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La Cura por Sherlockwsh

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Notas del capitulo:

Steve viaja al planeta Morag en el 2014 para regresar el orbe a su lugar.

Regresar a su tamaño normal en medio de rocas espaciales le dejó un tanto aturdido. Aún saboreaba la triste despedida en su viaje anterior, pero no tuvo mucho tiempo para conciliarlo pues el estruendo de un cuerpo al caer le recordó que debía refugiarse para no ser visto.


Por fortuna había un estructura de piedra larga amontonada con algunas más pequeñas donde se agazapó. El par, unos metros más allá, conversaba entre sí pasando por encima del cuerpo inerte de quién sería “ Starlord ”.


Avanzó buscando ocultar su figura en cada ocasión que tenía, sus pisadas sigilosas no fueron detectadas ni siquiera cuando Nebula y Rhodes se plantaron frente a las puertas dobles.


 


— ¡Wowowo! — la detuvo máquina de guerra. — Esta es la parte donde aparecen los picos con esqueletos en las puntas y todo eso…


— Rhodey ¿De que estás hablando?


— Cuando irrumpes en un lugar llamado “El templo de la gema del poder” tiene que haber muchas trampas…


— No es posible… — Nebula por fin comprendió cómo es que Tony y este hombre (aparentemente serio) acabaron por ser los mejores amigos (concepto que para ella era nuevo).


— Ok, da igual… entra…


 


Y si Steve hubiera podido escuchar su pensamiento habría coincidido con ella.


Los dos tenían el mismo carácter cínico y juguetón, la única diferencia era que Rhodey mantenía la compostura cuando era apropiado y lo disimulaba perfectamente. Tony por otra parte… no parecía conocer el significado de la palabra prudencia.


Esta conclusión le provocó una punzada dolorosa en el pecho, un nudo se enlazó en la garganta y cuando pudo sacudirselo, Nebula y Rhodes ya estaban dentro de la cámara. Podía escuchar el eco de sus voces desde afuera, pero necesitó reducir un tanto la distancia. De esa forma podría identificar cuando regresaran a su tiempo. Por supuesto, Steve sabía que poco después de que Rhodes partiera, Nebula sería secuestrada por su padre de esa época (Ella les narró el encuentro).


Hubo un ruido sordo, luego una voz que le erizo la piel e hizo hervir su sangre. La cólera le amargó el paladar y hundió los puños en el suelo pedregoso como un ancla que le impidiera descubrirse para descargar su cólera sobre él. Reconocería su repugnante voz en donde fuera: Thanos.


Su impulso se transformó en sorpresa cuando, una vez finalizada la transmisión, vio a Nebula correr hecha un bólido hacia la nave. Esto fue omitido por su versión actual, así que Steve se llenó primero de ternura porque Nebula había llamado a máquina de guerra con el mote cariñoso que Tony le tenía y en segunda, porque ella había intentado alertar a los demás sobre Thanos. Era como si Tony, muy a su particular forma, la hubiera domesticado. Lo siguiente en su lista de emociones fue la culpabilidad, la impotencia, el dolor. Todo al mismo tiempo. Pero entonces recordó las palabras de Peggy tan exactas, tan propias de alguien que le conocía hasta la médula. Lo había dicho con un lenguaje preciso y entendible para los dos; no porque Steve fuese el eterno soldado, no porque todo en la vida era una misión, sino porque los dos buscaban, a toda costa, hacer lo correcto. Ese es quien era en realidad.


Con entereza se levantó cuando la nave de Thanos desapareció años luz de la vista.


Observó el panorama; a varios metros de distancia, el cuerpo inerte de Quill, al lado opuesto las puertas del templo abiertas de par en par.


Con el maletín en manos y el martillo, se aventuró hacia el templo, era indispensable colocar el orbe en su lugar. Al postrarse en la entrada, los ánimos decayeron un poco, pero Rhodes (de su tiempo) le había mencionado que sería posible introducirlo sin ningún daño si era lo suficientemente rápido. Nebula había sacrificado su propio brazo para conseguirlo sin siquiera dudar. Así caminó decidido hasta llegar al pedestal. Bajó el martillo y abrió el maletín. Tomó una pulsera reluciente que parecía un bonito reloj. De hecho, su creador estaba muy orgulloso de este juguete porque no solo daba la hora con precisión, venía equipado con localizador, comunicador, un proyector holográfico, teléfono, conexión de internet, satelital, cámara, algunas armas letales y (si accedias al menú correcto) Netflix .


El nudo en su garganta se estrechó mientras lo sostuvo en las manos. Los ojos le ardían, la vista se le humedeció y sintió una particular picazón en la nariz.


«Tony… »


Era cómo sostener un fragmento de él pues de todos este artilugio era su preferido: lo llevaba consigo a todas partes y lo usaba para todo.


A Steve le encantaba fingir que no sabía nada acerca de este dispositivo (o cualquier otro) solo para molestar a Tony y además… era el pretexto perfecto para tenerlo cerca explicándole una y otra vez cómo acceder al menú. La verdad es que solo bastaba una vez para que pudiera grabar el dato perfectamente en su memoria pero era un detalle, de muchos al parecer, que no compartió con él. Colocarselo en la muñeca fue cómo sentir de nuevo su cálida palma en la piel alrededor. Acarició la pantalla pulida y la voz de Friday emergió;


— Reconocimiento por voz activado; Por favor identifíquese.


La pantallita iluminada por una elegante serie de códigos brillantes esperaba la respuesta y Steve suspiró negando después con una sonrisa.


— Este es el Capitán Guapo ordenandote Rocanrolear en esa 45.


— Clave de acceso correcta; Bienvenido Capitán.


Desde ahí, el menú se desbloqueó para él mostrando opciones como un escudo holográfico, un escáner para el terreno, el manejo a distancia del Quinjet (aunque este marcaba "no detectado") entre otras cosas, todo con un bonito color en azul. Pero Tony también compartía su propio menú con él facilitándole la comunicación con Friday, la destruida base de los vengadores, los satélites y las distintas armaduras. Entró a la opción que le permitía convertir el brazalete en un guante que le cubrió hasta el codo.


Retuvo el aire en el pecho cuando cerró el puño protegido por el metal. No quería hacerlo, pero nada tenía que ver el miedo o el riesgo inminente de perder la mano, sino porque no quería perder esta pequeña parte de Tony, que era lo único que le quedaba de él. No estaba listo para decirle adiós, claro, pero tampoco podía permanecer allí sin hacer nada. Starlord debía encontrar el orbe.


Así que, completamente concentrado, lo hizo entre sus dedos, activando también el casco del traje. Extendió la mano con el orbe para posicionarlo en su lugar y tan solo hacerlo entrar en el radio de la base, el campo de fuerza se activó. El tajo contundente del láser hacia vibrar el guante que crujía comenzando a sobre-calentarse. El calor era terrible y Steve tuvo que aferrarse a la base de piedra, no solo para soportarlo, sino para forzarse a terminar la tarea. La mano le temblaba cuando el orbe estuvo a unos milímetros de su posición original. Dio un último empujón y lo soltó. Quiso retirar la mano rápidamente, pero el dolor le hizo apoyarla en la piedra y aunque tiraba de ella, no se movía. Como si ese campo además de calor, creará alguna especie de gravedad excesiva. Rhodes dijo que Nebula lo había hecho con cierta facilidad, salvo por sus circuitos rostizados. Justo ahora no se lo parecía.


Tiraba con todas sus fuerzas pero lucía como una tarea imposible.


El metal comenzaba a pintarse al rojo vivo en la superficie. Steve rugía debido al esfuerzo y estaba seguro de que sus dientes se despostillarian unos contra otros. Enterró los pies en el concreto manteniendo la oposición hasta que tuvo una idea de último momento: Con la otra mano llamó a Mjolnir, que fue hacia él en el acto. Lo balanceo como si pretendiera lanzarlo hacia la salida y este se impulsó con tanta fuerza que arrastró a Steve con él hasta allí, logrando así liberarse de esa fuerza monstruosa.


A penas pudo controlar la velocidad para detenerse justo antes de cruzar el umbral de la cámara. Dejó el martillo en el suelo y se retiró el guante del brazo.


Fuera de las marcas de compresión, el ardor y el dolor, se encontraba ileso. Pero su mirada entristeció cuando enfocó el dispositivo en el suelo; estaba hecho una montaña de metal chamuscado que echaba chispas intentando volver a su forma original. Era una especie de cubito con tiras de metal por aquí y por allá. Steve lo levantó para meterlo de vuelta en el maletín.


La Nebula abducida dejó la herramienta pegada a lo que sería la cerradura de la cámara, así que cerrarla le tomó cerca de  tres minutos porque intentaba usarla como una llave y resultaba que solamente debía presionar un par de botones para que, con su tecnología, buscase la combinación exacta que accionaria los cerrojos.


Cuando las puertas se sellaron Steve se acomodó listo para activar su siguiente viaje, pero entonces recordó un detalle; con todo el estruendo que había ocasionado Starlord no dio señales de volver en sí. Según su relato, en esa época, era atrapado en el acto por los hombres de alguien llamado "Ronan" cuando tomaba el orbe.


Con la mirada buscó en rededor y lo encontró en la misma posición. Al principio cuidó sus pasos, pero el otro estaba tan inmóvil como un tronco así que Steve se atrevió a sacudirlo un poco, sin ninguna respuesta.


— Oye… amigo…— lo sacudió de nuevo consiguiendo únicamente un grave ronquido. Steve le dio unas palmaditas en la mejilla.


— Cinco..  cinco minutos más….


— Arriba. — insistió. El sueño, por el contrario, pareció tornarse más profundo. Steve resopló contrariado soltando la chaqueta y regresando la herramienta al bolsillo del ladrón. Apoyó los codos en los muslos mirando de uno a otro lado. No había agua o algo que pudiera usar cómo…


Su vista azulada reparó en el martillo pero enseguida desechó la posibilidad. Convocar un trueno llamaría la atención de cualquiera que estuviera en los alrededores y no estaba seguro de que Quill despertara con ello.


Dejó caer la barbilla en el pecho. Este sujeto tenía su similitud con Tony; era así cómo reaccionaba cuando lo despertaba temprano por la mañana. Por supuesto, Steve tenía su método infalible de persuasión que ni de broma implementaría con este sujeto.


— ¿Que voy a hacer contigo? — susurró y casi tuvo que dar un salto hacia atrás. Quill abrió los ojos de golpe completamente alterado.


— ¡¿Quién está ahí?! — apoyó las manos en el suelo, mirando a uno y otro lado, luego tras su espalda, pero nadie respondió. No había ni un alma. — ¡Se que hay alguien ahí! Solo estaba… — se puso en pie acomodándose los audífonos en el cuello y sacudiéndose el traje. — … estaba fingiendo tomar una siesta… y… creo que estoy hablando solo… así que … — carraspeó echando un último recorrido visual antes de decidir hacer sus confusos recuerdos a un lado hasta antes de caer inconsciente. Se acomodó los audífonos en las orejas y reanudó la pista hasta la cámara.


Para entonces, Steve ya se encontraba de camino a la siguiente gema.

Notas finales:

El siguiente viernes actualización!


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