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Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

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Notas del capitulo:

Un asesinato, cuatro sospechosos y un solo culpable... ¿Quien lo hizo?. Es lo que debe investigar la agente Higurashi, una investigadora forense muy reconocida. Entre más indaga, más pruebas encuentra.

La gran mansión Taisho fue testigo de un crimen, fue testigo de un asesinato. El señor de la casa fue asesinado y la policía no ha encontrado al culpable. Pero... Hay cuatro presuntos sospechosos.

El sospechoso principal: Su hijo. Inuyasha Taisho, el joven de veinte años que fue quien presenció el crimen.

Como cualquier noche, el joven había asistido al despacho de su padre, le gustaba platicar con él después de su rutina. Todo ocurrió con normalidad, incluso el joven se ofreció a llevar los alimentos de su señor padre al toparse con la mucama y ella al ver su angelical sonrisa, cedió. Cuando los sirvientes escucharon el estruendoso ruido de cristales rompiéndose y un grito estridente, supieron que algo andaba mal y al adentrarse a esa oscura habitación, vieron al único hijo del señor sumamente alterado e hincado frente al cadáver que alguna vez fue Inu no Taisho. Un charco carmesí sobresalía de su espalda, una bala había perforado su corazón.

El segundo sospechoso: Su chófer. Koga Ookami, el hombre que odiaba a Inu no Taisho.

Era bien sabido que la prepotencia y altanería del señor era algo de todos los días, más para el hombre que se encargaba de transportarlo a diario y que soportaba cada insulto y humillación del ahora difunto señor. No había nadie más en el mundo que odiara tanto a Inu no Taisho que Koga Ookami, odiaba su prepotencia pero al no tener otro lugar en el cual trabajar y el tener a su esposa enferma, le hizo tener que soportar a Inu no Taisho y sus humillaciones, de estar en otra situación bien podría mandarlo al demonio.

El tercer sospechoso: La mano derecha del occiso. Bankotsu Ryūraisen, el hombre que siempre estaba junto a Inu no Taisho.

El hombre se le conocía por ser servicial y diligente, era un hombre confiable que hacía al pie de la letra todo lo que se le ordenaba. Todo cambió cuando fue despedido sin motivo aparente, todo porque el señor se levantó con ganas de despedir a sus subordinados y fue una de las víctimas. Antes de marcharse, había jurado vengarse del hombre y había prometido que le daría caza a su cabeza. De eso ya había pasado un año y no había habido señales de él desde entonces.

El cuarto y último sospechoso: El guardaespaldas del hijo Taisho. Sesshomaru Asakura, el hombre de treinta años que servía a la familia protegiendo al heredero.

Poco se sabía de ese enigmático hombre, además de ser el guardaespaldas y chófer privado del vástago del difunto Inu no Taisho. El hombre había sido contratado para velar por la seguridad del único hijo de Inu no Taisho cuando este tenía quince años y lo hacía bastante bien, era graduado con honores de la academia y era bastante capaz. Un buen empleado, pero... Todo se fue al demonio. Inu no Taisho había notado las miradas cargadas de lascivia que le dirigía a su hijo, ese fue el motivo por el cual lo despidió y echó de su casa, no permitiría que su hijo terminará enredado con un hombre y mucho menos, con un ''muerto de hambre''. El guardaespaldas se había marchado con una extraña sonrisa y sin decir ni una sola palabra. De eso solo habían transcurrido unos meses.

...

...

La policía ya había acordonado el área y la investigación estaba a cargo de Kagome Higurashi, una respetada investigadora forense. Nada se le escapaba y era capaz de encontrar a los culpables en poco tiempo, una persona perfecta para el trabajo. Y después de investigar el área, no se encontró ni una sola huella. Lo único que había encontrado había sido el vidrio de la ventana hecho trizas y el casquillo de una bala. Lo primero era interrogar a los sospechosos y/o testigos, contaba con el hijo del occiso. Había entrado en un estado de shock después de haber presenciado todo pero, trabajo era trabajo.

Se encontraba en el vestíbulo de la mansión, el joven de veinte años bebía un té para calmar los nervios. A simple vista parecía un ser inocente y esa mirada angelical cargada de miedo, causaba cierta pena. Estaba segura de que él no podría ser el asesino, no se veía como alguien que tomará una arma en sus manos. Sospechaba de los otros tres, uno de ellos era el asesino y lo descubriría.

—Joven Taisho, quiero que me cuente lo que vio. —Se sentaron en un cómodo sofá cercano, el joven tragó en seco y vio sus ojos cristalizarse nuevamente. Era difícil para él, había perdido a su padre hacía ya pocas horas.

—Había ido a ver a mi padre. —Un sollozo escapó de sus labios. —Cuando entré vi a un hombre completamente vestido de negro, le apuntaba a mi padre. No tuve tiempo de reaccionar cuando le disparó, su arma tenía un silenciador o algo así pues no hizo ruido. Después de eso, saltó por la ventana y huyó por el jardín, fue cuando me acerque a mi padre y traté de auxiliarlo pero ya era tarde. El resto de la historia ya lo sabe.

Analizó sus palabras, todo concordaba. El vidrio roto, la bala en el suelo y el arma insonora. Después de ver sus reacciones, lo descartó de inmediato. Era demasiado joven como para haber cometido un crimen de esa categoría y analizando esas silenciosas lágrimas que mojaban sus mejillas, se notaba que era un buen hijo y amaba a su padre. Debía interrogar a los demás.

Se marchó del lugar después de despedirse pero dejó en claro que como testigo protegido, Inuyasha Taisho no podría salir de la ciudad y estaría siendo vigilado por su propia seguridad, nada justificaba que el asesino no volvería por él también.

Si no había sido el joven heredero... ¿Quién fue el asesino? ¿El hombre que vivía aguantando las humillaciones del difunto? ¿El que a pesar de ser un buen elemento, fue despedido sin motivo aparente y jurado que mataría al hombre? ¿O el guardaespaldas entrenado que había mostrado indicios de una atracción sexual por el joven heredero? Una respuesta difícil pero haría todo lo posible para dar con el culpable.

Días después...

No había logrado encontrar nada, las cámaras de seguridad no mostraban ningún indicio y los guardias no notaron nada pues todo había ocurrido en el cambio de turno. La investigadora estaba empeñada en encontrar al culpable, por su prestigio, por la justicia y por ese pobre huérfano que causaba un gran pesar ajeno. Era tan joven e inocente como para haber perdido a su padre y frente a sus ojos, lo haría por ambos.

El funeral de Inu no Taisho había sido llevado a cabo, entre llanto su heredero lo había despedido y eso causó lástima entre todos los presentes, incluso Kagome Higurashi se encontraba ahí. Pero, ya tenía la orden para interrogar a Ookami. Lo citó en la estación de policía y el hombre se encontraba tranquilo ante eso.

—Muy bien, señor Ookami. Usted es uno de los sospechosos de el asesinato del señor Taisho, ¿algo que decir en su defensa?.

—El señor Taisho era un maldito imbécil, merecía ser torturado hasta la muerte. —Soltó sin más, eso provocó que la mujer se sorprendiera. —Pero... Yo no le hice nada. Créame que muchas veces soñé con que algo así pasara pero nunca pasó por mi mente el hacerlo yo mismo. Además, según la fecha y hora del deceso, es imposible que sea yo.

—¿Y cual es su coartada?.

—Ese día y a esa hora, yo estaba en el Aiiku. Mi esposa está enferma y estaba cuidando de ella, puede preguntar si así lo desea. —Respondió con tranquilidad. —¿Eso es todo? Tengo que volver con mi mujer.

—Puede irse, eso es todo.

El hombre se marchó, ella no perdió el tiempo y llamó al hospital, según las enfermeras y las cámaras, el hombre decía la verdad. El segundo sospechoso había sido descartado, aun quedaban dos. Uno de los dos era el asesino y debía tener cuidado, era primordial encontrarlo. Pero primero, debía informar sus nulos avances al hijo Taisho. A los dos días de su encuentro con Ookami, fue en búsqueda de Taisho. El joven heredero vivía en una pequeña casa en los una zona exclusiva y vigilada de la ciudad, se había negado a vivir en la casa en donde su padre había muerto.

—Espero no importunar, joven Taisho. —Al verlo, notó que conservaba sus ropajes negros de luto, también notó que estaban desarreglados y supuso que era porque se la pasaba llorando en su habitación. Después de todo, seguía siendo joven. Sus ojos llorosos y su expresión adolorida daban a entender que seguía sufriendo. Pobre niño.

—No es nada, pero pase. No se quede afuera. —La invitó a pasar y se sentaron en el sofá de la sala.

—Quería informarle que Koga Ookami fue interrogado, se le encontró inocente por falta de pruebas.

—¿Entonces quién fue el que me quitó a mi padre?.

—Seguimos investigando. —Respondió. —¿Ha mantenido algún contacto con Sesshomaru Asakura? Hemos tratado de localizarlo pero no hemos dado con él, lo mismo pasa con Ryūraisen. —Lo vio tensarse pero lo ignoró, era por el pavor.

—Desde que mi padre los despidió, no he tenido contacto con ninguno de los dos

Estuvieron hablando por un rato, la investigadora estuvo a punto de irse pero escuchó un estruendo en la planta alta. Era como si algo se hubiera caído al suelo, sin hacer caso de las negativas del menor, tomó su arma y subió con cautela. Temía que el asesino haya encontrado al heredero.

De una patada abrió la puerta, solo alcanzó a vislumbrar una sombra escapar por la ventana, al asomarse no encontró a nadie. Maldijo por ello, posiblemente el asesino se haya pavoneado en sus narices y no había logrado capturarlo.

Un mes después...

Por fin había encontrado una pista acerca de Ryūraisen pero no era buena. Resultaba que el hombre no había estado en el país debido a un trabajo, una compañía lo había contratado casi después de que fuera despedido y actualmente se encontraba en el extranjero, no estaba cuando Taisho murió y posiblemente tampoco sabría que ya era muerto. Y eso la llevaba a un último sujeto: Sesshomaru Asakura.

Lo investigó a fondo, sus movimientos y transacciones. La compra de una Beretta 92 de 9 mm y una serie de constantes llamadas a un número privado, daba mucho que pensar. Era el asesino, las pruebas eran contundentes. Y debía informarle a los superiores y a Inuyasha Taisho, presentía que iría tras él. Después de todo, esa obsesión por el heredero no cedería.

Después de obtener la orden de arresto fue a buscar a Inuyasha, le informaron que se encontraba en la mansión Taisho buscando unos documentos. Decidió ir a buscarlo, ya estaban tras Asakura y el heredero podía estar expuesto. Al llegar a la mansión, el ambiente pesado le causaba escalofríos pero decidió entrar ignorando las señales policiacas. Al entrar todo estaba en un silencio abrumador, lo buscó en las habitaciones hasta llegar al despacho, las cintas amarillas habían sido violadas. Empujó la puerta con cuidado y solo se topó con la gran silla de Inu no Taisho, estaba de espalda y apuntaba hacia la ventana rota, una cabellera platino se dejaba ver y se relajó, estaba segura de que pertenecía al joven heredero.

—Joven Taisho, es peligroso que esté aquí. He encontrado al asesino, se trata de Sesshomaru Asakura. —Tras decir esa frase, la silla giró y se encontró con el mismísimo Asakura que mostraba una arrogante sonrisa. Al momento de sacar su arma, el sonido del seguro de un arma tras su espalda, la paró de inmediato. Alguien estaba tras ella y estaba segura de que le apuntaban a la cabeza.

—Que yo recuerde, no maté al viejo Taisho. —Habló el hombre mayor con serenidad, no borró esa sonrisa de su rostro. —¿Acaso miento, Inuyasha?.

La mujer quedó pasmada ante esas palabras, giró lentamente y ante sus ojos estaba el heredero Taisho con la pistola que Asakura había adquirido, el rostro que conoció antes no concordaba con el que veía. Esa sonrisa arrogante no pertenecía a ese angelical niño de antes.

—Por supuesto que no, Sessh. —Contestó con voz melosa, una gran sonrisa se dejó ver al notar el estado de la mujer.

—¿Pero... Porque?.

—Cuéntale, Inuyasha. Dile todo.

—Seguro sabrá el porque el viejo corrió a Sessh de mi lado. Pero, eso es mentira. —Respondió. —No solo fue por acoso, Taisho echó y amenazó a Sesshomaru porque nos encontró en la cama. De haber vuelto a casa en el tiempo acordado, el viejo seguiría con vida. Nunca debió haberse metido con nosotros.

—Pero las pruebas apuntaban a Asakura, no entiendo nada. —Estaba consternada, la imagen que tenía del joven heredero se estaba yendo al demonio.

—Sesshomaru solo compró el arma para mí, ese día el viejo y yo discutimos de nuevo. Descubrió que seguía ''revolcándome'' con Sesshomaru. —Hizo comillas con sus dedos. —Me dijo que mandaría a sus hombres a desaparecer a Sesshomaru pero eso ya lo tenía previsto y por eso le pedí a Sesshomaru que me ayudara. El viejo que hizo enojar y le disparé, para no ser inculpado rompí el vidrio y le eche la culpa a un ficticio asesino. Solo tuve que fingir que era un inocente niño huérfano y resultó a la perfección. Sesshomaru no tuvo nada que ver.

—Ese día que lo visite y el ruido en la planta alta...

—Fue Sesshomaru, estábamos amándonos en mi cama pero interrumpió el momento. En verdad tenía unas inmensas ganas de vaciar el cartucho del arma en su cabeza. —Contestó con cierto desdén. —Seguramente ya sacó sus conclusiones, yo maté a Taisho y Sesshomaru es inocente. Los sirvientes fueron recompensados por decir que yo era un buen hijo que amaba a su padre, cuando en realidad nos la pasábamos discutiendo. Podría preguntarles pero los he sacado del país, nadie más sabe de lo mío con Sesshomaru.

—Pero...

—Pero nada, ya escuchó a Inuyasha. Esa es toda la verdad. —Habló Asakura y palmeó su regazo. —Ven aquí, Inu. —El joven heredero obedeció y se sentó en el regazo de su hombre, sus labios se unieron con desbordante lujuria. Por otro lado, la mujer aún estaba conmocionada por las declaraciones, nunca se esperó que ese niño adorable e inocente no era nada más que una careta.

—Recuerde esto, señorita Higurashi: La oveja puede ser más peligrosa que el lobo. —Sin que la mujer pudiera decir otra cosa, de un solo movimiento el menor disparó y acertó. Un hilo de sangre bajó por entre sus ojos, la mujer cayó al suelo sin vida. —Lastima que no pueda usar esta enseñanza.

—Te ves tan sexy con un arma. —Ronroneó en su oído. —No esperé que acertarás, fue un disparo limpio.

—Tuve un buen maestro. —El heredero sintió esas expertas manos delinear su figura, ligeros gemidos se escaparon de sus labios. —Deja de jugar, mételo ya. —Gimió con protesta al sentir como su camisa era retirada con lentitud.

—Hay un cadáver aquí, estás en el despacho de tu padre y el lugar que fue su tumba. —Murmuró antes de tomar prisionero un rosado pezón entre sus labios.

—No es como si fuera la primera vez que lo hacemos aquí, lo hemos hecho en cada rincón de este lugar.

Después de unas cuantas palabras, terminaron por hacerlo en el escritorio. Entre gemidos, jadeos y el sonido de sus pieles húmedas chocar, se entregaron a la pasión. Entre cada arremetida, beso y caricia, terminaron con su encuentro llenando el lugar con la prueba de su acción. No se separaron hasta que estuvieron satisfechos el uno con el otro. Nadie más fue testigo de su acto, la investigadora forense de nombre Kagome Higurashi no revelaría nada acerca de lo que se enteró. Cuando la pareja de amantes se arregló lo mejor posible, sacaron los documentos importantes de la bóveda de la mansión y con ayuda de sus fieles sirvientes, el heredero prendió fuego a la mansión con el único testigo dentro. Solo así las pruebas serían destruidas. Obviamente dejó un cadáver de algún desafortunado joven junto a Higurashi. Ese difunto lo suplantará.

...

...

La estación de policía recibió una llamada, la llamada de auxilio del heredero Taisho. En medio de llanto les explicó todo.

¡Necesito ayuda! ¡El asesino de mi padre volvió por mí!. —Gritó a través de la bocina entre sollozos. —¡La señorita Higurashi fue asesinada por protegerme, ese tipo me encerró en el despacho y la mansión está en llamas! ¡Ayúdenme, por favor!.

Cuando la policía llegó al lugar, solo encontraron la mansión colapsada. Después de las investigaciones, se supo que el incendio se propagó con rapidez debido a que el lugar fue impregnado con químicos inflamables. Los dos cadáveres encontrados en el interior, estaban calcinados. De no ser que encontraron la placa de Higurashi y un rosario de plata perteneciente al joven heredero, no sabrían de quien se trataban. Estaban completamente irreconocibles, la investigación de Higurashi había sido destruida y ya sin pruebas, cerraron el caso. Los cuerpos fueron sepultados y misteriosamente, la fortuna Taisho había desaparecido. Todo el capital perteneciente a Inu no Taisho había desaparecido sin dejar rastro.

...

...

En la cabaña de una playa privada, una pareja se demostraba su amor de formal carnal. Ambos se habían salido con la suya, con Inuyasha Taisho ''muerto'' y Sesshomaru Asakura declarado como inocente por falta de pruebas, podrían vivir tranquilos el resto de sus vidas. Tenían una inmensa fortuna para ambos y podrían vivir sin problemas, después de terminar con su larga y agotadora ''faena'', se dedicaron a hablar.

—Y pensar que cuando te conocí, no eras capaz de dar un beso.

—Recuerda quien se robó mi pureza en el asiento trasero de un auto. —Sus labios se unieron nuevamente en un sonoro beso. —Tú fuiste el que me corrompió.

—Y no me arrepiento.

Entre beso y beso, se fueron olvidando de todo lo demás. En ese pequeño trozo de paraíso, se amarían hasta la muerte. Nadie los molestaría y se burlarían de la ingenuidad de una mujer demasiado confiada.

Fue sumamente fácil para Inuyasha el engañar a los demás, solo tuvo que mostrar una sonrisa y una mirada angelical para tener a todos rendidos a sus pies. De hecho, de esa forma consiguió que su chófer accediera a tomarlo de manera sexual, bastó una mirada cargada de ingenuidad para cumplir su acometido. Porque su verdadera identidad siempre estuvo escondida tras su sonrisa de niño bueno, porque con eso lograba engañar a todos los que lo rodeaban y porque eso logró que ningún policía o fuerza especial supiera que él era el autor intelectual del crimen en contra de Inu no Taisho. Ninguno pudo deducir que un niño adorable podría esconder la más ingeniosa de las mentes pero a la vez, la más maquiavélica de todas. Kagome Higurashi se llevó a la tumba el nombre del culpable, solo ella supo que Inuyasha Taisho era...

El asesino de Inu no Taisho.

Fin.

 

Notas finales:

Como cuando la inspiración está de tu lado y puedes crear un cap en un día. Este capítulo me gustó mucho, espero que a ustedes también. 


Pd: A mí si me hubiera engañado el buen Inu con su actitud aniñada XD


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