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Hogwarts High School por Sh1m1

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Epílogo

 

Harry estaba cogiendo una de las pegatinas en la entrada del Gran Comedor, sobre ellos unas enormes letras moradas les daba la bienvenida al baile de reencuentro de la promoción de 1998.

Veinte años habían pasado desde que dejaron la escuela y a Harry le parecía como si nada hubiera cambiado. Los años no pasaban por aquella escuela, y por unas horas iba a ser aquel adolescente que un día fue.

—¿Sabes la cantidad de gente que hay ahí afuera?—escuchó a su lado, Draco siempre se quejaba de la cantidad de gente, quizás como estrella de Quidditch estaba saturado de estar rodeado de gente. Harry le sonrió cuando ambos miraron la entrada al baile.

—¿Te acuerdas? Parece que no hubieran pasado los años—dijo Harry melancólico.

El rubio atrajo a su marido en un beso, él también lo recordaba. Habían pasado tantas cosas juntos, pero pareciera que todo volviera a aquel momento en el que Harry le dio una oportunidad.

Veintiún años juntos, y no se arrepentía de ninguno de ellos.

A su lado había desafiado a todos, no se hizo cargo de los negocios de su padre sino que emprendió su carrera como jugador de Quidditch profesional.

No hubo nada más dulce como derrotar a Francia en los mundiales y la visita que luego le hizo Harry en los vestuarios; para él fue muy romántico como tras una sesión de sexo salvaje y victorioso bajo la ducha le pidió a su novio que se casara con él.

Harry siempre se sonrojaba cuando Draco comenzaba a contar cómo le pidió matrimonio.

—Entremos, los demás deben estar ya dentro—dijo Harry tras un último beso.

Efectivamente, al menos dos de sus amigos ya estaban dentro.

Ron y Blaise en un alarde al recuerdo vestían unas túnicas muy similares a aquellas que causaron tantas reacciones en el antiguo baile.

Con la ayuda de Blaise, Ron había ganado mucha confianza, Harry no creía que el accidente que tuvo Cormac el verano anterior a su último año en Hogwarts fuera accidental, pero como siempre decía el Slytherin, no había ninguna prueba que dijera que todo había sido un inoportuno accidente.

Ron jugó como guardián su último año en Hogwarts, y era realmente bueno, su método de concentración era un secreto que ni Blaise ni Ron revelaron jamás, pero no había competición en la que un sonrojado Blaise no saliera de los vestuarios del equipo de Ron.

Blaise había despuntado como diseñador de moda mágica, y su firma era codiciada en todo el mundo.

Harry y Draco se acercaron a ellos saludándolos.

—Siento que tengo 16 años otra vez—dijo risueño Blaise al que Ron no soltaba jamás.

Ron y Draco comenzaron a hablar de Quidditch como siempre, y Blaise y él fueron a por las bebidas a la barra, seguían sirviendo aquel ponche tan dulzón.

Cuando volvieron, Neville y Theo habían llegado. Theo y Harry eran compañeros en el Ministerio, ambos trabajan codo a codo en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas.

Mientras que Neville había tomado el puesto de profesor de Herbología en Hogwarts. Al parecer Neville era el primer profesor casado en años, y tuvieron que habilitar una red flu especial para el curso, ellos dos no habían abandonado Hogwarts en realidad.

—Siempre llegamos tarde venía— quejándose Pansy, arrastrando a Hermione detrás de ella.

Todos las saludaron.

—No puedo quedarme mucho, Pans—dijo después de saludar a todos Hermione.

En aquella promoción muchos habían alcanzado altos puestos y objetivos, pero ninguno a la altura de la recién nombrada Ministra de Magia Granger.

—Oh, no, no, hoy te vas a quedar hasta el final, y te vas a emborrachar, y lo vamos a hacer en cualquier escobero de la escuela—se quejó Pansy—. Me lo debes.

—Chicas, demasiada información, no necesitábamos saber todo eso—dijo Blaise con cara de asco, Hermione miraba a su mujer con el ceño fruncido, pero la besó finalmente.

—Que el escobero no esté lleno de polvo o no pararé de estornudar y mañana tengo una rueda de prensa.

Ya estaban acostumbrados a las peleas de esas dos, eran como el perro y el gato pero nunca se habían separado.

Eran las dos mujeres más influyentes del Mundo Mágico inglés según la revista Corazón de Bruja de ese año.

—Hola chicos—saludaron Ginny y Daphne, las dos últimas en aparecer—Estábamos con Minerva hablando de Violet, esa niña nos va a matar a disgustos.

Una embarazadísima Ginny sonreía por las hazañas de Violet, su hija mayor, una auténtica Weasley digna sucesora de sus tíos.

—Es normal, amor, los niños tienden a hacer travesuras, no ha hecho nada que Fred y George no hicieran en su día.

Dapnhe y Ginny tenían tres hijas, y la cuarta iba en camino, pero esta vez la rubia le había dicho que si quería alguno más fuera ella la que lo cargara. Ginny había tomado un descanso de su carrera como cazadora en las Arpías de Holyhead. Y estaba viviendo la experiencia llena de ilusión, todos sabían que la familia Weasley-Greengrass iba a seguir creciendo en los próximos años.

Ambas chicas habían tenido su más y sus menos en su relación, los padres de Daphne le habían dejado de hablar, al menos hasta que la pequeña Violet nació y sus corazones se ablandaron.

—Por favor, dime que Scorpius no ha tenido nada que ver—suplicó Harry, si Violet estaba metida, Scorpius y James también lo estarían.

Draco y él habían adoptado a los dos niños. James, el mayor, solía ser bastante responsable, pero siempre se dejaba engatusar por su hermano pequeño, cuando Neville les evitó la mirada supo que iban a recibir una carta de la directora Mcgonagall en breve.

—Olvidémonos de los niños por un día, por favor—propuso Draco—, hoy es nuestra noche.

Harry se lo tomó al pie de la letra, aquella era su noche, la de todos ellos.

Se agarró del cuello de Draco cuando este le sacó a bailar, seguía tan enamorado de él como aquella noche de hacía veintiún años atrás. Recordaba cómo habían vuelto a la fiesta, como habían comenzado a hablar y había conocido al verdadero Draco. Uno mucho más inseguro de lo que él había imaginado.

Supo que los Slytherin habían acabado confesando cómo inició todo aquello a sus respectivas parejas. Al parecer, ninguno de ellos lo habían tomado tan mal como Harry.

Quizás ellos no habían estado tan ciegos como lo había estado Harry, pero habían demostrado que lo importante no era el cómo se empieza sino el cómo se acaba.

—¿Te acuerdas de esta canción?—le susurró Draco.

—Hacía años que no la escuchaba—sonrió al escuchar los acordes de aquella canción antigua.

—¿Qué te parece si nosotros también buscamos un buen escobero?—Propuso Draco—Creo recordar que había uno en el pasillo de la quinta planta bastante cómodo.

Era curioso como los recuerdos no morían, solo quedaban almacenados en algún lugar de la mente dispuestos a ser convocados.

—Corre, antes de que esas dos nos lo roben—dijo Harry realmente deseoso.

Ya no eran unos adolescentes, pero ese baile les estaba regalando la oportunidad de recordar cómo se sentía serlo.

Y se sentía francamente bien.

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Pues hasta aquí hemos llegado, me lo he pasado tan bien escribiendo esta comedia de adolescentes, espero que vosotros también disfrutarais en el camino.

¡¡Gracias a todos!!

Nos vemos en otras historias.

 

Besos,

Shimi.

 


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