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Lüdí por Rael Amicsis

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16. Quiebre.

Se podía ver el atardecer a través de las ventanas. La ciudadela, seguía su propia rutina, sus vendedores comenzaban a desaparecer y los guardias cambiaban turnos. Seguían circulando por alrededor de la edificación, para que nadie se acercara, y parecía que nadie iría a visitarlos por el momento. 

Podían ver con claridad las estrellas sobre ellos. Una noche sin luna. 

Quatre seguía apoyado contra la pared, sentado en el suelo, abrazando sus rodillas. No podía creerlo, ya no era Sandrock. Debía salir de allí, encontrar el bosque, salir de ese mundo como había dicho el remanente de Sandrock, y se llevaría a WuFei con él... ¿querría ir?  

El guarda estaba sentado junto a él. Miraba a la nada. Seguramente pensando en la forma de salir de ahí. Ambos aún tenían rastros de haber llorado. Quatre más que WuFei, y WuFei lo entendía, pero el joven amo, no le había dicho todo lo que la deidad le había dicho. 

Quatre se puso de pie, y camino hasta la puerta de la habitación. Tentativamente la empujó e intentó abrirla, y estaba asegurada, pero del otro lado nadie se escuchaba. ¿Estarían solos? 

Volvió sobre sus pasos, y se asomó por la ventana. Parecían haber unos cuantos guardias por fuera de la edificación, y nada más. Las personas en las calles ya se habían marchado. La oscuridad cubría todo. 

Fue a sentarse junto a WuFei, y apoyó su cabeza en él. Estaba cansado y con hambre. 

-¿Se encuentra bien, amo Quatre? 

-Comienzo a sentir hambre. 

-Es normal... pasamos 3 días sin comer. Tampoco nos han venido a ver. Desde que cerraron esa puerta, nadie ha venido. 

-Tal vez podríamos escapar...  

-No conocemos el lugar... sería muy arriesgado. 

-¡Debemos salir! 

-Qu... amo Quatre, es peligroso... 

-WuFei –Quatre se incorporó y se puso de rodillas frente al guarda –puedes llamarme por mi nombre... yo, ya no soy Sandrock... Ya lo sabes... no soy importante. 

-Para mí, lo es... pero si no es molestia -mencionó el guarda tomando una de sus manos-me gustaría hablarle por su nombre. 

Quatre se sonrojó y asintió. Hace tiempo deseaba ser llamado por su nombre, ya que nunca se sintió como Sandrock. Aunque tuviera sus recuerdos, no estaba cómodo con ser llamado de esa forma, y que WuFei le llamara así, le producía escalofríos, pero a la vez le alegraba por fin poder cerrar distancias, aunque fuera con la eliminación del título. Era agradable sentir la mano del guarda, extrañaba su contacto, pero no estaba muy seguro de cómo actuar, ya que sin Sandrock, sus sentimientos eran sólo suyos, y aún parecía confundido. Lentamente se inclinó hacia adelante apoyando su frente en la clavícula del guarda, medio refugiándose en su cuello inhalando profundamente su aroma, mezclado con sudor y días sin bañarse apropiadamente. No le importaba, sólo sentir su aroma lo tranquilizaba dentro de toda esa caótica situación. Se sentía dividido intentando descifrar lo que sentía, y cómo actuar por su cuenta, ya que sin los recuerdos de Sandrock, no estaba muy seguro de qué hacer... sólo podía intentar confiar en su instinto y en WuFei. 

El guarda lo empujó suavemente por los hombros, haciéndole perder el hilo de sus pensamientos, y con su mano derecha, con algo de duda en sus movimientos, acaricio suavemente el rostro del joven amo, quién se mostró claramente tímido y avergonzado. Ninguno de los dos estaba siendo influenciado por los remanentes de sus vidas anteriores, entonces ¿por qué se sentía así? Estaba tan seguro de que el espíritu de Shen le hacía sentir cosas por Quatre, ya que él era Sandrock reencarnado, pero ahora sin él, seguía sintiendo lo mismo. Tenía tantos deseos de besarlo, que ni se dio cuenta cuando lo estaba haciendo. Podía sentir temblar los labios de Quatre contra los suyos, en un beso tan suave que parecía un suspiro sobre sus labios. No entendía por qué se sentía tan posesivo con Quatre, si Shen ya había desaparecido. 

-WuFei... debo decirte algo... -decía el joven mientras colocaba su temblorosa mano sobre la que WuFei tenía en su mejilla – estamos confundidos... no estoy seguro de decirte esto, pero debes saberlo tú también...  

-¿De qué habla...? 

-Sandrock y Shen... ellos no eran... ellos siempre fueron uno solo. Se dividieron en algún punto y ... se aferraron a.… a almas gemelas... - Quatre parecía a punto de llorar, lo estaban sobrepasando sus propias emociones – ellos debían desparecer, pero nosotros no... no puedo perderte en este momento... siento tantas cosas por ti que no sé lo que es, y necesito descubrirlo... no puedo perderte... ahora no... 

WuFei lo abrazó con fuerza, mientras acariciaba su cabello y parte de su espalda, intentando calmarlo, mientras asimilaba lo que le estaba diciendo.  

De pronto escucharon pasos aproximarse por el pasillo, afuera de la habitación en la que estaban y se pusieron de pie, colocándose WuFei delante de Quatre. 

La puerta se abrió y entraron varios guardias, armados dando paso a Trowa, quien llevaba en sus manos una bandeja con alimentos que puso sobre una pequeña mesa en un rincón. 

-He venido a hacerles una visita... no es un palacio, pero es un techo que nos cubre – en la bandeja había pan, frutas extrañas y pálidas y un jarro con agua un poco turbia. 

Ambos estaban hambrientos, y era lo único que tendrían quizás en cuanto. Quatre se adelantó, pero WuFei lo detuvo tomándolo de la mano. 

-Quatre... 

-Está bien... solo voy a purificar esto antes de comerlo... si nos quisieran muertos, ya lo estaríamos... 

-Oh, si... claro que si – respondió Trowa sentándose en una silla cerca de la puerta junto a su tropa, mientras observaba lo que Quatre hacia. 

WuFei podía ver claramente cómo el mercenario se lo devoraba con los ojos, algo que le hacía hervir la sangre, pero también sabía que estaban en clara desventaja. Su cabeza le decía que debía estar quieto observando, pero su instinto le decía que estuviera al lado de Quatre todo el tiempo, y como siempre, hizo caso a su instinto, colocándose justo a su lado entre él y Trowa.  

El líder de la armada lo miraba divertido, como queriendo decir que algo así no lo detendría, y mientras se regodeaba en su victoria intangible, WuFei decidió comer lo que le dieran con tal de recuperar fuerzas para lo que tenía planeado hacer. Sin embargo, Quatre se le adelanto y le tomo la mano antes de que tocara nada. 

-Espera... deja que yo lo haga primero... - decía el joven amo en susurros. 

-Quatre... no tengo la cantimplora... - WuFei mantenía la voz baja, pero estaba claramente preocupado. 

-No te preocupes... yo tengo en mis bolsillos... deja que yo lo haga primero. 

WuFei retiró su mano, y vio como el semblante de Trowa cambió. Tal vez no esperaba que Quatre se arriesgara a ingerir lo que el enemigo les diera. 

El joven sumergió un dedo dentro del jarro con líquido y un fuerte mareo le golpeo, pero lo controló de alguna forma. Mas que turbia, era agua envenenada con algo más, y quizás la turbiedad de la misma haría que pasara desapercibido. Para Quatre fue claro que en ese preciso momento el objetivo era deshacerse de WuFei. 

Tomó los alimentos entre sus manos y además de purificarlos estos comenzaron a exudar una sustancia purpura, que claramente era algo ajeno a la contaminación de ese mundo.  

Frente a todos, juntó las sustancias que extrajo de todo y lo puso en un vaso frente a Trowa. Luego le dio otro vaso con agua a WuFei y una fruta recién purificada para que este comiera. Sabía muy bien que, gracias a su habilidad, el guarda sería capaz de sanar sus heridas más pronto y recuperaría sus fuerzas para poder salir de allí. 

El guarda entendió perfectamente las intenciones de Quatre y comió y bebió sin esperar ninguna orden ni sugerencia. En cambio, Trowa miraba asombrado el vaso y al joven que lo observaba amenazante, algo que no esperaba de él. 

-Que aproveche... 

Trowa lanzó una carcajada, y algo en el instinto de Quatre le decía que no estaba tan asombrado como parecía. 

-Gracias...- el líder tomo el vaso y lo bebió todo de una vez, mientras Quatre seguía dándole alimentos a WuFei asegurándose de que no se le pasara algo contaminado, y a su vez comía una fruta tratando de recuperarse del golpe del veneno del agua – soy inmune, ¿sabes? El veneno de este mundo, el veneno que creo... cualquier veneno... lo llevo en la sangre. Literalmente. Supongo que será más difícil deshacerme del guardián... pero... bueno – Trowa se levantó mientras WuFei seguía comiendo lo que Quatre le pasaba y para su sorpresa apartó a Quatre de él de un solo tirón, llevándolo hacia el otro lado de la habitación –me preguntaba qué es lo que ese guarda ve en ti... 

WuFei sabía muy bien lo que iba a seguir, ya lo había visto antes en los asaltos a la aldea junto al templo... las mujeres terminaban suicidándose después de haber sido dejadas solas con la armada y con él. 

Inesperadamente Quatre le hizo una seña para que no se moviera, pero lo único que deseaba en ese momento era arrancarle el brazo completo. 

-Qué pretendes... 

-Llévenlo a la otra habitación... pronto llegara el enviado de su majestad 

-¡Quatre! 

-Está bien WuFei... estaré bien... 

-No me hagas usar la fuerza, guarda... estás en desventaja. 

A WuFei se le aceleró el pulso de sólo pensar en que estaría solo con ellos. Quatre estaba en peligro, y nada podía hacer por el momento... si tan solo pudiera... 

Pero entonces Quatre le dedico una sonrisa cómplice, observando los alimentos y a él alternativamente, dando a entender que debía terminar de comer. 

Los mercenarios se llevaron a Quatre fuera de la habitación, y WuFei lanzo con fuerza un vaso contra el muro. Debía salir de ahí lo antes posible. Termino de comer todo lo que el joven amo había tocado, y sintió sus fuerzas renovadas. Notó que sus manos sanaban un poco más rápido y al no sentir a nadie fuera de su puerta, decidió preparar todo para salir de ese lugar lo antes posible. 

Quatre fue lanzado a otra habitación, donde los guardias le quitaron parte de su ropa, dejándolo semi desnudo frente al líder de la armada. Para su sorpresa había una tina junto a él, con agua caliente, aunque estaba turbia. 

-Entra ahí... no podemos permitir que te presentes en esas condiciones ante su majestad... 

-Si me meto en eso, estaré muy débil para ver a nadie. 

Trowa hizo un chasquido con sus dedos y un soldado le acercó una cantimplora. 

-Imaginé que para eso era esta cosa repugnante... es demasiado dulce, no sé cómo no tienes la enfermedad del dulce. 

-¿Dulce? … si... esto es mío – Quatre reconoció la cantimplora de WuFei, y decidió seguir el juego. Sin saberlo, aquellos soldados le estaban dando ventaja. Quatre tomo una vasija que estaba cerca de él y luego sumergió su mano en el agua frente a todos. El agua comenzó a volverse transparente y sin sacar su mano del agua, acercó la vasija a su rostro y comenzó a botar por la boca todo lo que había limpiado del agua junto con lo que había acumulado de los alimentos. Luego tomó la cantimplora y bebió todo lo que tenía, aunque al fondo estuviera amargo hasta las arcadas. 

Frente a la mirada atenta del soldado, quien hizo salir al resto, se terminó de quitar la ropa y se metió en la tina. Se sentía muy incómodo y hasta repugnante ser observado tan minuciosamente por ese tipo. Un escalofrío le recorrió la espalda al ver que el soldado tomaba una botella pequeña y se acercaba a él. 

-No podemos permitir que el invitado de su majestad huela mal... así que te ayudaré 

-No necesito de tu ayuda... 

-Si quieres esa bella cabeza sobre esos bellos hombros, harás lo que te diga... 

Se le revolvió el estómago. No iba a poder evitar lo que sabía iba a suceder, y entonces tuvo que resignarse quedándose sentado en la tina, abrazando sus piernas, tratando de cubrir todo lo que podía de su cuerpo.  

Podía sentir su presencia intoxicante justo detrás de él, acercándose más, colocando lo de la botella en una de sus manos y luego frotándolo en su cabeza. Era algo aromático, parecido al shampoo, solo que no tenía espuma. Lo masajeo en su cabello, haciendo que le quemara la piel que tocaba, de una forma muy desagradable. Le daban ganas de arrancarse las partes que él tocaba, y sin embargo permaneció quieto, esperando.  

-Su majestad llegará en unas horas... no será muy pronto... - decía el soldado acercando sus labios al oído del joven – así que pedí a mis soldados un poco de tiempo a solas, para conocerte un poco más. - Trowa se puso de pie y se sentó junto a la tina, mirando a Quatre de frente. Tomó un cuenco y recogió agua de la tina, para luego verterla sobre el cabello del joven amo. Por fin podía ver relucir la rubia cabellera, y esos ojos color turquesa que refulgían con temor – esa mirada... me estás provocando, ¿sabes? Las deidades pueden ser caprichosas... 

Le hizo alzar el rostro con dos dedos bajo la barbilla y recorrió suavemente su cuello, recorriendo la leve marca que dejó WuFei donde presionó su espada, de lado a lado. Luego descendió y siguió por la línea de la clavícula para seguir por en medio del pecho hacia abajo metiendo la mano en el agua. 

Quatre estaba aferrado a la tina he inconscientemente se abrazó las piernas para evitar que siguiera bajando, pero el soldado le puso una larga cuchilla al cuello, esperando, y Quatre tuvo que apartar las manos muy a su pesar, aferrándose nuevamente a los costados de la tina. Podía sentir bajo el agua como la mano del soldado alcanzaba lo que estaba buscando, mientras sentía arder las lágrimas en sus ojos tratando de que no escaparan. Tenía miedo e ira mientras era observado minuciosamente. 

El soldado parecía deleitado de las reacciones del joven, y quería ver más, sintiendo como la excitación se acumulaba de a poco dentro de él. Podía sentir la piel suave y flácida de su miembro bajo el agua, que poco a poco iba reaccionando a sus caricias. Podía ver como Quatre intentaba contener sus reacciones, y quiso ver más. Así que tomó ventaja de la posición en que Quatre había quedado con sus piernas recogidas y tocó suavemente su pequeña entrada expuesta. 

Quatre palideció, abrió la boca como queriendo gritar algo, pero sólo atinó a meter la mano bajo el agua y atrapar la del soldado para evitar que continuara. 

-N-no---- 

-Nadie vendrá... si quieres que esa mano siga en su lugar, será mejor que la retires – su voz suave y amenazante. 

No podía soportar el hecho de que lo estaba tocando de esa forma, sólo una persona lo había hecho y no deseaba que nadie más lo hiciera. La piel del soldado quemaba, le parecía repugnante al tacto, le provocaba escapar muy lejos de él, pero si se defendía, tal vez no vería nunca más a WuFei... debía intentar ver las cosas de otro modo, intentar hacer que se debilitara, pero el débil en ese momento era él. 

Retiró su mano y entonces el soldado introdujo un dedo en él, haciéndole tomar una bocanada de aire, tratando de poner resistencia a la invasión que estaba sufriendo. 

-De-detente 

-¿Siempre reaccionas así? Creo entender por qué el guarda quiere monopolizarte... - pasó la punta de la cuchilla suavemente por su rostro, rasguñando muy suave la piel, muy cerca del ojo, por debajo –tus reacciones son … exquisitas... 

Metió el dedo más profundo acariciando su interior, sintiéndolo muy caliente dentro, mientras Quatre comenzaba a derramar lágrimas en silencio, sin saber si respirar o no. 

Trowa bajo suavemente la cuchilla por el costado del cuello del joven haciéndole un leve corte a lo largo de la oreja hasta el pecho. Su cuello y su interior quemaban, el agua poco a poco comenzó a teñirse de rojo y entonces sintió más prensión donde el soldado le estaba tocando. No quería eso, no quería que le hiciera nada más, pero era más doloroso si resistía, y podía ver como su agresor se deleitaba mirando fijamente lo que estaba haciendo. 

El mercenario soltó la cuchilla y con la mano libre comenzó a soltarse el pantalón. Quatre palideció y al verse acorralado, sacó fuerzas de alguna parte; agarró firmemente la mano que lo invadía, y comenzó a concentrarse en tomar todo de él, como había hecho con el bebé de aquel entonces. Trowa reía por lo bajo, sabiendo que Quatre estaba indefenso, pero entonces notó que sus dedos salían suavemente de él, y comenzó a sentirse débil, cayendo de rodillas junto a la tina. Estaba exhausto y con horror veía como una sustancia entre negra y purpura escurría por la boca del joven en la tina, tiñendo el agua, y desapareciendo en ella. Sentía la cabeza demasiado ligera, intentando buscar con la mirada algo que lo protegiera, pero entonces la puerta se abrió de golpe y en un momento salió volando por la habitación, de un extremo al otro. 

WuFei se le acercaba al soldado con su intoxicante energía, envolviéndolo con ella, haciendo que temblara de pies a cabeza, y comenzara a llorar sin darse cuenta. El guarda se veía tan amenazante, como 10 veces su tamaño normal, sabía que lo iba a destrozar, pero no tenía las fuerzas para salir huyendo... ¿dónde estaban los demás? Alguien tenía que llegar. 

Y entonces sintió cómo le tomaba una de sus manos y con una enorme facilidad se la volteó hacia atrás, rompiendo todos los pequeños huesos de la muñeca y de los dedos. 

Sus gritos llenaban las habitaciones de la edificación, y nadie venia en su ayuda, hasta que vio al joven rubio detrás del guarda.  

Quatre estaba completamente desnudo, todo mojado, con el frente del cuerpo manchado en rojo que brotaba de su cuello y purpura muy oscuro que salía de su boca ensuciando toda su barbilla hasta los dedos de sus pies. Parecía un ángel intoxicado. Temblaba a mas no poder, y aun así logró deslizar su temblorosa mano hasta la mano libre de WuFei. Este se volteó con mirada asesina y lo observo detenidamente. Estaba desnudo, herido, entre pálido y avergonzado, con rastros de haber llorado. Se aparto un poco de él, y se inclinó sobre Trowa sin dejar de dirigir su aura asesina hacia él. 

-¿Lo tocaste? -su voz estaba muy ronca y baja, casi de ultratumba. 

Trowa lo negó como pudo, pero de reojo WuFei vio como Quatre aguantaba la respiración y las lágrimas. 

Enganchó su mano en el cuello del soldado, quien trataba de liberarse con su mano buena, y le golpeaba el brazo con la otra, aunque su mano rota se agitara dolorosamente a todos lados. El guarda presionaba con más fuerza hasta que escuchó la suplicante voz del amo, tratando de hablarle. 

-Po-por favor… vamos… vámonos de aquí. 

Su mano temblorosa tiraba de él, pero estaba tan ofuscado que no lo había sentido.  

El guarda dejo caer al mercenario, con su mano balanceándose libremente a todos lados, mientras gritaba y tocia tomándose el cuello. WuFei se volteó y se acercó a Quatre, quien parecía encogerse un poco tratando de protegerse de su aura amenazante; así que se detuvo tomo al amo por la mano y lo atrajo hacia si, abrazándolo con fuerza. 

La amenaza de su presencia comenzó a disminuir y poco a poco comenzó a sentirse cómodo con su contacto y su abrazo. 

-A-amo... ¿Él...? 

Quatre sentía cómo las ganas de llorar se le acumulaban en la garganta, y su cuerpo temblaba de pies a cabeza. Sintió como WuFei extendía el brazo para tomar una larga manta y lo cubrió con ella. Su mirada era muy seria, llena de ira y tristeza. 

 Entonces con su mano temblorosa, tomó la mano del guarda, ahora sana del todo, y negó con la cabeza. 

-Estaré bien... 

-¿Acaso él...?! 

-¡¡Estaré bien!!... - reiteró el amo, aferrándose a sus ropas con los puños temblorosos - por favor salgamos de aquí, quiero irme de aquí... 

WuFei abrazó a Quatre con fuerza, y tomando unas ropas que estaban en el suelo salieron de la habitación.  

A lo lejos podían escuchar como Trowa llamaba a su tropa, pero nadie lo iba a asistir. Los pasillos estaban regados con partes de ellos por los rincones, y alguno que otro aún se movía. Uno estaba acurrucado en un rincón, balanceándose desesperadamente mientras se sostenía la cabeza entre las manos, como si hubiese presenciado lo más horrible del mundo. Le hizo correr desnudo por los pasillos hasta donde había una pequeña bodega donde se vistió, y allí WuFei tomó un bolso y comenzó a tomar alimentos y agua.  

Quatre aún intentaba amarrarse una alforja a la cadera, cuando WuFei se acercó a ayudarle, y Quatre dio un respingo al sentir el roce del guarda, como si no quisiera que lo tocara... en ese momento deseaba con todas sus fuerzas haber llegado antes, y haber arrancado el brazo del mercenario antes de que... ¿qué? Algo había hecho, eso era claro. Sólo rogaba por los dioses que Quatre no terminara como aquellas mujeres asaltadas de la aldea. 

-Vámonos, antes de que llegue el rey... 

-¿Qué haremos, WuFei...? 

-Hay una aldea del otro extremo, detrás de Las Colinas Rojas, donde nos podrán ayudar. Llevaremos lo que podamos para cruzar, es un área muy calurosa y seca, tendremos dificultades... 

-No importa... necesito que nos vayamos, ahora...  

-Amo – WuFei lo abrazó con fuerza, y hundió su rostro en su cuello – lo que sea que haya pasado, lo lamento mucho. Lamento no haber llegado a tiempo... lo siento 

Quatre comenzó a sollozar, pero no era el momento para aquello. Debían marchar pronto. Y con su mano aún temblorosa tomó la de WuFei y tomando un par de animales de carga salieron de aquel lugar pasando desapercibidos por los habitantes de la ciudadela 

 


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