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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Le costó reaccionar para perseguirle cuando lo vio correr. Había personas que ni siquiera supo quiénes eran, que intentaron detenerlo para hablar con él.


¿Cómo quitárselos de encima, sin ser grosero? No era el hijo de Stark, su posición no era privilegiada. Pero logró hacerlo y corrió, llevándose por delante a algunas personas, pidiendo unas disculpas apresuradas al volcar las bebidas sobre su propio traje y los ajenos.


Llegar al departamento de Steve, le tomó más tiempo de lo que hubiese deseado y rogaba porque el muchacho estuviese allí. Golpeó la puerta un par de veces, pero nadie abrió, por lo cual, decidió quedarse hasta que alguien viniese. Tomando asiento en el suelo, escondió su rostro entre sus brazos.


Había estado cerca, demasiado cerca.


La expresión en el rostro de Steve, esa que denotaba lo decepcionado que estaba de él, le calaba hondo y le recordaba a otras que había visto en su propia época. Hubiese preferido no desilusionarle también en ésta, pero al parecer, hiciera lo que hiciera, nunca llegaba a convertirse en un hombre mejor, un hombre que estuviese a su altura.


Escuchó la puerta abrirse tras de él y de inmediato se puso de pie. Steve estaba allí, mirándole de manera acusatoria. Se había quitado el saco y su cabello estaba por completo despeinado, se veía bien así. Tony le sonrió, sin saber del todo que debería hacer.


-Pasa- dijo y caminó al interior del departamento dejando la puerta abierta. Tony le siguió en un incómodo silencio y cerró la puerta tras de sí.


-No he tomado nada, lo juro- se atrevió a hablar al fin.


-No es lo que yo vi- reprochó, Steve, dándose la vuelta para verle.


-Estuve a punto, sí, pero no lo hice.


-Calla, Ed, apestas a alcohol. Ni siquiera quiero imaginar cómo lo hiciste en tan poco tiempo.


-Una mujer lo tiró sobre mi... - se acercó a él - Debiste ver la expresión de enfado en su rostro cuando me la llevé por delante.


Steve suspiró, parecía triste.


-No he tomado, Steve... Tienes que creerme- le dijo suplicante y tomándole del rostro, besó sus labios -¿Lo ves?... No tengo aliento a alcohol- sonrió con timidez.


El muchacho frente a él, le miró a los ojos y sonrió emocionado antes de abrazarle.


-Estoy tan orgulloso de ti-


-¿En serio?


-Si.


Tony sintió una sensación cálida recorrerle el cuerpo, en el mismo momento en que una inmensa alegría lo embargaba. Sonriendo, se aferró con un poco más de fuerzas a Steve.


-.-


Steve se apretujó un poco más contra Ed, en aquel estrecho sillón que hacía de su cama. La calidez de su cuerpo lo hacía sentirse protegido de una forma que jamás había experimentado. Era como si nada ni nadie en el mundo pudiese hacerle daño.


Sonrió con ternura, cuando sintió los dedos ajenos acariciar nuevamente sus cabellos. Le gustaba ese gesto de Ed y la manera en que le miraba cuando lo hacía, como si fuese alguien precioso.


Devolviéndole la mirada, alzó una mano y acarició con los dedos el rostro ajeno. Se centró especialmente, en el contorno de sus ojos, en las cejas y las arruguitas a los lados e incluso, acarició las largas y tupidas pestañas. Miró la profundidad de los irises, perdiéndose en ellos, le llamaba la atención su color casi dorado, como la miel espesa.


A veces, le costaba creer que un hombre tan guapo se hubiese fijado en él.


Le gustaba todo de Ed. Su forma de hablar y el movimiento de sus manos al hacerlo, el olor a jabón de su ropa y la manera en que coqueteaba con él todo el tiempo. Cada una de las cosas que tenía para decir, era importante para Steve y cada uno de sus silencios. Le gustaba la media sonrisa seductora que siempre dibujaban sus labios y la forma en que sus ojos, brillaban con picardía.


-No soy bueno manejando los silencios- dijo, Ed y Steve sonrió. -¿En qué piensas? - se removió incomodo y Steve pensó que aún quedaban resquicios de duda en él, después de lo que había pasado en la fiesta. Se había enojado, sí, pero cuando supo que no había bebido, se sintió feliz, sin embargo, quedaba un ligero resquemor de miedo ante la posibilidad de que Ed sucumbiera en algún momento.


-Pensaba... en que eres muy guapo.


Miró la expresión de sorpresa en el rostro de Ed y supo que lo había tomado desprevenido. A decir verdad, él mismo no se había esperado el ser tan franco.


-Tú también me gustas- Ed sonrió y se mordió los labios. -Pero ya te lo había dicho antes


Steve rió.


-Yo también te dije que me gustabas.


Ed se acercó un poco más a él, hasta que la distancia entre sus rostros era ínfima.


-Quiero ser un hombre mejor para ti... Quiero que estés orgulloso de mi, realmente orgulloso.


-Yo... hoy, realmente estuve orgulloso de ti, Ed.


-Pero quiero que sea así siempre... Quiero merecerte.


-No seas exagerado- rió


-Pero... es verdad. Eres un buen muchacho- dijo y le besó en los labios.


Steve sonrió, tratando de ignorar el deje de culpa que sintió.


-Y eres muy guapo- continuó, Ed, haciéndole reír y besándole nuevamente.


Steve correspondió al beso tratando de aferrarse a esas palabras y olvidar de una vez por todas, el curso de sus pensamientos. Sintió las manos de Ed aferrándose a su cintura en un gesto suave, como si tratase de eliminar toda distancia entre ellos. Correspondió de la misma manera, enredando sus brazos en el cuello y dejando que sus dedos se deslizaran entre el cabello corto de la nuca.


El beso se profundizó y Steve se escuchó a sí mismo gemir, pero no le importó. El calor y el ligero cosquilleo que le estaba recorriendo se sentía demasiado bien como para pensar en otra cosa. Sus manos habían comenzado a picarle y descubrió que aferrarse a Ed no era suficiente, quería tocarlo y que él lo tocara. Aventurándose un poco más, permitió que sus manos bajaran por la ancha espalda, hasta las caderas, que fue donde las detuvo.


Las manos de Ed acariciaron su vientre por encima de su camisa y trazaron un camino sinuoso hasta su pecho. Su piel parecía arder, allí donde él tocaba y su corazón latió desbocado. Se sentía como si pudiese derretirse ante el contacto y pronto, casi sin darse cuenta, comenzó a mover las caderas, frotando su endurecida entrepierna, contra el muslo de Ed.


Tomar conciencia de su propio estado, le hizo apartarse avergonzado y huir de allí sin dar explicaciones, para encerrarse en el baño, sintiéndose por demás culpable ante la reacción de su propio cuerpo. Apoyando su espalda en la puerta, se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo.


Era un ser horrible ¿Cómo pudo reaccionar de esa forma? ¡Qué vergüenza!... Qué enfermizo.


Poco tiempo pasó, hasta que Ed llamó a la puerta.


-Steve... ¿Estás bien?


-Yo... Por favor, vete- suplicó, tratando de no pensar en lo que podía significar su pedido.


-¿Qué sucedió?


-Por favor...


-¿Ha sido... por tu reacción?


Terriblemente avergonzado, se llevó las manos a los oídos, para no escuchar más.


-Es completamente normal, Steve... No sucede nada.


-Por favor, Ed... Vete.


-Steve... las parejas como tú y yo... Eventualmente, se tocan de esa manera- soltó, como si tratase de buscar palabras que no hirieran su sensibilidad, sin embargo, no funcionó.


-Ed...


-No quiero dejarte solo.


-Yo... lo necesito, por favor.


-Steve... No me alejes.


-¡Vete, Ed!... Por favor... Por favor- suplicó, desesperado.


-Yo... Llámame, si me necesitas.


Steve escuchó los pasos de Ed alejándose y escondió su rostro entre sus brazos. No quería sentirse de esa manera... tan asustado.

Notas finales:

¿Por qué complicas todo, Stiff? ¿Por qué eres así?
¿Ahora, que va a pasar? :(

Muchas gracias por leer... Hasta la próxima actua :D


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