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Lüdí por Rael Amicsis

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20. Escondidos. 

Estaban en una tienda muy fresca y húmeda y por alguna razón era más pequeña que la anterior. Recordaba que regresaba de defender la retirada y Dúo lo dejó inconsciente sobre la carreta en la que iba. 

Después de todo no había sido un sueño. Quatre ya estaba despierto junto a él. Sintió que lo apretaba en su abrazo y deseó con todas sus fuerzas que las circunstancias fueran diferentes. No estaba muy seguro de cómo estaban las cosas entre ellos. A pesar de cómo estaban en ese momento, había mucho de qué hablar.  

Sintió movimiento junto a él, y mientras estiraba su cuerpo, vio que WuFei ya estaba despierto. 

-... buenos días... - se sonrojó levemente y se recostó a su altura, cubriendo a ambos con una manta. 

-No era un sueño... estás aquí... 

-… si... si, lo estoy. 

WuFei cerró los ojos por un momento y comenzó a hacer memoria de lo que había ocurrido. Sintió leves punzadas en sus manos y torso y al verse todo vendado recordó el dolor que sintió cuando saco al amo del árbol, todo el tiempo que estuvo pendiente de él y las batallas que siguieron para proteger el reino que había formado sin querer. Estaba completamente dolorido, pero se obligaba a seguir solo por ese día, para estar nuevamente junto a Quatre. Se sentía más que recompensado. 

-¿Puedo abrazarte? - lo había abrazado tantas veces ya, pero sentía la necesidad de preguntarle. El recuerdo de lo ocurrido en la ciudadela aún lo perseguía. 

Quatre se acurrucó en su pecho y se abrazó con fuerza al brazo que estaba sobre él. No podía evitar temblar ante la sensación de tenerlo tan cerca, y del recuerdo vívido que tenía de Trowa. No quería rechazar al general, pero tampoco podía evitar sentirse así.  

-Lo siento... sigo temblando...  

-Está bien... Si está bien para ti, me gustaría estar así un poco más... 

Quatre asintió y se quedó quieto, concentrándose en el sonido de sus latidos en conjunto. Sentía que se le quemaba la piel con su contacto, pero aun así era todo lo que deseaba. Quizás estaba sobre reaccionando por lo ocurrido, pero no podía evitarlo, para él, era como si hubiese ocurrido ayer. 

El campamento estaba en completo silencio, y es que habían preparado todo para trasladarse a una gigantesca caverna con una serie de cuevas ya designadas y marcadas para no extraviarse. Había antorchas iluminando el camino, y pequeñas cuevas en el interior donde mantenían pequeños grupos de soldados resguardando el camino. En el gran interior había una pequeña laguna junto a la cual levantaron el campamento principal lleno de civiles, y en las profundidades de la caverna, dentro de cuevas más profundas mantenían a salvo al general mientras preparaban una vía de escape en caso de ser alcanzados. 

Una voz suave se escuchó a través del improvisado cortinaje que servía de puerta. Llenó el ambiente con calidez y les hizo regresar a la realidad indicándoles que si lo deseaban la comida estaba preparada. A regañadientes WuFei se levantó del lecho y se quejó un poco del dolor que sentía, haciendo que Quatre lo observara, no sin sonrojarse notoriamente. 

El vendaje en su torso se había teñido un poco de rojo, y eso le hizo mirar inconscientemente, aquel cuerpo que tantas veces lo había abrazado. Tenía sentimientos encontrados: deseaba abrazarlo, tocarlo más que nada en ese momento, pero a la vez, no podía evitar recordar lo que había ocurrido con Trowa. Ya había pasado un año o más... para él se sentía demasiado reciente. Su noción del tiempo estaba demasiado alterado. 

-Iré a que me cambien el vendaje... deberías ir a comer algo... 

-… si... 

WuFei salió de la cueva y Quatre se levantó y sacó agua de un barril que habían dejado en un rincón de la cueva que ellos habitaban. Comenzó a asearse, y su mente comenzó a divagar entre recuerdos de lo último que había sucedido antes de llegar allí. La emboscada, las muertes, la ciudadela, el árbol, el sonido repitente y agudo de un golpe tan cerca de él pero que por alguna razón hacía eco en su memoria. La voz suplicante de WuFei pidiéndole que saliera de una vez de donde estuviera... oscuridad y más oscuridad, sentía su cuerpo moverse a una velocidad vertiginosa y sintió las náuseas que venían en oleadas hasta hacerle vomitar la nada que tenía en su estómago. 

WuFei había ido a que le cambiaran el vendaje y una sirvienta lo atendió. Lo rodeaba por los costados con sus delgados brazos, pasando los vendajes de un lado al otro por detrás de él. Estaba demasiado encima y le hacía sentir incómodo. Su puesto como General hacía que muchas personas se le acercaran más de lo debido, buscando congeniar con él, y para Terion parecía ser divertido ver como las rechazaba, pero para él, ya era agotador. Y no era que no tuviera interés en conocer a aquellas personas con las que convivía día a día, simplemente nadie le hacía sentir lo que Quatre. 

-Maestro Chang... usted siempre está herido y cansado... - la mujer terminaba de poner el vendaje asegurándolo para que no se saliera – tal vez, si me lo permite, yo pueda cuidar de usted... todos los días... 

-Alto... - dejo salir un suspiro cansado y apoyando los codos sobre las rodillas, juntó las manos y la miró fijamente a los ojos – ya basta... no sé qué quieren ustedes con todo este acoso... pero no estoy interesado... 

-Bueno, ya no es monje... y necesitará una esposa tarde o temprano... - la joven mujer parecía no tener vergüenza en lo que estaba proponiendo. 

-Es cierto, ya no soy monje... y lo otro... No estoy interesado, así que puedes decirle a las demás que solo hagan su trabajo y dejen de colocarse sobre mí. 

-Maestro... – la joven estaba muy sonrojada con el rostro descompuesto. Parecía que el rechazo no era lo suyo.  

WuFei se retiró, colocándose la camiseta sobre los hombros, y se dirigió al área comedor que montaron para los líderes. Estaban los reyes y Terion, pero no estaba Quatre. 

-Por fin vienes... pensábamos que estaban ocupados en otros asuntos... – Terion y Heero sonreían por lo bajo, intentando no ser obvios.  

-No lo negaré, Duo... – WuFei se mostraba tranquilo ante la broma, pero parecía algo triste - me hubiese encantado, pero no puedo.  

Terion se atoró con lo que estaba comiendo mientras Heero se reía de él, pero Duo se puso serio. Si conocía a su amigo, sabía que estaba hablando muy en serio. 

-¿Sucedió algo...?  

-Él tiembla a mi tacto... recuerda lo de Barton como si fuera ayer... para él no pasó un año, no sabe nada de lo que ocurrió mientras estaba en ese árbol. “Ayer” fue separado de mi en la ciudadela. “Ayer” fue abusado, “Ayer” lo presioné a que se marchara a su hogar... Y, además, estoy yo, mucho más diferente de lo que él recordaba... 

-Sí... tu barba asusta un poco... con esa mirada de asesino, hacen la combinación perfecta... - mencionó Terion en tono burlón. 

-No te burles de mí, no sé qué hacer... Quatre aún se está ajustando al tiempo actual, intenta asimilar que todo pasó hace mucho, pero no lo logra... y no estoy frustrado por no poder acercarme lo suficiente, me frustra no poder hacer nada para ayudarlo...  

-Dale tiempo... no se va a ajustar en un día... mucho menos en nuestra situación actual. Pasó de estar seguro y a salvo en el templo, a ser perseguido y acosado... solo debes dejarlo que se ajuste... 

Un grito resonando en la cueva los alertó. Los soldados cercanos alertaron que provenía de la habitación del general, donde estaba Quatre tendido en el suelo recogido en sí mismo. 

Terion se adelantó al ver que WuFei no se movía, y comprobó los signos vitales del joven amo. Su respiración era normal pero muy leve. Lo demás era todo normal. 

-Parece estar bien... llevémoslo al lecho, estará más cómodo.  

-¿Te-rion?... -Quatre abrió un poco los ojos, fijándose en el rostro que tenía frente a él - noo... no...  

-Tranquilo amo, le ayudaré a levantarse... 

-Me da vueltas la cabeza... no dejo de... escuchar... algo que golpea... resuena en todas partes... WuFei está... llorando...  

Terion le alcanzó sus manos firmes para que él se apoyara en ellas y le ayudo a levantarse. Estaba más pálido de lo normal, sus ojos oscurecidos y cansados, sudaba un poco y parecía estar sufriendo. 

Por fin, WuFei se movió de su sitio se acercó a Quatre afirmándolo por los hombros, haciendo que diera un respingo por el contacto. 

-Lo siento... aquí estoy... Amo Quatre, aquí estoy. 

-WuFei... -Quatre se acurrucó en su pecho y se dejó caer. Se sentía más pesado de lo que realmente era – algo está golpeando... todo me da vueltas... 

Terion hizo señas a los reyes y soldados para que salieran de la habitación. La sirvienta que lo encontró trataba de mirar lo que pasaba, pero Terion la hizo retirarse, y que le avisaría si necesitaba de sus servicios.  

Pasaron un par de horas y WuFei regresó al área comedor de los líderes, donde entregó un papel a Terion. 

-Está exhausto... parece que comenzó a recordar todo lo que ocurrió mientras estaba en el árbol... 

-¿Qué? 

-Pero ¿Cómo? 

-Escucha los golpes de cuando intente cortar el tronco... recuerda muchas cosas que pensé no sabría por que fueron cosas que ocurrieron mientras estaba atrapado dentro. Terion, necesito todo lo de esa lista. No puedo ayudar al amo en el estado en que estoy en este momento, así que necesito eso para recuperarme, y así poder ayudarle. 

Terion le sonrió, como las pocas veces que lo había hecho, y se encaminó a la caverna. 

-¡Por fin! - Le susurró mientras se marchaba dando instrucciones a soldados y civiles. 

-Pediré que les lleven la comida... y que no les molesten. 

-Gracias. Duo, Heero... Terion queda a cargo... debo ayudar a Quatre primero. 

-Tranquilo. Ayudaremos a Terion en todo lo necesario. Tómate tu tiempo, que aquí estaremos seguros – lo alentó Heero, y luego WuFei regresó a su habitación junto a Quatre. 

El joven amo se agarraba la cabeza intentando calmar el dolor que le producía el sonido constante, además de la voz suplicante que rondaba en su cabeza. Comenzaba a entender poco a poco como se sentía WuFei al comprender que era su voz la que escuchaba. Suplicándole que saliera, que dejara alcanzarlo. Que se quedara con él.  

Las otras voces de los que llegaban y las batallas que defendió sin darse cuenta. 

Había transmitido su deseo de alcanzar a WuFei, al árbol y podía sentirlo a través de las raíces que lo habían tocado, pero aun así no se atrevía a salir, hasta que lo alcanzó y escuchaba su voz tan clara diciendo que no lo dejaría ir. 

No lo dejaría alejarse de su lado. 

Al despertar vio una luz muy tenue y cálida que proyectaba una sombra hacia el techo abovedado de la cueva. Al incorporarse vio a WuFei con su cabello amarrado en una larga coleta alta, sentado en el suelo, rodeado de velas y piedras que parecían oscurecerse junto a pequeños montículos de arena negra. Llevaba solo un pantalón delgado y el torso desnudo, sin vendajes. Había una enorme cicatriz en el costado donde antes no tenía piel en lugar de la herida abierta que parecía jamás sanar del todo. Sus manos seguían vendadas y la luz vacilaba al son de su respiración.  

Quatre volvió a recostarse y notó un plato con diferentes frutas en la cama junto a él, del cual tomo unos cuantos gajos y continuó durmiendo, intentando concentrarse en detener el vértigo que lo atacaba de vez en cuando. El estómago lo tenía revuelto, pero las náuseas fueron retrocediendo poco a poco, hasta que comenzó a sentir lo agradable del silencio en el que estaba.  

Cuando volvió a abrir los ojos, WuFei ya no estaba. Sentía su interior pesado. Se quedó rebuscando en su memoria, había tenido un sueño como esos que nunca acaban. Comenzaban a llegar imágenes y sensaciones de cuando estuvo dentro del árbol. Las memorias sensoriales comenzaban a convertirse en imágenes parciales de lo que había ocurrido a su alrededor, como cuando intentaba alcanzar a WuFei con las raíces o cuando limpió toda el área en la que estaban habitando... cuando sin querer hizo brotar plantas para hacer ungüentos y alimentar a las personas que se reunían con ellos, cuando en su mente solo rondaba la idea de permanecer en esa tierra para nunca marcharse y reunió toda su fuerza para salir de allí una vez que WuFei lo alcanzó y le proclamo que no dejaría que nada lo alejase de él. 

Comenzó a asimilar que había pasado casi un año dentro de ese árbol, y que WuFei se había deteriorado. Lo sintió cansado y suplicante. Lo sintió vengativo. 

De pronto las cortinas se abrieron y vio al general entrar, sorprendiéndose de verlo despierto. La barba ya no estaba, llevaba su largo cabello en una cola alta y vestía cómodamente. Sin armaduras ni cargando armas. Lo vio acercarse a él, y él solo abrió sus brazos tanto como pudo y lo recibió en un abrazo apretado. 

-Te amo WuFei... te amo... sin influencia de nadie ni nada... por eso quiero nunca alejarme de ti, no regresaré allá, no me hagas regresar a menos que sea contigo... por favor... 

WuFei lo abrazo de regreso haciendo que ambos cayeran tendidos en el lecho. Hundió su rostro en la curva de su cuello y dejo salir un largo suspiro. 

-No lo haré... también te amo Quatre, y seré egoísta. Jamás te dejaré ir. 

 


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