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Lüdí por Rael Amicsis

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9. La Revelación

Al no estar seguros de qué repercusiones tendría la salida en el joven amo, salieron a pie. La aldea estaba cercana por lo que no deberían de alejarse mucho. Quatre sentía que su cabeza daba vueltas y que se le revolvía el estómago, sin embargo, era soportable. WuFei estaba atento a los movimientos del joven amo, y lo sujetó por los hombros, esperando que su contacto le ayudara a soportar un poco más el ambiente fuera del templo.  

Quatre respiró profundamente y vio que a sus pies el árido suelo parecía oscurecerse, y comenzaban a surgir pequeños brotes de pasto, casi de forma instantánea. Los guardias junto con WuFei estaban asombrados de lo que pasaba. Jamás habían visto que pasara eso, ni siquiera la primera vez que Quatre fue llevado al templo desde la profundidad del bosque ilusorio. Quizás ocurría porque lo único que lo separaba del suelo, era su calzado. ¿Qué pasaría si caminaba completamente descalzo? 

Mientras avanzaban, un sendero verde se iba formando por donde Quatre pisaba. Cada cierto tiempo paraban para comprobar el estado del joven amo, quién seguía teniendo malestares, pero todo soportable. WuFei lo llevaba tomado de la mano, mientras se acercaban a la primera aldea. A lo lejos los arqueros seguían atentos a cada movimiento del séquito. 

La primera casa cercana, estaba muy silenciosa. Era pequeña, de una sola habitación y sin puerta. Afuera, a un costado, había una tinaja cubierta de lonas, y una mesa con toldo y cuatro asientos, algunos improvisados juguetes cubiertos de arena, y jardineras pegadas a la pared de la casa con plantas que alguna vez crecieron, y jamás maduraron.  

Un tarareo los hizo seguir recorriendo hasta la parte de atrás, donde se extendía un pequeño huerto, cuidado por dos pequeños y un hombre que se encontraba sentado en el suelo, con ambas piernas hacia un costado, y se protegía del sol con una improvisada sombrilla. La niña se volteó para hablar al hombre, y al ver a los guardias hizo una fuerte inhalación, provocando un chillido sin intención y al darse cuenta el otro niño de lo que ocurría, ambos pequeños corrieron a ponerse frente al hombre, armados de un palo y un azadón.  

-¡Niños!  Tranquilos, son personas del templo –dijo el hombre sin levantarse de donde estaba –no les harán daño. 

Los pequeños se relajaron y con asombro vieron que una parte del suelo tenía vegetación. 

-¡¿Qué es eso?! 

Los guardias notaron que la zona verde era mucho más grande, debido al tiempo que estuvieron allí parados. Quatre se quitó la capucha y WuFei continuaba sosteniendo con fuerza su mano, al ver que estaba un poco más pálido de lo normal. 

 

-Saluden a Sandrock – dijo WuFei, y al pronunciar ese nombre, el hombre se dejó caer completamente al suelo, con las palmas hacia arriba, como entregándole todo de él – el amo Sandrock ha venido a ayudarnos, por favor ayúdenos con nuestra misión. 

- Lamento no poder ayudarle amo… - el hombre se veía claramente afligido e intentaba acomodarse - no soy de ayuda… niños ¡inclínense! -remedó al ver que los niños sólo estaban allí de pie sin entender de qué se trataba. 

- No es necesario –dijo Quatre al ver las caras de desconcierto de los niños – he venido a ver qué es lo que yo puedo hacer por ustedes. 

El hombre no entendía mucho de lo que le hablaba, pero era cierto. Quatre no sabía muy bien lo que tenía que hacer, más allá de lo que WuFei le había dicho o de las cosas que recordaba. 

- Bueno amo... aquí no hay mucho que hacer… la tierra está muerta. Aún así intentamos continuar con nuestras vidas… nosotros no sabemos de cómo nos puede ayudar, pero sí sabemos que lo puede hacer. 

- Señor – WuFei le habló al hombre, indicando la tinaja tapada con lonas - ¿es esa su reserva de agua? 

-¡No la toque! – Gritó el niño colocándose entre el guarda y la tinaja – es nuestra ¡todos nos quieren robar el agua! 

WuFei apartó al niño empujándolo levemente con su espada enfundada y quitó las lonas. La tinaja tenía agua turbia hasta la mitad.  

-Amo Quatre, creo que podría intentar con esto… ¿recuerda lo que hizo con la fuente la primera vez? - Quatre se veía algo cansado y tomó su mano con fuerza – Amo Quatre… ¿será capaz…? 

-Estaré bien WuFei… sólo sostén mi mano…  

Mientras el guarda le sostenía la mano, Quatre metió la mano libre en la tinaja y vio cómo la turbiedad se concentraba rápidamente en su brazo y mano, y el agua comenzó a transparentarse hasta distinguir las vetas de la madera en el fondo. En eso que retiraba la mano del agua, cayó de rodillas al suelo, sujetándose el estómago. Uno de los guardias le entregó una cantimplora a WuFei para que le diera de beber a Quatre.  

- Beba esto amo Quatre… es de frutos negros y leche - Quatre bebió de mala gana, pero luego del segundo trago, sintió que su estómago se componía –hasta este punto todo parece ir bien. 

-Creo que puedo seguir… -WuFei tenía expresión preocupada, y antes de dejar que siguiera intentando, lo sentó y le enmarcó el rostro para luego tocar su frente con la de él. Omitió el sonrojo del joven amo, mientras se concentraba y entonces Quatre sintió cómo su cabeza se calentaba y su cuerpo se sentía un poco más ligero – Esto debería ayudar un poco. Si se siente cansado, amo Quatre, le puedo ayudar. Terminaremos aquí y regresaremos al templo. 

- Está bien – Quatre tomó una de sus manos y le sonrió. Mientras estuviera con WuFei todo estaría bien. 

-¡¡Kohgi!! ¡¡El agua!! ¡¡EL AGUA!! – gritaba el niño, mientras buscaba un recipiente, lo metía en la tinaja y se lo llevaba al hombre que aún estaba en el suelo. Los tres, estaban tan maravillados, que no sabían qué hacer. 

- ¿Se puede… beber? -preguntó la niña, algo ansiosa. 

-Está limpia… la pueden beber o usar en sus plantas… eh… - WuFei recordó el deplorable estado de las plantas y de todo en el pequeño huerto. Era claro que sólo el agua en una tinaja no bastaba. Sintió la mano de Quatre sobre la de él y vio que el joven amo estaba decidido a hacer algo, de lo que no sabían los resultados -Amo… sea cauteloso… 

Quatre sabía que podía tener graves consecuencias, como cuando entregaron alimentos en el templo, o como cuando purificó el agua del templo. Sin embargo, tener a WuFei cerca le daba la confianza necesaria, de que todo iba a estar bien. Se puso de pie en medio del huerto, se quitó los zapatos, y se quedó allí de pie. Podía ver cómo lentamente la tierra bajo sus pies se volvía oscura y comenzaban a salir pequeños brotes en hilera, y comenzaba a extenderse más allá del huerto, a los alrededores de la casa, haciendo que brotara césped y otras plantas alrededor, podía ver cada brote, cada hoja, cada pétalo de cada pequeña flor que crecía entre el césped y las hortalizas. De repente algo desvió su atención. De reojo pudo ver cómo uno de los guardias se acercaba a WuFei y ambos miraban al horizonte en dirección al templo. Algo había sucedido. 

De la nada algo pasó de su estómago a su garganta y salió por su boca, ensuciándole toda la ropa. WuFei corrió hacia él y rápidamente le limpió la boca con parte de su ropa.  Sus negros ojos lo observaban preocupado, y entonces se dio cuenta de que estaba más oscuro que de cuando habían llegado en la mañana. 

-WuFei… ¿qué estoy haciendo...? 

-Amo Quatre, debemos irnos –decía el guarda mientras lo abrazaba con fuerza y lo cubría con la capucha – debe descansar, y debemos analizar lo ocurrido.  

 Quatre le correspondió el abrazo, y se dejó caer entre sus brazos. Estaba agotado, las piernas estaban entumecidas, y le dolía la espalda y la cabeza. En algún momento se encontró dentro del carruaje junto a  WuFei, quién lo mantenía junto a él sin soltar el abrazo. Y al siguiente se encontraba en su cama, con WuFei descansando junto a él sentado en una silla junto a la cama, sosteniendo su mano. Lucía agotado, como nunca lo había visto. 

-WuFei –su garganta le ardía y su voz sonaba algo rota - ¿qué pasó? 

- Amo Quatre – el joven guarda se llevó la mano de Quatre a los labios y luego apoyó su frente en ella, con gesto agotado y de alivio –es un caos… algunos aldeanos nos rodearon… vieron el sendero que dejó a su paso y fueron a ver qué pasaba. Saquearon la casa de esas personas, uno de los guardias resultó herido… tuvimos que defendernos, y protegerlo… se quedó en trance en medio de ese huerto, con los pies enterrados en la tierra… Nos trajimos a esas personas, hasta saber qué hacer. Ahora los aldeanos se están agolpando en las puertas de templo… 

-Me gustaría intentar calmar todo… como esa vez… 

-No funcionará amo Quatre… -WuFei se encontraba al borde del colapso. Podía ver que tenía unas profundas ojeras y un brazo vendado –no sólo están contaminados, sino también desesperados. Aunque haga algo con su habilidad, seguirán desesperados, al punto de hacer cualquier cosa. 

-¡WuFei, tu brazo! 

-Está bien. 

-No lo está… 

-Está bien Amo Quatre. 

-¡¡NO LO ESTÁ!! – Quatre le sostenía ambas manos. El miedo cruzó por su rostro. Su mente estaba revuelta. ¿Cuándo fue que WuFei se hirió el brazo? - ¡¿Qué pasó?! ¿Qué le pasó a tu brazo?  ¿Cuánto tiempo ha pasado?  

WuFei se incorporó y se sentó al borde de la cama junto a él. 

-Fui herido mientras… usted…  - Quatre lo observaba horrorizado, mientras el vendaje comenzaba a tornarse rojizo por arriba del codo – no es su culpa, amo Quatre… estuvo dos días en ese huerto… los demás aldeanos se dieron cuenta de todo al ver el sendero, y al ver que gran parte de la aldea comenzaba a tener brotes… purificó a casi toda la aldea, pero sólo creció el huerto de esas personas. Quizás porque usted estaba ahí… ahora que está despierto, me siento más tranquilo. No sabíamos lo que pasaría con usted por todo el alcance que tuvo… - su voz era baja, tratando de tranquilizar al joven amo. Cerró los ojos y dioun gran suspiro - ahora iré a descansar un poco. Pronto iremos a retirar a los aldeanos de las puertas. 

El joven amo alzó los brazos, y acurrucó al guarda sobre su pecho mientras rodaban algunas lágrimas por sus mejillas. Como no sabía qué pasaría puso en peligro la vida de todos ellos. Lo que más le pesaba era que WuFei había sido herido, y aunque él le dijera lo contrario, sabía que había sido por su culpa. 

En algún momento WuFei se rindió y se quedó dormido entre los brazos de Quatre. ¿Cuánto poder habría utilizado para ayudarle a contrastar los efectos de su habilidad? Se veía consumido, completamente agotado. Tenía que lograr utilizar su habilidad a consciencia y pronto, o seguiría arriesgando la vida de los demás. Besó el brazo herido del guarda, y lentamente se levantó de la cama. No podía seguir siendo protegido.  

Al salir de la habitación se encontró con uno de los monjes, le ordenó que nadie molestara a WuFei y pidió ser llevado ante las personas que habían llevado al templo. 

En uno de los jardines, estaban ambos niños jugando, mientras el hombre los observaba desde una banca. 

-Señor… 

- Amo Sandrock… se encuentra bien… 

-Más importante, ¿qué pasó en su hogar…? Fue mi culpa… sólo quería ayudar a terminar con esto. 

- Amo Sandrock… los aldeanos encontraron injusto que sólo nosotros recibiéramos ayuda. Así que tomaron lo que quisieron… - la voz del hombre sonaba cansada y triste - su guardaespaldas lo protegió de una pequeña armada que intentó secuestrarlo mientras estaba en trance… por lo general, raptan a monjes de dedos verdes y los venden a pueblos y reinos desesperados… él evitó que se lo llevaran… Ahora están intentando entrar al templo… 

-¿WuFei me protegió por dos días? -Quatre no podía creer lo que estaba escuchando. En su mente él sabía que se había dispuesto en aquel huerto y al momento siguiente de ver crecer los brotes, el guarda estaba apurándolo a salir del lugar. Para él no había transcurrido el tiempo como para los demás. 

-Intentó levantarlo, pero por alguna razón no podía alzarlo… nadie pudo. Intentaron hasta 3 de ustedes, y no pudieron. Entonces su guardaespaldas fue herido en batalla y usted se zafó de la tierra… se llevaron todo… 

-Lamento mucho lo que provoqué…a usted y a sus hijos… - dijo con gran pesar el joven amo. 

-No son mis hijos amo Sandrock… pero los quiero como si lo fueran. Nos ayudamos mutuamente en un oscuro momento de nuestras vidas, y formamos una familia. Unas plantas, no valen sus vidas. 

-Y mi vida no vale la de todos ustedes. 

Quatre se puso de pie y fue en dirección a las puertas interiores, donde comenzaban a agruparse monjes y soldados del templo. No podía permitir que algo así volviese a ocurrir, algo lo movía a proteger a todos sobre todo a WuFei. Muy a su pesar sabía que esa era su labor, la de protegerlo de todo, pero algo mucho más fuerte que él y su yo del pasado le hacía doler y sufrir al verlo tan herido y agotado. Algunos estaban inquietos de ver a Quatre sin el guarda, otros no sabían qué decir. El amo iba a hacer algo, y nadie sabía qué. 

El monje más anciano envió con urgencia a un monje más joven y atrevido a buscar a WuFei, quién al parecer era el único que podría detenerlo. 

-Abran las puertas… -ordenó Quatre con voz queda, pero llena de determinación. 

-Amo Sandrock, no podemos hacer eso... Se lo van a llevar. 

-¡Abran las puertas! No hay necesidad de pelear ni comenzar una guerra entre ustedes… vine hasta aquí para ayudar, no para hacer que se maten por mí. 

**** 

Los desesperados golpes en la puerta le hicieron despertar. Se había quedado dormido en la habitación del amo, pero él no estaba. Al levantarse, sintió cómo se tensaban sus músculos por el dolor y el agotamiento, pero debía hacerlo. Su desarrollado instinto le obligaba a levantarse, porque sabía lo que estaba ocurriendo. 

A lo lejos escuchaba que alguien gritaba su nombre buscándolo, hasta que las puertas de la habitación se abrieron de golpe, y un monje joven entró muy agitado gritando su nombre. 

-¡¡Señor Chang!! - el monje trataba de recuperar el aliento mientras su rostro reflejaba el alivio de haberlo encontrado - ¡¡El amo Sandrock… en las puertas!!... ¡¡deténgalo!! 

WuFei se levantó como pudo, en contra de lo que su cuerpo le exigía y corrió sintiendo que caería de cansancio en cualquier momento. Trató de alcanzar la puerta principal lo antes posible, pero ya era tarde… las puertas exteriores se estaban abriendo frente a Quatre, mientras los soldados del templo le cubrían la retaguardia. 

Muchas personas de semblante enfermo se encontraban a sólo un par de metros de él. Y otros tantos que parecían ser de armada, estaban en la retaguardia, esperando. 

Quatre podía distinguir la pequeña casa que habían visitado, en ruinas. Habían destruido lo poco que esa familia poseía y el esfuerzo que había puesto en mejorar sus vidas había sido en vano. Pero lo entendía. Esas personas estaban desesperadas por sobrevivir, a cualquier precio, aun pasando a llevar a los más débiles. No estaba seguro de qué hacer, ni de cómo hacerlo. Ya no se sentía tan descompuesto como antes, y creía estar seguro de que sería capaz de soportar los efectos secundarios de lo que fuera a hacer. Y mientras dejaba vagar su mirada entre los rostros de aquellas personas enfermas y angustiadas, comenzó a recordar lo que la anterior Sandrock hacía para limpiar los páramos. 

Alzó un poco sus brazos, tal y como la Sandrock anterior haría, y puso ambas palmas hacia abajo, y tratando de imaginar verdes praderas que cubrieran todo el horizonte de lo que su vista alcanzaba, una suave briza se alzó, y dejó salir de sí una fuerte onda cálida haciendo que los suelos se oscurecieran y comenzaran a surgir brotes de todo tipo. 

Las personas parecían estar maravilladas y a la vez espantadas con lo que habían presenciado, y un gran silencio se apodero de los páramos. 

-Soy a quien conocen como Sandrock… 

La multitud se abalanzó sobre el joven amo, y antes de que cualquiera lo alcanzara, WuFei estaba con su espada en mano protegiéndolo. Estaba exhausto y sentía que ya no daba más, pero debía protegerlo a toda costa. Y entonces Quatre le puso una mano sobre su hombro, y le pidió que se hiciera a un lado. Quería alcanzar lo que una mujer le ofrecía con desesperación. 

Entre sus brazos había un bebé famélico y decaído.  

El amo Quatre ya se veía agotado, pero aun así puso su mano sobre la cabeza del bebé y comenzó a concentrarse en cómo debía hacer para absorber sus males.  

Y entonces el bebé le sonrió y él cayó rendido, mientras WuFei lo atrapaba entre sus brazos. 

-¡¡Cierren las puertas!! 

 


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