El lugar estaba oscuro, hasta el punto en que ni siquiera podía ver sus manos. Volteó en diferentes direcciones o eso supuso, hasta que un pequeño haz de luz blanca llamó su atención. Corrió hacia ella y el sonido de sus pasos hicieron eco. Cada vez estaba más lejos, cada vez costaba más respirar.
"Ironman" alguien susurró y él se detuvo, tratando de adivinar de donde provenía la voz. "Ironman"
"¿Iron man? ¿Quién...?" Se preguntó y otra voz se escuchó.
"Regresa, por favor."
"¿Dónde?" Habló a la nada. No reconocía el tono, por lo que no sabía a quién pertenecía esa voz.
"Regresa."
Ed, miró la oscuridad y sintió que no debía ir hacia allí.
"La luz... Tengo que alcanzar la luz." Pensó y volvió a correr hacia ella.
"¡Tonyyyy!"
Ed se volteó y miró hacia la oscuridad, al reconocer la voz de Steve llamándole.
"¿Quién es Tony?"
Abrió los ojos y rápidamente, antes de que su cerebro procesara del todo la situación. Tomó el lápiz que descansaba en su mesa de luz y escribió la primera palabra que cruzó por su mente, para luego leerla.
"Regresa" decía en la hoja que acababa de trazar y él permaneció observando su propia letra como si no le perteneciera.
Odiaba esa sensación. Ese malestar que estaba acompañándole hacía unos días. Se sentía tan vacío, como si algo le faltase y no supiera qué. Y esa sensación siempre era mucho más grande cada vez que despertaba. Por ello, pensó en la posibilidad de que su inconsciente le estuviese mandando mensajes en sus sueños, sin embargo, siempre los olvidaba. Por ese motivo, había decidido hacer eso, escribir la primera palabra que cruzara por su mente al abrir los ojos, cuando los resquicios de lo que había visto en los brazos de Morfeo, aún permanecía frescos.
Había esperado no comprender al principio, pero al ver la lista de palabras que había escrito en el transcurso de los días, se le hacía difícil encontrar una relación entre ellas.
"Capitan" "Metal (Iron)" "Pimienta (Pepper)"* y la que se repetía en varias ocasiones "Regresa"
¿Dónde debía regresar?
Observó a través de la ventana el cielo gris y bostezando se incorporó, quedando sentado sobre la cama, tratando de alejar la sensación de sopor.
Bajó las escaleras y escuchó un ruido en la cocina. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al saber de quien se trataba.
Hacía un mes que le habían dado el alta en el hospital y no había pasado un solo día, en el que Steve no se hiciera un espacio para ir a prepararle el desayuno. Incluso, había tenido que darle la llave de la casa, porque a veces venía demasiado temprano y él realmente disfrutaba poder dormir.
Caminando lentamente, se asomó por la puerta para observarlo moverse en el lugar, con la confianza de alguien que sabe lo que hace.
Sonriendo aun, se acercó a él y enredó sus brazos en su cintura, ganándose un sobresalto en respuesta. Le gustaba Steve. Su pequeño cuerpo, su calidez, todo él. Solo cuando estaba con él, el vacío en su pecho se disipaba y una sensación de alegre bienestar trepaba a su corazón, dándole la paz que necesitaba. Estar con Steve, era como estar en casa.
—Ed... Me has asustado.
—Bueno días- dijo con voz ronca y le dio un beso en la sien antes de apoyar su mentón en su hombro.
—Buenos días...- saludó Steve, volteándose a verle. —¿Cómo te sientes?
—Bien- respondió y tomando uno de los pedazos de fruta, que Steve había estado cortando, se alejó un poco de él, llevándoselo a la boca.
—Te ves muy cansado... ¿Estás seguro de que...?
—Estoy bien, Steve.
El muchacho le miró con un deje de preocupación.
—Puedo faltar a las clases de hoy.
—No es necesario... - se acercó a él y besó sus labios, antes de mirar el reloj de pared —Se te está haciendo tarde para tu primera clase.
—Ed...
—Vete, Steve. Desayunaré e iré a trabajar. Eso es todo.
—Está bien...- respondió resignado —Pero apenas te sientas mal...
—Si, pediré ayuda. Te avisaré... Iré al médico y ¿Cuántas opciones más eran?
—Muy gracioso- respondió el muchacho y sonrió, antes de acercarse a él y besarle.
—Tu leche está lista, solo debes calentarla un poco- se dirigió hacia la salida.
—¿Leche? ¡No me jodas!
—Demasiado café, no es bueno para tu salud... Cuida tu lenguaje. Nos vemos- prácticamente, salió corriendo de allí.
Ed observó el espacio vacío en el que Steve acababa de estar y se sintió mal consigo mismo por preocuparlo tanto.
La extraña sensación que había estado teniendo se acrecentó y la amargura que comenzó a embargarle, lo tiñó todo.
-.-
—Al final, el ensamblaje fue perfecto. Estoy conforme con el trabajo que hemos hecho, sin embargo, está ese tema de la fuente de energía que ya me tiene con los pelos de punta...- habló el doctor Erskine, con un deje de nerviosismo y Ed le sonrió.
Ambos se encontraban en el taller en donde se ensamblaban los aviones. Habían pedido a Ed que ultimara los detalles de un bombardero en picado y en ese momento, estaba ocupado en ello. Sin embargo, a Erskine parecía no importarle que se encontrara trabajando y a él, no le disgustaba su presencia.
Los periodos de falta de memoria, se habían esfumado como por arte de magia y eso le hacía sentirse más tranquilo. No obstante, todavía no era capaz de recordar su vida anterior a despertar aquella vez, hacía más de un año, en el parque.
También estaba el hecho de que algo le decía que ya no podría preguntarle a su otra parte – la que había estado llevando a cabo el proyecto- cuales eran sus intenciones al embarcarse en algo que le resultaba tan poco práctico como lo era una máquina del tiempo. No creía que los motivos detrás de todo eso, fuesen la simple curiosidad científica... Tenía que haber algo más y Ed, ya no sabía si sería capaz de descubrirlo.
Y por sobre todas las cosas, estaba ese maldito vacío, que se intensificaba cada vez que miraba a su alrededor y se sentía ajeno a todo lo que lo rodeaba. Como si no perteneciera allí, como si debiera... regresar a algún lado.
—Los últimos cálculos que hice para el acelerador de partículas, me hicieron llegar a la conclusión de que, si se logra viajar en el tiempo, solo lo la mitad de un cuerpo humano tendría éxito. ¿Entiendes lo grotesco que eso sería?
—Supongo que eso es un avance... - contestó divertido. —Mitad de éxito no es tan malo, si es la mitad buena.
Erskine rió ante ello.
—Quizás, un hombre de tu estatura, pueda realizar el viaje- bromeó
—¡Oh, muy gracioso! Pero no creo que toda mi genialidad quepa en su pequeña maquina... - respondió y ajustó el dispositivo de izado automático de los frenos.
—El tamaño no es grande, porque no necesito compensar nada.
Esta vez, fue el turno de Ed de reír.
—Creí que el diseño era mío.
El doctor Erskine iba a contestar, pero una voz a espaldas de Ed lo interrumpió.
—Señores... Me alegro de encontrarlos juntos. Abraham, no voy a preguntarte que haces aquí.
Ed se volteó, justo a tiempo para ver como el señor Stark se colocaba junto a ellos para curiosear el avión.
—Buenas tardes, Howard- saludó Erskine, llamándole por su nombre en clara muestra de familiaridad. —Juro que voy bastante avanzado.
El aludido lo miró con un deje de diversión en el rostro.
—Señor Stark-
—Starkenson. – respondió con seriedad. —Seré breve, señores. Estoy bastante ocupado, pero creí que lo mejor era ponerlos al corriente personalmente, para evitar filtraciones en la información.
—Ya me estas preocupando, Howard- dijo el doctor Erskine, sin dejar de lado el tono divertido.
—Como supongo que sabrán, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, está avanzando a pasos agigantados en Alemania. Con Hitler siendo el dictador y bla, bla, bla...
—Adorable explicación...- continuó Erskine.
—La cuestión es que ha habido una serie de atentados a científicos de Industrias Stark y a miembros del gobierno, por parte de una agrupación que se hace llamar Hydra y que por supuesto, se maneja bajo las leyes del nazismo.
—¿Estamos por entrar en guerra? - preguntó, Erskine dejando de lado, al fin, su tono jocoso.
—Al parecer, no. No hay pruebas, a pesar de que se trate de nazis, que Hitler esté involucrado en el asunto, por lo que no hay razones para iniciar una. Como entenderán, solo estoy tratando de advertirles para que cuiden sus espaldas.
—Los ataques a Industrias Stark ¿Es solo a los ingenieros y científicos? - habló Ed, sintiéndose preocupado de que algo pudiese sucederle a Steve.
—Supongo que lo único que les importa es la producción de armamento. No creo que tengan en la mira a otro tipo de empleados- respondió el señor Stark, al instante en el que se ponía de pie. —Ya están avisados, señores. Queda por demás decirles que no deben hablar de este asunto con nadie más.
Una vez, Howard se hubo ido, Ed y Erskine se miraron, sin saber que decir.