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Lüdí por Rael Amicsis

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14. Emboscada.

WuFei salió de la tienda arrastrando una manta, y se sentó en el suelo, en donde le diera la luz de la luna, mientras bebía grandes sorbos de agua que habían llevado del templo. Estaba agotado, había gastado demasiada energía. 

Se cubrió la espalda y quedó de cara a la luna por las 2 horas que había dicho descansaría. Una vez pasado ese tiempo, ya tenía fuerza suficiente para ayudar a Quatre. 

Se levantó y se metió de regreso a la tienda, donde Terion estaba apostado a los pies del joven amo frente a frente con Kirie, quién estaba algo enojada. 

-Terion... puedes retirarte... asegura el perímetro, y descansa en cuanto te desocupes. 

-Sí, amo Chang. 

Terion se retiró de la tienda haciendo un ademán a Kirie para que también se marchara. Esperaba estar a solas con el joven amo, sólo para poder descansar y atenderlo adecuadamente. No había podido estar a solas con él y eso lo tenía un poco desanimado. 

-Yo quiero estar con el amo Sandrock. 

-El amo descansará lo que resta de noche, sólo el amo Chang estará cerca de él. 

-Pero... 

-Señorita Kirie… puede retirarse –dijo WuFei alzando un poco la voz, mientras acercaba un recipiente con agua a la orilla de la cama de Quatre. Por alguna razón no le gustaba esa mujer. 

Terion y Kirie salieron finalmente de la tienda, mientras WuFei, con un pequeño cuenco, le daba de beber agua al joven amo, quién despertó tosiendo medio ahogado con el agua en su boca. 

-WuFei...me duele... la garganta... 

WuFei sabía muy bien que el joven debía de sentirse fatal, pero debía dejar de ser tan familiar con él. 

-Lo sé amo... le dolerá un tiempo... por favor trate de descansar. 

-¿Qué fue lo que pasó? 

-Creo que encontró parte de lo que está matándonos. Y casi muere por culpa de esa cosa...  

-WuFei... 

Al encontrarse con los ojos del joven amo, tan expresivos, ya no pudo ocultarle lo triste y preocupado que estaba. Tomó las manos de Quatre, y se inclinó hacia adelante, apoyando su frente en ellas. Su piel aún se sentía hervir. 

-Amo Quatre... no lo haga... no lo intente otra vez... por favor... 

-WuFei... 

¿Una súplica sería suficiente?, ¿por qué estaba siendo tan egoísta? Ya no podía soportar ver a Quatre desgastándose de esa manera... ¿cómo fue capaz de soportarlo antes? Algo estaba cambiando en él, y no podía descifrarlo. Era más intenso de lo que había sido antes. 

No podía callar su temor. El susto había sido muy grande. 

-Pensé que no sería capaz de traerte de vuelta... pensé que te había perdido para siempre... 

Quatre se giró en la cama, y trató de descansar mientras WuFei le sostenía las manos. De reojo podía ver como el joven intentaba descansar, sin querer soltar sus manos. Estaba decidido a mantenerse alejado de él, pero no podía hacerlo. ¿Quizás se había acostumbrado a él? Sólo sabía que lo necesitaba cerca, cada día que pasaba sentía como una parte de él desaparecía, y notaba perfectamente los cambios por los que estaba pasando. Si veía a Quatre afable con otra persona, sin importar quién fuera, sólo debía velar por su seguridad... pero ahora lo único que quería era llevarlo lejos de todo eso, y estar sólo con él. Decirle que ya no siguiera, y se marcharan juntos a alguna parte, donde nadie los reconociera. Pero, aunque Quatre fuera olvidando sus vidas pasadas, y Sandrock fuera desapareciendo, su habilidad seguía ahí, y eso era imposible de ocultar. 

En la hora más fría de la madrugada, Quatre parecía algo incómodo. Liberó sus manos de las del joven amo, le quitó la parte superior de sus ropas y tendió sobre él todas las mantas sin ocupar que encontró. Su cuerpo aún estaba caliente y sudoroso; lo que fuera que había encontrado, aún estaba luchando por sacarlo, y eso le estaba haciendo gastar más energía de la necesaria, y no se atrevía a alimentarlo como hacía antes, ya que tenía miedo de perder el control. 

La luz del sol comenzó a filtrarse por alguna parte. Le hacía relucir su cabello rubio, y parecía tener mejor semblante que la noche anterior. 

Salió de la tienda por un momento para buscar ropa limpia, y algo con qué asear al joven, ya que había sudado mucho tratando de regular su temperatura. 

Entre los guardias había algo de movimiento, algunos conversaban entre ellos mientras hacían cambio de guardia, y algo le decía que debía ponerse al día con ellos. Algo estaba pasando. 

Al volver a la tienda, se encontró con el joven amo sentado sobre la cama, con el torso descubierto, el cabello revuelto, y la cara somnolienta. Le provocaba cosas ver al joven en esas condiciones. Con más ganas que antes deseaba llevarlo lejos y encerrase, juntos donde nadie los molestara. 

-Quatre... - y recordó que ese joven era muy superior a él. Otra vez se le había olvidado el titulo– ejem... amo Quatre... le traje ropa, y agua para que se asee. 

-WuFei... tengo frio -dijo el joven aún somnoliento, como recriminándole haberlo dejado así. Como cuando despertaban juntos en la cama. 

El guarda le sonrió. Por lo menos parecía estar de buen humor, a pesar de lo ocurrido la noche anterior. 

Se acercó a la cama, puso la vasija en el suelo, la ropa sobre la cama y apoyó la mano sobre la frente del joven amo. Su temperatura era normal. Tocó suavemente sobre su pecho sus brazos y su estómago, y se sentía frio al tacto. Haberlo abrigado exageradamente había sido buena idea. 

-Ya pasará, amo... sólo coma bastante y estará bien –WuFei tomó el paño de la vasija, lo sumergió en el interior lleno de agua, y comenzó a pasarlo por el cuerpo del joven. 

-¡Waa! ¡Yo puedo hacerlo! Yo puedo hacerlo, sólo déjalo... -decía el joven, mientras tomaba las manos del guarda para evitar que siguiera. 

-No... Quatre... yo de verdad deseo hacer esto. Por favor.  

WuFei sentía la necesidad de hacer algo por él. Había desgastado su cuerpo, casi había muerto, y quería acercase a él de alguna forma, ayudarle de alguna forma, e intentar calmar su propio corazón. 

El joven se veía avergonzado, pero aun así soltó las manos del guarda, y asintió. 

Pasó el paño mojado en agua tibia, suavemente por su pecho, su cuello, su espalda, hombros y brazos. Podía ver lo avergonzado que estaba, pero se dejaba hacer. Una vez que terminó, le ayudó a vestirse, y le colocó sobre los hombros un abrigo muy grueso, de pelo gris, que había llevado para él. 

-¿Para qué es esto? 

-No hace mucho frio, pero usted perdió mucha energía, con esto no se enfriará tanto mientras se recupera. 

-WuFei...  

-¿Si? -preguntó mientras lo arropaba con el gigantesco abrigo, perdiéndose por completo en sus ojos tan claros. 

-Me llamaste por mi nombre... 

-Ah... -Sí, lo había hecho. Por alguna razón, no era tan importante hablarle por su título. Ya lo había hecho antes, ¿acaso inconscientemente sabía que algo en Quatre estaba cambiando? Debía ser más cuidadoso, y dejar de ser tan cercano con él. No debía serlo en frente de nadie. Él no podía serlo -Lo siento amo Quatre, no... 

-¿Podrías... repetirlo? -Quatre estaba sonrojado, observándolo con sus enormes ojos. 

-Quatre... - en cierta forma se sentía feliz de no ofenderlo al hablarle por su nombre, pero era algo que no estaba permitido. Así como muchas otras cosas que no debía hacer, pero que no era capaz de controlar– No debería hacerlo... 

-Está bien... es que, es extraño que me llames por mi nombre sin el titulo...  

-Quatre... de alguna forma... siento algo diferente... ¿será que Sandrock está... desapareciendo? -preguntó mientras tomaba su rostro entre sus manos y acercó más su rostro para besarlo suavemente en los labios. No podía evitarlo. 

Aún estaban fríos, pero podía ver cómo enrojecía hasta el cuello, lo que le provocaba cierta satisfacción, algo que no había sentido antes. 

-WuFei... - el joven amo se mordió el labio, empujo un poco sus manos, se separó de él y salió de la tienda con la cara roja, dejándolo solo. 

Era como si escapara de él, pero no le importaba mucho. Le encantaba ver las reacciones que provocaba en el joven, le hacía querer abrazarlo y demostrarle lo que sentía por él. Y entonces entendió, que más allá de lo que sintiera en un principio, cuando lo vio en el bosque ilusorio, se había enamorado de él. 

Pero ¿y si regresaba a su mundo? ¿podría él, seguirlo? Lo mejor sería que nunca se marchase. Aunque tuviera que mantener las apariencias por el resto de su vida, lo único que deseaba era estar a su lado. 

Permanecieron en la aldea por alrededor de 8 días. WuFei comprendía perfectamente que algo estaba pasando entre el amo y él. En cada hogar al que pasaban, Quatre evitaba exigirse más de la cuenta, y en ese tiempo, ya lo había visto 2 veces llorando desconsoladamente sin razón aparente, pero él sabía muy bien de qué se trataba, ya que de alguna forma también lo sentía y casi todo el tiempo estaba rodeado por los voluntarios y aldeanos. Sobre todo, Kirie; ella siempre estaba junto a él.  había enviado a Terion a que investigara a la joven, hacía un par de días atrás, ya que le parecía muy extraño, que, teniendo un bebé tan pequeño, recién recuperado, se lo dejara a alguien más. Y lo que más le molestaba era que iba tras Quatre todo el tiempo. 

Al llegar a la zona más poblada de la aldea, Quatre no esperó a descansar, y comenzó a preparar todo para tratar de sanear el lugar. Por otro lado, WuFei se encargaba de que nadie se le acercara, incluso los que habían estado cerca de él en las afueras de la aldea. Temía que alguien aprovechara el acercamiento. Se sentía muy inquieto. 

Mientras instruía a los guardias, de las acciones a realizar, Terion llegó a su lado. 

Estaba herido en un brazo. 

Lo llevó entre unas pequeñas casas para que nadie los viera, y revisó su brazo. Estaba algo quemado, y con claros signos de haberse defendido de algo. 

-¿Qué sucedió? 

-Lo que usted sospechaba amo Chang. Encontré al bebé de la señorita Kirie. Está bien, lo tenía la armada. El sujeto que lo resguardaba me descubrió y tuve que defenderme, pero no dejé rastro, y el bebé lo dejé con los monjes que me acompañaron. Está a salvo en casa del señor Kohgi. No se me ocurrió otro lugar. Al soldado lo dejé en las afueras de la aldea custodiado.  

-Hiciste bien. Ahora hay que tratar de averiguar por qué ellos lo tenían. Quizás están usando a Kirie para llegar a Qu... al amo Sandrock... Vamos. 

WuFei y Terion de marcharon discretamente, no sin antes haber instruido a los monjes que vigilaran a Quatre en todo momento, y que no dejaran que nadie se le acercara, ni siquiera los voluntarios que habían estado con ellos por todos esos días. 

Al llegar en donde tenían custodiado al soldado, WuFei se puso frente a él y lo rodeó con su aura agresiva, mirándolo de forma amenazante. El soldado resistió todo lo que pudo, pero pronto comenzó a llorar sin poder controlar el miedo que sentía, y comenzó a hablar todo lo que sabía. 

Después de unos minutos WuFei salió rápidamente del lugar y se marchó corriendo hacia donde estaba Quatre. 

Todo era una trampa. A cambio del bebé, Kirie debía entregar el joven a la armada, o lo venderían y jamás lo volvería a ver. Tenía que neutralizarlo de alguna forma, para que ellos lo pudieran sacar de la aldea. 

Y ahora quizás estaba con ella. 

Debía apresurarse. 

Ya estaba anocheciendo, podía ver que pronto llegaría a la parte más poblada donde estaba Quatre, en la casa más pequeña, para que fuera más fácil de cuidar.  

Se escuchaban algunos gritos a lo lejos, y sin detenerse vio a los aldeanos tratando de atender a otros o simplemente huyendo hacia otro lado. La casa estaba en donde se encontraba el caos, y pudo ver a un soldado que salía corriendo de ella. 

Empuñó su espada y se paró en la puerta. Los monjes estaban heridos, habían resguardado la puerta. Dentro de la casa, podía ver a Quatre de pie en medio de la salita, empuñando su daga. 

-Amo Sandrock... -Quatre estaba muy quieto, como esperando algo- amo Quatre... -se acercó un poco más a él y le hizo señas, pero parecía no verlo -¡Quatre! 

Quatre orientó su rostro hacia él, y comenzó a lanzar estocadas en el aire alcanzando a WuFei en el ojo izquierdo, tomándolo completamente por sorpresa. 

-¡Ah! ¡¡Quatre!! 

-¡¡No te acerques!! –gritó Quatre con una voz extraña -siento tus pasos... sé que esto pasará, nada le harás a este cuerpo. 

-¡Quatre, soy WuFei! -Intentó acercarse nuevamente, pero Quatre seguía lanzando estocadas al aire. 

-¡¡No puedo verte, ni siquiera puedo escuchar mi propia voz!! Ya había pasado por esto, no dejaré que me mates otra vez. 

Quatre siguió lanzando estocadas mientras chocaba con todo a su alrededor, alcanzando con algunos cortes a WuFei, quien aún sangraba en su parpado izquierdo. 

Tenía que detenerlo de alguna forma.  

Logró acercarse lo suficiente para tomarlo de las muñecas y hacerle soltar la daga. Luego, lo puso contra el muro afirmando sus manos con fuerza por sobre su cabeza y sin soltarlo y le obligó a besarlo. Quatre forcejeó todo lo que pudo. Intentó alejar la boca extraña de su rostro, empujando y rasguñando, pero algo le hizo detenerse. Reconocía esos labios. 

Su pulso se aceleró de golpe, y grandes lágrimas comenzaron a brotar. 

-Shen... - Susurró contra los labios de WuFei 

-Sí... 

-¡Oh! Shen, no te puedo escuchar ni ver, pero sé que eres tú... lo siento, te lastimé, lo siento –lloraba Quatre mientras se dejaba abrazar 

WuFei rápidamente volteó la mesa como escudo y se sentó detrás de ella, abrazando a Quatre, empuñando su espada. 

-¿Por qué no puede escucharme? - preguntó el guarda colocando los dedos de Quatre sobre sus labios, para que percibiera sus palabras. 

-No puedo escucharte... es como aquella vez... No puedo hacer nada, soy una inútil... no mueras por mi otra vez, no... Lo... hagas... 

Quatre comenzó a cerrar los ojos, y quedó inconsciente entre sus brazos. 

En eso pudo escuchar como varias personas entraban a la pequeña casa, y rodeaban la mesa detrás de la que estaban. 

-Ya ríndete, Chang –era Trowa Barton, liderando al grupo dentro de la casa –ten por seguro que estarán mejor con nosotros. Si dejas a Sandrock ahora, dejaremos ir a los demás monjes y a ti... no mataremos a nadie. Con Sandrock no necesitamos a más monjes que vender.  

-Iré con el amo Sandrock, o le corto la cabeza en este momento. 

Trowa se asomó por el costado de la mesa con asombro, y vio que WuFei tenía su espada peligrosamente cerca del níveo cuello del joven, con mirada decidida, y pulso firme. 

No iba a dejar que se lo llevaran, ni que lo alejaran de él. 

-Estás hablando en serio... -gritó Trowa al darse cuenta que no estaba vacilando ni mintiendo. -Bien, si quiere ir, que vaya. Después no será nuestro problema. ¡¡Vámonos!! 

Recorrieron camino por cerca de dos noches, sin alimento, y Quatre sin reacción alguna.  

Al llegar a la ciudadela, fueron puestos en custodia en la edificación más resguardada, y atendieron a las heridas de WuFei.  

Todo estaba mal. 

 


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