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Vella por aries_orion

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Steve es bueno con las máscaras. Se atrevería a decir, que es mejor que cualquier espía o persona. Esto no viene desde el ejército, no se lo enseñó el Coronel Phillips, tampoco fue James o incluso el doctor Erskine. No, aquel arte se lo mostró su padre y, años más tarde, su madre. Ambos eran eruditos en ello.

Durante su infancia las apariencias eran esenciales si querías una casa o vida tranquila. Ahí, no iban los sentimientos.

Y estaba bien, a Steve le dejó  de importar porque pudo encontrar un escape en la guerra, un alivio en su chica. Podía tocar ese sueño, pero olvidó que la vida estaba empeñada en verlo de rodillas. Un choque, frío, máquinas y un despertar horrendo. Intentó adaptarse, comprender su entorno. No fue fácil.

Con él nada lo era.

Le han dado un hogar, regresado su motocicleta y un estado de cuenta con varios ceros después de un número. Está abrumado, no encuentra su lugar, ha vagado por la ciudad que le vio crecer. Se ha sentado en tantos cafés que no puede distinguir unos de otros. Hay personas, hay parejas, hay excentricidades.

Es, simplemente, demasiado.

El clima es loco e incierto igual a su gente. Nueva York ha cambiado. No hay paraguas o impermeable cubriéndole. El agua le golpea, se mete entre las costuras, enfría su piel, sus pies chapotean. La lluvia hace su música. Un paso, dos, se detiene. Parpadea, no recuerda cómo ha ido a parar a Brooklyn. Suspira, deberá regresar caminando. Se gira, escucha. La lluvia hace su trabajo en obstruir los sonidos.

Un paso más.

Lo vuelve a escuchar, guiado por su oído se mete al callejón. Su mirada escanea, no ve nada. Vuelve a caminar a la salida.

Una caja le ha brincado a los pies, se ha puesto en guardia. Busca al enemigo. Ríe, su atacante no pesa más de un kilo.

–A ti también te han abandonado, ¿eh?

 

**

Ansiedad.

Hace tiempo no la sentía, su pierna no para de moverse de arriba abajo, los soldados le han observado, sabe lo que quieren, pero no le dicen nada por respeto o temor. Incluso se ha llevado la uña del pulgar a la boca. No ha dejado de observar las puertas. Apenas estas se abren se levanta, no se detiene a dar un informe hablado y mucho menos escrito.

Camina con prisa, un pie adelante del otro. Se quita el traje, no hay ducha. Llaves y mochila al hombro. Por los parlantes le piden se presente en la oficina del director.

No va.

¿Por qué el camino es tan largo?

Con luces neón y un dibujo de varios animales le indican su objetivo, deja la moto por ahí y vuelve a caminar, casi trota.

–Buenas tardes Capitán.

–Hola. –Los modales son olvidados, Steve quiere su preciada carga. Le busca tras la pequeña ventana de cristal. –¿Cómo está? ¿Hace falta mucho? ¿Puedo pasar a verlo?

El joven ríe, no se molesta en ocultar su diversión causada por sus nervios.

–En realidad, en una niña. Hiperactiva y…

Las puertas se abren, una chica trae entre sus brazos a una bola de pelos marrones y negros. Hay risas, sonrisas, ladridos. Toda una algarabía y él ya la quiere entre sus brazos.

–Aquí está la cartilla, ahí le he apuntado todo lo referente, deberá regresar en cuatro o seis meses para aplicarle algunas vacunas más.

Escucha atento mientras sus ojos repasan el pequeño cuerpo que yace sobreexcitado en la mesa.

–Hace falta su dirección y el nombre.

Steve no ve al doctor, le dicta la dirección, ve esos ojos obscuros como la noche, las orejas apuntando al cielo, el hocico abierto con la lengua de fuera, el pelaje suave y la cola de un lado al otro.

–Vella.

Notas finales:

Siguiente.

^_^


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