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Lüdí por Rael Amicsis

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 17. En Un Parpadeo. 

Hicieron su recorrido día y noche, hasta que los animales y ellos quedaron exhaustos. No habían comido o bebido nada desde que escaparon, y tampoco se habían hablado. Quatre se mantenía en silencio y trataba de no mirar a WuFei. Tal vez se había asustado demasiado, ya que jamás se había mostrado de esa forma frente a él… o tal vez aún pensaba en lo que había sucedido en la ciudadela. Ya era de noche nuevamente, y habían montado un pequeño campamento en una villa abandonada. Había pequeñas chozas y rastros de zona de ganado, como vallas y graneros, pero nadie había allí.

Decidieron descansar dentro de un granero pequeño, alimentar a los animales con lo que quedaba. Era una zona tan oscura, que eran capaces de ver la luna, una cascada de estrellas, y nada más. Estaban protegidos por la oscuridad. 

Frente a una pequeña fogata, Quatre estaba sentado abrazado a sus rodillas, con la mirada fija en el fuego. No había emitido palabra alguna, más que para indicar si había encontrado tal o cual cosa. WuFei lo dejó a solas por un momento y comenzó a explorar las chozas cercanas, encontrando mantas almohadas y ropa en perfecto estado. Era como si la enfermedad se los hubiera llevado a todos, silenciosamente, tan así que ni rastros de sus cuerpos había. 

Quatre se sobresaltó al sentir algo suave cubriendo su espalda. Entonces se dio cuenta de que WuFei lo había cubierto con una manta. Tenía que decir algo, pero estaba demasiado avergonzado de lo que había ocurrido. Si lo ignoraba, tal vez se olvidaría el tema. Tal vez él se olvidaría y todo estaría bien, y podrían seguir en lo suyo, para regresar a casa… tal como WuFei le había dicho. De pronto WuFei estaba junto a él secando su rostro de las lágrimas que habían comenzado a caer en silencio. 

-Lo lamento tanto Quatre… 

-¿De qué hablas…? 

El guarda lo abrazo con fuerza sin pensarlo dos veces, pero eso hizo que el joven amo se sintiera incómodo y más avergonzado aún. 

-Lo… lo siento… 

-Quatre… prometo que te enviaré a casa lo antes posible… 

-Lo sé… pero quizás no quiera ir a casa… 

-Debe regresar… 

-Nada me espera en mi hogar… y… a pesar de todo… aun así, deseo quedarme… 

-¡¡Amo Quatre, no hay paz para usted aquí!! 

Quatre se quedó en silencio. No tenía más argumento. Estaba confundido, había pasado por algo horrible, y sentía como si WuFei lo estuviera rechazando. No necesitaba más confrontaciones. 

Podía ver cómo unos débiles hilos se asomaban por debajo del suelo en que él estaba. Acercó su mano, pero él guarda lo detuvo inmediatamente, lo que lo hizo estallar en su contra. 

-¡¡¿QUÉ PASA CONTIGO?!! 

-No lo volveré a perder en el trance de esas plantas – respondió WuFei recordando lo ocurrido con el árbol que hizo crecer. 

-¡¿Y QUÉ IMPORTA SI ESO PASA?! ¡¡LLEGARÉ A LOS CAUSES PROFUNDOS, TERMINARÉ CON ESTO Y ME IRÉ A CASA!! ¡¡O QUIZÁS QUEDE ENTRE LAS RAÍCES ATRAPADO!! ¡¡CON ESO SE TERMINA TODO, Y NO TE VOLVERÉ A VER MÁS!! Qué importa si me pierdes ahora o después, no hay diferencia… Cumpliré con mi misión de todas formas… 

-¡No de esta forma…! 

-¡De la forma que sea…! WuFei tenemos que parar… Entre nosotros… no habrá nada… 

El guarda sintió como si le hubiesen dado con una roca en el pecho, y apartó su mano lentamente de la del joven amo. Siempre le decía que lo protegería, que estaría con él, y al final lo importante era la misión que debían cumplir. Quatre tenía razón. Todo terminaría y ellos quedarían en nada. 

Se apartó de la fogata y se adentró en la oscuridad de la villa.  La luna ya no estaba. Sólo estrellas podían ver a esa hora, y decidió que todo terminaba allí.  Recordó lo que sintió al ver a WuFei por primera vez. En ningún momento sintió necesidad de regresar por que comenzó a sentir que pertenecía a ese lugar, a pesar de la influencia de Sandrock, él jamás se sintió cómodo en su tierra. 

Y mientras intentaba recordar lo que era estar con su guarda por tantos tiempos y formas, unas finas raíces comenzaron a alzarse entre la maleza y a enredarse en sus piernas. 

Sabía lo que iba a suceder, se iba a perder en el trance, pero si así conseguía lo que quería, no le importaba. 

Podía sentir las suaves hebras rodear sus piernas y subir por su espalda. Lo abrazaban suavemente una sobre otra, más gruesas cada vez. Podía ver como las estrellas comenzaban a desaparecer poco a poco y el cielo comenzaba a aclarar. Podía escuchar la voz de WuFei a lo lejos pero ya no podía mover su cuerpo a voluntad, y entonces las hebras avanzaron por su rostro y lo abrazaron en el interior de la formación dejándolo sumergido en un abismo.  

Despertó agitado en medio de una luz que le lastimaba los ojos. Podía sentir el aire caliente y seco, que rozaba su piel y entraba en sus pulmones. 

Abrió los ojos lentamente ajustándose a la luz que lo rodeaba, y se encontró en medio de abultados cojines, con su boca extremadamente seca. El calor era intenso, pero podía ver que estaba dentro de una especie de tienda. ¿Y las hebras? ¿Dónde estaba? 

Entonces la tienda se abrió y una silueta se acercó a él. 

Distinguió una larga trenza, y se le subieron los colores al rostro, pero entonces se dio cuenta de que era una persona completamente diferente. Su larga trenza era más gruesa que la del guarda, además de ser castaña. Sus grandes ojos risueños calzaban a la perfección con su rostro afable. 

-¡¡Despertaste!! Ten cuidado, estás algo lastimado… avisaré a los demás 

El muchacho salió de la tienda y pronto regresó con otra persona que nunca había visto. Era más serio y llevaba una especie de túnica de manga corta y pantalones muy holgados. 

-Parece que está en mejor estado. Dúo, ve a avisarle que ya despertó. 

El chico trenzado salió corriendo de la tienda, y Quatre intentó detenerlo sin éxito. 

-¿Quién…? – su voz se rompió, y la garganta le ardió como si le hubieran rascado con un tenedor por dentro. 

-Intenta no hablar. No creo que te quiera ver más herido de lo que ya estás. 

Entonces regresó el joven de la larga trenza castaña y se acercó con una sonrisa algo triste. 

-Dice que necesita descansar un poco más... 

-Bien… - el joven que estaba junto a Quatre le sonrió y le ayudó a acomodarse nuevamente -entonces debes aprovechar de descansar, tendrán mucho de qué hablar después. 

Quatre tomó la mano de aquel joven como queriendo preguntar quiénes eran ellos, en cambio recordó lo que había hecho y comenzó a llorar al recordar la voz de WuFei mientras él desaparecía en la oscuridad.  

-Nosotros somos amigos, y tú debes descansar tu voz. 

El trenzado se le acercó y con sólo pasar su mano frente a sus ojos, estos se hicieron más pesados, y comenzó a sentir cómo era tragado por el cansancio. 

Sentía voces a lo lejos, voces risueñas que conversaban muy bajo. Recordó lo rota que estaba su voz, así que no emitió palabra; sólo abrió los ojos lentamente, y se encontró con aquellos jóvenes que estaban cuidando de él. Conversaban muy cerca el uno del otro, sonriéndose mutuamente, por alguna razón sintió que eran muy íntimos, y eso lo puso algo incómodo, sintiéndose fuera de lugar. 

-Mira - le dijo el trenzado al otro chico llamando su atención - Despertó… iré por el té. 

Salió de la tienda mientras el otro se acercaba a Quatre y le hacía abrir la boca para revisar su garganta. 

-Aún está irritada. Debes descansar un poco más. 

Quatre sentía que si hablaba sus cuerdas vocales se iban a romper, por lo que sólo hizo caso de lo que le decían, y se recostó nuevamente. Sus pensamientos comenzaron a vagar hacia el momento en que se apartó de WuFei y sentía su voz a lo lejos. No podía recordar qué había pasado entonces y le inquietaba lo recurrente que eso era. Su mente era un caos, que comenzaba a hacer ruido desde el interior de sus oídos. 

 Y entonces de reojo, vio que alguien se movía suavemente, y una taza con un té de flores apareció frente a él. Mientras se sentaba movió sus manos, que sin darse cuenta habían cubierto sus oídos, y aceptó la taza del chico trenzado que había estado con ellos. 

Le observaba preocupado, con ojos muy abiertos, y al ver sus propias manos entendió. Estaban cubiertas de sangre. 

El chico dejó la taza a un lado mientras le limpiaba las manos con un trozo de tela, y el otro sujeto se acercaba con un cuenco con agua muy cristalina que puso en el lecho entre sus piernas para que no cayera. Entre los dos, uno a cada lado, comenzaron a limpiarle los oídos, el cuello y las manos, humedeciendo las telas mientras el agua en el cuenco se teñía de rojo, y los labios de ellos se movían frenéticamente, pero no los escuchaba. 

Los vio agitarse, con rostros preocupados. Sintió que no era necesario estar ahí preocupando a esas personas, y comenzó a pensar en WuFei, creyendo con todas sus fuerzas que lo mejor era desaparecer de aquel lugar y entonces vio a esas personas correr, y acercarse a alguien más que estaba parado observando a la entrada de la tienda. Tenía ambas manos vendadas, al igual que su torso y los pies. Llevaba el largo cabello suelto, y parte del rostro vendado, con una barba levemente larga, terminada en punta, así que no reconoció a WuFei en el momento. Le observaba con la angustia a flor de piel, una mirada de preocupación que no había visto hasta entonces. ¿Acaso tan mal se veía? 

Algo le estaba diciendo a Quatre, algo que parecía ser importante, pero el chico de la trenza lo detuvo y comenzó a hablarle, mientras el otro retiraba las telas y el cuenco, que habían atrapado la mirada del guarda. 

Ambos le quedaron mirando, WuFei parecía contrariado con algo y se marchó. Quatre no podía creer que le había dado la espalda. Tal vez, después de lo que hizo, decidió que era mejor estar apartado... y ese pensamiento comenzó dar vueltas en su cabeza, una y otra vez; y sin darse cuenta comenzó a llorar en un llanto ahogado, abrazando con fuerza sus piernas, escondiendo su rostro en sus rodillas, sin saber si estaba emitiendo algún sonido o no, y volvió a recostarse al sentir que su garganta ardía y tiraba de todos sus interiores. Entonces el trenzado se le acercó y comenzó a limpiar su rostro con las telas húmedas, y veía como se movían sus labios. No lo podía escuchar, pero aun así lograba sentir las vibraciones de su voz. 

Cayó en un leve sopor cuando notó el movimiento en la tienda. Era el otro chico que estaba con ellos. Parecían ser los únicos que circulaban en aquel lugar. ¿Tal vez estaban solos? Pero, ¿y WuFei? ¿Y en qué lugar estaban? Sus anfitriones hablaban muy amenamente comían algo parecido a un estofado que por cierto olía muy bien, pero no le abrió el apetito. Estaba demasiado absorto en lo que le estaba pasando en aquel momento que no se dio cuenta de que alguien le extendía un pequeño vaso hasta arriba de una sustancia purpura muy oscura, casi negra. WuFei estaba frente a él, ofreciéndoselo, haciéndole señas para que lo bebiera. En un acto reflejo tomó el vaso y mientras bebía sentía aquel liquido arder y recorrer cada rincón de su interior, como si sellara cada herida que tuviera por dentro. Le dolía demasiado por lo que daba pequeños sorbos y esperaba a que el ardor pasara un poco para seguir. Podía ver claramente las reacciones que provocaba en sus observadores, sus gestos tal vez eran demasiado decidores.  

WuFei parecía darle algunas indicaciones a quienes los acompañaban y tomó el vaso vacío de manos de Quatre. Se acercó al lecho, se metió entre la gran manta, y acomodó a Quatre sobre su pecho, pasándole un brazo por debajo de su cabeza. 

Quatre estaba rojo hasta el cuello, mientras los otros los observaban, hablaban entre ellos y se marchaban de la tienda. 

El guarda parecía estar incómodo, pero sentía que de alguna forma lo envolvía por completo, de pies a cabeza. Lo extrañaba. Lo había extrañado tanto, que sólo tenerlo así de cerca le hacía sentir que estaba en donde debía estar. 

No estaba seguro de qué hacer con sus manos, así que las dejo quietas sobre su pecho, y se concentró en el pesado latir de su corazón. Sentía las vibraciones desde el interior de su pecho y parecía poder escuchar el retumbar desde dentro de su cabeza. Un leve golpe tras otro, subiendo el volumen poco a poco, y luego otro golpeteo leve, que no era el suyo. Éste era más rápido y fuerte, poco a poco más sonoro, entre ellos sentía unos leves murmullos y para su sorpresa era WuFei murmurando mientras respiraba concentrado. Se mantuvo quieto concentrándose en escuchar su entorno. Podía escuchar a WuFei, una serie de voces fuera de la tienda, un traqueteo de cosas que eran llevadas de un lugar a otro, y sintió tanto alivio que su cuerpo lo sintió menos tenso y comenzó a sollozar en los brazos de WuFei. 

Este lo observaba preocupado, mientras con su mano libre le limpiaba las lágrimas que habían recorrido su rostro. 

-Amo… 

-Puedo… - Quatre sintió su garganta dura y áspera, su voz salía sin problemas, aunque muy ronca y pequeña - Puedo escucharte. 

WuFei lo abrazó con fuerza, tanto que le dolieron las costillas 

-Quatre… ¿por qué lo hizo? – la voz de WuFei estaba amortiguada por su níveo cuello, pero lo había escuchado a la perfección – ¿¿por qué?? 

Quatre comenzó a sentirse incómodo con el contacto de su respiración en su cuello, y apoyando las manos sobre su pecho lo apartó un poco, tratando de alejar su cuerpo todo lo posible en aquel reducido espacio. 

El recuerdo le vino como una piedra contra su corazón y se sintió sucio, con ganas de desaparecer.  

-No… l-lo sien-to… 

-Quatre… si se refiere a lo ocurrido con Barton, no fue su culpa. No lo fue. Es sabido que hacen cosas horribles cada vez que llegan a alguna aldea… y me está comiendo vivo no saber… 

-Nada….  – la voz de Quatre era apenas audible, pero le quitó un enorme peso de encima – No…  él sólo…  él me tocó…  y yo – se interrumpió para intentar recobrar la compostura, pero no pudo evitar las lágrimas que asomaban dolorosamente – yo lo dejé o me mataría… y vi la oportunidad de…  yo…  jamás… 

-Quatre, lo siento tanto…  tal vez es cruel lo que diré, pero me alivia saber que no llegó más allá de eso… 

-Es sólo que nadie…  - su rostro se puso rojo hasta el cuello – nadie… sólo he estado contigo…  aquí y en mi mundo… sólo contigo… y cuando lo hizo, me sentí tan horrible… 

-Amo Quatre… 

-¿No te doy… asco…?  

-Jamás… 

Quatre se acercó a WuFei, y se acurrucó contra su pecho dejando que lo abrazara, entrelazando sus piernas, queriendo evitar que se alejara nuevamente de él.  

En algún momento mientras el guarda le acariciaba el cabello y susurraba encantos para que se recuperara más rápido, se quedó profundamente dormido. Sin sueños, como si estuviera cobijado en una cálida oscuridad.  

Se encontraba desayunando con WuFei en el lecho del cuál no se había movido desde que despertara en aquella tienda. Era extraño ver al guarda con barba, le hacía ver más adulto, o tal vez mas cansado. 

-Cuanto tiempo estuve ahí dentro… 

-Casi 1 año… 

-… es imposible… - Quatre lo miraba con ojos como platos, pensando en que algo no estaba bien - no pasó mucho de cuando estuve ahí y me desperté esta mañana…  

-Hace 2 días atrás… - WuFei lo observaba algo preocupado por la poca orientación temporal del joven amo. 

-Creo que no tengo noción del tiempo… de verdad fue, un parpadeo para mi…  

-Pasaron muchas cosas Amo… pero lo importante es que estás aquí, a salvo. 

WuFei le tendió una taza de té al joven, quién no pudo evitar observar el vendaje en su mano. 

-¿Qué sucedió mientras…? 

-¿Esto? – preguntó el guarda alzando las manos - fue hace poco, pero ya pasará. 

-Es extraño, pero… - Quatre se observaba las manos como si hubiera algo extraño en ellas - siento como si no tuviera habilidades… 

-No es que no las tenga amo, es que ya las controla. 

-¿Cómo estás tan seguro…? 

-Usted ya no absorbe nada inconscientemente, además puede controlar otras cosas a su voluntad. Lo demostró muy bien. 

-¿Qué hice? - preguntó el joven con clara sorpresa en su rostro. 

-Usó el árbol en el que estaba para defenderse y limpió una gran área, aunque parece que no llegó a la filtración contaminante. 

Quatre se sentía demasiado perdido, era muy extraño pensar en que él había tomado una siesta, pero el tiempo no había dado tregua. 

-Necesito saber qué paso en todo este tiempo - exigió Quatre con su voz aun algo rasposa. 

En aquel momento un gran estruendo se escuchó en la cercanía, y el joven trenzado entró en la tienda, iba algo sucio, vestido con una especie de armadura sobre su ropa, que cubría su cuello, la zona sobre su corazón y el torso. Iba con pesadas botas con rodilleras, coderas y guantes, y una especie de casco cubría los costados de su rostro, por las sienes. 

-Están atacando el frente... aún no evacuamos a los demás, necesitamos que los retengas por un tiempo. 

Quatre pareció ver el espanto asomar a los ojos de WuFei, pero rápidamente lo reemplazó por resignación. No estaba muy seguro de qué pasaba, pero le dio mala espina cuando lo abrazó de la nada, con tanta fuerza que le sacó el aire de los pulmones. Entonces entendió. 

Se estaba despidiendo. 

-¡Terion! - el guarda de confianza de WuFei ingresó a la tienda llevando con él una especie de mochila vacía - lleva al amo con los demás. Los alcanzaré en cuanto pueda... 

-Nos veremos pronto amo Chang... eso no va a cambiar. 

-Eso espero... -WuFei tomó en brazos a Quatre y con la ayuda de Terion lo colocaron en la mochila para luego cargarlo a su espalda – Quatre... Terion estará a su lado... Nadie más es su guarda. Nuestros amigos también le harán compañía, pero nadie más se hará responsable de usted. Por favor, manténgase a salvo... los alcanzaré pronto... 

-Espera, ¿WuFei que está...? 

Terion se incorporó y WuFei se acercó a Quatre tomando su rostro entre sus manos para besar su frente. 

Y entonces salieron de la tienda.  

La luz del sol lo encandiló por unos momentos, y poco a poco mientras se ajustaba a la luz, pudo notar la gran cantidad de gente que había a su alrededor. Tiendas por todos lados, personas armadas corriendo hacia el frente de batalla, que era la zona que ellos estaban dejando atrás. Al lado de Terion iban los chicos que habían estado con él en la tienda, entonces notó los cintillos dorados que adornaban sus frentes, bajo las armaduras, además de un aplique dorado con cuentas que colgaban de sus pecheras. Soldados y arqueros armados hacían caravanas mientras pasaban entre ellos, y llegaron a una zona repleta de civiles temerosos, cargando lo que podían, tratando de ingresar a un gran túnel oculto entre rocas. 

-Iremos de los últimos, dejaremos pasar a los civiles, y cubriremos la retaguardia... 

-¿Qué está pasando? 

-Estamos en guerra, amo Quatre... el amo Chang ayudará en la defensa, mientras escapamos... 

-¿¿Qué?? 

-Heero, hay que enviar más tropas... - indicaba el joven trenzado, quién era seguido por otros soldados. 

-No, las envíe a retirada para que defiendan en el próximo campamento... WuFei ya lo ha hecho, Duo. Debemos salir de la mira lo antes posible... 

-Son el doble de la última vez, apenas se recuperó del todo. 

-¿De qué están hablando? -Quatre podía ver claramente la preocupación en sus rostros, mientras discutían que debían hacer. 

-El amo Chang ha estado defendiendo el campamento...- respondió Terion sin dejar de avanzar con el joven a su espalda -la última vez se agotó tanto que le tomó tiempo recuperarse... ahora podrá retenerlos lo suficiente para que nos vayamos... 

-¡No! - Quatre tomó con fuerza el hombro de Terion haciendo que se detuviera - ¡Bájame! 

-No lo haré... - le respondió de regreso mientras se detenía. 

-¡Bájame Terion! ¡¡WuFei puede morir!! 

-El preferiría eso, a dejar que usted se exponga nuevamente... no lo bajaré, lo siento... además no puede mover sus piernas aún, el amo me lo dijo, su energía aún no está estable... 

-Entonces quédate quieto, no me separaré de él otra vez... por lo menos hasta que esto termine... ¡no lo dejaré! 

Quatre observó al horizonte, ubicando manchones verdes justo en medio de la nube de humo y polvo que se formaba por el campo de batalla. Se concentró en aquellas manchas que resultaron ser hojas de pequeñas plantas sobrevivientes, de las que podía sentir cada fibra, y se imaginó un muro entre los enemigos invisibles y WuFei, cubriéndolo todo, lo más alto posible, más arriba que el árbol que podía ver, un muro de troncos entrelazados y hojas abundantes y copiosas que nada dejarían a la vista…  y todos podían ver cómo aquel horizonte verde se hacía más frondoso y más alto, rodeaba los montes que los protegían y poco a poco se desvanecía la nube de polvo y humo. El verde llegó tan arriba que de alguna forma provocó que el clima cambiara de golpe y podían verse los relámpagos haciendo contraste con las nubes oscurecidas, mientras del lado en que estaban, seguía el aire pegajoso y caliente. 

Por un momento todos quienes huían o se acercaban al frente de batalla, se quedaron observando aquella maravilla que se formaba frente a sus ojos. 

-¿Qué fue lo que hizo? – Duo estaba entre aterrado y maravillado de lo que veía.  

Terion seguía clavado en donde estaba y se le veía algo acongojado, sudando profusamente.  

-El amo Chang me matará… 

-Necesito agua… - Quatre estaba pálido, respirando con dificultad echando vapor por sus poros. 

Heero rápidamente tomó una cantimplora y Quatre bebió un poco de ella y se echó el resto del agua encima, refrescándose un poco.  

Un soldado se acercó a ellos y se inclinó en una profunda reverencia apoyando una rodilla en el suelo. 

-Majestades, nuestras tropas están aisladas… nuestros exploradores observaron que el enemigo se mantuvo a raya, pero el muro los detuvo por completo. Dejamos a un par de observadores y ordenamos la retirada temprana para reforzar la defensa en nuestro siguiente campamento. 

-¿Qué hay de WuFei? 

-El monje…  él resultó con algunas heridas, pero viene en camino. Estaba encabezando la ofensiva, así que viene en el último grupo con los arqueros. 

-Quiero esperar – se pronunció Quatre mientras Terion se echaba más agua en la espalda y sobre el amo. 

-No… seguiremos con el plan. El amo Chang ya viene en camino, nos alcanzará pronto. Lo mejor que podemos hacer es seguir sus órdenes. 

-Está bien… - Quatre se quedó tranquilo mientras Terion y Heero seguían echándole agua y avanzaban hacia el túnel junto con los otros civiles, pero esta vez con más calma y seguridad de que estarían a salvo mientras se marchaban. 

Entonces a lo lejos escuchaban explosiones y un humo negro comenzó a levantarse.  

Soldados con grandes escudos comenzaron a acercarse seguidos de algunos arqueros a caballo.  

-¿Qué sucede? – preguntó Heero a uno de los soldados 

-Tratan de abrirse paso por el muro, pero les tomará tiempo… bastante. El monje se quedó atrás espantando al enemigo. El general envió a Primera Atención para tratarlo en el lugar. 

-¿Está bien? - preguntó QUatre claramente preocupado. 

-Se le abrieron algunas heridas, así que sangraba mucho. Pero parecía estar bien. Ese árbol estaba todo sobre él, como una burbuja gigante. 

-Adelántense y vigilen que todos lleguen bien al nuevo campamento. 

-¡Sí Majestad! 

El soldado se marchó con el recado, y Quatre podía sentir la energía asesina de WuFei, aunque ya algo leve. 

-Pareciera que el amo Chang terminó de espantar a las tropas. 

-¿Por qué lo dices? 

-Se acerca la primera línea y Primera Atención, son últimos en retirarse. 

-Terion... por favor... 

-Está bien... - Terion se quedó en su lugar cargando con Quatre mientras parecía dejar de echar vapor y el agua en su piel comenzaba a secarse – pero no lo bajaré. Si tengo que salir corriendo no lo puedo dejar atrás. 

-Gracias... 

Los campos comenzaban a quedar vacíos, algunas estructuras quedaron atrás, abandonadas, y uno que otro portando antorchas las iban quemando a su paso con la clara intención de no dejar rastro alguno. 

Los últimos soldados pasaron junto a ellos con algunas carretas con heridos e insumos, y en una de ellas, iba WuFei, con una venda ensangrentada en la cabeza, un corte en la mejilla derecha y el vendaje de su torso ensangrentado. 

-¿Por qué siguen aquí? 

-Lo siento, Amo Chang... -se disculpada Terion algo angustiado. 

-Le ordené que se quedara, lo siento –se disculpó Quatre con clara preocupación en su rostro. 

-... ¿Se encuentra bien Quatre? - WuFei parecía molesto de que siguieran allí, pero no pudo evitar mirar a Quatre con ternura - Sé que fue usted quien nos protegió. Gracias...  

-Iremos al siguiente campamento. Allá trataran mejor tus heridas – intervino Duo subiendo a la carreta junto con WuFei 

-Estaré bien. 

-Intenta dormir mientras te recuperas – le interrumpió el monarca pasando su mano por sobre su rostro. 

-No ne-cesito... - WuFei cerró lentamente sus ojos, como si sus parpados pesaran kilos, y cayó suavemente sobre el piso de la carreta, con ayuda de Duo, quién se aseguró de colocar un bulto blando bajo su cabeza. 

-¿Qué le hiciste? 

-Tranquilo, amo Quatre... así nos aseguraremos de que descanse. Debemos seguir. 

-Espera Terion, quiero ir con él... 

-No... el amo Chang me encargó lo más importante para él. Si lo coloco en esa carreta, los dejaré expuestos, a él y a usted, y cuando él despierte me lanzará su aura asesina, así que no lo haré. Lo siento, pero no. 

-Terion... 

-Le tengo más miedo a él que al enemigo, sobre todo tratándose de usted. Así que seguiremos sus órdenes, por lo menos hasta que despierte. 

-De acuerdo... 

Quatre se vio resignado a obedecer, mientras Duo se acercaba a ellos, para entregarles un caballo que un soldado les había alcanzado. Les ayudó a montar, Terion aún con Quatre a su espalda, y luego montó otro, el que compartió con Heero sentado detrás de él, siendo de los últimos en abandonar el lugar. 

-Esto es interesante – le decía Duo con algo de diversión en la voz – no sabía que los monjes podían tener pareja... 

-No pueden... - le respondió Terion – ni deben. Están para servir a los demás. Pero el amo Chang renunció al templo, y se auto nombró General y Regente de Ásturis. 

-¿Qué? 

-Usted no lo sabe amo, todo pasó hace unos meses atrás... usted seguía dentro de ese árbol. Fue la única forma que encontró de poder defender a usted y a nuestras tierras. Cuando el rey se enteró de lo que estaba sucediendo, quiso llevárselo, envío a la armada, y como no le resultó, quiso aprovechar que usted estaba encerrado allí en el árbol, pero le salió mal. 

-¿Era el rey de ustedes el que quería llevarme? 

-Sí. Es por eso que buscó a los nómadas de Saltree, su majestad Maxwell es amigo de infancia del amo Chang. 

-Nos criamos y entrenamos juntos - acotó Duo -hasta que mis padres fueron exiliados y WuFei se quedó sólo con los monjes. Aún recuerdo las historias de la Dama Sandrock. Yo quería ser como ella... pero que tú terminaras siendo ella, fue toda una sorpresa. 

-Yo no soy Sandrock... 

-Ya lo sabemos. Todo el mundo lo sabe, pero eso no quitó el interés del rey hacia ti... tampoco el de su nuevo general. Fue un largo año para todos nosotros – Heero se abrazó con fuerza de la cintura de Duo, y este le acaricio los brazos con una de sus manos, mientras con la otra dirigía al caballo. 

-¿Qué fue lo que pasó en todo este tiempo...? 

-No sé si contarle, amo... 

-Por favor Terion... ya me basta con venir de otro mundo... hay demasiados cambios y no entiendo nada de lo que está pasando. 

Terion dejó salir un profundo suspiro. 



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