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Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

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Notas del capitulo:

He aquí un nuevo pedido que no pude evitar hacer, la idea realmente me encantó e intenté plasmarla lo mejor que pude. A pesar de ser corto, me encantó. Espero que también lo disfruten!.

Adv: Omegaverse.

En un apartamento en la ciudad, durante la fresca madrugada, un par de amantes descansaban en la cama. Un alfa y su amante, ambos habían pasado el celo del alfa y ya habían saciado sus instintos, ya estaban satisfechos y libres de aquel calor abrumador. Pasada la medianoche, Sesshomaru, el alfa, se levantó; no sin antes acercarse a su acompañante.

―Nos vemos más tarde, bebé. ―Ronroneó y besó la curvatura del cuello de su amante que solo había soltado un gemido en respuesta. Al ver como aquel hombre de cabellos oscuros se enrollaba en las cobijas y volvía a dormir, hizo que el alfa sonriera.

Sesshomaru levantó todas sus prendas que habían estado desperdigadas en el suelo, habían pasado su época de calor bastante bien y deseaba seguir acostado en aquella cama, olfateando la esencia dulce de su amante y disfrutando el aroma del sexo que aún se arremolinaba en la habitación. Pero Sesshomaru sabía que no podía hacerlo, tenía trabajo a primera hora y múltiples citas antes de su rueda de prensa, no podía dejar de lado todo eso ya que de ahí dependía su prestigio. Tampoco deseaba los reclamos de su asistente, Sesshomaru prefería terminar todos sus deberes para poder retozar felizmente con el hombre que dormía en aquella cálida cama. 

Lastimosamente, ser un multimillonario empresario y sumamente reconocido, no salvaba a Sesshomaru de levantarse y trabajar. Gruñó una maldición inentendible y tras una mirada a la cama, salió de ese lugar.

...

...

Gracias a su desvelo, el alfa amaneció de mal humor. Se había levantado, vestido y arreglado, su agenda apretada apenas comenzaría a funcionar. Cuando estuvo listo en su mansión, bajó las escaleras para marcharse, pero como siempre pasaba, aquel omega que tenía por asistente ya estaba esperando por él en la sala mientras administraba su repudiada agenda llena.

―Buen día, señor Taisho, en veinte minutos inicia su desayuno con los inversionistas. ―Inició el omega sin despegar la mirada de la agenda, marcando cualquier cosa que el alfa no prestó atención. ―Tiene cinco reuniones después de esa.

Ambos avanzaron, Sesshomaru llevó sus dedos al puente de su nariz y lo masajeó, tendría un día bastante ocupado. El alfa realmente deseó volver a su cama y acompañado para descansar, pero la mirada fruncida del omega, le hizo ver que eso no sería posible.

―No me veas así, Inuyasha. ―Gruñó Sesshomaru pero eso no hizo que la mirada acusatoria del omega disminuyera. 

―Como le decía, después de su desayuno, pasarán las reuniones con los accionistas más importantes, luego llegará el turno de la rueda de prensa para anunciar los nuevos modelos. No debe llegar tarde. ―Aclaró Inuyasha mientras ambos se dirigían a la salida, el chofer les esperaba afuera.

Al subir al automóvil, el asistente omega de Sesshomaru no dejó de repetir las cosas relacionadas al trabajo y su ocupado día. No escuchó la mitad de aquella palabrería, solo deseaba seguir entre las piernas de su compañero y disfrutar de sus caricias. Realmente deseaba hacerlo.

...

...

Sin duda aquella atención era molesta para Sesshomaru, estaba sentado junto a varios accionistas de sus empresas, decenas de cámaras lo enfocaban a él y era bombardeado con preguntas acerca de su trabajo. Pero como nadie había visto algún cambio de expresión en su rostro, ese día no sería la excepción. Sesshomaru siguió con su expresión estoica y respondiendo preguntas relacionadas a los modelos que había lanzado, trabajos futuros y más. Los flashes, miradas y micrófonos cerca de él eran usuales, periodistas haciendo preguntas y deseando acaparar su atención sin saber que solo había alguien capaz de lograrlo; su futuro compañero omega.

Y pensando en el omega que le robaba el pensamiento, Sesshomaru lo vio pararse frente a él mientras le servía un un poco de alcohol a él y sus compañeros, verlo ahí había revitalizado sus ánimos. Ver su rostro delicado de omega, su largo cabello color noche y aquellos oscuros ojos, lo tentaban a arrastrarlo de nuevo a su departamento y hacerlo gemir su nombre como solo él sabía hacerlo. Lo ansiaba, pero esa rueda de prensa no debía ser interrumpida o eso creyó.

Sesshomaru había aprovechado que los periodistas estaban ocupados con sus acompañantes para poder ver a su omega. Lo vio avanzar entre la multitud de camarógrafos y periodistas, pero de un momento a otro, el omega chocó contra uno de los camarógrafos. Sesshomaru iba a ignorar aquel accidente si no hubiera notado aquella mano descarada del camarógrafo tocando a su omega sin vergüenza alguna. Una ira inmensa empezó a llenarlo y sus colmillos se mostraron, aquel hombre aparentemente beta estaba coqueteando descaradamente con su omega y al ver como su omega trataba de evadirlo sin armar un alboroto, Sesshomaru se levantó de su lugar obteniendo la atención de todos; eso no podía importarle menos y se abrió paso entre la multitud.

Las cámaras que grababan en vivo, captaron a Sesshomaru gruñendo a uno de los camarógrafos y liberando el poderoso aroma dominante que doblegó a la mayoría. El omega había tratado de escapar de las feromonas, muchos lo intentaron pero antes que lo lograran, vieron como el alfa soltero más codiciado, mostraba su ira en su máximo esplendor. Muchos jadeos de sorpresa aparecieron tras esa acción, pero una vez más, a Sesshomaru no le importó. Y como todos lo miraban, apuntándolo con las cámaras, el alfa que aún mostraba rastros de su ira, habló.

―Ahora que todos están aquí, hay algo que tengo que anunciar. ―Alzó la voz y cuando nadie se lo esperó, todos vieron como alzaba a ese omega cual princesa en sus brazos. La expresión escandalizada del omega se pudo comparar con la de todos los presentes. ―Este hermoso y dulce omega es mío... ―Su mirada furiosa se dirigió a aquel camarógrafo que había osado tocar al omega. ―Y estamos comprometidos.

Su pequeño discurso terminó con un apasionado beso que fue visto en cadena nacional, el omega había pataleado para liberarse de aquel espectáculo pero al final se dejó llevar y correspondió a su alfa. Todos estaban boquiabiertos ante la escena, nadie esperó que eso pasara y que quedara captado en cámara. Pero en su burbuja, la pareja no lo notó.

Al final, todos vieron como aquel alfa se llevaba en brazos al omega, dando por finalizada la rueda de prensa. 

...

...

 Sesshomaru terminó llevando a su omega hacia su mansión, no lo había soltado desde que lo había tomado en sus brazos; sin importarle las quejas y la vergüenza pintada en el rostro del pelinegro. Estaba furioso por aquel accidente, odiaba que alguien posara las manos en su precioso compañero, pero eso no volvería a pasar ya que no lo permitiría y dejaría su aroma bien impregnado en ese omega. Una bonita mordida aparecería en ese níveo cuello al finalizar el día, Sesshomaru estaba completamente seguro de ello.

A tropezones, Sesshomaru había terminado llevando a su futuro compañero a esa habitación que sería de ambos muy pronto, lo había dejado caer en la cama; vio su cabello color noche desperdigarse en las sábanas blancas, el rostro molesto y teñido de rojizo del omega, su ceño fruncido y le pareció encantador. Aquel omega malhumorado lo había conquistado hacía ya tiempo atrás con esas características. 

―Dijiste que en horario laboral nos trataríamos diferente. ―Le riñó el omega, su respuesta fue posicionarse sobre él, sin aplastarlo y darle un beso. ―Sesshomaru, rompiste el trato.

―Calla, Inuyasha, estoy molesto. ―Murmuró al romper el beso. 

Los besos del aquel alfa molesto y deseoso, bajaron al cuello de su omega, sus labios se arrastraron por aquella suave y delicada piel, besando, dejando marcas y un camino de besos. Sus manos delinearon aquel incitante cuerpo, susurró el nombre de su amante en el oído del mismo. Disfrutó los suspiros de Inuyasha, este abrió las piernas para dejarlo acomodarse como ya lo había hecho antes. Lo apretó contra sí, haciendo que sintiera su creciente excitación y para que acallara su molestia. Susurró en su oído palabras amorosas que solo él merecía, antes de darle una ligera mordida en el lóbulo y provocarle un gemido elevado. Con besos, chupones y caricias, Sesshomaru hizo de todo para que Inuyasha empezara a gemir su nombre y lo estaba logrando; Inuyasha se aferraba a él ante sus acciones.

El ambiente era ideal y ya había olvidado su molestia ante los dulces gemidos del omega, Sesshomaru tenía a Inuyasha debajo de él y articulando su nombre entre suspiros. Su mano acariciaba cada parte de él, haciendo crecer su calor y sus ansias. Inuyasha se arqueó gracias a eso, pegándose contra él y despertándolo completamente. El alfa supo que ambos estaban empezando a sentir la creciente excitación que en la soledad de su habitación, siempre los acompañaba. 

Inuyasha usó sus manos para retirarle el traje al alfa, mandó al demonio todo y se enfocó en ese momento; en lo mucho que le gustaba tener a aquel hombre entre las piernas y Sesshomaru lo imitó, dejando la lechosa piel al descubierto solo para marcarla con sus besos. Los gruñidos pesados y guturales salían de la boca del alfa al sentir los toques expertos de su delicioso omega acariciando su pecho ya desnudo, Sesshomaru sentía la mente perdida entre la bruma acalorada del momento. Completamente enfocado en los gemidos de su asistente como para pensar en otra cosa más que unirse a él y borrar la sensación de hastío que sintió antes. Y sin dejar de pasar sus labios por aquel suave cuerpo, Sesshomaru empezó a restregarse contra el omega en son de seguir provocándolo, castigando a su omega dulcemente. 

Las fuertes manos del alfa se afianzaron en la cadera de Inuyasha y le dio una estocada sobre sus ropas inferiores aun puestas, como una simulación que le recordara lo que se avecinaba. Los gimoteos del omega bajo suyo, aumentaron el calor de su cuerpo. Aquel castigo estaba haciendo que el omega lo deseara más; Sesshomaru estaba regocijándose al escuchar a Inuyasha suspirar gustoso su nombre, los estremecimientos de su cuerpo y los jadeos que él le provocaba; los suspiros pesados y gemidos entrecortados. 

―¡Sesshomaru!. ―Se quejó el omega al sentir sus muslos humedecerse y no recibir las atenciones que necesitaba, necesitaba a ese alfa siendo albergado en su interior. Podría sollozar en ese momento si aquel tramposo alfa no se unía a él. 

El alfa al darse cuenta del estado de su adorado omega, no dudó en complacerlo. Sesshomaru libró a Inuyasha de su estorbosa ropa, dejando al descubierto ese cuerpo que lo tenía postrado ante su magnificencia. Sesshomaru se relamió los labios ante la vista, una que seguiría incitándolo sin importar cuantas veces la viera. Inuyasha ya abrazaba al alfa con sus piernas, tratando de que lo liberara de aquel dolor adictivo que empezaba a dominarlo. Y sin esperar, Sesshomaru ingresó en su omega, sintiendo su cálida estrechez. Los dedos clavándose en su espalda, el omega arqueando su espalda y dejando su cuello al descubierto, hicieron que Sesshomaru se sintiera en el mismo cielo.

Sesshomaru se mantuvo sobre Inuyasha, mirando como su cuerpo frágil albergaba su ser en su interior, sus expresiones compungidas ante el placer de sentirlo nuevamente; sintiendo como era bien recibido y como sus cuerpos se amoldaban bien, hechos para pertenecerse. Sesshomaru hizo que su cuerpo retrocediera un poco y un nuevo impulso fue dado. Repitió la acción un par de veces, inclinándose sobre el omega que se aferraba a él y terminó gruñendo en el oído de Inuyasha con la satisfacción en su tono ronco. Asegurándose de acariciar y tocar al omega como sabía que le gustaba, con sus estocadas en el punto ideal para que el omega gritara y gimiera tan alto que opacara los ruidos de su piel chocando entre sí.

Sesshomaru sostuvo la fina cadera de su omega y tomó aún más impulso, para darle más velocidad al ritmo de sus embestidas. Escuchó a Inuyasha perderse en las oleadas placenteras que lo consumían. El ruido acuoso que resonaba en el lugar, secundado por los gemidos y jadeos de ambos, junto al sonido de sus pieles húmedas chocando; tan solo eran sus nombres entremezclados en gruñidos, jadeos y gemidos, un alfa y un omega perdidos en el placer. Sesshomaru no había apartado la mirada de Inuyasha, de sus expresiones y aquellos ojos emblanquecidos ante el placer que le estaba provocando y que solo él le provocaría.

Sesshomaru podía ver los ojos brillosos de Inuyasha, oscurecidos por la pasión y también podía escuchar los sollozos que indicaban su excitación abrumadora. Se inclinó a su cuello níveo y lo lamió, preparándolo para lo que venía; mientras sus movimientos pélvicos prevalecían en un ritmo que ambos disfrutaban; sintiendo como Inuyasha clavaba los dedos en su espalda y se aferraba a su cuello. Gracias a eso, Sesshomaru estaba sintiendo como poco a poco, el nudo en su vientre bajo amenazaba con desbordar su pasión para culminar con aquel exquisito acto. Inuyasha había soltado un gemido alto, liberándose y manchando todo a su paso. Terminó tembloroso y aún aferrado a su alfa, quien aún torturaba su cuerpo electrizante ante su reciente liberación. 

No pasó mucho antes de que Sesshomaru sintiera su propia pasión desbordarse, el nudo creciendo dentro del omega que soltó un ligero alarido; clavó sus colmillos en el cuello de Inuyasha, en el lugar en donde su aroma se intensificaba. El chillido doloroso, el abrazo y el omega ocultando el rostro en su cuello, le hicieron ver al alfa que lo había marcado correctamente. Al sentir el sabor cobrizo de la sangre en la boca, Sesshomaru lamió hasta que se detuvo el ligero sangrado. 

―Lo hiciste dentro. ―Soltó el omega perezosamente, aún afectado por el acto. Se aferró más al alfa. ―No te protegiste tampoco.

―¿Qué más da? Si hay un pequeño tú, lo amaré. ―Respondió el alfa, girando para que el omega quedara arriba, el nudo prevalecía. Sesshomaru paseó sus labios sobre la mejilla húmeda de Inuyasha. ―Ya te he marcado, nos casaremos mañana si quieres.

―Tú, idiota. ―Masculló Inuyasha, pero miró el rostro sudoroso de su alfa y le dio un beso, no podía evitar odiar y amar a ese hombre. ―Tendrás que responsabilizarte. ―Ganó un gruñido gustoso. ―Si es que el trabajo que no debiste dejar, no te absorbe primero.

Gracias a eso, Inuyasha obtuvo una maldición por parte del alfa, denotando su odio interminable a hacer otra cosa que no fuera besarle. El omega acarició la herida en su cuello, prueba viviente que tendría que aguantar a ese alfa empalagoso que cambiaba su actitud solo cuando se trataba de él, pero por alguna razón, no le molestaba. Inuyasha se recostó en el pecho del alfa e imaginó la vida que tendría a partir de ese momento, una sonrisa se formo en sus labios.

...

...

 A partir del momento en que Inuyasha portaba orgulloso la marca de Sesshomaru Taisho en su cuello, muchas cosas cambiaron. El hecho que parecía trabajar más sobre las piernas de su compañero que haciendo otra cosa, fue algo que tomó por sorpresa a más de uno. Considerando que todos creían que aquel alfa no poseía emociones y que era más bien una «Belleza Fría», fue inesperado ver como consentía a un omega que todos conocían.

Claramente, cuando alguien entraba a aquella oficina y veía al alfa con su compañero omega sentado en las piernas, aún era algo extraño de ver y más cuando lo mimaba al punto de darle de comer en la boca mientras trabajaba. Sin duda muchos sufrieron ante la pérdida del soltero más codiciado y ver como había terminado, terminó siendo un alfa subyugado ante los encantos de un hermoso y delicado omega. Aunque nadie creería que a Sesshomaru Taisho le gustaba eso, el alfa disfrutaba de hacer sonreír a su omega y mimarlo a más no poder, tenía tanto poder como prestigio y fortuna para hacerlo. 

Sin duda la vida de ambos al formalizar su relación cambiaría para bien; Sesshomaru amaría a su omega y no dejaría que nadie se lo quitara o osara tocar un solo cabello suyo, lo cuidaría y mimaría con la esperanza de verlo sonreír como solo él sabía hacerlo. Eso y más gracias a que así era...

El amor de un alfa por su omega.

Fin.

 


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