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Recordar como volver. por momu

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Olí tenía tres capas en su carácter, y aunque tuve la oportunidad de conocer todas, la primera con la que me enfrente fue la manipuladora una cara linda y tierna, un cuerpo lascivo y cariñoso, a medida que las cosas transcurrían, a veces frívola, desdeñosa, desvergonzada, indiferente, explosiva y desinteresada, fue natural que así ocurriera, finalmente era un completo desconocido y lo que me mostró primero fue sin duda su sistema de defensa, que había forjado muchos años antes de conocernos.
 
Oliver siempre fue un chico popular en la universidad, sus notas no eran las mejores, pero tenía un gran talento para dos cosas, la primera-
 
La cámara: era realmente bueno tomando fotografías, tenía una habilidad natural para capturar momentos cruciales, encontrar la belleza en los lugares menos deseables, incluso dirigía los talleres de fotografía elemental para los primeros semestres.
 
La segunda: era capas de manipular y seducir a quien quisiera, desde los alumnos hasta el director de la facultad, por esa razón siempre estaba rodeado de gente, era raro encontrarlo solo.
 
Sin embargo por su carácter desvergonzado y altanero también que tenía enemigos, y varios grupos de tipos se metía con él frecuentemente, lo asediaban aprovechando los momentos en que estaba solo para atacarlo.  Algunas veces lograba huir pero otra no.
 
Así nos comenzamos a encontrar con más frecuencia.
 
Tenía la suerte de encontrarlo en el peor de los momentos siempre. Era como una extraña jugada del universo, entre mas intentaba alejarme de las circunstancias que nos reunían menos posible me resultaba. 
 
--Que imbécil ¡¡AGGH!! -- maldijo 
 
--¿Te duele? --pregunte, mientras ayudaba a qué se levantará del suelo segundos después de que los otros sujetos salieran corriendo del gimnasio.
 
--Hablo de ti ¿por qué no llegaste a salvarme antes? --bromeó sonriendo suavemente. 
 
 
 
En aquel entonces él tenía un especie de novio, se llamaba Cristian, y me refiero a él como especie porque Oli tenia problemas con la monogamia y tenía saltos entre hombres y hombres. 
 
Por otro lado, yo hacia unos meses acababa de terminar mi relación de dos años y medio con Elena -o eso creía- 
 
.
 
-- Cielos, me acuerdo de Elena, cuando se fueron juntos creí que volverían casados. -- dijo Linda echándose a la boca un par de pistaches. 
 
--Yo también llegue a pensarlo...
 
--A ver ya, ya, continua --interrumpió Edgar animadamente
 
.
 
 
Bueno pues yo no era el tipo más sociable, pero tenía muchas admiradoras, me iba bien en las notas y sobre todo trabajaba en proyectos y colectivos con profesores, me convertí, aunque ustedes no lo crean, en un tipo que no tenía problemas con casi nadie, bueno así fue al menos hasta antes de conocer a Oliver. 
 
 
-- ¿Siempre estás tan noche aquí? -- escuché su voz, me volví para asegurarme de que era él y lance el balón de básquet encestando una canasta libre. 
 
-- ¿Y tu? ¿no hay día en que no te golpeen? --respondí, tenía un rasguño sobre el pómulo y un moretón en el cuello.
 
Eran casi las 10 de la noche, pero el campus deportivo se quedaba abierto hasta las 11 por el entrenamiento de los torneos próximos. 
 
Se recargo sobre el poste del aro con un cigarrillo en la boca y sonrió de lado, bestia un pans y una sudadera holgada con capucha.
 
-- Esto es por trabajo corazón. -- se relamió los labios. 
 
Su trabajo era terrible. 
 
Había días en que simplemente no iba a la universidad. Siempre me preguntaba que ocurría en su vida, que pensaría cuando estaba solo, que era lo había detrás de esos velos de superficialidad y falsas apariencias, si tendría a alguien que lo cuidara a quien contara sus problemas y se refugiara.  
 
¿Que si me moleste? No lo sé incluso ahora, en ese entonces mi debate interno con respecto a lo que Olí significaba para mí era dudoso, sin embargo de lo que estoy ahora seguro era que su trabajo no era por gusto, o al menos eso creí, es complicado explicar los motivos de tal necesidad. 
 
-- ¿Por eso los tipos se meten contigo siempre? ¿Por tu trabajo? -- pregunte y lance nuevamente el balón. Se sentó en el suelo mientras me observaba. 
 
--Solo tú sabes de los deliciosos gajes de mi trabajo. -- me sonrió mordiéndose el labio inferior, parecía divertirle. 
 
-- Párese que tienes muchos en tu contra-- insistí.
 
-- ¿Que no es evidente? Es por qué soy un ser irresistible. -- recuerdo que al principio cuando comencé a tratar con  Oliver, era en exceso sarcástico sobre sus quehaceres, le gustaba hacer un sin fin de chistes sobre ello. -- y ellos son simios idiotas, no saben como acercarse a mi. -- era verdad, aunque pareciera una broma, era claro que era así, los tipos se aprovechaban de Oli a través de la violencia, quizás por un complejo homófobo dividido por el deseo de tocarlo o convivir con el. 
 
Es que de alguna forma adorarlo era algo inherente en él mismo. 
 
--¿Por qué no lo dejas... ?
 
--¿Te refieres al club? -- asentí. -- es obvio que es porque lo disfruto, hay clientes muy buenos conmigo, y además me pagan muuuy bien, no tiene contras... -- 
 
-- Ya veo...-- respondí, se notaba a leguas su evasión por esos temas, hablaba de ellos como si fuera lo mejor del mundo con mucha seguridad y orgullo pero al mismo tiempo sus respuestas eran simples, superficiales, pasajeras.  Bote el balón y lo gire en mi dedo, volví a lanzar. 
 
-- ¿Y tu? ... ¿Quién eres?  ¿cuál es la identidad secreta de mi misterioso héroe? -- dijo entre risitas. 
 
--Solo un estudiante de intercambio - respondí, el balón rodó por el suelo hasta donde él estaba sentado, lo tomo y lo giró en su palma, luego me lo aventó. 
 
-- Suena prometedor.... Y ¿nombre? 
 
-- No creo que no te hayas molestado en averiguarlo ya... -- soltó una ricita 
 
-- tan presumido... William.. --dijo y sonreí levemente. Rebote el balón un par de veces y tome mi mochila. 
 
-- ¿Ahí te vas a quedar? Yo ya me voy. -- avisé.
 
-- ¿Vas a casa? -- preguntó y asentí. -- ¿vives en los dormitorios del campus? 
 
-- Vivo en el centro, rento un lugar.
 
-- ¿Vives solo? -- volvió a preguntar y solté una risa suave. 
 
-- ¿Planeas robarme? 
 
-- ¿Puedo quedarme a dormir?  -- preguntó, su voz se había echo más suave y dulce, parecía un cachorro abandonado en medio de la fría noche. 
 
-- ¿No tienes que ir a trabajar? -- 
 
-- No iré hoy... 
 
-- Entonces vete a tu casa -- respondí y él río. 
 
-- ¿Acaso no te agrado? 
 
Era todo lo contrario y probablemente estaba en una etapa de negación, no quería tener que involucrarme con él más de lo que ya lo había hecho. 
 
-- ¿Dónde vives? --pregunte. 
 
--Eso no responde mi pregunta. --insistió mordisqueando los tirantes de la sudadera. 
 
--No es eso. 
 
--¿Puedo quedarme entonces?  
 
-- ¿No tienes amigos que te reciban en sus casas? -- pregunte y sonrió. 
 
-- Muchos y clientes también, todos gustosos de recibirme. Pero estoy muy cansado justo ahora para coger, solo quiero dormir. -- explicó, me rasque la nuca y saque el aire. 
 
No parecía una buena idea pero... siempre había un pero, una compleja fatalidad de la que era pereza y no podía escapar. 

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