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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Tony había desaparecido. De eso, ya hacía una semana.


J.A.R.V.I.S. había tratado de dar con su paradero, pero no lo había logrado.


Fury había gritado, se había calmado y había vuelto a gritar.


El equipo entero estaba desanimado, contrariamente a lo que Tony había dicho alguna vez, nadie se alegraba con su ausencia. Mucho menos él.


Bruce les había explicado la situación. Aparentemente, Tony había dado o había descubierto- no se sabía- una máquina del tiempo y en esos momentos, se encontraba viajando en alguna década pasada o futura que desconocían.


Tampoco sabían las consecuencias que ese hecho podía tener y la máquina, al parecer, no había estado lista del todo para soportar tamaña tarea y se había autodestruido. Esa había sido la explosión.


La culpa y la preocupación estaban carcomiendo a Steve por completo. El silencio en la torre, nunca le había parecido tan desolador.


Avanzando lentamente hacia el sillón, observó las luces nocturnas a través del ventanal, antes de dar con la presencia del doctor Banner allí. Sorprendido, por descubrir que no estaba en su laboratorio tratando de reconstruir la máquina, estuvo a punto de marcharse y dejarlo solo, antes de que no pudiese contenerse de pedir explicaciones. Sin embargo, algo en su expresión logró que permaneciera allí, como si sus pies estuviesen anclados en el suelo. No recordaba vez alguna en que lo hubiese visto así, tan abatido.


—Tony no va a volver- dijo y solo en ese instante, Steve reparó en la botella de Whisky a medio terminar y en el vaso vacío que había sobre la pequeña mesa.


¿Qué había dicho de Tony?


Quiso preguntarle eso, pero Bruce volvió a hablar.


—No se preocupe, Capitán... La botella ya estaba así- sonrió con amargura —No sería bueno, para nuestro amigo verde... Solo, la estoy mirando, como si eso me sirviera de algo.


—Yo...


—Por favor, Capitán... Tome asiento junto a mí.


Steve hizo lo que le pidió sin atreverse a abandonarlo. Se lo veía perdido, como si, de repente, se hubiese convertido en un hombre más pequeño de lo que realmente era.


— Era una teoría... pero en estos días que pasé investigando, ha tomado más fuerza.


Steve permaneció en silencio, esperando a que continuase.


—El pasado, es inalterable... - explicó sin mirarle, perdido en la oscuridad de la noche y las luces de la ciudad que se veían a través de la ventana. —Creo que Tony ha viajado a él... No sé a qué época, pero eso no es lo importante... Lo importante es la nueva identidad que, de seguro, Tony tomará.


Steve lo observó sin comprender lo que decía.


—El pasado, capitán, es un ente vivo... que se asegurará que los hechos en él, permanezcan inalterables, lo que significa, en realidad, que nadie puede viajar a él.


—Pero Tony...


—Tony pertenece a esta época, a estos años... En cambio, su nueva identidad, si pertenece al a la época en la que sea que esté, porque la habrá creado para utilizarla allí.


—Disculpe, doctor, pero no puedo comprenderle – respondió Steve, angustiado.


—Todo lo que Tony es... El hombre que conocemos, con su carácter desquiciante, su cinismo, su humor ácido, su historia... Todo lo que Anthony Stark significa, será reemplazado por nuevos recuerdos, nuevas historias... acorde a su yo perteneciente al año en el que se encuentre.


—Es decir que... ¿Tony desaparecerá? - preguntó sintiendo como cada centímetro de su piel comenzaba a erizarse a medida que el terror se adueñaba de él.


—Exactamente, Capitán. Tony pertenece a esta época... es incompatible con el pasado. Si no lo encontramos a tiempo... Si no logramos traerle de vuelta...Tony no recordará que alguna vez, fue Anthony Stark.


—Pero... yo, no pertenezco a esta época... quizás, Tony pueda reambientarse y...


—El problema, Cap. Es que Tony no era un hombre del pasado que viajó al futuro, como usted lo ha hecho. El tiempo transcurrió para usted congelado o no, como cronológicamente debe ocurrir. Sin embargo, en el caso de él, ha sido alterado. Es por ello que su mente, su psiquis, irá modificando, cambiando por completo... hasta que el Tony que conocemos, deje de existir y ya jamás pueda regresar. Si esto ocurre, a pesar de que logremos reconstruir la máquina del tiempo, sería como traer a otra persona. Un completo desconocido.


Steve tragó en seco, sintiendo un nudo en su garganta. Los ojos se le empañaron a causa de la angustia que le atacaba como si se tratase de miles de agujas clavándosele en la carne. No se atrevió a llorar, por más que fuese lo que más necesitara en ese momento, no se halló capaz de hacerlo. Poniéndose de pie, de manera tambaleante, quiso huir de allí, correr lejos de todo lo que lo hería, sin embargo, descubrió que le era imposible. Las piernas habían comenzado a temblarle y sabía que no lo sostendrían por más tiempo.


—Pero... eso no es todo... Hay más. - continuó hablando Banner y Steve sintió que desfallecería. ¿Qué podía ser peor que lo que acababa de decirle?


—¿Qué? - preguntó, esforzándose enormemente por mantener la cordura.


—Como usted mismo lo sabe, Cap. Tony es un adicto...


—¿Y eso...?


—Luego de tantos años consumiendo drogas, es demasiado difícil hacer que un paciente las deje... El síndrome de abstinencia es tan poderoso, que, si las sustancias son retiradas de manera brusca del sistema, el cuerpo no lo resiste. Se produce un shock, que puede provocar un paro cardiaco y obviamente, derivar en la muerte.


Steve retuvo el aliento, cuando la comprensión de la situación atacó todos sus sentidos.


Tony... Dios, Tony...


—Aun, si lográsemos reconstruir la máquina y el pasado, no se "trague" a Tony... ¿Quién nos asegura, que sea capaz de abastecerse de drogas, en una época desconocida, en la que él es un don nadie? ¿Quién nos asegura, que seamos capaces de llegar a tiempo y recuperarlo con vida?


El capitán sintió el mundo darle vueltas, ante la inminente posibilidad de que todo lo que estaba sucediendo, no significase ni más ni menos que la muerte de Tony. Sentía unas nauseas inmensas atacándole y un sudor frio bajándole por la espalda.


Escuchó una risilla y volteó el rostro para observar a Bruce, que la había soltado. Le hubiese golpeado si las lágrimas que bajaban por sus mejillas, no le hubiesen confundido aún más.


—Es ilógico ¿No?... Las mismas drogas que estaban matándole son, quizás, las únicas capaces de mantenerle con vida.


La sonrisilla estúpida que esbozaba en sus labios, no concordaba con la angustia con la que brillaban sus ojos. Tal vez, por ello Steve sentía el impulso de abrazarle y brindarle consuelo, pero se contuvo y se dio la vuelta para salir de allí.


—Tony, volverá, doctor. Esto... esta situación, no es suficiente para acabar con él- dijo con más seguridad, de la que sentía por dentro.


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