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Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

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Notas del capitulo:

Basado en la canción ''La voz del muñeco'' de Gakupo KamuiVocaloid.

Letras en esta forma son fragmentos de la canción.

Inuyasha recibe un muñeco de porcelana por parte de su padre, ese muñeco se vuelve su amigo hasta que un día algo raro le empieza a pasar a su amigo de porcelana.

Era su cumpleaños, estaba ansioso pues vería nuevamente a su padre que constantemente viajaba y lo dejaba con su madre. No es que le molestara pero ya quería ver a su amado padre, prometió que llegaría para su cumpleaños y le traería un obsequio, estaba ansioso, muy ansioso.


En la cocina de la mansión Setsuna está un niño de aproximadamente diez años sentado frente a un gran pastel de chocolate, esta esperando a su padre y su madre sólo lo observa con una sonrisa pues su amado le llamo contándole que ya iba en camino y estaba muy cerca.


―Madre ¿Padre vendrá?. ―Pregunto algo triste, temía que no llegara.


Escucharon el sonido de la puerta abrirse, de un salto corrió hacia la sala y lo vio parado viéndolo con una sonrisa. El hombre abrió sus brazos en señal que se acercara y lo hizo, lo abrazó muy contento


―Feliz cumpleaños campeón. ―Lo felicito y se aferró más a su pequeño cuerpo siendo observados por la madre del pequeño.― ¿Me extrañaste?.


―Mucho padre. ―Contestó emocionado y fue alzado por el mismo


―Yo también te extrañe campeón.


―Takemaru, Inuyasha es hora de comer pastel. ―Habló al fin la mujer con una sonrisa y la familia caminó a la cocina donde el pastel reposaba en la mesa.


Al finalizar y contarle a su familia sobre su viaje, el padre recordó el obsequio que había traído para su pequeño hijo


―Toma hijo, espero que te guste. ―Le dio una caja con un gran lazo y él emocionado la abrió


―Gracias padre. ―Dijo antes de abrirla por completo.


Al finalizar vio su contenido, era una muñeca. No, era un él ya que era un muñeco, su cara era perfecta hecha de porcelana, sus rasgos eran varoniles y algo sobrenaturales, su ropa constaba de un antiguo kimono masculino y una estola peluda, traía dos pequeñas espadas en su cintura, no medía mas de cincuenta centímetros y era perfecto.


―¿Te gusta campeón?. ―Preguntó el padre ansioso al ver a su hijo inspeccionar su obsequio.― Por cierto presiona su pecho.


Obedeció, una armoniosa voz se escuchó, era como si un ángel cantara y le gusto, esa melodía calmaba su ser


―¡Me encanta!. ―Exclamó y sus padres sonrieron.


―Es para cuando te sientas solo, sólo escucha su melodía y estoy seguro te sentirás mejor.


...


...


Muchos dicen que una parte de la energía positiva de un niño hace estragos en los objetos a los que amen demasiado y tal vez por eso mismo su muñeco empiece a ser algo diferente.


Tal vez sea porque el Setsuna lo compró en una extraña tienda de juguetes en uno de sus viajes a Tailandia, sin saberlo el muñeco contenía un amuleto y hierbas sagradas para la protección. Aunque eso no le importó, solamente lo compró al ver que parecía un guerrero de la época Sengoku y sería un perfecto amigo para su solitario hijo.


Con el paso del tiempo Inuyasha crecía, al igual que su amor por su muñeco al que había llamado ''Sesshomaru'', le gustaba escuchar su melodía. Si estaba cansado, triste o enojado  simplemente acudía a su amigo y tocaba su pecho para que iniciara a cantar.


Un día el muñeco estaba en la habitación de su amo, completamente solo y se dio cuenta de algo...  Podía pensar, sentir, más no podía moverse ¿Que le  ocurrió?.


Minutos después, llego su amo de ya dieciséis años y lo vio, sintió algo de sí temblar.


―Hola Sesshomaru ¿Será normal que a pesar de tantos años sigo hablando contigo?. ―Preguntó a su inmóvil amigo y ahí fue cuando el muñeco recordó su vida, su vida cuando era un simple muñeco sin alma. Todos los recuerdos de su vida junto a su amo se hicieron presentes.


El adolescente veía a su amigo sentado en su mesita de noche, inmóvil, sin vida o al menos eso creía.


―No es normal pero tú eres mi mejor amigo y eso será para siempre, es una promesa. ―Finalizó y acarició el platinado cabello del muñeco. Se acercó a su escritorio para terminar sus deberes escolares


''Sin embargo, solo soy una máquina cantante ilusoria. Ni siquiera puedo abrazarte con mis propias manos.''


Su primer pensamiento y era doloroso. Ciertamente jamás podría hacer eso, sólo era una simple muñeca de porcelana, de una fría porcelana. Pero podría seguir cantando para él, cantando con su corazón, con su amor porque era un muñeco que se enamoró de su amo.


''Quiero seguir cantando más y más para ti. Esa es mi única esperanza.''


Él era un testigo en la vida del pelinegro más no silencioso ya que si su amo estaba mal acudía a él solo para calmarse, eso lo apreciaba, por eso cantaba.


''Quiero poder tocar a mi amo.''


Deseaba con todo su ser tener la oportunidad de tocar a su amo. Quería ser más que un simple muñeco.


Rogó a Kami, a Buda, a quien sea que pudiese ayudarle a cumplir su sueño pero parecía que nadie le escuchaba ¿Era porque era un muñeco? ¿Por ser sólo un trozo de porcelana y tela?.


Su amo. Su joven amo, él le contaba sobre todo lo que lo ocurría y aunque este no se diese cuenta, le escuchaba con atención


―Sesshomaru me alegra que seas mi amigo, todos los que creí mis amigos me engañaron. ―Le contó con pesar y él sólo quería abrazarlo para consolarlo aunque se tranquilizo al ver como el pelinegro lo tomaba entre sus manos y presionaba su pecho para que la melodía iniciara.


.


Un día simplemente paso, logro mover una mano y vio la puerta abrirse dando a ver a su amo que recién llegaba de ese lugar al que llamaba instituto.


―Hola Sesshomaru.


Sonrió y vio a su amo tensarse para después negar repetidas veces.


―Creo que empiezo a ver cosas. ―Comentó pero Sesshomaru volvió a sonreír ¡Podría tocar a su amo!. Lágrimas de alegría surcaron su rostro frío.


―A-amo. ―Logró articular con alegría y el joven estaba paralizado.


¡Monstruo!. ―Gritó aterrado y salió del cuarto dando un portazo, sus lágrimas de alegría se convirtieron en lágrimas de dolor.


''Esto es mi culpa''


Dolor, dolor era lo único que sentía, su amo rompió la promesa.


Una luz lo envolvió y poco a poco empezaba a crecer hasta ser de tamaño humano pero eso ya no le alegraba en lo absoluto, se dejo caer de rodillas al suelo y se dio cuenta que ya no era de porcelana, era completamente humano más no sabía porque.


Su amo se fue, quería volver a ser un muñeco sin alma, así ya no sentiría dolor pues ahora sentía tristeza, dolor, desolación y todo gracias a su absurdo deseo.


''Soy horrible en esta forma.''


Se levantó. Tal vez si desaparecía todo estaría bien, encerraría su amor en lo mas profundo de su ser para que no fuese mancillado por sentimientos negativos ¿De que servía ser humano si su amo le aborrecía?.


''Al final quiero verte de nuevo.


Era verdad, quería verle de nuevo. Cantar una última vez para él.


Se levantó del suelo. No sabía cuando volvería o si es que volvería.


—Quiero volver a ser un muñeco. —Susurró con dolor.


De nada le servía ser humano. Se repetía en su mente, no quiero ser un humano.


"Todo esto es mi culpa."


Susurró mientras miraba esa puerta de madera.


—Rompiste la promesa.


Su mirada estaba clavada en esa puerta. Una parte de él tenía la esperanza de que su amo abriera esa puerta y pidiera su melodía.


Las horas pasaron, su amo no volvía y esa puerta continuaba cerrada. Salió al balcón.


Se sentó en el borde del mismo y empezó a cantar mirando la brillante luna llena.


Cantó todo lo que había vivido. Desde su más anhelado deseo hasta el momento donde su corazón humano se hizo pedazos.


—Ya no quiero ser humano. —Susurró con lágrimas en los ojos y sin apartar la mirada de la luna.


Sus manos empezaron a brillar y lo supo, volvería a ser una muñeca.


—Quisiera verte de nuevo.


Y como si lo hubiese invocado su amo abrió esa puerta. Sólo le dedicó una mirada triste y empezó a encoger.


—¡Sesshomaru!. —Gritó el joven y corrió hacia él.


Cuando llegó ya era una muñeca de porcelana inmóvil.


—¡Sesshomaru! ¡Sesshomaru perdoname!. —Abrazó el muñeco mientras lágrimas surcaban sus mejillas.


Lloró abrazando su muñeco, se dio cuenta que ya no respondería.


Tocó su pecho con la esperanza de escucharlo cantar pero no emitió ni un sonido.


—Perdoname amigo, rompí la promesa.


La luz de la luna bañaba la habitación. Aun estaba sentado en el suelo lamentándose.


Al principio había temido y escapado pero mientras estuvo fuera recordó la promesa. Por eso mismo volvió pero había sido tarde, había perdido a su amigo.


Ese día el muñeco había perdido su voz. Ese día su amo lo había perdido a él.


Se fue sin cantarle por ultima vez, se fue sin tocarlo.


Ellos se querían, ellos debían estar juntos pero perdieron todo. El muñeco perdió a su amo, su amo lo perdió a él.


El joven lloraba su pérdida, se odiaba por ser tan cobarde pero no dejaba de presionar el pecho del muñeco tratando de escuchar su voz. Algún día esperaba recuperarlo, algún día lo vería de nuevo y ahora sólo quería recuperar...


La voz del muñeco.


Fin.


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