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Resolviendo dudas existenciales por Sioa Shun

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San Miguel de Tucumán, Tucumán. Argentina. Domingo 26 de Mayo del 2019.


Resolviendo dudas Existenciales.


Capítulo 8: Un resultado Inesperado.


By Sioa Shun Uchiha-san


Había sido un sábado norma, había despertado temprano apenas sintió movimiento en la cocina, Hiyo, como era su costumbre, había despertado antes que ellos y estaba haciendo el desayuno para todos acompañada de un adormilado Sorata que se frotaba suavemente entre sus piernas. Sin vacilar, ofreció su ayuda para terminar de preparar los alimentos y luego había ido a despertar al desparpajo de ser humano que tenía por pareja.


Habían desayunado juntos, luego ido a hacer las compras para la casa, almorzaron y luego por la tarde habían ido al cine, donde como siempre, Kirishima había intentado tomar su mano dentro de la oscura sala y en cuanto Hiyo se había levantado por ir al baño se las había ingeniado para robarle un beso, ganandose varios reclamos de su parte por su descarado y caprichoso comportamiento. Luego de la película habían paseado por el shopping, comprado algunas cosas para la alegre niña que los acompañaba y habían cenado fuera en un concurrido restaurante familiar de la zona.


Ahora estaban en casa, Hiyo estaba en su cuarto ya dormida y él acompañado de su novio descansaban en el balcón mientras fumaban y bebían una lata de cerveza cada uno. Estaban en un silencio tenso. Al menos para él lo era, Kirishima estaba a su lado y parecía indolente a lo inquieto que él se setía.


La noche anterior había escuchado algo aterrador, no estaba seguro de si había sido aquello causa de su cansada mente que decidió hacerle una jugarreta o realmente el castaño había pronunciado esas palabras y ciertamente le aterraba preguntar, no era algo para lo cual se sintiera preparado.


Hablar con Hiyori. Decirle a esa niña que se había convertido en la luz de sus ojos sobre la relación que él y Zen sostenían era algo que no estaba dispuesto a hacer. Los miedos se lo comían vivo ¿Y si ella los odiaba?


Desde la primera vez que había puesto un pie en la residencia de los Kirishima y había reparado en el altar de Sakura que no sentía con el derecho de ser parte de esa familia. Él sabía que ese lugar debía ocuparlo una mujer, una que pudiera ser una madre para Hiyo, alguien que pudiera acompañar a la niña en el camino torrido que estaba por empezar, la niña tenía un pie en la adolescencia, doce años era una edad complicada y ella necesitaba a una mujer para guiarla, no a él, un hombre amargado con un trabajo igual de exigente que el de Kirishima, pero lo más importante, era hombre, él no podría nunca tomar el lugar de una amorosa madre.


-Takafumi... - Esa voz lo hizo volver a la realidad y giró su mirada a su pareja que sonreía ladino mientras sostenía la lata de cerveza entre sus largos y firmes dedos. -Llevas cinco minutos con el cigarrillo apagado entre los dedos ¿En qué piensas?


-¿Y eso qué te importa?- Contestó hoscamente, sintiendo sus mejillas arder al ser descubierto absorto en sus pensamientos.


-Oh ¿Con qué esas tenemos? - Preguntó risueño, ladeando su rostro ligeramente sin apartar sus hermosos ojos de las mejillas teñidas del más joven. -¿Es por lo que te dije anoche, Takafumi?


El agente de ventas se congeló por unos segundos girando lentamente su cabeza para confrontar la mirada ajena con el ceño notoriamente fruncido. -¡Entonces realmente lo dijiste! ¿Estas loco, Kirishima?


-Vamos, Takafumi, tranquilizate.- Alegó tomando la cajetilla de cigarrillos que estaba en la pequeña mesita entre ellos para tomar uno y llevalo a sus labios, encendiendolo con parsimonia para después dar una larga calada. -Pensé que si tocaba el tema cuando estuvieras relajada sería más sencillo, pero mi osito gruñon estaba cansadito y se quedó totalmente dormidito.


-¡Al carajo con tus diminutivos de mierda, Kirishima-san! ¿Querés hablar seriamente por una vez en tu vida?- Pidió tirándose hacia atrás el cabello con una de sus manos, negando suavemente su cabeza por la estúpida actitud de su pareja. -No necesito tus estupideces ahora ¿Cómo es eso de que debemos decirle?


El castaño sonrió y alejó el cigarrillo de su boca, exhalando suavemente el humo mientras se acomodaba en su asiento. -Lo he estado pensado, Takafumi ¿Que dirías si te pidiera venir a vivir conmigo?


-No. - Se limitó a contestar sin perder el rubor de sus mejillas, sintiéndose cada vez más nervioso.


-¡Oh! ¡Eres cruel, Takafumi!- Se quejó con el ceño fruncido. -¡Es lo más lógico del mundo que vivamos juntos!


-¿Me querés explicar qué tiene de lógico dos hombres compartiendo casa con una niña de doce años?- Inquirió con fastidio.


-Bueno, llevamos dos años de noviazgo y prácticamente vives aquí, en mi armario hay por lo menos cinco trajes tuyos completos, tienes un cepillo de dientes y un peine en el baño, tienes tu propio delantal para cocinar, y hay fotos por toda la casa de las dos vacaciones que hemos tomado juntos, además tu gato vive aquí desde hace casi dos años y tienes las llaves de la casa.- Enumeró con una sonrisa ganadora mientras observaba complacido como su novio se quedaba sin argumentos. -Yo tambien tengo las llaves de tu departamento, pero apenas si vas a dormir ahí poco más de una semana al mes y ni siquiera en días consecutivos.


-¿Por qué me tenes que venir con toda esta mierda ahora, Kirishima-san?- Replicó frotando el puente de su nariz con dos dedos, intentando disimular su bochorno, porque por mucho que quisiera rebatir cada una de esas cosas todas eran ciertas ¡Se sentía dueño del lado izquierdo de la cama de Kirishima-san por el amor de Dios bendito! Pero simplemente no podía aceptar aquello, aún tenía dudas, muchas dudas.


-¿Qué pasó con nuestro acuerdo de decirnos por nuestros nombres en privado? - Preguntó el castaño haciendo un infantil puchero.


-¡Yo nunca acepté tal cosas! ¡Vos sos el que se la pasa llamándome "Takafumi"! ¡Vete al diablo, Kirishima-san!- Alegó acercándose al barandal del balcón, buscando inspirar algo del aire de la noche para tranquilizarse. -No voy a mudarme aquí y no vamos a decirle nada a Hiyo.


-No sabes lo adorable que te ves comportandote así, todo ofendido por una tontera.


-¿Adorable? ¡Soy un hombre, por el amor de Dios!- Se quejó intentando no alzar el tono, no quería despertar la otra residente del departamento.


-Los hombres pueden ser adorables.- Contestó soltando una leve risa. -Takafumi ¿Qué es lo que te altera? Te dije que no debes subestimar a Hiyori, ella entenderá, yo no he criado a una joven prejuiciosa.


-Kirishima-san, yo no puedo simplemente mudarme aquí y decirle a Hiyo de lo nuestro, no es correcto ¡Deberías estar buscando una esposa en lugar de estar tonteando conmigo! - Reclamó, silenciandose inmediatamente después de decir aquello. Sus propias palabras habían roto algo dentro de él ¿Qué pasaría si Kirishima finalmente recapacitaba? ¡¿Y si realmente iba a buscar una mujer para completar su vida?! ¿Qué pasaría con él? ¿No le había alcanzado ya con sentir su corazón roto con Takano?


Kirishima lo miraba serio y en silencio, su siempre apacible rostro ahora mostraba un ceño fruncido poco habitual, no tuvo tiempo a reacción cuando sintió una gran mano tomandolo por el cuello de la camisa, lo siguiente que supo fue que estaba siendo besado y que él correspondía como si a pesar de tener el cerebro nublado su cuerpo supiera exactamente qué hacer.


-No vuelvas a decirlo.- Dictaminó el editor, alejándose solo lo necesario como para poder hablar aun algo agitado después del beso. -No voy a buscar a ninguna mujer, Takafumi, sabes que te amo.


Cerrando sus ojos, no tuvo más opción que respirar profundo mientras sus manos se apoyaban a cada lado de la cadera contraria formando una especie de abrazo mientras sentía los largos y ásperos dedos del mayor recorrer sus mejillas en un mimo dulce. -Kirishimas-san, aún así, no puedo mudarme aquí, suponiendo que habláramos con Hiyo y no estoy diciendo que vayamos a hacerlo, que yo me mudara puede ser un shock, es demasiado repentino ¿Y tus padres? Ellos preguntarían, ya deben estar bastante preocupados de que yo pase tanto tiempo aquí, tu familia siempre hace preguntas respecto a si vas a volver a casarte o si tienes novia, han incluso interrogado a Hiyo pasa saber si traes a alguna mujer aquí.


-Ey, alto ahí.- Lo detuvo, interrumpiendo la perorata con una sonrisa suave, relajando un poco la expresión de su rostro. -Le he dejado claro a mi familia un millón de veces que no voy a casarme con otra mujer.- Expuso con calma. -Hiyo tampoco tiene intención ni quiere tener "una mamá", ella ya ha dicho antes que es feliz con nosotros dos y Sorata creo que eso debería dejarte tranquilo con respecto a si aceptara o no nuestra relación y mis padres...- Hizo una leve pausa y el corazón de Yokozawa se detuvo al ver la sonrisa felina bailoteando en aquellos gruesos labios. Conocía esa expresión, esa era la cara que ese descarado intento de ser humano ponía cuando se mandaba una de las suyas ¿Qué carajos había hecho ahora Kirishima? -Ellos ya lo saben, tranquilo, les dije que vos todavía no querías una presentación formal y eso pero saben que somos pareja.


Fue como si un balde de agua helada sacada del mismísimo ártico le cayera encima, su boca se abrió pero era incapaz de pronunciar palabra, para cuando el editor en jefe explotó en carcajadas su cuerpo decidió moverse y se apartó con un brutal empujón. -¡TE HAS VUELTO TOTALMENTE LOCO, ZEN! ¿CÓMO SE TE OCURRE DECIRLES SIN CONSULTARME PRIMERO! - Estaba seguro de que sus gritos habrían despertado a medio edificio pero no había sido capaz de modular su voz, la impresión era demasiado grande.


Aun entre carcajadas el castaño negó un par de veces con su cabeza, sosteniendo su estómago con ambas manos, sabía que su temperamental novio le iba a acomodar las ideas a patadas si no se callaba y le explicaba pero ¡Es que su cara había sido un poema! ¡No podía esperar que no se riera si le ponía esa expresión! Sabía que Takafumi iba a tener una reacción así cuando se lo dijera, pero es que eso no quitaba que había sido un espectáculo digno de ver.


-¡Zen! ¡Deja de reirte y explicame! ¿En qué carajos estabas pensando al decirles? ¡¿Estabas pensado siquiera?! - Preguntó intentado mantener su histeria a raya. -Si esta es una de tus bromas ¡Te juro que te arrojaré del balcón!


-No, no, no es una broma.- Contestó finalmente ahogando sus risas y tranquilizandose un poco. -Mi madre comenzó a sospechar, es mi madre ¿Sabes? Ella fue la primera en darse cuenta de que algo pasaba, más que nada porque notó que yo estaba enamorado y al saber que tu estabas aquí todo el tiempo, que cuidas a Hiyo y que ella no deja de hablar de ti siempre que va a visitarlos pues, mi madre es una mujer lista, solo ato cabos y decidió preguntarme directamente si entre nosotros había algo ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué le mintiera?


-¡Si! ¡Por al amor de Dios! ¡Ni siquiera la conozco!- Intentó hacerle ver lo obvio, pero la sonrisita estúpida del mayor no desaparecía.


-¡Vamos! ¡Es mi madre! Mentirle no habría tenido sentido, iba a darse cuenta.- Alegó encogiéndose de hombros. -No tienes que preocuparte, estoy feliz, Hiyo está feliz, así que ella está encantada y si, quiere conocerte, se muere por conocerte.- Explicó relajadamente. -Le dije que mi osito gruñon es un poco complicado y lo entiende, pero está esperando que te presente, ella se lo dijo a mi padre y él lo tomó bastante bien, así que no hay problemas.


-¿Cuándo exactamente ocurrió todo esto?- Preguntó casi con temor a la respuesta, sus suegros estaban plenamente conscientes de que ellos eran más que sólo compañeros del trabajo y eso ya alcanzaba para tenerlo cercano a un infarto, no sabía si aguantaría más información esa noche.


-Bueno, lo supieron después del problema con mi ex compañera de la universidad ¿La recuerdas?- Consultó arqueando una ceja.


El agente de ventas tragó saliva con dificultad y tras unos instantes se atrevió a contestar. -Si, pero eso ocurrió hace más de un año.


-Exacto.


Estaba en shock, con manos temblorosas tomó un nuevo cigarrillo y lo encendió para intentar aclarar sus ideas, increíblemente Kirishima parecía dispuesto a darle ese espacio para pensar, puede que fuera un idiota de cuidado pero hasta él sabía que aquello no era un asunto de chiste.


Yokozawa estaba alterado, fumaba con nerviosismo y el pulgar de la mano que sostenía el cigarrillo golpeteaba constantemente el filtro del mismo para deshacerse de las cenizas que ni siquiera llegaban a formarse. Sus suegros lo sabían y parecían aceptarlo, su novio le pedía formalizar ¡Formalizar! ¿Cómo se supone que dos hombres formalizan? ¡Había una niña de por medio, no podían tomarse las cosas tan a la ligera! ¿Y sus propios padres? Sus padres venían preguntandole desde hace años cuando se casaría, cuando tendría una novia, cuando presentaría a alguien aquella gastada conversación siempre terminaba con su cansada madre recitando: "El trabajo es una esposa ingrata, cariño, cuando estés mayor el trabajo no se encargará de cuidarte, ni te dará amor o una familia, estoy preocupada por ti, Takarumi." Su madre era una mujer dulce que se preocupaba por su bienestar y en más de una ocasión había también reclamado que quería tener nietos antes de estar demasiado vieja como para jugar con ellos. Su padre era otro tema, jamás habían tenido una buena relación aunque quizás lo más correcto sería decir que ellos no tenían una relación, la última conversación relevante que había tenido con ese hombre se remontaba a su temprana adolescencia y no la recordaba bien, era un hombre apático y distante, quizás él no fuera a armar un escándalo por saberlo homosexual, dudaba si quiera que eso le importara pero ¿No se supone que cuando formalizas una relación tienen que presentarse las familias? ¿Kirishima pretendía eso? Terminar encerrados en un cuarto ellos con sus padres sonaba a un escenario casi dantesco.


-Takafumi, somos adultos.- Aquellas palabras hicieron que volviera a la realidad y girándose, apoyó su espalda en el barandal para poder observar el gesto nuevamente serio de su novio. -Vos y yo sabemos que lo nuestro no es una aventura pasajera, vamos dos años juntos y espero que hayan muchos más ¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo?


-Zen, no es tan simple.- Con el rostro ardiendo de vergüenza, miró a un costado. -Ambos somos hombres ¿Sabes lo que eso puede afectar a Hiyo? ¿A lo que la gente le diría? Además... vivir juntos... ¿No te parece que eres ingenuo?


-Lo que me parece es que actúas como un cobarde. - La respuesta había salido llana, sin ningún timbre de molestia en ella. Si quería quizás describir alguna emoción en esas palabras la única que encajaba era la indiferencia o quizás la resignación.


-No es cobardía, Zen, pero tengo muchas dudas.- Alegó mordiendo la cara interna de su mejilla derecha con ansiedad. -Entiendo que Hiyori ya está grande, pronto empezará a hacerse preguntas respecto a porqué un hombre soltero de mi edad prácticamente vive aquí y comparte el cuarto de su padre, a porqué tengo autorización para retirarla del colegio o porqué eres tan denso a mi alrededor, no te molestas ni un poco en disimular cuando te dispones a acosarme. - Explicó su punto con dificultad. -Es casi una adolescente, va a llegar a la conclusión tarde o temprano, no voy a insultar su inteligencia creyendo que va a creer toda su vida que solo somos amigos.


-No insultas su inteligencia pero te empeñas en pensar en el más trágico de los escenarios creyendo que va a odiarte cuando sepa la verdad ¿Cierto?


Era desesperante al mismo tiempo que aterrador y tranquilizador que Kirishima fuera capaz de leerlo con tanta facilidad y certeza. LLevando una mano a su rostro, lo cubrió mientras soltaba un largo suspiro, antes de darse cuenta sus ojos estaban ya empañados. -No sabría qué hacer si ella me odia, Zen. - Explicó finalmente con la voz entrecortada. -Yo... Yo nunca seré su padre, no puedo ocupar el lugar de una madre, no soy una mujer, pero yo... - Tartamudeó incapaz de seguir hablando, sintiéndose humillado al verse reducido al llanto frente a una persona que admiraba y que amaba tanto como su pareja. -¿Es tan terrible que la quiera como si fuera mi hija? - Preguntó al aire con su voz tomada por la angustia. -No podría tolerar que ella no quisiera volver a verme, que me despreciara, yo no puedo ser su padre pero... pero...- No pudo terminar de hablar, unos largos y fuertes brazos estaban rodeándolo y una cálida mano se paseaba suavemente por sus cabellos.


-Takafumi ¿Qué tiene de malo que te quiera a nuestro lado? Mi hija te adora, ella no va a odiarte, no es capaz de tal sentimiento.- Explicó con suavidad. -Además, estoy seguro de que estará feliz de poder presumir que tiene dos padres tan increíbles como nosotros ¿Verdad? A veces hasta creo que te quiere más que a mi.


Un risa floja escapó de su labios en medio de sus lágrimas y llevó sus brazos a envolver la espalda del hombre frente a él. -Si no fueras un desastre quizás te querría más.


-Takafumi.- Lo llamó apartándose un poco para poder después apoyar su frente en la contraria, observando aquellos profundos ojos azules anegados de llanto. -Te amo.- Declaró inclinándose a besar sus labios de forma casta por unos meros segundos. -Quiero que seas parte de mi familia, hay que decirle a Hiyo ya no podemos posponerlo.


-Te odio tanto...- Murmuró cerrando sus ojos con el ceño fruncido, sintiendo la calidez que se extendía por su cuerpo y nacía en su pecho ante aquellas palabras y la risa clara y dulce de su novio no ayudaba en nada a calmar esas emociones.


-Se lo diremos mañana. - Decretó el editor, volviendo a besar sus labios esta vez más apasionadamente. -Pero ahora, vamos al cuarto que no puedo esperar a hacerte el amor.


-¿De qué rayos estás hablando? ¡Hiyo esta dormida! ¿Perdiste la cabeza?


-No se despertará si no haces mucho ruido. - Alegó entrelazando sus manos para llevarlo a rastras al cuarto, riendo mientras escuchaba las protestas en voz contenida del más joven, alegaciones que de nada valdrían, porque una vez en su habitación lo arrojó sobre la cama. No pensaba escuchar sus excusas, había tenido a Yokozawa llorando entre sus brazos mientras confesaba que se sentía padre de su hija ¿Qué mejor afrodisiaco que ese? ¡Ay, como amaba a ese oso!


-.-.-.-.-.-.-.-.-


¡Iba a matarlo! Juraba que iba a encontrar la forma de deshacerse del engendro de su novio en algún momento. ¡Le dolía caminar! ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo se le ocurría a Zen atacarlo así con una niña de doce años durmiendo en la habitación de al lado?


Estaba tan tentado a dejar caer veneno para ratas en el plato de desayuno del editor.


-¡Onii-chan! ¿Estás bien? - Preguntó Hiyo alegremente mientras encendía la cafetera, mirando curiosa el gesto enfurruñado del mayor. -¿Estás enojado? ¿Papá hizo algo tonto de nuevo que te molesto?


¡Estupido Kirishima! ¡Hasta la niña sabía que cuando estaba enojado la culpa la tenía él! -No, Hiyo-chan, solo no dormí del todo bien.- Explicó estirando una mano para acariciar suavemente sus castaños cabellos. -No te preocupes.


-¿No dormiste bien? ¿Por qué?


-No lo sé, solo me costo un poco dormir, no te preocupes, ve a despertar a tu padre yo me encargo del reso.- Le pidió y tras ver a la chica asentir y alejarse, resopló entre dientes.


Estaba terminando de poner la mesa con todos los alimentos cuando padre e hija entraron a la estancia, Zen se veía aun adormilado pero eso no le quitó su retorcido sentido del humor.


-¡Oh! ¡Takafumi! ¡Qué buena esposa! ¡Me esperas con el desayuno servido y en delantal! ¡Quiero me besito de buenos días!.


-¿Aún sigues dormido? ¿Quieres que te despierte a patadas?- Preguntó alzando la voz y frunciendo el ceño. -¡Sentate a desayunar y dejá de decir estupideces!


Riendo el editor se sentó en su lugar, y tomó su taza de café, inspirando extasiado el aroma que emanaba sin perder su jovial sonrisa. -Pero qué temperamento y eso que es muy temprano, envejeceras rapido si siempre estás tan mal humorado, Takafumi.


-¿Y de quién es la culpa?


-No lo sé ¿De quién será?


-No tenes vergüenza. - Protestó distrayéndose ante el musical sonido de las carcajadas de la niña que acababa de sentarse con ellos a la mesa, tomando su chocolatada con alegría.


-Papá y onii-chan siempre están discutiendo por tonterías, papá deberías no molestar tanto a Onii-chan.- Comentó mirando con reproche al castaño.


-Mi propia hija en mi contra ¿No te da vergüenza, Takafumi? ¡¿Cómo osas ponerla de tu lado?!


-Si no fueras un tonto, ella te defendería. - Alegó divertido y conmovido por la actitud de Hiyo, disponiéndose a disfrutar de su propio café.


-Papá, Onii-chan, hoy es un lindo día ¿Les gustaría ir al parque a almorzar ahí? ¿Podemos tener un día de pic-nik?- Preguntó emocionada la castaña.


-Oh, me parece un idea increible, Hiyo, claro que podemos ir. - Aceptó calmadamente Zen. -Mientras tu y Takafumi preparan todo yo usaré la mañana para ver algo del trabajo ¿Está bien?


-Si, papá.


Tras terminar su desayuno, cada uno siguió a la suyo, Kirishima como lo había dicho se instaló en la mesa del comedor con la computadora, totalmente absorto en el trabajo mientras Yokozawa y Hiyori preparaban la canasta con todo lo necesario para el pic-nik, además de ponerse a preparar juntos la comida que llevarían.


Antes de darse cuenta estaban en el parque, eran cerca de la una del medio día y no eran la única familia que había tenido esa idea. Se habían tomando el momento para almorzar entre amenas charlas y luego de la comida, Hiyo se las arregló para convencer a Yokozawa de jugar a la pelota con ella.


Zen miraba desde la manta a la sombra de un frondoso árbol como su hija y su novio correteaban por el lugar entre risas y juegos, no pasó desapercibido para él la mirada de varias mujeres cercanas. Le molestaban, Yokozawa siempre se empeñaba en que él no era atractivo ni un buen partido, parecía no darse cuenta de todas las miradas que levantaba, en parte agradecía que ese exterior duro e inaccesible de su pareja desalentara a las personas de acercarse a él. Takafumi era una excelente persona, pero si, intimidaba como el diablo, suerte que él era el único que conocía su lado más dulce, verlo hornear galletas en su cocina en compañía de Hiyo usando un tierno delantal era algo tan suyo que al mismo tiempo que quería compartirlo quería guardarlo para que nadie más conociera eso del agente de ventas, si todos supieran lo tierno que podía ser su oso tendría muchisimos más pretendientes de los que él podría espantar.


Estaba tan perdido en sus pensamientos que para cuando regresó de Yokozawa-landía, tenía a su hija pasando una mano frente a su rostro con gesto algo preocupado.


-¿Estás bien, papá? ¡Mira! ¡Onii-chan nos compró helado! - Dijo emocionada, sentándose cerca de su padre para entregarle el cono de crema helada.


-Oh, qué considerado de su parte, gracias Takafumi. - Dijo alzando su mirada a su pareja que tenía una ceja arqueada.


-¿Qué pasa? ¿Temas del trabajo?


-No, no, nada de eso.- Alegó encogiéndose de hombros. -Solo los miraba jugar y pensaba que tengo suerte de tenerlos.


-¡PAPÁ! ¡KIRISHIMA-SAN!- La protesta de sus amores avergonzados lo hizo estallar en carcajadas y sin prestarles atención comenzó a comer su helado.


-Ah, Hiyo...- Llamó la atención de su hija, que inmediatamente se giró en su dirección ante su llamado. -Sabes, hay algo que Takafumi y yo queremos decirte, hija.


El agente de ventas se atragantó con el helado y comenzó a toser con fuerza mirando a su pareja con sorpresa. -¿Estas bromeando, verdad? ¡¿Ahora?! ¡¿Aquí en el parque?!


-Si ¿Por qué no? Es un buen momento, estamos pasándolo bien.- Contestó alegre.


-¿Algo que decirme? ¿Hice algo malo?- Preguntó la jovencita algo confundida, sentandose de piernas entrecurzadas sobre la manta. -¿Estás bien, Onii-chan?


-Estoy bien, Hiyo, tu padre solo va a matarme de un disgusto un día de estos. - Alegó sentandose también con inseguridad junto a su pareja, Zen parecía alegre, pero la mirada en sus ojos le había dicho que no tenía escapatoria. No se sentía preparado pero ¿Cuándo lo está uno para dar semejantes noticias?


-No hiciste nada malo, Hiyo.- Explicó Kirishima de forma relajada, estirando una mano para tomar la de su pareja con suavidad ante la mirada curiosa de la pre-adolescente. -Pero hay algo importante que nosotros tenemos que explicarte.


-¿De qué se trata, papá?


Kirishima giró su rostro para observar el gesto nervioso y preocupado de su novio y respiró profundo, claramente Takafumi no iba a decir una sola palabra, las cosas estaban entonces en sus manos. -Hija, tu sabes que Takafumi es un gran amigo mío y que ha estado mucho tiempo con nosotros en estos dos años, que yo lo quiero mucho ¿Cierto?


La chica frunció apenas el ceño ante ese extraño discurso, pero aun así asintió con su cabeza. -Si, sé que se quieren mucho aunque peleen todo el tiempo porque tu eres muy infantil, papá.


-¡Ey! ¡No todo es mi culpa!- Protestó el editor, haciendo un leve puchero ante la risa que su novio soltó, divertido por las palabras de su hija. -Bueno, no importa, lo que queremos decirte es que si, nosotros nos queremos mucho.


-Si eso ya lo sé papá, no entiendo.- ¿No podía ser cierto, verdad? Ella tenía que estar mal entendiendo algo, su padre y su Onii-chan solo eran amigos ¿Verdad?


Tenso, Yokozaba carraspeó, atrayendo la atención de esas dos personas que se habían convertido en su mundo. -Lo que tu padre intenta decir, Hiyori es que nosotros...- Tartamudeó, sintió que su lengua estaba enredada y era muy difícil moverla para modular palabras, la niña de sus ojos los miraba inquieta y con un brillo de duda extraño bailoteando en sus bellos ojos castaños. No se atrevía, simplemente no podía decirle lo que ocurría, no tenía corazón para despedazar así las ilusiones de una chiquilla.


-¿Ustedes qué, Onii-chan?


-Nosotros somos pareja, Hiyo.- Dijo finalmente Kirishima poniendo toda su atención en la reacción de la menor que ahora los miraba con sus parpados abiertos a toda su capacidad, las mejillas rojas y su boca abierta. -Desde hace dos años que somos novios, eres un niña lista, sabes lo que ser novios significa ¿Verdad? - De forma casi robotica la chica asintió, sin salir de su estado de sorpresa. -Nos tomó mucho tiempo decirte esto porque muchas cosas pasaron y queríamos estar seguros de nuestra relación antes de que lo supieras, pero ya es tiempo de que te enteres.


El silencio se volvió ensordecedor, los adultos estaban tensos y preocupados por la falta de respuesta de la chica, Yokozawa sentía su corazón tan acelerado por el miedo que sin pensarlo apretó más fuerte la mano de Kirishima que se entrelazaba con la propia y a cambio recibió un apretón igual de fuerte.


¡No podía creerlo! ¡Estaba pasado! Un sollozo cortó el aire, haciendo que el corazón de ambos adultos se detuviera, y sus lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, al darse cuenta de que estaba llorando llevó ambas manos a su cara para frotar sus ojos con sus puños.


-Lo siento...- Se disculpó entre sollozos.


-¡Hiyo!- Desesperados, ambos hombres se acercaron a ella dejando caer sus helados sin siquiera notarlo y rodearon a la menor entre ellos en un suave abrazo, más fue el padre de la chica el primero en hablar mientras tomaba sus manos para alejarlas de su rostro. -Hiyo ¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras, Hija? - Estaba preocupada, nunca había siquiera pensado que ella pudiera largarse a llorar con la noticia.


Yokozawa estaba devastado, sabía que eso podía pasar, esa era su pesadillas recurrente, Hiyori lo detestaba pero en un intento desesperado por no dejar ir su felicidad abrazó un poco más fuerte a la niña. -Hiyo, por favor...- Suplicó, no muy seguro de qué quería conseguir con eso.


La niña negó con su cabeza entre sollozos y alzó ambos brazos para rodear el cuello de ambos preocupados hombres. Los estaba asustado y ella no quería eso. -Lo siento, perdón.- Se disculpó de nuevo, apartándose poco después para frotar de nuevo sus ojos con sus puños y así detener el llanto. -Yo...


-Hiyo, por favor, dinos qué ocurre.- Suplicó Zen viendo a su hija apartarse después del abrazo y tragó saliva con dificultad, por primera vez tenía dudas de si confesarle aquello a la chica había sido correcto o no, pero se le acababan las opciones, su hija ya lo sabía y ahora debía atenerse a consecuencias.


-Perdón, no quería asustarlos.- Dijo finalmente luego de calmarse un poco, mirando a ambos con una enorme sonrisa en sus labios que dejó a sus padres totalmente confundidos. -¡Es solo que estoy muy feliz!


-¿Qué? - La pregunta había abandonado los labios de ambos al mismo tiempo, aunque Yokozawa la había soltado un poco más alto debido al desconcierto.


-¡Si! ¡Estoy feliz!- Explicó la niña ahora soltando suaves risitas mientras intentaba contener el llanto que quería volver a surgir. -Tenía miedo de que papá buscará a una mujer para que fuera mi mamá nueva.- Explicó la chica con algo de culpa. -No quería que el trajera a una mujer extraña a casa porque yo soy feliz como estamos, con Onii-chan y Sorata, si papá se casaba con alguien más ya no vería a Onii-chan. - Explicó entre leves sollozos. -Perdón, pero... pero yo quería que ustedes fueran pareja.- Dijo avergonzada en un murmullo que había a dejando a ambos sin habla. -Si lo fueran entonces podríamos ser una familia feliz y no tendría que preocuparme de que papá trajera a alguna mujer que no me agradara a casa, además papá es más feliz desde que Onii-chan nos visita y yo quiero verlo feliz.- Sin poder evitarlo había roto de nuevo en llanto.


Los adultos estaban totalmente impactados, si, Kirishima pensó que su hija los aceptaría pero nunca se le habría cruzado por la cabeza que su hija querría que ellos estuvieran juntos. -Yo me sentía tonta y me ponía muy triste cuando pensaba que Onii-chan podría tener novia y entonces dejaría de visitarnos y de hacer feliz a papá, o que papá me trajera una nueva mamá, yo no necesito otra mamá, Onii-chan es muy buena mamá. - Eso hizo que Yokozawa sintiera que su corazón había dado un vuelto de 380 grados dentro de su pecho. -Desee muchas veces que ustedes se enamoraran para que las cosas no tuvieran que cambiar.


-¡Ay, Hiyo! - Totalmente conmovido, Kirishima abrazó a su hija, sentandola sobre su regazo y acunandola en sus brazos contra su pecho como si se tratara aún de una bebita y no de una joven en vías de desarrollo. -Tu si que sabes lo que es mejor para mi, deberíamos haberte dicho esto antes para que no te preocuparas tanto, pero ya vez, Takafumi no va a irse con ninguna novia y yo no traeré ninguna mujer a casa. Somos una familia nosotros tres.


-¡Cuatro! ¡No te olvides de Sorata, papá!- Afirmó la chica, abrazándose al cuello de su padre aun entre lagrimas pero sin perder la sonrisa. -¡Estoy muy contenta! ¿Eso quiere decir que le puedo decir papá a Onii-chan?


Ahora sí le iba a dar un infarto, el agente de ventas se acercó a sus tesoros con el pulso acelerado, acariciando suavemente el cabello de la niña con una de sus grandes manos. -¿No crees que eso sería confuso, Hiyo? Puede seguir diciendome Onii-chan - Su corazón no iba a resistir tantas emociones.


-¿Qué tal si le decis mamá oso? - Propuso el editor ganandose un golpe en la cabeza cortesía de su novio.


-¿No te cansas de hablar tanta imbecilidad junta, Kirishima? ¡Arruinas el momento con tus estupideces!


La niña estalló en carcajadas ante la forma infantil en que se portaban los adultos y negó con su cabeza. -Son como niños. - Comentó alegremente, girandose a ver al agente de ventas. -¿Puedo decirte papá Takafumi? - Preguntó con sus ojos llenos de ilusión y a Yokozawa se le empañaron los ojos, incapaz de negarle nada a esa criatura.


-Si, Hiyo, si eso te hace feliz puedes decirme así.


-¡Entonces esta decidido! ¡Takafumi se mudará con nosotros!- Afirmó alegremente el editor coreado por los vitoreos de su hija.


-¡Ey! ¡Oigan ustedes dos! ¿Quien dijo que yo...? - Se vio interrumpido al sentir que Kirishima besaba sus labios.


-Ríndete Takafumi, no puedes contra dos Kirishima.


-¡ZEN! ¡ESTAMOS EN PUBLICO!- Gritó azorado, sin poderse creer el descaro de ese sujeto.


Hiyo había tapado su rostro ante esa tierna muestra de afecto, pero sus dedos estaban entreabiertos para poder verla, estaba sumamente feliz. Pensar que hacía no mucho había tenido una discusión con una compañera, esperaba que sus padres nunca averiguaran el motivo, pero es que Himura había dicho, en medio de una conversación que dos hombres no deberían estar juntos, que era enfermo. Todo había surgido por culpa de otra de sus compañeras quien había llevado manga que les estaba mostrando en él recreo y ella aseguraba que los protagonistas, ambos hombres, estaban enamorados. Himura había soltado su comentario inoportuno y para ella fue una afrenta personal, había pensado en su padre y en su Onii-chan y en lo mucho que quería que entre ellos hubiera más que amistad y fue como si estuviera insultandolos a ellos ¡Nunca había estado tan enojada en su vida! Sin darse cuenta la había empujado y Himura había tirado de su cabello, antes de que la pelea fuera a mayores las profesoras las habían separado y un poco después estaba esperando en la dirección a que su padre la fuera a retirar.


Ya no tenía que preocuparse, ahora eran oficialmente una familia y se prometía a sí misma que si volvía a escuchar comentario como aquel sería indiferente. Ella era feliz, sus padres eran felices, el resto no podía opinar al respecto. La familia de su padre solía acosarla con preguntas del tipo de si ella quería una mamá, de si sería feliz si su padre se casara de nuevo y siempre había respondido con negativas, ella no necesitaba a nadie más en su familia para ser feliz, Yokozawa era suficiente y más que eso.


Él le enseñaba a cocinar, estaba con ella cuando quería intentar recetas nuevas, la ayudaba con los deberes, cuidaba de ella cuando su padre estaba ocupado con el trabajo, le hacía hermosos peinados que sus amigas envidiaban, la arropaba antes de dormir, le traía regalos cuando pasaba mucho tiempo sin verla, le había regalado a Sorata, se preocupaba por ella, la quería, incluso iba en reemplazo de su padre a eventos "padre e hijos" el colegio. Yokozawa Takafumi era la mejor madre que podría pedir.


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-No puedo creer que me convencieron de esto...- Murmuraba entre dientes Yokozawa una semana y media después de aquel día mientra adentraba las cajas con sus pocas pertenencias al departamento que desde ese día compartiría con su familia.


-Te lo dije, Takafumi, ríndete.- Alegó Kirishima entre risas, entrando tras él con las dos últimas cajas de la mudanza. Su novio no tenía tantas cosas, apenas si se habían sumado un par de muebles que ya verían donde poner y cajas y cajas llenas de libros, ropa y alguna que otra baratija. Algo bueno que sacaban de eso era que hora tendrían la vieja Tv del agente de ventas instalada en su cuarto.


-¡Eres insufrible!- Reprochó soltando un resignado suspiro.


-¡Yo ordenare las cosas de la cocina!- Escucharon el grito de Hiyori, que entraba en dicha estancia con la caja que tenía el rótulo de "cocina" sobre ella.


-¡Vamos! ¡LLeva tu ropa al cuarto yo ordenare los muebles en el salón! - Afirmó Zen encaminadose en medio de ese mar de cajas al salón para acomodar los pocos muebles que esperaban embalados todavía a ser puestos en el lugar que correspondía.


Yokozawa resopló de nuevo y tomó dos cajas con sus objetos personales, apiladas una sobre otra para dirigirse al cuarto que ahora oficialmente le pertenecía, sin embargo al pasar cerca del altar de Sakura tuvo que detener sus pasos y observó la foto de la bella mujer por unos segundos.


-"Perdoname, Sakura-san, finalmente vengo a usurpar el lugar que le corresponde, sin embargo le prometo que cuidaré de ellos y que los amo, mis intenciones son buenas, así que, por favor, le pido que me acepte y que desde donde sea que este cuide de nosotros."- Oró en su interior, rogando que su suplicara llegara aquella difunta mujer a donde fuera que estuviera. La respetaba, deseaba desde lo más profundo de su ser que ella pudiera aceptarlo, sabía que no tendría nunca respuesta pero quería creer que llegados a ese punto, Sakura de alguna forma ya le había dado su visto bueno.


Ya no había espacio para dudas, ese fin de semana su familia y la de Kirishima se reunirían en casa de los padres de éste último en un almuerzo familiar para terminar de formalizar su relación. Todos sus conflictos internos puede que no estuvieran del todo solucionados, aún no sabía que pasaría en aquel almuerzo pero teniendo a Zen y Hiyori a su lado sentía que nada podía salir tan mal, sus demonios se habían silenciado. Finalmente tenía paz, tenía felicidad ¿Qué más podía pedirle a la vida?


Con paso acelerado reanudó su camino a la habitación sin poder disimular la apacible sonrisa en sus labios, sentía ese como el primer día del resto de su vida, hacía dos años cuando despertó en una habitación de hotel desnudo y sin tener idea de que había pasado no había imaginado que el estúpido chantaje de Kirishima lo iba a llevar a este punto, que Takano le rompiera el corazón había sido lo mejor que podría haberle pasado, ahora estaba donde sentía que pertenecía. Tenía después de tantos años un hogar. Sin dudas. Sin desplantes. Sin dolor. Había encontrado su lugar en el mundo.


-.-.-.-.-.- Continuará.-


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