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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Steve se paseó nervioso por la pequeña sala de espera del hospital, sintiendo que cada minuto que pasaba, su desesperación crecía más y más. Hacía un par de horas que los médicos habían desaparecido con Ed y nadie le había dado noticias de él.


Esa tarde habían quedado de verse, por lo que Steve se había llegado a la casa en donde estaba viviendo, resultándole extraño que la puerta principal estuviese sin llave.


Si no hubiese llegado a tiempo... si no lo hubiese encontrado. ¡Dios, no quería ni pensarlo!


Había tanta sangre, los vidrios rotos también le habían lastimado, pero no le importó. Se acercó a Ed, horrorizado ante la idea de que pudiese estar muerto. Todavía, en esos momentos, el pecho le dolía ante esa posibilidad. Estaba tan desesperado, tan angustiado que no sabía si podría resistir el cúmulo de sensaciones que le embargaban.


—¿Todavía no ha salido?


Steve se sobresaltó al escuchar esa voz y volteándose a verle, se encontró con el doctor Erskine. Se había encargado de dar aviso al trabajo sobre la situación de Ed, pero no se había imaginado que el científico iría a verlo. Al parecer, la relación entre ambos era mucho más estrecha de lo que imaginaba.


—No... Lo único que me han dicho, es lo del infarto y luego, ya nada.


El doctor le sonrió y colocó una mano en su hombro para darle ánimos.


—Estará bien... Ya lo veras.


—Familiares de Starkenson-


Steve se volteó rápidamente y avanzó hacía la puerta del quirófano en donde el medico que vestía con la típica bata blanca – y que no aparentaba estar saliendo de una operación- le esperaba.


—Yo... soy su hijo- mintió, sintiendo su corazón latir con fuerza. Esperaba que el doctor Erskine no lo dejase en evidencia.


—Muy bien... El paciente ingresó con múltiples laceraciones, en el brazo izquierdo y ambas manos, producidas por el elemento punzo cortante que utilizó para autoinfligírselas. La pérdida de sangre requirió de una pequeña transfusión, en base a la cual, pudo estabilizarse. De haberse actuado con menor presteza, el diagnostico hubiese sido desalentador.


Steve sintió que el mundo se le venía abajo.


¿Ed había querido suicidarse? Sabía por las cicatrices que tenía en sus brazos, que se lastimaba, sin embargo, al verse estás recuperadas, pensó que era algo del pasado. Al parecer, hacerse daño era algo que aún permanecía latente en él.


—También presentaba un cuadro de pre infarto- continuó el médico — que ha sido tratado con una dosis inicial de 0,5 mg/h de nitroglicerina. Se aguardó respuesta, siendo esta desfavorable y se procedió a aumentar la dosis a razón de 5-10 microgr/min cada 5 minutos hasta llegar a 20 ml/h momento en el que la respuesta al tratamiento resultó favorable, reduciéndose la presión en el ventrículo izquierdo y la relajación de las arteriolas.


—¿Cómo respondieron las arterias? ¿Estaba oxigenando bien, doctor? - escuchó que preguntaba Erskine detrás de él y se sintió un poco más seguro por el hecho de que el científico estuviese allí presente. No había entendido nada de lo que el médico le había dicho y eso había causado el efecto contrario a tranquilizarse.


—Hubo dilatación de arterias, por lo cual, podemos deducir que el cuadro no estaba relacionado con aumentos de demanda de oxígeno por parte del miocardio.


—¿Podemos pasar a verlo?


—El paciente se encuentra aún en terapia intensiva para la observación. Solo puede pasar uno de ustedes, durante 10 minutos.


—Gracias- dijo Steve y el médico se marchó


—Entra tú, muchacho- dijo Erskine sonriendo —Luego te explicaré lo que ha dicho el médico, pero quédate tranquilo. Va a recuperarse, el diagnostico ha sido muy bueno.


Al ingresar al lugar, observó las diferentes camillas, algunas, escondidas detrás de unas cortinas, otras, permitiendo ver a la gente. La mayoría estaba inconsciente y tenían cables y tubos conectados a maquinas.


Avanzó lentamente, sin saber dónde debía ir. Su corazón parecía apretarse de manera dolorosa dentro de su pecho y la angustia se cernió sobre él con más fuerza.


—¿A quién busca?


Steve se volvió a ver a la enfermera, que le devolvía un gesto hosco.


—Edward Starkenson- soltó en un hilo de voz.


La mujer le señaló la última camilla de la fila ubicada a su derecha y Steve dirigió su mirada hacia allí, pero no pudo ver nada más que las cortinas color beige.


—Lávese las manos, por favor. – dijo ella y señaló, el lavabo ubicado junto a él. Steve lo miró un instante, como si el objeto acabara de aparecer allí, antes de proceder a hacer lo que la enfermera pidió.


Se enjabonó las manos y los antebrazos, como decía la imagen que colgaba sobre la pared frente a él y se las enjuagó a consciencia, secándoselas con papel.


Caminó hacia donde, ahora sabía, estaba Ed y sintió un nudo formándose en su garganta, antes de correr la cortina.


—Stevie- saludó, Ed, esbozando una media sonrisa. Su rostro estaba completamente pálido y bajo sus ojos, unas enormes y oscuras ojeras se hacían presentes.


Ed estaba sentado en el borde de la camilla, mientras una enfermera terminaba de acomodar los cables que estaban pegados en su pecho desnudo, en donde había una enorme cicatriz -vieja, porque no acababa de tener ninguna cirugía- redonda que, casi, parecía una quemadura. Ambas manos estaban vendadas, la derecha más allá del codo y la izquierda hasta esa articulación.


Las piernas desnudas de Ed, se asomaban por debajo de las sábanas blancas que cubrían su entrepierna, se agitaban levemente al estar colgando.


¿Quisiste suicidarte? Volvió a pensar Steve y sintió sus ojos empañarse. Esperó a que la enfermera se fuera, observando como la sonrisa de Ed se volvía una mueca plagada de preocupación.


Sin dar tiempo a nada, se encaminó hacia él y pasando sus manos por su cuello, lo abrazó.


—Creí que...


—Ya estoy bien- susurró, Ed y besó su mejilla, antes de apartarse un poco y observar sus ojos.


Steve tomó la mano callosa que acariciaba su pómulo y esbozó una triste sonrisa. Había tenido tanto miedo por él, aun lo tenía, como si aquello fuese irreal o como si en cualquier momento, pudiese perderlo.


—¿Quisiste hacerte daño, Ed? – preguntó, al fin.


—Yo...- sonrió incrédulo —No... Steve... No- respondió mirándole a los ojos y tomando y acariciando su rostro —No sé qué pasó... Estaba en la sala y creo que comencé a sentirme mal, por lo que fui al baño y no lo sé... de repente, desperté y había sangre por todas partes. Estaba tan confundido. Pero ya estoy bien...


—Si... ya estás bien- suspirando volvió a abrazarle, encontrando entre sus brazos el alivio que necesitaba. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capi ♥


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