¡No tengo todo el día!- habló el extraño a su espalda.


—Ed.


Apretó los dientes con fuerza, cerró sus parpados para dejar de mirarle.


—No puedo, Steve.


—Por favor, Ed.


—No puedo... yo... ¡No puedo! – respondió


—¿Confías en mí?


Ed abrió los ojos y lo miró confundido.


—¿Qué?


—Si confías en mi...


—Yo... sí.


—Entonces, si puedes... Ven conmigo- dijo dando unos pasos en su dirección y alargó su mano hacia él.


Ed dudó por unos instantes, antes de aceptar el gesto.


Escuchó varios improperios del tipo que estaba detrás de él e incluso el fuerte sonido de la puerta que fue golpeada al cerrarse, pero todo eso dejó de carecer de importancia, cuando Steve pasó un brazo por su cintura para ayudarle a caminar.


El recorrido hasta el departamento de Steve fue un borrón para él. Apenas tomó consciencia de donde estaban cuando se encontraron ambos sentados en el sillón. Ni siquiera sabía si Steve había hablado o había estado en silencio hasta ese instante. Solo podía sentir el temblor en su cuerpo que cada vez se empapaba más y más en frio sudor. Le costaba respirar y en cualquier momento saldría corriendo de allí si alguien no hacía algo al respecto.


Tenía miedo de ponerse violento, de hacerle daño a Steve, como se lo había hecho a Silvie alguna vez. No se lo perdonaría nunca, el lastimarle... el hacer algo que pudiese herirlo, no podría soportarlo.


Necesitaba volver con ese tipo lo antes posible.


—Tengo que salir de aquí, por favor, déjame salir de aquí.


Steve tomó sus manos en un gesto dulce. Dijo algo, pero Ed no supo que, y luego sus brazos fueron cruzados y colocados sobre su propio pecho, ejerciendo una ligera presión. Era como estarse abrazando a sí mismo y se sentía como si pudiese protegerse del exterior... de ese mundo que lo rodeaba y parecía querer dañarle.


De repente, los brazos de Steve se enredaron en sus hombros y le atrajeron contra él. Ed ocultó el rostro en el cuello del muchacho y comenzó a llorar. No sabía por qué, parecía que alguien había abierto la llave de sus más profundas emociones y él no tenía fuerza para detener el caudal.


Perdió la noción del tiempo entre los brazos de Steve, quien no se había despegado de él y le brindaba cálido consuelo. Su corazón dejó de doler y algo dentro de él se sintió tranquilo... como si hubiese sanado.


Se sentía adormilado, envuelto en una paz que nunca antes había sentido. Lentamente, sacó el rostro de su escondite y ni siquiera supo cuáles fueron los mecanismos que lo llevaron a realizar tal acción. Cuando tomó consciencia de lo que hacía, notó que estaba besando a Steve.


Desorientado y demasiado aturdido como para darse cuenta de lo que significaba para él haber hecho algo semejante, se puso de pie de un salto y se dirigió hacia la puerta, sin esperar a saber si Steve le seguía o no.


Tony corrió por las calles con la mente en blanco. Estaba asustado, terriblemente asustado.


Se detuvo al doblar una esquina, cansado por tanto esfuerzo y cerró los ojos con fuerza. ¿Qué había hecho? ¿Cómo se había atrevido?... ¿Qué sería de él, si Steve lo aborrecía por haberse enamorado de él?


Llevándose las manos a la boca, contuvo el grito que estuvo a punto de escapársele. Era un estúpido. Debía regresar y disculparse, decirle que fue un error, que se sentía demasiado solo o lo que fuere. Tenía que convencerlo para que todo estuviese bien entre ellos, sin embargo, no podía moverse, su cuerpo no le respondía. No era capaz de enfrentarle... al menos, no en ese momento.


 

Notas finales:

¡Al fin se besaron!

Después de 25 capítulos, ya era hora jajajaja... aunque, no quedaron bien las cosas entre ellos o ¿si?

En fin... quiero morir por los exámenes... alguien máteme por favor XD

Muchísimas gracias por leer...

 

Hasta la próxima actua


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