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Hinospito cambio. por Junsuhiroishiwata

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Con una camisa ya puesta, suspiró entre cansado y consternado. No sabía que podía estar ocasionando aquello, aún con una pequeña noción en mente.
—Quizá sea una especie de magia que aún desconozco — tomando su típica taza de café matutina. Observó su alrededor, buscando al menos algo que estuviera fuera de su lugar. Pero estaba equivocó, nada parecía salir de la normalidad que le circundaba.

—O una tecnología capaz de hacerlo. — Con mano en la asa, y la otra reposando sobre su barbilla. Acarició aquel nuevo rostro con una barba más abundante de la que el mismo se dejaba crecer.

—Tony puede tener la respuesta.— antes de sorber el último resquicio de cafeína. Una leve luz se iluminó en su mirada. Como si en verdad estuviera cerca de una solución tangible.

Mientrans tanto....
En un lugar lejano. Donde las personas normales no son partícipes de caminar, se hallaba una morada. En la cuál, un inquilino un tanto malhumorado. Despertaba después de tener una noche llena de reflexiones. Era claro que sufría, quizás por razones que el mismo desconocía. Lo importante del asunto era que. Al momento de levantarse, y sentir sus pies contra el frío suelo de linóleo que se permitía tener. Algo en su rango de vision no encajo.
Era raro, como sí de repente todo le estuviera dando tantas vueltas que ni siquiera reconocía sus propios pies. Aquellos que se movían titubeantes.

—Que.... Es esto. — dudoso, alzó ambas manos sobre su cabeza. Masajeando unos segundos, como queriendo encontrar el lugar de donde provenían las punzadas de dolor. Había bebido, lo sabía. Estaba más que consciente de aquello, pero no sabía si aquellas extraña conformación en sus falanges eran reales. O solo una invención de su propia imaginación.

—No soy yo. O... Sí — se dijo antes de por fin pararse de lleno, mirando de reojo la extrañar forma en que su cuerpo habia disminuido unos tenues centímetros. Al principio lo dejó pasar. Retomando aquella idea de que era cosa de su cansada mente.

Se dirigió a la ducha, dónde removió el resto de ropas que le cubrían. No habia hecho algo más que tomar, animado por la alegría de la breve paz que le comenzaba a reinar. Estaba solo, y aunque pudiera estarle doliendo significativamente. Nunca diría algo al respecto con sus demás. Nadie le entendía, nadie en ese horribles mundo lo podría hacer. Pero tendría que ocultarse, al menos durante un pequeño lapso de tiempo.

—Mghh. Ah— jadeo sonoramente cuando su mano traviesa bajo ante su entrepierna y comenzó a subir- bajar de forma violenta. «Ohhh, s-si» aquella acción le parecía indicado para sacar la pequeña frustración que tenía al verse aún muy adormilado a esas horas del día. Era como sí, algo le estuviera pesando, pero a la vez liberando.

—Ahh, uhm— subiendo una mano, dio el último tirón antes de venirse en su propia mano. Aquella que ahora tenía la esencia de una gran liberación.

«Se sintió demasiado bien» pensó, dejando que el agua tibia correr desde su pecho. Hasta la punta de los pies, dónde el agua salía un tanto traslúcida. Dejando en claro, que ahora solos gozaba del pequeño momento antes de dejar aquella comodidad. Para salir y afrontar la ruin rutina de siempre.
Atender la granja, hacer limpieza. Comenzar la misma miseria, una y otra vez.

—Hasta que día esto cambiará — se dijo, mirando el Jabón un momento. Pensando en la suavidad del que este estaba conformado. Sumido en todo, estiro la mano para alcanzar la talla gris que. "Se supone debía estar todos los días ahí"

Enojado por solo estar tocando el aire vaporoso. Suspiro pesadamente, dejando atras la cortina con decoraciónes llena de peces.
—Donde está la toalla. — grito enojado. Mirando de un lado a otro. Buscando la dichosa tela que le estaría pasando por todo el cuerpo. Evitando que dejará el rastro de gotitas de agua que ahora veía con impotencia.

—Nada está bien aquí. Maldita sea— bufo entre dientes. Dejando el pensamiento de buen humor atrás. No podía creer que todo se fuera al carajo en velocidad récord.

—Lo peor, es que es tu culpa erik— giró los ojos. Quejumbroso ante su ajora reflejo lleno de vaho. Dejando que su rabia se viera disminuida. Relajo los hombros, y cerró los ojos durante un minuto.

Cuando se sintió mejor, quitó con su antebrazo la neblina formada en el espejo. Aquello que no le dejaba ver claro su rostro. Y cuando de este por fin salió un reflejo concordante. Este mismo dio un severo paso hacia atrás. Percatándose de su propia confusión.

No era el. Eso ahora ya estaba quedando claro, su cabello era rubio. Su cara parecía estar aún más joven, y de todas las cosas raras que pudieron venir a su mente. Una sola resaltó ante las demás. Podía reconocer la cara contraria.

—¡Madre de Dios!— sólto, quizás un poco más calmado. Pero no convencido.

—Yo... Yo lo conozco. Bueno no, lo he visto. Es.. — cortó sus propias conclusiones al verse con la mirada agachada. Mirando la entrepierna ajena. Eso no era suyo. Pero se habia sentido tan bien, que ahora comenzaba a recapitular la forma sagaz en que su mano se habia pasado por esa longitud. Por demás, más pequeña que la propia.

—Perfecto. No solo estás en un cuerpo que no es tuyo. Si no que, te acabas de tocar con tanta placer. Que acabas de estrenar un pequete que no es tuyo— se reprochó, dejando reposadas ambas manos a los lados del lavabo. Era increíble, y más que eso. Maravilloso; no sabía cómo habia ocurrido. Pero muy pronto estaría dispuesta a dar todo por una solución.

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