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Resolviendo dudas existenciales por Sioa Shun

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Resolviendo Dudas Existenciales.


Capítulo 5: Hay que ponerle el pecho a la bala.


By Sioa Uchiha-san.


Genial, como si fuera la cereza sobre el pastel o la gota que derramo el vaso, después del día de infierno que había tenido ayer, en el que ni siquiera había logrado dormir un poco por su salud o adelantar el insufrible trabajo que le indicó su jefe con los storyboard, se había quedado dormido ¡Podía proclamarse coronado por la mala suerte!


Ese día despertó mucho más tarde de lo habitual contracturado hasta la medula: el hecho de torcer el cuello para ver en dirección del shampoo en la ducha había sido una proeza dolorosa, hubo un problema con la caldera y el agua no calentó asique encima de eso tuvo que bañarse con agua prácticamente helada. Salió una hora tarde del lujoso apartamento en dirección a Marukawa pero no contento con eso cuando estaba unas cuatro cuadras de la estación recordó que había olvidado unos documentos importantes además de su celular.


¡Perfecto! Corriendo como si la vida se le fuera en ello regreso a su hogar rogando que su novio no estuviera ya despierto porque después de la tremenda discusión del día anterior no quería ni verlo para no agravar el tema o sentirse culpable por haberlo mandado a dormir al estudio. El único punto a su favor ese día fue el hecho de que él Dios de turno en ese momento no era tan cruel como el de todos los días y pudo salir nuevamente de su casa con sus cosas sin tener que cruzarse con el caprichoso millonario.


Tras llegar a la estación de trenes, lo que jamás pasa, pasó. El servicio de tren estaba cancelado hasta nuevo aviso por un accidente en las vías que a esa altura del día, por mal que sonara, no le interesaba en lo más mínimo. Pidió indicaciones a policías en la gaceta de la estación y finalmente logró dar con una conexión de autobús que lo dejaba cerca de Marukawa aunque ciertamente tendría que caminar unas cuadras.


Después de haber tomado el primer trasporte y recordar porque hacía años no tomaba colectivos, se bajó en la primera parada antes de tomar el segundo bus que lo llevaría a su trabajo pero al intentar ver la hora en su celular descubrió que este estaba apagado. Desesperado se apresuró a encenderlo, aliviado de saber que aún tenía batería pero pocos segundos después de haber prendido la pantalla esta comenzó a titilar y llamadas perdidas tanto de Ritsu, de Kisa como de su jefe llegaron al mismo tiempo.


El corazón dejó de latirle por varios segundos mientras entraba en el menú para ver a qué hora habían sido las llamadas. Se tranquilizó al ver que un par de las llamadas de Onodera era del día anterior, pero en orden de horarios en ese día Kisa le había llamado unas cinco veces, luego Onodera otras tres y tenía dos aterradoras llamas perdidas de Takano. Tan ocupado estaba en su pánico que lo ultimó que miró fue la hora y cuando lo hizo: comprendió. Llevaba poco más de una hora tarde y aun le quedaban otros cuarenta minutos de camino eso teniendo la esperanza de que el transporte público llegara a horario.


Estaba perdido.


Llegar tan tarde, siendo un empleado nuevo, a fines de ciclo, era la receta perfecta para qué sí Takano no lo despedía, al menos lo despedazaría. Terminó por tomar la decisión más sensata y tomó un taxi a la editorial mientras enviaba un texto a su jefe indicando que había tenido graves problemas de transporte pero que estaba en camino.


El arribo a la oficina no fue mejor, una vez puesto un pie en Emerald se encontró con que ni Kisa ni Mino estaban, Hatori se encontraba parado junto al escritorio de Takano con un manuscrito en su mano y Onodera parecía estar de salida apurándose de forma desordenada a ponerse el abrigo su bufanda y salir como si lo siguiera el diablo del edificio. Takano tenía sus ojos clavados en él y el grito de "Incompetente" se escuchó probablemente en cada uno de los pisos de la editorial. ¡Estaba frito! En silencio rogó a sus difuntos padres que ablandaran el corazón de su jefe y así no salir tan gravemente herido en esa contienda.


Y llegamos a donde estamos ahora. Misaki Takahashi de veintitrés años de edad siendo enviado al apartamento más temible de toda Marukawa con una pila de papeles que le había entregado Takano. ¿A Dónde se dirigía? Eso es muy sencillo de explicar, estaba en el pasillo camino al Departamento de Ventas de Marukawa Shoten para entregarle en persona esos importantes papeles a Yokozawa Takafumi. ¡Por Dios que la tierra se abriera y se lo tragara! ¡Por favor! ¡Por favor!


Rogaba desde su fuero interno que el oso gruñón estuviera fuera en una de sus rondas en las librerías y poder dejarle esas cosas a Henmi, él era agradable, hasta podía decir que era amistoso y tierno pero Yokozawa... El estremecimiento que bajó por su espina al pensar en su rostro de ceño fruncido fue todo lo que necesito para que quedara clara su opinión sobre él.


Tras entrar a las oficinas vio los cubículos de las ocupadas personas del departamento de ventas que se veían sencillamente atareadas. Caminó casi temblando hasta donde estaría el alto pelinegro pero en su lugar el sonriente y tranquilo rostro de Henmi lo recibió. –Ah, Henmi ¿Yokozawa-san no se encuentra?- Preguntó un poco atolondrado.


-¡Takahashi-san! No, Yokozawa-san sigue en sus rodas, aun no regresa ¿Qué necesita?- Casi sintiendo que volvía a respirar, el menor hizo una leve reverencia, entregándole al sujeto frente a él los documentos que llevaba.


-Takano-san envía esto desde departamento Emerald para Yakozawa-san, Henmi-san ¿Podría entregarle estos documentos, por favor?


-Por supuesto, no se preocupe, yo se los entregaré. Pero intente relajarse Takahashi-san, se lo nota demasiado tenso.- Aseguró con una sonrisa apacible tomando los papeles y retirándose un poco. -¿Requiere algo más?


-N—No, gracias por todo.- Tras esas palabras y una pronunciada reverencia el novato se retiró a paso apresurado de allí para regresar a su sección donde por supuesto Masamune tenía más tortura preparada para ese incompetente que se había atrevido a llegar poco más de una hora y media tarde.


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Estaba destrozado, la venganza de Takano había sido terrible. Todo el maldito día lo había tenido de "che pibe" mandándolo a buscar documentos a otras secciones, sacando copias, atendiendo llamadas, siendo ayudante de los otros editores, incluso le había hecho encargarse de ir en busca del almuerzo para todos volviéndolo loco con llamadas y mensajes durante el trayecto pero finalmente estaba en su merecido descanso.


Arrastrando los pies cual muerto viviente se dirigió al "comedor" de la editorial, compró una bebida energética en la máquina expendedora, unos tristes emparedados embazados al vacío y se dirigió a una de las mesas sin siquiera mirar en donde se sentaba dejándose caer desordenadamente en la silla mientras soltaba un muy largo suspiro.


-Takahashi-kun, parece que Takano-san está siendo muy duro contigo, luces agotado. – El castaño dio un bote en la silla, volteando sobresaltado en la dirección de la que provino esa voz no tan conocida pero si familiar para él notando por vez primera que se había ido a tirar literalmente al lado de Kirishima Zen, editor en jefe de Japun manga, a quién tenía la suerte de conocer desde que había entrado a trabajar de medio tiempo en Marukawa y la muy leve pero cordial sonrisa del castaño lo obligo a relajarse y corresponder el gesto.


-Kirishima-san, disculpe no había notado su presencia.- Declaró en tono levemente nervioso, con sus mejillas tenuemente sonrojadas y bajando un poco su cabeza. –Pero me alegra verlo, es raro encontrarme con usted últimamente.


-No te preocupes Takahashi-kun, me alegra verte, por lo que sé están a fin de ciclo ¿Ya tienes a un autor a tu cargo? - Preguntó amablemente Zen.


-No, aun no, todavía estoy aprendiendo y soy solo un apoyo para los demás editores Takano-san hoy fue duro conmigo pero es mi culpa.- Declaró con tono más tranquilo, alzando su mirada para ver al mayor a los ojos. –Pero es un buen jefe, aun no lo comprendo del todo pero es una persona admirable.


-Debes ser la segunda persona que me habla bien de ese sujeto.- Comentó arqueando levemente una ceja el de cabello castaño claro.


-Ah, si, sé que tiene mala fama.- Comentó risueño. –Pero me agrada trabajar en el departamento Emerald.


-Eso es bueno, es agradable escuchar que los empleados están felices donde están... Ah disculpa, debo contestar.- Tomando su teléfono que desde hacía pocos segundos había comenzado a sonar la voz del editor bajo un par de décimas, volviéndose más infantil y dulce de lo que Misaki había escuchado nunca, la sonrisa de editor era brillante y pudo notar por primera vez que el hombre en su mano izquierda tenía la marca pálida y gastada en su dedo anular en donde seguramente habría estado un anillo por mucho tiempo. Sintió una puntada de tristeza ¿Se habría divorciado? Esperaba que no, por lo poco que lo conocía Kirishima le agradaba mucho, era excelente en su trabajo, amable, carismático y comprensivo.


Ahora que lo veía bien, Kirishima era muy atractivo también, pero tenía una belleza diferente, más madura y la sonrisa dulce y llena de ternura que tenía en sus labios mientras hablaba por teléfono era sin duda la expresión más encantadora que le había visto jamás. Un tenue sonrojo se apoderó de sus mejillas al darse cuenta de la forma en que estaba mirando a su superior y desviando la mirada apresuradamente se enfocó en su "almuerzo", disponiéndose a comer el insípido sanguche y beber con parsimonia el energizante que sin duda necesitaba, aun le quedaban un par de horas más para cumplir con su día laboral aunque sentía que había estado trabajando sin parar por semanas, además de que su falta de descanso no lo estaba ayudando para nada.


Una vocecita en su interior habló con voz cantaría, casi burlista, dentro de su mente, alegando con jovialidad "Bienvenido a la vida de un editor". Bufando en un tono bajo y frustrado negó levemente con su cabeza, resignado a que subconsciente sarcástico tenía desgraciadamente toda la jodida razón.


-Taskahashi-kun ¿Te encuentras bien?- La voz un tanto preocupada del castaño claro lo devolvió a la tierra y le dedicó una sonrisa suave y amigable al voltear su rostro a él.


-Si, no se preocupe. Como le dije, solo estoy un poco cansado nada más. – Argumentó tranquilamente. –Disculpe mi curiosidad, y espero no importunar ¿Con quién hablaba por teléfono? No parecía una llamada laboral.


-No importunas, Takahashi-kun, hablaba con mi hija Hiyori.- Explicó con alegría. –Estaba emocionada porque en clase de economía doméstica le enseñaron a preparar unas galletas y estaba emocionada con querer prepararlas para mi asique me pidió que le comprara los ingredientes de camino a casa si es que no regreso muy tarde. – Explicó con emoción. –Tengo muchísima suerte de tener una niña tan dedicada y buena en los quehaceres domésticos, casi puedo jurar que no existe nadie que cocine manjares mejores que los de ella... bueno tal vez si se de una persona... pero no importa.- Comentó mordiéndose por un momento la lengua para no delatar a su mal humorado novio.


-No sabía que tuviera una hija, pero me alegra mucho escuchar que es una niña tan especial.- Sin siquiera notarlo se había girado en su dirección para poder conversar de forma más amena, mirándolo a los ojos mientras la sonrisa seguía decorando su rostro. -¿Qué edad tiene? Digo... bueno... si me permite preguntar... - Avergonzado bajó un poco su rostro, mientras rascaba con un dedo su mejilla derecha totalmente acalorada y teñida de carmín claro.


-No te preocupes, Takahashi-kun, ya te dije, no importunas. Hiyo tiene doce años.- Contestó con simplicidad. –Y si, es una niña increíblemente especial.


-Ya veo, en verdad tiene suerte.- Comentó con honestidad, ahora admiraba aún más a Kirishima. –Disculpe, yo... acabo de notar la marca... de su dedo.- Comentó con cierta duda, quizás estaba inmiscuyéndose demasiado, no le gustaba ser metido ni chismoso, pero no quería abandonar la charla que estaba teniendo con el editor en jefe, le agradaba mucho hablar con él. –Espero realmente no estar sobrepasando el limite pero... ¿Es usted divorciado? - El rostro de Kirishima se endureció un poco y ante semejante gesto de seriedad el castaño más joven puso sus manos frente a él sacudiéndolas en signo de negación para luego inclinar su cabeza a modo de disculpa. –Lo lamento, lo lamento, no me haga caso, no debí preguntar, discúlpeme no quise ser irrespetuoso, por favor olvídelo – Entre su balbuceo incansable pudo escuchar una carcajada y levantó su cabeza con confusión mirando desconcertado como el mayor tapaba su boca con su mano mientras sus hombros se sacudían suavemente entre las risas.


-Deberías relajarte un poco, si vives siempre al borde del infarto morirás muy joven, no tienes que ser tan asustadizo eres algo así como un hámster.- Comentó con cierto cinismo y burla ganado que el rostro de Misaki se descompusiera en una mueca de infantil disgusto por la comparación que casi podía ser ofensiva. –Solo me tomó por sorpresa tu pregunta, eres desgarradoramente honesto, simplemente sueltas lo que tienes en la cabeza ¿Verdad? No esperaba que consultaras sobre eso, pero no, no soy divorciado, soy viudo.- Esclareció con calma.


Ahora se sentía aun peor ¿Cuándo iba a aprender a pensar antes de abrir la maldita boca? Ya no era un niño, era un joven hombre ¡No podía ser tan lanzado! Se sentía un desubicado total, pero a decir verdad ahora admiraba a Kirishima muchísimo más de ser posible y relajó un poco su postura al pensar en la niña y en su propio hermano. –Realmente es una persona increíble.- Comentó nuevamente sin colocar el filtro en su mente que impide que sueltes la primera estupidez que cruza en tus pensamientos y el sonrojo aumentó en sus mejillas ante la mirada desconcertada del mayor. –Qu—quiero decir, debió ser muy duro cuidar de su hija usted solo. - Declaró nuevamente más calmado, aunque aún muy abochornado. –Es una persona admirable, como mi nii-chan, su hija tiene mucha suerte de tenerlo a usted.


-Oh, no, me sobreestimas, mi esposa falleció cuando Hiyo era muy pequeña pero aun así...- Declaró restando importancia a la situación mientras rascaba su nuca con una de sus manos, no esperaba que ese novato fuera realmente tan directo y honesto con sus pensamientos. –Soy un desastre, Hiyori se encarga de todo en casa, ella limpia y cocina, y cuida de mí, a veces es más como si ella fuera la madre y yo su hijo. ¡Incluso me regaña! ¿Puedes creerlo?- Lo último lo dijo con un increíble tono infantil de protesta, como si los regaños de su hija fueran injustificados e injustos para con él. –Además casi no paso tiempo en casa, creo que ya has comprobado lo estresante y esclavizante que puede ser este trabajo.


-Lo comprendo, digo en lo de que el trabajo es estresante, mucho más teniendo en cuenta el cargo que usted posee, pero...- La sonrisa cálida creció aún más en su rostro. –Realmente ella tiene suerte de tenerlo a su lado.- Afirmó nuevamente con una calidez que sorprendió un poco a Kirishima. –Mis padres fallecieron cuando yo tenía solo ocho años, y mi hermano mayor decidió renunciar a su carrera universitaria y consiguió un trabajo para poder cuidar de mí y criarme a pesar de que él solo tenía dieciocho años.- Explicó con un tono suave y apacible ante la atónita mirada del castaño mayor. –Daría todo por mi nii-chan, así como él lo ha dado por mí y como yo quería contribuir y lo veía continuamente tan cansado por el trabajo y comencé a cuidar también de él y a encargarme de todo lo que refería a la casa, no quería ser una molestia ni una carga, quería aligerar el peso de él y aprendí por mi cuenta a cocinar y a hacer los quehaceres... Estoy seguro de que su hija intenta retribuirle todo él amor que usted le da y el sacrificio que hace al trabajar tan duro para criarla... ella debe amarlo demasiado... lamento mucho su perdida, pero en verdad creo que ambos son muy afortunados.


Decir que estaba atónito era poco, los labios de Kirishima estaban entreabiertos, incapaces de emular una sola palabra. Por primera vez en su vida no sabía que rayos decir ¡Un novato lo había dejado prácticamente mudo! Aunque en su favor, era algo sumamente grato. –Debo admitir, Takahashi-kun que eres una persona bastante desconcertante, pero de una manera agradable... muchas gracias por tus palabras, eres joven pero sorprendentemente más maduro de lo que esperaba.- Afirmó con una sonrisa amplia y honesta mientras Misaki sentía sus mejillas nuevamente envueltas en llamas al mismo tiempo en que su superior chocaba su lata de bebida energizante contra la propia en una especie de felicitación o aceptación, no estaba seguro de cómo definirlo.


No muy lejos de allí, en la puerta del comedor, Yokozawa Takafumii observaba todo con recelo. ¿Qué hacía ese novato hablando tan amenamente con Kirishima? No, no es que le importara demasiado. Claro que no. Pero era extraño que un editor recién ingresado en el departamento de Emerald estuviera hablando tan tranquilamente con el editor en jefe. Eso lo tenía intranquilo, aún más al notar la sonrisa amigable que el mayor estaba mostrando con tanta impunidad.


Antes de ser consiente sus pasos lo habían llevado hasta donde estaban los otros dos y alzó la voz para hacerse notar. -Kirishima-san, tengo que hablar con usted.- Dijo con severidad, llamando la atención del viudo que no hizo más que regalarle una sonrisa engreída al oso gruñón de Marukawa. -Yokozawa-san, es un gusto verlo. Claro, estoy con usted enseguida. Takahashi-Kun, un placer hablar contigo.- Tras esas palabras se levantó y comenzó a caminar al área de fumadores seguido del jefe de ventas.


Misaki casi temblaba en su sitio, petrificado como si hubiera visto a la mismísima Gorgona a los ojos. ¿Qué había sido esa mirada en los ojos de Yokozawa? Por un momento fue como si lo estuvieran atravesando cientos de espadas.


Negando con su cabeza decidió concentrarse en terminar su tardío almuerzo y volver a su sección, Takano-san seguramente tendría mucha más tortura planeada para su persona.


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Resopló derrotado, dejándose caer contra el respaldo de la silla en su área de trabajo. Ya era tarde, muy tarde. Sentía que cada célula de su cuerpo pesaba al menos dos o tres toneladas. ¡Ese día había sido un infierno!


Levantó la vista hacia el reloj de la pared. Todos sus compañeros a acepción de Mino y de su jefe se habían ido, ya eran más de la siete de la tarde. Decir que estaba agotado era poco. En ese momento Ristu cruzaba la puerta, arrastrando los pies, con su maletín en una mano y su abrigo y bufanda en la otra.


-¡Takano-san!- Lo llamó acercándose al escritorio del jefe. -Finalmente, la imprenta accedió a alargar el plazo, y sensei estaba trabajando con empeño, todo está bien, el manuscrito estará terminado en dos días.


-Bien hecho.- Contestó Masamune, retirándose los lentes con cansancio para frotar sus pesados y ojerosos parpados, dejando sobre la mesa un storyboard que estaba revisando.


-¡Yo ya me retiro! ¡Buenas noches a todos, buen trabajo!. – Afirmó Mino tras levantarse de su escritorio, y todos asintieron con su cabeza ante su despedida, viéndolo marchar por unos segundos.


Misaki podía observar sus dos restantes compañeros charlar sobre como procederían los próximos dos días para lograr la entrega del manuscrito en cuestión.


-¡Takahashi!- Llamó Takano con tono cansino pero fuerte.


-¿Si, Takano-san?- Preguntó el menor, acercándose al escritorio.


-Debemos asegurarnos de que todo esté listo en dos días, tu y Onodera irán mañana a apoyar a sensei y vigilar que todo este perfecto.


-Si, Takano-san.


-Espero que no se repita tu incompetencia de hoy.- Resaltó con el ceño fruncido. -Estar follando como animal no es excusa para llegar tarde.


Todos los colores del arcoíris decoraron las caras de ambos castaños, mirando escandalizados a su jefe.


-¡Takano-san! ¡Eso no fue lo que paso!- Se defendió completamente horrorizado Misaki. -Tuve grabes problemas con el transporte, pero descuide no va a repetirse.


-Ajam...- Respondió su interlocutor con una ceja arqueada en muestra de incredulidad.


El joven recibido de economía dejó caer sus hombros, resoplando con fastidio ¿Por qué tenía un jefe tan insufrible? ¿No le bastaba al destino con que él tuviera que lidiar con el malcriado escritor? ¿También tenía que sufrir en horario laborar cuando su trabajo de por si era jodidamente estresante? ¿Dios, qué fue lo que te hizo esta pobre criatura para tener que sufrir así?


-Yo... Takano-san, Onodera-san, me gustaría hablar con ustedes...- Dijo de golpe el menor, sin abandonar su postura derrotada. Decir que estaba avergonzado por lo que tendría que hablar a continuación no era más que un patético eufemismo. -Lo que ustedes vieron anoche.


-¿Qué? ¿Qué eres gay y sales con Usami-sensei?


-¡Takano-san!- Protestó notoriamente enojado Ritsu ante el descaro del editor. -¿Qué sucede Takahashi-kun? ¿Estás bien? – Preguntó con cierta preocupación, todo lo que había visto el día anterior lo tenía más que alterado. ¿Estaría bien su Kohai?


-Onodera-san, le agradezco su preocupación, yo estoy bien, no se preocupe. Desgraciadamente, Usagi-san siempre es así.- Comentó frunciendo notoriamente el ceño ante el espanto pintado en el rostro de su superior. -Si, siempre es así.- Afirmó nuevamente con cierto fastidio. -Pero yo...- Infló el pecho, inhalando todo el aire que pudo para volver a enfrentar, con toda la dignidad que le quedaba, a ambos hombres. -Necesito que no vayan a decir absolutamente nada sobre eso. Nadie puede saber... el tipo de relación que Usagi-san y yo tenemos.


Takano lo miraba seriamente, con sus codos apoyados en el escritorio, y los dedos de ambas manos enlazados entre sí en el aire. -¿Por qué es tan importante mantener el secreto? Son novios, no tiene nada de malo.


-Takano-san.- Murmuró Misaki, mirando ahora los ojos de su jefe, armándose de seriedad. Eso había que hablarlo con madures, no podía actuar como un niño asustadizo. -Si, él y yo somos novios desde hace años, pero que se sepa algo como es puede ser devastador para la carrera de Usagi-san, no puede saberse que él sale con un hombre, mucho menos que es alguien menor por diez años. Sería un escándalo. Usted entiende eso perfectamente, Takano-san, es por eso que les suplico su discreción. – Dijo mirando ahora también a Ritsu. -Aikawa-san, la editora de Usagi, e Izaka-san saben ya sobre esto, y ellos por supuesto están totalmente en contra de que algo así se haga público, además de que es mi propia decisión personal mantener esto en privado.


-Vaya, asique no eres un cachorrito asustado todo el tiempo. Sabes ser maduro de vez en cuando.- Se burló Masamune, ganándose un gruñido de parte de Ritsu y un fuerte sonrojo en el rostro de su nuevo subordinado. -Sí, es verdad, profesionalmente estoy de acuerdo en que sería un error rebelar esto de manera poco prudente, sin embargo, no creo que sea algo tan terrible para su reputación si se manejara de manera inteligente. – Afirmó con tranquilidad y una sonrisa más relajada y honesta en sus labios. -Está bien, Takahashi, de todas formas, no tenía pensado rebelar algo como eso, la vida de mis empleados está en sus propias manos, no necesito tener subordinados que no sepan manejar y mantener alejada su privacidad del trabajo.


-Takahasi-kun, tranquilo, yo tampoco pensaba decir nada.- Afirmó Ritsu, sonriéndole con alegría, para luego inclinar un poco su cabeza de manera respetuosa y afable. -Ahora, sería mejor que vayas a descansar, has trabajado mucho y mañana será un día muy pesado.


-¿Desde cuándo tú eres el que deja a mi empleados irse, Onodera?- Protesto Takano, mirando con una ceja alzada a su amante.


Ritsu estaba a punto de protestar, más el resoplido aliviado de Misaki, lo distrajo, observando el gesto de su kohai totalmente desfigurado, al borde del colapso. Obviamente había sido demasiado para ese jovencito el tener que afrontar una charla como esa. -En verdad muchísimas gracias. Takano-san ¿Pudo retirarme?


-Onodera ya te lo dejó claro, Takahashi, ve a descansar. – Concedió su jefe y arrastrando las piernas tomó sus cosas de forma desordenada para luego huir de allí tan rápido como sus energías restantes le permitieron.


-Asique llevan varios años juntos...- Soltó al aire el jefe de edición una vez su subordinado se hubo marchado, mirando de reojo a su pareja. -Deberías aprender de él, Onodera, al menos a su corta edad sabe reconocer lo obvio.


-¡Vete al infierno, Takano!- Protestó alejándose para tomar sus cosas también marcharse.


-Espera, idiota, nos iremos juntos ¿Cuántas veces tengo que repetirte que somos vecinos? No tiene caso volver por separado.


-Te odio tanto...- Contestó con fastidio el castaño.


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-¡Estoy en casa!- Gritó en un tono moderado de voz, mientras cruzaba la puerta que daba a la enorme sala del departamento. -¿Usagi-san?- Si, seguía muy molesto con el escritor, ese idiota había cruzado el límite, y en parte fue por su culpa que había tenido un maldito día de mierda, pero tampoco podía aplicarle la ley del hielo, eso sería demasiado cruel.


-¡Misaki!- Akihiko se acercó con largas zancadas a él, abrazándolo con fuerza por los hombros para acercarlo a su pecho. -¡Has vuelto muy tarde! ¡Te extrañe!


-¡Suéltame, Usagi-san! ¡Aún sigo enojado contigo!- Protestó apartándose de él de manera un tanto brusca.


-Lo lamento.- Dijo mirando con tristeza al menor.


-¡No haces nada con eso!- Protestó, intentado mantenerse centrado en el hecho de que estaba enojado. Si lo seguía mirando así, iba a ceder. Con pasos agiles se dirigió a la cocina para así prepara algo que comer. -¿Has comido algo en el almuerzo?


-Pedí comida a domicilio. ¿Misaki? ¿Realmente sigues molesto?


-¡CLARO QUE SÍ!- Alegó mientras comenzaba a disponer todo para hacer una rápida cena. -Usagi-san, no puedes sucumbir así a los estúpidos celos. ¡Hiciste una escena terrible frente a mi jefe y uno de mis compañeros de trabajo! ¿Cómo se te ocurre? ¿Acaso no piensas?


-No me hubiera puesto así si no hubieran estado coqueteando en mi cara.- Se defendió el escritor con una tenebrosa aura a su alrededor.


-¿Coque...? ¡Estás loco! ¿O qué? ¿Cómo puedes decir eso?- Gritó totalmente desconcertado el castaño. -¡Basta! ¡Basta! No quiero pelear ahora Usagi-san, estoy realmente cansado y mañana no estaré en todo el día no sé a qué hora regrese.- Afirmó moviendo sus manos frente a él, dándole énfasis a sus palabras.


-¿Cómo que no estarás en todo el día? ¿Cómo que no sabrás a qué hora regresas?


-Tengo que ir a ayudar a Onodera-san con Uchiha-sensei, nuevamente está muy atrasada con el plazo y Onodera-san consiguió hoy una negociación con la imprenta asique estaré los siguientes dos días ayudando, no sé en qué momento regrese.- Explicó mientras se disponía a picar cebolla.


-¡Tsk!- Bueno, al menos no iba a estar con su dichoso jefe. -No deberías trabajar, yo puedo mantenerte.


-Sabes que ese no es el punto.- Se quejó Misaki, alzando apenas la vista hacia él para observar como encendía un cigarrillo con obvio mal humor y se sentaba en el rosado sofá de la sala sin apartar su vista de él mientras cruzaba las piernas.


-¿Me dejaras dormir en el cuarto esta noche?


Misaki lo dudo, pero finalmente asintió con su cabeza. -Si, pero ni se te ocurra intentar nada extraño Usagi-san, por tu culpa tuve que tener una vergonzosa charla con Takano-san y Onodera-san, por suerte ellos no van a comentar nada sobre lo de anoche.


-Misaki ¿Por qué te empeñas en ocultar lo nuestro? ¿Te avergüenza?


¿Y ahora? ¿A qué venía esa pregunta? Desconcertado por ser empujado a hablar de algo tan complicado, dejó el cuchillo a un lado y alzo la mirada al escritor. -¿De qué hablas, Usagi-san? Sabes que nadie puede saber de esto, tu carrera podría arruinarse y onii-chan no debe saber sobre es... - La frase quedó en el aire ante la mirada dolida y enfadad del mayor que descruzó las piernas para darle un zapatazo al suelo que resonó en toda la estancia al mismo tiempo que apagaba con furia el cigarrillo en el cenicero de panda. -¿Usa—gi?


-Olvídalo, dormiré en el estudio hoy también. Me voy a trabajar.


-¿Qué?... ¿Usagi? ¿Qué sucede? ¿No vas a comer?


Su respuesta fue la espalda que desaparecía tras el fuerte portazo del estudio. ¿Qué demonios había sido eso? ¿No se suponía que el enfadado era él? ¿Y ahora que mosco le pico al exagerado de Usagi-san?


Continuara.-


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