Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

La vida demuestra que no siempre es color de rosa, demuestra que a veces el dolor predomina pero también demuestra que hay personas sufriendo igual o peor que uno mismo. 

Ambos sufren, ambos quieren escapar de la realidad pero el destino les preparo algo distinto pero igual de doloroso.

La intensa lluvia lo cubría, el cielo oscuro hacía aún más deprimente el ambiente. Caminaba hacia un lejano puente, pensaba huir de sus problemas de una forma cobarde porque ya no soportaba su vida.

 

¿Que harías si descubrías que la mujer a la cual amaste con locura te estuvo engañando por tanto tiempo? Ella, su amor, su todo. Habían llevado cinco años de relación, ella mantuvo una relación con otro a escondidas por seis. Su corazón dolía y sentía que no había nada peor que eso.

 

El momento definitivo llegó, había llegado al puente pero no estaba solo como imaginó.

 

Había un joven ahí, estaba recargado en el muro, se veía algo pensativo, ¿acaso planeaba lo mismo que él?.

 

—Oye... ¿Te encuentras bien?. —Preguntó.

 

El joven  inmediatamente volteo al escuchar su voz.

 

Lo miró, ojos ámbar, cabello plata algo empapado y unos ojos expresivos sólo que estaban acuosos y denotaban inmenso dolor, tal vez le había pasado algo similar.

 

—Crees que alguien que está en medio de la lluvia y en un puente que, al caer es posible jamás encuentren su cuerpo entre la maleza... ¿Esté bien?. —El desconocido tenía razón, y por primera vez alguien lo dejaba sin palabras.— ¿Y tú?. Alguien como tú no estaría en medio de la lluvia en un puente precisamente para admirar el paisaje.

 

—Supongo que estoy por hacer lo mismo que tú.

 

—¿Tan grave es tu asunto?.

 

Terminó contándole todo, de igual manera ambos planeaban acabar con sus vidas y no hacía falta ocultarlo.

 

—Antes que nada... ¿Podría morir conociendo el nombre de aquel que escuchó mis problemas?. —Ese era su último deseo, el desconocido mostró una sonrisa cargada de tristeza, sus ojos aún se veían irritados y un poco cristalinos, a pesar de la lluvia que ya había cesado se notaba.

 

—Me llamo Inuyasha, puedes morir en paz, ya sabes mi nombre.

 

—Yo soy Sesshomaru, aun si no nos volveremos a ver quisiera que supieras mi nombre.

 

—Gracias por acompañarme en estos momentos.

 

—Lo mismo digo.

 

Ambos sobre pasaron la barrera de seguridad, estaban por saltar hasta que algo lo hizo detenerse y detuvo al joven a su lado.

 

—No soy un cobarde. —Murmuró para sí, miró al contrario.— Y tú tampoco.

 

—Claro que lo soy, por algo estoy aquí. Sueltame, yo sí lo haré.

 

—No sé lo que te haya pasado pero acabo de darme cuenta que quiero volver a verte y sólo sucederá si sigues con vida.

 

Volvieron al inicio, se miraban con pena y algo de lástima.

 

—Seamos amigos y venzamos éstas debilidades, seamos fuertes juntos.

 

Inuyasha lo miró con desconfianza, Sesshomaru sabía que era algo ilógico pero algo lo obligaba a desistir de sus planes. Tal vez era porque Inuyasha se veía joven, tal vez tendría unos veintitantos años y no era bueno que terminara su vida sin disfrutar de ella.

 

Inuyasha aún lo miraba con desconfianza pero una voz en su cabeza lo hizo asentir –No tienes nada que perder– pensó, y era cierto, ya nada podía ser peor.

 

—Acepto. Seamos amigos y vivamos felices por el tiempo que nos queda

 

Se dieron la mano como si sellarán un pacto, a pesar del dolor fueron capaces de brindarse una sonrisa sincera.

 

Ambos se marcharon, irían a casa de Sesshomaru.

 

Al llegar se cambiaron de ropa puesto que aún estaban empapados y se prepararon una jarra de té para entrar en calor.

 

—Oye Inuyasha, aún no me has contado sobre que te orilló a tratar de escapar de esta vida.

 

—Prefiero no hablar de eso, prefiero buscar la manera de seguir con vida y disfrutar el tiempo que nos queda.

 

—Hablas como si te fueras a morir pronto. —Vio como la mirada del peliplata menor se oscureció y después tomó un sorbo de té. No era buena señal.

 

—Sólo soy realista, Sesshomaru. Algún día llegaremos a nuestro fin y quisiera no arrepentirme de nada.

 

—Entonces me asegurare de hacer realidad eso, cumpliremos todos tus sueños.

 

Ambos decidieron vivir juntos pese a que apenas se conocían pero se habían conocido en las peores situaciones.

 

—Gracias por estar conmigo, Sesshomaru. —Sonrió.

 

Sesshomaru no entendía que le había pasado, no entendía que lo tenia tan roto pero usaría su soledad para brindarle compañía y dejara de sentirse así.

 

.

 

Como bien lo había prometido, había hecho de la vida de Inuyasha algo diferente. Habían viajado, conocido muchos lugares y costumbres juntos, ver la sonrisa del menor curaba su desolado corazón.

 

—Inuyasha, sé que sonara raro pero pese a que sólo te conozco desde ya hace un año quisiera pedirte que me dejes permanecer a tu lado por siempre.

 

—Acepto, quiero permanecer a tu lado y nos enfrentaremos a la vida juntos. —La promesa se selló con un beso, un beso cargado de amor.

 

Pasaba el tiempo, ese amor que se formó en momentos difíciles florecía y se fortalecía.

 

Ya pasado un tiempo notó extraño a su amado, se veía bastante delgado y sus ojos habían perdido ese brillo que poseían, se volvía algo débil y estaba sumamente preocupado pero nunca le quiso decir nada al respecto.

 

—Inuyasha debemos ir con un médico, te ves fatal y no me gusta verte así. Éstas débil y casi no comes.

 

—Sesshomaru, un médico no me hará nada. No te preocupes por mí. —Le dio un beso.

 

Estaba preocupado, no le gustaba verlo tan decaído, tan débil y presentía que estaba enfermo.

 

Inuyasha se sintió mareado, decidió marcharse hacia la habitación y descansar un poco –Aún no, por favor – fue lo único que pensó y de repente cayo de rodillas preocupando más al mayor.

 

—Inu, ¿¡Que sucede!?. —Se acercó rápidamente y lo sostuvo en sus brazos, estaba pálido y se notaba que se le dificultaba respirar.

 

—Sesshomaru... Perdoname... —Contestó con dificultad, no entendía que pasaba así que lo llevo a la habitación que habían compartido y en donde se habían demostrado su amor innumerables veces.

 

Lo dejo con cuidado en la cama y tomó un teléfono para llamar a un médico, minutos después el hombre llego y se encerró con su amado para revisarlo. Inuyasha pidió que no lo dejaran pasar, tenía un mal presentimiento.

 

Pasados unos minutos el médico salio, su rostro denotaba preocupación y eso lo alarmó.

 

—Mire, el joven me pidió que no le mencionara nada y estoy obligado a hacerle caso. Le recomiendo que esté a su lado en todo momento y disfrute su compañía.

 

Eso sólo lo preocupo, se adentro a la habitación y aun se notaba el semblante pálido de su amado.

 

—Inuyasha, quiero que me digas la verdad.

 

—No sé de que hablas.

 

—Esto no es un simple resfriado, quiero saber que te ocurre y porque le prohibiste al médico contarme. —Lo vio suspirar con pesadez. Mala señal.

 

—¿Recuerdas el día en que nos conocimos?. —Asintió. — Ese día yo había ido a un chequeo de rutina pero... No fue como esperaba.

 

—¿A que te refieres?.

 

—Estoy enfermo, me azota una extraña enfermedad de la cual olvide el nombre y según el médico me esta matando poco a poco, por eso mismo me encontraste en el puente, planeaba adelantar lo inevitable.

 

—Y no me lo dijiste.

 

—Una cosa más... El médico dijo que estoy en la etapa final, ya casi acaba conmigo.

 

Sintió como sus ojos picaban y su garganta se cerraba, eso no podía pasar, no quería perderlo.

 

Lo abrazó con fuerza y sin poderlo evitar rompió en llanto, Inuyasha lo acompañó pues justo cuando su vida tenía sentido estaba por acabarse.

 

Buscaron métodos para evitar perderse pero ninguno funcionó.

 

Siguieron su vida como si nada pasara por petición del menor.

 

Una noche y después de entregarse el uno al otro Inuyasha se fue, su luz se apagó.

 

—¡Inuyasha! ¡No me dejes!. —Trato de despertarle pero este ya no lo hizo. Revisó su pulso y noto que ya no tenía.

 

Se aferro al aun tibio cuerpo de su amado y inició su llanto, su Inuyasha se había ido.

 

Después de sufrir tanto y planear quitarse la vida lo había conocido, había sentido amor nuevamente y juntos lo habían superado pero... ¿Porque no le dijo nada? ¿Porque esperar a esto?.

 

Dos días pasaron, estaba frente a una tumba cubierta de rosas blancas, eran las favoritas de su amado y estaba solo, Inuyasha no tenia familia y dolía pensar que de no haberse conocido estaría pasando solo esa terrible enfermedad que se lo arrebató.

 

En esa tumba yacía Inuyasha Setsuna, ahí yacía el amor de su vida y él, él había muerto junto con su amado y ahora sólo era un cuerpo sin alma y sin amor.

 

Decidió marcharse, el cielo nublado amenazaba con iniciar una intensa lluvia.

 

Caminó sin rumbo fijo y como lo había predicho empezó a llover, era como si el cielo llorara por su pérdida.

 

Ya era de noche, le recordaba ese día en que conoció al peliplata menor, ese día en que su vida cambió. Siguió su camino, sus lágrimas se confundían entre la lluvia.

 

Su camino lo llevo a ese viejo puente, se acerco al lugar pero esta vez si estaba vacío, nadie pasaba por ahí. Se acerco al lugar donde hacia mucho tiempo su amado estaba parado.

 

Miro el paisaje, aun llovía. Suspiro cansado y tomo una decisión, su amado antes de marcharse le dijo –Se feliz– pero era obvio que jamas lo sería, no sin él.

 

Una vez más traspaso la barrera de seguridad.

 

—Seré feliz, Inu. Iré contigo y ambos seremos felices. —Miró el fondo, había un rió y estaba crecido debido a la lluvia.— Allá voy.

 

Se lanzó. Lo último que vio fue a su amado Inuyasha con los brazos abiertos esperando un abrazo.

 

Se impactó contra el fondo del rió y cerró los ojos. Murió.

 

Una luz lo envolvió, su ropa era completamente blanca y lo vio, su Inuyasha aun tenía los brazos extendidos esperando su abrazo y corrió hasta llegar a él, se fundieron en un abrazo tan cálido, tan necesario.

 

—Te dije que fueras feliz.

 

—Y yo te dije que sólo sería feliz contigo. —Lo besó, sus labios se sentían tan suaves, tan dulces como recordaba.

 

—¿Listo?. —Preguntó al separarse. Ambos miraron al frente, una luz se alcanzaba a ver.

 

—Listo. —Se tomaron de las manos y ambos caminaron hacia ella.

 

Ambos se conocieron en circunstancias difíciles, ambos supieron salir adelante, ambos supieron amar y ambos se fueron juntos, nada los pudo separar ya que...

 

El amor es más fuerte que la muerte.

 

Fin.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).