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Forbidden Lover por Kuroangel

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Notas del capitulo:

El reencuentro entre Sakura y Hyde se ha dado, ahora ambos deben consiliar sus diferencias y secretos. 

Sakuhai

 


La visión de un demonio.


    Habían pasado cuatro años desde que volví a ver a Hide y entré al grupo. Para mi suplicio la banda se estaba volviendo cada vez más famosa; salíamos en televisión, dábamos entrevistas y cada día era difícil salir a la calle sin ser reconocidos. Sin mencionar que cada vez había más rumores sobre Hide y yo, cosa que volvía locos a los productores.


    Aahh los productores, esos entes chupa talentos que se empeñaban en meter manos en nuestra música. Era como si violaran cada una de nuestras canciones cada vez que metían mano. Y no es que los odiara, yo mismo respetaba y admiraba mucho todo el trabajo de pre y post producción. Es sólo que, de verdad últimamente no tenía paciencia para nada.


    La verdad es que me estaba resultando muy difícil acatar órdenes. Mi intención no era ser el malo del grupo o joderla todo el tiempo, pero carajo, que él talento no se mide con el dinero acumulado. Además de eso, en realidad había otra razón por la que yo me sentía molesto y creo que pesaba más en la razón por la que me encontraba así. El secreto que le ocultaba a Hide.


    Me había librado de sus preguntas debido a la gran cantidad de trabajo que teníamos, pero después de casi 4 años de reencuentro, era ilógico que Hide siguiera fingiendo que no le importaba. Y menos él, que no sabía esconder sus emociones para nada. Ya habíamos discutido antes por lo mismo, pero ese día la discusión fue más fuerte que nunca, Hide ya no estaba dispuesto a seguir sin saber qué me había pasado y cómo es que yo seguía con vida siendo tan sólo un “humano”.


    El ambiente en el estudio se sentía tenso, mi mal humor era más que evidente y se contagiaba a una rapidez sorprendente. Ese día teníamos una presentación en un programa de televisión y yo no tenía ganas de aguantar a una de las presentadoras que estaba enamorada de Hide. Su voz chillona me irritaba la cabeza y me ponía los nervios de punta. Teníamos que escuchar a un grupo de rockandroll, mientras el público bailaba. Todos aplaudían amenamente; yo simplemente no estaba de humor y creo que fue bastante notorio mi desagrado en general. Y en televisión nacional, genial.


    Cuando por fin la tortura terminó, fui regañado por Tetsuya y por nuestro representante, suspiré y asentí. Si bien es cierto que no oculto mi sentir, también es cierto que siempre me responsabilizo por mis metidas de pata. Voltee a mirar a Hide y él tenía su cara triste, yo sabía que el tiempo de decirle la verdad ya había pasado, pero me daban tanto miedo las consecuencias de hacerlo. Decirle implicaría mucho más que sólo un desahogo; implicaba que tendría que dejar el grupo, implicaba ver en su rostro decepción, pero sobre todo y lo que más miedo me daba, implicaba tener que dejarlo a él.


    Después de un largo día, porque de verdad fue muy largo, al fin llegamos al departamento. Yo tenía tiempo viviendo con Hide, aunque ante la prensa yo vivía con Ken o solo, dependiendo de mi humor en las entrevistas. Hide entró sin decir nada, estaba de mal humor por mi culpa y por la discusión que habíamos tenido esa misma mañana.


    Entró dejando rastros de ropa que iba quitándose por el camino hasta llegar al baño, generalmente era yo quien iba quitando su ropa y dejando esos rastros y el que él lo hiciera ahora, era una señal de que me estaba castigando. Y vaya que castigaba, justo ahora necesitaba su piel, se me terminaba el tiempo, lo sabía bien. Pero no, hoy no sería el día en que le diría la verdad. Sólo unos días más, tal vez unos meses si tenía suerte.


    Yo iba recogiendo su ropa, pensé en hablarle, pero sabía que no me contestaría. Lo comprobé una vez que escuché el seguro de la puerta. Demonios, pensé alto en mi mente. Eso era una señal real de que no me perdonaría tan fácilmente esta vez. Decidí hacer su cena favorita, aunque yo mismo no tenía ganas de cocinar. Después de media hora escuché que salió del baño y entró a la habitación, me armé de valor y fui a hablarle, toqué primero.



  • Hide, estoy cocinando, estará listo pronto. - No me contestó así que abrí la puerta. Él estaba sentado, desnudo, al otro lado de la cama; yo podía ver su espalda. Demonios que era hermoso ese ángel. Todos lo deseaban, todos añoraba algo de él, desde que lo conozco ha sido así y desde que lo conozco, él me ha amado sólo a mí. Y pensar que lo perdería. No, no quería y mucho menos quería desperdiciar el tiempo con él estando enojados. Suspiré y de manera sonora para que me escuchara, me acerqué a él y me senté a un lado, pero no en la cama, sino en el suelo. - Terminando el año - Mi voz lo sorprendió un poco - Te diré todo terminando el año.


    No lo miré, sólo agaché la cabeza un poco, seguro él entendió que yo estaba triste porque él no me hablaba; mi verdadero dolor era porque le había puesto fecha a nuestro rompimiento. Mi alma lloró, ahora de verdad me sentía destrozado. Sentí de pronto una mano en mi cabeza.



  • No entiendo tu razón para tal hermetismo, tampoco entiendo por qué te duele tanto. Quiero entender, más que saber. - Recosté mi cabeza en su pierna, la suavidad de su piel y su aroma, más allá de cualquier jabón perfumado, su verdadero aroma era excitante, flores de muchos tiempos y de muchos tipos, incrustadas en su piel de manera sutil. De verdad Hide olía genial.

  • Perdóname, odio que estés disgustado conmigo, odio que en lugar de aprovechar el tiempo besándonos, lo pasemos distanciados.

  • Aún nos queda mucho tiempo por delante, podemos darnos el lujo de uno o dos disgustos. – Dijo en un tono dolido aún. Definitivamente no me perdonaría tan fácilmente. - ¿Qué es ese olor?

  • La cena se está quemando. - Dije en el tono más resignado y pasivo posible. A esas alturas, no me importaba que se quemara.

  • Si me dejas sin cena por no haberla cuidado, te dejare sin sexo por una semana. - Se recostó en una posición provocativa, dejando ver todo su cuerpo mientras fingía leer una revista que había tomado de la mesa de noche. Me levanté apresurado y maldiciendo, al llegar a la puerta me detuve, volteé a mirarlo y en un tono reflexivo le reclamé.

  • Me tratas como a tu perro. - Me retiré, no sin antes escucharlo reír complacido.

  • Hice de eso una canción ¿recuerdas? - Me gritó desde la habitación riendo como si le hubiera dado el mejor de los cumplidos. Yo puse los ojos en blanco. La cena se había quemado, demonios volví a maldecir por milésima vez en el día.


El remordimiento del demonio


    Desde el año pasado venía preparando asuntos para cuando me tocara dejar al grupo; aunque no tenía una fecha definida, sabía que tenía que prepararme. Incluso hasta escribí una canción que definía bien mi sentir con respecto a todo lo que me molestaba, de esa forma a nadie le sorprendería mi salida. Fue una verdadera lástima que la traducción de dicha canción resultara tan mala, pero esa canción, junto con mi comportamiento, me ayudaba a implantar la idea.


    Sólo me faltaba Hide, no quería perderlo y eso me hacía sufrir. Y si añadimos una semana de castigo por parte de él; me estaba matando. Y se notaba, se notaba en mi actitud, en mis salidas más continuas con amigos y en mis borracheras.



  • Sabes, no me molesta que llegues aun oliendo a alcohol, me molesta que no me invites a mí - Reclamó Ken en un tono casi ofendido en un afán de suavizar la tensión que se sentía en cuanto llegué, 4 horas tarde, al estudio. Sonreí poco, aunque me había hecho gracia. Me caía muy bien Ken, de verdad esperaba que nuestra amistad siguiera a pesar de todo. No volteé a ver a Hide, sabía que estaría furioso porque no llegué a dormir. De nuevo logré que él se enojara conmigo ¿cómo fui a olvidar que hoy se levantaba mi castigo de abstinencia sexual? Me maldije por dentro y yo que quería disfrutar lo poco que me quedaba con él y siempre lo arruinaba. Me dispuse a terminar hoy mis partes y me esforcé lo más que pude; si iba a salir sería dejando el mejor de mis trabajos. Pasadas varias horas más logramos terminar e incluso avanzar el trabajo de varios días, cosa que alegró a Tetsuya y dejó de estar enojado conmigo. No así Hide, pero ese era punto aparte. - Bueno al menos lograste resarcirte Panda, avanzamos mucho gracias a ti ¿Qué opinan si vamos por unas cervezas? - Dijo Ken divertido a sabiendas de que un par de miradas asesinas se le clavarían.

  • Me temo que voy a pasar Ken, debo ir por un castigo nuevo. - Dije lo último susurrando, aunque sabía que Hide me escucharía. Ken entendió, por supuesto y me palmeó el hombro comprensivo. Tanto Ken como Tetsuya sabían de nuestra relación, no les importaba en lo absoluto, salvo para el bullying al que Ken nos tenía sometidos.

  • Vamos Ken, yo si acepto esa cerveza. - Sabia que en realidad Tetsuya se estaba sacrificando para que Hide y yo pudiéramos partir sin problemas. Pero estaba muy seguro de que él estaba más del lado de Hide y no del mío. Nos quedamos solos. Yo realmente no quería discutir ahí, así que comencé a guardar mis cosas, pero no estaba seguro de lo que él quería, lo miré tomar sus cosas rápido y acercarse a la puerta.

  • Será mejor que la cena de hoy esté particularmente buena. - Dijo algo amenazador y salió. Suspiré. “Ánimo Yasunori”, me dije a mí mismo y salí. Llegué a casa antes que Hide, me supuse que me estaría dando tiempo para preparar todo. En realidad, esta vez yo no pensaba cocinar, estaba cansado y algo estresado, así que llegué antes a comprar la comida que más le gustaba a Hide, no iba a engañarlo, sabía que a veces eso funcionaba mejor.


    Preparé la mesa, compré cerveza, incluso sus flores favoritas y velas. Me bañé y me puse mi mejor ropa. Al menos no podría decir que no hice mi mejor esfuerzo. Llegó 20 minutos después con el cabello húmedo ¿se había bañado? Seguramente fue en casa de Ken, sabía que tenía llave de su departamento, yo también la tenía, después de todo “vivía ahí”. No dijo nada, ya conocía esa rutina, Hide prefiere callar antes que decir cosas dolorosas y cuando está molesto calla mucho.



  • ¿Tienes hambre? Calentaré la cena, compré tu favorita. - Sentí un abrazo repentino por la espalda en cuanto me di la vuelta. Me quedé quieto, esta jugada no me la esperaba. Después de unos minutos de silencio y de no saber qué hacer, comencé a escuchar un sollozo, él estaba llorando, “no por favor, lo que sea menos eso”. Si a algo era yo completamente débil era al llanto de él. - Hide - Intenté voltearme para hablarle, pero no me dejó.

  • No, no quiero que me mires y que me digas que todo estará bien. Te estoy perdiendo ¿crees que no lo noto? - Me abrazó con más fuerza aún, era pequeño, pero podía ser muy fuerte si se lo proponía. Definitivamente yo era un estúpido, creyendo que podía engañar a un ángel, actuando como un idiota y todo por miedo. Sí, lo estaba perdiendo, pero no por mi pasado; lo estaba perdiendo por mi estúpido presente. Él era mi todo y yo sólo estaba preocupado por el futuro. Pues al diablo el futuro y el pasado, Hide era mío y no lo compartiría con nadie. Él sintió la tensión de mi cuerpo y disminuyó un poco su abrazo, pero no se despegó de mí. - Dime ¿hay alguien más, es que ya no me amas? - De verdad ese era su miedo? Suspiré, más de alivio que otra cosa. Entonces me volteé y lo obligué a mirarme.

  • Hideto, mírame - Sus ojos estaban rojos e hinchados, había llorado desde hacía rato, tal vez desde anoche y yo no lo noté, siempre estuvo con gafas. - Tantas vidas y tantas cosas que pasamos juntos. ¿De verdad crees que puedo tener a alguien más, teniéndote a ti? - Mis ojos se rozaron en lágrimas, si con alguien era incapaz de ser inquebrantable, era con él. - Todos mis pensamientos, mis actos, mis sentimientos, todo es por y para ti. En mi vida no cabe nadie más. Y si me comporto en estos momentos como lo hago, es porque soy un idiota, estoy perdido en este momento y no me encuentro. - Lagrimas salían de mí sin que yo pudiera detenerlas, por más que yo quisiera. - Por favor, no me alejes de ti, ni me odies, eres lo único que me mantiene cuerdo. - Dije eso sin pensarlo, pero sintiéndolo de verdad. Realmente mi mayor miedo y pesar era perderlo ¿cómo iba a sobrevivir sin él? - Me tomó del rostro, me acercó al suyo y me besó. En un beso cálido y puro sentí sus lágrimas y mis lágrimas resbalando por nuestros rostros. Lo rodeé con mis brazos hasta envolverlo. Ese era mi lugar favorito en todo el mundo; entre sus brazos.


El último vals de un demonio


    Lo levanté en brazos, simplemente no iba a permitir que dudara de mí, tenía que demostrarle cuánto lo amaba de la mejor manera que yo conocía. El abrazó mi cuello y recargó su cara en mi cuello, su respiración ya había empezado a causar estragos en mí.


    Llegué a nuestra cama, con él aún en mis brazos, me senté y luego me recosté dejando que él quedara sobre mí. Permanecimos en silencio y sin movernos por un rato bastante largo, sólo se escuchaba nuestra respiración que comenzaba a acelerarse ¿Acaso era muy enfermo de nuestra parte decir que nos excitaba tan sólo escucharnos respirar? Fue él quien empezó a moverse al besar mi cuello, yo podía sentir el sudor de su frente y él sabía que yo estaba en el mismo punto de excitación que él.


    Él tenía todo su peso en mí, me besaba el cuello, la piel, los hombros, hasta donde mi ropa le permitía, con la mano que tenía libre acariciaba mi cabello, mi oreja y mis labios. No sabía si era la semana que me castigó sin sexo o a qué se debía que estaba sintiendo a Hide como nunca. Comencé a acariciar su torso, era una fortuna que él solía usara ropa holgada, de esa manera yo podía meter mano donde quería. Así que mientras él se entretenía en mi parte superior, yo comenzaba a entretenerme justo con la parte que quedaba a la altura de mis manos, su espalda baja.


    Mi mano derecha acariciaba toda su espalda por debajo de su ropa, apretando de tanto en tanto sus costillas y llegando hasta la parte más profunda que sus flojos pantalones me permitían; y debo agregar que era bastante. Mientras mi otra mano acariciaba su cadera de arriba a abajo, apretando especialmente en zonas que yo sabía que a él le gustaban. Mientras más se excitaba, sus besos más se aferraban a mí y más se acercaba a mis labios.


    Me aventuré a abrir sus pantalones, me estorbaban de verdad, como pude medio los bajé, más no por completo, él se negaba a quitarse de su posición y la verdad es que esa posición me era muy conveniente. Comencé a masajear, por delante y por detrás con ambas manos; su vientre, su espalda baja, su entrepierna, sus glúteos, su pene. Con una mano lo masturbaba y con la otra lo penetraba con mis dedos suavemente, despacio. No quería invadirlo, quería conquistarlo. Él levantaba su cadera de a poco, mientras continuaba besándome, aunque a ratos olvidaba lo que hacía, cuando le llegaba un gemido repentino.


    Estaba siendo completamente mío en todos los aspectos y él se me entregaba sin problemas. Con cada nivel de excitación conquistado, él jalaba mi cabello gentilmente, gemía un poco más fuerte y besaba con más vigor alguna parte de mí. Yo sabía que, al atacarlo por ambos lados, su orgasmo llegaría pronto. Pero también sabía que este pequeño ángel mío, no se rendiría con sólo un orgasmo. Él era capaz de mucho más. Así que aceleré mis movimientos poco a poco. Mi propia excitación empezaba a doler, pero podría aguantar perfectamente.



  • Aaahh Sakura - Ya estaba cerca, me lo decían esas mordidas que me daba en el cuello o el hombro. Sentir su peso completo contrayéndose sobre mí, era enormemente placentero. Me decía con su cuerpo y sus reacciones que yo lo estaba haciendo bien y eso llenaba mi orgullo.


    Una aceleración de la respiración, tres espasmos y un gemido enormemente placentero, seguido de todo su semen esparcido sobre mi mano y mi ropa me dijeron que él ya había terminado. Se recostó por unos segundos en mi cuello, jadeante, temblando y tratando de respirar. Que enorme placer escucharlo. Yo tenía algo cansadas las manos y un bulto enorme palpitante y demandante por salir de mi pantalón, pero me sentía contento y feliz.



  • Espero que la cena fuera de tu agrado - Dije en un todo mezcla de orgullo y burla. Él se rio sin despegar su cara de mi hombro.

  • No creas que te salvaras. Sólo tomaré algo de aire y te ayudaré con tu amiguito ahí abajo. Aaahh y también tendrás que alimentarme más tarde con lo que compraste. - Me reí con ganas, de verdad él era mi vida entera. Él seguía respirando con agitación, sintió que lo observaba y despegó su cara de mi hombro para mirarme. Se acercó a besarme de nuevo, pero esta vez volvió a ser un beso pasivo y lento, de esos que más le gustan.


    Se apartó después de un rato, se terminó de quitar el pantalón y luego la camisa. Esa era justo la imagen que adoraba ver: un ángel caído, desnudo y sobre mí. Se posicionó encima de mi miembro, pero sin quitarme el pantalón, le gustaba hacerme sufrir. Comenzó a acariciarse para que yo lo viera, cosa que me hizo tragar saliva. Levantaba su cabello, tocaba su cuello y bajaba poco a poco con sus manos hasta llegar a sus pezones, mientras con la otra tocaba sus labios, para morder sus dedos. De esa manera que sólo él sabía hacer. Su otra mano ya estaba por llegar a su miembro, el cual ya estaba recuperándose de los minutos pasados. Me tenía a punto de ebullición, sintiendo tanto calor emanar de mí.



  • Hide, déjame salir - Sonrió, travieso, coqueto. Miró a mi torso y observó la imagen.

  • Mira que desastre tienes aquí - Refiriéndose a su semen esparcido en mí. Me quitó la camisa de manera gentil, como si yo fuera un niño pequeño. Luego se clavó con movimientos sugerentes mi miembro, que aún seguía dentro de mi pantalón, sólo como jugueteó, pero a mí eso ya me causaba un sin fin de estragos. Se bajó aún más para al fin quitar mi pantalón, quedando su boca a la altura de mi pene.


    Lo empezó a lamer y fue como recibir toques eléctricos pero placenteros. Subió de a poco hasta la punta y luego lo metió en su boca, sin dejar de mirarme a los ojos; yo los cerraba involuntariamente, pero trataba de no perderme esa visión tan excitante. A estas alturas estaba demasiado extasiado como para pretender algo de fortaleza, pero ya le había demostrado en varias ocasiones que yo también era capaz de dar sorpresas. Hide continuó con su trabajo, chupando, lamiendo y al mismo tiempo acariciaba mis piernas y abdomen. Yo ya estaba a punto de llegar, mis gemidos eran más sonoros muy a mi pesar, pero no lo detuve, llegaría hasta donde él quisiera.



  • aah ahh - se repetían mis gemidos cada vez menos acompasados. Y al mismo tiempo mi cadera hacía sus movimientos instintivos. Hasta que llegaron los primeros espasmos y fue cuando él aumentó más el ritmo y se ayudó de sus manos para hacerme llegar más rápido. No tardó mucho más, me vine por completo en su boca.


    Me incorporé un poco recargándome en mis codos, sólo para mirarlo y él me miró con esos ojos grandes y llenos de excitación, tan sólo esos ojos me hacían desear más. Esos ojos, esa mirada directa, carente de pudor, esa boca entreabierta y medio mordiéndose el labio inferior, con residuos de mi semen en ellos, aahh si yo pudiera inmortalizar esa postal en una foto, estoy seguro de que la imagen no le haría justicia para nada.


    Yo respiraba entrecortado y acelerado. Él estaba ahí, quieto, respiraba despacio y no se movía, sólo me miraba como invitándome a más. Sí, ésta sería una de esas noches en las que nos amaríamos por largo rato. Él pareció leer mi mente porque sonrió y sin dejar de mirarme como lo venía haciendo desde hace rato, pegó su pecho a mi cuerpo, para frotarlo por completo en un recorrido hasta llegar a la altura de mi cara.


    Tan sólo ese movimiento me hizo ver el universo, ni la mejor de las drogas podría lograr eso que estaba sintiendo en ese momento. Yo dejé escapar un poco de aire mientras sentía mi pulso tan acelerado que creía que moriría en cualquier momento. Y luego ahí, sus ojos grandes, que en ese momento no tenían color, tenían el universo dentro y resplandecían, como si hubiese mil fiestas en su interior.


    Fue tan sublime la visión y el sentimiento que sólo pude llorar. Él no dijo nada, sólo besó cada una de mis lágrimas. No, esto no se detendría aquí, en un movimiento rápido de mi parte lo abracé por la cadera y lo dejé bajo mi cuerpo, pero esta vez de espaldas a mí. Mordí su espalda en cada recorrido que hizo mi boca hasta su cuello y al llegar a la altura de su oído le advertí. 



  • Prepárate, porque esta noche no te dejaré ir tan fácil. – Le hice cosquillas y se retorció en mis brazos. Por lo menos esa noche ambos éramos felices, me olvidaría del futuro, de mis miedos y de mis demonios. Después de todo, aún faltaba tiempo para que se cumpliera la fecha estimada.


 El accidente de un demonio


    A pesar de todos mis miedos y problemas, las últimas semanas habían sido muy buenas, me decidí a estar mejor con Hide y, aunque seguía teniendo una actitud apesadumbrada en el estudio, procuraba que esta no nos invadiera en casa.


    Seguía saliendo con mis amigos, siempre he sido el tipo de personas que se rodea de gente, no estoy seguro a qué se debe; pero la gente me quiere, les agrado. Tengo toda clase de amigos, jamás he juzgado lo que hacen o digan.


    Yo solía guardar un poco las apariencias con ellos, por ejemplo, solía tener amigos que se drogaban y, aunque llegué a probar alguna vez una que otra droga, jamás me enganché de más, mi realidad ya estaba demasiado perturbada como para perturbarla más. Pero jamás rechazaba que me dieran algo, sólo pretendía fumar y listo. Si la policía entrara a casa y buscara la cantidad de droga que tengo escondida porque fue la que fingí fumarme, me darían décadas.


    Ese día no teníamos trabajo en el estudio, Hide se había ido con su familia y yo salí con unos amigos que tenían tiempo insistiendo para verme. Me agradaban, eran buenas personas y sobre todo auténticos, cosa que no se encuentra tan fácilmente en el circulo al que nos estábamos adentrando. Pero tenían un pequeño defecto. Sus drogas.


    Todo pasó muy rápido; ya era tarde en la noche, mi ración de drogas en turno las había guardado entre mis cosas. Íbamos en el coche, aunque no iba intoxicado, la verdad si llevaba copas de más, así que poco estaba consciente del estado de quien manejaba. No recuerdo mucho. Sólo que de pronto había policías por todos lados y entre palabrerías, jalones, preguntas, luces, alguien mencionó drogas entre mis cosas.


    Fue el inicio del fin, de mí fin. No entraré en muchos detalles con respecto a eso, fue la peor época de mi vida. Fui arrestado, llevado a juicio, la prensa, claro que esto estaba desbordado. Yo era el baterista de L’arc en ciel y tenía drogas entre mis cosas. La única ventaja era que no había drogas en mi organismo. Pero no me salvaba de mucho, no iba a meter en problemas a mis amigos, más de los que ya tenían; y no iba a hacer más eco del que se estaba haciendo.


    Acepté mi sentencia, rehabilitación, acepté el pago que se me imponía, aunque eso me dejaría en la ruina. Y agaché la cabeza. Tal vez esta era la oportunidad y la razón perfecta para salir del grupo, después de todo, con este escándalo no podría volver, aunque me lo pidieran. Los de la disquera me lo advirtieron. Tal vez, dentro de lo malo, ésta era la mejor manera de alejarme.


    Escribí una carta disculpándome, no acepté ver o hablar con nadie, me sentía destrozado y avergonzado. Pero, sobre todo, sobre cualquier cosa, no quería que él me viera. También les escribí una carta a cada uno de ellos, pidiendo perdón y pidiéndoles que aceptaran mi renuncia. No los iba a ver en algún tiempo.


    Supe que una persona llamada Hideto iba a buscarme de tanto en tanto, no lo acepté. Dejó de buscarme después de un tiempo. También me llegaban cartas de él, al principio no las abría. Un día simplemente tenía una enorme necesidad de él y las abrí todas. Fue como si mi mundo se viniera abajo aún más. No sabía que se podía sentir tanto dolor. Reclamos, preguntas, comprensión y después más reclamos.


Él no entendía por qué yo había hecho tal cosa, él sabía que yo no usaba drogas o eso creía, hasta que un día encontró todas las drogas que yo había escondido. Fue lo mejor, que creyera que yo las usaba. Así tal vez continuaría con su vida.


    Cuando salí de rehabilitación los de la disquera me llamaron para hacer efectiva mi renuncia. Supe entonces que los chicos habían sido enviados a Inglaterra y del disco que ya habíamos tenido lo reeditarían por completo con otro baterista. Les recomendé al mejor que conocía Yukihiro, un buen amigo mío. Me respetaban mucho a pesar de todo y si consideraron a Yuki. Tiempo después supe a Hyde le había costado mucho aceptarlo.


    El tiempo que siguió a eso fue bastante precario. Se fueron los amigos falsos y se quedaron los amigos de verdad. Me costó volver a empezar, tenía demasiadas deudas y no quería ayuda de nadie, al menos no económicamente. Me metí de lleno en la música, cree un grupo, entré a otro, ayudaba en otro. El chiste era que no debía pensar, quería quemar mi cerebro y quitarle todo espacio libre. Tampoco me daba el lujo de dormir, no lo necesitaba, así que ocupaba mi tiempo en crear, trabajar y tocar.


    Supe que habían vuelto los chicos, supe que habían sacado una canción para mí, Ken me la envió en privado antes que a nadie con un letrero que decía: “de parte de l’arc en ciel” y en letras pequeñas: “pero sobre todo del enano”. Hacía tiempo que Hide había dejado de buscarme o mandarme cartas. Pero estaba seguro de que se mantenía informado de mí por Ken. A él era al único al que le había permitido acercarse después de un tiempo. La realidad es que su amenaza sobre no dejar de hacer ruido afuera de mi casa, una vez que averiguó dónde vivía yo, no me dejaba otra opción.


    Le permití que estuviéramos en contacto con la única condición de que no me hablara de Hide, cuando lo hizo y me dijo cómo estaba, no podía soportarlo. Yo sabía que él estaría sufriendo, pero en el fondo quería creer que se recuperaría, que era más fuerte que yo y tanto tiempo en este mundo le ayudarían a vivir bien.


    Me dispuse a escuchar la canción, me derrumbé, creo que me llevó mucho tiempo volver a escuchar esa canción sin sufrir. Yo esperaba una canción que recriminara, que me dijera y expresara todo el odio que él y ellos me tenían. Pero, por el contrario, me decían que seguían creyendo en mí.


    Tuve un impulso estúpido por ir al concierto, no le dije a nadie, me puse un disfraz no tan obvio y me fui entre el público, como alguien más. Por supuesto me aseguré de estar en los primeros lugares, quería verlo, quería creer que estaba bien dentro de todo. Si seguía en el grupo y cantando, significaba que estaba bien ¿O no?


    Fue mil veces peor que escuchar la canción. Verlo tan mal, me destrozó el alma, con la mirada perdida, aún más delgado de lo que lo había dejado. El brillo en sus ojos se había ido y en su lugar había oscuridad. Ken había querido insinuarme sus sospechas con respecto a que Hide usaba drogas, por supuesto no había querido creerlo. Ahora no estaba seguro. Él había perdido toda su esencia, estaba muerto en vida y yo lo había matado. Yo que tanto lo había amado, era quien lo había destrozado.


    Entonces entendía lo que él había sentido cuando me mató aquella vez. Era como vivir el infierno en la tierra misma. Nada, absolutamente nada era peor que eso, pero yo no sabía qué hacer, cómo reparar esto.  


    Decidí no mirar más, me fui derrotado y perdido ese día, necesitaba hablar con Hide, sólo eso había en mi pensamiento. ¿Para decir qué? no lo sabía, pero algo tenía que hacer. Sabía que él aún vivía en el departamento, así que me aventuré a ir, tal vez y con suerte, aún tendría el mismo cerrojo.


    Así fue y en realidad fue un alivio, en el fondo yo sabía que él me seguiría esperando a pesar de todo. Todo seguía igual, un poco más desordenado, había dibujos por todos lados y papeles; entré a la habitación, era peor de lo que imaginé. Botellas de alcohol, cervezas y un extraño olor a algo echándose a perder. Mis cosas amontonadas en una esquina. Yo nunca las reclamé y no había a donde mandarlas. La bolsa con drogas estaba abierta y esparcidas por todos lados. Malditas drogas, malditas.


    Fui directo al baño a tirarlas todas y la visión que encontré fue tétrica. Cientos de navajas tiradas por el piso, con sangre por todos lados. Yo sabía que él no podía morir por esto, él sabía que no podía morir por esto. Y aun así lo intentó cientos de veces. Me derrumbé en el piso y lloré, lloré por largo rato, no se puede dañar así a la persona que tanto amas, no se debe.


    Después de un largo rato de llorar, mis ojos simplemente ya no tuvieron lagrimas para derramar. Me dispuse a limpiar todo, tiré cada una de las navajas, las drogas, limpie la habitación, el baño, lavé los trastes, tenía bastante tiempo de sobra lo sabía, sabía que él no llegaría hasta muy pasada la noche. No descansé hasta que cada rincón quedó limpio. Lavé toda su ropa, ordené la mía y la metí en una maleta.


    Me dispuse también a cocinar su comida favorita, lo conocía bien, sabía que tendría hambre después del concierto y no importaba cuanta comida le dieran, siempre querría más. Cuando por fin terminé, sólo me faltaba un lugar, la sala. Había dejado ese lugar para el ultimo, había papeles por todos lados y sabía de qué eran esos papeles, entre dibujos y escritos de canciones. Sabía que encontraría palabras hirientes ahí. Y así fue; un sinfín de canciones que llegarían justo en mi corazón era lo que me esperaba. Y yo ya no tenía lagrimas para seguir llorando. Acomodé todo, terminé de limpiar tomé un papel, lápiz y escribí.


    Tenía planeado hablar con él frente a frente, pero no pude, no podía simplemente aparecer en su vida, así como así. No tenía derecho. Dejé la carta en la mesa a un lado de la comida y las llaves, saqué mi ropa y mis cosas. Le dejé la sudadera que más le gustaba y otras ropas dobladas en su cama y justo a un lado, el poco corazón que me quedaba.   

Notas finales:

Por favor, dejen sus comentarios para saber si les está gustando esta historia.


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