Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Resolviendo dudas existenciales por Sioa Shun

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Resolviendo dudas existenciales.


Capítulo 6: El ahora es un regalo, por eso se llama presente.


By Sioa Shun Uchiha-san


Decir que estaba agotado era un mero eufemismo, pasaban ya de las seis de la tarde, estaba hambriento, tenía un sueño del infierno y había tenido que apagar su celular porque estaba jodidamente arto de las llamadas de su novio: Usami Akihiko, quien no dejaba de marcarle exigiéndole saber a qué hora pensaba volver a casa y reclamando de paso que el día anterior había llegado demasiado tarde.


Estaba en el estudio de Mizukari- sensei junto a Onodera, cinco de los ayudantes de la mangaka y ella misma, pegando fondos, aprendiendo de los asesoramientos que el otro editor señalaba a la artista y haciendo su mejor esfuerzo para ser de ayuda y terminar ese maldito storybord a tiempo.


Entonces la puerta del estudio se abrió, y cual ángel caído del maldito cielo entró Takano Masamune, actual editor en jefe del departamento Emerald de shoujo manga y su actual jefe, con unas cuantas bolsas colgando de sus muñecas, sus lentes de pasta negros sobre el puente de su nariz tan desalineado y ojeroso como todos los presentes, pero con un suave amago de sonrisa amable en sus brazos.


-Gracias por su buen trabajo. – Afirmó con un tono de voz rasposo y enronquecido debido al agotamiento. -Traje la cena y ya que terminé con mi trabajo decidí venir a ayudar.


-Ah, Takano-san ¡Muchas gracias! ¡Lo lamento mucho! – Se disculpó y agradeció con voz aguda la joven mujer, mirando al pelinegro con ojos brillantes mientras todos los ayudantes suspiraban y sonreían encantados de que les trajeran algo de comida a sus torturados estómagos.


Pronto el ambiente se relajó un poco, y tras disfrutar de una merecida cena, o algo parecido a eso, porque con una mano en el corazón sanguches embozados, refrescos y bebida energizante no eran ni de cerca una comida apropiada, aun así eso no le quitaba para nada el sabor a gloria que les sentían después de llevar horas encerrados, trabajando y atiborrándose de café.


Para las diez de la noche finalmente habían acabado, todos estaban tirados en sus respectivos asientos, algunos recargados sobre la mesa, otros colgando de maneras inhumanas de los respaldares de las sillas.


-¡Buen trabajo!- Fue el gritó de todos, después de que Takano revisara el manuscrito rápidamente y le diera el visto bueno, poniéndolo dentro del sobre de papel madera ya que sería enviado a imprenta a primera hora del día siguiente.


-Estoy acabado...- Jadeó Misaki con sus ojos cerrados y la cabeza colgándole del respaldar de la silla. ¿En serio? Después de tatos años viendo a Aikawa-san vivir al borde del infarto ¿Realmente había decidido convertirse en editor? ¿En qué diablos estaba pensado cuando postuló para entrar a Marukawa Shoten?


-Buen trabajo. - La voz de Takano lo trajo de nuevo a la realidad, abriendo los ojos cuando una lata fría fue apoyada en su frente e incorporándose despacio tomó el energizante que su jefe le tendía.


-¡Muchas gracias, Takano-san! Terminamos antes gracias a su ayuda también, y gracias por haber traído la comida.


-Huh, parece que no eres tan incompetente, novato, será mejor que te alistes ya nos vamos, aunque no creo que alcancemos el último tren.


-Lo dudo, ya son más de las diez. - Afirmó Ritsu, acercándose con su abrigo ya puesto, mirando con algo de lastima a su compañero, pero luego le dedicó una sonrisa. -Te has esforzado mucho Takahashi-kun, gracias por eso.


Sonriendo inclinó un poco su cabeza y se levantó para tomar sus cosas, alistándose apresuradamente para salir junto a ellos y al equipo de ayudantes, a desgana tomó su celular marcando soltando un largo resoplido cuando este comenzó a timbrar con desesperación, anunciando una tras otra las llamadas perdidas.


-¿Huh? Estas muy solicitado Takahashi. – Comentó con burla el editor en jefe.


-¡Ah! ¡Esto no es ni medio normal! – Se quejó con fastidió el castaño menor cuando finalmente su teléfono detuvo los sonidos, entró en el menú mostrando la pantalla a ONodera que curioseaba su celular parado a su costado. -¡Treinta y cinco llamadas perdidas! ¡Esta chiflado! - Resopló con fastidio.


-Eso es porque se preocupa por ti, deberías estar agradecido.


-Takano-san, esto no es preocupación, parece un acosador, estoy trabajando. – Se quejó dejando caer sus hombros con agotamiento. -Lo llamaré para avisarle que ya salir, deberíamos compartir un taxi ya que no hay trenes. – Comentó a sus compañeros mientras marcaba el número de su novio llevando su celular a su oído, sin embargo, luego de dos tonos se sorprendió al escuchar no muy lejos de él el tono de timbre del afamado escritor y al alzar la mirada lo vio acercarse con pasos lentos pero mirada molesta. -¿Usa—gi-san?


-¿Por qué apagaste tu celular?- Exigió saber al estar parado frente a los tres, sin molestarse en saludar a los demás editores.


-¡Estaba trabajando! ¡No puedes estarme llamando de esa forma!


-¡Son más de las diez de la noche!


Misaki estaba a punto de replicar cuando frente a si mismo vio la amplia espalda de Takano Masamune, interponiéndose entre él y el escritor.


-Usami-sensei, creí haberle dicho que no me gusta que interfieran con mi trabajo. Comprenderá que Takahashi-kun no puede atenderlo mientras se encuentra laborando.


Eso estaba mal, muy mal, podía ver a su casero al borde de perder los estribos por lo que se apresuró a intentar detener la inminente catástrofe. -Bueno, ya no importa, iba a llamarte para avisarte que ya estaba volviendo a casa. – Comenzó a explicar para evitar confrontación.


-Bien, estoy aquí, asique ya nos vamos. Adiós, Takano-san, Onodera-san. - Se despidió de la forma más civilizada posible, pero luego tomó la muñeca del castaño arrastrándolo lejos de los editores para llevarlo hasta el auto, ignorando las protestas del menor.


El camino a casa fue largo, silencioso, tenso, desde hacía ya cuatro días que parecían no secar las discusiones entre ambos y ya ninguno de los dos podía soportar la discordia. Luego de estacionar en el subsuelo del edificio ambos subieron al ascensor, para luego entrar en la casa y luego de sacarse los zapatos en el genkan ambos anduvieron con paso lento por el pasillo hasta entrar en la sala.


Silencioso, Misaki cerró la puerta mientras soltaba un suspiro estrangulado. ¿Qué estaba pasando con ellos? ¿Quizás debería disculparse con Usagi? Si no hubiera sido tan impulsivo al comentarle sobre sus inquietudes quizás no estaría siendo una molestia para el escritor, tal vez...


-Usa—g...


-Lo siento.


-¿Eh? – No entendía, realmente no entendía nada al girarse para encarar a su pareja se había encontrado con el rostro serio y arrepentido del mayor mirándolo fijamente. -¿De qué estas...?


-Lo siento Misaki, he estado comportándome como un bastardo. – Afirmó, acercándose al castaño para luego estirar una mano, acariciando con cuidado el rostro pálido y ojeroso del aprendiz de editor. -Soy un inmaduro, es verdad, soy caprichoso y no me gusta que me aparten de ti, no puedo estar tranquilo mientras pasas horas lejos de mi presencia donde no puedo saber lo que haces o con quien estas. Entiendo que es tu trabajo, que no debería interferir con eso, pero...


-¿Usagi-san? – Sus verdes ojos estaban prendados de las hermosas amatistas que poseía su pareja. -¿Por qué no confías en mí? Te lo he dicho muchas veces, eres demasiado celoso, solo estaba en el trabajo y te avisé que no sabía a qué hora podría regre... - Se interrumpió a si mismo, cerrando sus ojos cuando sintió el tacto de aquellos largos y fríos dedos recorriendo con cuidado las bolsas obscurecidas que decoraban sus parpados inferiores.


-Lo sé, y estas esforzándote tanto. – Afirmó el escritor, porque sí, había estado durante todo el día en eso. Misaki ya no era ese estudiante mediocre que llegó a su casa con una olla de estofado casero, reclamando a gritos por las perversiones publicadas en sus libros BL donde descargaba las fantasías que en ese entonces tenía con Takahiro. El chico frente a él ya era licenciado en economía y tras esforzarse mucho había conseguido el puesto en Marukawa donde ahora desempeñaba sus funciones como futuro editor, no, ya no era un mocoso y había demostrado que era capaz de valerse por sí mismo, esas marcadas muestras de cansancio en su cara ya no tan infantil eran prueba irrefutable de lo mucho que había crecido el chiquillo en solo cinco años. -Soy caprichoso, soy egoísta, en serio quisiera encerrarte para que no puedas volcar tu atención en nadie más que en mí, ni siquiera necesitarías trabajar, yo puedo hacer que vivas sin preocupaciones hasta el fin de nuestros días...


-Sabes que ese no es...- Sin embargo, fue silenciado por un beso dulce, no permitiéndole completar el reclamo.


-Lo sé, no puedo hacerlo por mucho que quiera, solo serias infeliz si te aislara de esa forma. – Admitió con dolor en el orgullo, porque detestaba no poder hacer las cosas a su modo en ese punto. -Misaki, intentaré no volver a actuar de esta forma, pero tampoco puedo estar totalmente tranquilo asique no juegues con mis límites, te amo es por eso que todo lo que te involucra me inquieta.


El rostro del joven enrojeció aún más si es que eso era posible, hacía cuatro días que no tenía al escritor tan cerca de sí mismo y aquellas palabras estaban haciendo que su corazón latiera desordenadamente contra sus oídos.


¿Po qué? ¿Por qué el tampoco podía estar tranquilo ante el mayor? ¿Por qué se sentía así?


-Usagi-san yo...- Murmuró sin poder sostenerle la mirada ya, bajando sus ojos al suelo mientras descansaba inconscientemente su mejilla contra esas grandes manos que lo sostenían. -Lamento si he sido una molestia para ti estos días, pero es que no puedes tampoco hacer siempre lo que se te da la gana, por más que este ocupado con el trabajo y que... que te haya confesado lo de hace unos días...- No se atrevía a volver a tocar ese tema. -Y—Yo... tú sabes que solo quiero estar contigo. – Sus palabras se habían convertido en un hilo de voz casi inteligible, pero Akihiko había sido totalmente capaz de escucharlo.


-No es tu culpa, lamento ser así y temo que si sigo de esta forma solo terminaré por alejarte. – Agregó el escritor, arrimándose más a su cuerpo para alzar su rostro de nueva cuenta, apoyando su frente en la contraria.


Con manos temblorosas Misaki alzó sus brazos hasta aferrarse a la espalda de su novio. No, él no podría alejarse de Usagi, simplemente no podía imaginarse lejos de él, y aunque quería decírselo no podía, la vergüenza estaba apoderándose de todo su cuerpo, el nudo en su garganta crecía y las palabras simplemente no salían, aun así, esa tristeza, esa mirada anhelante que abnegaba los ojos de su pareja estaban pidiéndole a gritos que lo tranquilizara.


Armándose una valentía que no sabía que tenía, alzó su cabeza, y cerrando los ojos besó los labios duros y amargos del mayor, era apenas un roce, una delicada caricia que intentaba transmitir todo lo que sentía.


Una de las manos del más alto lo tomó con cuidado de la nuca luego de unos segundos de sorpresa y la otra se posó en sus caderas, sintió entonces la cálida lengua acariciando los pliegues de su boca, pidiendo permiso y no pudo más que separar sus labios y con timidez su propia lengua se acercó a acariciar la contraria.


Ese gusto amargo a tabaco y café que tan bien conocía, ni bajo tortura admitiría lo mucho que lo enloquecía. Los besos de Akihiko tenían esa capacidad de arrancarlo de la tierra, de llevarlo más allá de lo que conocía, de tranquilizarlo, de excitarlo, de enloquecerlo, de hacerlo olvidar todo lo que lo rodeaba.


Jamás había probado el sabor de otras bocas, ni el tacto de otras manos, pero eso no podía importarle menos.


-Misaki. – El temblor que recorrió su cuerpo cuando aquella profunda voz pronunció su nombre era algo que sabía, no podría provocarlo nunca otro hombre. Su cabeza casi daba vueltas, no sabía si era el mareo provocado por su cansancio o el simple estado que el escritor era capaz de provocar en él. -Te amo.


Las cosquillas que se extendía por cada gramo de su cuerpo ante esa confesión lo hicieron apretar más los ojos, y hundir sus dedos en la espalda del más alto, pero no tuvo ocasión de responder porque aquel sabor pastoso y abrumador volvió a apoderarse de su boca.


La bruma de las sensaciones fue invadiendo sus sentidos antes de siquiera notarlo había soltado a su amante. Usami pudo sentir que el menor quedaba laxo entre sus brazos en medio del ósculo y se alejó con cuidado mientras lo sostenía con firmeza, soltando una risa baja al notar que Misaki se había quedado totalmente dormido.


Bien, eso era enternecedor, pero aumentaba sus sentimientos de culpa. Había sido un idiota, inventado fantasmas donde no los había, aquellos que susurraban en las esquinas de su mente cosas como que el chico estaba interesado en alguien más o gritando con sádica saña que Misaki ocultaba su relación por vergüenza, porque en verdad no lo quería, que se negaba a esclarecer su relación ante Takahiro porque simplemente lo que tenían era un juego y mientras tanto el chico estaba dejando su alma, sudor y lágrimas en su trabajo, en convertirse en todo un hombre productivo ante la sociedad, madurando y creciendo para alcanzar sus propias metas.


¿Cómo pudo ser tan ciego y egoísta? ¿Privar a Misaki de crecer? ¿Cómo podía siquiera fantasear con algo así? ¿Cómo podía él, quien ya era un hombre con carrera y experiencia impedir que su joven novio experimentara la vida? Misaki no era un niño, antes de que se diera cuenta se habías transformado en esto, un hombre en construcción, lo único que superaba su orgullo eran sus propias inseguridades y no podía permitir que eso opacara el brillante futuro del castaño al que todavía le faltaba mucho por caminar.


Alzándolo cual princesa, subió las escaleras al primer piso, entrando en el cuarto que ahora compartían para dejarlo con cuidado sobre la cama.


Se tomó su tiempo para desvestirlo, sin lujuria ni deseo, solo un cálido sentimiento en su pecho que le recordaba lo orgulloso que estaba del menor. Finalmente lo arropó con todo el amor que le tenía y tras desvestirse se recostó a su lado, abrazando sus caderas para dejarse llevar por el sueño y dormir a su lado.


Aun había muchas cosas que aclarar, el tema de Takahiro acosaba su mente desde hacía un año y en los últimos tres días, aquel demonio había estado arrastrando sus cadenas, gritando a viva voz mientras arañaba las paredes de su mente, tirando muebles a su paso y desordenando todas sus ideas. Tenían que hablar de eso. Pero no hoy, no ahora, solo quería disfrutar de su compañía y apagar sus preocupaciones para poder disfrutar del hermoso regalo que era tener a Misaki a su lado.


-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


Mientras tanto, en otra parte de la ciudad el jefe del departamento de ventas encargado del sector de comics, Yokozawa Takafumi caminaba en dirección al complejo departamental de su pareja, Kirishima Zen, editor en jefe del departamento de Shounen Manga de Marukawa Shoten y jefe de la revista Japun. Hacía cuatro días que no tenía tiempo de siquiera respirar, mucho menos para ir a visitar a su pareja y su hija Kirishima Hiyori, el cierre de ciclo del departamento Emerald estaba teniéndolo muy ocupado con los planes de ventas y los pedidos de reimpresión de algunos volúmenes.


Sin embargo, el día de hoy, por muy agotado que estuviera, no podía negarse a ir a casa de los Kirishima, lisa y llanamente porque quien se lo había exigido fue Hiyori y se sabía incapaz de decirle que no a esa niña, quien se había convertido sin siquiera notarlo en la luz de sus ojos.


Hacia no mucho él y Kirishima habían cumplido dos años de relación ¿Cómo había pasado tan rápido el tiempo? No estaba seguro, en esos dos años muchas cosas habían pasado, su relación tuvo que enfrentarse a muchos obstáculos.


Perdido en sus pensamientos, recordó esos dos años donde habían tenido que pasar por locas acosadoras que intentaban quitarle al editor, y un chico que tenía una extraña fijación con él propio Yokozawa hasta problemas cotidianos que iban desde discusiones absurdas por la tendencia del mayor de hacer mofa continua del agente de ventas hasta la ya gastada conversación sobre cuando empezarían a vivir juntos incluyendo también las inseguridades del pelinegro sobre invadir el territorio que aun consideraba que le correspondía a Sakura o alguna otra mujer que fuera capaz de cumplir el rol de madre para Hiyo


Cruzó el portal del edificio, subió el ascensor y finalmente llegó a la puerta que marcaba el nombre de la familia que habitaba el departamento. Usando la llave que ya llevaba mucho tiempo en su poder entró en la casa. -Ya llegué. – Se anunció mientras se quitaba los zapatos maniobrando con el portafolios y la bolsa de dulces que llevaba en sus manos.


-¡Onii-chan!- Gritó Hiyori, corriendo hacia él, atravesando el genkan hasta llegar a su lado y abrazarlo. -¡Llegaste! ¡Bienvenido a casa! Estabas tardando mucho, pensé que no llegarías.


-Lo siento Hiyo, tenía mucho trabajo que hacer, toma te traje esto. – extendió la bolsa a ella, acariciando sus cabellos con cariño.


-¡Ah! ¡Gracias Onii-chan!


-¿Y a mí no me traes nada?- Preguntó Kirishima asomando su cabeza por el pasillo. Yokozawa frunció el ceño se mordió la lengua para no soltar el insulto que pugnaba por salir.


-¿Cuántos años tienes? – Preguntó fastidiado.


-¿Y eso que tiene que ver? ¿Acaso no puedo querer que me traigas un presente de vez en cuando? – Preguntó acercándose para pasar un brazo por sobre los hombros del menor, atrayéndolo contra su pecho.


-¡Quita!- Exigió, empujando al castaño lejos de él.


-Papá, Onii-chan ¡No sean inmaduros! – Reclamó la niña con el ceño fruncido, provocando un leve sonrojo en el rostro de Takafumi ¿A qué había llegado su vida para que una niña de doce años lo regañara? -¡Vamos adentro!


Suspirando decidió seguir a la pequeña al interior de la casa, empujando discretamente a su novio que le dedicaba una sonrisa de suficiencia con el único objetivo de fastidiarlo. -Hiyo ¿Para qué me pediste que viniera? ¿Sucedió algo?


-No, onii-chan pero aprendí una nueva receta en clase de economía doméstica y estuve practicándola, quería que la probaras. Seguro tienes hambre, te hemos esperado para cenar todos juntos ¡Siéntate que ya llevó los platos!


-Tú te tardabas mucho, y Hiyo no quiso dejarme probar bocado sin que estuvieras aquí. - Reclamó Kirishima mientras se sentaba a la mesa, la cual ya estaba totalmente dispuesta y le dio un trago a su lata de cerveza. -Voy a ponerme celoso, mi hija te prefiere a ti antes que a mí.


-Si no fueras tan molesto y no tuvieras una personalidad tan torcida, quizás ella te querría más.


-¡Ey! ¡Eso es cruel! – Se quejó el editor fingiéndose ofendido, pero aprovechando que Hiyo estaba en la cocina se acercó un poco más a su pareja susurrando en tono bajo y juguetón. -Pero tú me amas así, te encanta mi personalidad torcida.


-¡No asumas esas cosas por tu cuenta! ¡Nunca dije eso! – Se apresuró a responder con las mejillas apenas coloradas y el ceño notoriamente fruncido.


-Adorable...


-Sabes, intenta primero dormirte antes de empezar a hablar en sueños. – Se quejó con voz áspera antes de soltar un bostezo que se apresuró a cubrir con una mano.


-Ey, en serio estas cansado ¿Fue un día muy duro? – Preguntó ahora preocupado el castaño.


-Un poco, estoy en la planificación de una feria de promoción para varios autores y el cierre de ciclo de Emerald ha sido un poco conflictivo, Masamune se demoró mucho en entregarme los planes de ventas y eso solo significo más trabajo para mí.


-¡Aquí está la cena! – Interrumpió la niña con su dulce y cantaría voz, llevando consigo, casi a maromas, los tres platos cargados de un abundante estofado de carne y verduras.


La cena era una escena casi risible, increíblemente esta vez no era como siempre, no estaba llena de los comentarios audaces de Zen, ni de la enérgica charla de Hiyori contando todo lo que había hecho con su vida en los últimos días. No, el panorama era muy distinto, en el se podía ver al antes temido ojo salvaje de Marukawa cabeceando casi en sintonía con la niña, ambos con los entrecerrados haciendo esfuerzos inhumanos por terminar lo que había en sus respectivos platos.


Y entonces, la risa de Kirishima cortó el aire. -Ustedes dos, deberían ir a dormir, van a dejar caer sus caras en los platos y van a terminar totalmente embarrados, ya pasó tu hora de dormir Hiyo y parece que Yokozawa también necesita urgente una cama...


-Callate, estoy bien. – Protestó el agente de ventas, tan irritado como avergonzado por ser tratado como un niño. -Hiyo la cena esta deliciosa, pero tu si deberías ir a la cama en realidad es muy tarde.


-Estoy bien. - Murmuró la niña frotando sus ojos agotados con una mano. -No tengo sueño.


-Si te quedas dormida no te llevaré en brazos a la cama, Hiyo. - Advirtió su padre, aunque era una amenaza vana, él sabía que si su princesa se dormía claramente la llevaría hasta su cama para que descansara bien.


-¡Estoy bien, quiero hablar con Onii-chan! – Contestó la pequeña con las mejillas sonrojadas. -Es que no ha venido en un tiempo y lo extrañe ¿De verdad esta rica la comida, Onii-chan?


Ahí estaba de nuevo, ese sentimiento que llenaba su pecho. Felicidad. Si, no era otra cosa que felicidad, hacía poco más de dos años atrás jamás se hubiera imaginado que disfrutaría de una alegría como esa. Tener una... familia. No podía describir con palabras lo que se sentía llegar agotado del trabajo y disfrutar una cena junto a los Kirishima, donde Hiyo se había esforzado en cocinar algo nutritivo y delicioso para todos, extralimitándose con su hora de dormir para esperarlo a él, para hablar con él, como si realmente se tratara de su padre.


Si, ese era un asunto que rondaba su mente desde hacía unos meses. No podía evitar sentirse como el padre de Hiyo, y se había dado cuenta de eso con una claridad alarmante cuando llamarón del colegio para avisar que la niña había tenido un pleito con una compañera.


Aquello había sido un gran shock, Hiyo jamás había tenido ningún tipo de problema y lo que más lo había sorprendido fue que la escuela se comunicara con él. Correr no calificaba para describir lo que había hecho, había prácticamente volado a buscar a la niña a la escuela, sin preguntar demasiado sobre porque habían decidido llamarlo a él o de donde había sacado la institución su número. Su única prioridad era saber que había pasado con Hiyori.


Al llegar, se enteró que la siempre correcta y amable hija de Kirishima se había peleado a golpes, bueno no a golpes, pero si había habido empujones y tirón de cabello, con una de sus compañeras y ninguna de las dos involucradas había querido decir palabra sobre el motivo de la trifulca, es más aun al día de la fecha todos desconocían el motivo de semejante situación.


Luego de asegurarse que Hiyori estaba bien, aunque arrepentida y compungida por lo ocurrido decidió preguntar a las autoridades porque lo habían llamado a él y de donde habían conseguido su número. Y entonces recibió la gran noticia, Kirishima había hablado para que incluyeran su número celular en caso de que ocurriera cualquier cosa con su hija y él no estuviera disponible, alegando que él era alguien autorizado por sí mismo para el cuidado de la chica, dejando sus dantos como el tutor de Hiyori.


Eso lo conmocionó, y lo alegró tanto como lo había preocupado. ¿En qué estaba pensado Kirishima? Si, cierto era que de todos modos él se hacía cargo de la niña y que en otras ocasiones la había ido a buscar a la escuela cuando el editor no estaba disponible, pero eso fue como declarar abiertamente ante la escuela que ellos eran más que simples compañeros de trabajo.


Además, toda esa situación, ese voto de confianza abierta de parte de su pareja lo había hecho sentirse diferente, como que ese era un nuevo peldaño más que escalaban en su relación como una casi familia y lo asustaba. Se sentía como un padre para Hiyo pero no lo era, nunca lo sería, no tenía derecho a esos sentimientos, lo torturaban y hoy más que nunca su futuro se sentía incierto y turbulento.


Hiyori ya era una señorita, doce años es una edad complicada y no faltaba mucho para que comenzara a notar lo anormal de toda la situación. Que un hombre soltero de su edad frecuentara su casa, fuera casi su tutor, que tomaran vacaciones juntos, que durmiera cada vez con más frecuencia en el departamento, toda esa sumatoria de cosas que la mente más avispada y menso infantil de la preadolescente no tardaría en encajar para descubrir la verdad.


Habían discutido con Zen el tema solo una vez, desde entonces son se había vuelto a tocar y en esa ocasión el editor dejó más que claro que él iba a decirle a su hija la naturaleza de su relación, le había pedido que no se preocupara del futuro que pensara en el ahora y lo disfrutara pero la realidad estaba tocando a su puerta con más fuerza que nunca y sus preocupaciones estaban más vivas que las llamas del infierno, él día de la verdad estaba cerca y lo sabía.


No quería, tal como había dicho Kirishima: "subestimar" a Hiyo, pero no podía descartar la posibilidad de que a castaña se revelara ofendida y en contra de su noviazgo, que los odiara por haberlo ocultado por dos años, solo pensarlo hacía temblar su temple hasta los cimientos.


-Esta delicioso Hiyo, pero es mejor que vayas a la cama, mañana es sábado y tengo el día libre asique podemos hablar todo lo que quieras o salir a hacer algo, ahora es muy tarde y necesitas descansar. – Explicó con tono suave y paciente, ese que solo nacía tan sincero cuando hablaba con la Kirishima menor.


-Está bien, Onii-chan. Me voy a la cama, buenas noches papá, buenas noches Onii-chan. Vamos a la cama Sorata. - Llamó al gato que tras desperezarse en el sofá se bajó de un torpe salto, siguiendo a la menor hasta su cuarto.


-Deberías seguir tu propio concejo. – Alegó Kirishima mirándolo luego de que Hiyo se retirara. -Vamos a la cama.


No tenía fuerzas para replicar asique solo asintió. -Asegúrate de que este todo cerrado, iré a lavar los platos. – Pidió mientras se levantaba, recogiendo la mesa para hacer lo anunciado.


Antes de notarlo ya estaba en el cuarto de Zen, quitándose el traje con cansancio, hacía tiempo que se había resignado a los caprichos del editor de dormir juntos cuando se queda su casa, asique eso ya formaba de cierta forma parte de su rutina.


Luego de dejar las prendas en el cesto de ropa sucia se metió en la cama, en que ya era por excelencia su lugar. ¡Dios! ¿Cómo había llegado a esto? ¡Consideraba suyo el lado izquierdo de la cama de Kirishima! El sonrojo apareció de inmediato ante ese pensamiento, pero no tuvo tiempo para escandalizarse cuando la puerta se abrió dejando entrar un poco de la luz del pasillo mientras la figura alta del editor se veía claramente en el marco, vistiendo pantalones de algodón largos con su torso al descubierto mientras secaba sus cabellos con una toalla. Claramente recién salido de la ducha.


-¿Ya te dormiste?- Preguntó en tono suave, dejando la toalla colgada en el respaldar de una silla tras cerrar la puerta y se encaminaba a la cama.


-No, estoy despierto. De todos modos, esa hubiera sido una pregunta absurda si realmente hubiera estado dormido ¿No te parece?


-¿Estamos de mal humor? EL sueño te pone irritable, cariño.


-Hace el favor de no saltar con mierdas como esa a esta hora. – Reprochó giradose para darle la espalda, más el peso que sintió apoyarse del otro lado del colchón consiguió alterar un poco sus nervios.


-En serio eres adorable cuando estas todo cansadito...- La voz burlitas se dejó escuchar en un murmulló suave, mientras se inclinaba a besar levemente el hombro de su pareja.


-¡Ya! ¡Termínala! – Protestó escandalizado, girándose para encararlo y notando en esa sonrisa ladina que nuevamente había caído en los retorcidos juegos del mayor. -Idiota.


-Solo quiero mi beso de buenas noches.


-Bésame el culo, infeliz.


-Lo haría gustoso. – Contestó divertido ante el ceño fruncido de su pareja, pero antes de que le gritaran hasta el motivo por el que iba a morir, se inclinó para robar un suave beso de los labios del menor. -Buenas noches, Takafumi.


-Eres un...


-¡Vamos! ¿No puedes decir algo lindo como "Buenas noches, cariño"? – Preguntó con una sonrisa ladina mientras abría las mantas y se acomodaba en el colchón, arropando a ambos.


-Como si fuera a decir algo tan ridículo como eso. – Protestó, moviéndose en la cama para crear distancia entre ellos.


-Entonces di "Buenas noches, Zen". – Insistió, abrazando las caderas del pelinegro, impidiendo que se alejara de su lado.


-¡Ya basta de eso! ¡Y una mierda...! -protestó dándole un golpe suave a las manos que lo rodeaban. -¡Y suéltame!


-Esa actitud tsundere me encana ¿Lo sabias?


-Kirishima, haceme el favor de callarte. ¡Estoy cansado! ¡No me vengas con estas mierdas ahora!


-Sos tan lindo...- Bien, suficiente, no iba a seguirle el juego. Apretando la mandíbula simplemente se giró para darle la espalda y guardar silencio, rogando que con simplemente ignorarlo el hombre lo dejara en paz.


De todos modos, Kirishima no se daba por vencido con tanta facilidad, y abrazándolo, se acurrucó contra su espalda para poder conciliar el sueño juntos esa noche. Luego de varios minutos de silencio Yokozawa estaba entrando en el ansiado reino de los sueños.


Pero todo dio un giro terrorífico cuando en medio de su letargo escucho. –"Debemos decirle a Hiyori lo nuestro..."


Esas palabras se escucharon lejanas, aterradoras, intentó luchar con su conciencia para poder preguntar si realmente había escuchado bien o habían sido sus propios miedos lo que habían hecho sonar eso tan real, pero no pudo hacer nada. Sus parpados pesaban y a realidad perdía forma, obligándolo a seguir a Morfeo a sus terrenos.


Kirishima por su parte al no obtener respuesta se incorporó descubriendo el ceño fruncido de su amante que balbuceaba algo entre sueños. Había sido mala idea soltarle eso en ese momento, pensó que quizás estando el oso totalmente relajado y en una situación tan hogareña y segura como lo era esa podrían hablar del tema con calma, pero claramente el agente de ventas estaba incluso más agotado de lo que pensó y se había dormido sin poder evitarlo.


Bueno, no importaba, mañana sería otro día y podrían conversar mejor cuando volviera de lo que fuera que planearan hacer. Ahora simplemente disfrutaría del regalo que era poder dormir en su cama acompañado de la personaba que amaba.


-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


¿Qué era eso? Se sentía frio ¿Algo estaba tocándolo? ¿Y eso? ¿Qué eran esas cosquillas en su cuello?


-Misaki... - Ese susurro, conocía esa voz. Un jadeo escapó de su boca al sentir que algo húmedo rosaba la sensible piel detrás de su oreja, acompañando aquello con una escalofrió que recorrió su espalda, obligándolo a entreabrir los ojos ¿Dónde estaba? ¿Qué hora era? ¿Qué era lo que estaba aplastándolo? -Misaki... -Aquella voz se volvió nítida, y la sintió justo contra su oído. Entonces sus ojos se abrieron a toda capacidad, descubriendo a la enorme figura del escritor sobre él, mordisqueando el lóbulo de su oreja mientras acariciaba su torso desnudo con sus manos, espera ¿Desnudo?


-¡USAGI!- Gritó empujando al escritor lo más lejos que pudo. -¡¿Qué haces?! ¡SUELTAMENTE, PERVERTIDO!


-Solo quería despertarte de la mejor manera posible.


-¿Cómo rayos es esa una buena manera de despertar?- Gritó alejándose hasta que su espalda chocó con la cabecera de la cama, notando entonces que solo estaba en bóxer y que se encontraba en el cuarto que compartían. -¿Qué llegué aquí? ¡¿Por qué no tengo pijama?!


-Anoche estabas tan casado que te dormiste mientras nos besábamos, asiqué te traje al cuarto y no me pareció útil ponerte el pijama, además ahora necesito una recarga de Misaki y es bastante ventajoso que hayas dormido en bóxer, tienes que hacerlo más seguido.


-¡Ni loco! ¡Ahm...! -Jadeó al sentir que el hombre volvía a abalanzarse sobre él, depredando sus labios mientras lo recostaba de nuevo en el colchón. -¡Usagi-san! ¡Suéltame! – Protestó intentado alejarlo.


-Olvídalo, necesito de mi Misaki, ayer me dejaste encendido. - Afirmó contra sus labios sonrojado totalmente el rostro del aprendiz de editor, y aprovechando su desconcierto volvió a besarlo, acariciando la piel descubierta que tenía a su alcance.


-¡Yo no hice tal cosa! ¡P—Pervertido! – Alegó pero un nuevo gemido escapó de su garganta cuando el escritor mordió ese punto sensible de su cuello.


-Tu también me extrañaste, Misaki, lo sé.- Aseguró descendiendo con besos por su pecho mientras las manos temblorosas del menor lo empujaban débilmente de los hombros, intentado frenar sus avances.


-Usa-


-¡Usami-sensei!- El gritó se dejó escuchar al mismo tiempo que la puerta del cuarto se abría de par en par, dejando ver a Isaka, el actual presidente de Marukawa Shoten. -¡Es hora de irnos a la entrevista! ¡¿Eh?! ¡¿Aun no estas listo?!


Cómo toda respuesta Akihiko tomó con una mano el cobertor de la cama y los tapó a ambos con él, intentando volver a besar a su novio e ignorar totalmente al escandaloso empresario.


-¡USAGI! ¡SUELTAME!- Gritó ahora con desesperación el castaño, logrando a base de empujones quitarse den encima al millonario y huir del cuarto lo más rápido que pudo, pasando por un costado del que ahora era también su jefe absoluto para correr al living donde se encontró con Aikawa, perfectamente arreglada y preparando café. -Ah, buenos días Aikawa-san – La saludo de forma amable.


-Buenos días Misaki-kun ¿El sensei aún no está listo, verdad? – No era una pregunta, era más bien una afirmación, pero entonces el chico notó la mirada de la pelirroja sobre él, y recién entonces notó que había huido tan rápido que aún se encontraba en bóxer. ¡Eso era mucho peor que una pesadilla!


-¡Oh Dios! ¡Lo siento mucho, Aikawa-san!


-¡Akihiko, bastardo! ¡Lo prometido es deuda y tienes que ir a esa entrevista! - Gritaba Isaka mientras perseguía escaleras abajo al escritor que ahora que lo notaba ya se encontraba vestido.


-Usted no cambio de división a Misaki, Isaka-san, asique no hay trato, no voy a ir.- Aclaró el hombre mientras se sentaba en el sofá del salón encendiendo despreocupadamente un cigarrillo.


-¡Es tu maldito trabajo, Akihiko! ¡Y vas a ir! – Alegó Isaka, mirándolo con el ceño fruncido. Intentado usar esa discusión como distracción, Misaki volvió a subir las escaleras a paso rápido para poder vestirse, eso era demasiado bochornoso ¡Ese día no podría haber empezado peor! Pero justo cuando estaba a mitad de las escaleras lo escucho. -¡Chibi-tan! ¡Cumple tu parte del trato! – Lo acusó girándose a mirarlo, y de golpe, era el centro de atención de todos los presentes.


Ese era, por lejos el momento más vergonzoso de toda su vida. -Isaka-san, solo déjeme ir a cambiarme y yo...


-¡Misaki no tiene nada que ver en esto!


-¿Ah, es que no sabes? – Preguntó el empresario mirando a Usami. -A cambio de no cambiarlo de sección, Chibi-tan prometió que se haría cargo de que tu cumplieras lo que me prometiste durante este mes.


Los ojos furiosos del escritor ahora estaban posados en él, que vulnerable como nunca en su vida, temblaba a media escalera en bóxer mientras balbuceaba tonterías.


-¡¿Por qué hiciste eso?! -Exigió saber el mayor.


-¡Usagi-san, solo cumple con tu trabajo! ¡Es algo que tienes que hacer y punto yo no debería tener que convencerte de hacerlo! ¡No causes problemas! – Reprochó entonces en su defensa para luego huir a ponerse algo encima, escuchando una vez en el cuarto la discusión a voces que tenían los demás en el salón.


Ah, en serio ¿Cómo había terminado así? Estaba terminando de cambiarse cuando el portazo tras de si le hizo dar un brinco, girándose para encarar a su enfurecido novio. -¿U—Usagi-san?


-Iré a la maldita entrevista, y haré lo que el idiota de Isaka quiere por este mes, pero...


-¿U—usagi?- Casi tembló al contestarle mientras retrocedía cada paso que el millonario daba en su dirección hasta quedar totalmente acorralado entre la pared y esa filada mirada que no auguraba nada bueno.


-Pero esto va a costarte Misaki, espero que te prepares... -Tras soltar esa advertencia contra sus labios le robó un beso que dejó al castaño sin aire en sus pulmones, pero luego alejarse con dirección al armario, arreglándose con uno de sus finos trajes para la dichosa entrevista.


¿Qué había sido eso? ¿Qué se preparará? ¿Qué significaba eso? Estaba tan pasmado que apenas volvió a la realidad cuando el escritor le anunció que no volvería muy tarde antes de salir del cuarto.


Podía sentirlo, todo en su cabeza eran sirenas rojas que sonaba ruidosamente alertándolo. ¡Había cavado su propia tumba! Tragando saliva le rezó internamente a su hermano y a sus padres que lo rescataran de lo que fuera que Usami Akihiko tuviera preparado para él.


Continuara. –


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).