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No debo decir mentiras por Whitekaat

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CAPÍTULO I

 

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“Lisa…”

“Tim, vamos, no te molestes, sólo quisimos divertirnos un poco”

De cabellos color rubio con reflejos en bronce, ojos café escondidos por lentes de contacto verdes, maquillaje suave en los ojos y labios rojos y con esa burlona sonrisa que adoraba hacer, esa era Lisa, una de sus mejores amigas la que lo había arrastrado una vez más desde la tranquilidad su cama para superar ese último desamor a base de cerveza como el mismo que tenía ahora en mano.

Al frente, el recién llegado, su otro mejor amigo, Tim, la madre del grupo, la voz de la razón en piel pálida, cabello negro, mirada gélida, el que cuando sus cejas negras se arrugaban, y sus pequeños ojos marrones te miraban directo, era porque estaban en problemas y que de seguro algún sermón vendría luego de eso.

Miró hacía al frente tratando de lucir lo más triste posible frente a la severa figura de mamá postiza, y junto a la de él la mirada y el puchero en el labio de Lisa no se hizo esperar, ese protocolo no planeado en que ambos amigos ponían la mayor cara de tristeza frente a Tim y con sus manos estiradas meciendo los vasos para conmover su frío corazón, tentar a su boca sedienta e invitarlo a ese ritual que venía después de cada uno de sus rompimientos que ya se estaba haciendo habitual para su mala suerte.

 “Me preocupa la salud de Jioh, cada vez que le va mal con un chico hacen lo mismo y si siguen las cosas así, en un mes más de seguro terminará con algún problema al hígado” A veces el chico se preguntaba si se merecía el título de madre cuando veía esa risa burlona en su rostro.

“Oh, mamá eso no es algo que le debas decir a tu hijo”

“Dame sólo una razón para no lanzarte mi vaso. Esta será la última vez, ya lo dije y les juro que si vuelvo a estupidizarme por un chico hetero me tatuaré” Y realmente esperaba jamás hacerlo pensaba en su interior.

“Qué tal si te tatúas un símbolo de peligro en la frente, así evitas que se te acerquen” Y Lisa al igual que siempre se unía a la batalla de ataques a Jioh.

“Já, si yo hago eso, tú pon abre fácil sobre la tuya”

Si, y aunque Tim fuese la madre del grupo, nunca perdía la oportunidad de burlarse, de reírse en su cara con una mueca de “te lo dije”, esa maldita cara que odiaba, a la que siempre respondía con un rostro de indignación y un silencioso “te odio” que al final terminaba haciéndolos reír a él y Lisa; la chica que de paso tampoco perdía oportunidad de incrementar esa especie de bullying que se formaba cada vez que se juntaban beber para acompañarlo en la recurrente decepción.

Sólo faltaba alguien más en ese cuadro, el que siempre terminaba con los ataques a su persona, a veces danto el último golpe o defendiendo, su mejor mejor amigo de los tres, su vecino, su amigo de la infancia, el chico demasiado alto, de cabello castaño oscuro algo ondulado, de ojos negros y parpados un poco caídos que le solían dar un constante rostro o de molestia o de sueño, ese mismo “idiota” como muchas veces Jioh lo llamaba  que se suponía que debía estar por llegar en esos momentos para apoyarlo y salvarlo de las lenguas viperinas de lo que eran sus otros dos amigos.

“Jioh ¿Y Phrae?

“Sí ¿Dónde está?”

“Le escribí cuando Lisa me estaba arrastrando de mi cuarto, le dije donde estaríamos y me respondió que estaba con Rain”

“Aah… ya veo”

“De seguro no vendrá” mencionó el pelinegro mientras servía cerveza en su vaso con total tranquilidad

“Que madre con tan poca fé, lo llamaré”

“Deja que Jioh lo llame, si está con Rain no le contesta nadie que no sea él”

“¿Qué tal si apostamos?” Esa sonrisa malvada de Lisa siempre me daba mala espina.

“Los que no acierten deberán pagar lo que tomemos esta noche. Yo creo Phrae llegará con Rain, ¿Que dices tú Tim?”

“No vendrá, de seguro Rain trato de que se quedara con él viendo alguna serie”

“Mmh… yo creo que… Fá llegará en un tiempo más, sin Rain porque de seguro que discutieron otra vez”

“No sólo discutimos, ella terminó conmigo, que buenos amigos tengo”

La voz de Fá los había tomó por sorpresa a todos, Jioh vio a Lisa y a Tim mirando hacia otra dirección tratando inútilmente de que olvidara la apuesta y de paso huyendo de la extraña mirada que llevaba Fá en ese momento.

Finalmente su grupo de amigos se había reunido, todos estudiantes que comenzarían con su primer año de universidad, Lisa en arquitectura, Fá ingeniería, Jioh y Tim estudiando publicidad, amigos desde secundaria, amigos que eligieron la misma universidad para apoyarse entre sí, siendo cada uno parte fundamental en el equilibrio y la harmonía de sus vidas diarias.

“¿Que sucedió?”

“ Quería que me quedara, quería que viéramos una nueva temporada de una serie y le dije que tenía planeado venir con ustedes, que otra vez habías sido abandonado  y reclamó que llevaba todo este verano con lo mismo y me hizo elegir entre ustedes o ella”

“Primero quiero aclarar que esta vez no fui yo el abandonado, y segundo que lindo Fá nos elegiste” Pellizcó una de sus mejillas tratando en el fondo que esa extraña mirada cambiara un poco para que su propia molestia disminuyera.

“No realmente”

“Explícate Phrae” adicionó Lisa.

“Le dije que no podía elegir, porque no era una cosa de elección a ella la quiero como a una pareja, pero ustedes son mis mejores amigos y Ji, es mi amigo de toda la vida y aunque ya hemos pasado por esto mismo durante todo el verano quería venir porqué sé que entre ustedes dos no podrán llevarlo a casa cuando termine de beber” Jioh quería golpearlo en ese momento, iba a golpearlo.

“Te golpearé” y lo hizo, su puño contra el brazo del recién llegado que segundos después comenzaba a sobar.

“¡Oye, dolió! Rain ya me golpeo la cara, ten algo de compasión no fuiste el único botado hoy” Para Jioh su amigo nunca sabía cuándo callar y cada vez que nombraba que lo habían botado ese día quería golpearlo aún más.

“¿Que le dijiste realmente a Rain, Prae?” La mirada de rubia se había entrecerrado sabiendo que había algo más que aún no contaba

“Bueno que estaba siendo ridícula por hacerme elegir, y no le gustó que le llamara ridícula, me dio una cachetada y dijo que terminaba conmigo” tras el final del relato la chica levantó una de sus cejas, el pelinegro negó con su cabeza, el chico restante rodó sus ojos y Phrae por su parte decide cruzarse de brazos frente a la actitud de su grupo.

“Entonces eso significa que gané la apuesta” El castaño ignorando cualquier reclamo que fuese a dar el que recién hablaba decidió que era mejor cambiar el tema.

“Lo siento por ti Prae llevaban bastante tiempo con Rain, hacían una linda pareja”

“¿Enserio Lisa? Eras la primera en decir que la chica era controladora”

“Cállate, Tim”

“Está bien, nada de eso importa porque ustedes dos ahora pagaran mis bebidas y las de Fá, ambos tenemos el corazón roto y además ustedes perdieron la apuesta.”

Esa era la mirada que tanto le molestaba ver al castaño cobrizo en Phrae, tristeza, odiaba verla, siempre le había causado un extraño malestar en el cuerpo cada vez que veía su rostro triste, algo normal considerando todo lo que habían pasado juntos, lo mucho que lo había ayudado, compartido, hablado; Fá (como sólo Jioh lo llamaba) era una de las personas más importantes que tenía, casi parte de su familia, incluso tenía hasta la sospecha que a su hermano mayor le caía mejor que él.

Jioh decidió darle una sonrisa de consuelo a su amigo, le sirvió cerveza en uno de los vasos vacíos y se lo entregó para que al igual que él esa noche dejarán de pensar en sus parejas/ex y se concentraran en pasar un buen rato en reír, beber, corear las canciones que tocaban, beber, quizás bailar alguna de sus canciones favoritas, beber y después de seguro irse juntos riendo y tambaleándose ya con copas encima hasta su casa.

“Ji ¿Cómo estás tú?” Jioh mira al otro castaño directo a los ojos observando un poco de preocupación, y porque además conoce que sólo así el otro le creerá lo que le dice, porque Phrae sabe que las únicas dos cosas de él que no pueden mentir son eso, sus ojos.

“Mejor que otras veces, ya me cansé de tipos idiotas, desde ahora sólo saldré con hombres que les gusten otros hombres”

“Pobre Ji, estoy feliz de que por fin te des cuenta que no debes perder tu tiempo” La mano libre Phrae fue a dar a su cabeza mientras daba palmadas reconfortadoras, esas que le daba desde que ambos eran pequeños, las mismas palmadas sobre su cabeza que le daba cuando se sentía triste, cuando se lastimaba, cuando lloraba, cuando necesitaba de alguien que lo acompañara o le diera ánimo y que le hacían saber que todo estaría bien pasara lo que pasara.

“Pero sobre lo del tatuaje ¿Era sólo cosa del momento, cierto?”

“Al principio sólo estaba exagerando pero enserio lo haré para que no se me olvide mi promesa” y con esa misma mirada que no mentía miró una vez más directo a los ojos de Phrae.

“oh, entonces si es así formalicemos la promesa”

“Vamos, ya no somos niños” Phrae con un nuevo semblante, con su rostro más compuesto con ese habitual rostro amigable que le daba sólo a sus más cercanos, levantó su mano y extendió su meñique frente a su mejor amigo.

“Sabes que aún lo son, sobre todo tú Jioh con tu altura” el mencionado gira su rostro hasta su amiga como si con sus ojos pudiese lanzarle alguna maldición.

“Lisa, medimos casi lo mismo” le responde en su defensa.

“Si, pero Lisa es una chica con el promedio de estatura habitual a diferencia tuya, duende”

“Vamos, Tim, Lisa, no molesten al pequeño Ji, de seguro ya lo hicieron antes de que yo llegara” Jioh desvió su mirada al chico que aún tenía su menique en el aire, dándole esa sonrisa con la más pura inocencia y agradecimiento a la cual el héroe de ese momento le devolvió.

“Está bien, si esto hace que dejen de molestarme por mi estatura lo haré…prometo hacerlo, apenas empiece a sentir cosas por un chico hetero les juro que no dudaré en hacerlo” Y con el enlace de sus dedos y el vitoreo por parte de sus otros dos amigos la promesa se había hecho oficial.

Jioh se desconectó de la animada conversación de sus tres amigos sobre el sabor de la cerveza de ese día, miró a su alrededor observando cada detalle que podía del local, los sillones rojos, las luces de colores, chicos y chicas ensanchando aún más grande sus sonrisas a medida que más sorbos le daban a su vaso, la música le gustaba, el ambiente era agradable y a pesar de lo mucho que disfrutaba pasar tiempo con sus amigos, ese día hubiese preferido quedarse en casa.

Tomar su decisión esa tarde no había sido del todo fácil, en su mente aún rondaba ese arrepentimiento, esa esperanza que siempre guardaba para cada chico, ese cariño que almacenaba en su corazón cada vez que comenzaba una nueva relación esperanzado de que quizás y sólo quizás esa vez fuese el correcto, pero al igual que en otras ocasiones no había terminado del todo bien.

Sí, tal vez estaba cansado y aún tenía esas ganas de llorar que se había aguantado durante toda la tarde, cuando se propuso a no ceder por algún chico estúpido y esa fuerza que había tomado para botar a Nat esa tarde y no llorar en el proceso comenzaba a menguar y hacerse más difícil, el castaño en ese momento maldijo al alcohol que traía a flote sus emociones, y los recuerdos de esa tarde, maldijo una vez más mientras bebía un sorbo largo desde su vaso para que todo esa pena que tenía se ahogara.

La mano de su amigo se posó una vez más en su cabeza y lo jaló hasta que se apoyara sobe su hombro provocando que dejara de mirar al infinito y mirara directo a los ojos negros de Fá que lo miraba otra vez con su sonrisa que le decía en silencio que todo estaría bien mientras estuviese el otro para apoyarlo.

Hubo un flash en respuesta a la escena, capturando el momento que los dos compartían, algo ya habitual para todos en el grupo pero no así menos interesante para la chica que había decidido tomar la foto entre risas, el castaño cobrizo sólo se alejó de la protectora cercanía de su amigo para dirigirse hasta el asiento de Lisa mientras estiraba los brazos para hacerse con el celular y borrarla antes de que la subiera a las redes sociales, algo que si debía recordar, una práctica muy habitual de la chica el de subir los peores momentos de sus amigos para que todos sus seguidores pudieran “apreciarlo” según ella.

La noche seguía avanzando tal como lo habían planeado, cada uno bebía vaso tras vaso sin preocuparse por la resaca del otro día, los vasos se iban rellenando apenas se acababan, sobre todo los pertenecientes a Jioh y Phrae, mientras que los otros dos chicos rezongaban en silencio porque ellos serían quienes terminarían pagando todo, las canciones eran coreadas con más pasión cuando el alcohol ya se les subía aún más a la cabeza, la vergüenza por bailar se perdía entre las botellas que iban quedado vacías, demostrando que con alcohol encima siempre se puede bailar mejor, riéndose, siendo grabados y fotografiados haciendo caras raras, con filtros extraños, en ocasiones diciendo “que se jodan los idiotas” mientras alzaban una vez más los vasos en apoyo.

Sí, una noche “tranquila” como todas las veces en la que se juntaban a beber.

 


 

“¿Están seguros que podrán llegar bien?” Lisa preguntó por cortesía porque aseguraba que al menos unos de los dos terminarían adolorido mañana.

“Claro que sí, lo hemos hecho muchas veces y además, hemos llegado bien en peores condiciones, lo sabes” pronunció Jioh buscando tranquilizar a sus dos amigos mientras se acomodaba detrás del más alto y colocaba ambas manos sobre sus hombros.

“Está bien, traten de no lastimarse par de idiota” Lisa terminó haciendo un ademán con la mano a modo de despedida seguido de Tim a lo cual los dos chicos que estaban montados en la bicicleta del mayor de los dos respondieron con la misma seña mientras comenzaban su regreso a casa.

La noche no estaba tan fría, y hasta se hacía más agradable que nunca, no se escuchaba ningún ruido más aparte de los producidos por la bicicleta y sus risas, la luna llena de esa noche parecía querer alumbrar aún más el camino mientras ambos tarareaban la última canción que escucharon antes de salir del bar.

Jioh cerró sus ojos por un momento para sentir la brisa del aire chocar contra su piel, sintiendo que cada molécula del aire que tocaba su piel limpiaba todos sus miedos y penas de ese día, inhaló con fuerza y apretó sus manos contra los hombros de su mejor amigo sintiendo que esa sensación a la que huyó durante toda la noche se comenzaba posar sobre sus ojos y acurrucándose  y con su frente contra la espalda del de cabellera marrón oscuro se permitió hacer lo que tanto quería, llorar, dejar que cada lágrima de pena y dolor fusen absorbida por la tela de mezclilla de Phrae.

El otro no dijo nada, sabía que tampoco era necesario hacerlo, sólo mantenía toda su concentración en mantener la bicicleta equilibrada y un pedaleo constante, ahora había otro sonido el cual añadir a esa tranquila noche, el de los gemidos tristes de uno de ellos.

Pero aquel llanto cesó de un momento a otro, cuando todo ese dolor fue reemplazado por un puro instinto de supervivencia de aferrarse con todas sus fuerzas a la espalda de su mejor amigo cuando este en una idiota ( a su juicio) jugarreta tomó la calle de la gran pendiente, la velocidad aumentaba mientras la bicicleta se movía sola ya sin necesidad de que los pies de Phrae la impulsaran, los gritos de júbilo del chico frente al manubrio resonaron de entre el silencio y a esos se les unieron los de pavor de Jioh.

“Idiota, lo hiciste a propósito” aún en velocidad y manteniendo sus dedos hundidos en la chaqueta se atrevió a gritarle recibiendo sólo risas como respuesta.

El control de la bicicleta volvió a ser tomado y la pendiente volvió a formar una recta en el suelo, Jioh pudo respirar más tranquilo una vez más y Phrae volvió a pedalear la bicicleta con rumbo hasta sus casas que quedaban a sólo unas cuantas cuadras más adelante.

Finalmente terminó siendo contagiado por la risa que aún mantenía Phrae, llenando el silencio que los envolvía en un agradable momento para recordar antes de llegar su destino.

El de ojos avellanas se tambaleó un poco al tocar el suelo con sus pies, aun sintiendo los vasos de alcohol fluyendo libremente por su cuerpo, con una seña de cabeza de parte del chico frente a él se despidió y procedió a entrar a su hogar con el mayor mutismo posible.

En ese momento se sentía casi un ladrón profesional como los de las películas, esquivando los sillones, la mesita que tenía el jarrón con flores, quitando sus zapatos sin hacer ruido antes de subir la escalera, pasando sobre el quinto escalón, ese que siempre rechinaba demasiado y girando con sumo cuidado la manilla de su habitación, no sintió prudente encender la luz, tampoco sintió prudente ponerse su pijama, no cuando la segunda oleada del efecto del alcohol se hacía más pesada perturbando su equilibrio.

Terminó por dejar sus zapatillas a un costado de la mesita de noche, tomó su celular del bolsillo para escribir “gracias, buenas noches” en la conversación que compartía con su vecino y amigo y se lanzó sobre la cama cerrando los ojos rezando en su interior que el sueño llegara antes que el mareo.

 

 


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