Steve trató de ajustar su visión a la oscuridad. Aquel descampado era el sitio perfecto para no llamar la atención. Lo mejor era que la gente de Wakanda no corriera peligros innecesarios.
Moviéndose un poco entre las ramas del árbol al que se había subido, se preparó para saltar pronto. Esa noche, le había tocado la guardia y dejaría en claro, que aquellos que aun intentaban boicotear la máquina, habían elegido el momento menos oportuno para ello.
Hacía semana y media que estaban allí y el proyecto había recibido tres atentados. Entre ellos, intentos de asesinatos hacia los científicos que estaban a cargo, es decir Shuri y el doctor Banner. Como si ellos fuesen seres humanos indefensos.
Los enemigos de Tony, no comprendían que no podrían impedir que lo trajeran de vuelta.
Se suponía que el viaje en el tiempo era algo ultra secreto. Siempre había sabido que había espías en S.H.I.E.L.D. Había advertido a Fury de esa situación y él prometió encargarse del asunto, pero al parecer, ellos eran insistentes y por cada uno del que lograbas deshacerte, aparecían diez más. La peor parte era que habían descubierto la ubicación de Wakanda e incluso, como atravesar el domo, al cual, algunos de los científicos se encargaban de fortalecer.
Las alarmas sonaron a lo lejos y él se preparó para atacar. En pocos segundos, sabía, el intruso pasaría por allí. El sonido de los pasos acercándose causó que su corazón repiqueteara expectante, al parecer, esta vez habían enviado a un solo agente.
¿Confiaban demasiado en sus habilidades o estaban rindiéndose?
Respiró profundamente y saltó de la rama en la que estaba cayendo sobre la persona que estaba tratando de huir. Lo había atrapado.
-.-
La sala de interrogaciones, era igual a muchas otras en las que había estado. Paredes grises, vidrio espejado, mesa de metal. Steve ingresó por la puerta principal y observó a la mujer de cabellos oscuros, que le devolvía una cínica sonrisa.
No estaba sorprendido. Por la complexión pequeña, las mujeres, últimamente, parecían ser las elegidas favoritas a la hora de infiltrarse a lugares sin ser vistas.
—El famoso Capitán América- dijo ella de manera despectiva —¿Debo suponer que la idea del laboratorio falso ha sido suya?
Steve no contestó la pregunta, al parecer, la mujer estaba deseosa por hablar.
—Mis colegas me dijeron la ubicación de uno de ellos... no pensé que habría más. Muy ingenioso.
—¿Para quién trabajas, Catherine?
La mujer rio.
—Wow... Ya sabe mi nombre.
—Responde a la pregunta y será más fácil.
—¡Oh!... Vamos Capitán. Puedo ser muy habladora, pero no soy estúpida.
—Se pondrá difícil para ti si no cooperas.
—¿Van a torturarme?... Al final, el correcto Capitán América, no era tan correcto como creíamos. ¿Ese cambio se debe a la desaparición de Stark?... ¿Tan desesperado está?
Steve avanzó rápidamente hacia la mesa sobre la cual ella tenía puestos sus brazos y dando un fuerte golpe, observó como el metal se arrugaba, casi como un papel.
Ella no pareció amedrentarse en lo absoluto, cosa que exasperó a Steve.
—Impresionante- dijo la mujer —No pierda el tiempo conmigo, Capitán. Seré buena y le diré que ni siquiera yo sé con quién trabajo... Personas poderosas. Usted sabe cómo son en cuanto a su privacidad. Pero no se preocupe, si el proyecto de la maquina funciona y logran traer a Stark de vuelta, los atentados cesaran. Al parecer, nuestro amigo Iron man, es mucho más intimidante de lo que aparenta... Es por eso que las ratas salen de su escondite, cuando él no puede defenderse.
—¿Por qué me dices todo esto? - preguntó, desconfiado.
—Sé que lo único que me espera a partir de ahora, es ir a prisión. Si no me matan, nadie querrá liberarme... así que ¿Por qué habría de importarme una mierda, esta situación?
Steve le miró con gesto serio por unos instantes, tratando de analizar sus palabras. Luego de ello, asintió y se dirigió a la puerta, la cual abrió antes de voltearse a ver a la mujer.
—Por favor... Cuide su lenguaje- soltó, antes de retirarse.
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"Una máquina del tiempo" escribió Tony, en respuesta al mensaje que Ed le había dejado en la libreta y dudó de que hacerlo, lo librase del peligro que significaba desafiar al pasado. Sin embargo, era consciente de que no comentarle a Ed lo que sucedía, haría a la situación imposible de sostener. Además, si lo pensaba con más detenimiento, era probable que decir de que se trataba el proyecto, sin dar más información que esa, no equivaldría consecuencias temporales. Ed todavía ignoraría que debe regresar al futuro, porque es allí donde Tony pertenece.
Guardó la libreta en el bolsillo de su camisa y de repente, una sensación extraña comenzó a darle en el pecho. Un ligero ardor, acompañado de comezón.
Rápidamente, se dirigió al baño, siendo consciente de lo que estaba sucediendo. Se quitó la camisa y la musculosa bajo ella, para observar horrorizado, como el reactor estaba desapareciendo a una velocidad atroz. En los últimos días había pasado más tiempo siendo Ed que Tony y por ese mismo motivo, había perdido la noción de ese hecho.
Asustado, se impulsó hacia atrás empujando el lavabo en un gesto inconsciente y tropezó cayendo sentado en el suelo.
Tony iba a morir, ese era su final... Estaba muerto, jodidamente muerto.
Tenía que haber algo para hacer, no podía terminar así. La desesperación, le hizo ponerse de pie nuevamente. Su cuerpo había comenzado a temblar y las sensaciones de necesidad que le habían abandonado, regresaron con mayor fuerza.
No era buen momento para drogarse ¿Por qué estaba pasándole eso?
Se encaminó hacia la puerta, deseoso por salir de allí, pero un mareo le obligó a permanecer en el mismo sitio. Sentía que iba a vomitar. Volviéndose, nuevamente hacia el espejo, observó el reactor desaparecer por completo.
Miró el propio reflejo de su rostro desfigurado por el espanto. ¿Quién era ahora? ¿Era Tony? ¿Era Ed? ¿Qué sería de él, de todas sus cosas, de la vida que tenía en su propia época?
No volvería a ver a Pepper, ni a Bruce, no volvería a hablar con J.A.R.V.I.S. ni a reñir con Clint o a fingir que entrenaba con Natasha, no volverían a parecerle graciosas las extrañezas de Thor, ni se pelearía con el Capitán América... No volvería a ponerse el traje de Iron man.
—¡No! - gritó y rompió el espejo con sus propias manos, lastimándose los nudillos con el filo de los vidrios rotos.
Su mente era un caos. Las imágenes le inundaban y no podía distinguir los recuerdos de la realidad.
—Mi nombre es Anthony Edward Stark... Mi nombre es Anthony Edward Stark... Mi nombre...
Las palabras parecieron quedar atrapadas en su garganta y dejó de tener consciencia de su accionar.
En un lapso de lucidez, se encontró a si mismo cortándose los brazos con uno de los vidrios del espejo. No sabía que estaba sucediendo, que situación lo había llevado a flagelarse de esa manera. Miró su propia sangre manando de sus heridas y no supo que hacer. Un dolor agudo comenzó a darle en el pecho, dejándole sin aliento. Sus piernas temblaron en ese momento y terminó por caer al suelo.
El dolor en su pecho se incrementó, a tal punto que deseó poder arrancarse lo que sea que estuviese provocándolo. El aire comenzaba a faltarle demasiado y sudor frio caía por su espalda.
Trató de calmarse, pero no pudo. Su visión había comenzado a nublarse y todo parecía dar vueltas. No supo en qué momento cayó inconsciente.