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La conocí una noche cualquiera por BlackPhilip

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Notas del capitulo:

Lamento mucho la tardanza, me distraje en muchas cosas:(

¡Muchas gracias a Lina por su review! ♥

Tenia frente a ella un examen de repaso a medio terminar, y solo el suave sonido de suspiros y cambios de hoja a su alrededor la mantenían despierta. De momentos escribía números y letras apurada, con completa seguridad y sin miedo a algún error, pero luego pensaba en Lapis. Desde que la conoció, no dejaba de recordarla, normalmente lo consideraría como algo muy molesto, pero en esa ocasión no, de hecho le gustaba pensar en ella. Su imagen era como un ligero receso en su cabeza, se concentraba en sus respuestas y luego, por unos minutos, se embelesaba como una niña enamorada.

Solo cuando terminó y entregó sus hojas recordó la mención de Jasper. Para ella era una completa desconocida, como un nombre sin dueño o una sombra sin rostro. Lapis la había descrito como "la típica bruta salvaje", pero eso dejaba mucho a la imaginación. No sabía como sería su cabello, sus ojos o si quiera su forma de vestir, pero eso le era tan insignificante, todo lo que podía preguntarse era que tanto daño le causaba esta a Lazuli, si la lastimaba físicamente, si hería sus sentimientos. Tan solo de imaginarlo sintió un calor subiendo por su estomago, sus hipótesis la hacían enojar, pues realmente le parecía increíble que alguien quisiera dañar a una chica tan amigable. Jugueteaba con un trozo de papel, imaginando que podría hacer ella para ayudarla, no tenía techo propio, su sueldo con suerte alcanzaba para algo de comer, incluso cuando había tenido una fuerte riña con su familia hace años, aún iba cada semestre a recoger a un viejo cajero el dinero que su madre le transfería para pagar el dormitorio, tragándose el orgullo por ser incapaz de pagar el monto por si sola. Era completamente inútil para Lapis.

--Oye --Llamó un compañero, causando un fuerte sobresalto en la chica--. La clase terminó.

El salón estaba completamente vacío, salvo por ese chico a medio camino a la puerta. Peridot asintió nerviosa y comenzó a recoger sus cosas apresurada, se había quedado tan concentrada que ni siquiera supo cuando se habían ido todos. Se colocó la vieja mochila en el hombro y avanzó de prisa por los bulliciosos pasillos. Debía ir a la cafetería para verse con Amatista como cada martes, que era de los pocos días en los que sus horarios coincidían. Al llegar, buscó por todos lados y se dio cuenta de que había llegado primero que su impuntual amiga. Ordenó su almuerzo y empezó sin ella, completamente acostumbrada a la tardanza de Amatista. Esta llegó, pasados 15 minutos, tan ruidosa como siempre y con una bandeja de comida en las manos.

--Hey, ya empezaste --Dijo como saludo, mientras tiraba su mochila en algún lugar cercano a la mesa--. Tomé el monopatín de un chico y no me fijé en la hora.

--¿Quien diablos usa un monopatín en la universidad --Preguntó Peridot, algo sarcástica.

--¡Oye, es muy divertido! Puedes deslizarte por ahí y-

--Y verte como un niño gigante --Interrumpió, riendo.

--Como sea, tu te lo pierdes.

--¿No deberías estar estudiando calculo?

--¿De que hablas? ¡Pasé el maldito examen! --Se defendió Amatista.

--Con 73 puntos, apenas es el mínimo aprobatorio.

--¿Podemos dejar de lado esa basura aburrida y mejor hablar de lo asombrosos que son los monopatines?

Amatista hablaba con gran interés de casi cualquier aparato con ruedas como si se trataran de los secretos de la vida misma. Peridot la escuchaba atenta pero, como le venía ocurriendo en los últimos días, en algún punto se perdió. Pinchaba sin interés su comida, había perdido el apetito por todo el frenesí en su cabeza. Amatista lo notó, y al ver que Peridot no se percataba de nada, tomó un pedazo de fruta del plato de la otra sin permiso, esperando una reacción que nunca llego.

--Joder, Peridot --Se quejó la chica, despertando a su amiga--. ¿Qué diablos pasa contigo? Normalmente ya estarías gritándome un montón de tonterías.

--No me siento como normalmente.

--Si, se nota --Bufó--. Oye, si es por esta Lapis, te diré que está bien encapricharse con alguien un poco, pero no te obsesiones como esos tipos raros de tu clase con esas chicas de videojuegos, ¿Quieres?

--Que especifica --Bromeó Peridot--, ¿También has tenido algunos novios así?

--Lo digo en serio.

--Cambiando el tema... --Comenzó, inquieta-- ¿Conoces a... alguna Jasper?

--¿Jasper? No me suena para nada --Respondió--, ¿Qué? ¿Ahora estás enganchada con otra? --Añadió, bromeando.

--¡Claro que no! --Acotó la menor, indignada-- No soy como tú.

--Vaya, perdón. Diablos, solo bromeaba, relájate un poco.

--Lo se, lo se --Se lamentó, llevándose una mano a la frente--. Lo siento, he estado algo inquieta estos días.

--¿Por qué preguntas por una Jasper?

--Por nada --Mintió con simpleza.

Amatista asintió, y siguió comiendo. Ambas estaban en silencio hasta que Peridot volvió a hablar.

--¿Como está Perla?

--¿Por qué lo sabría yo? --Rebatió rápido.

--Porque te paseas por toda la universidad en lugar de entrar a clases.

--Si, si, la vi por ahí --Contestó Amatista, de mala gana--, pero estuvo evitándome así que no dijo mucho.

--Sería bueno hablar con ella.

--Oye, recuerda lo que dijo Garnet, dejemos que ella sola nos diga que ocurre cuando pase todo este drama.

Peridot se irritó un poco por la poca importancia que le daba Amatista a su amiga, como si los problemas de esta no fueran importantes. Pero no se sintió capaz de decir algo en su defensa, pues ella también la había atacado el sábado pasado. Pareció que Amatista notó la tensión que se había formado, y preguntó algo más para guiar la conversación a otro camino.

--¿Como va todo con Lapis? --Preguntó con su habitual tono juguetón-- Las encontré muy unidas en la fiesta de Jenny.

--Ah, si... Claro... Pues... --Titubeó, sonriendo al recordar la noche-- Estuvo bien.

--¿Estuvo bien? --Repitió Amatista, evidenciando que quería oír más.

--Si. Hablamos por un buen rato y... la conocí más.

No dijo más. Esperaba resumir con esa frase un: "Lapis era chica de pueblo y se mudó a la ciudad, vivió unos años en la calle y luego se unió a unas personas que le enseñaron todo eso que me es totalmente desconocido. Y me bailó".

--¿No crees que es algo tonto solo verla un día a la semana? --Preguntó Amatista, como si fuera algo obvio-- No es como si estuviera en la carcel o algo así.

--No podemos vernos todos los días. Nuestros horarios no concuerdan para nada.

Sin decir absolutamente nada, Amatista tomó el celular de Peridot que descansaba en la mesa. Esta no objetó nada, pues no sería la primera vez que la chica tomaba sus cosas. Sin darle mucha importancia continuó picando su comida hasta que el sonido de la cámara de su celular se oyó. Amatista había tomado una foto y ahora tecleaba con rapidez y una sonrisilla en el rostro.

--¿Qué estas haciendo?

--Le envío un mensaje a Lapis para invitarla a salir --Contestó con tanta tranquilidad.

--Espera... --Alcanzó a musitar, comprendiendo lo que su amiga había dicho-- ¡¿Como sabes su número?! --Exclamó, sin poder salir de su sorpresa.

--Uno de los chicos me lo dio.

--¿Qué? ¿Quienes? ¿De qué hablas?

--Me dijeron que Lapis habló con mucha gente en la fiesta --Explicó--, y unos le preguntaron su número --Luego, se percató--. Espera... ¿Tu no lo tenias?

--N-No... --Confesó, avergonzada.

--No paras de hablar de ella desde semanas, ¿Y no sabes su maldito número?

--Gracias por dejarme en claro que soy un asco hablando con chicas.

--Como sea, ya envié el mensaje.

--¿Q-Qué le dijiste? --Dudó Peridot, nerviosa.

--La invité a una cita mañana en la tarde.

--¿Mañana? --Repitió, comenzando a alterarse otra vez-- ¿En la tarde?

--Si, ¿Por qué?

--Tengo que ir a trabajar.

--No vayas y listo.

--No puedo faltar --Recordó Peridot, ansiosa--, si pierdo este trabajo-

--Buscas otro y ya --Interrumpió Amatista, más que relajada.

Peridot suspiró frustrada, colocando sus manos en sus sienes, en un intento de relajarse. Claro que le encantaría ir, pero era algo demasiado repentino que no sabía que hacer, siempre acostumbraba a planear todo con días de anticipación.

--Mierda, Amatista --Dijo por fin, acomodando sus gafas--. ¿Qué voy a decirle al gerente?

--¡Repórtate enferma! --Solucionó emocionada, como si fuera una idea completamente revolucionaria-- Sales con Lapis, y vuelves al trabajo como si nada hubiera pasado.

La rubia no pudo evitar poner los ojos en blanco ante aquella opción tan cliché y poco funcional.

--Debes hacer cosas divertidas de vez en cuando --Dijo--. Ser alocada.

--No puedo ser "alocada".

--Claro que si --Aseguró Amatista--, además es para ver a Lapis, en un día soleado, sin música ni ebrios andando por ahí. Solo ella y tu en una soleada tarde de verano.

Para Peridot aquello era una cuestión muy complicada. Estaba tan acostumbrada a hacer todo bien que su sentido de la responsabilidad le pedía a gritos rechazar el compromiso de una cita. Ya era parte de ella ser disciplinada. Por otro lado, quería pasar un buen rato, aun cuando sabía que posiblemente se arrepentiría después. "Debes darte un receso, Peridot", se decía a si misma. Las cosas en la escuela le estaban yendo según lo planeado, seguía su horario al pie de la letra y mantenía su promedio completamente impecable. No tenia razones para sentirse culpable por hacer algo diferente un día más.

--¿Donde la citaste? --Preguntó, rindiéndose ante si misma.

--En el muelle.

--¿El muelle?

--El muelle tiene muchas ventajas --Convenció la de cabello largo--, es un lugar solitario para dos enamoradas, y dijiste que le gustaba el mar.

--Si, el mar. El muelle es... --Musitó dudosa-- Tal vez le traiga malos recuerdos.

--¿Malos recuerdos? ¿De que-

--No quiere volver a dormir en muelles --Susurró, más para si misma.

--¿Dormir en qué? --Amatista alzó una ceja completamente confundida.

--Nada, olvídalo --Respondió Peridot, hablando más alto-- ¿Y para qué querías la foto?

--Pensé que sería buen detalle mandarla con la invitación.

--¿Mandarla con...? ¡Pero ni siquiera se como me veo en la foto! --Exclamó, sintiendo su rostro ruborizarse.

--¿De qué te preocupas? Siempre sales mal en las fotos

--¡No vuelvas a hacer eso! --Clamó Peridot, más avergonzada que molesta-- Seguramente me veo de la mierda y tu la mandaste.

--Entonces, ¿Qué enfermedad extremadamente contagiosa tendrás mañana? --Preguntó, restándole importancia a la pena de su amiga.

--Aun no se si iré.

--¡Por todos los cielos, Peridot!

--Me refiero a que no se si ella aceptara.

--Lo hará.

--¿Tú como lo sabes?

--Parece estar muy interesada en ti.

--Como sea --Bufó Peridot, sin creer a su amiga.

--¡Lo digo en serio! --Afirmó Amatista-- Algunos chicos me dijeron que preguntaba mucho sobre ti, tus gustos y esas cosas.

Al escuchar aquello, la chica sintió un calor en su rostro junto a su corazón acelerarse. Lapis preguntó por ella. No pudo evitar sonreír, arriesgándose a que su amiga se burlara de ella.

Al terminar la hora, Peridot regresó al edificio para su siguiente clase. Mientras tomaba notas, se preguntó si tal vez habían metido a Lapis en problemas por ese mensaje. No sabía si su novia solía husmear su celular o algo parecido, si eso fuera cierto, seguramente no le agradaría la idea de que la chica se viera con otras personas. Pero todo eran solo posibles escenarios, pues no estaba segura de nada que tuviera que ver con aquella mujer desconocida. En medio de la clase, sintió su celular vibrar en el bolsillo de su sudadera, con cuidado lo sacó, nerviosa ante la idea de que podría ser Jasper.

Al abrir el mensaje a escondidas, totalmente adiestrada, no se sintió más relajada. Era Lapis, aceptando la cita. Su respiración se aceleró, sintiendo un cosquilleo agradable en su estomago. Sus piernas se movían ansiosas, tratando de contener las ganas de salir corriendo y contarle a sus amigas que tenía una cita con la chica que le gustaba. En su lugar, continuó escribiendo con normalidad, aunque en su cabeza gritaba y festejaba.

_____

No pudo conciliar el sueño hasta altas horas de la noche, mientras tanto, estuvo cambiando de posición por toda la cama, revisando una y otra vez la hora. Hacía bastante tiempo que no se sentía tan emocionada por una cita, y volvió a recordar que no era un nerviosismo del todo agradable debido a la preocupación de no decir o hacer algo fuera de lugar. Lapis tenia ese efecto en ella, como si cada vez que la veía fuera la primera vez. Estaba tan animada por ver su andar en las calles, tal vez entrar a algunos lugares a los que le gustaba ir, no solo el club donde trabajaba. La madrugada se sintió como un efímero parpadeo. Tan pronto como sonó su alarma, se levantó para asearse e iniciar el día. Las clases fueron igual de monótonas que todos los días. Al finalizar su horario, caminó rumbo a su habitación ideando las frases que diría para tener la tarde.

Con el teléfono en su temblorosa mano, marcó al número del gerente, que contestó casi de inmediato. Luego de varios minutos explicando falsos síntomas y malestares, en los que Peridot tuvo que apretar ligeramente su nariz y hablar entre suspiros para sonar lo más resfriada posible, el hombre accedió de muy mala gana a dejarla faltar. Cuando colgó le sonrió con complicidad a Amatista, que escuchó todo a su lado aguantando las carcajadas.

--Para ser tan disciplinada mientes como un mitómano --Observó Amatista entre risas.

--Supongo que años de mentirle a mi madre sirvieron de algo --Comentó, mientras se quitaba la ropa sucia.

--¡Oye, guardatelo para Lapis! --Bromeó, cubriéndose los ojos al verla semidesnuda-- No sabía que eras de esas exhibicionistas

Peridot rió sarcásticamente. En realidad ambas se habían visto en ropa interior incontables veces, pues en un dormitorio pequeño la privacidad era algo imposible. De su guardarropa sacó un conjunto simple, a pesar de los comentarios de Amatista. Tomó sus cosas y salió hacia la parada de autobuses.

Llegando al muelle, se inundó en ese aroma a sal que tenia el mar. El sol brillaba sobre el agua tan azul, creando destellos cegadores y hermosos, podía escuchar a las gaviotas sobrevolando la zona. No había nadie cerca y su única compañía eran un par de botes solitarios. Se sentó en una vieja banca que estaba por ahí, dándose un momento para disfrutar la vista, hacía tiempo que no visitaba al mar por la tarde. El suave murmullo de las olas era como un coro, seguido del crujir de la madera. Cerca del gran muelle podía verse el gran parque de atracciones de Ciudad Playa, y la rubia pensó que se veía como una lejana y fría ciudad de metal aproximándose al muelle. Entre toda la calma, escuchó pasos sobre la madera que se acercaban a ella. Volteó la mirada para encontrarse con Lapis, su corazón volvió a aumentar su ritmo al verla tan cerca.

La chica vestía tan bohemia como siempre, con un largo vestido de telas opacas, collares de varios tamaños y un cardigan tejido comenzando a despuntarse. También notó que su cabello lucía más enredado de lo normal pero no quiso hacer la observación en voz alta. Sin decir nada, la chica se sentó a su lado en la pequeña banca. Permanecieron en silencio unos minutos, disfrutando del sonido del agua.

--Fue un lindo detalle lo de la foto --Dijo por fin Lapis, volteando a verla--. No me lo esperaba pero... fue lindo.

Peridot recordó de repente la dichosa fotografía, se sentía tan bien haberla olvidado pero ahora tenía que armarse de valor para verla y enterarse de que tan alto fue su nivel de humillación.

--No la tomé yo... --Empezó a excusarse-- Creo que se envió por error, no se... ¿Puedo...Puedo verla?

Lapis asintió divertida y le mostró el aparato con su imagen. En ella se veía tan poco estética, con sus párpados a medio abrir y formando una mueca con la boca, sin mencionar que ese día no se había molestado en acomodarse el cabello ni en ponerse una sudadera limpia. Peridot no soportó verla más, apartó la vista como si hubiese visto un crimen atroz. Su rostro estaba completamente rojo de vergüenza, en un afán de huir de la situación, cubrió su rostro con ambas manos, esperando las burlas de Lapis. Pero estas no llegaron.

--Creo que podríamos considerarla como arte.

Un gemido escapó de los labios de Peridot, demostrando que lejos de animarla esas palabras solo la avergonzaban más.

--Me refiero a que es tan espontáneo --Continuó Lapis--. Como nos vemos todos en un momento cualquiera de un día cualquiera. Creo que soy afortunada de ver ese lado natural de ti.

La rubia se asomó de entre sus manos, aun sonrojada y temerosa. Lazuli sonrió.

--Deberías sentirte orgullosa de esta foto.

--Es fácil para ti decirlo, tu no eres la de la foto --Gimoteó.

--No, pero soy la que no se peinó para ir a una cita --Consoló Lapis, jugando con su cabello enredado.

--Hablando de eso, pareces una bruja --Bromeó Peridot, tranquilizándose para bajar el rojizo rubor--, ¿Vamos a robar a los hijos de otras personas?

Lapis rió sonoramente, toqueteando más su corta cabellera. La de lentes la observó en silencio, fascinada por sus movimientos y sonidos, como si mirara una mina de oro. Luego de eso, la chica de cabello azul vio el movimiento del mar, tan relajada por sus formas, y una pequeña sonrisa melancólica se pintó en su rostro, de la misma manera en la que alguien ve una foto vieja.

--El muelle de Empire no es tan bonito como este --Comentó--. Siempre hay basura y te roban tus cosas. El agua es gris y la gente vomita en el todo el tiempo

--Diablos, suena muy siniestro.

--Lo es, aunque es mi hogar de alguna forma. Empire y su zona Este.

Notó la nostalgia con la que hablaba al estar lejos de lo que ella llamaba casa.

--El mar aquí es tan azul --Susurró como si fuera una canción de cuna--. Es lo que más me gusta de Ciudad Playa --Luego añadió con una sonrisa más grande-- Eso, y tú.

Y con esas simples palabras, los esfuerzos que hacía Peridot para bajar su rubor se fueron a la basura, pues su rostro volvió a brillar en rojo.

--Hey, ¿Estas bien? --Preguntó, igual de jovial, colocando una mano en la frente de Peridot-- Estoy segura de que puedo freír un huevo en tu frente --Dijo entre risas.

--S-Si, si --Apartó con delicadeza la mano en su cara, y cambió el tema--. ¿Quieres ir a... algún otro lado?

--Me gusta el mar, pero ya que mencionas lo de ir a otro lado... --Dijo, coqueta-- Hay un lugar al que siempre voy y nunca le he mostrado a nadie.

--¿A-A nadie?

--Es genial, te lo aseguro --Prometió, emocionada.

--De acuerdo --Asintió Peridot luego de un rato--. Bien. ¿Donde está?

--Sígueme, te mostraré el camino --Susurró como un secreto, a pesar de que eran las únicas en el muelle.

Antes de decir algo más, Lapis la tomó de las manos para levantarla y comenzar a caminar, como si temiera que fuera a arrepentirse. Se alejaron del muelle, dejando atrás al océano que parecía llorar su soledad. Tan pronto se fueron de ahí, el calor golpeó a Peridot, el verano ya había llegado y las temperaturas aumentaban. La chica bohemia parecía ignorar esto, pues se movía tan ágil y fresca como si estuviera en un manantial, y no en las asfaltadas calles.

--¿Como toleras este calor? --Preguntó la rubia entre suspiros, comenzando a agitarse.

--Estoy acostumbrada, no teníamos aire acondicionado o algo como eso en casa --Explicó Lapis.

--¿En casa de Empire o en la de tu pueblo?

--En ninguna de las dos --Contestó divertida--. Ven, vamos.

Lapis la tomó de las manos y la jaló un poco para que aumentara la velocidad de su paso. Peridot no pudo ignorar la enorme señal de transito que indicaba la carretera para salir de Ciudad Playa, y se alarmó más al ver que su camino iba para allá.

--No podemos ir ahí a pie --Observó la rubia, frenando la caminata de una vez por todas--. Es peligroso.

--Peridot --La llamó--, nunca te haría hacer algo peligroso. Confía en mi. No iremos muy lejos.

--Pero-

--Falta poco.

Peridot rezongó pero continuó. Miró a lo lejos el faro de la ciudad, y como este se hacía cada vez más diminuto. Al principio pensó que Lapis querría mostrarle un lugar recóndito con una vista espectacular, pero estaban adentrándose en una carretera, y sabía que no había nada por ahí.

--Según recuerdo, deberías estar trabajando hoy, ¿No? --Habló con una voz sin perturbaciones o signos de cansancio.

--Me reporté enferma --Cortó la rubia, en realidad le vendría bien una platica pero sus pulmones no parecían permitírselo.

--Bueno, es una mentira piadosa.

--Después de esta hora de ejercicio repentina, no creo que sea mentira mañana.

--Vaya, tienes una condición física muy mala --Rió--, típica en los chicos de números.

--¡Que prejuiciosa!

Caminaron por un largo rato, hablando a medias de temas triviales. La rubia estaba al limite, pues hacía bastante tiempo desde la ultima vez que caminaba bajo el sol. Cuando estaba a punto de dejarse caer, vio a Lapis correr hacía algún lado, cuando alzó la vista vio que la chica señalaba un cerco de metal. Se sintió aliviada porqué el paseo terminó, pero también decepcionada pues no veía más que montañas de metal oxidado y cacharros apilados. Aún así, en un acto desesperado, miró a todos lados en busca de algún local siniestro o una banca incluso. Pero no había nada cerca, más que el vertedero de la ciudad.

--¿Qué hacemos aquí? --Preguntó Peridot, totalmente desconcertada.

--Es lo que quería mostrarte --Respondió, de vuelta excitada como niña pequeña.

--¿De acuerdo...? ¿Ahora qué?

--No, no, lo que quiero mostrarte esta adentro

--¿Adentro? ¿Vas a mostrarme los cadáveres de tus victimas?

--Es algo mucho mejor, vamos.

--Ahí dice "No pasar" --Indicó Peridot, señalando un viejo y marchito cartel a medio despintarse.

Lapis, haciendo caso omiso, comenzó a escalar por el cerco con habilidad, demostrando que tenía demasiada experiencia haciendo ese tipo de cosas. Pero Peridot estaba asustada.

--¡Lapis! --Gritó la más pequeña, asustada-- ¡Alguien te va a ver! --Instintivamente volteaba a todos lados, aun cuando no habían visto pasar ni un solo carro en toda la tarde.

--No hay nadie, Peridot --Dijo, tratando de calmarla mientras terminaba de subir--. Créeme, hago esto siempre.

Bajó el cerco del mismo modo que subió, pero al brincar se escuchó el sonido de tela rasgándose. Una parte del vestido de Lapis se había roto, pero sin dudar ni un segundo, terminó por arrancar el pedazo que colgaba.

--Siempre pasa esto --Comentó, jocosa, del otro lado de la red--, toda mi ropa termina rota.

Al verse sola en su lado, la de lentes entendió que era su turno de brincar el cerco. Se quitó las gafas y se las pasó a Lapis, quien ya había comenzado a reír solo por eso. Peridot comenzó a subir, torpe y lentamente, quejándose por el calor del metal. Mientras sujetaba una mano, un pie le colgaba, y viceversa. Logró subir luego de mucho esfuerzo y cuidado, planeaba bajar con la misma lentitud con la que subió pero descuidadamente dio un paso en falso y terminó cayendo al suelo, golpeándose la parte trasera del cuerpo, sin poder evitar soltar un gritillo de dolor. Esto alarmó a Lapis, y rápidamente se arrodilló a su lado, tratando de ayudarla a levantarse.

--Mierda, Peridot, ¿Estas bien? --Sacudía con sus manos el polvo en la ropa de la chica.

--No, quiero decir si, no lo se --Murmuró entre dientes--. Pero estoy adentro, ¿No?

--Estas adentro --Repitió Lapis, aliviada.

--Mañana estaré muy jodida para ir a trabajar.

Lapis la ayudó a levantarse y le colocó sus gafas, cuando se cercioró de que todo estaba bien, la guió hasta el fondo del basurero, bajando la cabeza aquí y allá con cuidado. Trepaban y bajaban por pilas de objetos, pasaban por carros a medio destruir, y siguieron. Las alarmas mentales de Peridot se activaban cada vez que veía alto afilado o roto, imaginando las cortadas dolorosas que podría hacerse solo por caer. Al final del horrible camino, llegaron a un terreno baldío, rodeado de más basura. Entonces vio en el centro figuras esculpidas con metales y otros materiales, con formas bizarras y otras más simples. Curiosa, se paseó por todos lados, observando las creaciones con detalle. Cayó rendida ante una pequeña figura de una nave alienígena construida con varios discos de distintos tamaños.

--¿Tu hiciste todas estas esculturas? --Preguntó, impresionada, sin dejar de ver la escultura de la nave.

--Me gusta llamarlas Meep Morp --Aclaró Lapis, sonriendo al ver su trabajo admirado.

--Es increíble --Murmuró, mirando a su alrededor-- ¡Esta es enorme! --Añadió cuando vio una escultura de un árbol hecha de latas de cerveza-- ¿Ese es un gato? --Señaló otra figura de alambres.

--Todo esto me recuerda a algo de mi vida. Mi vecina tenía un gato que cazaba ratas --Informó, mientras tocaba el objeto--. El árbol me recuerda a la zona Este de Empire, porque a pesar del alcohol y los vicios hay vida.

--¿Qué significa ese platillo volador?

--La hice después de esa noche en el club --Confesó--, cuando llevabas esa blusa con el alíen bordado. Me recuerda a ti.

Peridot queda perpleja por unos segundos antes de sonreír radiante. Lapis había hecho una "Meep Morp" en su honor, y era fantástica. Brillaba con efecto metálico por el sol, y eso le daba un toque radiactivo. Lapis la dejó ver, mientras ella caminaba al otro extremo del terreno. La rubia escuchó ruidos detrás de ella, al voltearse no pudo evitar acercarse atónita. Vio una escultura más soberbia que el resto. Era una figura parecida a un humano con una pose excéntrica. Simulando un saco, vestía con telas plastificadas y celofán rojo, las joyas que portaba estaban hechas de discos en pedazos y otros materiales brillantes, una malla funcionaba como un vestido forrado de aluminio, aunque estaba incompleta.

--Llevo días creando esto, todavía me falta terminarlo --Dijo Lapis, a su lado--. La falda es el problema, es demasiado aluminio.

--Es bellísima Lapis. ¿Donde aprendiste a hacer todo esto?

--En casa todos eramos niños artísticos. Como vivíamos viendo injusticias, nuestra madre nos enseñaba a expresarnos con formas y movimientos, y comencé a hacer Morps --Recordó--. Habló de mi madre de la Casa, no de mi verdadera madre --Aclaró un segundo después.

--El que tengas dos madres y dos casas me confunde --Admitió Peridot--, no se cuando estas hablando de una o de otra

--Casa de Diamantes, así se llama la Casa a la que pertenezco en Empire --Y ante la mirada aún confusa de Peridot, continuó explicando--. Las Casas son como... las hermandades de la universidad, pero mucho más unidas, como familias. Tenemos una madre que cuida de nosotros, y nosotros de ella.

--Eso suena lindo.

--Lo es.

Peridot asintió, y continuó mirando la escultura, tratando de interpretar lo que significaba para Peridot. Tal vez era su madre de Empire, o simbolizaba la moda de la ciudad. No podía adivinarlo, pero justo cuando iba a preguntar, Lazuli le habló.

--¿Quieres... ayudarme a terminarla? --Sonrió, nerviosa.

--Claro, pero... no se que hacer.

--Te puedo enseñar --Respondió emocionada, tomando un bote que contenía el aluminio.

Lapis le señaló la forma de acomodar el papel, y juntas comenzaron a rellenar la figura. Era la primera vez que Peridot hacía algo como eso, así que le tomó un rato hacerlo bien. A pesar de eso, sus errores eran elogiados por la otra chica, en lugar de ser señalados y odiados, y eso era algo completamente nuevo pues desde pequeña estaba acostumbrada a ser castigada por fallar. Y por primera vez, no se sentía mal al equivocarse.

--Este es mi lugar feliz --Comentó Lapis, mientras doblaba el papel--. Es como mi casa del árbol, se que suena muy infantil pero me gusta escaparme y llegar aquí.

--Es genial que tengas algo así.

--¿Tú lo tienes?

--Si --Suspiró--, aunque es muy diferente a este. Mi lugar feliz es cuando reparo alguna computadora o limpio aparatos. Nada artístico

--Creo que reparar algo es una forma de arte. Formas algo.

--Pero debe hacerse de un modo especifico o de lo contrario esta mal --Explicó Peridot.

--Tal vez, pero ¿Estudias sistemas no?

--Si, pero-

--Tienes que diseñar, ¿no? --Interrumpió.

--Si, pero... No es lo mismo diseñar una escul-, un Meep Morp --Se corrigió-- a diseñar... no se, un tablero de circuitos.

--No es lo mismo, pero es arte.

--No, no lo es.

--¿Por qué a los chicos de números les cuesta tanto aceptar al arte? --Bromeó Lapis.

--Tal vez porque nos enseñaron desde niños que el arte no sirve de nada --Respondió Peridot, en un tono desanimado.

--Hey --Susurró Lapis, luego de unos segundos. Tomó la mano de la rubia en un gesto de cariño--. Esta bien. Arte o no, lo que haces es grandioso y hermoso.

Peridot sonrió un poco triste, mirándola a la cara. Creía que podía volverse adicta a los ojos de Lapis, tan tranquilos y sabios. Se soltó lentamente de su agarre y continuó pegando el aluminio. Lapis siguió preguntando por su carrera, y la de lentes respondía animada a todo. Hablar de sus estudios siempre la emocionaba y como no lo hacía muy seguido, no paraba de hablar. Cuando las chicas decidieron que era suficiente de esculpir, dejaron todo y se sentaron agotadas y acaloradas, Lapis se acomodó en una llanta que estaba a su lado y Peridot se sentó en un bote, mirando el trabajo hecho.

--Ahora si me muero de calor --Rió Lapis, levantando completamente la falda de su vestido.

La rubia la miró al escucharla hablar pero cuando vio sus piernas descubiertas apartó la vista de golpe. Empezó a temblar nerviosa y sintió sus orejas calientes, se sentía muy mal consigo misma porque dentro de ella quería verla. Quería ver sus largas piernas y donde acababan.

--Oye, perdón, no quería ponerte incomoda --Se disculpó la chica al notar la reacción de Peridot--, pensé que no te importaría, ya sabes, porque ambas somos chicas y eso --Finalizó para volver a cubrir sus piernas apenada.

Peridot quería decir que no había problema pero pensó que se vería como alguna clase de pervertida mirando. "Pero ahora creerá que soy una mojigata", se dijo. Un tercer pensamiento de culpa le sobrevino, Lapis tenía calor y ahora no podía refrescarse por su culpa.

--Gracias por ayudarme con esto --Habló Lapis, rescatando a la otra de sus pensamientos--. Representa todo para mi.

--¿Q-Que te recuerda?

--Los Bailes. Me recuerda quien soy. ¿De verdad nunca has oído hablar de ellos?

Peridot negó algo apenada.

--Los Bailes son los únicos lugares donde te puedes sentir completamente hermosa, celebran tu propia belleza --Explicó, de la misma forma como si estuviera hablando con cientos de personas--. Caminas y te sientes como una verdadera modelo. Eres arte, y los Bailes son las galerías. Hay premios pero solo con estar ahí ganas.

--¿Ganas muchos premios?

--Aquí no, porque en realidad no participo --Lamentó--, pero allá nuestra Casa ganaba casi todos los trofeos. Madre nos entrenó para los Bailes, ensayábamos casi todos los días y nos conseguía ropa extravagante. Y acabo de recordar... --Añadió-- El viernes va a haber un Baile en el club, sería bueno que fueras.

Peridot no respondió, no quería prometer nada a Lapis. Quería conocer esa parte importante de ella, pero sonaba a un mundo donde ella no encajaría nunca.

--Es que... --Comenzó Lapis-- Logré hablar con Florida y-

--¿Florida? --Preguntó la de lentes, interrumpiendo a la chica.

--Florida Hazel, el organizador y presentador de los Bailes --Contestó--, lo convencí de que una de las categorías fuera Fantasía Verde, tu color favorito.

Peridot no pudo evitar sorprenderse por el gesto, la chica había hecho eso por ella. La invitaba a participar en lo que le era sagrado, y se sintió completamente honrada.

--¿Lo... Lo hiciste por mi? --No salía de su sorpresa.

--Incluso si no quieres participar... creo que sería lindo que vieras tu color favorito por todos lados.

--Esta bien, no me lo perdería por nada.

--¡Genial! Muero por que veas a los chicos en acción y-

--Quiero participar --Interrumpió--, vestirme de verde... y ver que pasa

Ahora fue el turno de Lapis de sorprenderse, los hermosos zafiros de sus ojos se iluminaron con un brillo de autentica felicidad. Soltó un gritillo de emoción y la abrazó fuerte, como si le hubiese regalado el mundo entero. Peridot disfrutó del abrazo ruborizada, contagiándose de la felicidad de Lapis. Luego de eso, sus estómagos gruñeron por hambre y se dieron cuenta de que era hora de volver a la ciudad.


_____


Peridot no tenia idea de que Lapis la haría caminar más. Pensaba que solo irían a comer a alguna cafetería o restaurante de la zona, pero no. Compraron en La Gran Rosquilla y la llevó a su segundo lugar favorito. Un viejo edificio abandonado en la ciudad que no habían demolido. El lugar estaba totalmente solo, lleno de pasillos y cuartos, en algunos había charcos aunque no se veía algún hueco en el techo. Las paredes en las que no se caía la pintura estaban llenas de rayones, y había muebles viejos y rotos por todos lados. Lapis la guió hasta el ultimo cuarto, subiendo por unas viejas escaleras casi derrumbadas, Peridot no sabía como era que la chica todavía tenia energía. Cuando llegaron a la habitación, esta no tenia techo, salvo por un esqueleto de madera sin terminar, la luz que entraba hacia ver el lugar como algo post apocalíptico, lleno de hierbas saliendo de rincones remotos. En las paredes también había graffiti, pero estos eran más artísticos que los anteriores. Finalmente se sentaron en grandes pedazos de concreto, y Lapis respondió a todas las preguntas que la chica tenia del lugar.

Luego de un rato, al terminar de comer, las risas de las chicas rebotaban de las paredes y se oían por todos lados como voces fantasmales.

--Los Bailes son muy importantes porque son parte de la historia --Expuso Lapis de pie, un poco más seria después de una ola de risas--, nacieron en los 30's para hacer lo que el mundo creía que era para enfermos.

--¿Para enfermos?

--Ya sabes, vestirse del genero contrario, sentirse del genero contrario, todo eso --Respondió--. Fue un refugio para las personas que no encajaban en el "mundo real".

Peridot escuchó atenta mientras permanecía sentada.

--Ven, vamos a ensayar un poco --Dijo Lapis al momento de ayudarla a ponerse de pie y una vez de pie junto a ella comenzó la lección-- Debes caminar por la pista como si fueras la dueña de todo.

Seguido de eso, caminó en línea recta para una demostración, moviendo su cuerpo con tanta gracia que casi hizo caer a Peridot. La rubia lo intentó después, probando su falta de practica.

--A cada paso que des, posa como si tuvieras una cámara en frente de ti --Recomendó, seguido de ejemplos--, cuando llegues al final de la pista imagina que estas en la portada de una revista.

Peridot intentó una posición, tratando de imitar la de Lapis, colocando una mano en la cintura y levantando la otra, como si presentara algo.

--Trata de pararte lo más erguida posible --Dijo Lapis, al momento de levantar más su brazo--, la postura lo es todo.

--¿Como aprendiste todo eso?

--Ya te lo dije, Madre nos enseñó todo y ensayábamos juntos --Al terminar le dio un pequeño empujón a Peridot--. Ahora camina --Cuando la rubia llegó a la pequeña marca que había hecho, exclamó-- Ahora posa.

》--Da la vuelta, con gracia --Continuó llamando-- Mueve los hombros. Gira a los jueces. Posa.

La rubia hacía lo que podía, no estaba segura de como se veía pero se estaba divirtiendo, a pesar de que creyó lo contrario cuando empezó.

--Posa con los brazos, transmite lo que sientes. Figuras exactas. Luce tu rostro. Levanta el mentón, y termina parándote frente al estrado.

Peridot terminó, agregando una pose y Lapis aplaudió entre risas.

--¿Lo hice bien? --Preguntó la de lentes, emocionada.

--Claro, solo recuerda que no hay una forma correcta de hacerlo --Explicó--, solo te dí una idea.

Lapis volvió a sentarse, seguida por la otra chica.

--A quienes debes impresionar es a los jueces, tal vez Florida te diga cosas que parecen hirientes pero tu sigue sintiéndote una modelo hasta el final.

--¿Como sabré que a estos jueces les gusté?

--Fácil, levantan unas cartas con el puntaje del 1 al 10

--¿Y todos lo ven? --Preguntó alarmada.

--No te preocupes, Peridot. Solo vive el momento.

--Solo vive el momento --Repitió en un susurro--. ¿Que debo ponerme?

--¿Tienes algún vestido?

La chica calló, pensativa. Pensó en su viejo vestido de secundaria, estaba segura de que todavía era de su talla, no había crecido nada desde entonces, pero recordó que este se quedó en su casa y no lo tenía con ella.

--No realmente.

--¿Algún conjunto de una pieza? ¿Un traje elegante?

--No, pero... tengo una falda, podría usar unas medias y... ¿Una chaqueta verde?

--No puedo dejarte entrar con solo eso, ¡Te comerán viva! --Exclamó, realmente atemorizada por la idea-- Yo me encargo de tu atuendo. Tu solo ve el viernes y yo haré el resto.

--De acuerdo... --Asintió insegura-- ¿Qué usaras tú?

--No, no, no participaré --Confesó--. El verde no es mi color.

--¿Qué? ¡No voy a participar si tú no lo haces!

--Nunca lo he hecho sin mi familia...

--Entonces será la primera vez para ambas.

--No lo se, no se me ocurre nada bueno que usar --Se excusó Lapis, como si evadiera la situación.

--¿No tienes nada para ti pero si para prestarme? --Cuestionó sarcástica.

--Bueno... es que estoy segura que a ti se te ve bien todo.

--No, no intentes elogiarme para que me olvide de esto --Rebatió, haciendo reír a Lapis.

--Siento que voy a extrañar más a mi Madre...

--Estoy segura de que ella estaría muy feliz si te viera hacer lo que amas.

Lapis sonrió, con un deje de tristeza, enredando un poco la tela de su vestido.

--Además, ¿Vas a dejar que me destrocen en la pista? Hay solo dos opciones. A, me la paso genial y disfruto porque se que estas a mi lado, o B, me pongo tan nerviosa por estar sola que lo arruino todo y no vuelvo a salir de mi dormitorio.

--¡Eso se llama chantaje!

Peridot puso una cara, dando a entender que se apresurara a escoger.

--De acuerdo, esta bien, viviré mi fantasía verde --Se rindió, riendo--, pero me veré horrible y será tu culpa.

Ambas se tomaron de las manos como si estuvieran cerrando un trato y rieron juntas.

--Regresaré a Empire con un premio del tercer lugar y la Casa de Diamantes me desterrara.

--Eso asumiendo que ganes alguno.

Lapis la miró, con una expresión de fingida sorpresa, colocando una mano en su pecho, cosa que hizo reír más a Peridot.

--Hablando de Empire, ¿Es realmente tan espectacular como dice todos?

--Claro que lo es --Sonrió Lapis--, es donde todas las culturas y subculturas se mezclan.

--¿Es cierto que hay hoteles de 7000 dolares la noche?

--Nunca he pasado la noche en uno, pero existen. No solíamos ir a las grandes avenidas --Entrecerró los ojos, como si tratara de recordar--. Aunque, una vez entré a una fiesta de esos hoteles caros.

--¡¿En serio?!

La chica estaba apunto de narrar su anécdota cuando su celular sonó con el tono de mensaje. Lo revisó sin interés, y al ver el remitente, su rostro cambió drásticamente. Era impresionante lo descontenta que estaba cuando hace unos segundos no paraba de sonreír. Soltó un suspiro y volvió a dejar su celular.

--Es de Jasper --Soltó molesta, para luego tratar sonreír después--, ¿En qué estaba?

--¿Todo esta bien? --Preguntó alarmada.

--Tranquila, todo esta en orden --La convenció.

--Pero...

--Peridot, esta bien. Olvidemosla --Pidió Lapis, sonando casi como una suplica--. ¿Qué estaba diciendo?

--¿De la vez que fuiste a un hotel costoso?

--Claro. No es una gran historia, entré fingiendo ser mesera y metí a mis hermanos --Dijo con simpleza--, yo trabajé toda la noche y ellos hablaban inventándose toda una vida.

--Eres una buena hermana.

--Esa noche conocí a una mujer, era toda una diosa, de verdad. Le serví pan y vino durante horas solo para verla --Alzó los hombros con desdén-- Jamás volví a verla. Pero por su anillo creo que estaba comprometida. El diamante era más grande que mi maldito ojo.

Peridot rió ante el ultimo comentario y asintió.

--Yo también me enamoré de una chica que jamás volví a ver.

--¿Peridot me va a contar una anécdota? He esperado este momento desde siempre --Bromeó Lapis, recostándose en el duro concreto como si fuera una niña escuchando un cuento.

--No es nada interesante. La vi en la estación de autobuses cuando viajaba a Ciudad Playa. Era alta, morena y ardiente. Subió a un autobús y desapareció para siempre.

--¿No hablaste con ella?

--¿Qué voy a decirle a una chica desconocida en una estación?

--¿Hola? ¿Hace calor, no? ¿Tienes la hora? Que lindo brazalete. Que hermoso cabello, ¿qué shampoo usas? ¿No odias el olor a basura de la estación?

--Si, si, ya entiendo, debí hablarle --Cortó la rubia, fastidiada.

--No entiendo tu... timidez --Comentó Lapis, incorporándose-- Eres guapa, inteligente, algo sarcástica, tienes estilo... Puedes hablar con cualquier chica y seguro terminaran quedando para verse.

--¿En serio crees eso? --Preguntó insegura.

--Por supuesto, cualquiera sería afortunada de conocerte --Susurró más suave.

Nuevamente quedaron en silencio, solo viéndose a los ojos como si no existiera nada más, como si quisieran recordar sus rostros para toda la eternidad. Solas en medio de un edificio abandonado sin nadie alrededor. Pudo ver a Lapis viendo sus labios, sintiendo un escalofrío agradable por todo su cuerpo. Se sobresaltó ligeramente cuando sintió las manos frías de Lapis sujetando su rostro. Y como si todo ocurriera en cámara lenta, vio a la chica acercando sus labios a los de ella. Esta vez no hubo nadie para interrumpirlas, no hubo música que las molestara. Sus bocas se unieron en un casto y pequeño beso, y Peridot amó la sensación. Lapis depositó otros pequeños besos en su mejilla, pero la rubia volvió a besarla, durando más tiempo y sintiendo su calor. Pronto, el chasquido de sus labios se oída por todo el lugar.

Peridot realmente se sentía en los cielos, besarla al fin se sentía tan bien que creyó desfallecer cuando Lapis tocó su pierna con cariño. El sonido del celular las hizo separarse, a pesar de que ninguna de las dos quería parar. Era una llamada en el celular de Lapis, con una mueca la rechazó y miró a Peridot con unos ojos de disculpa.

--Es Jasper. Debo irme ahora --Anunció, decepcionada.

--No tienes porque irte, solo... --Se detuvo antes de terminar, negando su cabeza-- Lo siento, solo ten cuidado...

--Oye, no pasa nada. Estaré bien, se como lidiar con esta perra --Dijo, guiñándole el ojo--. Lamento dejarte así, pero... ya sabes. ¿Te llevó a la salida?

--Esta bien, conozco el camino. Me quedaré otro rato aquí, es genial.

Lapis sonrió y salió apresurada por el umbral destrozado.

--¡Nos vemos el viernes! --Se escuchó que gritó por el pasillo. Luego de eso, silencio absoluto.

Sus oídos vibraban, no sabía si era por la calma, el beso, o la culpa. Le gustaba Lapis, le encantó poder compartir un beso y realmente deseó llegar más allá. Pero ella estaba en una relación. Una relación insana. No entendía si estaba haciendo algo malo o algo bueno. No sabía como sentirse. Quería correr para alcanzarla y llevarla lejos el resto de la tarde para que se olvidara de Jasper por un día, pero tampoco quería meterla en un problema del cual no podría ayudarla a salir.

No. Definitivamente no sabía como sentirse

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! 


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