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Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

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Notas del capitulo:

Un profesor queda embelesado por su hermano menor, verlo vestido de manera diferente hizo que sus más bajos deseos salieran a flote, cometiendo así algo que consideró inmoral e ilegal.

El instituto Shikon No Tama, una escuela secundaria. Una institución respetable con las mejores instalaciones y los mejores profesores que puedan haber. Un lugar perfecto para la convivencia escolar y para aprender con los profesores tan calificados.

―¡Profesor Taisho!.

El profesor Sesshomaru Taisho de treinta años es el mejor y más aclamado del lugar, trabaja impartiendo la materia de Historia a los alumnos de primer grado, eso incluye a su medio hermano menor Inuyasha Taisho.

Por cosas de la vida ambos son huérfanos y él se encarga de la tutoría de su hermano, no desea que el gobierno los separe y con su puesto en Shikon No Tama y el jugoso sueldo que gana es imposible que siquiera piensen en hacerlo.

Al escuchar su nombre deja los exámenes que revisaba, de igual forma la mayoría no superaba la calificación regular. Eso incluía a su hermanito.

―¿Que ocurre, Hakkudoshi?. ―Preguntó al alumno que interrumpió su labor educativa. Dejo de lado los exámenes y su bolígrafo para prestarle la mayor atención posible.

―Tiene que venir de inmediato, dudo que quiera perdérselo. ―Aseguró el alumno con una sonrisa de burla.

Se levantó dispuesto a ver lo ocurrido.

Al llegar vio a los alumnos rodeando a alguien, parecía una alumna.

A la distancia desde donde se encontraba se podía apreciar a una linda jovencita albina, su cabello pulcramente peinado en dos coletas altas decoradas con lazos rojo cereza, el uniforme color verde se le veía estupendo. Esa falda tableada a medio muslo dejaba ver unas delgadas y esbeltas piernas. Todo iba perfecto, ella era una adolescente capaz de despertar los más bajos instintos masculinos y cualquier libido, todo hasta que habló.

―¡Cállense o los matare! ¡Bastardos pervertidos!.

El profesor que antes estaba perdido en el cuerpo en desarrollo despertó de golpe, esa voz era inconfundible. Ese lenguaje vulgar y esa voz altanera, se trataba de su hermanito.

Al acercarse vio como los alumnos del género masculino silbaban o decían comentarios obscenos a su hermano vestido de esa manera tan peculiar.

Al verlo notó sus ojos acuosos y un gran rubor cubriendo sus mejillas, lo más importante era... ¿porque estaba vestido así? Cuando se separaron en la entrada él llevaba su uniforme completamente negro, iba vestido como cualquier estudiante masculino.

Y otra cosa importante... Se había excitado al verlo. Eso era algo malo, muy malo.

―¡¿Que está pasando aquí?!. ―Exigió saber.

Todos se callaron de golpe al escuchar la profunda voz del profesor. Su hermano se veía tembloroso, luchaba por contener el llanto y eso lo conmovió pero aun debía saber lo que pasaba.

Todos lo miraban sin saber que decir, nadie quería enfrentar la ira del profesor. Sesshomaru se quitó el saco que usaba y se lo colocó a su hermano que inmediatamente se aferró a el, se le veía bastante avergonzado.

―Sesshomaru... ―Escuchó la voz de su hermano. ―Vámonos de aquí. ―Suplicó.

Rápidamente lo ocultó en su pecho, el saco le llegaba a las rodillas así que cubría gran parte de su cuerpo.

―Les he hecho una pregunta, puedo mandarlos a todos a la dirección y pedir un reporte para sus padres.

Eso asustó a todos, inmediatamente empujaron a una de las alumnas. La miró, cabello negro azulado y ojos chocolate. Se trataba de Kagome Higurashi, una de las amigas de su hermano.

―Este... profesor... yo... ―La veía asustada e intuyó que algo tenía que ver.

―Habla ahora, ¿porque mi hermano está vestido así?. ―Todos observaban en silencio pero sorprendidos ante lo dicho, el profesor Taisho nunca se refería a Inuyasha como su hermano en la institución, ahí sólo eran profesor-alumno.

Ya no era el profesor, ahora era el hermano mayor defendiendo a su hermanito de las burlas. No iba a permitir que siguieran.

―Es que Inuyasha perdió una apuesta, se me ocurrió ponerle este castigo. No creí que todos reaccionarían así. ―Explicó rápidamente.

Terminó contándole lo ocurrido. Ambos estaban en clase de física, veían a Koga Ookami y a Bankotsu Banryuu correr en la pista de cien metros. Ambos morenos eran lo más rápidos de toda la institución y eran avalados por los premios y trofeos que ya habían ganado en las competencias escolares. A Kagome se le ocurrió apostar por quien era el más rápido.

Kagome había escogido a Bankotsu, Inuyasha había escogido a Koga. Todo iba bien, ambos corrían sin saber que eran observados y eran objeto de una apuesta. Koga iba al frente, todo indicaba que ganaría. Todo se fue al demonio cuando el moreno de coleta tropezó dándole la ventaja al moreno de trenza.

Inevitablemente Bankotsu fue el ganador, Inuyasha supo que debía pagar mientras veía a ambos morenos darse la mano de manera amistosa.

A Kagome se le ocurrió vestir a su mejor amigo con el uniforme femenino, nada como darle a un hombre en su masculinidad. En ese momento no pensó en las consecuencias de su apuesta. Al principio Inuyasha se había negado a hacer algo tan humillante pero fue obligado y después de todo una apuesta era una apuesta.

Y así fue como Kagome arregló lo mejor posible al menor, lo dejo idéntico a una alumna más del instituto pero todo se había complicado cuando los demás alumnos lo vieron y por más que él se defendía los insultos y comentarios subidos de tono iban ganando.

El asunto terminó en todos los alumnos del circulo en detención, no toleraría eso. Un reporte a los padres de Higurashi y su hermano suspendido por una semana. Un castigo aceptable en lo que se olvidaba todo el asunto.

―Director, esto no se volverá a repetir. Hablaré con Inuyasha sobre esto. ―Estaba en la dirección, el chisme había llegado a oídos del director.

―Eso espero, profesor. No tolerare este comportamiento en esta prestigiosa institución.

Volteó a ver a su hermano, tenía la mirada baja mientras se aferraba a esa prenda que lo cubría.

Pidió el permiso para quedarse con su hermano en casa en lo que duraba su suspensión, no tenía con quien dejarlo y no dejaría a su hermano de quince años solo en su casa, no después de lo ocurrido. El director aceptó, un profesor suplente lo respaldaría.

En el trayecto a su hogar observaba a su hermano, venía callado y se aferraba a esa prenda con algo de fuerza, ni siquiera cuando su madre había muerto cuando este tenía diez años lo había visto tan vulnerable.

Su mirada se desvió a las piernas del menor, inmediatamente negó. Su hermano no debía tolerar sus pensamientos tan sucios.

Finalmente llegaron, al bajar del auto notó que su hermanito dormía. Enfrentar a todos esos pervertidos debió haber sido cansado. Y pensar que él también era un pervertido como todos ellos al excitarse por verlo la primera vez.

Lo cargó, entró a la casa y lo recostó en un sofá cercano. Una vez más sus pensamientos lo traicionaron, sus ojos se posaron en ese cuerpo que apenas se desarrollaba. Le quitó los zapatos dejándole únicamente las medias.

Rápidamente se encerró en el baño, se paró frente al espejo y se mojó la cara, nunca antes había visto a su hermano de esa manera. Era su hermano menor, estaba a su cuidado y era algo enfermo pensar en él de esa manera tan indecorosa.

Con los pensamientos un poco más serenos salió, mala idea. Su hermano aun dormía pero sus piernas descubiertas gritaban por su atención. Se acercó lentamente y una caricia fue dada. Se sintió en la gloria al sentir esa piel tan suave ante su tacto.

Se apartó bruscamente al escuchar un pequeño gemido emitido por su hermanito, vio como empezaba a removerse para acomodarse mejor. Su corazón latía desbocado, ese niño le iba a causar un infarto.

―Sesshomaru. ―Lo vio sentarse, se frotó un ojo y si pensara en una sola palabra para describirlo sería -sexy -.

―Inuyasha, espero una explicación por tus acciones. El director pudo haberte expulsado y dime, ¿que podría hacer yo para cuidar de ti? Dudo que quieras que te contrate una niñera. Sabes que no te dejare solo. ―Lo regañó, el menor abrazó un cojín para cubrir un poco su cuerpo.

―Ya no soy un niño, ya no necesitas mantenerme vigilado. ―Le reprochó en voz baja, aun no se atrevía a mirarlo a la cara y por esa razón mantenía la mirada en el suelo.

―Tus acciones dicen lo contrario. ―Se cruzó de brazos molesto. ―Y mírame cuando te hablo.

Mala idea, esa mirada cristalizada y esas mejillas sonrosadas le iban a causar un paro cardíaco o un serio problema en medio de sus piernas.

―Lo siento, creí que a nadie le importaría. También le rogué a Kagome que desistiera o que me pusiera otro castigo pero no accedió.

―Sabes que hago esto para protegerte, eres mi única familia y si la trabajadora social se entera de esto podría retirarme tu custodia.

-No lo hará, me encargaré de que nadie hable. -Aseguró inmediatamente.

Se arrodilló frente a él y junto sus frentes.

-No quiero perderte, fue difícil hacer que me permitieran quedarme contigo. Sabes que no tolerarían que te dejara solo por el trabajo.

-Lo sé, esto no se volverá a repetir. Lo prometo, hermano.

Se levantó, quiso darle un beso en la frente pero tropezó con los zapatos del menor provocando que le cayera encima. Estaban en una posición un tanto comprometedora.

Vio como había quedado entre las piernas de su hermanito. Sus manos se sostuvieron del sofá aprisionando la cabeza del menor.

También pudo notar la respiración agitada del menor y sus mejillas completamente rojas.

Se perdió en esos brillantes ojos ámbar, poco a poco su rostro se acercaba al de su hermanito.

Sus labios se tocaron de manera tímida, explorando las sensaciones. Ese sabor tan dulce le encantó.

Ambos empezaron a mover sus labios un tanto inseguros. El menor abrió la boca y el mayor introdujo su lengua en esa boca virginal, saboreaba ese sabor.

Sus lenguas se encontraron y acariciaron, el mayor cayó en cuenta de lo que hacía y se separó de golpe.

-¡¿Pero que demonios estoy haciendo?! ¡Eres mi hermano! ¡Eres menor de edad! ¡Eres mi hermano! De nuevo porque parece que no lo entendí. -Sus manos agarraban con algo de fuerza su cabeza, la frustración lo estaba matando.

Acababa de besar a su hermano, eso era incorrecto.

Mientras el menor aún sentía su corazón latir frenético, sus labios aún hormigueaban y su respiración seguía agitada. Se tocó los labios recordándo el que había sido su primer beso.

Veía a su hermano mayor algo histérico ante sus acciones y la verdad era que no se arrepentía, ninguno lo hacía y eso volvía peor el asunto.

-¿Que va a decir la trabajadora social? Me retiraran tu custodia y todo por ser un pedófilo degenerado. ¡Maldita sea! En definitiva este no es mi día.

Sólo veía al mayor dar vueltas alrededor de la habitación. Inconsciente mente empezó a juguetear con el borde de esa pequeña falda.

-Na-nadie tiene porque enterarse. -Hablo quedo, aún le apenaba un poco.

El mayor volteo y vio esa inocente acción del niño. Claro, ahora toda acción de su hermano lo incitaba.

¿Autocontrol? ¿Que demonios es eso? Ya estaba sobre el menor devorando sus labios y este tímidamente le correspondía.

Sintió como el menor envolvía su cadera con sus piernas y abrazaba su cuello, no dejaba de besar esos rosados labios.

Mientras lo besaba su mano fue a dar a los muslos del menor, llegó hasta el borde de la falda y se coló dentro de ella, acariciaba cuanto centímetro de piel se atravesó. Escuchando los jadeos y suspiros.

Sabía que lo que hacía estaba mal pero no podía detenerse, no al ver lo provocativo que se veía el menor.

-¡Sessh-Sesshomaru!. -Gritó de placer el menor al sentir una invasión en su entrada, su hermano había introducido sus dedos y en vez de causarle dolor le había provocado otra cosa al dar en el punto exacto. Ni siquiera había notado cuando los lubrico.

El mayor veía como su hermanito se retorcía ante los movimientos en su interior. Los gemidos que soltaba lo excitaban, sus expresiones y demás acciones lo hacían perder la cabeza.

Dejo de atormentar su interior y se separó un poco, se aflojó la corbata y desabotonó su camisa, desabotonó la camisa escolar del menor y sus labios empezaron a succionar esos botones rosados hasta enrojecerlos. El menor abrazaba su cabeza para evitar que se separara de él, si supiera que planeaba de todo menos separarse. Ya habría tiempo para castigos pero nunca para arrepentimientos.

Sin soltar al menor se sentó, era excitante verlo con ese uniforme a medio poner.

El menor estaba sentado sobre su ya prominente erección que empezaba a doler. Lo tomó de la cadera sin dejar de besar su cuello y sus manos se metieron bajo la falda.

Gemidos, suspiros y jadeos se escuchaban en la sala de esa casa. Ambos se entregaban al placer.

El menor sin saber el porque se levantó un poco y empezó a desabrochar el pantalón del mayor, le ayudó a bajarse esa estorbosa prenda.

-No deberíamos hacer esto. -Jadeó el mayor al ver como el menor se retiraba la ropa interior, aún si era masculina tenía un color rosado muy llamativo.

-Pero lo estamos haciendo. -Respondió al sentarse nuevamente. Lo único que los separaba era la ropa interior del mayor.

El dolor en su entrepierna hizo que recostara al menor en el sofá, se retiró la última prenda y su prominente y dolorosa erección se hizo presente, necesitaba liberarse de ese intenso dolor.

-¿Estás seguro?.

La respuesta que obtuvo del menor fue ver como alzaba su falda y desviaba la mirada avergonzado. Esas mejillas rojas lo delataban. Supo que era una respuesta afirmativa.

Se acercó y llevó su miembro a la entrada del menor, entró lentamente.

Sintió como se aferró a su espalda y sus piernas se aferraban a su cadera. Las lágrimas del menor lo hicieron detenerse.

-Te estoy lastimando. Voy a detenerme.

Lo que pasó fue algo que no se esperó, el menor usó sus piernas e hizo que su miembro entrara de golpe en su interior, un grito de dolor fue lo que obtuvo.

Nada podía hacer, sólo trató de calmarlo con caricias en todo su cuerpo, algunos besos y palabras cariñosas hasta que sintió como se movía buscando más contacto.

Rápidas y lentas, fuertes y suaves, cortas y prolongadas... Así eran las arremetidas en contra del menor que se arqueaba al sentirse lleno, al sentir a su hermano mayor dentro de él.

Dentro, fuera, dentro y fuera. Disfrutaba ese patrón de movimiento.

Siguió arremetiendo contra su virginal hermanito para obtener esos sonidos tan deliciosos, escuchaba el sonido de sus pieles chocar y las respiraciones agitadas y entrecortadas.

Hizo que el menor lo montara, se sentía bien al verlo dar pequeños saltos frente a él, verlo usar sus hombros como apoyo para impulsarse y adentrarlo en su cálido interior.

-Ya... Ya no aguanto. - Gimió al sentir como se golpeaba cierto punto en su interior.

-Aguanta un poco más. -Jadeó el profesor mientras estimulaba al contrario.

Era la primera vez del menor, era obvio que terminaría antes que él pero no sabía si eso se repetiría y quería aprovechar.

Unos cuantos movimientos más y el menor terminó vaciando toda su cálida esencia en la mano de su hermano. Se dejó caer exhausto en el hombro del mismo.

-Inuyasha, complace a tu profesor. -Dijo mientras lo tomaba con fuerza de la cadera y arremetía duro contra él.

No obtuvo más que un fuerte gemido por respuesta, el menor estaba agotado y no tenía fuerza para levantarse siquiera pero el mayor aún quería disfrutar de su cuerpo.

Aún si el menor estaba indispuesto el mayor siguió satisfaciendose con su cuerpo, ya le compensaría por ello.

El menor usó la poca fuerza que le quedaba y se separó del mayor, se arrastró en el sofá y le dió la espalda, se colocó en cuatro y alzó la falda dando a entender que quería más.

El mayor no lo hizo esperar y se enterró en él nuevamente.

-L-lo ha-go bien... Pro-profesor. -Gimió al sentir el movimiento y como el mayor clavaba sus dedos en sus caderas.

-Complaces en gran manera a tu profesor. -Contestó.

Ver a su hermano con uniforme y ver lo complaciente que estaba lo excitaba, que se comportara como las películas que veía y que estaba seguro su hermanito también vio le excitaba, todo de él le excitaba.

Los sonidos parecidos a chapoteos, gemidos y demás se escuchaban fuerte y claro, no hizo falta más tiempo y el profesor sintió como era apretado deliciosamente por su hermano y terminó vaciandose en su interior.

Al separarse notó esos hilos de fluidos blanquecinos bajar por los muslos del menor, esa falda completamente cubierta de ellos.

Sin duda nada sería igual, su hermanito no sería visto de la misma forma, no después de todo eso.

Lo tomó en brazos y lo sentó en sus piernas, le retiró los cabellos que estaban adheridos a su frente y lo besó, amaba el cuerpo de ese niño.

Estaba mal todo eso, haber profanado al menor era un acto de lo más inmoral e ilegal que hubiera hecho pero no se arrepentía. Todo había empezado por verlo vestido así, se veía tan apetecible que nadie hubiera dudado en saltarme encima como cual depredador a su presa, por suerte había quedado entre familia y no fue un desconocido.

El menor dormía sin fuerzas en sus brazos, verlo dormir tan pacíficamente lo conmovía, tal vez ese amor que desarrolló por el simple cuerpo del menor se convirtiese en un amor que involucrara sentimientos. No sabía si eso fuera capaz de ocurrir, el tiempo lo diría pero nunca olvidaría lo que hicieron y que fue todo gracias a...

Una apuesta.

Fin.

 


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