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Lo Que Antes Fui por Liss83

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-¡Severus! – grito Sirius desesperado mientras este caía hacia atrás – ¡Alfa! 
-Así que el Omega quiere a su Alfa – dijo Peter sonriendo con superioridad – pues tendrás que conformarte con este Beta. Pero no te preocupes, ni notaras el cambio 
-¡Ni siquiera lo pienses! – dijo Sirius apuntándolo con su varita – ¡Niphandora fue a Azkaban por tu asesinato! 
-¿Qué harás? – dijo Peter – solo eres un pobre y sumiso Omega con la magia atada a la voluntad de tu Alfa. Dime ¿qué harás? ¡Petrificus Totalus! – grito 
-¡Expecto Patronum! – grito Severus desde el suelo y el hechizo de Peter reboto en el perro fantasmal que el pocionista había proyectado y lo golpeo a él mismo. El cuerpo inerte del mortífago cayo hacia atrás 
-¡Severus! – grito Sirius corriendo a abrazarse a él 
-¡Estoy bien! – aseguro el   Slytherine – ¡Estoy bien! - Avada Kedabra - dijo sin ningún tipo de remordimiento 
-Fue él – dijo Sirius – ¡él me hizo esto! ¡Siempre creí que era mi amigo! 
-Ya paso – dijo Severus – ya pas… – pero se desmayó mientras Sirius lo llamaba 
 
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Estaba en su casa, con el alma destrozada. Aun mucho más de lo que la había tenido los últimos meses. Desde que su Alfa, o quien él siempre pensó que lo seria se había ido confesándole que lo suyo era imposible, su vida se había vuelto un infierno. Amaba a Sirius más que a su propia vida y no entendía porque lo había engañado durante tanto tiempo. Ahora su rabia había bajado y podía pensar con claridad nuevamente, había decidido buscar al… al hombre que amaba y hablar con él. Antes de irse, en realidad, antes que él lo echara a la calle y Severus se lo llevara, Sirius le había jurado y perjurado que se podía revertir. Que Severus estaba trabajando en la poción y que él volvería a ser un Alfa. Si eso era así, ellos podrían reanudar su vida juntos y esta vez sí podría darle hijos a su Alfa, todos los que él quisiera. Total ya habían criado juntos a Harry y eran unos buenos padres. Y aunque no tuvieran hijos biológicos juntos, a él no le importaba, solo no quería perder a su manada 
 
La noche que la batalla estallo todo fue un caos. Hechizos volando sobre sus cabezas, amigos de toda la vida, caídos. El olor a sangre lo inundaba todo. El miedo era palpable. Había visto a Sirius pelear cerca de la escalera a unos pasos de… su Alfa, que lo protegía con ferocidad. Pero después no lo había vuelto a ver. Ni entre los vivos… ni entre los muertos 
Había buscado durante varios días a Sirius, afortunadamente Ron y su familia tenían bastante entretenido a su hijo, por lo que lo había convencido de que su padre estaba ayudando a capturar a algunos mortífagos que habían escapado durante la batalla, pero que en unos días regresaría y todo sería exactamente como siempre 
Finalmente se había enterado donde estaba su compañero. La pareja había sido atacada por Peter Petregree y quien se había llevado la peor parte había sido Severus, pero seguía vivo. En cierta medida se alegraba por ello porque así tendrían una oportunidad de arreglar todo aquel desastre. 
Al llegar a San Mungo pregunto por la habitación del pocionista y le habían dicho cuarto piso, habitación número ocho. Pregunto si alguien estaba con él y la enfermera le había dicho que su compañero Sirius Black no se despegaba de él ni un solo instante 
 
-Deme unos minutos y ya vera como eso cambia – había pensado con una sonrisa radiante 
 
Prácticamente había corrido a la habitación. Moría por abrazarlo. Besarlo. Decirle cuanto lo amaba. Lentamente giro el pomo de la puerta, pero se detuvo en seco al escuchar la conversación de ambos hombres 
 
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Despertó en la habitación de un hospital. Le dolía todo su cuerpo. Sentía como que si una manada de centauro hubiese pasado sobre él. ¿Qué había pasado? Solo tenía vagos recuerdos. Una voz lejana. Una luz. Sirius. ¡Sirius! 
 
-Tranquilo – dijo este – tranquilo. Ya paso. Se acabó. Tranquilo – repetía una y otra vez acariciándole el cabello – Tanto el Lord como Peter están muertos. Todo termino 
-Sirius – susurro abriendo los ojos 
-Hola Alfa – dijo este sonriendo y con un tono suave, uno muy parecido al que ocupan los Omegas con los bebes 
-¿Estás bien, precioso? – dijo Severus entre lazando su mano a la de su pareja 
-Sí, estamos bien – dijo Sirius sonriendo. 
-Ven aquí – dijo Severus y el Gryffindor se sentó a su lado para recostar su cabeza sobre el pecho del convaleciente 
-Por fin este infierno termino – dijo Sirius cerrando los ojos mientras sentía como le acariciaban el cabello 
-¿Qué tiempo llevo aquí? – pregunto Severus 
-Cerca de dos días – respondió Sirius –. Tu magia estaba un tanto inestable 
-Estoy cansado – susurro Severus también cerrando los ojos 
-Los medimagos dijeron que era normal – dijo Sirius – en unos días estarás bien de nuevo. Trata de descansar 
-No te vayas – pidió Severus 
-No te dejare – prometió el animago – descansa 
 
Cerca de las ocho de la noche Sirius lo despertó suavemente, para que el medimago lo revisara. Este dijo que si todo seguía como hasta el momento, al día siguiente lo daría de alta, pero tendría que seguir reposando en casa. Minutos después trajeron la cena y Sirius saco de una bolsa la cena que había comprado en la cafetería para él. Cenaron en silencio. Por alguna razón ninguno de los dos estaba incomodo con la situación, sino todo lo contrario. Al terminar la cena, Sirius hizo a un lado sus platos y volvió a sentarse agarrándole la mano a su pareja. 
No era una conversación fácil la que venía pero mientras  más la dilataran más dolería 
 
-Debemos hablar. Tengo algo importante que decirte – dijeron ambos al mismo tiempo y  no pudieron evitar reírse por la sincronización con la que hablaron 
-Empieza tú – dijo Severus 
-No, hazlo tú – dijo Sirius 
-Bueno… – dijo Severus respirando hondo para tranquilizarse – Sé que te he dicho hasta el cansancio que yo no te hice esto, pero no me crees. 
-Ahora si – dijo Sirius 
-Sé que no eres feliz. Y  si tú no eres feliz, yo tampoco lo soy. Por eso te dejo libre para que vuelvas con quien amas. Yo sé que te perdonara – y las lágrimas de Sirius cayeron –. Tal vez no inmediatamente, pero lo hará. Solo debes ser paciente con él. Pásame mi túnica – Sirius obedeció y Severus saco de esta un frasquito –. Aquí tienes – se lo entregó –. Te dejo libre – Sirius lloro abiertamente observando el líquido que le devolvería la vida que él siempre quiso – te dolerá el vientre, pero es por el cambio. No te preocupes. Todo estará bien. Podrás volver con Remus y con Harry – pero Sirius solo lloraba sin pronunciar palabra –. Todo estará bien. El súper Alfa está de vuelta – y Sirius lloro más aun – no sientas que tu Alfa te está abandonando. Pasara. Lo prometo – Sirius no podía dejar de llorar, eran demasiadas emociones juntas, pero lo consiguió – piensa en que recuperaras todo lo que te quitaron. 
-Severus… – susurro Sirius con la emoción en la voz y mirando el frasco – necesito que pienses muy bien tu respuesta. Porque más de una vida depende de ella… ¿Tú… me amas? – y el silencio inundo el lugar. Casi se podía cortar el aire con un cuchillo 
-Desde el día… que te conocí – susurro Severus mientras sus lágrimas también caían – lo único que he hecho es amarte. Amarte. Y amarte. Pero es un imposible. Siempre lo ha sido. Tu corazón tiene dueño y ni siquiera porque tu naturaleza cambio dejaste de amarlo a él para darme una oportunidad a mí. Y en nombre de este inmenso amor – susurro sonriendo mientras le limpiaba las lágrimas con la mayor delicadeza posible – te dejo ir. Me desgarro el alma yo mismo para devolverte tu felicidad, aunque sé que mi Alfa enloquecerá, pero quiero que seas feliz 
-Estoy embarazado – dijo Sirius levantando el rostro para mirarlo fijamente mientras sus lágrimas caían a raudales y se colocaba las manos sobre su vientre y Severus quedo estático por la sorpresa – y no quiero perder a mi bebé. No quiero, Alfa. No me dejes – suplico – no me condenes a perderlo todo 
 
 
Remus quería morirse en ese instante. Desde la hendija de la puerta entre abierta observaba mudo como moría cualquier oportunidad de rehacer su vida. Su manada no se haría realidad nunca. Él había sido quien anulo cualquier posibilidad de que eso pasara. Él, solo él era el responsable de su completa desdicha 
 
-¿Estas… seguro… de lo que dices? – tartamudeo Severus con la emoción en la voz – Puede… 
-Las enfermeras me hicieron una prueba ayer – dijo Sirius –. Tengo tres semanas 
-¿Y tú… quieres tenerlo? – pregunto Severus temeroso – yo no te reprochare nada si… 
-Sí, quiero – dijo Sirius mientras los ojos le brillaban. 
-Un hijo… – susurro Severus poniendo su mano sobre el vientre y Sirius entrelazaba su mano a las suyas – un hijo… 
-¡Nuestro hijo! – dijo Sirius sonriendo 
-¡Nuestro hijo! – repitió Severus y sin poderse contener beso a su Omega 
 
Lenta y completamente derrotado, Remus se alejó del lugar. No era justo, no tenía derecho a destrozarle de nuevo la vida a Sirius. Quien ama, renuncia, le había enseñado su padre. Y él amaba a ese loco, demente, con cada molécula de su ser. Nunca le pediría que eligiera entre él y su hijo. Jamás. Ya encontraría la manera de explicarle todo a Harry. Haría que el chico entendiese todo y apoyara a su padre. Porque Sirius era eso, el padre de Harry, al igual que él. Era un lazo inquebrantable. Y no sería él quien lo pusiera a prueba. 
 
El beso fue lento, suave, cargado de amor y deseo, de esperanza, lleno de la promesa de la tan merecida felicidad 
 
-Me acabas de hacer el hombre más feliz de la tierra – dijo Severus – pero no quiero que pienses que planee esto. 
-No lo hago – dijo Sirius sonriendo –, para eso hace falta ser un Merodeador y tú no lo eres. Tú solo eres una culebrilla grasienta 
-Culebrilla ¿eh? – repitió Severus – Sirius mírame. Esta pócima te devolverá todo lo que amas 
-Pero yo quiero… – protesto este 
-Pero ese bebé no estará allí para siempre – dijo Severus acariciando el vientre de su Omega –. En unos meses saldrá y perfectamente podrás hacerlo. 
-Remus me odia – susurró Sirius 
-Te ama – aseguro Severus –, te buscara y podrán hablar. Reconciliarse 
-¿Y el bebé? – dijo Sirius 
-¿Qué hay con él? – interrogo Severus 
-Exacto – dijo Sirius – ¿Qué hay con él? 
-Ese bebé va ser el bebé más afortunado del mundo – dijo Severus –. Mira, saca cuenta. Dos padres, un papá, un hermano mayor, un motón de primos que no podrá diferenciar porque todos tienen la misma mata de cabello rojos y pecas – Sirius rio por la referencia a los Weasley –, una abuela gritona en un cuadro 
-Oye – dijo Sirius sonriendo –, a pesar de todo, es mi madre 
-Muy a mi pesar – dijo Severus –, discúlpame pero es insoportable, a pesar de ser Slytherine 
-Pero… ¿Y si no me busca? – dijo Sirius 
-Tienes poco más de siete meses para pensar y decidirlo – dijo Severus –. Decidas lo que decidas, yo te apoyare     
 


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